martes, 23 de junio de 2015

DE FORMIGAL (SARRIOS) A CANFRANC, EN PLENO SOLSTICIO DE VERANO


Día 21 de Junio de 2015 (Solsticio de verano)
Corazón de sol.
  Las fiestas más o menos religiosas que por esos mundos se celebran, como por ejemplo la de San Juan, representan esa cultura que contempla lo exotérico: el sol como astro que nos permite la vida, que la naturaleza siga dándonos sus frutos; pero también lo esotérico: los rituales iniciáticos que tienen lugar en numerosos lugares de la tierra desde el 21 al 24 de junio. Tienen como propósito recrear la magia, cruzar la “Puerta”, dar el salto de una realidad a otra, la posibilidad de quemar todo lo viejo, mediante el acto de arrojar al fuego de las hogueras todo lo inútil, (por aquí estamos trabajando en ello). De la misma forma que todo es cíclico, nuestra naturaleza interna también tiene que renovarse.
Como este acontecimiento solar se relaciona con la purificación, la prosperidad, la abundancia y la fecundidad, algunas tradiciones populares cuentan que al amanecer del primer día de verano, las mujeres de los pueblos iban a recoger de las fuentes y de los manantiales la Flor celeste o Flor del Agua y se la bebían, creyendo firmemente que encontrarían a la pareja adecuada, se curarían de algún mal, o podrían concebir hijos. Durante este ritual solían entonar cantos específicos dedicados al rocío.
Hoguera en Letonia.
   La tradición de esta fiesta de raíces milenarias, se sigue celebrando en muchos lugares del planeta y en todos ellos, las costumbres son muy similares. Coinciden en el encendido de hogueras purificadoras o de adoración al Sol. En algunos sitios también se complementa con baños al amanecer, como un ritual de bautismo. Entrar en el río o en el mar para limpiar las emociones y después, dar tres vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la hoguera. Este acto simboliza la purificación, para terminar se saltan por encima de las brasas entonando alguna oración de transmutación.
Por aquí, huyendo de las adopciones católicas de la fecha, hay quien siguen haciéndola coincidir con el solsticio de verano, ejemplo de ello es la del barrio de La Paz de Zaragoza en la que, incluso cada año, a la "fresca" de la hoguera, nombran un "Druida". 
Cartel del 2015
   En el mundo celta, la fiesta de Beltane (buenfuego en irlandés) es el anticipo de la temporada estival. Un puente entre dos estaciones: el equinoccio de primavera y el solsticio de verano y se celebra el primer día de mayo. Los Celtas aprovechaban esta época del año para dar gracias a los Dioses por haber protegido sus hogares y sus cosechas de los fríos y las nieves del invierno y a la vez solicitar de ellos la continuidad de esa protección y esa ayuda. Según la tradición, esta festividad esta dedicada a la Diosa Navia, la Diosa de las cosechas y la prosperidad, la Señora de las plantas, los árboles y las flores. La manera en la que los Celtas celebraban Beltane es particularmente bonita. Los druidas, antes del amanecer del primer día de Mayo, subían a los lugares más altos de la comarca acompañados de todos los habitantes de su pueblo para lo que ellos llamaban “el baño mágico del amanecer”. La ceremonia estaban centrada, como muchas otras de nuestra cultura, en torno a una enorme hoguera que los Druidas encendían en los últimas horas de la noche. Hoguera que preparaban entre todos repartiéndose por los bosques y recogiendo ramas de los árboles que a cada grupo de personas les era encomendado. 
Agua purificadora
Eran nueve grupos, porque nueve eran los árboles que debían aportar sus ramas al Fuego Sagrado y mientras recolectaban las ramas, los habitantes del pueblo bailaban y cantaban alrededor de los árboles. Los cánticos y los bailes seguían luego al calor del fuego. Cuanto el sol empezaba a apuntar en el horizonte, se desnudaban y cogidos de las manos de las personas más cercanas, dejaban que esos primeros rayos de luz bañaran sus cuerpos en un rito de purificación maravilloso (apunten esto los de La Paz). De esa manera pensaban que los Dioses, a través del humo que ascendía hacia ellos, conocerían mas a fondo sus sentimientos, sus verdades, sus necesidades, de manera mas clara y directa.  Otra de las costumbres de esta fecha esta centrada en el agua. Durante la tarde del día anterior se recorrían las fuentes de la comarca y recogía el agua para beberla en la fiesta del amanecer. Era una manera de purificar por dentro sus cuerpos y sus almas. Adornaban todo con flores y vestían completamente de blanco.
   No sé, no se yo si eso de ir en la noche de San Juan a ver si sale la mora del Ibón de Plan, es acertado. Habrá que probar en la "noche del solsticio de verano", pernoctando en "La Basa De la Mora".

