martes, 27 de mayo de 2014

POR LA FAJA CANARELLA AL BOSQUE DE LAS HAYAS (Valle de Ordesa)

Una año más, y van ocho, algunos de los que fuimos expertos nadadores (unidos por afecciones de espalda, hoy ya superadas por otros muchos males), nos vamos un fin de semana a disfrutar de la naturaleza y de paso, realizar alguna excursión por lugares aptos para piernas no muy habituadas a grandes gestas. Además, ¡que caray!, conservamos atado ese lazo de amistad que de momento, ¡ahí está!. 
Navata descontrolada.
Única contrariedad: "el tiempo". Lo mismo da la fecha en que decidamos quedar: hace unos años (2010) en el Valle de Hecho, fue tal la cantidad de agua caída, que las navatas preparadas para descender el río Aragón Subordan, se fueron aguas abajo sin control.
En otra ocasión, en la comarca del Matarraña, había que agarrarse fuerte para no ser víctimas del cierzo. El pasado año (2013), en Benasque hizo de todo, posteriormente se produjo la enorme riada de Junio.
Creo que nos pasa por no elevar nuestras plegarias a lo más alto de los cielos.

Día 23 de Mayo de 2014
En dos coches, salimos a primera hora de la tarde en dirección a Broto, vía Fiscal. El viaje es cómodo, Narciso conduce con la suavidad precisa para disfrutar del paisaje: el cereal de la Hoya comienza a adquirir el color rubio que precede a la cosecha, algo escasa de agua, aunque el cielo promete (aunque tarde), darle un húmedo repaso. Al conductor y a Encarna, Maite y yo les contamos aquella leyenda del Gigante Guara. Poco antes de Sabiñánigo, esperamos a que lleguen Conchita y Paco. Un café y continuamos por la carretera que pasa junto a la Peña Canciás, a la que subimos solo dos semanas antes. En el puerto, nos cae un buen chaparrón que nos acompaña hasta cerca de nuestro destino.
Broto.
Hemos reservado un confortable apartamento en la villa de Broto, a orillas del río Ara. Tomamos posesión, sorteamos habitaciones (la suite siempre les toca a los mismos y no digo quienes son) y salimos a pasear.
Para quien no lo conozca, Broto es un pequeño pueblo del Pirineo aragonés, se encuentra a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Desde su pequeño puente se puede divisar las cumbres de las Tres Sorores con Monte Perdido a la cabeza, cosa que hoy no es posible. 

En la Cascada del Sorrosal.
Nos acercamos a la Cascada de Sorrosal. A unos metros del pueblo se divisa una gran pared en la que se aprecia perfectamente el poder de las placas tectónicas pudiendo advertir grandes pliegues en la roca. Justo en la parte media de la pared sale un gran salto de agua que varía dependiendo de la época del año, en este caso, la cantidad es considerable y espectacular.
Un bonito paseo y unas cabras educadas para el entretenimiento de los turistas, nos llevan al espectacular salto cuya pared deja ver la vía ferrata del Sorrosal. Hay algo de personal, una concentración de motos anima el valle.
Hacia Oto.
Aprovechando que no llueve (todavía), nos damos un paseo a la cercana Oto, una maravilla para los que buscan tranquilidad.
Unos 80 habitantes pueblan este oasis de calma y sosiego que no entiende de tráfico ni de tumultos (bueno, hoy sí, por lo de las motos), y ni siquiera sabe de lejos que significa el término estrés. En esta aldea perviven antiguas tradiciones de montaña y se conserva la gastronomía más casera de Aragón. Disfrutar de platos recién elaborados, como el ternasco aragonés, en medio de la naturaleza del parque aviva los sentidos.

La Torre de Oto.
Destaca en la población, la Torre de Oto, un edificio defensivo construido a finales del siglo XV. Está situada en lo alto de una peña, dominando los valles de Broto y Yosa. Protegida por el casco urbano del pueblo, emerge recordando la historia que los antepasados vivieron en este lugar. Ya en 1512 detuvo un ataque de soldados franceses que retrocediendo, saquearon la cercana población de Torla. Desde entonces ha servido como abrigo para sus vecinos, como símbolo feudal, palomar, improvisado gallinero, almacén de aparejos y muebles olvidados y por último, establecimiento rural.
Oto.
Para mantener este patrimonio de todos ha sido necesaria una firme consolidación de su estructura y posteriormente una respetuosa rehabilitación realizada con técnicas tradicionales y llevada a cabo por artesanos de la zona. El uso de materiales tan nobles como el hierro, la piedra, la losa y la madera ha permitido recuperar la valía de lo antiguo.
Nos acercamos al camping en el que se concentran los moteros y que con Maite y mis hijos, siendo estos pequeños, inauguramos hace un porrón de años (ya nos han hecho abuelos), ¡éramos jóvenes!.
De vuelta, en Broto, tomamos unas cañas y nos recogemos en "Casa Juaneta".

