martes, 18 de octubre de 2016

LA PARDINA DEL SEÑOR

Día 15 de Octubre de 2016
     Hoy tocamos tierra, dejamos las alturas para otra ocasión y nos vamos a realizar una ruta eminentemente senderista por uno de esos mágicos bosques que en sus entrañas alojan algunos personajes fantásticos como las hadas, ninfas, ents, driadas...
      Se trata de un camino promocionado recientemente y que nos demuestra que no solo de las escopetas vive el mundo rural, a los caminantes también se nos cae algo de calderilla por estas tierras, además, aunque con algunas excepciones, somos bastante respetuosos con el medio en que nos movemos.
Verde otoño.     
      Pues vamos allá: los de Esbarre, como todos los años para estas fechas, nos han preparado la clásica salida con el fin de que las cámaras capturen el colorido que el Otoño nos brinda.         Y créanme, lo han programado con toda su buena voluntad, pero la climatología de este singular 2016 ha colocado la naturaleza al mismo nivel que el gobierno español, o sea,  que el bosque se resiste a dejar el poder y los "escaños" del haya, roble, álamo, avellanos, etc. se resisten a cambiar de color.
Asoman las primeras nieves.
     Pero no importa, pues recorrer este espectacular bosque en compañía de estas gentes es gratificante y, así pues, en esta madrugada de luna llena, arrancamos camino de Fanlo, ilustre villa de la que ya di cuenta en la pasada primavera, concretamente en este enlace.
       Como siempre que acudimos a esas latitudes hacemos un alto en Fiscal, el establecimiento que nos acoge tiene en nosotros fieles clientes.
      En Sarvisé, el autobús se desvía por una serpenteante carretera, los desayunos ingeridos se agitan más que Donald Trump en los debates electorales de "yankilandia".
       Mondarruego y Las Cutas ya se van vistiendo de blanco y es que, pese a que el tiempo es más seco y templado de lo habitual, hay una cosa ineludible: vamos camino del invierno
Barranco Borrué.
       Comenzamos a caminar desde el cruce que da acceso a Fanlo, los primeros setecientos metros los recorremos por la carretera hasta que una bien marcada senda nos adentra por un camino que desciende en varias lazadas hasta el barranco Borrué, una de las arterias hidrológicas que amamantan el Río Chate.
      La lluvia que ha caído estos últimos días y que hacen que el suelo se halle resbaladizo, no apaciguan la sed que la naturaleza necesita.
Quitameriendas.
       Cruzado el barranco en el punto en que confluye con el Lana, iniciamos uno de los muchos "sube y baja" de la jornada. En esta ocasión remontamos la ladera meridional del Pueyo de Ballarín.
        Crecen en esta zona grandes robles, alguno de ellos de proporciones respetables, acompañados de buenos ejemplares de pinos. En el suelo, una flor con sus pétalos todavía cerrados, embellece la alfombra de la senda: se trata del quitameriendas (azafrán silvestre).
        Una ligera subida que comienza a probar la resistencia de los no habituales nos coloca en el lugar denominado La Cruceta. Ahora, el camino transita por un llano en el que el sol penetra entre la vegetación, cosa que anima a despojarse de alguna de las prendas que la fría mañana ha obligado a llevar.
La Pardina de Ballarín.
Ruinas.
        No tardamos en alcanzar la Pardina de Ballarín, una de tantas que se hallan en terreno altoaragonés, de gran importancia en sus días y de las que hoy solo quedan algunas ruinas. Entre sus piedras, se encuentra lo que fue su iglesia románica, que descubrimos al observar alguno de los arcos ciegos que se ubican en lo que queda del viejo ábside.
         Este lugar del que emana parte de la historia de nuestra tierra, sirve para realizar un pequeño descanso, pues como dice una frase más o menos montañera: "la pausa es parte del camino".
Verde hayedo.
       He dicho "pausa", o sea que continuamos la marcha. Ahora cruzamos otro de los barranco, el de Pueyo, con tan poco caudal que el resto.
       Aparecen las hayas, eso sí, con las hojas de un color más propio de la primavera que de este suave otoño. Se aprecia la magnitud de algún ejemplar que debió salvarse de antiguas talas.
     Barranco tras barranco, "senda p´arriba" "senda p´abajo", poco a poco, vamos dejando atrás las tierras del Señor Ballarín y adentrándonos en otro bosque en los que el quejigo y el roble, ambos ellos adornados de boj, pasan a ser los protagonistas de nuestra marcha.
"Fuerte como un roble"
Fuente de Preguntería.
     Como he dicho, estos ejemplares conservan intactos su follaje por lo que en algún tramo, la luz penetra con dificultad, concretamente al paso por la seca Fuente Preguntería, que cercana al caserío de Viñes debió de llenar más de un cántaro en sus días.
         Algunos muros de piedra seca que jalonan el camino, se encargan de resistir el peso de las tierras que sustentan. Es la huella del  hombre que, en este caso, se ve reflejada, también, en la presencia de las Bordas de San Esteban.