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Vamos a lo que vamos:
De Formigal a Canfranc.
   Para ayer día 21, los amigos del Stadium Casablanca, nos habían preparado en su calendario, la travesía de Formigal a Canfranc, pero la celebración de la XXV edición de la prueba ciclista "La Quebrantahuesos", les ha obligado a retrasarla en un día, las carreteras de la zona quedan cortadas para la celebración del acontecimiento..
   Sale de la inmortal Cesaragusta, un autobús cargado hasta los topes, corrijo, menos dos plazas que se completarán en la villa de Sabiñánigo donde, todavía queda personal de ese gran acontecimiento de ayer.
   El bus sube el Monrepos, como con algo de pereza, como si necesitara algo que le despertara de sus viejos sueños, ¡ah, amigos!, pero la bajada, ¡que bajada!, el cacharrete nos demuestra los bien que le funcionan, todavía, los frenos y la calidad de las hondas hertzianas que capta el equipo radiofónico.
   Eso sí, los jefes del batallón, han conseguido una llave que nos abrirá las puertas del cielo, ¡ah, no!(eso era en el párrafo anterior), realmente nos abre la barrera para acceder al parking de Sarrios, en Formigal, y quitarnos un buen tramo de subida, desnivel y calor por asfalto, la mañana ya está calentando de lo lindo.
   Por la encorvada pista, al paso del gigante de acero, las marmotas corren de un lado para otro, asustadas de tan tremenda invasión. Yo también me asusto cada vez que son accionados los frenos de la máquina.
Foto pre-arranque.
   Ya aparcados y apeados, nos preparamos para comenzar una subida, que aunque algo light, tiene lo suyo: camisetas de manga corta (predomina el naranja), gafas de sol, crema protectora hasta los ojos y "testa tapada"
   A mí este entorno me parece algo desolador, lo siento. En invierno, en plena euforia del esquí, esto se llena hasta los topes, pero ahora... Ahora no se ve mas que montones de edificios vacíos, kilómetros de cables y arrastres sobre nuestras cabezas y un prado con mucho, mucho hierro suelto por la superficie del suelo.
Así es la cosa.
  Afortunadamente, las flores contrarrestan esa agresión con la fuerza que en este magnífico día les proporciona. Perdonen amigos, comprendo la riqueza que proporciona (a algunos) el deporte del esquí durante los pocos días que las condiciones los permiten practicar, pero me cabe la duda de si todo  ello compensa semejante destrozo durante el resto del tiempo.
   Pero en esta mañana, es mejor pasar un buen rato y arrancar por el prado. La pareja de guías nos llevan por buen camino, cierto es que hay quien busca el terreno mejor adaptado a sus condiciones.


