lunes, 22 de abril de 2013

HOSPITAL DE TELLA - TELLA (CIRCULAR)

Día 20 de Abril de 2013


Recorrido



Distancia: 17,2 Km.
Desnivel aprox.: 900 m.




































Misma hora que el pasado domingo (14/4/2013), la misma faena matinal, sí, pero la calle ha cambiado. La temperatura es más baja, hace viento y, parece que el personal trasnochador se ha refugiado en su guarida, víctima de los efectos contraproducentes del exceso de tragos no muy bien medidos.
Con gran puntualidad, la pareja lola-luis nos recoge con su recién estrenado "buga", para acercarnos al lugar de arranque del bus, que hoy será conducido por Carlos, habitual de los "caminosantiagueños".
Hoy toca Esbarre y los partícipes del grupo, hoy vamos algo abrigaditos, los sabiondos de la meteo nos han transmitido, a través de los medios, que hoy en Tella va ha hacer "viento fresco" (luego nos acordaremos de ellos).
En un abrir y cerrar de ojos, ya vamos por la autovía d´ Osca y, efectivamente, el cierzo no solo mece la mies (más verde que nunca), sino que tambien lo hace con el volante de Carlos, que domina a la perfección. No hemos llegado a la cárcel de Zuera, a la que le sobran unos y le faltan otros, cuando el sol asoma por encima de la sierra de Alcubierre, coronada por el pico que alberga a la ermita de San Caprasio, espectacular mirador al que Maite y yo  accedimos en nuestra primera excursión, con este grupo, el 15 de Febrero de hace 10 años, ¡como hemos crecido!. Frente a nosotros, como siempre que vamos al Pirineo, el Gratal asoma por encima de las nubes de agua que los aspersores de los llanos de la Violada, vierten sobre el verde cereal, manchado por algunas fajas de la planta amarilla de la colza.
En Huesca giramos hacía Barbastro y el paisaje se torna, en un verde todavía más intenso y con más variados tonos. Cuando el bus, vuelve a tomar la dirección norte, son las vides del Somontano, que recién plantadas y entutoradas, se disponen a arrancar de la tierra los alimentos que terminarán dando unos de los mejores vinos (eso dicen, yo soy más de tintorro garnachero), que uno puede echarse al cuerpo. El embalse del Grado, lleno hasta el aliviadero, queda a nuestra derecha mostrándonos en la orilla opuesta, el monstruoso santuario que la "Obra" edificó, haciendo gala de su acostumbrada prepotencia. Ya se que muestro mis creencias pero, ¿que le vamos hacer?.
Abizanda
Menos mal que pocos kilómetros adelante, una fortaleza musulmana denominada Abinyuyas, de donde viene su nombre actual, Abizanda, nos alegra la vista. Su torre es obra indiscutible de maestros lombardos llevada a cabo hacia 1023, para plantear el ataque de la cuenca del Isábena. La edificación del recinto y capilla del castillo es posterior, obra de maestros locales. Muchísimo más reciente, es la Casa de los Títeres, que los de Binefar rehabilitaron para convertirla en  centro de operaciones de su espectáculo.


Campanario con agua

Ya cerca de Ainsa, miramos a la derecha. Es la imagen del embalse de Mediano, hace años que no lo veíamos tan lleno de agua. La vieja e inundada iglesia, solo deja ver, parte del campanario. En piragua se puede atravesar de un lado a otro por las ventanas que en otros tiempos albergaron sus campanas.
Al fondo, el conjunto religioso-militar de Muro de Rueda, asoma en lo alto de la sierra de Gerbe.







Embalse vacio
Nada que ver el paisaje de este año con el de otros, como el pasado, de dura sequía.
Y es que la climatología tiene sus caprichos y el uso que los humanos hacemos del agua, creo que no es el más correcto.
Paramos a tomar el reglamentario desayuno en Labuerda. Allí nos encontramos con unos de los mejores amigos que se pueden tener y que hace tiempo que por diversas circunstancias, no nos veíamos. Son Carmen, Miguel y su encantadora hija Elena, que en compañía de un amigo, se dirigen, a través del túnel de Bielsa, a un pueblecito de la vertiente francesa donde, nos cuentan, se celebra una reunión de Slow Foot.
Alcaparras de Ballobar.

