miércoles, 19 de agosto de 2015

ALPES - TOUR DEL MONTE ROSA (I)

   Por más que uno ande pateando montes y montañas, valles y crestas, caminos y veredas, mojando el trasero en ríos y lagos, subiendo y bajando cimas por aquí y por allá, nunca deja de sorprenderse cuando echa el cuerpo a lugares desconocidos. Y esta vez, como es costumbre, bueno, más que costumbre se ha tornado en tradición, de "Os Estalentaos", lo de cruzar la frontera de las Hispanias e ir a conocer otras tierras que, creanme, "también existen".
Matterhorn.
     Esta vez, y van...(no recuerdo), un año más mayores que el pasado (lógica matemática), nos vamos a los Alpes, concretamente a realizar el trekking del Tour del Monte Rosa.
     El Tour del Monte Rosa es una travesía transfronteriza, entre Italia y Suiza, a los pies del segundo macizo en extensión de los Alpes. Recorre los emblemáticos valles de Zermatt y Sass Fee en Suiza y se acerca al valle de Aosta en Italia.
     Al contario de lo que se piensa, el topónimo de Monte Rosa, no tiene nada que ver con el color con que la montaña se tiñe al amanecer, sino con una serie de términos que derivan en glaciar escrito de diversas formas: rouja, rouese, roisa... Yo me quedo con lo del amanecer, lo hemos comprobado y es algo más sentimental.
     En próximas entregas, intentaré mostrar lo sobrecogedor del paisaje en el que sus cumbres de más de 4000 metros sobresalen sobre sus enormes glaciares. Además, de propina, podremos admirar esa montaña cuyo perfil es usado como símbolo de marcas de chocolates, productoras de cine, artículos deportivos, etc., montaña que fué ascendida por primera vez, hace 150 años: se trata del Matterhorn (alemán) o Cervino (italiano) de 4478 m.
Yerbera.
    En este entorno de alta montaña, nuestro recorrido pasará por pueblos genuinos, por sus costumbres y modos de vida.
    La climatología no nos va a ser del todo favorable, pero eso no mermará ni un ápice la belleza de este impresionante macizo.
    Y por si fuera poco, los habituales compañeros y compañeras de viaje reforzarán esta imagen sobrecogedora que la vuelta a casa, a fecha de hoy, todavía no ha conseguido borrar.       Esta vez nos ha acompañado Benito, gran guía y mejor persona. Hemos tenido la suerte de contar con un porteador de lujo, Dani, siempre dispuesto a echar una mano en lo que hiciera falta. Ambos miembros de Aragón Aventura. Y el resto: los habituales (con alguna ausencia).
Miembros de la expedición.
Día 7 de Agosto de 2015.

       No sé si es tarde o temprano, si hoy o mañana, pero a las 2:35 h. am, partimos en el autobús de línea hacia Barcelona. Un par de señoras tratan de desalojar de sus asientos a dos de nuestra cuadrilla, dicen que, desde Madrid, ocupan ese asiento. Consultado el conductor, todo queda resuelto: las susodichas viajan desde la capital del reino en coche equivocado.
Macizo del Monte Rosa.
   Abrimos los ojos en las proximidades de la Ciudad Condal. Un taxi nos deja en el aeropuerto. El vuelo hacia Ginebra es corto, tan solo en hora y media, estamos en la capital "del reloj", no sin haber observado desde el aire las más imponentes montañas alpinas: a la izquierda el macizo del Mont Blanc y a la derecha el del Monte Rosa. Benito y Dani nos esperan para, todos juntos, en "la furgo", viajar hacia Zermatt, lugar de partida del trekking. 
       La carretera bordea el norte de lago Leman, el ambiente delata que por estas latitudes el dinero anda poco escaso. En el camino nos detenemos a echar un bocado del tamaño inversamente proporcional al sablazo que le dan a la cartera. Además ¡son crueles!: en la "toilette" para caballeros del establecimiento, cada urinario muestra un anuncio relativo a un producto para las afecciones prostáticas. ¡habrase visto tal agresión a nuestrra dignidad!. Recorremos el fértil valle del Garona con sus inmensos viñedos y frutales, el alberge (albaricoque), predomina entre todos y obligamos a Dani a detenernos y adquirir unos pocos (no voy a decir el precio, pero...).
Paseo por Zermatt.
     A primeras horas de la tarde, llegamos a Täsch, pueblo en el que hay que dejar "la furgo", a Zermatt no está permitido el acceso a los vehículos, salvo los propios para el servicio de establecimientos hoteleros, taxi y bus, todos ellos eléctricos.
     Con los pesados petates en la espalda, llegamos a un acogedor albergue juvenil (sin comentarios ¡eh!) que abandonamos en pocos minutos, para recorrer las calles de esta ciudad, importante centro mundial de los deportes de montaña.
     El tiempo es agradable, mucha gente recorre las calles, las más comerciales muestran  escaparates de todo tipo, predominan los destinados a deportes de montaña. Nosotros recorremos unos cuantos en busca de una toalla, alguien ha olvidado incluirla en el equipaje.
Yerbero.
      Benito ejerce de guía turístico, nos muestra las típicas construcciones: los yerberos, algo así parecidas a los hórreos gallegos, sustentadas sobre pilares de madera en los que unas piedras circulares, impiden  el acceso de roedores. Sus tejados son de lajas de piedra, algunas de considerable tamaño.
      El río Matter Vispa, baja con fuerza, teñido de ese color grisáceo que le da el material de arrastre de los glaciares que cuelgan sobre esta bonita ciudad.
    Pero hay que volver al albergue, cenamos con el apetito que caracteriza a esta gente y posteriormente, preparar las mochilas, mañana comenzamos a caminar el Tour del Monte Rosa.
Buenas noches.
Si quieres disfrutar de las fotos de la jornada, haz clic aquí.