¡Que pequeños somos!
  Una especie de gusano "ciempiés",  que es precisamente el resultado de multiplicar asistentes por garras, va ganando los quinientos metros de desnivel, que una vez superados algunos neveros, nos colocan en el Collado de Izas.
   Abajo queda el prado de la memoria, por encima de él, al Este, asoman montañas y más montañas: Foratata, Garmo Negro, Infiernos, Vignemale, etc.
Por delante de nosotros, hacia el Oeste: la impresionante mole de la Pala de Ip, que junto al Pico de Iserías, escoltan el de La Moleta, reivindicando su presencia en tan espectacular entorno.
La Moleta.
Con Lola, en el Collado de Izas.
  La parada con panorámica, la aprovechamos para descansar, avituallarnos, refrescar nuestros bellos cuerpos con la brisa típica de todo collado que se precie y mirar hacia el valle que nos queda por recorrer que como dice la frase popular: ¡no es moco de pavo!. Además, estos zagales se han empeñado en descender dando la vuelta a todo el circo que rodea al barranco de Blancas. Bueno, son unos metros más de recorrido pero está bien, a eso hemos venido.
   En este tramo, alguien, o sea un servidor, echa en falta el GPS, que tras una minuciosa búsqueda, es recuperado.


Edelweiss.
   En pocos minutos, "los sabuesos" ya nos hemos reincorporado al grupo, que está realizando una nueva parada y, de paso, observando con admiración unas flores edelweiss.
   Abajo, hacia el barranco de Izas, el ganado vacuno, espera con paciencia a que lleguemos los humanos, cosa que hacemos con gran humildad y respeto a esos "animalitos" que tan buenos productos nos brindan. Hay quien, entre tan numeroso rebaño, busca al toro responsable de la multiplicación vacuna.
   Poco a poco vamos descendiendo por la margen izquierda del barranco.
Cascada de Las Negras.
   El origen glaciar de este valle, permite observar como las aguas se abren paso entre rocas creando en su curso, cañones y cascadas como la de Las Negras o de Las Divinas, en la que divisamos a lo lejos, algunas personas refrescándose en este caluroso día.    Este valle es largo de narices, por lo que hay que seguir andando. En principio, el camino transita por pastizal, es amplio y cómodo de recorrer. Pasamos el refugio de Iserías sin detenernos, allá abajo comienzan a verse algunos árboles, bajo los que ya tenemos ganas de caminar, el astro rey a estas horas y en el día de más radiación del año, calienta de lo lindo.
Amapolas amarillas.
  La amapola amarilla, se suma a la gran variedad de flores que están adornando nuestro caminar.
   El valle se estrecha y comienza una fuerte bajada en la zona de La Cantalera, el suelo es de piedra suelta por lo que hay que prestar atención, lo que no es óbice para que alguien pruebe, con las nalgas, la dureza del terreno.
  Por fin caminamos bajo la sombra de avellanos, boj, pinos..., eso sí, en estas profundidades no se mueve el aire para nada y el calor se apodera del entorno hasta que observamos un pequeño embalse de captación de aguas y la pista que tenemos que coger.

Por La Cantalera.
   Ya va quedando poco camino, además hemos decidido comer en Canfranc (estación) y el sonido de las tripas resulta menos agradable que el de los pájaros que entonan sus bellas canciones a nuestro paso.
   La pista baja hacia el Coll de Ladrones, desde el que se ven, en primera línea, los picos del Águila y Borreguil de la Cuca y abajo, la Estación Internacional de Canfranc, para mí, una de las más bonitas y olvidadas del mundo. Sus viejos raíles, vienen del sur y van a ninguna parte, hacia la desidia de quienes se empeñan en "enriquecer la riqueza y empobrecer la pobreza". Prefieren llevar sus mercancías por lugares más rentables, electoralmente hablando, y abandonar a su suerte estos pueblos tan maltratados por la historia. Eso sí, en invierno presumen de haber esquiado en Formigal, o al menos de haber tostado sus jetas al sol en las terrazas de las estaciones de esquí.
Túnel hacia...
Estación Internacional de Canfranc.
Escaramujo.
    Entre floreados rosales silvestres (escaramujo, gabarda, tapaculos...), no sin algún resbalón, vamos llegando a nuestro destino de hoy, a Canfranc Estación.
    El autobús espera y de sus tripas, o sea del maletero sacamos prendas más cómodas y limpias que las que llevamos y, bocata en mano, nos dirigimos hacia algún establecimiento que nos sirva algún producto que reponga nuestras células del líquido perdido. Esta, no es tarea fácil, el primer intento es abortado por el propietario de una desierta terraza, que no voy a nombrar, que prefiere que siga así y no que la ocupen gentes de la montaña consumiendo unas jarras de cerveza, unos cafés y que se yo, lo que nos apetezca. Y si me entretengo en semejante tontería es porque en otra ocasión, mismo "asador": cervezas en mano, pagadas, en la calle llovía a cantaros, 16:30 h., dice la dueña- ¡váyanse a la calle, es hora de cerrar!. "Sin comentarios", en el resto del planeta, hay gente más agradable.
   Finalmente, en "La Panadería", como siempre, nos atienden con gentileza y tras realizar más de cincuenta consumiciones, volvemos al bus, hay fútbol y algunos quieren ver como al Zaragoza se le escapa la posibilidad de ascender de división. Es igual, la vida sigue y, sin tardar, volveremos al monte con esta gente del Stadium Casablanca.
   Hasta pronto