Día 24 de Mayo de 2014
Las predicciones meteorológicas anuncian lluvia para hoy, tan solo puede ser que la mañana nos respete, por lo que a petición mía, el personal madruga, eso sí, con un copioso desayuno en la mesa que el menda ha preparado. Me doy perfecta cuenta de el esfuerzo que para alguien ha supuesto quitarse las legañas a las 8 am., pero el monte es así de caprichoso y como dirían los alpinistas ochomilistas: ¡hoy hay una ventana!.
Primeros pasos.
No tiramos tan alto, pero aprovechamos y a las nueve y cuarto, ya estamos abandonando la pradera del valle de Ordesa en dirección este. Estamos en jornada de euro-reflexión y paradójicamente, las nubes nos rodean y no nos dejan ver el futuro del camino que vamos a tomar.
Pero mira tú, que se nos aparece la virgen (la del pilar) y aunque uno no es mucho de milagros, tomamos el camino que ella nos indica (lógicamente el de la izquierda).
Nos adentramos en un profundo bosque de abetos y hayas, el Baliazán o Laña de Cotatuero.

Narciso, observa el barranco.
La senda se adentra en lo más profundo del barranco de Cotatuero de forma suave. Una pareja de jóvenes calzados con bonitas deportivas de marca, se nos pegan al sexteto. Me preguntan que a donde va ese camino, afirmando que no tienen ni idea. ¡será posible salir al monte así!.
Poco a poco vamos ganando altura, el barranco, a nuestra derecha, suena a primavera, a bravura, a energía, a..., eso, suena. Maite se ha puesto en cabeza y marca un ritmo que el resto agradecemos, es el llamado "ritmo motor Perkins".

Motor Perkins.

La humedad se puede incluso cortar, cruzamos un pequeño barranco, la joven se moja los pies y sus botitas no le evitan la mojadina de pinreles correspondiente.
Llevamos 450 m. ascendidos y llegamos al cruce de caminos: Norte a las clavijas de Cotatuero, Oeste a la faja Racón. Nosotros tomamos la del Este en dirección a la Faja Canarella, no sin antes tomar un trago de agua y sacar unas fotos de la impresionante cascada  que el Circo del Descargador, vierte en el barranco.


Cascadas de Cotatuero.
Puente sobre el barranco de Cotatuero.
Una vez despertados de esa especie de sueño o alucinación, proseguimos el camino por una senda en lazada que ahora sí, ahora sube un poco más caprichosa y convence a los jóvenes de que lo mejor es poner la marcha atrás y volver por donde han llegado hasta aquí. 
Aprovecho para comentar que así, justamente así, es como no se debe ir a la montaña. De no encontrarse con nosotros, hubieran subido solos sin saber por donde iban y sin el equipo adecuado.
Seguimos la ruta, por fin la cuesta deja de ser cuesta y nos asomamos a un espectacular balcón de unos dos mil metros de longitud...
Por la Faja Canarella.
...y más de quinientos de caída, ¡bieeen!.
Ordesa, es un clásico valle glaciar en forma de letra u alargada, encarrilado por fajas rocosas de increíble belleza: Las Flores, Pelay, Gallinero, Tozal del Mallo, Mondarruego, Racón y Canarella.
Es en esta última en la que nos encontramos, frente a nosotros la de Pelay se ve con nieve, por lo que ha sido prudente decidir el recorrido por la pared de la derecha del valle que el río Arazas baña con gran sutileza.
Los primeros pasos por la senda, son de vértigo, el resto ¡también!.


Grasilla o atrapamoscas (Pinguicula longifolia)  
¡Que pequeños somos!
Sobre nosotros, las grandes paredes calcáreas, rezuman agua por sus poros, alimentando bonitas flores como la grasilla o atrapamoscas, según me indica Chelo Gabas.  Abajo, se adivina el curso del río y sus cascadas que luego visitaremos.
Vamos avanzando, sorteando algunos obstáculos de reciente creación: hayas recién caídas, barrancos de verticalidad extrema, nevero y alguna que otra pedrera.
Con gran pericia por parte de los componentes del grupo, cruzamos el Barranco de las Olas, atrás va quedando nuestro vigilante el pico Gallinero (2740 m.) y más atrás todavía, el Tozal del Mallo (2220 m.)
La fuerza de la naturaleza.
Abajo, el río Arazas.
La mañana sigue amenazando, de momento los "angelicos  de allá arriba", parece que tienen contención y no se atreven a mojarnos. Las nubes ejercen de virtual techo en un valle, todo él, pintado de verde.
Poco a poco, vamos perdiendo altura y vuelven a aparecer los abetos de gran porte que ejercen de antesala al Bosque de las Hayas.
La última vez que estuvimos por este impresionante bosque, allá por octubre pasado, impresionaba la desnudez de sus troncos y ramas, las hojas cubrían el suelo como si de alfombra turca se tratara.
Bosque de las Hayas.
Hoy parece que estamos en otro planeta, diría yo que en el "planeta verde". Se ha producido el milagro de la naturaleza (¿Será la virgen del principio?), aquellas peladas ramas, lucen vestidas de gala en esta maravillosa ceremonia en la que somos invitados de lujo, por cierto: hasta ahora, únicos asistentes en un valle que en otras fechas soporta una fuerte presión humana.
La senda nos deja en el camino que sube a la Cola de Caballo, ahora sí que se van viendo algunos visitantes atraídos por este fascinante valle. Nos incorporamos al tráfico.