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Día 8 de Agosto de 2015
Amanece en el Cervino.
    Amanece en Zermatt, el sol alumbra la arista Hörnli del Matterhorn, anoche la alumbraron centenares de luces en recuerdo de su primer ascenso en el 14 de Julio de 1865 y en los que allí han dejado su vida.
      Tras el desayuno, un carrusel de transportes (bus urbano, tren a Täsch, furgo a Stalden y Teleférico), nos deja en Gspon.
    Comienza el tour, comienza el caminar hacia esas laderas y valles desde los que la visión de estos gigantes glaciares, coronados por sus montañas, van a comenzar a asombrar a estos veteranos montañeros.

Preparados.
     Comenzamos a caminar por la ladera de un profundo valle tallado por el río Saaser Vispa, la mañana es agradable e invita a mirar a uno y otro lado para no dejar ni un solo metro cuadrado sin captar con nuestros ojos.
      La senda es amable con nuestras piernas, atraviesa varios pequeños núcleos de casitas de pastores. En algún momento nos adentramos en la sombra que nos proporcionan los árboles que nos van a acompañar durante casi todos los días y que predomina sobre otros, se trata del alerce (larix), especie que puede llegar a medir más de 40 metros y vivir unos 600 años. De su resina se fabrica la trementina de Venecia.
Ovejas de Valais.
    Pronto vemos unas extrañas y bellas ovejas: abundante lana blanca, flequillo tapándo los ojos, cara y patas negras; se trata de la raza Valais Blacknose (trad. nariz negra de Valais), originaria del valle del mismo nombre, abundante en los Alpes suizos y muy apreciada por su lana y carne.
   Atravesamos las primeras pedreras, pero no hay problema, aquí la roca rompe en grandes lajas lo que hace más seguro su transito. Pasamos por una casa típica de la zona en la que algún artesano ha realizado diferentes tallas sobre viejos árboles. Continuamos por la misma ladera, por la que hemos comenzado.
Mucha lana.
Talla.
    Nos detenemos a echar un trago de agua en una fuente, junto a una cabaña. Es difícil pasar por una construcción y no encontrar fresca agua para el caminante, ya sea cabaña, ya sea aldea, ya sea pueblo, es lo mismo, no pasarás sed por estos pagos.
     Se nota que es el primer día, la frescura de los rostros delata que el personal ha llegado hasta aquí bien preparado y con ganas de alcanzar metas más altas que las de las de esta primera jornada.
     Pero hoy todo es colorido, las casas que encontramos en el camino, lucen en sus ventanas y balcones, flores y más flores. Es el típico paisaje alpino
Entre flores.
    Y no sé si es una alucinación, pero me parece ver a Heidi, venir hacia nosotros, ¡ah, no!, es Dani. Ha dejado la "furgo" ("fragoneta" la llamaríamos posteriormente) en Saas Grund, para reunirse con nosotros, ¿por qué será?: Dentro, muy adentro de nuestras panzas, la corneta toca a fajina y Dani que tiene buena oreja, acude a la llamada.
    Paramos en uno de esos restaurantes de montaña y tras preguntar a los propietarios sobre la posibilidad de comer nuestros propios alimentos, nos metemos en el cuerpo buena ración de embutidos ibéricos, regados con una botellas de 2/3 de St. Moritz.
Abajo, Saas Grund, al fondo, Saas Fee.
 Repuestas las fuerzas, continuamos la marcha, queda poco camino pero hay que perder altura para llegar a nuestro destino, Saas Grund.
     Frente a nosotros, al otro lado del valle, se divisan algunas casa, junto a grandes barrancos de gran caudal de agua. En realidad, es aquella, la zona por la que transita la senda del TMR, pero desde esta otra, la vista es mucho más panorámica.