Ellos estan muy metidos en ese apasionante mundo de la agricultura ecológica y además, son productores de la famosa Alcaparra de Ballobar, tan altamente valorada por los grandes chefs de la cocina internacional. Recomiendo probarla, nada que ver con la del supermercado de la esquina. Y es que la tierra de Monegros da poco pero bueno.














                                                         
Saliendo de Hospital de Tella
Volviendo al orden del día y ya repuestos, bajo el fuerte ritmo que, ya de salida, nos impone la cabecera de los cerca de treinta esbarrados, comenzamos la ruta por un bonito sendero, dejando tras de nosotros, Hospital de Tella.
Pronto nos metemos en un bosque  habitado por pinos, robles, abundante boj y floridas aliagas que, junto con alguna que otra zarza,  van dibujando abstractos cuadros, sobre el lienzo de la piel de quienes, presos del calor, han dejado al descubierto sus extremidades superiores.



Maite y Luis

En un pequeño claro, la verde espesura nos deja ver, por vez primera, el imponente Castillo Mayor que con sus 2014 metros, no nos abandonará en toda la marcha.
Los "hombres del tiempo" se han equivocado. Hace calor y las cuestas nos calientan el cuerpo, además, las fechas en que nos encontramos, llaman a proteger las pieles con las mas variadas marcas de cremas de alto factor. ¡Cuidado con Don Lorenzo!.
                                                       



Por el barranco
                                                             
La subida es suave aunque continuada, lo hacemos por la margen derecha del Yaga, río famoso por sus gargantas al que van a parar varios barrancos que tenemos que cruzar. También hay alguien que ha decidido probar la temperatura del agua con sus nalgas. Este año, con la pluviometría por las nubes, no hay barranco que no traiga agua y la sombra se encarga de dotar a las piedras que lo encauzan, de una suave capa que, ¡caray como resbala!.




Tronco tirado

Conforme ganamos altura, se van descubriendo  rincones que en otras ocasiones hemos visitado o que al menos, lo hemos intentado. Si la salud no nos abandona, procuraremos alcanzar otras metas como lo hicimos, ya hace años, en la Peña Montañesa que detrás la de la Solana, nos guarda las espaldas durante la primera parte de la excursión.








A la derecha, Peña Montañesa

Un cartel, nos indica el camino a seguir, vamos en dirección norte, nuestro próximo objetivo es llegar a la pequeña población de Estaroniello. Mas conocida por sus barrancos que por la capilla de San Francisco, un edificio realizado en mampostería muy tosca, con muy escasa argamasa
Estaroniello




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Al fondo, el Castillo Mayor
Paramos en esta pequeña pero bonita aldea a aligerar la mochila y cargar nuestras entrañas, de los alimentos que a primeras horas del día, hemos depositado en el fondo de nuestra amiga.

Retomamos el camino girando hacia el sur, la pared oriental del Castillo Mayor, ahora la vemos en toda su grandeza y espectacularidad. Cruzamos el Yaga para retomar el camino que en un pequeño descenso nos dirige hacia el Caserío Miraval.







A la derecha, asoma el Molino de Miraval

Ya en la orilla izquierda del Yaga, este caserío nos da pie para fotografiar su puente y molino con el Castillo Mayor por sombrero.
Volvemos sobre nuestros pasos y por la GR-15, seguimos nuestra ruta.
El agua del río, baja con gran claridad, si no fuera porque todavía no son fechas, un baño sería consuelo de nuestros deseos, residuo de cuando éramos peces. Lo mío debe de ser reciente.







Bajo blancas cumbres, las Gargantas del Yaga.

Se acabó la cómoda senda, ahora toca subir y aunque sopla algo de viento, nada que ver con las previsiones, caen las primeras gotas de sudor sobre las frentes de estos curtidos (muy curtidos) sendero-montañeros. Nos reconfortamos con grandes vistas. Revilla con sus inacabados unifamiliares, asoma entre el espesor del bosque. La fiebre del ladrillo también ha dejado su huella en estas latitudes. A cambio, las Gargantas de Escuaín que el Yaga ha labrado y sigue labrando, compensa el paisaje de las atrocidades especulativas del personal.

Anciana

En nuestro ascenso, pasamos por otra pequeña población: Arinzué.
Una anciana que alguien ha comparado con la de un anuncio de conservas,  camina sobre el prado y se asoma a observar el desfile de "norfaces", que por debajo de su propiedad, pasan ofreciéndole un caluroso saludo.
Mas adelante, un pastor con su zurrón de piel de cabra muy pelada, cuenta el rebaño de elementos de la capital, de la misma manera que lo hace con las cabras que, justo al lado, comen del enorme forraje que lucen los prados.


