jueves, 30 de abril de 2015

CIRCO DE GURRUNDUÉ Y VALLE DE BARROSA

Día 24 de Abril de 2015 (Circo de Gurrundué)
Iglesia de San Félix, Revilla.
Por revirada carretera (o asfaltada pista), Maite y yo accedemos a Revilla. Desde lejos, una horrorosa construcción inacabada de viviendas (alguien tendría que derribarlas), delata un pequeño y encantador pueblecito que, colgado sobre la montaña, mira con gallardía la profunda garganta que el río Yaga va tallando en la tierra, escondido bajo la sombra del Castillo Mayor. Su iglesia parroquial está dedicada a San Félix, del siglo XVI y realizada en mampostería con planta de cruz latina y cabecera orientada al este, más baja y estrecha que el resto de la nave. 

Al fondo, el Castillo Mayor.
Unos miradores ofrecen al personal unas vistas impresionantes del trabajo incansable del agua. Pero hoy no toca, ya hemos estado en otra ocasión, hoy toca tirar "p´arriba".
Arrancamos a darle al calcetín desde la curva previa a Revilla, atravesamos sus solitarias calles. Unos perros, salen a saludarnos. Todo está tranquilo, la senda comienza bajo la iglesia y comienza con mala fe, o sea subiendo. Pronto se suaviza el camino, grandes lajas de piedra lo cubren en alguno de sus tramos. El Castillo Mayor, nos vigilará durante todo el recorrido.

Castillo Mayor. Al fondo, Peña Montañesa.
Tras pasar por el cruce que, por esta zona lleva a la ruta de los miradores, nos adentramos en los límites del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El boj adorna uno y otro lado de la senda. 
Un puente, salva el profundo barranco Angones, cuya cascada en estas fechas, escupe el agua con gran energía.
Una pequeña parada y los dos asistimos a un concierto que dan en "L´Scala de Revilla". "La orquesta sinfónica de pajarolandia" interpreta la sinfonía en sol menor de ornitolof, Dirige el maestro Parus Major (carbonero) con la participación del tenor Montifringilla Nivalis (gorrión alpino).
En el palco de L´Scala.
Todo un placer asistir a tan bella sinfonía en un entorno en los que tan solo nosotros somos los oyentes, además nos da la sensación de que a nuestro paso, todavía quieren lucirse más.
Pinos, abetos, robles, hayas, adornan más, si cabe, palcos y gradas.
Todo esto ayuda a que no nos enteremos de que vamos ganando altura. En la cota 1640, un cruce indica el desvío a Bocera y el Yaga, en su parte más alta.
Poco a poco, el bosque va dando paso al prado alpino, esperando la floración que no tardará en llegar.


Al fondo, Peña Montañesa y Cotiella.
Una miradita a retaguardia, deja contemplar la Peña Montañesa que junto a la nevada Cotiella, hacen un matrimonio de los que duran "hasta que la muerte los separe", un poco más cerca el Castillo Mayor, ya va pareciendo menos castillo. No es que haya menguado, es que nosotros hemos crecido y ya, poco a poco, vamos adivinando el objetivo que nos hemos marcado para el día de hoy: la contemplación del Circo de Gurrundué.
Entre unas rocas, a nuestra derecha, asoma el refugio de Foratarruego, seguimos hasta un vértice donde hasta el más republicano se siente rey (lo digo por experiencia).
Maite, observando el Circo de Gurrundué.
Desde este incomparable balcón, echamos un vistazo a los alrededores: al Este, seiscientos metros más abajo, el Cañón del Yaga, un poco más allá el castillo Mayor, Sestrales; Al Norte, sobre nosotros asoman alguna de las Tres Marías escupiendo sus aguas en espectaculares cascadas por el barranco de del circo glaciar de Gurrundué.
Desde aquí arriba, los sentidos captan lo que ninguna cámara fotográfica puede recoger: plasmar el color y el olor de la energía de la naturaleza.
Circo de Gurrundué.
Refugio de Foratarruego.
Maite me ayuda a descargar la mochila de mi castigado hombro (habría que cambiar el nombre de este blog, "Vieja mochila", por el de "mochilero viejo").
Nos sentamos en unas piedras a disfrutar del momento, descansar y echar una chuchería al cuerpo.
Somos los únicos humanos en todo este entorno, Arriba, sobre el refugio, un sarrio nos observa entre bocado y bocado de hierba, nosotros lo observamos entre almendra y gominola.
Ya cargados de energía y descansados, iniciamos el descenso por el mismo sendero de subida.

