lunes, 31 de marzo de 2014

NORDIC WALKING POR LA VIA VERDE VAL DE ZAFAN

Aún no hace un año que salimos con los amigos de la sección de nordic walking de la Hermandad de Empleados de la CAI. Fue un precioso día, un 14 de Abril, que desde el mismísimo nacimiento del río Queiles nos llevó hasta Tarazona.
Hoy sin embargo, el día, más que bastones técnicos de la modalidad, invita a llevar el paraguas abierto y bien sujeto, anuncian viento y agua.
Salimos de Zaragoza un autobús con tres cuartos de sus asientos ocupados por los especialistas y los que queremos compartir jornada. Nos vamos camino de una de las comarcas más bonitas, a mi juicio, de Aragón: El Matarraña, con el objetivo de recorrer un buen tramo de la Vía Verde val de Zafán.
Antigua estación de Valdetormo.
Esta vía que hoy transitan excursionistas a pie o en bicicleta, fue en su día parte importante de los caminos de hierro que recorrían nuestra geografía.  Uniendo, en principio La Puebla de Hijar y Tortosa, parece ser que los militares, al barajar la posibilidad de una invasión procedente del otro lado de los Pirineos, querían proteger la otra barrera natural, la que formaba el valle del río Ebro. Un ferrocarril construido en la orilla derecha de dicho río serviría para abastecer a este eventual frente bélico. El primer tramo, de 32 Km., entre  La Puebla de Hijar y Alcañiz, se inauguró en 1895.
La prolongación de la línea hasta Tortosa, no se logró hasta 1942, siendo adjudicada desde el principio su explotación a Renfe.
El Sarmetero, junto al Ebro cerca de Xerta.
Fue la Guerra Civil, la circunstancia que propiciara la realización de este tramo, contienda en la que la línea jugó un importante papel logístico durante la Batalla del Ebro. Por otro lado, gran parte de los obreros que ejecutaron la última fase de las obras de esta vía fueron los propios prisioneros republicanos. Muchos de ellos quedaron allí.
Este ferrocarril, conocido en la zona como el Sarmentero, ya que atravesaba una tierra de viñedos, tuvo una lánguida existencia durante su corta vida: apenas 31 años. En todo este tiempo no llegó a concluirse el último tramo entre Tortosa y Sant Carles de la Rápita, a pesar de estar construida toda la explanación. El hundimiento de un túnel en 1971 entre las estaciones de Pinell de Bray y Prat de Compte sirvió como excusa para el cierre definitivo de este ferrocarril por parte de la administración, que se hizo efectivo en septiembre de 1973, a pesar de los sucesivos intentos para su mantenimiento.
Primeros pasos.
En Valdetormo, cuyo nombre proviene de una enorme roca caliza que se encuentra en sus inmediaciones, nos detenemos a tomar un café (algunos: bocadillo). Por una estrecha carretera que el conductor ataca con extrema habilidad, nos dirigimos a la antigua estación del Sarmentero, lugar de inicio de la marcha.
Todavía no llueve, hace viento, pero el ambiente promete humedad. El aire huele a Mediterraneo, pienso en el sufrimiento de quienes, con aquellos medios, tuvieron que construir (vigilados por los fusiles del dictador) esta línea. 

Uno de los múltiples puentes.
Sopla con ganas y de frente, es templado, tanto como el ánimo de los marchadores que con más o menos estilo, caminamos a buen paso. Los primeros metros los realizamos por un desmonte en el que el "efecto venturi", empuja el aire con toda su fuerza sobre nuestros rostros. 
De vez en cuando, un terraplén, nos muestra el paisaje propio de la comarca del Matarraña,  que algunos denominan "la Toscana aragonesa" comparándola con la idílica región del centro de Italia, ya que ambos parajes tienen muchas similitudes.


La Toscana aragonesa.
Saliendo del túnel.
Los almendros  muestran las pocas flores que les van quedando, el olivo luce un verde intenso. Son, estas dos variedades, las reinas de la comarca, algunos de los productores de agricultura ecológica de la zona, nos ofrecen cada sábado sus manjares en el Mercado Agroecológico de Zaragoza.
Al fondo del camino, divisamos la boca del túnel que vamos a cruzar, un cartel a la entrada nos informa de que un sistema automático lo iluminara a su paso. Nada de eso, supongo que víctima de los recortes del amigo Rajoy, la oscuridad (como la mente del nombrado), se apodera del camino.
Edificación agrícola.
Menos mal que algunos previsores, llevamos en la mochila algunos frontales que iluminan la oscuridad. Ojalá, fuera tan fácil iluminar el futuro que nos están preparando estos lamentables personajes.
La oscuridad ha hecho mella en alguno de los participantes, un pequeño amago de ataque de ansiedad, es rápidamente asistido por los servicios sanitarios del grupo...¡todo un lujo!.
Pasamos la Val de Sancho, tierra fértil que en esta estación (la primavera, no la ferroviaria) que acabamos de estrenar, luce un verde intenso.

