domingo, 20 de octubre de 2013

BOSQUE DE GAMUETA

Día 19 de Octubre de 2013

Nueve años, sí, nueve años han pasado desde que, como dijo en aquella ocasión,  el cronista del reino P.N., el grupo Esbarre partía camino de Huesca en noche cerrada con una luna llena que iluminaba las nubes y los campos con su luz fantasmal.
30 de Octubre de 2004
A algunos todavía nos lucía  algo más de pelo en nuestras azoteas. Exactamente, al igual que hoy (no la vemos. está nublado), la luna llena alumbraba los caminos que los esbarristas transitaron, tanto a pie como en autobús, solo que este último nos gastó una buena broma a la vuelta cuando una fuerte olor a goma quemada, nos avisaba de que los bajos nos rozaban con la goma. Menos mal que la conductora, experta ella en estas lides, apañó provisionalmente la herida para llegar a Echo, donde esperaba el vehículo de recambio que nos devolvió a nuestra urbe caesaraugustana. Hoy llevamos un último modelo conducido por Miguel. Todo un lujo.
Primeros pasos.
Hoy, como al final de la travesía hay regalo gastronómico, parece que se han apuntado mas esbarristas que en otras ocasiones.
Casi cuarenta almas nos encontramos en la última recogida de personal en Puentelareina. Un café y rápidamente a enfilar el camino,  que a través de Echo, Ansó y Zuriza nos deja poco antes del refugio de Linza.
En pocos minutos, las botas montañeras ya cubren nuestros pies e inician, a buen paso, las primeras cuestas. El cauce seco del barranco que desde las laderas del Petrechema desagua en la cabecera del río Veral, nos indica el camino a seguir.
Fernando Morata (Mr. Nordik)
Pronto dejamos este camino, paso de los que realizamos la Senda de Camille, para adentrarnos en un precioso bosque de hayas, árbol que hoy va a ser el verdadero protagonista de nuestra excursión. Y es que no solo por que vamos a transitar uno de los bosques de este árbol más impresionante, sino porque en estas fechas, nos enseña lo más hermoso de su existencia: sus colores. Desde el amarillo mas suave hasta el rojo mas intenso, pasando por el verde de las hojas que se resisten a pasar a alfombrar las sendas que los amantes de la montaña pisamos en nuestras idas y venidas.

Esbarre en el bosque.
En el Paso del Caballo.
Tras salvar un pedregoso zig-zag, llegamos al collado del Paso del Caballo. En este punto, por el que a la vuelta volveremos a pasar, iniciamos una ruta circular que nos han preparado los "boss" del grupo y que como siempre suele ocurrir, han acertado de pleno.
 Nos abrigamos un poco, ya que sopla un ligero viento que aun no siendo frío, si que refresca los sudados cuerpos. Giramos en dirección este, descendiendo por un  prado en el que las hayas han cedido el protagonismo al ganado vacuno. Hay que mirar al suelo para no pisar...

Julián dirige el grupo.

Pero la alegría del descenso dura poco. De nuevo comenzamos una suave subida adornada por pequeñas hayas y algunos de los muchos chinebros (enebros) que cerca, más al norte, conforman el "Chinebral de Gamueta"
Las vacas, observan el paso de la procesión de humanos, sin inmutarse, las cámaras las retratan para plasmar en sus tarjetas, lo que en su día serán unos espléndidos filetes de vacuno.
Julián, a la cabeza del grupo, nos conduce hasta el Paso del Onso. Un hermoso mirador rodeado de montañas que todos conocemos y sino es así, preguntamos a la enciclopedia pirenaica que es Valentín y que hoy nos acompaña.
Llegando al paso del Onso.
Abajo, vemos el barranco por el que varias sendas llevan a Petrechema, Mesa de los tres Reyes, etc, y que a algunos nos traen recuerdos de otras ocasiones.
Desandamos un poco de lo andado y de nuevo, descendemos por otra pradera en la que de nuevo las vacas y algún semental (vacuno), adornan las praderas. Incluso, alguna de las astadas, parecen posar haciendo competencia a los toros que por las carreteras de nuestra querida España, promocionaban un brandy en otras épocas.



No es un anuncio.
Prepárate vaquita que pronto voy.