Dudamos entre subir a las Gradas de Soaso o volver hacia la pradera. El cielo nos aconseja la segunda opción, es decir: ¡tirar p´abajo!
Lógicamente, no podemos regresar sin pasar por las cascadas del Estrecho y La Cueva.
¡Que energía!. Enormes saltos de agua que han labrado toboganes zigzagueantes en la roca caliza. ¡Con que maestría cincela el río el valle!, la cueva es prueba fehaciente de tal afirmación.
Nos asomamos a los miradores mojándonos por las gotas que escupen las cascadas y las de los "angélicos" que ya comienzan a...

En la Cascada del estrecho.
Río Arazas.
Por un puente metálico, cruzamos a la margen izquierda del Arazas. Sus aguas alimentan esta impresionante vegetación en las que las hojas escuamiformes del abeto, muestran su verde más claro en las nacidas estos días.
La senda se convierte en paseo, un paseo que me recuerda al mundo de los gnomos, lo tupido del lugar resulta estremecedor, poca es la luz que en este oscuro día, se atreve a penetrar entre la densa vegetación de hayas. Delante de nosotros, entre las hojas se adivina el camino recorrido y asoma el Tozal del Mallo con toda su grandeza.

Piedra de las Siete Faus.
De una piedra, crecen unas hayas, es la Piedra de las Siete Faus. Un letrero dice:
Soy la "Piedra de las Siete Faus". Ya no me acuerdo desde cuando me llaman así, pero debía ser hacia 1918 cuando el Valle de Ordesa fue declarado Parque Nacional y los guardas me tomaron como referencia. ¡En cuantos de sus escritos, aparecía! Por entonces, sobre mí, crecían siete añosas hayas, no muy recias pero sí altaneras, en fin, ¡tenía una bella figura!
Me gustaría volver a ser de apariencia musgosa y cuidar de las hayas que solo quieren tocar el cielo.
En fin, qué, ¿resulta entrañable, o no?.
Además, la lluvia arrecia y no es cosa de quedarnos así, vamos, con cara de atontados y cuerpo mojado.
En un instante estamos en los coches para acudir a comer a Torla, cosa que hacemos y que terminamos a altas horas de la tarde. Nos recogemos en la casa y... llueve.
Día 25 de Mayo de 2014
Puente sobre el barranco del Sorrosal.
Proyectos tenemos, pero la noche ha sido húmeda y las predicciones son de lluvia, por lo que decidimos levantar el campamento y dedicarnos a visitas urbanas. Comenzamos en el propio Broto, capital del valle y cabecera del municipio; posee una completa infraestructura de servicios que justifica su importancia turística. Sus dos barrios, a ambos lados del río Ara, estaban unidos por un puente gótico del s. XVI, destruido durante la Guerra Civil, junto al cual se encuentra la Casa del Valle. 


Portada de San Pedro.
De estilo gótico aragonés, la iglesia de San Pedro Apóstol de Broto fue construida en el siglo XVI, en el año 1578 por los maestros Antón del Mas y Juan de Ixolxa según una inscripción en la portada. Es una iglesia que presenta un gran volumen al exterior destacando su torre defensiva almenada con numerosas aspilleras en su fachada para su defensa.
Está construida con mampostería con piedra sillar en las esquinas. 
Precedida por un pórtico rectangular con arco de medio punto y cubierto con bóveda de crucería estrellada, destaca su portada esculpida. De arco de medio punto, consta de cinco arquivoltas con baquetones decoradas, dos de ellas con sogueado, y un friso de cabezas aladas de angelotes a modo de friso corrido. 
Montados en los carros de hierro, nos acercamos a Jaca a dar una vuelta por el centro de la ciudad, visita a la catedral y Ciudadela y nos vamos a Yéqueda a despedirnos tras una sabrosa comida. 
No hemos podido disfrutar de un buen tiempo pero con solo un par de días con esta gente, compensa cualquier adversidad climática.
¡El año que viene, más!
Hasta pronto

Fotos, haz click aquí
Track de la ruta, aquí

Datos de la Faja Canarella:
Recorrido
Perfil: Distancia,  10,5 Km. - Desnivel de ascenso, 841 m., de descenso, el mismo.

lunes, 19 de mayo de 2014

PICO FRAGINETO DESDE LA TEJERIA

Día 17 de Mayo de 2014


¡Que horror!, estamos en plena campaña euro-electoral, los medios de comunicación nos andan dando la tabarra con montones de espacios gastronómicos (lo digo por lo de los chorizos) y antes de que nos privaticen, también, el monte y las botas, montemos una salida a la Sierra de Guara (otra vez, ya lo sé) y a desconectar de la rutina ¡toca!.
A los habituales: "el chaval Luis", Piedad, Maite, Luis (the doctor) que ha dejado a Lola recuperándose de su accidente y bien acompañada por la peque Teresa, y un servidor, hoy se nos suma José Antonio "el de Jaulín" colega de Esbarre y animador, allí donde se encuentre.
Cima del Pico Fragineto.
Antes de Huesca, hemos quedado para desplazarnos juntos, hasta la Tejería (915 m.), lugar de partida para acceder al Tozal de Guara y al Pico Fragineto, y este último el que lo vamos a intentar por cuarta vez. Primero fue una batida de caza, seguidamente, a pocos metros de hacer cima, una nube nos echo para abajo, y finalmente, las movilizaciones laborales de la mayoría de los compañeros de Esbarre, aplazaron esta salida programada para otra ocasión.
Hoy no tenemos ni batida, ni nubes, ni manifestación, el día promete y allá que vamos.