Si quieres ver más fotos, haz clic aquí.
Las de José Mari Alejandre, aquí.
El track, lo puedes ver y descargar aquí
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:  Distancia, 14,1 Km. Desnivel de subida, 501 m., de bajada 1091 m.

martes, 16 de junio de 2015

EL MONCAYO (Circular)

En la Fuen de Fornos el pasado 2 de Mayo.
   Difícil tarea la de ponerse a escribir esta página cuando un amigo con el que pasamos muchos momentos agradables en varios puntos de nuestra geografía, el último tan solo un mes y medio atrás, nos ha abandonado. 
    Con Narciso, tras volver de alguna excursión, charlábamos de mil temas con la serenidad de un hombre volcado en su esposa Encarna y, ambos, siempre pendientes de sus dos hijos. 
   En la última aventura, allá en la Basa de la Mora, escuchaba con atención la leyenda del milagro que se produce en cada noche de San Juan y que, seguro, este año, cuando la mora emerja del fondo del ibón, vestida con mil serpientes, verá a Narciso, y antes de volver a sumergirse, le dirá "hasta siempre".



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Día 13 de Junio de 2015
    De nuevo, y van..., nos vamos a tomarle el pulso a la cumbre de la sierra Ibérica, al Pico de San miguel o Moncayo de 2314 metros.
De camino al Moncayo (Foto de Domingo Urraza)
   Ya en una entrada anterior de "Vieja mochila" (que puedes ver aquí), relataba algunas leyendas becquerianas y otros cuentos, en los que hablan de como los gnomos y duendes campan por las faldas del Monte Cano (así lo llamaban los romanos) y como algunos otros espíritus bajan de la montaña por la noche para poblar el llano. Tampoco andaba muy lejos de aquí un viejo amigo de Hércules y Pierres, el ladronzuelo Caco, que por aquel monte cazaba, lo que llevó, en la edad media, a denominar a esta montaña: "Monte Caco".
   Pues eso, en un gran autobús con menos de media entrada en sus asientos, salimos de la inmortal city de Zaragoza en dirección a límites castellano-aragoneses. Los limpiaparabrisas del vehículo, como si bailaran un vals, van de un lado a otro al compas de 3/4, está lloviendo y las previsiones son de tormenta vespertina. Consecuencia: parada en Borja para desayunar, recoger a José Luis Martín (el hurón moncaíno) y nada más, lo otro habrá de esperar.
Acebo.
   Alguien guía al conductor y le encomienda atravesar la localidad de San Martín del Moncayo por la mismísima calle Mayor y... ¡prueba superada!.
   En la fuente de los Frailes no llueve, incluso algún rayo de sol nos invita a darnos una capa de crema protectora y despojarnos de cualquier prenda de abrigo que nos pueda hacer sudar.
   Los chicos (no tanto ya) de Esbarre, habían planeado realizar la vuelta completa por lo alto del macizo, cosa que con el "hurón" y sus amiguetes de Tarazona, ya completamos en el año 2012 y que tuve el honor de relatar en esta página. Pero el día aconseja cambiar el plan por eso de las previsiones meteorológicas y ascender al pico por la vía directa y descender por el cordal que va hasta el collado Bellido.
Por la sombra
    Los primeros trescientos metros de subida son agradables, en el bosque predomina el pino negro, algún ejemplar de haya y el acebo que la lluvia ha limpiado dejándole un brillo inmaculado. En los claros, el chordón se prepara para, en pocas semanas, dar ese sabroso fruto que es la frambuesa.
A nuestro paso, el carbonero garrapinos entona bellas canciones en este incomparable marco moncaíno.
    El grupo se va estirando, delante marchan verdaderas gacelas de montaña de inconfundibles y largas garras, detrás los diesel andan algo más despacio pero, como el resto, llegan al destino habiendo mamado de la ubre que rodea el entorno del sendero.
Pozo de hielo.
    Cruzamos por dos veces la pista que lleva al Santuario del Moncayo. En el camino perduran antiguas construcciones que en su día dieron cobijo a los pastores de los pueblos aledaños. Perviven también, restos de algunos pozos de hielo.
