martes, 19 de abril de 2016

SEÑORÍO DE BERTIZ

Día 16 de Abril de 2016
Cedro de Bertiz.
         Hubo un tiempo, no muy lejano, en que los "bosses" d´Esbarre elevaban sus plegarias a santos y estrellas, con el fin de que en cada una de las excursiones, el tiempo acompañara a los, denominados por uno de ellos ("el Richi"), "irreductibles".  Pero algo ha tenido que ocurrir en las creencias de estos "jefes",  pues ya llevamos un par de "mojadinas" de las de ¡aúpa!.
         Salimos de Zaragoza, una treintena de mozos y mozas con la muda seca. Hoy no tomamos carretera del Norte ni tan siquiera del Sur, nos encaminamos a tierras de brujas, de lamias, de pócimas y aquelarres, vamos a descubrir un bosque en el Norte de Navarra, concretamente al Señorío de Bertiz, situado en la frontera del Baztan.
              Tras una rápida parada en el camino, la carretera nos deja en  en el punto de acceso al Parque Natural al que se accede desde Oronoz (Baztan).
Detalle del escudo de la casa Arguiñenea, del siglo XVIII, Narbarte, Bertizarana.
         Por el momento, las nubes pasan sin pena ni gloria, la temperatura es agradable para el caminante. Nos colocamos las botas, revisamos que en las mochilas no falten prendas de impermeable, pues esta calma no puede durar todo el día.
         El parking ya nos anuncia lo que vamos a descubrir: un gran árbol, el Cedro de Bertiz de 32 m. de altura, declarado monumento natural, es el primer ejemplo de la fuerza de la naturaleza.
      En la entrada vemos el escudo del Señorío de Bertiz que es, también, del Valle de Bertizarana. En él, aparece una sirena (“lamia”) con un peine de oro en su mano izquierda y un espejo en su derecha, mas dos velas encendidas, una a cada lado de ella; bajo la “lamia” aparecen las aguas del río Bidasoa ondulantes. Todo esto hace referencia a las leyendas existentes en la zona sobre las sirenas o “lamias”, cuya misión era la de custodiar los tesoros de las cavernas y de los ríos.
Calera
         El Señorío de Bertiz comprende un extenso tapiz de valles y montes al norte de Navarra. Se trata de una de las mejores muestras de bosque atlántico mixto navarro, un espacio de gran riqueza natural e histórica cuyo punto más elevado son los 842 metros del monte Aizkolegi,
             Comenzamos a caminar, en la entrada, una empleada nos entrega un mapa del parque para que no nos perdamos en estas 2040 hectáreas de bosque al que nos adentramos sin más dilación. 
         Pronto alcanzamos a ver unas reproducciones de carbonera y calera (pozo de cal).
Bambú (¿pirenaico?)
         A nuestra derecha queda el jardín botánico, que alberga miembros de más de 120 especies vegetales traídas de todos los rincones del mundo: secuoya de California, ginkos de China, ciprés calvo, bambú o nenúfar. A la entrada del jardín se alza la antigua casa de Bertiz y en sus proximidades hay un museo de escultura al aire libre.
         Pero hoy no hemos venido a ver el jardín, pues todo este señorío es un auténtico templo de la naturaleza autóctona.
           El recorrido transita por una pista jalonada por paredes de piedra, teñida por el verde musgo, y donde no hay musgo hay helechos y si no existe ninguno de ellos, la hiedra trepa por los muros que rezuman agua por todos sus poros. El bosque, en su mayor parte de hayas, guarda también robles grandiosos, acebos y castaños.
¡Los irreductibles!
          En el primer cruce, tomamos el camino de la izquierda que indica a Aizkolegi, por el de la derecha apareceremos al regreso. Caminamos en dirección norte, por una serie de zigzags vamos ganando altura, el grupo va relajado, pero no conviene dormirse, las nubes siguen amenazando.
            Aunque no se ve gente por este paraje, el hecho de que seamos cuadrilla sonora nos impide contemplar la multitud de mamíferos como jabalíes, ciervos, corzos, lirones, ardillas, ginetas, gatos montés, etc. que andan por estos parajes, además de 50 especies de aves y 6 de peces.
El musgo lo cubre todo.
         Aunque el mapa nos indica el camino habitual para llegar al Aizcolegi, una vez reagrupados, lo dejamos con la intención de variar algo el recorrido y, de paso, coronar la cima del Paretazar. Esta cambio lo realizamos, cuando llevamos más de nueve kilómetros recorridos, girando a la izquierda por una senda que, tras cruzar una valla, nos conduce por el exterior del límite del parque natural.
        Unas lajas de piedra, que en su época debieron de servir de vallado, nos trae el recuerdo de los "chorten" tibetanos, a quienes estuvimos en Nepal.