     Hasta el final, atravesamos, núcleos de viviendas, torrentes que se descuelgan de las montañas, flores; observamos como las vacas pastan tranquilamente por estos verdes prados.
Entrando en Saas Grund.
    Pronto llegamos a Saas Grund, sus calles están tranquilas, se respira serenidad, diría yo, sin ninguna duda, que el abuelo de Heidi debe de vivir por aquí.
    Abajo, tenemos la "frago", vamos a pernoctar en Saas Fee y hasta allí nos transportará Dani que por cierto, no solo es un buen porteador, buen chofer, buena gente, sino que, también es un buen y jóven montañero.
   Como buenos y disciplinados mozalbetes, ocupamos nuestros respectivos asientos para adentrarnos en otra, mas bella si cabe, población. La "frago, queda aparcada fuera del pueblo, lo mismo que en Zermatt, no hay coches.
Entrada a Saas Fee
  Quienes siguen este humilde blog, sabrán que un servidor anda creándose una especie de paraíso imaginario (virtual, se dice ahora), pues bien, a la Basa de la Mora (por su magia) y al entorno del refugio José Mª Blanch (por su paisaje), le añadiría, porque no, un lugar para que los turistas disfrutaran de unas vacaciones paradisíacas: se trata de Saas Fee.
     Hasta el siglo XIV había sólo una comuna en el Saastal (Valle de Saas): Saas. De los cuatro pueblos que surgieron de ella, el más conocido es Saas-Fee, también llamado la “Perla de los Alpes”. El pueblo del glaciar, a 1800 m de altura, está rodeado de 13 cumbres con alturas superiores a los 4000 m. 
       A sus tranquilas calles, sus floridos balcones, sus conservadas casas tradicionales y glacial Gorner que cuelga sobre ella, hay que añadir la gran oferta de senderos, de paredes de escalada, de pistas de esquí (sin urbanización que las acompañe), en fin, ejemplo de como un pueblo vive mirando hacia la montaña y mostrándose respetuoso con ella. Estoy hablando de uno de los centros de deportes de montaña mas importantes del mundo, ¿aprenderemos por aquí?. 
Anochece en Saas Fee.
Esperando las birras.
    Y cómo no, tras tomar posesión de nuestras habitaciones en el establecimiento hotelero de turno, damos un paseo por la población, recorriendo sus calles y sus puentes sobre el caudaloso riachuelo Fellbach, cuyas estruendosas aguas pasan, encañonadas,  por el centro del pueblo.
     Antes que las nubes que asoman en el cielo se activen, hay que probar la calidad de la cerveza que sirven en uno de sus varias terrazas.
Casa tradicional en Saas Fee.
     La cena la sirven en un restaurante, colgado sobre el Fellbach. En esta jornada, como en el resto de ellas, la comida del día la realizamos donde nos pilla la hora, a base de embutidos y queso que portamos en las mochilas, por lo que la cena que tomamos en restaurantes o refugios, nos sienta como si se tratara de un gran ágape.
      Un pequeño paseo más, para bajar la panza y, sin tardar mucho, cada cual a su nido, mañana hay que madrugar.
       Esta jornada de marcha, ha servido como primera toma de contacto con una montaña que nos promete gran belleza de su paisaje, amabilidad de sus gentes y, además, seguro que alguna que otra emoción. Ya veremos.
Buenas noches.
 

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Datos técnicos:
Recorrido.

Perfil: Distancia, 14,5 Km. - Desniveles: positivo, 588 m., negativo, 912 m.

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