El pino y "el roble"
Y la verdad es que en este sentido te das cuenta de detalles que antes han pasado desapercibidos. Por ejemplo un enorme pino cuyas ramas superiores, algo secas, parecen querer echarse a volar y las más bajas, luchar por aferrase a la vida.
Algún pequeño tramo de lajas sueltas, ponen a prueba las recientemente estrenadas botas y las rodillas de Maite. Ambas aprueban con buena nota.
Volvemos a pasar por el concierto y asistimos a la segunda parte del programa ornitológico. Todo un placer del que podemos disfrutar algunos privilegiados.

Barranco Angones
Otro concierto, este más desagradable, se interpreta en lo más profundo de mi ser, es hora de meter al cuerpo algo sólido y ningún sitio mejor que el barranco Angones para descargar la mochila del lastre alimentario. El lugar es fresco y se agradece, el día ha salido calentito y aquí, la naturaleza nos ofrece de manera gratuita, aire acondicionado.
Lo que queda es poco y lo tomamos con tranquilidad, pronto estamos atravesando las calles de Revilla coincidiendo con un rebaño de ovejas que lo hace en dirección contraria a la nuestra.
En Lamiana, paramos a refrescarnos e hidratarnos con la bebida recomendada para el post-ejercicio.

Más fotos de esta jornada, haz clic aquí.
Track para GPS, aquí
Datos Técnicos:
Recorrido

Perfil: 12,8 Km. - Desnivel positivo: 816 m., negativo 816

Día 25 de Abril de 2015 (Valle de Barrosa)
Cable aéreo.
Desayunamos en Labuerda, las calles están mojadas, lloviznea algo y los meteorólogos anuncian agua para el mediodía, así que sin perder el tiempo nos vamos en dirección al Norte, concretamente al Valle de Barrosa para realizar una excursión que cuadre con la ventana que la climatología nos brinda.
Nada mejor para que deje de llover que yo me coloque alguna prenda impermeable y así es, "escampa".
Comenzamos a caminar por la pista que nace desde la carretera que conduce a las Galias (y a Finlandia).
Restos de instalación minera.
En sus primeros metros, entre las hayas, se adivina el pasado minero de la zona. Pasamos bajo un cable aéreo que en su época, desde Hospital de Parzán, traía el mineral desde la mina Luisa para pasarlo por la zona de lavado y posteriormente, con el mismo sistema de transporte, hasta otro cable aéreo en dirección a Francia.
¡Cuanta historia, cuanto trabajo, cuanta tragedia tiñeron de negro y rojo estos valles y puertos!.


Por el valle.
Entre la sierra Pelada, al Norte, y la de Liena, al Sur, el río Barrosa recorre entre grandes murallas de tres mil metros (Robiñera, La Munia, Sierra Morena y Troumouse) y otras a los que les faltan tan solo unos palmos para adquirir ese standing.
Arriba hay nieve, la temperatura de estas fechas la va licuando poco a poco, gota a gota, para formar los barrancos que desaguan en el Barrosa y que a nosotros nos cuestan salvar.
Como ayer, somos los únicos habitantes humanos en el valle, recordamos cuando hicimos el mismo trayecto en invierno con raquetas con los chicos de Esbarre.
Río Barrosa.
Neveros en la ruta.
Conforme vamos ganando altura, la nieve se hace presente, pero no hay ninguna dificultad para salvar el paso por ella.
Hoy el protagonista sonoro es el agua, tan solo roto por el chillido de alguna marmota que se está desperezando de su largo letargo invernal.
Las nubes se abrazan a las cimas dejando los claros sobre nosotros, lo que es de agradecer.
Pronto vemos el refugio del fondo del valle.