¿Toro?
           En este bosque las hayas y robles, adquieren tamaños y formas de los más variado: toros, cuevas, dragones, serpientes y... ¡leches, otra vez!, las motos trialeras dejando sus huellas en tan frágil territorio. Hasta el suelo que pisamos huele a gasolina.
      Pero estos individuos no consiguen ensombrecer el espectáculo que nos brinda la montaña, concretamente el pico Paretazar. Desde aquí se disfruta de una gran panorámica de las cimas que nos rodean entre las que destaca el monte Mendaur. Lástima que está nublado, de otra forma, dicen que se ve hasta el  mar Cantábrico.
En el Paretazar.
        El viento húmedo nos invita a abandonar este balcón, cosa que hacemos volviendo a cruzar la valla del parque para adentrarnos en él.
       La senda baja durante un tramo para, bruscamente, ascender hasta alcanzar el monte Aizcolegi, excelente mirador natural que todavía cobija los restos de su antiguo palacio dominando todo el Señorío de Bertiz.
       Aquí conviene hacer un alto para conocer un poco de la historia de este lugar.
     "La primera referencia histórica encontrada sobre su propiedad se remonta al año 1392 en la persona de Pedro Miguel Bertiz. Ha tenido después varios propietarios, siendo el último de ellos don Pedro Ciga Mayo. Este personaje fue abogado y tuvo una gran fortuna que provenía de su matrimonio con Dorotea Fernández Morales. 
Palacete de los Ciga.
        Ciga adquirió Bertiz en 1899 y para ello pagó 650.000 pesetas en oro. Ciga fue un conservacionista que supo mejorar y actualizar el patrimonio natural. Tras la compra, durante los primeros años hizo una explotación racional de la finca hasta amortizar en buena medida la inversión que realizó. Luego fue disminuyendo las talas progresivamente y mejorando la masa forestal.
     Los Ciga utilizaban únicamente Bertiz como residencia durante el verano, y en el mes de julio pasaban quince días en el palacio de Aizkolegi.


Decadente belleza.
       A su muerte, en 1949, D. Pedro legó la finca a la Diputación Foral de Navarra, con la condición de conservarla sin variar sus características. Advirtió que, en caso de incumplimiento o alteración de sus características, la finca debería pasar a propiedad del Estado. En 1984 se crea el Parque Natural del Señorío de Bertiz".
       El palacete de estilo modernista se encuentra en un estado lamentable de conservación, seguro que la administración propietaria, podría rehabilitarlo si fuera más sensible con su patrimonio.
             Desde este lugar el paisaje se abre hasta allá donde las nubes lo permiten, en el norte asoma el pico Artzamendi presidido por sus antenas; más al Este, el Ori se encuentra teñido de blanco; bajo nosotros adivinamos el valle de Baztan; el resto del paisaje lo componen una infinidad de montes y prados en los que pace el ganado vacuno de los varios caseríos de la zona.
En el Aizcolegi
¿El vigilante?
        Un buen sitio para sacar los bocadillos, pero se decide hacerlo más abajo, por eso de la posibilidad de lluvia.
         Ahora caminamos por la pista por la que hubiéramos llegado de haber tomado la ruta normal, solo que en un cruce, que indica Plazazelai, cogemos una senda que transita por un hayedo mágico. Los árboles se niegan a crecer rectos hacia el cielo, y adquieren formas caprichosas que son víctimas de las cámaras fotográficas.
          Pero hay que seguir, caen las primeras gotas sobre el bosque y sus criaturas, o sea: nosotros. 
        Descendemos metro tras metro hasta un cruce de caminos, cogemos el de la derecha que indica nuestra ruta, y que nos lleva por la orilla del arroyo Aranea al que vierten agua cristalina todos los barrancos que confluyen en él.
Arroyo Aranea.
La lluvia.
       Son ocho kilómetros de recorrido por su ribera en la que el bosque acompaña el sonido de las aguas en su rápido correr y, hablando de correr, los "irreductibles", ponemos la directa y aceleramos el paso a tope, pues comienza a llover con intensidad, una fuerte tormenta cae sobre nosotros y no percibimos más música que los truenos y la lluvia que cae sobre nuestras variadas protecciones impermeables. Tal calamidad es compensada por la intensidad del verde del bosque lavado por la propia naturaleza.
       Calados hasta los huesos, llegamos al cruce que por la mañana hemos tomado, cerrando así el círculo previsto para hoy, tan solo quedan unos metros para alcanzar el bus en el que nos espera muda seca.
El agua lo limpia todo.
         Ayudados por la lluvia, hemos descendido en tiempo record, habrá que volver con más tranquilidad a disfrutar de este bello rincón navarro en algún otro día en que la lluvia esté ausente, cosa que, por lo que cuentan los lugareños, suele ocurrir en contadas ocasiones.
          Los estómagos siguen más vacíos que los cráneos de algunos dirigentes del planeta y va siendo hora de llenarlos (los estómagos, los otros... ¡imposible!). Así que salimos del parque, cruzamos el puente que salva el río que hasta aquí se denomina Baztan y es rebautizado Bidasoa, para verter sus aguas en el mar Cantábrico.            
               Un bar de Oronoz, nos acoge en su reducido espacio para que procedamos a digerir la comida ayudados por unas "latas", café y...
¿Chorten?
      Y vuelta a casa. En un par de curvas, algunos caemos en el más profundo de los sueños en los que aparecen las "lamias del Baztan" avisando de nuestro paso a las "brujas de Zugarramundi" advirtiéndoles de que ya abandonamos el lugar y que "puede dejar de llover" en estos pagos de verde estampa.
     Desde tierras de la ribera navarra del Ebro, despierto y observo cómo el Moncayo luce todo su esplendor blanco y mágico. El mitológico gigante Caco lo pintó en una mañana de Febrero.
       Ahora les toca a los "bosses" indagar en otro tipo de plegarias para que en la próxima, ya en el Pirineo, el tiempo vuelva a ser fiel aliado de los "irreductibles", y si no es así... ya nos secaremos, ¡si hay que ir, se va!
Hasta pronto.
Los clics del Señorío de Bertiz