¡Agua!
      Un par más de barrancos, estos con un hilo de agua. El primero el de Lecina y el siguiente el del Baño en cuyo paso, una losa húmeda da con los huesos del más alto de los "esbarristas" en el suelo. Afortunadamente "el chaval" sale ileso de tan desafortunada caída.
       Ahora es el abeto el ejemplar que domina el paisaje de este bosque. Y es que, tan variado paisaje hubiera llenado ese cuadro en los que los colores verdes, amarillos, rojos... luchan por dominar el paisaje otoñal del Pirineo, pero en este año habrá que esperar para disfrutar de tan singular espectáculo.
         Unas rústicas escaleras nos dejan en una pista en la que esperamos a los últimos con el fin de reagruparnos, asaltar la villa de Buesa, y hacernos con el poder (gastronómico).
Iglesia de Buesa.
      Esta población, que no conocía, conserva en sus calles ese ambiente de lo que fue en el pasado a través de su arquitectura, propia de los pueblos pirenaicos.
        Pasamos ante su iglesia, la de S. Juan bautista,  del siglo XVI con un par de naves separadas por un arco y una torre de dos cuerpos con arpillera. Conserva, también, un crismón románico y algunas pinturas populares que no veremos por estar cerrada. Por las chapas que cubren parte del tejado se adivina que ha debido de tener goteras y poco presupuesto. En su entrada, como suele ocurrir con frecuencia, se halla el "campo santo".
Casa en Buesa.
Esperando el ganado.
      Algunas casas, sobre las que asoman interesantes chimeneas, conservan su arquitectura tradicional cuyas ventanas, portadas, escudos y viejos corrales, testifican el pasado de esta villa.
       En una de esas casas en las que se encuentra un establecimiento hostelero nos sirven, y damos buena cuenta de ello, un montón de entrantes previos a unos chuletones de ternera del Valle de Broto, o al menos eso nos afirman, pero lo cierto es que, de esos pobres animales, no han quedado más que los huesos.
      El autobús que regresa con alegría, nos devuelve a Zaragoza, la ciudad permanece en fiestas, queda terminarlas, y habrá que disfrutar de ellas porque en esta bendita tierra, aunque les pese a algunos, la calle es de sus gentes y, leches, ¡la vamos a tomar!.

"Aprovechamos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha". 
(M. Benedetti)
Hasta pronto.

Los clics de hoy.