Pinos, romero, aliagas...
El suelo que nuestras botas pisan, se encuentra asfaltado con una pequeña capa de fina gravilla que hace más llevadero el caminar. Las paredes de los desmontes, nos muestran capas de margas arcillosas, que a duras penas sujetan bloques de roca caliza que en algún tramo, han caído sobre la vía.
A las orillas crece la típica vegetación mediterránea como el pino, romero, tomillo, lavanda, aliagas, etc., ¡vamos!, un sinfín de plantas aromáticas que algunos dicen que tienen grandes propiedades, yo la que más adoro es la del romero en un asado de ternasco.
Viaducto del Matarraña.
Vamos llegando al río que da nombre a la comarca, aquel que nace en El Parrisal, allá por Beceite y que tras esculpir a su paso bellas figuras en su cauce, deja reposar sus aguas en el Ebro a la altura de Fayón.
El cauce, lo salvaba una viaducto que hoy todavía sigue en pie y que nos sirve para cruza el "río Matarraña"
El personal se asoma a su barandilla disfrutando de la vista que desde allí se observa. A lo lejos se encuentra La Fresneda, una de las poblaciones más bonitas de nuestro país. Al frente, ya asoman las casa de Torre del Compte.
La Torre del Compte.

No entraremos, pero ya la visitamos Maite y yo con Mª Ángeles y Alfredo (que hoy nos acompañan) en una ocasión . Cabe destacar la torre barroca de su iglesia parroquial de San Pedro Mártir. Es también muy interesante su casa consistorial y algunos edificios civiles monumentales concentrados en su plaza Mayor y en las proximidades del templo parroquial.
Ya en las afueras de la población se encuentra la ermita de San Juan Bautista .
La lluvia difumina desde aquí su imagen, pero no importa, el personal va a tener en la tarde, oportunidad de disfrutar de la belleza de estos pueblos.
La Parada del Compte.
Con la cara cortada por el viento y los huesos más húmedos que la barca de Chanquete, llegamos a la Parada del Compte donde el bus espera por si algún caballero o dama andantes, se siente en la necesidad de realizar el resto del trayecto en vehículo. Se queda sin pasajeros.
Esta antigua estación del Sarmentero, se ha convertido en un hotel de los llamados "con encanto". Una persona responsable, nos realiza una visita guiada por sus estancia. El personal se queda boquiabierto al descubrir un par de suites. Preguntamos precios y...

Ostras, como sopla.
... y sigue lloviendo, el viento sopla más, y mas que nada, hay que seguir el camino. Una interminable recta en pequeño, pero continuado ascenso, nos va acercando al punto en que aquel viejo ferrocarril respiraba y soltaba amarras en dirección a la Terra Alta del Ebre, ya en la cercana Cataluña con la que los habitantes de estas latitudes, comparten parte de su lengua: "el chapurreau".
El grupo se va estirando, unas veces por la diferencia de paso, otras por las fotos, otras por la observación de la flora, otras porque el personal se tiene que retirar del paso para poder hacer...

Estación de Valderrobres.
Pronto llegamos a otras edificaciones en ruinas, se trata de la estación de Valderrobres.
Queda lejos, ni lo vemos pero el que más y el que menos ya conocemos este espectacular pueblo del Matarraña. Si esta comarca está plagada de bellos pueblos, se podría decir sin duda que Valderrobres es el máximo exponente de esto. Posee un imponente castillo dominando un homogéneo conjunto de casas de piedra muy bien conservadas. 
En la vieja estación, nos reagrupamos para retratar al grupo como recuerdo de esta jornada.

De izquierda a derecha...
Solo un par de kilómetros nos separan del punto final de la andada, que no de la jornada.
Ya divisamos Cretas (o Queretes, en chapurreau). Queda a nuestra izquierda y al fondo ya vemos su vieja y ruinosa estación. El autobús nos espera, algunos se cambian hasta de gayumbos, otros simplemente nos hacemos "el lavado del gato". Nos subimos al bus y nos deja en una plaza desde la que nos trasladamos hasta un establecimiento en el que nos tienen preparadas ricas viandas de la tierra bañadas con unos buenos vinos nacidos en las viñas que en el camino hemos visto.
Los pitufos.
La comida es amena, Fernando Morata, el "alma páter" de este grupo, es aclamado una y otra vez. Nos premia con varias intervenciones, con un gorro azul que nos transporta a tierras liliputienses y con unos licores de alta graduación que hacen mella en las entrañas de algún pitufo.
La cosa se empieza a desmadrar y lo mejor es tomar el aire y ¡vaya si lo tomamos!, ¡hace un frío del carajo!.
Con el cuerpo más tembloroso que el de Shakira, nos vamos de visita cultural por el centro de la villa.
¡Espectacular! 