Pase de diapositivas, aquí.

Fotos, aquí.

Track, aquí.





DATOS TÉCNICOS
Recorrido.

Perfil:
Distancia, 21,1 Km.
Desnivel acumulado de ascenso, 780 m
Desnivel acumulado de descenso, 780 m.

miércoles, 13 de abril de 2016

NACIMIENTO DEL RÍO PITARQUE

Día 9 de Abril de 2016
¿Senderismo?
        Andaba preocupado, mejor dicho, indeciso de entre dos opciones a realizar en este espléndido día. La primera: salir a descubrir esta maravilla turolense del nacimiento del río Pitarque; la segunda: coger todos los ahorros y llevarlos a las Islas Vírgenes a través del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca. Pero estos últimos, cuando les dije el montante de mi caja B, ¡vamos!, que se partieron de risa. O sea, que no voy a poder figurar en ninguna de esas listas en las que aparecen las sociedades de los ¡cerebritos del planeta!: nobles, cineastas, actores, futbolistas, herederos del dictador, hermanas de reyes, ministros, presidentes de gobierno y de estado, etc. A estos parásitos les importa un bledo que mueran niños en los campos de refugiados, justo a las puertas de su casa.
Carretera de Belchite.
     Pues nada, que cojo "esos ahorrillos" y me los gasto en lo que más me gusta y, como no, disfrutar de esos caminos que te conducen hacia Teruel. Y como los chicos del Nordic Walking CAI celebran su quinto año de existencia, nos vamos a brindar porque sigan así: ¡creciendo!.
          Somos 38 los que salimos de Zaragoza y pronto estamos en la famosa carretera de Belchite cruzando su estepa, reciente escenario de la película "La Novia". Más adelante, en Lécera, Maite recuerda su infancia (y lo sabroso de las morcilla que elaboran en esta villa).
            El autobús sigue la ruta, el color de la tierra, nos indica que estamos en plenas Cuencas Mineras Turolenses, con el futuro más negro que su carbón.
Los Órganos de Montoro.
         A partir de Aliaga, un "pequeño error", nos lleva por carreteras que nos trasladan en el tiempo, algunas décadas atrás. Parece que estemos en la época del Seat Seiscientos, dueño y señor de estas vías, "monumento del pasado" y "recuerdo desde la desidia del presente". En estas latitudes, el monte nos enseña la cicatriz de los varios incendios forestales que estas tierras del Maestrazgo han sufrido en los últimos años.
          Y como no hay mal que por bien no venga, el despiste nos conduce por la carretera que pasa por los mismos "Órganos de Montoro" (no confundir con el personaje del desgobierno), y sus grandes estratos que conforman un espectacular farallón, la forma asemeja a unos tubos de órgano de grandes proporciones, y de ahí la denominación del lugar.
Las Fábricas.
           Llevamos tres horas y media de viaje y ¡por fin! paramos a desayunar y aliviar nuestras cargadas vejigas en un complejo hostelero a orillas del río Pitarque, aprovechando lo que fue el viejo edificio de "Las Fábricas", que debe su nombre a que en este lugar, en el siglo XVII, se levantó una fábrica de papel para lo que se aprovechó la fuerza de las aguas del río Pitarque. 
            La historia de este edificio, bien vale la pena que me entretenga a contar algunas cosas de las que me he informado:
Actual instalación.
          Fue en el año 1789 cuando la familia de los Temprado de Villarluengo, en sociedad con industriales franceses instaló lo que fue la primera fábrica de papel que existió en Aragón, en la cual se fabricaron papel continuo, sobres, rayados y papel moneda. Estas fábricas, durante 150 años fueron el motor de los tres pueblos más cercanos: Montoro de Mezquita, Villarluengo y Pitarque.
Para dirigentes y jornaleros se edificaron viviendas. Desde el río Pitarque se trajo un canal de 5 m de ancho para que el agua empujara con fuerza las amplias palas de la rueda. 
            Por causas que se desconocen la fábrica de papel fue a parar a manos de la familia Bonet de Villarluengo que la convirtió en una fábrica de textil, con el tendido eléctrico, el primero que hubo en la provincia tras el de la capital.
Smartphone de la época.