En el Dolmen de Tella
Javier nos lleva hasta el Dolmen de Tella o Dolmen de Losa Lacampa. Se trata de un dolmen que data del III milenio a. C. (Neolítico-Eneolítico). De cámara rectangular, esta estructura presenta una curiosa asimetría entre sus piedras que provoca un interesante efecto dinámico; conserva la cubierta y se intuyen levemente, aunque apenas persistan, los restos del túmulo.
Nos hacemos una foto de grupo con el Castillo Mayor al fondo, ni este ni el dolmen se aprecian entre tanto musculito.
Si sumamos la edad de los participantes, casi resultan tantos años como los que tiene el monumento.

Buen provecho

Nos incorporamos a la carretera y en pocos minutos llegamos a Tella, que con sus 1378 m., es el punto más alto de la jornada.
Es la hora de comer y ahora sí, ahora sacamos la artillería gastronómica de las mochilas, y acompañados del vino que algunos han traído en sus botas,  damos buena cuenta de los más variados bocadillos.

Había un antiguo refrán que decía "Tella, Dios nos guarde de ella". La verdad es que a quien le dijeran hace unos años, cuando no teníamos la posibilidad del transporte como tenemos ahora, que tenía que ir allí para cualquier cosa, supongo que se lo pensaría. El conjunto urbano está agazapado bajo una mole de piedra calcárea que le protege del frío viento del norte (por eso comemos al refugio de la iglesia orientada al sur). Es uno de los pueblos más pintorescos del Pirineo y sitúa sus casas a lo largo de una calle única. Las casas son de tipo tradicional pirenaico: piedra, tejados de losa, pocas ventanas y chimeneas altísimas decoradas con espantabrujas.
Iglesia de S. Martín
Además del dolmen, también hay una cueva donde se han encontrado restos humanos y materiales correspondientes a la Edad del Bronce, pero también restos de un oso cavernario. Por ese motivo se instaló en Tella el Museo del Oso de las Cavernas.
En Tella es popularmente conocida la ruta de las ermitas que comienza en la iglesia parroquial románica, dentro del núcleo urbano, dedicada a San Martín. Por una senda con una frondosa vegetación de bojes, robles y pinos, se llega a una impresionante ermita justo debajo de una peña. Ésta es la ermita de los santos Juan y Pablo, una de las más antiguas del románico en Aragón, en Barbastro se conserva su acta de consagración del año 1018. Consta de una sala rectangular dotada de un pequeño ábside con planta de herradura, debajo del cual se encuentra una cripta. Otras ermitas son las de Fajanillas y la de la Virgen de la Peña, construidas ambas en el siglo XII.
Al fondo, el río Cinca
Con las fuerzas repuestas, abandonamos esta bella localidad, comenzando un acusado desnivel de bajada, que pasando por Cortalaviña, rumbo a Hospital de Tella, a las orillas del Cinca, con impresionante disciplina, los esbarristas acometemos entre bromas y buen humor principalmente a cargo de la peluquera o peluquero que ha rasurado a Javier.
El autobus nos está esperando y las jarras de cerveza, también. Frescas nos las sirven en casa Turmo de Labuerda y las tomamos en su soleada terraza, con una agradable temperatura y con un buen sabor, no solo por la bebida, sino también por la bonita excursión que hemos disfrutado.