Rincón en Cretas.
La población de Cretas, con poco más de 500 habitantes,  brilla por la nobleza y elegante sobriedad de plazas y edificios. Su conjunto urbano presenta calles, pasadizos y detalles de encanto especial, como la capilla de San Roque (junto a uno de los portales de la antigua muralla) o el portal-capilla de San Antonio.
La iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, de los s. XV-XVI, es uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura aragonesa renacentista; construida con la sillería del antiguo castillo cretense, de su uso como fortaleza dan testimonio las almenas que la coronan. 
Iglesia Ntra. Sra. de la Asunción.
En la plaza Mayor, junto a grandes casas solariegas, destaca la “Picota”, columna de 1584 restaurada, donde dicen que acababan sus días los condenados a la horca. 
El origen de la localidad se remonta a tiempos de Alfonso I, en los que las batallas parecían ser la forma más común de relacionarse de sus gentes. En el siglo XII, Cretas estuvo en manos de la Orden de Calatrava, que le dio continuidad a la ciudad hasta el año 1295, en que el obispo de Tortosa compró el lugar, ¡santos negocios!.


Panadería repostería.
Pero uno de los monumentos que más ha impresionado al personal, es un establecimiento en los que venden productos de esos que generan grandes lorzas en los cuerpos de quienes los consumen en exceso. Pitufos y pitufas asaltan el local con ansias en sus rostros y los ojos se le salen de las órbitas. Abandonan el local con grandes bolsas llenas de colesterol (del malo). Se trata de dulces en los que las almendras son la materia prima de gran parte de ellos, como los ametlats, la tarta de almendra, carquinyols o secalls, panellets... ¡uf! no sigo.
Ha sido una visita espectacular, ahora nos vamos al...

Casa de la Villa de Calaceite.
...nombrado conjunto histórico-artístico de Calaceite. La cultura se respira por todos sus rincones, tanto en el núcleo urbano, jalonado de edificios palaciegos, como en sus áreas rurales, ricas en poblados y yacimientos ibéricos.
Sobresale, entre éstos, el poblado de San Antonio, excavado por el arqueólogo local Juan Cabré, que da nombre al museo arqueológico-etnológico y artístico más importante de toda la comarca.
En el interior de la población, la plaza Mayor cuenta con bellos soportales y con la “Casa de la Vila”, magnífico edificio consistorial de principios del s.XVII. 
Pórtico en Calaceite.
La iglesia parroquial de la Asunción de Ntra. Sra. fue construida entre los siglos XVII y XVIII; en ella destacan elementos como sus puertas-retablo y la torre campanario. En calles como la Mayor, de la Iglesia, de San Antonio o de Santa Bárbara se pueden admirar grandes edificios nobles de piedra sillar, con balcones de hermosa forja, grandes aleros y un sinfín de detalles arquitectónicos; en algunas de ellas han fijado su residencia destacados artistas plásticos, principalmente aragoneses y catalanes.
La vuelta a casa la hacemos con la digestión de la comida en su momento más intenso, lo que provoca que pronto caigamos en el más profundo de los sueños la mayoría, a otros, el ágape les hacen sentir unas desafortunadas ganas de dejar por el camino tan reconocida gastronomía.
Ya lo dije en su día: valorando en su justo precio las ventajas físicas de este ejercicio, el nordic walking, no es una modalidad que me atraiga mucho, pero pasar una jornada como esta, en compañía de buenas gentes, con bonitos paisajes, espectaculares rincones y una buena dosis de agua y viento "bien merece la pena".
Hasta pronto.

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DATOS TÉCNICOS:
Recorrido

Perfil.- Distancia: 16,5 Km. Desnivel subida: 217 m. Desnivel de bajada 168 m.

domingo, 23 de marzo de 2014

CAMINO NATURAL DE LA HOYA DE HUESCA (De Arguís a Lúsera)