        Sobre el año 1870 venden la fábrica a la familia Artola de Villarluengo, los nuevos propietarios adquieren nueva maquinaria llegando hasta 46 telares, utilizando lana de las abundantes ovejas de la comarca, lo que produjo la ampliación de las instalaciones creando dos nuevas fábricas. Para lavar la lana se instalaron los modernos lavaderos de Casa Turú de Sabadell, que supusieron para aquellos tiempos una fortuna.
      Con nuevas instalaciones nacieron las fábricas de Arriba y Abajo, llamándose la antigua, la de Enmedio. Al caer en desuso las fajas, se empezó a trabajar en lona para costales o talegas, alforjas y finalmente en tejidos e hilos, requiriendo de una nueva renovación de la maquinaria
          Se cerró, definitivamente, en el año 1958. Hoy en día en la fábrica de "Arriba" se construyó una piscifactoría, en la fábrica de 'Enmedio' se levantó con los mismos edificios un hostal, la fábrica de "Abajo" está igual que cuando se cerró.
Pitarque.
        Con los deberes matutinos cumplidos, nos trasladamos a Pitarque, lugar en el que comenzaremos a caminar.
       Aunque esta población es, sobre todo, conocida por la ruta que vamos a recorrer, no podemos pasar por alto su magnífica arquitectura popular, tanto la civil como la religiosa. De ambas destacan la casona del siglo XVII en la calle baja y  la iglesia parroquial de Santa María la Mayor del XIX.
           Atravesamos las calles de la población para recorrer la orilla izquierda del río Pitarque cuyo verdadero nacimiento se encuentra realmente en el término de Fortanete, pero su pequeño caudal desaparece nada más nacer para volver a aflorar en Pitarque de forma caudalosa.
Peñarrubia.
        En su recorrido ha ido labrando un cañón fluvial de grandes paredes verticales que constituyen refugio para el buitre leonado, águila real, aguililla calzada, alimoche y halcón peregrino, entre otras aves. El río Pitarque conforma un ambiente fluvial en el que se alternan profundas pozas de aguas cristalinas y pequeños saltos de agua. 
          El camino es corto, nada más dejar las calles de Pitarque ya se adivina, al fondo, la hoz protegida por dos importantes paredes que vemos, en el sentido de nuestra marcha, a la izquierda la de Peñarrubia y a la derecha la Peña de la Virgen, importante refugio de los buitres que sobrevuelan nuestras cabezas.
En la ermita.
            Nos detenemos en la ermita de la Virgen de la Peña que, aunque cerrada, conseguimos fotografiar su interior. En su portada de mampostería nos  hacemos la clásica foto de grupo.
        Un poco más adelante, encontramos lo que fue una central hidroeléctrica, abandonada en la actualidad, aunque se están realizando estudios para su posible recuperación como tal. Nos llama la atención un par de garitas que, según me explica Pepe Navarro, ilustre pluma que fue de Esbarre, servían de vigilancia contra el ataque de los maquis.


Central hidroeléctrica.
           Dejamos la central y, camina que te camina, en la senda observamos uno de los “edificios travertínicos” de diferente antigüedad que existen en esta zona. El travertino es un tipo de roca porosa, de baja densidad, que se forma por la precipitación de los carbonatos que van disueltos en las aguas. Este fenómeno tiene lugar en las zonas donde emergen fuentes o donde aparecen pequeñas cascadas. Con las turbulencias que se crean, el agua se oxigena y se producen perdidas de CO2 , lo que activa la citada precipitación. Es habitual que la precipitación se produzca sobre la vegetación, en especial sobre musgos que se van fosilizando.
Travertino.
Con Maite, sobre la cueva
          Más adelante nos asomamos a una cueva que ejerce funciones de "urine paper", o sea que "mejor no entrar". Sobre ella (la cueva), la cosa cambia: un mirador natural desde el que vemos la Peñarrubia nos muestra sus caprichos y adivinamos el paraje al que nos dirigimos.
           A partir de aquí el agua pasa a protagonizar el mayor espectáculo de la jornada. Aunque como ya he comentado, a pesar de no ser este el lugar real de su nacimiento, mires hacia donde mires cualquier poro de la roca mana agua, aportando, gota a gota, el caudal necesario para que cascadas, chimeneas, grietas, manantiales engrandezcan ese elemento que en tantos lugares de la tierra escasea y que tan poco valoramos quienes disfrutamos de su presencia.
Maite y Asun, en la aparición acuática.