Enlace con las Fotos de la excursión

















martes, 16 de abril de 2013

NORDIC WALKING POR EL QUEILES

Día 14 de Abril de 2013


Recorrido

Distancia: 18,15 Km. - Desnivel ascenso acumulado: 290 m. - Desnivel descenso acumulado: 520 m.
Perfil del recorrido
Son las cinco y media de la mañana, suena el despertador. Fuera legañas, fuera pijama, me pongo ropa de andar (poca, hoy anuncian calor) y saco a Atos a pasear. Hace tiempo que, el muy perro,  no sale al monte, va cumpliendo años y le ponemos límites, nosotros ya los tenemos puestos. Zaragoza está tranquila, solo un joven que, a duras penas, intenta andar en linea recta. No lo consigue. Más arriba, otros tres, emulan a Alberto Contador, y montando sobre las bicicletas públicas que se hallan ancladas en su estación, tiran de ellas una y otra vez. El Tourmalet de Sagasta, da al traste con sus intenciones y abandonan "su hazaña". Así son las mañanas de un fin de semana en la ciudad.
Hoy salimos con los amigos del nordic walking. Ya se que, no hace mucho tiempo, en estas páginas comentaba que no es una actividad muy de mi gusto, pero pasar buenos momentos con buenas gentes, exige un poco de sacrificio. Dicen los entendidos que es una actividad muy saludable, ya que se ejercitan un buen número de músculos, vamos, que es algo así como volver a nuestros orígenes y a falta de cuartos delanteros, usamos los bastones de forma muy técnica.
Fernando da los últimos consejos.
Con extraordinaria puntualidad, sale el autobús de Zaragoza cargando 28 almas con ganas de gastar calcetín. En el viaje, Maite y Mª Jesús nos van radiando la cantidad de conejos que a orilla de la carretera, se alimentan del fresco alimento que estas horas cubre los verdes campos.
Por vías bajo-moncaínas, nos adentramos en la provincia de Soria, el vehículo carga a más de un soriano, lo notamos por los puntitos que les aparecen en la dermis de sus brazos.
Ya en Vozmediano, tomamos un café, nos acicalamos con las prendas de caminar y, al paso que nos marca J. Miguel nos dirigimos en el sentido contrario al que llevaremos el resto de la jornada. Y es que vamos a visitar el Amanadero del Queiles. 
Castillo de Vozmediano.
Por un sendero bien marcado, dejamos el castillo a nuestra izquierda, situado sobre la roca viva de una peña que domina la población y bajo la que nace el segundo brazo del río Queiles. Cuenta con dos recintos, siendo el interior de forma rectangular, con una torre en una de sus esquinas y una gigantesca torre del homenaje de sillería en la opuesta. El recinto exterior, de considerable altura por los sucesivos recrecidos a que fue sometido, cuenta con varias torres cuadradas y alguna redonda artillera de época más reciente.  Actualmente, el castillo hace las funciones de cementerio para la población.
Gradas.
A nuestra derecha, unas gradas artificiales, anuncian el desvío que el hombre ha realizado  en el Queiles, a fin de instalar una piscifactoría.
En otros tiempos hubo más industria: había dos molinos, un batán y una fábrica de papel para liar tabaco, esto proporcionaba a los vozmedianenses trabajo.
La ganadería de este municipio es lanar y porcina. Destacan dos naves de porcino, hay colmenas y una fábrica de electricidad, que por lo que vimos, explota una compañía eléctrica navarra.


Amanadero del Queiles

El Amanadero, es una gran surgencia de agua que forma el nacimiento del Rio Queiles y que brota de repente con unos 1500 litros de caudal medio que es el 80 por ciento de todo su caudal y que la convierte en la segunda en importancia de Europa. Estas aguas que tendrían que discurrir por la cuenca del Duero, por formaciones y circunstancias geológicas van a parar a la del Ebro.






Con Maite, Lola y Luis en el Manadero.
Lógicamente, el rincón que alberga esta belleza de la naturaleza, es de tal encanto, que el grupo de "marchadores" no deja de admirar. Las cámaras fotográficas van inmortalizando el paraje y a tan distinguidos visitantes.
Falta mucho por caminar y Fernando nos indica que hay que dar la vuelta y comenzar la calcetinada.







Se ve quien es marchador

A buen paso, los nordicwalkingistas y los que no lo somos, vamos tragando metros, como decía el conde, sin prisa pero sin pausa.
Al transitar por estas latitudes, se ven el pino, roble, encina, nogal, chopo, sauce, acebo, zarza, y espino, cuyos frutos, la endrina (arañón en Aragón) se recolecta para la fabricación del pacharán. A nuestra izquierda, con suelo más duro, nace  el espliego,   tomillo y romero.


Por el camino.
Una pequeña paradita, para quien tenga prisas evacuatorias y nada, con alegre semblante proseguimos la marcha (o como se diga en la lengua invasora que da nombre a estas aficiones). Entre nosotros, pasa algún que otro ciclista que con gran habilidad nos sortea por uno y otro lado.








Farallones de Los Fayos
Unos impresionantes farallones, sobre los que vuelan varios alimoches. Estos buitres  crían en cantiles y roquedos, próximos a extensas áreas abiertas, donde buscan su alimento, restos de carroñas de ganado y cadáveres de conejo y reptiles, lo que le confiere un papel fundamental en la naturaleza como sanitario del campo.
Nos llama la atención, una roca que parece haber sido colocada dentro de una cavidad. A mi, que me registren.
A nuestra izquierda, ya vemos el dique del embalse del Val, que un túnel que ya, antes hemos pasado, se encarga de llenar.