   Casi sin darnos cuenta, llegamos al Santuario, allí nos reagrupamos "gacelas y perkins" para continuar subiendo, llevamos 300 metros y quedan 700 más.
   Pero con las previsiones, no es cosa de dormirse. Seguimos la senda, a la izquierda, dejamos el desvío por el que regresaremos. En poco tiempo, abandonamos el bosque, ahora la piedra (caliza, cuarcita y pizarra), pasa a ser la protagonista del paisaje, bueno la piedra y la niebla. Nos llama la atención la presencia de algún ejemplar de flor "dedalera" (digitalis purpurea) y de la sabina rastrera o piorno.
Dedalera
...en la niebla.
  Vuelvo la vista hacia el somontano del Moncayo y nada, no se ve nada, la visibilidad está cada vez mas ausente. Aunque el "batallón esbarriano", anda algo disperso, no es problema, ya que los equipos de comunicación funcionan perfectamente.
    Arriba, delante de nosotros, entre la niebla,  se adivina algún que otro grupo de valientes montañeros a los que las previsiones no los ha dejado en casa.
    Conforme vamos ganado altura, la temperatura disminuye y el viento aumenta. El desnivel, también aumenta, yo miro hacia el Circo de San Miguel, intentando adivinar, entre la niebla, la presencia de algún gnomo de los que comentaba pero hoy no toca, Sí creo distinguir una silueta que me parece familiar pero no estoy seguro de acertar. 

En la cima con Olga.
   Unos metros más arriba, la reconozco, no es un gnomo, es Olga, vieja compañera (no compañera vieja) de faena de cuando uno estaba en activo (relativo). Desde lejos la llamo -¡Olgaaa!- me contesta - ¡José Luiiiiis!.  en compañía de unos amigos, anda introduciendo a sus dos hijos, David y Víctor, en el cariño a la naturaleza y "sus desniveles". Ha sido una agradable sorpresa que durará hasta la cima del pico (bueno, algo más) de San Miguel de 2314 metros, al que llegamos tras recorrer el cordal que, tras pasar el cerro de San Juan de 2283 metros, conduce a la cima de la jornada. 
Arriba hace fresco, nos refugiamos en uno de los variados semicírculos pétreos protectores del viento. Es momento de sacar algún tentempié de la mochila y, entre bromas, reponer alguna fuerza. Aún queda trecho que recorrer, unas fotos y ¡en pie!, el cielo está oscureciendo su tono y hay que arrancar motores. Una vez en marcha observo que en cuesta abajo, diesel y gacelas andan por un igual.
Esbarre en la cima del Moncayo.
Tierras de Soria.
De vuelta.
   Con un pie en tierras sorianas y el otro en zaragozanas, iniciamos la vuelta y, como decía, lo hacemos por el cordal que nos lleva por el lomo del macizo moncaíno.
   Dejamos a nuestra izquierda la senda por la que hemos subido, ahora el camino baja y sube, poco más adelante tenemos el Cerro de Morca de 2273 metros, en el que comienza a llover ligeramente en forma de bolitas de hielo. Nada hay como sacar las prendas impermeables para que la lluvia cese, así sucede.
   En algún tramo el camino es incómodo, las lajas mojadas nos invitan a prestar mucha atención.
Javier y las nubes.
   Nueva bajada y nueva subida nos llevan al Pico Lobera de 2227 metros. Solo queda descender unos doscientos metros para llegar al collado de Bellido en el que tras reagruparnos, realizamos un giro de, casi, 180 grados en dirección al Santuario. Este tramo discurre por la falda norte de la sierra, desde aquí, cuando las nubes lo permiten, se  adivina parte del somontano del Moncayo y en días completamente claros, es balcón incomparable desde el que contemplar los Pirineos. Pero hoy no toca, hoy toca parar una y otra vez a quitar y poner las capas impermeables en consonancia con el capricho de las nubes.
Restaurante con vistas
   Deja de llover, en unas piedras, que, según dicen, es un gran mirador hacia ...¿?, nos paramos a vaciar los últimos suspiros de las mochilas, hoy no es un buen día, nadie ha traído vino, ¡Que sea la última vez!. Los postres nos los sirven a toda prisa, arriba los "angelicos" andan con incontinencia y ya está bien de tanto y tanto "alibombo, alibombo, alibombo, la capa, me la quito y me la pongo".