Ruinas de La Tejería.
Le preguntaré al amigo Monesma el porque de La Tejería, solo se que a medio camino entre los embalses de Vadiello al este y Calcón (o Guara) al oeste, se encuentran unas ruinas y un pozo que en algún momento debieron ejercer las funciones de moldear la arcilla para la fabricación de las tejas. Quien vaya al lugar, hágalo por la localidad de Aguas, desde Vadiello, una cadena impide su acceso. Hoy en su entorno, un aparcamiento nos sirve para dejar los vehículos e iniciar el camino. Ya se sabe: botas, cremas, mochilas y a darle al calcetín.


Ermita de La Fabana.
Por una senda que ya conocemos pero que no deja de sorprendernos, en ligero descenso, disfrutamos del frescor mañanero que su vegetación propicia, principalmente el pino silvestre y la encina. 
Andando y charrando, nos encontramos con la ermita de La Fabana, construcción románica del s. XII, formada por una pequeña nave con ábside semicircular y torre que se halla en ruinas, libre de maleza a su alrededor pero sin tejado en varios puntos. Siglos atrás Fabana era una localidad que llegó a contar con 15 habitantes en el año 1900.

Falsa cuesta.
No nos detenemos, ya hemos estado en otras ocasiones y no hemos hecho más que empezar.
A nuestra derecha, entre las ramas de pino y boj, adivinamos la cola del embalse, y encima de este, el macizo del Tozal de Guara, que una vez más va a ser testigo de nuestras andanzas, y es que le estamos cogiendo cariño a esta cercana sierra. Una primera, pero ligera subida, precede a una bajada que poco a poco se va estrechando y que el sonido de sus aguas nos anuncia que estamos aproximándonos al barranco de Calcón que tras alimentar el embalse, ya convertido en río, vierte sus aguas en el río Formiga.
Por el barranco del Calcón.
La anterior vez que pasamos por el barranco, se encontraba totalmente helado. Íbamos Maite, Piedad y yo y tuvimos que ejercer de "Javier Fernández", realizando piruetas sobre el hielo. Hoy tiene un aspecto muy diferente, el agua baja en su forma más bella y su caudal adecuado para vadearlo una y otra vez con el único cuidado de no resbalar en sus húmedas piedras. El sexteto, lo hacemos con gran habilidad, ninguno de sus componentes nos mojamos más allá de la suela de las botas.
Las paredes que nos acogen, muestran la vegetación propia del roquedal: oreja de oso, corona de rey...
Corona de rey (no confundir con Borbón).
El Chaval entre paredes.
Es este, un paso impresionante. Grandes paredes de roca calcárea cincelada por las aguas, esconden en sus entrañas, bellos rincones, plantas que atrapan la poca luz que encuentran para alimentarse de ella, caudal culebreando para encontrar el nivel que necesita y discurrir hacia tierras más profundas, cuevas, lianas, boj... y además una senda que en alguno de sus tramos es devorada por la fuerza de la naturaleza.
Es uno más de los rincones con que la Sierra de Guara nos regala a los humanos practicantes de esta afición.


Barranco del Calcón.
Primeras cuestas.
Y como no es cosa de quedarse en el sitio (la humedad podría hacer estragos en nuestro físico), continuamos el camino. Llegamos a un cruce en el que un cartel indica, a la derecha Petreñales y a la izquierda el pico Fragineto. Comento al personal: que por el primero bajaremos y tomamos el que nos lleva al pico.
El bonito y ligero paseo que hasta ahora hemos ido llevando, ¡s´acabó!. Entre boj, la senda eleva su desnivel de manera considerable, pero "china chana", con la reductora metida, vamos ganado metros por un camino que, gracias a algunas marcas, vamos siguiendo.
Sierra de Gabardiella.
En poco tiempo, hemos superado el desnivel que nos separaba hasta alcanzar el collado de Fragineto (1300 m.) en el que hacemos un pequeño descanso y disfrutamos de la vista totalmente opuesta a la que tuvimos no hace mucho desde el pico Gabardiella. Observamos su sierra y a la izquierda destaca el Borón escoltando el embalse de Vadiello.
Y de nuevo, mochila cargada, reemprendemos la marcha. Siempre en dirección norte, lo que parece en principio una senda, se torna en una cresta que entre roca y boj, intentamos avanzar metro a metro, ayudándonos de las manos en alguna que otra ocasión.