Cueva de Caco
Aterrizamos en Los Fayos y el primer monumento a visitar, es uno que con una barra al fondo, sirve una buena y fresca cerveza. Una vez refrigerados nuestros poros, visitamos la entrada de la cueva de Caco. Dice la leyenda (también Fernando, a la vuelta, en el autobús), que se refugió, en una de sus huidas, buscando como casa una cueva que compartía con su hermana gemela y que utilizaba para guardar todos los objetos que iba robando. Muy cerca habitaba otro gigante igual de fuerte que Caco, Pierres y en cuanto se enteró de la llegada de un gigante a Los Fayos quiso conocerlo y así se encaminó a la cueva donde tuvieron un encuentro cordial como amigos y donde compartieron grandes cantidades de vino. A ellos se unió otro gigante, Hércules, y los tres juntos se encaminaron a Tarazona donde sus hazañas son recordadas en los relieves que adornan la Casa Consistorial de esta ciudad.
Ermita de San Benito

Posteriormente, nos dirigimos por un camino ajardinado y en subida (alguna tenía que haber), hacia la ermita de San Benito, excavada en la roca, dicen que en el siglo XII.
No se si Caco, acudía a misa los domingos con su hermana, pero lo que esta claro es que aunque poco, todavía queda camino por recorrer. Cogemos los bártulos y retomamos el camino hacia Tarazona.




Torrellas
Antes, pasamos por Torrellas, un pueblo que nos sorprende. 
La iglesia parroquial está dedicada a San Martín, y se construyó en el S. XVII. Su plaza Mayor, con soportales y caserones de piedra, es muy pintoresca.
Seguimos el camino y una vez más, divisamos el Moncayo, que desde vertiente soriana y aragonesa, no ha dejado de vigilarnos durante toda la jornada.
Seguro que este año, lo volvemos a subir.




El Moncayo.


Tras cruzar la carretera (N-122), la pista se pone cuesta arriba (ya era hora) y en un momento estamos en el cementerio (fuera) de Tarazona, donde el autobús nos espera para, una vez adecentados, trasladarnos a Vozmediano, de nuevo. Unas migas con huevo y un buen plato de bacalao, bien regado todo con vino navarro, nos deja las caras con buen color. Hay quien dice que ha sido el sol.
Con nuestros corazones bombeando sangre a nuestro estómago, el autocar nos lleva a Agreda, tenemos programada una visita a esta bella ciudad soriana, tan cercana a nosotros, los aragoneses.
Convento de Sor María de Jesús.
Desembarcamos en las puertas del cementerio (nada, que nos va la marcha), nos recibe Deborah, la guía de turismo que nos va a acompañar en la visita.
Comenzamos en el convento de sor María de Jesús. Primero vemos "el cuerpo incorrupto de la monja", su mano me recuerda a otra (esta humana, que no divina), que vimos en el campo base del Everest y que la baja temperatura la mantenía "incorrupta".
Nos cuenta Devorah, que sor María se bilocaba y estaba, al mismo tiempo, en Agreda y Nuevo Mejico (EE.UU.), lógicamente, las autoridades eclesiásticas le negaron la categoría de santa. ¡A quien se le ocurre!
Dicen que desde muy joven siempre sintió una clara inclinación por la vida clerical, tal vez imbuida por su propia familia quien, cuando ella apenas contaba con 16 años, convirtió la casa familiar en un convento, del que María llegó a ser elegida priora, y con apenas 25 años, abadesa. En 1633 fundó además el monasterio de la Inmaculada Concepción, dónde finalmente se trasladó la comunidad.
La Venerable, según se la conoce en la localidad, destacó en su época no sólo por su misticismo, santidad e inteligencia, ni tan siquiera por ser una de las más importantes confidentes y confesoras del rey Felipe IV. Tal vez, por lo que pasará a la historia, es por su labor predicadora en la Baja California, exactamente con la tribu de los xumanas. Según los relatos del franciscano Fray Alonso de Benavides, describe a una monja vestida de azul (de ahí que terminara recibiendo el nombre de “La Dama Azul”), que vio predicando entre los indios. Es más, a la llegada de las primeras delegaciones misionera, con el fin de cristianizar el territorio, los indios los recibieron con loas y su propio idioma, además de estar ya cristianizados. En todo momento los xumanas decían que era la Dama Azul la que les había contado que llegarían esos hombres, y la que siempre se les había aparecido. Vamos que "lo que dicen los xumaras, va a misa"