Hacia la Plana de Diego.
Una senda perfectamente señalizada, nos va subiendo hacia la Plana de Diego, delante de nosotros vemos las grandes paredes y pedreras que en aquella otra ocasión nos invitaron a dar media vuelta, la nieve helada nos recordó que Doña Prudencia andaba por esos lugares.
A nuestra derecha, pronto vemos el refugio del mismo nombre que la Plana: Don Diego. Por cierto, el "boss Diego" hace tiempo que no nos acompaña, lo echamos de menos.
Paramos en el garito, unos comen frutos secos, alguna se protege la rozadura del pie con un apósito,  otros se echan un trago de agua y pasa lo que pasa: ¡La poca costumbre de beber agua, desvía el inicio de la marcha por "fuera de pista"!
Vídeo de "fuera de pista".

Abandonamos el refugio de la Plana de Diego.
Pues eso, que nos desviamos un pelín de la ruta GPS en mano, tiramos campo a través, por una pradera hasta retomar el camino. Cada cual baja por donde puede, pero siempre en dirección hacia donde la tecnología y el sentido común, nos indican.
Para el que no lo sepa, son muchas las sendas que el ganado, empeñado en pasar por el mismo sitio, marca en las praderas y en algunas ocasiones equivoca al caminante.
Finalmente, retomamos la senda correcta que en cuatro pasos nos introduce en el impresionante "Bosque de Gamueta".

Yo también estaba.
De nuevo, la orquesta de colores nos interpreta una gran sinfonía, cuyos sonidos no solo entran por nuestros oídos, sino que las pupilas quedan impregnadas de la escala cromática de las hayas en su evolución otoñal.
Nos introducimos en ese mundo de duendes, descendiendo por una senda en lazadas bien trazadas, hasta que llegamos al cauce del barranco de Gamueta, cuyas aguas, me cuenta Piedad, dan vida unos metros más abajo, al nacimiento del río Veral. Lo cruzamos por un puente que sirve de decoración para los múltiples disparos de las cámaras fotográficas.

Barranco de Gamueta.

Serval de cazadores.

Ahora bajamos por un cómodo camino por la margen izquierda del barranco. Algún que otro serval de cazadores (ya desvestido de sus hojas), helechos, abetos, tejos y como no, hayas nos acompañan en este viaje por los caminos del "Bosque de Gamueta".
Allí abajo, ya vemos la carretera por la que el bus nos ha traído pero aún queda un tramo, ya que desde la orilla del Veral, tenemos que volver a subir para alcanzar el paso del Caballo, cerrando así el bucle que hemos abierto al comienzo de la jornada.


Ahora sí, ahora ya no queda más que bajar. Algunos nos quedamos retrasados acompañando a la retaguardia de este pelotón. Y por ir detrás tenemos premio, ocurre lo que, el menos yo, nunca había visto: una camada de seis u ocho ardillas, se acercan a juguetear con nosotros como si fueran nuestras mascotas. ¡Quedamos prendados!.
Ardillas jugando.
Ardillas en sesión plenaria. ¿Discutirán sobre los recortes?.
¡Ardillas!
Finalmente, tras fotografiar lo que hemos podido, las dejamos en paz y ellas, con mucho dolor de corazón, se suben a los árboles mostrándonos  su espectáculo de saltar de uno a otro como si fueran monos. Llegamos al bus y contamos al resto nuestra experiencia.
Esperando el condumio.
Ya aseados, nos trasladamos a la "Borda Chiquín" para, tras hidratarnos con la ingestión de unas cervezas,  darnos un festín de migas, garbanzos, sopas, cordero a la brasa, guisado de esos animales que hemos visto en el camino (no me refiero a las ardillas), etc.
Nos comemos todo (en el reportaje fotográfico dejo prueba de ello) y con la tripa llena y la cabeza vacía, iniciamos el regreso a casa por las serpenteantes carreteras de estos valles, con los ojos cerrados y las entrañas agitadas.
Una vez más, no ha hecho falta ascender grandes cimas para disfrutar de estos regalos que la naturaleza y la cocina nos regalan. 
Y no digo, como en otras ocasiones, "hasta pronto", porque tras exponer los datos de la excursión, voy a dejar un prólogo.
Mapa de la excursión.