Bravura.
       Es aquí, donde el río pasa como la vida misma, va deprisa, aunque algunos se empeñen en obstaculizar su curso, sigue su camino, igual que lo hace el caminante en pos de su destino.             Nosotros lo contemplamos y disfrutamos de este mágico entorno como niños ante su primer juguete.
        Pero hay que volver y no hay más camino de vuelta que el de ida. Los unos antes y los otros después, aparecemos en la plaza de Pitarque sentados en la terraza del bar con una buena cerveza que, aunque no la hemos sudados es costumbre y saludable, ingerir un trago de tan preciado reconstituyente.
Iglesia de Villarluengo.
      Una vez bebidos, aseados, perfumados y debidamente alojados en el autobús nos desplazamos al cercano Villarluengo en donde celebraremos el 5º aniversario. del grupo de Nordic Walking.
Camino de la fonda, pasamos por la plaza del Ayuntamiento en la que, lógicamente, se encuentra la casa consistorial. Alrededor se ven algunas buenas casonas. observamos, también, el exterior de la iglesia de la Asunción cuya portada es jalonada por dos torres. Lástima, la placa preconstitucional que cuelga en su fachada.
¡Felicidades!
    Pero el monumento que buscamos se encuentra más abajo, la Fonda Josefina nos tiene preparadas las mesas en las que nos servirá unos buenos platos de garbanzos y un jugosos asado de cordero que las curvas de la carretera se encargará de agitar a la vuelta.
        De momento, estamos a gusto aquí, el chef de la manada, Fernando Morata, nos obsequia con una braga (de cuello ¡eh!) a cada uno, conmemorativa de la celebración a la que asistimos. Y, para terminar de "enredarla", hay quien cumple años mañana y nos invita a un trago de cava. Felicidades Pilar.
En el Balcón de los Forasteros.
         Antes de volver nos acercamos al Balcón de los Forasteros, desde el que se admira el cortado en el que termina el pueblo, asentado en una montaña rocosa. A la izquierda, abajo, está la unión de los ríos Cañada y Palomita, que más adelante, siguiendo el curso del río, desemboca en el Guadalope. Se pueden ver los bancales con sus respectivas paredes que, antiguamente, eran huertas sembradas y cuidadas. También el camino que los habitantes hacían para ir a la otra parte de la montaña. Dicen que, en este lugar, durante la celebración de las vaquillas, un forastero, perseguido por una vaquilla saltó y se agarró a las piedras, el animal, la vaca, que le perseguía cayó por el balcón. O sea, que el rumor de que por allí tiran a los forasteros, no es cierto (creo).
         Cuando llevamos doscientas curvas (más o menos el 10 % de las que nos quedan), el autobús se detiene a la altura de los Órganos de Montoro para que disfrutemos de esa maravilla de la naturaleza. Tanto nos implicamos en el lugar, que creemos oír que de entre sus tubos emana un sonido catedralicio, y despertamos con la Tocata y Fuga de Bach, o sea que, de nuevo, subimos al vehículo que no dejaremos hasta la mismísima Puerta del Carmen, que con tanto entusiasmo defendió el pueblo zaragozano.
         Hoy no he contado hazañas de grandes gestas y picos tomados, tampoco de grandes distancias recorridas, ni relato de nieves, ni hielos, ni de sudores y dolores, hoy han sido los elementos que se conjugan en nuestro planeta: la tierra que han sentido cada uno de nuestros pasos, el aire que nuestros pulmones han respirado, el agua, cuyo sonido ha acompañado la ida y vuelta de los que hemos asistido a ese milagro de la naturaleza y, finalmente, ¿el fuego?, sí, el fuego no solo ha sido parte fundamental para la elaboración del cocido, sino que hay otro tipo de fuego que lo aporta la gente con la que participas en eventos como estos y en esta ocasión, tenemos que dar las gracias de que nos inviten a participar de sus actividades y, de paso felicitar al grupo de Nordic Walking CAI en su "V Aniversario"
¡Felicidades!
Hasta pronto

MIS CLICS

Aquí están las Fotografías

Aquí, un Video. Sientate y disfrutalo.




lunes, 4 de abril de 2016

EL HUMO DE MURO- MURO DE RODA- RÍO DE LA NATA

Día 2 de Abril de 2016
        Parte el ejército sureño, sí, sureño porque tiene su sede en el sur de la inmortal Salduie, digo que parte este ejército de cuarenta y ocho soldados (¿y soldadas?) rumbo a tierras del Sobrarbe a conquistar alguna fortificación que se precie de inexpugnable y desconozca la capacidad combativa de las mozas y mozos de Stadium Casablanca.
La Fueva.
        Parada corta, pero suficiente, en El Grado para desayunar, desalojar materia sobrante y saludarnos quienes no hemos tenido la ocasión de hacerlo en el viaje.
       Camino del norte, el embalse del Grado nos enseña la edificación que a mí, lo confieso, más me recuerda a la imagen que tengo de "Alcatraz" que a un monumento religioso propio de órdenes "muy ordenadas".
       En Mesón de Ligüerre, el carro que nos transporta, gira en dirección a tierras de La Fueva, hemos de comenzar el ataque en El Humo de Muro.