El cuerpo de la santa.
Y cuentan, que Sor María Jesús, jamás salió de Ágreda y a lo largo de los años la monja fue presa de diversos éxtasis que la llevaban incluso a levitar, cuando volvía en sí, contaba historias de lugares lejanos, y de personas que nadie conocía. En un principio se trató de que el hecho pasara desapercibido pero, su relación con el Rey, hizo que el Santo Oficio se interesara por su caso, ya que no estaban dispuestos a darle crédito y querían hacer ver a todo el mundo que no era más que otro ejemplo de posesión demoníaca que había que contener. La interrogaron en numerosas ocasiones, investigaron los escritos en los que relataba su labor misionera, llegaron a investigar toda su obra, sobre todo su “Mística Ciudad de Dios”, que llegaron a prohibir. Pero no hubo nada a lo que atenerse para justificar una condena. Lo único que lograron fue que su fama aumentara, y que el rey además de la correspondencia, pasara a visitarla en más de una ocasión.
Más tarde, Deborah me dice que "claro, es cosa de tener fe. ¡Vale!

San Miguel
Extasiados todos, proseguimos la visita. Pasamos por la iglesia de San Miguel,
Luego vamos al palacio de los Castejón. A pesar del empaque dado a la obra, su traza es sencilla, destacando su puerta herreriana adornada con balcón de frontón partido que porta el escudo de la familia y las torres gemelas rematadas por una galería de estilo aragonés. En su interior, destaca el sobrio y elegante patio de dos alturas, sustentado por columnas monolíticas, donde para acceder a la galería alta, debemos de hacerlo por una escalera cubierta por una cúpula ovalada de estilo florentino. Hoy, este Palacio de los Castejones, acoge algunas dependencias y servicios municipales de la Villa de Ágreda (biblioteca, escuela de música, centro cultural, sala de exposiciones, ludoteca, centro de acción social, etc) así como el importante Archivo Histórico Municipal de la Tierra de Ágreda.
A la vez que se construía el palacio, su propietario, Diego González de Castejón, se planteó diseñar un espacio ajardinado, recreado con la estética renacentista en la que los protagonistas serían los setos de nudos, las plantas aromáticas, las burlas y juegos de agua y un teatro vegetal.
Jardín del palacio de los Castejón
El Jardín Renacentista, es una recreación llevada a cabo después de complejos estudios históricos, espaciales y arqueológicos, cuyo hallazgos permitieron identificar el muro norte con sus nichos y pedestales para la estatuaria, actualmente recreados con celosías de madera. Dentro del primer jardín se diferencian varias zonas, destacando la central en torno a una fuente circular con surtidor, los parterres de los nudos, el teatro verde y el jardín de las hierbas que acoge a un buen número de plantas aromáticas, medicinales, culinaria y decorativas. Unos espejos le dan un carácter curioso al espacio.
Puerta
Un paseo por la villa, nos muestra varias de sus puertas en arco de herradura, así como el exterior de la sinagoga y la plaza Mayor con bonitos edificios como el del ayuntamiento, de estilo renacentista y que es punto final de nuestra visita por Agreda.
El cementerio ha quedado lejos y el autobús nos espera para regresar a Zaragoza, son más de las siete de la tarde.
En el regreso, Maite y Mª Jesús, vuelven a contar conejos, el resto del personal parece cansado. La jornada, si bien no ha tenido muchas cuestas, ha sido intensa y eso se nota. Hemos disfrutado de amanadero, naturaleza, cultura, leyendas y milagros. Solo de escribirlo, me canso, así que...
Hasta pronto

Pd.- No se que habrá sido de los personajes de la madrugada.



martes, 9 de abril de 2013

VIVER DE VICORT - PICO DEL RAYO (Circular)

Día 7 de Abril de 2013


Ruta circular

Distancia: 14,2 Km.
Desnivel subida: 670 m.
Desnivel bajada: 670 m.