Datos técnicos.
Recorrido
Perfil.
Distancia: 16,1 Km.
Desnivel acumulado positivo: 606 m.
Desnivel acumulado negativo: 842 m.

miércoles, 12 de octubre de 2016

PICO PERDIGUERO



       Son vísperas de la fiesta mayor de Zaragoza. Sentados, caña en mano en la terraza del Calibo, sin ningún proyecto "in mente", comentamos:
-¿Qué hacemos "pal Pilar"
-¿habrá mucha gente?
-¿vamos al pregón?
-anuncian buen tiempo, ¿y si nos vamos "pal monte?
-¡hala pues! pero que sea ¡bien alto!.
Ibón Blanco de Literola y Perdiguero.
       Y nada, como los últimos años para estas fechas, Piedad, José Antonio, Maite y un servidor, nos vamos a subir un tresmil, esta vez camino de la Escuela de Montaña de Benasque, a pasar la noche y madrugar para ascender al Pico Perdiguero, ya subido por alguno de nosotros que, desmemoriados, habíamos olvidado de su dureza.
        Sábado, camino de Benás, una paradita comercial en Huesca y otra gastronómica en Graus con el fin de degustar su afamada longaniza acompañada de unos "güenos güevos".
        La tarde la ocupamos en tomar posesión de las literas y dar un garbeo por Anciles, precioso pueblo en el que reina la paz. 
Anciles-
      Allí no se oye nada, no hay coches, ni apenas vecinos por las calles. No hay tiendas, ni bares. Sólo un restaurante, paz y tranquilidad al pie de las altas montañas que lo rodean, entre verdes prados y huertos con rojas manzanas.
      Este pequeño pueblo, de tan solo 160 habitantes, acoge algunas de las más bonitas casas solariegas del valle de Benasque, la mayoría de ellas construidas entre los siglos XVI y XVIII.
       La iglesia, de origen románico, ocupa uno de los edificios más céntricos y está totalmente integrada en el pueblo, ya que se accede a ella a través de una pequeña plaza que también da paso a otras viviendas.
        Volvemos a la Escuela de Montaña, apetitosa cena y... a dormir que mañana madrugaremos, pues la marcha es larga y bastante "empinada".