Peña Montañesa.
       Parece ser que Fueva viene del latín "fovêa" (depresión, cubeta...) y viendo esta tierra desde lo alto, no me sorprende tal denominación. Rodeada de varias montañas prepirenaicas mantiene la frescura propia de las hoyas altoaragonesas. La rodean el macizo de Peña Montañesa y Sierra Ferrera y otras menores como las de Campanuel, Formigales, Trillo y Calmosa. La Fueva, vierte sus lágrimas hacia el río La Nata, lugar en el que aterrizaremos hoy tras descubrir los secretos de esta tierra que lucha entre las comarcas del Sobrarbe y la Ribagorza.
   Pero no hay aterrizaje sin despegue y, como decía, lo hacemos en El Humo de Muro.
El Humo de Muro.
      Recientemente observamos esta pequeña aldea desde lo alto de la GR-1 en su paso por la margen izquierda del barranco de La Usía y, efectivamente, en Humo, más que su historia, destaca alguna casa como la de Clavería, edificación fortificada del siglo XVI que alberga hoy un restaurante.
     Esta es una ruta que para algunos nos sirve de recordatorio, cinco años atrás tuvimos el placer de recorrerla con los amigos de Esbarre en una, también, estupenda, mañana de Marzo.

 
La Fueva y El Turbón.
  Comenzamos a caminar, tomando la senda que parte de la entrada a la aldea, en dirección norte.    
       Tenemos una buena mañana en esta primavera inviernal precedida del invierno primaveral.       Los combatientes avanzamos con buen humor, vamos ganando, poco a poco, altura y se nos van abriendo las lentes oculares. Bajo nuestros pies observamos la fértil tierra de La Fueva, que la mies tiñe de verde. Al fondo, al este, nos contempla, majestuoso, empequeñeciendo todo lo que lo rodea, la impresionante mole del Turbón, ese sí, ese muestra la blancura propia de la nieve que ha pintado sus faldas.
Con Lola & Luis en Fumanal.
         El calor se va apropiando de la mañana, hay que ponerse frescos y frescas (casi todos) y lo hacemos en Fumanal, encantador núcleo compuesto de dos viviendas de gran interés, sobre todo la de Casa Don Cosme, casona de origen infanzón por lo que gozaba de muchos privilegios desde la Edad Media hasta principios del siglo XIX que llegó la abolición de la infanzonía. Perteneciente a la familia Fumanal, ha conseguido mantener vivo el apellido hasta nuestros días. Casa Cosculluela la otra vivienda, pese a no tener el mismo realengo era también una casa importante.