Perfil
               Extraordinaria y sorpresiva mañana, la que se nos ha presentado en esta jornada. Salimos tarde de la inmortal Zaragonia, a las 9 am., una de las componentes ha trabajado de noche, ¡que si!, que a pesar de recortes laborales de todo tipo y de comentarios demagógicos de personajes que el poder mantiene, el personal trabaja y para disfrutar de su afición favorita, empalma la obligación con la devoción.
La primera sorpresa: desde el alto de La Muela, vemos nuestro destino cubierto por un manto blanco que la sabia naturaleza ha depositado unas horas antes.
         Hasta allí nos desplazamos, pasando por Santa Cruz de Grío, y esta es la segunda sorpresa: yo, inocente de mí, haciendo caso al señor Google, he tomado esta ruta con mi turismo cargado con cinco pasajeros y sus mochilas. En la población preguntamos por la carretera de Viver de Vicort a un primer lugareño y nos señala la ruta que, lógicamente, no encontramos. Volvemos a la población y una segunda persona con gesto de admiración, que interpretamos -¿ande van estos?-, nos vuelve a señalar la misma ruta que el anterior. La carretera es una pista sin señalar de casi cinco Km. que transita por un bello   recorrido.
Cruce de Caminos
         Llegamos a Viver de Vicort, un pequeño pueblo, perteneciente a Belmonte de Gracián, ubicado en un cruce de caminos que une pueblos de los valles del Grío y el Perejiles y de varias rutas senderistas. A más de 1000 metros su ubicación suele ser pasto de los vientos y de rebaños como el que nos recibió.
        Siguiente sorpresa: Hemos coincidido con la 6ª Vicorada, marcha senderista y de BTT, que se desarrolla por la sierra, o sea que a lo largo de nuestro recorrido, coincidimos en algún momento con gentes luciendo dorsal patrocinado por una famosa marca de cerveza de la tierra, ¡adivina!
Preparando el material
        Hoy vamos Lola, Piedad, Maite; Luis (The Doctor), y yo. Aparcamos en una era y tras ponernos las botas y algo de abrigo, nos disponemos a andar, un paisano en btt nos comenta lo de la Vicorada y dice que la mañana es fresca, ya lo hemos notado.
        Al fondo divisamos el pico del Rayo, que luego subiremos aunque por la cara oeste, la que vemos es la que bajaremos, la oriental.
        No estamos en el Pirineo, estamos en la sierra de Vicort, a solo 80 Km., al sur de casa, y el entorno en estas fechas es tan espectacular como cualquier otro de cotas superiores.
Primeros pasos
        Los primeros pasos, los damos por una ladera que pronto va descendiendo por la nevada vertiente sur hacia el barranco de la Concha.
        Pese a que a lo lejos vemos algún control de la Vicorada, nosotros nos desplazamos por un bonito sendero.
         La vegetación, primero escasa, se va tornando en carrasca. Esta planta siempre me recuerda a cuando de niño, acompañaba a mi abuelo Vicente por la sierra de Uncastillo a recoger tan preciada leña, que cambiaba a razón de fardo por hogaza de pan en uno de los hornos del pueblo.
Reflejos
        Ya es mediodía y el sol va derritiendo la nieve que se torna en charcos de agua cristalina en la que más de una doncella de antaño peinaría sus largos cabellos en tan naturales espejos.
        Bueno, el suelo que nosotros vamos pisando, en algunos tramos, las aguas que la nieve lagrimea, se convierte en  barro del que nuestras botas ya están acostumbradas a pisar.
         Nuestros pasos siguen por terreno más o menos llano, por mil y una curvas que una pista va marcando a lo largo de la ladera occidental de la sierra.
        Nos cruzamos con unas mozas participantes en el mencionado evento, nos piden que con sus "esmarfones de última cosecha" les hagamos unas fotografías, cosa que hago no sin cierta dificultad, pues me suena que no se habían estudiado las instrucciones y en vez de ver en la pantalla a las modelos, veía a un tío igualico que yo. Finalmente, son retratadas lo mejor que se puede.
No es el Himalaya, pero...
        Nos detenemos en un collado del que sale un camino que va hacia el barranco del Guarrillo, hay un par de vehículos de la organización del evento, paramos y nos comentan que faltan por pasar dos o tres bicicletas. Nosotros nos tomamos un tentempié porque a partir de aquí, el camino se va a empinar.
        Comenzamos la subida, cuando nos cruzamos con un par de ciclistas bajando a pie, con barro hasta en el c...
       Luis se pone a tirar de las damas, pero estas responden con la misma fortaleza que lo hicieron pocos meses antes por Gokyo. A nuestras espaldas, Calatayud es testigo de mis humildes palabras. Piedad echa su mirada más allá, hacia el horizonte, donde se encuentra la tierra que la alumbró: "Soria".
En el collado