Circo de Barrosa.
En el refugio de Barrosa.
El placer de la tranquilidad en tan espectacular valle, nos lleva a relajarnos en un banco-tronco que el Refugio de Barrosa tiene a bien ofrecernos.
En las faldas de Sierra Pelada un Corzo nos observa por un momento, hasta que desciende al valle con  facilidad (¡que envidia!), otro baja desde la sierra de Liena, se cruzan en el río y cada una por el lado del otro, vuelven a las alturas. No sabemos que se dijeron en el encuentro fluvial.
Una marmota nos observa desde la puerta de su madriguera.
Nuestra amiga la marmota.
De vuelta.
A nosotros, estos valles nos dicen muchas cosas, nos traen buenos recuerdos de aquellos años, de esos momentos irrepetibles.
Nos tomamos un tentempié y "para abajo",  hemos reservado mesa en Labuerda y ¿lloverá?.
¿Pues sí!, al poco rato de montar en el coche, ¡se abre el cielo! pero ya estamos hidratándonos en Saravillo y tan solo nos mojamos el espíritu.
Un bonito y fácil paseo por el Valle de Barrosa en un día negro, muy negro en Nepal. Por la noche me entero del Terremoto que ha asolado el país, enterrando miles de vidas bajo sus escombros. La montaña también se ha cobrado el precio de la fuerza con que la tierra, de vez en cuando, nos recuerda quienes somos.
Cuanta felicidad rota.

Hasta pronto

Fotografías del Valle de Barrosa, haz clic aquí.
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil: Distancia, 10,7 Km.  Desnivel positivo: 630 m. Desnivel negativo, 630 m.

martes, 28 de abril de 2015

LA ERÓTICA DE LA MONTAÑA

Nota:
Añadir leyenda
Antes de publicar esta entrada, se ha producido el Terremoto en Nepal, aquella tierra que visitamos en el otoño del 2012. Aquellas montañas, aquellos templos, sus pueblo, sus culturas, sus gentes y, sobre todo, sus niños, siempre con la sonrisa en sus labios. Quien haya estado en Nepal, comprenderá los sentimientos que, seguro, comparto con quienes recorrimos valles, montañas, pueblos, templos... Espero, digo: exijo de los gobiernos de esos países cuyos turistas pagan tan astronómicas cifras para que los coloquen en la cima del Everest, estén a la altura de las circunstancias y se vuelquen en reconstruir este rincón de la tierra; las vidas, allí quedan.


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Disculpen, el relato que sigue no sería el mismo si lo hubiera escrito antes de la tragedia, pero no le toco ni una coma.
Día 23 de Abril de 2015
Jorge y el Dragón (Vittore Carpaccio,1502-1507)
Día grande de Aragón el de hoy. San Jorge, aquel caballero que según cuenta la leyenda, para dárselas de buen mozo ante la hija del rey, se cargo al dragón (no había protectora de animales en aquella época). Maite y yo, que somos mas dragones que santos, vamos a celebrar el día de la región (y tres más) desde sus mas internas entrañas, vamos a tierras del Sobrarbe, reino que ya lo era hacia el siglo X (ya casi ni me acuerdo).
Abizanda
En el viaje, como si de una brújula se tratara, el Tozal y Gratal nos guían camino del norte, en una mañana preciosa, pintada de verde por los campos de la mies y de azul por el cielo que nos cubre. Más adelante la gran Barbastro, capital del Somontano, dueña de unas vides a la que no suelo hacerle ningún asco. No sé, a mí me sienta bien. El pantano del Grado está a rebosar en este buen año de nieves. Al otro lado del pantano una edificación que desde esta orilla, parece una gran prisión. Pronto adivinamos la torre de Abizanda, en la que durante la reconquista, el rey Sancho el Mayor de Navarra, organizó un sistema defensivo de castillos y torres que se comunican visualmente entre sí. La torre fue construida por maestros lombardos en el s. XI, sobre un basamento anterior posiblemente árabe. También destaca desde la carretera la casa de Los Titiriteros de Binefar. 
Maite y Fernando en las Pozas de San Martín.
Seguimos por estos parajes del Sobrarbe, el embalse de Mediano, también está "lleno hasta la barrera".
Viejos y entrañables recuerdos nos van invadiendo en cada uno de los rincones que este viaje nos enseña hasta llegar a Ainsa en donde nos espera Fernando Morata, buen conocedor de la zona y mejor compañero de monte.
Tan solo un café y nos vamos en dirección al valle del Río Sieste, por una angosta carretera, eso sí, cubierta de un denso bosque en alguno de sus tramos. Pasado un badén que trae aguas del barranco de la Casta, un soleado parking acoge al "haiga del Morata".
Por la buena senda.
Calzadas las botas, los tres iniciamos la marcha que en sus primeros 400 metros sigue por la mencionada carretera, que abandonamos por una suave senda, y sin tardar mucho nos encontramos en las Pozas de San Martín, lugar privilegiado para un buen baño (en verano). Como en esta y el resto de jornadas que vamos a patear por estos territorios, la Peña Montañesa nos vigila desde los más alto de su lomera.
Hemos cruzado a la margen derecha del Río Sieste y por ella transitamos ganando, sin mucho sudor, algo de altura.