Día 24 de marzo de 2014
                   Pese a los augurios de los meteorólogos, todos, los de la tele, webs especializadas e incluso los "copiaypega" de las redes sociales, no es el de hoy uno de los peores días para mover las tabas por esos rincones que nos ofrece el monte, y más  concretamente la sierra de Guara. "Y es que si las urracas no vuelan alto y cantan en el suelo, seguro que en 24 horas entra un frente frío intenso con tormentas en verano y nieve en invierno". "O a lo mejor no". Y decía Mariano Medina que...
Formación para la foto de salida.
             Otra más, y van siete de las etapa que las gentes de la Sección de Montaña y esquí Stadium Casablanca, han preparado en la ruta del Camino de La Hoya de Huesca, que recorre las faldas de la sierra de Guara y que pese a no ser una actividad "de altura", muestra bellos parajes y la huella de quienes moraron sus pueblos y aldeas en épocas, no tan lejanas.
           A las seis (am), Atos, mi perro, ya está reclamando mis atenciones y a su manera, me indica que no se me ocurra salir de casa sin antes, haberlo sacado a su habitual paseo matutino. Las calles de Zaragoza están mojadas, la temperatura es agradable, aun va quedando por la urbe, algún individuo atacado por el enemigo de las noches de los fines de semana (que ahora comienzan en miércoles), el kalimocho de garrafa, ¡horror!.
Tecno-Félix.
            Tras parar en el camino a tomar un café, sin darnos cuenta y con las botas en los pies,  estamos saliendo de Arguis en dirección norte. Los miembros (y "miembra") dirigentes del cotarro, hoy estrenan varios artilugios tecnológicos para el buen desarrollo de esta afición: walquies, Gps... Todavía no andan  muy duchos con los aparatejos, pero su empeño, pronto dará sus frutos.
             El joven Félix maneja la comunicación de forma magistral y Caco...mmm, Caco lleva muy bien colgados los útiles de las comunicaciones. Los satélites están de enhorabuena.
Primeros pasos.
          Arrancamos, el grupo, dejando tras de nosotros la sierra de Gratal y el embalse de Arguís, que este año presenta un aspecto inmejorable. El cielo está cubierto pero la temperatura es agradable para la marcha de este numeroso grupo.
          Frente a nosotros, adivinamos la sierra de Bonés, medio tapada por las nubes, a la derecha la obra sin terminar de la nueva autovía por la que los vehículos aceleran su marcha con destino a las estaciones de esquí. Un autobús, no llegará a su destino, tiene averiado alguno de sus componentes mecánicos. Sus pasajeros nos saludan a lo lejos.

La A-23.
          Abajo, las aguas del castigado barranco del Fulco, lloran una vez más. Es la enésima vez que se construye sobre sus cauce una carretera, arrojando sobre estas, tierras y materiales como si de una escombrera se tratare. Es el precio del progreso agresivo diseñado por elementos poco respetuosos con el medio en que vivimos.
             El sendero sube y baja (más de lo primero), por un terreno compuesto de grises margas y de baja vegetación.

Cascada de la acequia de Bonés.
        Arriba, ya vemos las construcciones del Mesón Nuebo (no es una falta ortográfica), aunque antes pasamos por encima de las aguas que la acequia de Bonés vuelca sobre el barranco, formando una cascada que, aunque artificial, no deja de ser atractiva.
             Un repecho nos deja en el mencionado Mesón Nuebo. Por ser punto divisorio de dos barrancos, corre el aire con unas ganas asombrosas de cortar las pieles. Paramos al abrigo de sus paredes a esperar a los pisasendas que la última cuesta ha dejado rezagados.


Mesón Nuebo.

        En este lugar, que algún viajero de la época denominaba "camino muletero de Huesca a Biescas", ya tenía cierto trasiego desde antaño, había numerosos mesones u hostales repartidos por el camino. Uno de ellos es el Mesón Nuebo, ahora apartado de la carretera general. Siglos en pie viendo el trajín de las gentes a su alrededor. 
          Esta parada, como otras muchas, la calificamos de nivel HP. Se trata, no de una impresora sino de que cuando llega el último con la lengua en el ombligo, ¡arrancamos!. ("Ves como no es la impresora").


Por el valle de Belsué.
             A partir de ahora el camino es, básicamente, en descenso. Lo hacemos por el barranco de As Labaderas, entre bojes y pinos. A lo lejos se escucha el ladrido de un perro (no es humano en precampaña), un miembro del grupo encuentra el esqueleto de una cabeza de animal (tampoco es humano) y por fin, amigos seudometeorólogos, ¡llueve!, habéis acertado en vuestras previsiones. -Bueno, tampoco os pongáis tan farutes, que hasta el Medina lo habría acertado y es que ¡estaba nublado!- 
                 El personal saca de sus mochilas, las prendas impermeables de todo tipo. Piedad y Luis lucen sus paraguas nepalíes multicolores, el mío lo he dejado en el bus (algunas veces acierto, hoy no). 
Ermita de la Virgen de los Linares.
           El suelo, anda algo mojado y embarrado, las botas están pasando por un auténtico control de calidad, alguna capa de plástico sufre los avatares de las zarzas y a quienes han optado por el paraguas, los ramas de los bojes les atrapan en algún momento traicionero.
           Llegamos a la ermita de la Virgen de los Linares, sencilla construcción de tipología popular. Se aprecia algún resto románico. Sus dimensiones son pequeñas, lo que no es ningún problema para acoger en su interior a este numeroso y mojado grupo.