¿Quién mueve el molino?
    No conocieron nunca la luz eléctrica en las casas pero si el agua corriente que canalizaron de una fuente que había por encima de las casas, aunque solo Casa Don Cosme gozó de ese bienestar pues en la otra casa, presintiendo su cercana marcha, no quisieron meterse en obras.
      Quedan, también, los restos del molino de aceite, adonde acudían de todas las aldeas de Muro y de La Fueva, de la que alguien del grupo intenta mover su muela...¡no lo consiguen!.
      En el año 1965 se cerró Casa Cosculluela marchándose sus propietarios a Monzón, y tres años más tarde en el año 1968, echaron la llave a la puerta de la otra casa, Ángel Fumanal y su mujer Elisa (originaria de la poderosa Casa Mur de Luján). Como bien relata Ángel Fumanal:
Escudo de Casa Fumanal.
"A pesar de haber incorporado maquinaria agrícola para las labores del campo, la vida se hacía muy dura en Fumanal, los de Cosculluela ya se habían marchado y solo quedábamos nosotros. Yo veía que mis hermanos se habían marchado años atrás a Zaragoza e iban prosperando y yo con tener todas las propiedades de la casa me tocaba trabajar muy duro para salir adelante, mi mujer estaba más remisa a marchar pero yo ya no lo pensé más y nos fuimos a Zaragoza donde trabajé un taxi hasta la jubilación".
      Un rústico cercado recoge algunos ejemplares de ganado cabrío, de cuyos ejemplares, tras fotografiarlos, nos despedimos, queda camino por recorrer y no es caso de entablar nuevas relaciones.
Ermita de San Bartolomé.
          La senda, se convierte en pista que gira serpenteando bruscamente hacia el oeste y hacia el cielo. Son doscientos metros de desnivel que, unidos al calor, hacen sudar a estas aguerridas (y aguerridos, faltaría más) gentes del sur.
       Ante de atacar el objetivo clave de hoy, algunos nos acercamps a visitar la ermita de San Bartolomé (otros lo harán posteriormente).
          La ermita de San Bartolomé, primero fue una iglesia románica, levantada a mediados del siglo XI y reformada en numerosas ocasiones en los siglos posteriores. Esta ermita es una de las más antiguas de toda la comarca y aquí celebraban los antiguos vecinos de todo el antiguo municipio de Muro de Roda la fiesta mayor, el 24 de agosto, día de San Bartolomé. Adosados a la ermita encontramos un claustro del siglo XVI y un edificio que fue sede del ayuntamiento, escuela y casa del maestro.
Nave de San Bartolomé.
Allí asoma Muro de Roda.
       Ya solo quedan doscientos metros de distancia para la hazaña del día: "la conquista de Muro de Roda por parte de las tropas sureñas". No hay resistencia, la puerta principal se encuentra abierta de par en par, por la que entramos, ya que se encuentra totalmente carente de defensa.
        Estamos a poco más de mil metros de altura, en la sierra de Gerbe, entre el valle del Cinca y La Fueva, cuando entramos en este conjunto religioso-militar fortificado, que destaca entre los despoblados aragoneses por su situación y su historia; un punto de especial interés cultural y paisajístico de los muchos que nos regala la comarca de Sobrarbe.
Exterior del recinto.
       Al tratarse de un punto estratégico en la defensa de sus territorios y en sus campañas de conquista de Sobrarbe y Ribagorza, Sancho III el Mayor estableció una fortaleza hacia 1017.
       Conocido en sus inicios como Muro Mayor debido a esa importancia, en el siglo XII dejó de ser una posesión real y fue cedido al obispado de Roda de Isábena, por lo que el topónimo que ha llegado hasta nuestros días es el de Muro de Roda. El lugar permite la comunicación visual con otros castillos de la zona como Aínsa, Samitier, Morillo de Moclús o Troncedo.


Iglesia de Sta. Mª de la Asunción.
           Al traspasar su puerta nos da la sensación de sumergirnos en otra época. El lugar estuvo habitado hasta mediados del siglo XX. Este acceso se sitúa bajo un arco de medio punto y está protegido por la elevada torre almenada que se levanta sobre el ábside sur de la iglesia de Santa María de la Asunción, en el extremo norte de la fortificación. Los propios límites del templo se continúan con el lienzo exterior del muro, donde destacan los tres ábsides y las criptas. El altar está característicamente elevado, y se sube a él con seis escalones que también sirven como acceso a dos ábsides laterales.
Interior de la Iglesia.
         El campanario, completado en el siglo XVIII, tenía funciones religiosas y defensivas. De la primitiva torre románica solo queda el arranque conservado por delante de los ábsides central y meridional. Las reformas posteriores hicieron desaparecer los vestigios de las naves originales, siendo sustituida en el XVI por la amplia “nave-salón” más acorde con los gustos renacentistas, con coro alto a los pies y decorada con pinturas de un peculiar estilo entre ingenuo y multicolor como los que se encuentran en muchos templos del Sobrarbe.


La humilde Sta. Bárbara.
        Antes de abandonar el recinto, algunos nos acercamos al extremo sur, en él, cerrando el recinto, encontramos la ermita de Santa Bárbara, que sufrió una importante reconstrucción en la reciente restauración porque se encontraba casi en ruina. Se trata de una construcción en mampostería, planta rectangular de una sola nave con doble cabecera recta orientada al SE, crucero y puerta a los pies en arco de medio punto. Por su situación, supuso un bastión importante en la defensa del conjunto.
      Me asomo al muro sur, a echar un último vistazo a La Fueva.

Con Maite, tras la conquista.
       Ha sido, la de Muro de Roda, un gran conquista pues no solo hemos descubierto este impresionante conjunto, no solo hemos repuesto fuerzas, sino que también, desde su reconstruida muralla hemos contemplado cómo el embalse de Mediano se encuentra en su mejor forma; cómo, a lo lejos, el Tozal de Guara mantiene su cara blanca; cómo el Turbón muestra su fuerte carácter en tierras del Sobrarbe; cómo, al norte, Las Tres Marías asoman bajo las nubes que esconden a sus hermanas mayores Las Tres Sorores.
Al fondo, el Tozal de Guara.
Frente a la Peña Montañesa, que la tenemos casi al alcance de la mano, Castillo Mayor (2014 m.) nos muestra toda su alta cuenca. Vamos, que abandonamos el lugar como si esta imaginaria gesta se hubiera producido en realidad. Además, en una Hispania sin gobierno soñar no cuesta nada.
          Durante un par de kilómetros volvemos sobre nuestros pasos para retomar la pista que habíamos dejado y seguir caminando por ella un rato hasta que nos desviamos por uno de los múltiples ramales de la GR-1.