Observando el fondo de la garganta.
Más adelante, giramos a la derecha por encima de una profunda garganta. Un ciclista de los de BTT, acompañado por un trio de dálmatas, nos comenta varias anécdotas del lugar y por donde llegar a ellas (las anécdotas).
La senda baja fuertemente entre boj y carrasca hasta el lecho del río, en donde nos detenemos a admirar tan bello rincón. Varias pequeñas cascadas, dejan caer sus cristalinas aguas sobre unas pozas que habría que visitar en verano. Nos adentramos en un barranco que desemboca en la margen derecha del Sieste y que una pared con una cascada, nos indica que hasta aquí hemos llegado.

Con Fernando, bajo...
Miramos arriba y ¡allí está!, ¡eso es!:  "El Coño del Mundo", unas sugerentes formas anatómicas que una cavidad en la roca nos muestra y que me ha dado pie al título de esta página.
Realmente, el nombre originario de esta cascada es el de "El Confesionario", pero dado que su forma nada tiene que ver con ese santo lugar, alguien la rebautizó, no sin polémica,  con este otro nombre más realista con las formas de la roca calcárea y que de alguna manera, su nombre y la curiosidad humana, está haciendo resurgir el turismo "erótico-senderista" en la zona. Y aunque a Fernando y a mí, no nos ha afectado en lo más mínimo, no dejamos de mirar "esta sugestiva imagen":
XXX
La Peña Montañesa.
La vuelta la hacemos por otra zona, por una bonita senda plagada de pino, hayas, robles, carraca y mucho boj. Es la que lleva a Morcat, antigua población perteneciente a Boltaña y desde la que la panorámica es envidiable. Pero no llegamos a ella, decidimos ir bajando hacia las Pozas de San Martín para ir a comer a algún sitio de Labuerda, población en la que vamos a pernoctar estos días.
Aparte de su rica y abundante gastronomía y el buen hospedaje, Labuerda destaca por su arquitectura en la que las casas se agrupan en torno a la iglesia de San Sebastián, con su gran torre. El casco urbano lo encontramos alrededor de la plaza Mayor en la que varias de sus casas atraen la vista de quienes por ella paseamos.  
Y sobre ella destaca la Peña Montañesa que según la leyenda: "antes de que hubiera pueblos y caminos, cuando no existían los animales y las personas, junto con Cocullón caminaban a sus anchas por la tierra, haciéndola estremecer bajo sus gigantescas pisadas. Recorrido medio mundo, vieron unos prados cubiertos de hierba y un fresco río que regaba los árboles que les saludaban. Tal belleza, junto a la sombra que desprendían sus cabezas, les cautivo y allí se posaron, uno frente al otro, para no volverse a levantar". Para no hacer largo el relato, el resto de la leyenda la venden por los establecimientos de la zona y no es cosa de hacer la competencia a nadie.
La Cruz Cubierta.
Por la tarde nos damos una vuelta por L´Ainsa, uno de los "pueblos más bonitos de España", y no me lo invento yo, échale un vistazo a este enlace y veras como tengo razón.
Un paseo nos lleva hasta la Cruz Cubierta (que algo dice la web que he enlazado), lugar histórico y cuya imagen aparece en el escudo del Sobrarbe y en el de Aragón.
De vuelta en L´Ainsa, los tres nos regalamos con unas tapas, unas cervezas y un baño de bienestar en la Plaza Mayor, cuya belleza te enamora, te embelesa y tras una mañana tan erótica, la tarde te...
Ya en Labuerda nos despedimos del Morata con una cerveza artesana de la zona, mañana vuelve a Zaragoza y nosotros nos quedamos por aquí, nosotros seguiremos "pal monte" otra vez.
Hasta pronto.
Mas "fotos eróticas", si haces clic aquí.
Track para GPS, clic.
Datos técnicos:
Recorrido.
Perfil: 8 Km.  Desnivel de subida, 517 m., de bajada 517 m.