Añadir leyenda
   El sendero transita por un bosque de pino y abetos que crecen entre montañas de piedras en descomposición. Cruzamos el barranco de Morca, a nuestra derecha divisamos el cabezo de la Mata, lo que nos indica que el paso que llevamos es ligero, ahora los diesel encabezan la comitiva y es que no han parado en el box de cambio de ropa y como en la F1, "así se ganan las carreras".
    Llegando, de nuevo, al Santuario del Moncayo, cerramos el circulo que hemos realizado y, sin parar, seguimos el descenso, el cielo está amenazando y comienza a tronar.

De vuelta.
¿Te acuerdas en la entrada de la Sierra Caballera, en la que nombraba al de "Calamocha"?, pues el buen señor no ha contado por la mañana las veces que hemos cruzado la pista y se empeña que es solo una. ¡Pa qué!.
   En el tercer encuentro con la vía, giramos a la izquierda, a la Fuente de los Frailes, donde el autobús nos espera con la puertas abiertas.
Comenzamos a cambiarnos de ropa cuando "los angelicos" no han podido aguantarse más y el cielo se abre para dejar llover, como decía Pablo Guerrero, "a cantaros" 
El regreso lo hacemos por las mismas carreteras de la mañana, solo que ahora, San Martín lo cruzamos por su circunvalación. Volvemos a parar en Borja a dejar al moncaino y tomar una cañas que, pese al tiempo, bien nos las hemos ganado.
Hasta pronto.

Enlace al resto de fotos.
Enlace a las Fotos de José Mari Alejandre
Enlace al track para GPS
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil: Distancia, 17,4 Km. - Desnivel positivo acumulado, 1180 m, negativo 1180 m.

miércoles, 10 de junio de 2015

MESA DE LOS TRES REYES

Día 6 de Junio de 2015
   Varias son las versiones que he leído, cada una de ellas en consonancia con la empatía que les une, de la leyenda que cuenta de los los reyes de Aragón, Francia y Navarra, que se juntaban para dirimir cuestiones referentes a sus reinos y ver que hacían con los musulmanes, sentándose cada uno en su territorio. ¡No sé, no sé!, sinceramente, no veo a ningún rey subiendo aquí, ya que hay que sudar y  no es costumbre de la realeza tal estado de esfuerzo físico. Me imagino a los tres monarcas, allá arriba, pasando un rato con la baraja en la mano sin entenderse entre ellos, el navarro propondría darle a "la escoba", el galo al "rabino francés" y el de Aragón al "guiñote". Juego, el de tronos, muy desigual en la actualidad ya que los de Francia han decidido ser republicanos y por aquí, andamos sobrados de "monarchs & families".
Arrancando motores.
   Al grano. Tras haber pasado la noche en Jaca, acudimos a Linza Maite, Lola, Luis y yo, con la intención de comprobar "in situ" la historieta antes contada.
  La mañana ya aconseja una buena ración de crema protectora, llevar las cantimploras llenas y la cabeza cubierta.
   Las primeras cuestas, nada más arrancar, ya nos hacen sudar, lo que no es obstáculo para que vayamos charrando de aquella vez que hicimos la "Senda de Camille" cuando llegábamos por aquí desde Lescun. No tanto como en aquella ocasión, pero el día nos promete una temperatura veraniega.