Pange lingua...

             El nombre de la ermita se debe a la planta del lino, muy presente en este entorno. Nos vamos agrupando en su interior, descansamos unos instantes, aún hay quien se atreve a, abducido por el sitio, entonar alguna canción gregoriana:

"Pange lingua gloriosi corporis mysteriumsanguinisque pretiosi quem in mundi pretium
fructus ventris generosi rex effudit gentium.
Nobis datus nobis natus ex intacta virgine
et en mundi conversatus sparso verbi semine
sui moras incolatus miro clausit ordine... "

           Y no se si es la canción, su intérprete, la ermita cuya virgen se hallaba ausente, o las "imprevisiones meteorológicas", que al salir del lugar, la lluvia ha desaparecido. Incluso, alguna nube deja paso a que los rayos del sol iluminen nuestros cuerpos y las calles de la población que ahora visitaremos: Belsué.

Violeta.
Casa con chimenea.
          En Belsué, se levantan las construcciones sobre un espolón inclinado, formando recodos y alguna pequeña plazuela, son viviendas altas de dos plantas, levantadas con sillarejo y lajas de piedra sin rebozo alguno, proporcionando de esta forma todo el conjunto, un color parduzco. Las entradas a estas edificaciones son arcos de medio punto hechos con dovelas de piedra. En sus fachadas se abren vanos o ventanas que se enmarcan por cuatro piedras. En alguna de estas casas sobresale el fogaril y sobre la cubierta, una chimenea cilíndrica.

Iglesia de San Martín.

          Alguien, nos había comentado la dificultad de ver el interior de la iglesia de Belsué, parece ser que el encargado de la tenencia de sus llaves, no es muy dado a abrirla. No es el caso, aparece el susodicho con una llave no apta pata llevarla colgada en el pantalón. Nos pide que no hagamos fotos del interior usando el flash, es orden del obispo.
El templo esta dedicado a San Martín, levantado en gruesa mampostería, conformándose por una nave de cuatro tramos que está cubierta con bóveda de lunetos. 
Tiene la capilla mayor, adaptada a la base de la torre y está cubierta por bóveda de cañón. 
Coro.
           La sacristía, conforma su bóveda con lajas de piedra, al igual que otra que sostiene el coro, que está a los pies del templo. 
           Su torre tiene dos cuerpos de sillarejo separados por arquillos dispuestos a manera de friso, decoración esta, que según nos comenta nuestro experto Luis, es de estilo lombardo. Siendo el acceso a la torre por el exterior mediante escalera apoyada al muro. Portada al lado de la Epístola protegida por un pórtico que se abre mediante arcos de medio punto al frente.
Pardina de Ascaso.

         Seguimos nuestra ruta por una bonita senda entre bojes de gran porte y disfrutando del paisaje cuando en una curva aparece la Pardina de Ascaso, perdida en medio de los montes. Impresionante edificio que, como siempre, te hace reflexionar en como ha cambiado todo. Un edificio principal de tres plantas (incluyendo planta baja y falsa), con un tejado a cuatro aguas ya arruinado. Anexo al edificio un bonito corral, un palomar, una era con pajar y un horno de pan.
Restos de la tiña.
          También podemos ver que los muros están encalados, algo que entonces era un signo de prosperidad. Para obtener la cal tuvieron además que construir un horno de cal, aunque según cuentan, la cal resultante no era de buena calidad. 
          La tiña observamos que tiene incluso un primer piso, que se usaba como yerbero. En muchas zonas del Alto Aragón llaman tiña a los corrales. Si el corral tiene zona cubierta, dicha zona cubierta es la tiña y la zona descubierta es el corral (lo que en otras zonas llaman "sereno").
        Sacamos de las mochilas, algún que otro tentempié y continuamos la marcha.

Río Flumen.
            La senda se dejar caer en curvas y contracurvas, por un terreno bien cuidado y de una espectacularidad asombrosa. 
            Un río de aguas limpias, con gran masa boscosa en su alrededor y con la escala en la nota de sol del pentágrama de la naturaleza, entona una bonita melodía. Bajo sus agua, la roca pulida nos muestra el color ocre, es el joven Flumen que acaba de ver la luz poco más arriba, en la sierra de Bonés.
         Recorremos su margen derecha hasta un puente o pasarela en el que por bajar por unas pulidas piedras, mido la distancia con las nalgas. ¡Todas sean así!.