Día 9 de Octubre de 2016
De subida.
       A las seis suena el despertador, nos quitamos las legañas y bajamos a desayunar para, pronto, desplazarnos hasta el puente de Literola (1600 m.) y comenzar la dura jornada.
       La senda comienza marcando una diagonal que arranca desde la carretera de Llanos del Hospital, y que atacamos con los frontales alumbrando el camino.
     Como cuatro luciérnagas caminamos por la oscuridad del valle de Literola. La primera parte lo hacemos por un bosque de abetos que adivinamos a ver con la luz de nuestras linternas, aunque pronto lo abandonamos y el prado se abre ante nosotros y ante la mañana que ya alborea a nuestras espaldas.
     El amarillo que este seco año ha pintado el pasto aparece teñido de blanco por la rosada de la fría madrugada.
Fotografiando Cregüeña, la foto...
      A paso firme vamos ganado altura, tras nosotros aparecen algunos lugares de grato recuerdo y que Pepe Navarro tan bien describió en esta crónica. Me refiero a la zona de Cregüeña y Aragüels en la que algunos estrenábamos metros y nieto, sí, un preciosos nieto y...
         Aparece el sol, es momento de realizar una breve parada a despojarnos de las prendas de abrigo que nos han protegido del frío, desde ahora el tiempo va a portarse bien con estos "jóvenes".
Al fondo asoma él.
         Ya andamos por la cota 2000, los llanos del Forcallo son el único punto en el que el suelo pinta verde, a nuestra izquierda arranca el sendero que, cruzando las inexistentes aguas del río Literola, pasa por la cabaña de Ubago. Ya recorrimos en una ocasión esa senda, camino del Pico Estós. 
        Recuerdo que en la anterior ocasión que subimos al Perdiguero, año 2007, las aguas del río formaban una cascada en la cota 2200, hoy es tan solo una piedra que nos muestra su seco semblante.
        Poco más adelante, otro esbarre (desvío). A la derecha sale el que sube por la margen izquierda del Literola y que utilizaremos en la bajada, nosotros seguimos el de la derecha, hemos decidido tomar la vía que atraviesa la margen del Ibonet de Literola (2480 m.), encajonado entre caprichosas paredes de granito y que alguna de ellas deberemos atravesar para abandonar este bello rincón.
Llegando al Ibonet de Literola.
Hay que seguir hacia el collado
        Unas fotos y "p´arriba", queda mucho trecho que subir y la luz del día va acortando.
       Buscamos la vía que tomar y que los hitos nos señalan a la derecha (izda. nuestra) del encajonado río.
         Si los ibones, río, prados, etc., han sido los protagonistas, ahora los bloques de granito pasan a ocupar el primer lugar en nuestro camino. Una fuerte subida nos lleva hasta el Collado Ubago (2700 m.).
          Es el primer punto en el que divisamos el imponente Valle de Estós con el Posets (3375 m.) (el del Pilar 2015) coronando tan bello espectáculo. Este collado separa el Perdigueret (2808 m.) y nuestro objetivo. Conviene tomar algún alimento, nos queda bastante trecho y el camino que hemos de recorrer no en nada compasivo con nosotros.
Reponiendo en el collado, delante del Perdigueret.
Ibón Blanco de Literola.
      Entre piedras y algunos mojones seguimos ascendiendo lentamente. Recuerdo que ya no somos unos chavales.
      El GPS nos coloca doscientos metros por encima el Ibón Blanco de Literola que descansa en un espectacular circo sobre el que resisten algunos pequeños lagos de lo que queda del glaciar de Literola.
     Una mirada hacia arriba, el camino que nos queda por subir lo describe acertadamente Maurice Gourdon en su obra , “Au pays de Luchón” como “bloques de granito de todas las dimensiones, encajados en el más caprichoso desorden”. José Antonio (el de Jaulín) tiene otra teoría, está convencido de que todas estas piedras fueron "las que sobraron cuando hicieron el Perdiguero". Hay, también, quien piensa que "si se quitaran todas las piedras desaparecería el Perdiguero" y yo me permito añadir que entonces sería cuando aparecería una cámara fotográfica con un reportaje de lo que hasta este punto se había capturado con ella. Sí señores, en una de estas, mi vieja Kodak se ha escapado de su funda y, entre piedras, he oído como iba cayendo entre los huecos que los bloques dejan entre sí. Lógicamente, las fotos que aquí expongo y otras que se pueden ver en este enlace, son en su mayoría de José Antonio (el de Jaulín) y del "móvil".
Así es el Perdiguero.
Ya queda menos.
      Y allá que vamos, piedra a piedra, roca a roca, metro a metro, manos y más manos, alcanzamos el Hito Este del Perdiguero (3170 m.), el frescor propio de esta altura nos aconseja taparnos un poco.
    A partir de este momento, caminamos por una espectacular cresta con el circo de Literola a nuestra derecha y "bien abajo" que está, pues asomarse sobre las paredes de unos cuatrocientos metros que tenemos a nuestros pies no es aconsejable para quienes sufren de vértigo. A nuestra izquierda es el Valle de Estós y, sobre él, el Posets que ahora se encuentra con una nube "de algodón" cubriéndolo.
       Dura subida que, afortunadamente, el de Jaulín la hace llevadera con sus bromas:
-"Con finura y esmero se sube el Perdiguero"
-"Dios mío, dios mío, en casa el sofá vacío".
Sin palabras.
José Antonio...en su línea.
Ya llegamos...
...ya se ve la cima.
       Pero hasta alcanzar nuestro destino hay que salvar algún que otro obstáculo (piedras y más piedras), incluso en algún momento utilizar las manos para salvar los pocos metros que nos quedan para hacer cumbre en el Pico Perdiguero de 3222 metros.    Aquí coincidimos con algunos (pocos) jóvenes con los que intercambiamos impresiones y cámaras.
          Unos dicen que el nombre de este pico le viene de que en algún momento había perdices, otros cuentan que es por el tema de "las piedras"; amigos míos, puedo confirmar y confirmo que "perdices no se ve ninguna, pero piedras..."
         Es entre los macizos del Posets y las Maladetas, como queriendo ser atrapada por ambos, donde emerge esta impresionante montaña, cuya cima te transporta, metafóricamente hablando, a otros planetas.
En la cumbre del Perdiguero.
Lac du Portillón.
     Tenemos al Norte, ya en tierras francesas, debajo de nosotros, el Lac Portillón y su refugio. Más allá, las nubes escoden el Lac Glace o d´Oô.
       Hacia el Este, lo descrito y toda la cresta que comienza aquí y alcanza el Gourgs Blancs.
       El Sur lo dominan las gigantes cumbres del Pirineo presididas por la más alta de ellas, el Aneto (3404 m.).
       En el NO, los blancos lagos, que dejan huella de su origen glaciar, y, sobre ellos, la arista del Crabioules. Un mar de nubes cubre los valles galos.
         En el SE, por encima del Ibón Blanco de Literola, observamos otra de las rutas para alcanzar este punto: el Portal de Remuñé.
Restos del Glaciar de Literola.
Glaciar del Portillón.
Zona de Remuñé.
      Describir el paisaje que regalan tan altos miradores es más o menos factible, pero hacerlo con lo que los sentidos perciben...¡imposible!.
        Con este imponente escenario sacamos el condumio y damos cuenta de él, eso sí, rápidamente pues está comenzando a hacer frío y queda bajar.
       Iniciamos el descenso en compañía de los jóvenes de la cima, pero eso, jóvenes que son, pronto nos van dejando atrás.