martes, 14 de abril de 2015

TERUEL - LOS PINARES DE RODENO

Día 11 de Abril de 2015
Mañana primaveral, la luna anda menguando a mitad de su recorrido, Lola y Luis nos recogen para acudir al autobús fletado por los amigos de Esbarre. Hoy nos lleva hacia el sur. Existe, ya lo creo, el vehículo viene del norte cargado con los que lo han abordado en Huesca.
Amanecer. (© Fernando Cebrián)
     Nos alegramos colectivamente de que hemos recuperado a un destacado y querido miembro: Pepe Navarro. Recuperado ya de su achaque, vuelve a ser compañero de viaje y espero que también sea aquel cronista envidiado por los que tenemos la osadía de publicar nuestras andanzas.
     Circulamos por la autovía mudejar, aun no hemos pasado Cariñena y ya ha amanecido, el sol asoma por levante, la mies. como toca en estas fechas, luce un verde intenso, a nuestra derecha por el contrario, el Moncayo anda con la boina colocada en su cresta. Los llanos de Mainar se asemejan a un campo de golf. Poco a poco vamos adentrándonos en el reino del jamón ibérico, Calamocha luce junto a la autopista, una enorme escultura de un pernil de la tierra. Al paso por el aeropuerto, de Teruel quedamos alucinados de la cantidad de aviones que se encuentran estacionados, ¡volar no vuelan pero estar, están!.
     Pues sí, que "Teruel existe" y para convencernos de ello, echamos pie a tierra para desayunar en un histórico establecimiento.
     Ya nos vamos acercando a nuestro lugar de inicio senderista, pasamos por Bezas, pueblo en el que se conservan algunos elementos importantes de la época de la última guerra civil española. El más importante es el llamado campamento maqui de AGLA, centro de formación de la agrupación guerrillera de Levante y uno de los más importantes del maqui en España. También existen restos de zanjas, nidos de ametralladoras, o laudas escritas en el rodeno por los milicianos destinados al frente.
Pino rodeno.
En sus inmediaciones, nos calzamos las botas y, ya todos acicalados y encremados, comenzamos a caminar subiendo por una pista que, por la GR.10, se adentra en un bosque de pino de rodeno (pinus pinaster -me indica el Rovira-  hoy tenemos la suerte de su compañía). Esta especie arbórea, dominante en la zona de areniscas, colonizó el medio aún siendo difícil su desarrollo en zonas de abundante roquedo. Sus fuertes raíces, penetraron en la tierra contribuyendo, en parte, a la fragmentación de estas masas compactas. A esta especie arbórea también se la conoce como pino resinero debido al aprovechamiento que se hizo tiempo atrás de la resina para su comercialización. 
Primeros pasos.
Todavía presentan las cicatrices de aquellos que explotaron el fruto de sus entrañas.
     El paisaje, prácticamente en todo el recorrido, se va a componer de esto: grandes y monumentales bloques de arenisca y formas diversas, de los que emanan los mencionados pinos. Romero, tomillo, lavanda... y más adelante veremos unas sabinas impresionantes. Pero es la roca la que domina el terreno y la primera que encontramos de tamaño considerable, la tomamos como si el asalto a una fortaleza se tratara. Más de cuarenta miembros de este ejército ¡ascienden por sus murallas!
¡Al asalto!
¿Serpiente?
     Observado el paisaje, bajamos del pedrusco, pasamos por unos cuantos más, cada uno de forma caprichosa, y cada cual le saca su parecido - ¡es un dragón!, ¡no, una serpiente!, ¡que va, se parece a la Gospe!, ¡ah sí, tiene lengua viperina!, vamos que cada cual tiene su propio argumento imaginativo.
     Otra piedra a ascender, es el Mirador de La Losilla, amueblado con barandillas de madera para protección de los incautos. Desde lo alto del pedrusco, el paisaje se abre con todo el esplendor de las tierras turolenses. El personal nos afanamos a coger el sitio más adecuado para poses fotográficas, dignos de esculturales cuerpos.
Mirada hacia el sur.
Desde este sitio, el paisaje es espectacular: Sierra de Albarracín, Sierra de Gudar, Gea de Albarracín, todo un espectáculo que solo se puede disfrutar cuando se camina, se sube, se baja, se suda, se sufre un poco, en fin que como decía el refrán "el que quiera coger peces, que se moje el tralaralará". Además, las piedras tienen formas y dibujos extraños que harían gozar al mismísimo Monesma y sus piedras secretas.
     Estas areniscas han sido sometidas a esfuerzos tectónicos que las han fracturado creando líneas de debilidad que se suman a las de origen sedimentario. 
Capricho.
Los agentes atmosféricos, sobre todo el conjunto viento, lluvia, cambios de temperatura, etc., han ejercido su acción a lo largo de la historia dando lugar a una multiplicidad de formas peculiares. Los cursos de agua encajonados entre las rocas han modelado espectaculares escarpes, hoces y callejones, con multitud de formas caprichosas como los taffoni (huecos en la pared rocosa de forma semiesférica), alveolos (huecos en la roca de mayor tamaño), gnammas (depresiones de la superficie de la roca de forma circular o elipsoidal que pueden llegar a tener un gran desarrollo) o anillos de Liessegan. 