Monte florido.
   El monte está impresionante, la naturaleza ha estallado. Allá donde la nieve se ha retirado, multitud de flores muestran su colorido para alegrar nuestras vistas y alimentar a los insectos.
   A nuestra derecha, discurre el barranco de Petrechema, a nuestras espaldas vamos dejando Peña Ezcaurre y el Maz.
   Cruzamos el barranco de Linza que a estas alturas todavía baja mojado, abajo, entre un verde tapiz, destaca una cabaña.
 Seguimos la ruta, pronto cambiamos el prado por la piedra, esta es una zona kárstica de primer orden.

Maite por la piedra.
   Bajo nuestros pies, las botas se agarran a la piedra, casi tanto como algunos individuos a sus cargos.
  El camino está concurrido, predomina el personal navarro, muy aficionado a esta ruta con destino a la que ellos llaman "cumbre navarra". Quedamos gratamente sorprendidos de la cantidad de jóvenes montañeros que nos acompañan por estas sendas, lógicamente a mejor paso que nosotros.
   A partir de aquí, al terreno descrito se le suman varios neveros a salvar. Pese al calor reinante en esta primavera, la nieve se resiste a  abandonarnos del todo.
Lola y Maite cruzando un nevero.
   Arriba ya se adivina el Collado de Linza pero como siempre ocurre, no es ese, está un poco más arriba. Un pequeño esfuerzo y, ahora sí, seiscientos metros de desnivel y ya hemos llegado a un concurridísimo collado en el que se dividen dos sendas, la de la derecha se dirige al Pico Petrechema y el de la izquierda, la que tomaremos nosotros. Y digo la tomaremos, porque ya nos merecemos un descanso y aliviar nuestras espaldas de algo de peso. Algo de fruta, unas almendras un saludo a los presentes, un vistazo a nuestro objetivo y a caminar que para eso hemos venido.
El objetivo del día: "La mesa de los Tres Reyes"
Un llano para relajar piernas.
   Un fuerte giro hacia el Norte, para rodear la Hoya de la Solana. La senda desciende unos metros que habrá que recuperar enseguida. La fuente de la Solana, la han tapado con una chapa, abajo han colocado un abrevadero para el ganado vacuno y equino abundante en estos valles. No importa, las cantimploras siguen con suficiente cantidad de agua para el camino que nos queda.
  Llegamos a un cruce de caminos, uno hacia Lescun, otro hacia Belagua, otro hacia Zuriza, otro hacia..., eso, hacia donde vamos nosotros y todo el personal que anda por aquí.

Un ramillete de flores.
Luis, Lola y Maite atacando un nevero.
   A partir de ahora, la cosa se pone un poco más seria, en unas ocasiones son los neveros con el manto muy húmedo y resbaladizo y en otras la erosionada roca del terreno, lo que nos ralentiza el caminar. Estamos cruzando el kárstico Portillo de Larra, es un terreno sobrecogedor, algunos ejemplares de pino negro, consiguen sobrevivir en este agreste suelo. Nosotros también sobrevivimos y encabezados por Luis, con la alegría que caracteriza a estos personajes entrados en años, "china chana", vamos ganando altura y perdiendo alguna que otra caloría. Lógicamente, los fabricantes de "dietas milagrosas" tienen poco a ganar con estos cuatro "estalentaos".
Como caigan me j...