Todos pasamos.
       En fila de a uno, pasamos junto al pequeño y abandonado núcleo de La Corona (nada que ver con las dos que sustentan nuestra "admirada monarquía"). Los que repetimos, recordamos que fue este, el lugar elegido por Esbarre para comer, pero con los de Casablanca "tenemos reservas para rato en nuestro buche".
      Tan solo un paso en un cortado en el que la senda se encuentra algo descarnada, pone alguna dificultad en este cómodo trayecto.
    El calor, los kilómetros recorridos y alguna "cuestecica" van haciendo mella en algunas caras, no así en la hija del "mudo de Calamocha" que, junto con la madre,  se estrena en estas lides y que lleva todo el camino de heredar las actitudes parlantes de su padre.
Barrio Alto de Griébal.
         Tras curva y contracurva, por la ladera de la sierra de Gerbe se adivinan las primeras casas del Barrio Alto que dejamos a la izquierda para detenernos, por un momento, en el pueblo de Griébal, otro de los pueblos deshabitados situados dentro de los límites de Sobrarbe. Está situado en una terraza de la ladera suroeste de la sierra de Gerbe, sobre el río de La Nata.
        Fue un pueblo muy importante en la Edad Media, los primeros documentos en donde aparece citado corresponden al siglo X.
        Hay gente que cree que en Griébal pudo estar escondido el Santo Grial, si a Griébal le quitas las dos letras centrales EB, se queda en Grial. - ¡Lo que da de sí esta copa! -.
Griébal.
           A pesar de que lleva muchas décadas sin gente viviendo de manera fija, actualmente Griébal es utilizado como campamento juvenil por grupos de jóvenes scout, los cuales lo han recuperado estos últimos años casi en su totalidad. En el 2011, la Confederación Hidrográfica del Ebro los desalojó tras un incendio, ¿motivo?. ¡quien sabe!.
           Fue un lugar de seis casas, que estaban divididas, como he dicho, en dos pequeños barrios. De entre las viviendas destaca casa Custodio. Es una gran casona de tres plantas con un hermoso porche que recorre toda la fachada principal.
Al fondo, el torreón.
          Otro edificio de interés es la iglesia parroquial de San Vicente, del siglo XVIII, situada en el centro del núcleo. Es un edificio de una nave cubierta por bóveda de lunetos con cabecera recta orientada al este y dos capillas a cada lado. A día de hoy, cerrando los ojos ante el material de construcción que la rodea, tras su restauración presenta un aspecto magnífico.
         También merecen ser citados un torreón de planta circular con cinco aspilleras en su parte superior que encontramos cerca de la iglesia, y también el crucero, situado a la entrada del núcleo.
¡No comment!
        A partir de este momento, el camino continúa por un fuerte descenso en el que un par de motos de cross que transitan por esta estrecha senda, deben detenerse para que pasemos los de "a pie". Dejando al margen de si es o no legal que estas máquinas recorran estas sierras en las que, no solo recorremos y tratamos de respetar los senderistas, sino que también albergan una fauna y flora no muy receptiva al ruido y humos que provocan estas máquinas, debería ser el sentido común quien enseñara otros caminos a estos individuos. Creo que estos dos pájaros, tienen mucho sentido, a ver si, un día de estos, lo usan.
Vadeando el río La Nata.
      Con las tabas más doloridas que las espaldas de los costaleros procesionales y los pies más calientes que los traseros de los moteros, vadeamos el río de La Nata, cada cual como puede: algunos lo hacemos con las botas puestas, otros descalzos, los más disciplinados han traído el calzado recomendado por "la jefa"; hay quien corre tras una chancla que el agua arrastra consigo. ¡Vamos!, todo un espectáculo que me encargo de inmortalizar para la posteridad.
         En la otra margen, el autobús, con gran puntualidad, espera que lo abordemos para trasladarnos, de nuevo, a El Grado y, esta vez sí, recuperar fuerzas e hidratar nuestros cuerpos con esa maravilla de caldo de cebada que, hace muchos siglos, algún iluminado del antiguo Egipto tuvo la grandeza de descubrir.
           Con las torres del Pilar al fondo, "la jefa" Caco, toma el micrófono para agradecer a todas (y todos, ¡leches!) que nos hayamos portado bien, que somos buenos chicos (y chicas, ¡leches!) y que las próximas salidas están en el aire, lo tardío de las nevadas dificultan el cumplimiento estricto del calendario programado.
           Pero no importa, cualquier senda, cualquier barranco, cualquier cima..., con gente como esta...
...hasta pronto.


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DATOS TÉCNICOS:
Recorrido.

Perfil:
Distancia, 16,1 Km.
Desnivel acumulado de ascenso, 619 m.
Desnivel acumulado de descenso, 681 m.