Entre unas y otras, dejo un pequeño lugar de Vieja Mochila para animar a mis queridos amigos a recordar, a través de estas voces de alpinistas de lo más cualificado, que ¡Nepal existe!.
Hasta pronto
Hasta pronto
Cuando era niño, mi abuelo Vicente me regalaba musica, sus costumbres de labriego, las jornadas de recogida de la mies, las mil vueltas montado en el trillo arrastrado por la burra Margarita. Me enseñó a hallar sonrisas entre la gente triste; a cantar con los ruiseñores un himno a la madrugada; a correr por los caminos sin huella y trepar los columpios del sauce en el estero. Mi abuelo me regalaba solamente cosas buenas. Ahora, mis nietos me regalan vida.
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