Cuidadito ¡eh!.
Ahí está.
   La senda, ahora discurre bajo las paredes del Budoguia de 2362 metros, a nuestra derecha, a cierta distancia, vemos el Petrechema de 2372m. junto a su Aguja de Ansabere.
 Y de frente, majestuoso, "llamándonos", La Mesa de los Tres Reyes de 2444 metros.
   Pero aún nos falta pasar por el collado que lo separa del Budoguia y que se supone que por él, accedería el rey navarro. Nosotros que somos poco de realezas, hemos llegado hasta aquí por terreno aragonés. ¡Y que más da!, si arriba seremos todos de la misma calaña (de la buena)

En la cima.
   Son varias, las vías para acceder a la cima de este pico. Decidimos hacerlo por la cara sur, cosa que hacemos hasta un nevero que corta el camino. Pues nada, bastones a las mochilas y a trepar se ha dicho. Un paso nos avisa de que la cosa no es para tirar cohetes, Luis lo salva sin dificultad, a Lola le echo una mano para acudir con su amado, Maite lo intenta pero dos cosas: mi lesión de hombro y su rodilla la hacen recapacitar y, sabia decisión,  ambos decidimos descender para subir por otra vía. Los otros dos tiran para arriba como dos sarrios. Nosotros subimos por la cara norte que es más fácil y poblada. A veinte metros de la cima, vemos bajar a Lola y Luis que han tocado cima y han emprendido el descenso por aquí. En nuestro encuentro decidimos bajar los cuatro juntos, Maite y yo nos quedamos con las ganas pero, afortunadamente el monte no se mueve de su sitio. "Ya volveremos", "o no, quien sabe".
Con Maite, detrás el Petrechema.
   Abajo, dos marmotas juguetean en la nieve, en el cielo las chovas piquigualdas se dejan ver y oír.
   La bajada la realizamos por el mismo sitio de subida. El camino no es precisamente un bulevar, por lo que no hay que dormirse, de nuevo la nieve, ahora más húmeda si cabe, y la roca, ralentizan el paso.
   Va siendo hora de hacer una parada para dar gusto a nuestros intestinos que suenan más que las chovas, el calor aprieta y conviene buscar una sombra y no recordamos haber visto ninguna salvo aquellos pinos negros en la zona del portillo de Larra. Luis comenta que son "pinos unifamiliares" y bajo dos de ellos, "pareados", nos refugiamos para apaciguar los "cantos de sirena".         Durante el ágape, ante nosotros van desfilando quienes bajan hacia Linza, como tres muchachas que no hemos perdido de vista en todo el día, una de ellas casi tan agotada como nosotros.
Lola y Luis, a lo lejos La Mesa de los Tres Reyes.
   Reiniciamos la marcha, hace mucho "caloret" y en cada arroyo paramos a refrescar la cabeza, no vaya a ser que se nos calienten las ideas y comencemos a padecer del mal de altura (térmica).
   Ya en el Collado de Linza, nos detenemos a echar un último vistazo a la Mesa de los Tres Reyes, con el orgullo (unos más que otros) de comprobar que todavía nos funcionan las garras.
   El resto del camino es más fácil de andar, de nuevo caminamos por el pastizal de viva naturaleza en el que las flores luchan contra el ganado que pasta en la pradera.


Entre flores.
   Ya alcanzamos a divisar el tejado del refugio de Linza, bajo él se alberga un grifo por el que mana uno de los más preciados líquidos para la hidratación post-esfuerzo y aunque no muy fresca, la cerveza nos deja como nuevos, bueno a algunos más que a otros pues quien tiene que conducir,  o sea un servidor, ingiere una pequeña dosis, no vaya a ser que... Ya llegaremos a ZGZ y completaremos raciones.
   Buen día, buena ascensión a un mítico pico, que tras bajar al valle me quedo más convencido de que la historia de los reyes navarro, aragonés y galo, no es más que eso, una leyenda.
Hasta pronto.

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El track para GPS, anda por aquí.
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil: Distancia, 16,7 Km. - Desniveles acumulados: Positivo, 1342 m. - Negativo 1342 m.