Con Maite en el Cuello de Lizana.
No tardamos de alcanzar el Cuello de Lizana, estrecho lugar en el que, ahora sí, ahora la vista es de impresión, Abajo, al oeste se nos muestran las agua de color turquesa del embalse de Vadiello, el Proyectil, el Borón, el Elefante, el Montedinera, la senda que transitamos no hace mucho cuando realizamos la travesía desde Nocito... y la cresta que tenemos delante de nosotros y que debemos atacar. Además, como antes, el camino a seguir en algunas ocasiones se esconde entre el matorral y puede despistar a estas cabras humanas.


¿Es por aquí?
Cresteando hacia la cima.
Siempre en ascenso, vamos por terreno que va a ser nuestro camino por algún tiempo. Si bien las crestas en la montaña pueden ocasionar algo de vértigo a quien padezca de ello, las vistas a una y otra vertiente, compensan todo lo demás. 
Ya vemos el pico cerca de nosotros, pero a alguien del  grupo, el "hombre del mazo" que diría Perico Delgado, se ha cebado con su ser y toca recuperarse. No hay nada como un trago de glucosa y la cercanía de la cima, como para levantarse y reemprender el ataque al Pico Fragineto de tan solo 1734 m. pero ¡que caray!, es cuesta arriba.
En la cima del Pico Fragineto.
Tocamos cima y como hoy no hay autobús que nos espere, nos lo tomamos con tranquilidad. Este momento se lo dedicamos a Lola, para que su tibia y su peroné, la traten con el cariño que se merece y que, sin prisas, podamos disfrutar de su serena compañía.
Como siempre que subimos a un pico de esta sierra, el norte nos muestra la grandeza de los más altos picos del Pirineo y que no voy a enumerar para no ser pesado. Al este, el Tozal y el Cubillars, en medio de ambos, asoma un pico que en octubre lo bautizamos como el "Tozal de Fernando Morata" . El motivo lo explico en la entrada de la fecha. 
Mas allá de la Hoya, del Valle, del Moncayo...está Soria.
Al oeste, abajo, el serpentear del Guatizalema nos recuerda la travesía que ya he nombrado más arriba y que así, a vista de pájaro, resulta impresionante.
Piedad se aparta del grupo y echa su mirada hacia el sur, intentando ver la tierra que la vio nacer, la tierra que cantó Machado, la tierra que en próximas fecha intentaremos disfrutar...¡Tierra de Soria!.
Nos conformamos con observar la Hoya de Huesca, pintada de verde como toca en estas fechas de explosión agrícola. El color azul del embalse de la Sotonera se confunde, en el horizonte, con el del cielo.
Tozal de Guara desde el Fragineto.
Por la Cresta de la Ronera
Ayudados del mini-trípode nos auto-retratamos en la cima y, una vez recuperados, abandonamos este espectacular mirador.
No descendemos sobre nuestros pasos, sino que seguimos hacia el norte por la Cresta de la Ronera, en un "paseo con vistas". Volvemos a divisar un Guatizalema mas serpenteante si cabe, andamos con la precaución que exige un camino en el que un paso equivocado te dejaría 800 metros más abajo en pocos segundos. Pero como somos viejos (literal) caminantes, queremos seguir siendo eso:¡viejos!.

Río Guatizalema.
En la Punta del Corcurezo.
Seguimos por la cresta hasta que la senda gira hacia el este, pero no, no lo hacemos, un poco más adelante tenemos otro mirador, concretamente el de Punta  del Corcurezo (1645 m.). Estamos en el punto más septentrional de la jornada, en el que bajo nuestros pies, asoma el valle de Nocito con sus pueblos más característicos: Bentué, Used, el propio Nocito, el santuario de San Úrbez...
Más al norte, apreciamos el monte que hace tan solo subimos: Peña Canciás.
Volvemos sobre nuestros pasos unos metros y retomamos la senda que antes hemos dejado.

Fragineto y Cresta de la Ronera, desde Petreñales.
Aunque ya hace rato que las tripas andan tocando a fajina, decidimos bajar hasta la pradera del puerto o collado de Petreñales (1560 m.), cosa que hacemos a través de un agradable bosque.
Bocatas, tomates cherrys, quesos, vino de Longares y ¿que se yo?, salen de las mochilas como si fueran chisteras de magos. ¡Solo faltaba que apareciera un conejo vivo!.
Comemos con tranquilidad e incluso aún hay quien en posición horizontal, entona cánticos al cielo en clave de sol. ¡Que facilidad para desconectar del mundo  tienen algunos!

Descendiendo.
A toque de pito, despierta el susodicho personaje (no es cosa de dejarlo allí) y retomamos el descenso, ahora en dirección sur, por el fondo del Barranco de los Valles. El sol esta en lo más alto y aunque en un principio andamos entre pinos y carrascas, el astro deja caer sobre nuestras testas todo su peso. Por un momento vamos en silencio (cosa rara) y el sonido de las aguas, se mezcla con el cántico de algún pájaro que a nuestro paso entona una melodía bastante más agradable que la del pajarraco del collado de Petreñales.