Antes de abandonar el espectáculo, que hoy es gratuito, el personal allí reunidos nos hacemos la clásica foto de grupo para testificar lo antes comentado en relación a los esbeltos cuerpos.
Foto de Grupo.
Sabina.
     Ya descendidos de la "big rock", del mirador de La Losilla, reemprendemos el viaje por una pista decorada con bonitos charcos que estos intrépidos senderistas esquivan con gran maestría.
     Poco a poco, las sabinas se van haciendo protagonistas, algunos ejemplares tienen gran porte.
  Algunas carrascas, pinos y campos de cereal, nos van acercando a la Masía de La Losilla.
     Un merecido descanso y cada cual sacamos de la mochila los más variados productos que algunos acompañamos del buen vino que escupe  la bota de Javier.
     Retomamos el camino y bien guiados por el de la bota, nos adentramos a través de un pinar en el mundo de las pinturas rupestres, estamos en el Parque Cultural de Albarracín, patrimonio mundial del arte rupestre. Uno tras otro, los diferentes "abrigos" van siendo visitados por el grupo.
     El primero de los abrigos que visitamos es el de Doña Clotilde, uno de los más importantes de la Sierra de Albarracín. Aparecen las pinturas en distintas tonalidades de rojos, principalmente de animales entre la que destaca una de ellas, el resto cuesta más verlos aunque se adivina una especie de arbusto.
Pintura en el abrigo de Doña Clotilde.
     Seguimos la senda entre grandes rocas y pinos aferrados a estas. Ahora nos encontramos con otro abrigo, el del Arquero de los Callejones Cerrados de unos 7000 años de antes de nuestra época, (ya casi ni lo recuerdo). Descubrimos la imagen de un arquero de un color morado, que ha sido empleada como logotipo del parque.
El arquero.
Como niños.
     Una senda bien definida por preciosa barandilla de madera y con el suelo en proceso de nivelación, nos lleva a una zona de recreo, parking, punto de información, etc, destinada al esparcimiento de los visitantes y como tales, algunos se les "esbarra" del bolo y hacen uso de los juegos infantiles, se trata del Prado de Navazo.
     Un móvil que nos habíamos encontrado en el camino, alguien lo deja en la caseta de información por si aparece el dueño.
     Seguimos el camino, ahora nos dirigimos por el barranco de Cabrerizo o Navazo hacia el abrigo Fuente Cabrerizo, en el que apenas se aprecian un ciervo y un caballo, dos figuras hechas con técnicas muy diferentes y que los investigadores no acaban de ponerse de acuerdo al ubicarlas cronológicamente.
Abrigo de la Fuente Cabrerizo.
Caprichos de la naturaleza.
     Muchos son los abrigos que se encuentran en esta zona con sus pinturas rupestres, "prehistórico museo picassiano". Siguiendo el camino, alguien comenta que en aquella época, esto sería como una zona residencial por la cantidad de cuevas, todas ellas decoradas. Es broma.
     La comitiva sigue su camino, ahora lo hacemos por el mencionado Barranco Cabrerizo en el que el pino rodeno constituye su espina dorsal. Varias fuentes alimentan sus agua y estas a su vez, con los siglos,  han creando un fenómeno de colonización del medio por parte de una especie arbórea, en el que el pinae pinaster, lejos de ser especialista de zonas rocosas, es capaz de penetrar con sus fuertes raíces incluso en los intersticios más pequeños, contribuyendo, junto a otros fenómenos, a la progresiva fragmentación de los grandes bloques de roca.
Blanco corcel.
Imposible perderse en este barranco, el sonido de sus aguas junto con la presencia de mases, algunos equinos y cultivos, nos anuncian que ya estamos cerca del final del trayecto. Albarracín.
     Llegamos por el arrabal, el autobús nos espera para, una vez desprovistos de los elementos que la naturaleza deja emanar de nuestras pieles y que no son agradables de sentir , llevarnos a comer a un establecimiento con el mismo nombre de uno de los lugares que hemos transitado.
     Antes de sentarnos a la mesa, hecho un vistazo hacia la muralla y aunque no vamos a tener tiempo de visitar Albarracín, bien merece la pena un pequeño comentario de uno de los pueblos más bonitos de España y que en otras ocasiones hemos admirado desde las entrañas de sus calles y callejones.
Muralla de Albarracín.
     La importancia del patrimonio artístico de la ciudad de Albarracín, supera el ámbito de lo puramente arquitectónico, aún cuando esto sea lo que la ha hecho conocida internacionalmente. La Catedral del Salvador, la Iglesia de Santa María o la de Santiago, alcanzan el mismo grado de interés artístico. En el museo Diocesano se presentan las piezas más importantes, entre las que destacan un incensario con forma de pez tallado en cristal de roca, un portapaz atribuido a Benvenuto Cellini, una cruz procesional del siglo XIII, o una numerosa colección de tapices.
Albarracín.