          En pocos minutos, nos plantamos en el collado que precede a la última subida. Al norte divisamos la sierra de Algairén, varias veces visitada por nosotros, abajo el valle del Río Grio con Santa Cruz y Tobed.
          Volvemos nuestros esbeltos cuerpos y hacia el suroeste del valle del Río Perejiles a cuyas orillas se adivinan Mara, Belmonte de Gracián y Villalba. Abajo Orera lo pasaremos a la vuelta, he decidido no volver por la pista.



Último esfuerzo

                                        
             Una última pechugada cubierta de nieve muy resbaladiza, nos acerca hasta un pico, no muy alto, sin  más dificultad que los elementos que la naturaleza nos regala: El Pico del Rayo. No conocerlo es así como enamorarte de una o un desconocido.
            El paisaje es espectacular, el tiempo es el mejor que se puede pedir para andar por estas alturas y la naturaleza: espectacular. Bajo la nieve asoma un prado verde como hace años que no se veía.
          La cima, como casi todas, se encuentra adornada por antenas, mojones, vértice geodésico, placas solares... y es que si queremos tecnología, debemos  pagar este precio. Y no digamos el pico Inogés que lo tenemos cerca, su uso militar hispano-norteamericano, lo convirtió en los años sesenta en un montón de acero. Ya sé, era un radar. A cambio, los yanquis nos dieron leche en polvo.
El Pico del Rayo

De verde, Lola derrapante.
             La bajada la iniciamos con mucho cuidado, el ligero manto de nieve está sopa y desliza con mucha facilidad. Lola mide con sus nalgas, varias veces, el espesor del blanco elemento.
       Pero como somos muy prudentes, algunos con mucha descendencia, descendemos con muchísimo cuidado, el día ya alarga y no hay prisa. Eso sí, las tripas empiezan a tocar a fajina y alguien comenta que en el primer resguardo que encontremos "parada y fonda"
             Lo hacemos en un cortafuegos que hemos tomado como atajo. Comiendo, no somos tan prudentes como bajando y en pocos minutos, hemos dado al traste con las viandas típicas que las mochilas suelen portar : jamón, queso, pan, tomate, fruta...etc, pero lo que se echa en falta es el vino. Añoramos a Valentín y su bota.
Por el Pinar

           El descenso lo hacemos por bellos pinares totalmente alfombrados de nieve, que cuando desaparezca, siendo las fechas que son, seguro que el suelo que cubre, dará unos hongos de los de chuparse los dedos.
        Ya hace un buen rato que andamos solitarios por la sierra y el silencio solo es roto por alguna pequeña ráfaga de viento, por el cantar de algún pájaro o por el agua que el deshielo escupe por el fondo de los barrancos.
       Que le vamos a hacer, a algunos nos emocionan estos sonidos y estos silencios.

Las tres himalayistas.

           Piedad, nos comenta que, cuando subieron a poner un Belén en el Pico del Rayo, allá por el mes de diciembre, no había ni una gota de nieve. Ahora ya ves, abril y con nieve.
         Saco unas fotos del Moncayo, que no nos ha dejado de vigilar en todo el día y que hoy, cuando escribo,  me entero de que a esas horas ha escupido un alud de colada y, afortunadamente, no ha habido ninguna víctima. En estas fechas hay que tener cuidado con la nieve y si se ha de ir por ella, toca madrugar y pisarla con temperatura baja.
         Por una pista que curvea una y otra vez, por la ladera oriental de la sierra, nos vamos acercando a nuestro final. A lo lejos, ya asoma algún tejado de Vivér de Vicort, principio y final de una excursión que la recomiendo a todo amante de la naturaleza, el paisaje y la tranquilidad, Y si se comparte con gente como la que tengo la suerte de llevar como compañía,  "es un placer".
         Volvemos, esta vez, por carretera, bueno, excepto un trozo que en obras, su piso ha recogido agua del deshielo, convirtiendo el suelo en una pista de patinaje sobre barro.
          En Calatayud, cafés y birras, reponen nuestros cuerpos de aquellos elementos que hayamos podido perder por las sendas y caminos de la Sierra de Vicort.
          Hasta otra.