Volviendo por el Hito E.
       Si costosa ha sido la subida, no lo es menos la bajada, salvar piedra tras piedra castiga las piernas de lo lindo, además hay que descender con precaución, este no es lugar para tropezar.
     Afortunadamente estamos caminando sobre granito y es un material de buen agarre.
     Los primeros metros los hacemos por el mismo recorrido de subida, posteriormente vamos en dirección al Ibón Blanco de Literola, no sin esfuerzo pues, repito, transitar entre bloques de piedra no es "moco de pavo".
Cresteando.
      Cruzamos el desagüe sin perder tiempo, el reloj no lleva el mismo ritmo que nosotros, parece correr más; ahora tomaremos una senda que desciende por encima de la margen izquierda del Río Literola, mucho más alta que este.
      Algunos pasos nos hacen realizar varias trepadas y destrepadas que aunque no ofrecen gran dificultad, nos hacen perder tiempo.
      El Ibonet de Literola que hemos pasado por la mañana, ahora lo vemos muy abajo y tenemos ganas de perder altura.
      Llegamos al punto en el que habíamos tomado el camino de ida, o sea que cerramos el círculo, ahora nos toca seguir sin prisa pero sin dormirse, el sol hace tiempo que ha desaparecido y la penumbra se apodera del camino.
Regreso por el Ibón Blanco.
      El paso por el Forcallo ya lo hacemos con los frontales encendidos, el resto del camino se nos hace largo, deseando llegar al bosque que es nuestra única referencia de que ya estamos llegando al coche, cosa que hacemos tras trece horas de dura, muy dura ascensión.
     Habrá quien dirá que "no es para tanto", pero algunos de los cuatro componentes ya somos de la cosecha de mitad del siglo pasado y ¡que nos quiten lo bailado!, que mientras el cuerpo aguante "que le den pol saco al tiempo" que la montaña, aunque te cueste subirla (y bajarla), es ¡pa disfrutarla!. Además, tampoco se ha visto mucha gente por aquí, por algo será.
        Ya en la Escuela de Montaña de Benasque, cenamos y pronto estamos soñando con los "angelicos".
          Y ahora toca disfrutar de lo que queda de fiestas en nuestra siempre leal ciudad de Zaragoza, recordando las hazañas que en estas fechas nos ha dado por acometer.
          Felices fiestas y hasta pronto


Datos técnicos:
Recorrido
Perfil.
Distancia: 14,5 Km
Desnivel acumulado +: 1750 m.
Desnivel acumulado -: 1750 m.