Como nos baja el Chaval.
Poco a poco, el bosque se va haciendo más espeso, estamos descendiendo fuertemente por una senda muy cómoda que nos deja en el punto por el que en la mañana nos hemos desviado hacia el Fragineto. Hemos cerrado el círculo y ahora volvemos a retomar las aguas del barranco de Calcón y vadear una y otra vez el cauce, cosa que hacemos con prudencia ya que en descenso, el resbalón es más posible.
Algo cansados, pero alegres, volvemos a La Tejería para, una vez acicalados, acercarnos al camping de Panzano a dar rienda suelta de nuestras ansias hidratantes (¡cagüen, algunos conducimos!).
Por fin, hemos conseguido subir al Pico Fragineto, que aún siendo el hermano menor del Tozal, no desmerece mucho de este y bien merece celebrar el haberlo ascendido y descendido, sin incidencia alguna, con un brindis. ¡Salud! y hasta pronto.

Las fotos están aquí si haces click.
Track del recorrido, aquí.
Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:   Distancia,  17 Km. Desnivel acumulado de ascenso,  1065 m. De descenso, los mismos.

lunes, 12 de mayo de 2014

LAGUARTA - PEÑA CANCIÁS - BORRASTRE

Día 11 de mayo de 2014
Amanece en Zaragoza, los habitantes de la calle mañanera (trasnochadora para ellos), han cambiado su aspecto. Las cogorzas de corbata y chaqueta torera que nos mostraban el lamentable espectáculo de película violenta hace tan solo dos semanas, hoy se tornan en rincones y bancos de bulevar, en los que algunas parejas de enamorados son atravesados por las "flechas de cupido".
Los de Esbarre, nos han preparado un regalito que comienza en la "inmortal" a las 7 horas en que el autobús arranca con destino a tierras de la Guarguera.
Hoy me pongo "revival" y Peter, Paul y Mary me escuchan a través de los auriculares "500 Miles" (804km.), en tanto voy observando los campos en los que el cereal, todavía verde, comienza a palidecer, le queda poco más de un mes para que su grano llene los silos de "Oregón" (Aragón). 
A la entrada de la Guarguera, se detiene el autobús, tenemos que esperar a tres de Jaca que parece que se han dormido, el otro trío, el de los auriculares parece que ya lo sabían y entonan "The Friendly Beasts" ("Las bestias cómodas" o algo así). Por fin aparecen (los de Jaca) y los recibimos con una simpática bronca.
Cartel en una fachada.
Tras recorrer la margen derecha que el río Guarga tiene a bien regar, 26 Km. bien curvados nos dejan en Laguarta, capital de este despoblado valle, perteneciente a la Comarca del Alto Gallego (Serrablo).
¡Laguarta estuvo sin luz eléctrica hasta agosto del 2006!.
Los libros cuentan que Sancho Garcés de Villacampa, mayordomo del Rey de Aragón Ramiro I (1067) data como tenente de la Partida de Lo Vico. Este es el primer personaje oriundo del municipio que aparece en la historia.
Pedro Villacampa
Siglo después, nace Don Pedro Villacampa y Periel (1776) héroe de los Sitios de Zaragoza, que llegará a ser Capitán General de los Reales Ejércitos que por sus tendencias liberales llegó a ser exiliado a Túnez por el Rey Fernando VII y que al que le fueron devueltos sus cargos y honores con la llegada de Isabel II al trono. Llego a ser Senador por la Provincia de Huesca.
Sobrino de don Pedro fue Manuel Villacampa y del Castillo (Betanzos, 1827- Melilla, 1889) Manuel Villacampa, con el empleo de brigadier, encabezó el último golpe militar, de orientación republicana, acaecido en el siglo XIX (septiembre de 1886), golpe frustrado que terminó con la condena a muerte del militar, pena que fue posteriormente conmutada siendo enviado, primeramente, a Guinea y, algún tiempo más tarde a Melilla, donde falleció en 1889.
Casa Palacio de los Villacampa
El Palacio de los Villacampa se encuentra edificado en pendiente aterrazada y consta de 3 bloques escalonados, construido con piedra sillar y mampostería, con tejados de losas a dos vertientes y ménsulas de piedra labrada en forma de gola bajo los aleros. El bloque más antiguo (el más alto) data del año 1542. 
El bloque central tiene un paso abovedado, con arco de medio punto que atraviesa el edificio (1642). 
El bloque inferior data según su puerta principal del año 1658. En este destaca la antigua capilla.