Maite cruzando el Flumen.
Santa María de Belsué..
         Tras pasar a la margen izquierda del río Flumen, la senda pica cuesta arriba, pero este grupo ni lo siente.
        Otras edificaciones en ruina aparecen en lo alto de una pequeña loma.
         Es el núcleo de Santa María de Belsué, hoy despoblado de propiedad privada y en ruina total. Se conoce cita documental de 1207. Muy interesante su templo parroquial, que corona el alcor donde se asentaba la pequeña población . Hoy está sin cubierta, es obra del siglo XI, con ábside rectangular que es recorrido por friso de arquillos ciegos de tradición lombarda. 
La guía Caco.
      Caco, chuleta en mano, ejerciendo de excelente guía cultural, nos explica la historia y detalles del lugar.
         Este templo fue levantado en sillarejo, con una sola nave de un tramo. Su capilla mayor está empotrada en la base de la torre y queda cubierta con bóveda de cañón. Tuvo coro en alto, a los pies. Su torre está en cabecera y se compone de dos cuerpos de sillarejo que se diferencian por una franja de arquillos lombardos.
        El acceso se efectuaba mediante una escalera que alguno intenta superar, de dos tramos que se acomodaba a dos de sus frentes, siendo el ingreso al templo por el muro de la Epístola, con arco de medio punto compuesto por dovelas enmarcadas por losas de piedra, dispuestas a modo de trasdós prominente.
En su interior, banco corrido de piedra contorneando el espacio. Con testero plano que guardaba en su interior pinturas en el ábside de transición. 
Embalse de Belsué.
       A nuestra derecha (sur), observamos la zona en que no hace mucho, anduvimos una ruta circular alrededor de los embalses de Belsué y Cienfuens.
         Desde aquí vemos el primero, con buena cota de agua, del que ya comenté en la citada entrada del blog.
      Estamos dando los últimos pasos de una jornada apta para todos los públicos y muy interesante por varias razones: el paisaje, la huella del pasado, las vías del futuro y un buen día primaveral (pese a los agoreros climatológicos).
         El autobús nos espera en el mismo punto en que, pronto, retomaremos   esta especie de ritual que estamos realizando, seguiremos recorriendo el Camino Natural de la Hoya de Huesca. 
             Una parada en Arguís para acompañar la artillería gastronómica de unas jarras de buena cerveza. Algunos deciden echarse al cuerpo, unos huevos con...
          Hasta pronto


DATOS TÉCNICOS:
Recorrido
Perfil. Distancia: 11,6 Km. Desnivel ascenso: 468 m. Descenso: 604 m.

domingo, 16 de marzo de 2014

POR LAS PEÑAS DE HERRERA Y EL CERRO MORRÓN

A mis fieles seguidores, pido mil disculpas por este tiempo de reposo que las botas, el cuerpo y el espíritu, han utilizado para otros menesteres.
Con Yaiza y Noah.
Por un lado, los nietos Noah y Yaiza bien merecían una excursión por los blancos montes de nuestra tierra para lo que los llevamos al Somport a que disfrutaran de la nieve, a la velocidad que su trineo alcanzaba por esas pendientes galas. Esa misma tarde, la Cueva de las Güixas de Villanua, les trasladó a un mundo subterráneo en los que la imaginación de las profundidades y el sueño de los murciélagos, los dejó entusiasmados. 
Otro motivo más de este silencio, fue un largo fin de semana en Donostia con nuestros amigos Mª Ángeles y Alfredo. Pero como de caminar se trata, no solo realizamos la ascensión (sin oxígeno) al monte Urgull (120 m.) y al Igueldo (413 m.), aunque a decir verdad, este último pico no lo coronamos, se nos echó la noche encima y los vehículos que transitaban por esas estrechas carreteras, no eran fáciles de sortear.
Puerto de Donostia.
En el Urgull, nos llamó la atención el Castillo de la Mota, cuya antigüedad se remonta al siglo XII, cuando hacia 1150 Sancho el Mayor de Navarra, mandó construir una atalaya de defensa y levantó alrededor del pueblo la primitiva muralla. Sancho el Fuerte de Navarra lo reconstruyó y fortificó y más tarde, Alfonso VIII de Castilla realizó diferentes mejoras. Con el paso del tiempo, sucesivos monarcas impulsaron otras modificaciones con el fin de dotarle de una mayor funcionalidad militar.
Otro desnivel que tuvimos que superar, fue la consecuencia de una visita que realizamos a una sidrería de Astigarraga, terminamos con el estómago y el alma, a reventar. He descrito los desniveles superados, pero no los kilómetros recorridos en pos de unos buenos pintxos. ¡Pa´qué!.
Bueno, como este tipo de relatos es más propio de gentes como Pilar, la de Viajar a Ratos, yo voy a lo mío...