     En el museo de Albarracín se expone la colección de cerámicas procedentes de los trabajos arqueológicos realizados en el castillo. Pero, repito, son sus calles, sus casas, las puertas con sus aldabas, sus cuestas, su muralla, su color, etc., lo que a mí siempre me ha encantado.
Comiendo.
     Cuando ya nos encontramos con la tripa llena de buen condumio, la cabeza caliente y las calles mojadas, "el boss" Julián nos dirige unas palabras con motivo de haber superado las doscientas salidas de Esbarre y deseando que sean muchas más, al menos mientras el cuerpo aguante, ¡faltaría más!.
     Ya en el autobús, se nota, principalmente en las filas traseras, el resultado de la sobremesa y algunos se sienten componentes de aquel viejo grupo musical de "Mocedades", ¡pa qué!. Tras descargar una pasajera en Calamocha, viajamos rumbo a Zaragoza que se encuentra muy animada y en la que, en nuestra llegada, vaciamos el maletero de mochilas y demás útiles montañeros, sin pensar que tres esbarristas siguen camino de Huesca, ¡no problem!, vuelven a por su equipaje y les despedimos con la alegría que nos caracteriza.
Hasta pronto

El resto de mis fotos las puedes ver haciendo clic aquí.
Las del amigo Fernando Cebrián, aquí.
Track para GPS, aquí.
Datos técnicos:
Recorrido
Perfil: Distancia 14,1 Km.  Desniveles acumulados, ascenso 410 m.; descenso, 512 m. (un paseo)