Es importante la colección heráldica grabada en piedra que se observa a lo largo de todas las fachadas, y donde además del escudo de armas de los Villacampa, aparecen las armas de importantes linajes aragoneses. Igualmente, aparece reflejado el anagrama de la Inquisición, como consecuencia de que Don Jerónimo Villacampa, uno de sus ilustres moradores (s. XVII) fue comendador del Santo Oficio. Ya ves, en la familia había de todo.
El bloque inferior de la casona Villacampa fue restaurado por la escuela taller de Sabiñánigo. En la actualidad y tras una intensa reforma, ha abierto sus puertas el Albergue Laguarta "Casa El Señor"
Iglesia de San Salvador
Frente a la Casa se alza la Iglesia de San Salvador, construida de sillarejo y piedra sillar en las esquinas y parte baja del muro sur.
De planta rectangular que queda dividida en tres tramos, con dos capillas a cada lado y cabecera recta y un poco más baja orientada al este. Consta de torre pórtico a los pies, de mampostería y tres cuerpos escalonados.
La iglesia sirvió de panteón familiar para la familia Villacampa. En su interior se conserva un doncel de piedra a modo de altar de la familia.
Salida.
En las mismas puertas de palacio, nos damos la primera capa de protección solar, nos calzamos las botas, nos ponemos frescos (el día promete ser caluroso) y la "armada esbarríana" comienza a recorrer sus primeros metros.
Por la carretera por la que hemos arribado a Laguarta, recorremos un pequeño tramo, cruza asustada una yegua en estado de buena esperanza y asustada, se refugia en un bancal superior. Tras cruzar el barranco de San Salvador, abandonamos la citada vía para adentrarnos en una senda que ya en sus primeros metros, nos anuncia el regalo del que hablaba al principio.
Torre de alta tensión.
No se el resto del personal, pero a mí me llama la atención la línea de alta tensión por la que pasamos. Ya se que no es lo  más bonito con que se puede adornar la montaña, pero hay que ir acostumbrándose a esta "nueva variedad de árbol", ¿A quien no le gusta encender la luz al entrar en casa?, como decía uno de mi pueblo, "es el progreso".
Pero los que progresamos somos nosotros, siempre en subida vamos ganado metros y perdiendo líquidos a través de nuestros poros.
Los de adelante aprietan de lo lindo, atrás "la sección botánica" va descubriendo la belleza con que la primavera adorna prados y bosques con mil y una flores que cámaras como las de Pedro y José Mari  recogen para que disfrutemos de ellas.
Barranco de San Salvador.
Llevamos ascendidos unos 200m. cuando nos adentramos en el barranco de San Salvador, el entorno está salpicado de grandes arbustos de boj y pino silvestre. En los prados, como en una explosión primaveral, los colores de las aguileñas, las violetas, las gencianas acaule y verna y otras muchas que mi ignorancia en la materia me impide mentar, tiñen la montaña de todos los colores que la paleta cromática recoge.
Llevamos ascendidos, unos 400 metros y una ligera parada, reagrupa al personal y aprovechamos para meternos en el cuerpo, aunque no sea más que una fruta, hoy no hemos parado a tomar café en el camino y las tripas suenan de lo lindo.
Atrás, una vez más, asoma el macizo de Guara, con el Tozal observando nuestro andar.
Cubillars a la izquierda y Tozal de Guara a la derecha.
Ricardo (coche escoba) y Piedad.
Hacia el oeste, bajo la atenta vigilancia de Santa Orosia y el Oturia, aparece la ciudad de Sabiñanigo y más allá la Peña Oroel hace lo mismo con Jaca, aunque esta última no la vemos desde este punto.
Siempre en dirección perpendicular a las curvas de nivel, o sea: siempre p´arriba, los aguerridos y aguerridas seguimos gastando suelas.
Llevamos recorridos unos 5 Km y ascendidos más o menos 500m. y ya divisamos, casi al alcance de la mano Peña Canciás. ¿Al alcance de la mano?, ¡y un jamón!. Esto del monte, mira que engaña, parece que ya estás llegando y...
Taillón Bazillac, Brecha, Casco, Torre...
Indicaciones en el collado.
...llegamos al collado "Gallardón" (¿será por el ministro que nos tiene cogidos del cuello, o qué?), lugar en el que dejamos el PR-HU 9, por el que hemos ido transitando hasta este momento para comenzar la ascensión al Canciás. ¡Mentira!, de ascensión nada, ahora tiramos los cuerpos p´abajo. Así de caprichosa es la montaña.
Por una florida pradera, descendemos unos metros hasta cruzar el barranco de Peña Canciás, sus limpias aguas, son un respiro, un oasis de frescor en un cálido día de primavera y son, también, punto de arranque de la pechugada final para ascender a la cima.