Día 15 de Marzo de 2014
Llega a Zaragoza nuestro autobús, con dos distinguidos pasajeros que han montado en Huesca a los que nos sumamos veinte y ocho más. Los del Stadium andan de rally raquetero por los montes del Pirineo, hoy toca Esbarre, que por cierto estrena nueva página web.
Peñas de Herrera
Partimos en dirección a los tres protagonistas de la jornada: Las Peñas de Herrera, el Cerro Morrón y "el cierzo".
La carretera, hoy nos conduce en dirección distinta a las de recientes ocasiones. El sol no sale por nuestra izquierda, lo hace a traición, por la espalda. La ribera del Ebro está exultante, la cercana primavera y los riegos, ya arrancan de las huertas el verde intenso de los productos que alimentarán nuestros sanos estómagos.
Cuando giramos por la de Soria, la  carretera se dirige en dirección al que tantas veces nos guía: el Moncayo. A una soriana que sentada va a mi derecha, se le ensancha el alma, cada vez que de una u otra manera, algo le recuerda sus raíces en tierras de Machado.
Castillo de Talamantes.
Tras una inmerecida, pero breve parada en Borja, nos trasladamos a nuestro punto de inicio, Talamantes. Dominado por los los restos del castillo atalaya, vestigio del dominio Sanjuanista y al pie del mismo, se agrupa esta pintoresca villa con calles empinadas y edificios que se corresponden con la tradición popular. Dentro del mismo, se encuentra la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, un monumento del siglo XVI. Al otro lado del barranco,  la ermita románica de San Miguel, se encuentra enclavada en un bello paraje, es un edificio del siglo XIII de una sola nave con ábside semicircular.

Por las calles de Talamantes.
El autobús, nos deposita en un aparcamiento en las afueras del pueblo, junto a unos troncos humeantes, que nos recuerda el incendio de Agosto del 2012 que en estas latitudes arrasó el monte.
Calzadas las botas y algo abrigados, partimos por las calles de Talamantes. A la salida, un edificio de esos que arrancan pasiones (negativas o positivas), es comentado por unos y otros.
Los primeros pasos, lo andamos por la orilla de las aguas del barranco de Valdeherrera, aunque en este punto el viento es flojo, se adivina que allá arriba va a soplar con ganas.

Los almendros en flor.
Salimos a un agradable camino, en el que la protección vegetal se limita a algún que otro almendro, que ya nos muestra su traje de gala primaveral. 
Conforme ganamos altura, el cierzo sopla cada vez con más intensidad y el personal, vamos cambiando nuestros modelitos de lindas camisetas y forros, por los prácticos cortavientos. A pesar de todo, el día es espectacular, luce un sol radiante y tan solo se echa en falta algunas ausencias como por ejemplo la de Maite, que una afección estomacal, la ha dejado en casa. 
El paso, es firme y cómodo, por lo que pronto divisamos, el primer objetivo: "Las Peñas de Herrera".
Peñas de Herrera: Picarrón, El Camino, Enmedio y La Gotera.
Las torres de Esbarre.
Pero una cosa es verlas y otra llegar a tocarlas. Me voy fijando en la vegetación. La composición de especies de muchas zonas de esta sierra es única. No es difícil ver una ladera rocosa expuesta al sol y a una altitud por encima de los 1.200 m. encontrar el Acebo. La sierra del Moncayo es como una esponja ya que esta especie requiere un sustancial aporte de agua para crecer.











Hacia Las Peñas.
Además está zona presenta la cicatriz del incendio que ya he nombrado. Encinas, romero, lavanda, tomillo, renacen en medio de una repoblación forestal que le está costando arrancar.
Poco a poco, el camino se empina y el viento sopla con más intensidad que la amenaza fiscal de Montoro (ministro de nuestros caudales). A Manoli, la gorra se le despega de la testa y realiza un recorrido por los limpios aires de la zona.
Lazada marca Esbarre.
Ya tenemos al alcance de nuestra mano, La Peñas de Herrera, pero un último repecho hemos de salvar. Lo hacemos en cómodas lazadas que las "torres de Esbarre", Jesús y Celso encabezan con poca compasión hacia piernas de menor longitud.
Ya próximos a alcanzar el primero de los destinos, buscamos un abrigo para reagruparnos y tomar un tentempié.
Con Luis Casao.
Lo hacemos al pié de la Peña Enmedio, junto al punto en el que cruzaremos a la otra cara de los conglomerados. Me hacen una foto (la de al lado) con Luis, próximo a integrar el grupo de los que ya somos abuelos. El retrato se lo "güasapeamos" a Maite para que se sienta, aunque sea de esta manera, con nosotros.
Retomamos el camino, por la cara opuesta y si en una pegaba el cierzo, en esta otra...¡leches!.
Al fondo, el Moncayo.
El paisaje también cambia en esta orientación. El Moncayo nos muestra su blanca cabellera, abajo vemos Alcalá de Moncayo y Litago. Es una pena, la bruma nos impide la panorámica de los Pirineos desde esta magnífica atalaya.
De frente, aun algo lejos, ya divisamos el segundo de nuestros objetivos: el Pico o Cerro Morrón (1730 m.).