Pradera.
Ración de erizón...y de cuesta.
Primero es el prado, adornado por algún que otro arbusto de boj y tras bajar otro poco, el suelo se cubre de erizón, "planta adorada" por los que tenemos la costumbre de andar por el monte luciendo pantorrillas.
Solo quedan 350 m. de desnivel para hacer cima y nos lo tomamos con tranquilidad, los años no perdonan y "hay cuestas que cuestan" y además, hay que hidratarse pues cada vez aprieta más el calor.
A algunos ya se les ve bastante arriba, incluso diría yo que ya han tocado techo.


Ahí estamos, en la cornisa.
Poco a poco, vamos llegando, no a la cima, sino a una antecima que se encuentra al este del Canciás. Nos asomamos y es de vértigo. Mil metros abajo divisamos el valle tallado por el río Ara que verterá sus aguas en el embalse de Mediano. Ligüerre, San Juste, Fiscal, Borrastre (nuestro destino final) e incluso, a lo lejos se divisa Torla, bonita población puerta de entrada al Valle de Ordesa.
Tan solo queda un paseo que aprovechamos para dar rienda suelta a las cámaras y plasmar con ellas el amplio paisaje que desde este punto se divisa.


Al fondo, el macizo central de los Pirineos. Delante...Maite.
Foto de grupo.
Y poco a poco, veintiocho animosos "muchachos y muchachas", vamos llegando a la cima de Peña Canciás de 1928 metros, no son muchos pero leches, ¡hay que subirlos!.
Una vez arriba no queda más remedio que hacer lo que se hace cuando estás en un pico del prepirineo: abrir bien los ojos, mirar a uno y otro lado, cargarte de energía y disfrutar del momento en compañía de buenas gentes.
Estamos un buen rato, realizamos la consabida fotografía de grupo, apretamos las botas, alargamos los bastones, mano de crema y... "tira p´abajo".

Naturaleza muerta.
Esta vez, Javier que ejerce de guía, nos baja por una vía más al oeste que la de subida, pero igualmente alfombrada de erizo que alguno, concretamente "el Luño", tiene a bien probar con la parte trasero-baja de su tronco corporal.
Sigue haciendo calor y como es pronto, seguimos bajando. Esta vez lo hacemos por el barranco del Tratus que en un agradable paseo nos lleva al de Canciás, mismo lugar por el que hemos emprendido la subida y lógicamente, ahora debemos ascender para detenernos en el collado que he nombrado anteriormente a parar y comer, que ya toca.

Barranco de Tratus.

Por la pradera, de vuelta.
De bajada, dirigidos por Javier.
Como siempre, las mochilas son un saco de sorpresas gastronómicas que ayudan muy poco a desalojar de nuestras figuras esas lorzas que las afean. Incluso observo como hay quien siendo presa del colesterol, ataca el queso con cara de ansiedad tornada a posteriori en satisfacción.
De postre toca, cargarse las mochilas (ahora más ligeras) y reiniciar la marcha, queda mucho tajo y no es cosa de echarse la siesta.
Caras alegres, cuerpos nutridos e hidratados y...


Hayas.
...el paisaje es otro.
La senda desciende en varias lazadas de forma brusca por un precioso hayedo con suelo totalmente tapizado de las hojas que el pasado otoño, sus rectos arboles desprendieron. Hojas que cubren piedras y raíces traicioneras que nos hacen andar con cuidado.
Ciertamente, esta cara (norte) nada tiene que ver con la del ascenso (sur). El bosque es impresionante, cruzamos varios barrancos (alguno de ellos de los de pescar con las botas), bonitas praderas con boj del tamaño de un árbol y hayas de grandes dimensiones.

Haya (el angular de la cámara, no da para capturarla entera)

Hay que ver como nos cruza el Luño.
Metros más abajo, el haya va dejando paso al pino y ya se sabe el fresco que da esta especie, vamos, que hace un calor que...
Aun queda otro barranco que cruzar, el de San Juste que en la pequeña población del mismo nombre, deja caer sus aguas en el río Ara.
Ya va quedando poco camino, ahora lo hacemos por una pista, un cartel nos indica la senda para llegar a San juste, lugar en el que en principio íbamos a terminar, pero nos anuncian que el autobús no puede llegar, así que seguimos por la pista en dirección a Borrastre...

Sala de curas.
...solo que Maribel no quiere pasar desapercibida y "una piedra en el camino le enseñó que su destino era..." y fue. Suele ocurrir que el cansancio y la relajación nos juegan estas pasadas. Esta vez, el equipo médico está compuesto por una auxiliar, una enfermera y una pediatra (la afectada), así que rápidamente se ponen las pilas y a curar a la accidentada.
Parte médico: "chichón, escorchón en brazo y pupica en la mano derecha que Maite limpia y protege con gran maestría.
Esta vez no ha sido más que eso, pero hay que andar con cuidado hasta llegar a casa.

Borrastre.
Iglesia de San Bartolomé. Borrastre.
Es valiente, esta Maribel. Se carga la mochila y todos p´abajo, ya queda poco. Delante de nosotros ya se divisa Borrastre que es escoltada por la Peña Canciás, 1200 m, más arriba. Se alza en el trecho más aprovechable de la ribera de Fiscal. Tiene una iglesia de nave rectangular, crucero, cabecera triabsidial de testeros rectos y torre elevada sobre al ábside central, consagrada a San Bartolomé. 
En marzo de 1257 era propiedad de Pedro Alcalá. Posteriormente se cita como propietaria de lugar a la Familia Maza (s.s.XVI). De señorío secular (1785). 
El autobús nos espera en la misma puerta de la iglesia, una fuente nos sirve para refrescar los cuerpos notablemente cansados y probar el frescor del agua que por su chorro moja los gaznates de los esbarristas. Pero como siempre, no es suficiente. En Fiscal dejamos el stock de jarras escarchadas de un establecimiento hostelero, completamente vacío, un líquido de color rubio con dos dedos de espuma se adivina a través del cristal de tan excelentes recipientes.
Y nada, en el puente del Guarga, dejamos a los jacetanos y el resto nos vamos para Zaragoza a disfrutar de un merecido descanso.
Hasta pronto


Datos técnicos.-

Recorrido

Perfil: Distancia, 19 Km.   Desnivel: Ascenso acumulado, 1077 m. - Descenso acumulado 1401 m.