El Cerro Morrón
Andamos por una bonita ladera que poco a poco nos va acercando a una pista que en el Collado de la Neveras (o del aire), en un cruce de caminos, tomamos el de la derecha que nos desciende hasta que un mojón de piedras nos indica que nos atemos los machos y que aquí comienza la ascensión al Morrón. Lo hacemos al paso que estas circunstancias indican: "paso lento, respiración profunda".
En la cima del Pico Morrón.
Tras pasar junto a unos pequeños neveros que todavía resisten, una suave loma nos coloca en la cima. Difícil se torna mantener la verticalidad requerida para las acostumbradas fotos, aquí el cierzo bate todos los récords de la jornada. Una bolsa vuela en forma de cometa, realizando preciosas acrobacias ante nuestros ojos. Imposible cazarla, lo sentimos.

La cara oculta de las Peñas de Herrera.
Pese a la bruma, el paisaje es bonito, divisamos la Peñas desde su cara más desconocida, La Muela de Horcajuelo, el pico de Lobera, a lo lejos las sierras de Algairén y Vicor, incluso Piedad hace verdaderos esfuerzos en dirigir sus ojos más allá todavía, hacia su Soria querida, pero la visibilidad hoy, es algo limitada. Tranquila, pronto la veremos, y de cerca.

Barranco Valdepino, Peña Los Moros, Albas...
Realizamos el descenso, por el mismo camino de subida hasta el Collado de la Era, y ahora ya por pista, poco a poco, vamos perdiendo metros. Lo que no perdemos es las ganas de comer, nuestras tripas llaman a fajina, pero aún queda un buen trecho hasta llegar al lugar que los "boss" han decidido para tal menester.
A nuestra derecha, el paisaje nos recuerda la excursión que realizamos el año pasado por  el barranco de Valdepino y que los que hoy participamos en la presente, comentamos. "-mira, la Peña de los Moros, la Plana de los Ascones, la ermita de San Cristobal, las Peñas Albas..."

Margas veteadas.
Seguimos el curso de la interminable pista forestal, a nuestra izquierda dejamos el cabezo de los Frailes y metros, digo kilómetros, más adelante un paisaje, nos transporta a un lugar más acorde con la Luna que con nuestro planeta. Unas margas de fajas coloridas que van desde el verde al rojo, pasando por diferentes ocres y amarillos, sacan humo a nuestras cámaras. Se trata de margas veteadas que se encuentran por estos lugares, producto de sedimentos depositados durante muchas eras.
Pinar.
Por fin, en el Collado de Campo, al abrigo de unos pinos, decidimos detenernos a cumplir con nuestros interiores y dar cuenta de  los variados productos de la tierra (y del animal).
Ya despojados de las prendas cortavientos, iniciamos los últimos metros de descenso por el barranco de Valdetreviño.
Como todos los barrancos del Moncayo, este disfruta, de rincones con encanto.
Las hiedras trepando.
Cruzamos pequeños cauces de limpias aguas, descubrimos fuentes escondidas como la del Boticario, hiedras que se afanan en trepar por los troncos del pino, viejas edificaciones que no han resistido el cambio de hábitos del hombre. Escuchamos el fluir del agua en el fondo del barranco, algún pájaro que no se de cual se trata y que al no encontrar en mi cercanía a Pedro Rovira, lo dejo en eso, "un pájaro".
Por tan embriagador sendero, caminan una treintena de almas con el deseo de arribar a las calles de la villa de Talamantes y descubrir entre sus empinadas calles, la más apropiada para embarcar en la nave de la recuperación, "el bar del pueblo", y tomar unos quintos de buena cerveza en tan insigne lugar.
El regreso a Zaragoza es placentero y corto, aunque a los distinguidos de Huesca, les queda un poco más. ¡Buen viaje!.
Hasta pronto.

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DATOS TÉCNICOS:
Recorrido.

Perfil.- Distancia: 19,5 Km.  Desnivel acumulado p´arriba: 1095 m.  P´abajo, pues lo mismo.