Perfil: Distancia,  10,2 Km.  -  Desnivel p´arriba  acumulado, 760 m.   P´abajo lo mismo que sino...

Carrera de la mujer, día 20 de Octubre de 2013

A esto me refería. Merecería una crónica entera, pero no quiero hacer de este blog una galería oportunista. Empero, no puedo pasar por alto la lucha, entre otras,  de la mujer contra el cáncer. Algunas de las nuestras (no interpretar la palabra, como posesiva), año tras año, participan en esa dura fiesta de la "Carrera de la Mujer", que junto a otras seis mil  corredoras, una vez más, nos dan un ejemplo de sensibilidad ante problemas tan importantes como es la lucha contra el cáncer. A ver si quienes nos gobiernan aprenden un poco y en vez de recortar presupuestos en investigación, en medicación (por cierto, bastante cara la de los enfermos de cáncer), etc., se vuelven humanos y en vez de corromperse tanto, dedican un esfuerzo a quienes sufren esta grave enfermedad.
Lola y Maite cerca de "La Meta"

Piedad y Maribel en "La Carrera"

Lola, Maribel, Pili, Maite y Piedad, "tan frescas como si nada".
Y ahora sí, hasta pronto.

lunes, 7 de octubre de 2013

TOZAL DE GUARA

 Día 5 de Octubre de 2013
             Hoy hemos quedado Maite, Piedad, Fernando Morata y yo para subir al Tozal de Guara. La palabra "tozal" cuyo origen árabe parece significar "monte bajo" no es la más adecuada para adjetivar a esta montaña con unos desniveles propios de cualquier tresmil del Pirineo.
              Camino de Huesca, amanece y al fondo se dibuja el contorno de la Sierra de Guara con nuestro objetivo sobresaliendo por encima de sus acompañantes.
            El viaje es corto, y aún más corto se hace cuando les propongo una adivinanza: Les digo que adivinen la forma que tiene el Fragineto, el Guara y el Cubillas. Tras varios intentos, Maite adivina que es la forma de un gigante durmiendo.
Descanso eterno de Guara.
              Detrás de esa imagen del gigante yaciente hay una preciosa leyenda de amor, de tiempos en los que los montes tenían los sentimientos de los humanos:
               "Cuenta la leyenda que Gabardón tenía dos hijas, Gabarda y Gabardiella. Los tres eran felices y Gabardón estaba muy orgulloso de ellas. Gabarda era la hija mayor y siempre pensaba en ir a recorrer las tierras bajas para poder ver de lejos el horizonte limpio sin montes por medio, así que se casó en las llanuras de los Monegros y allí vivió feliz.
              La hija pequeña, Gabardiella, era más revoltosa y a ella le gustaban los montes, los ríos, lagos y bosques. Un buen día conoció a Gratal y se enamoró perdidamente de él. El tiempo pasaba y Gabardiella no podía dejar de pensar en Gratal, suspiraba por él. Un día Gabardón le preguntó- ¿Qué te pasa hija mía?, -hace días que te noto ausente y entristecida,
            ––Padre, no puedo dejar de pensar en Gratal, estoy enamorada.
          ––¿En Gratal? ¡Eso es una locura! Es el pico más pobre que existe, no tiene vegetación fresca, tan solo matorrales y pedruscos. ¡No lo consentiré!
            A pesar de los esfuerzos por parte de Gabardiella para convencer a su padre de la unión con Gratal, no hubo nada que hacer. Gabardiella se quedó triste y desolada, y Gratal, que no podía controlar sus sentimientos, hizo todo lo posible por que Gabardón aceptara su unión, sin conseguirlo.
            Así que juntos decidieron huir en una tarde de tormenta mientras las montañas se dedicaban a fabricar sus truenos. Atravesaron riadas y dificultades pero la fuerza del amor era más fuerte.
              Gabardón, como ya era viejo, pidió ayuda a su amigo Guara que era un gran gigante, y tales fueron las voces que dio llamando a los amantes que los montes del Pirineo miraban compungidos, sin atreverse a decir nada. Cuando los encontró les pegó un fuerte manotazo haciendo que se cayeran por tierra, cogió un tajo de su clava y partió la montaña en dos, dando lugar al Flumen que empezó a correr.
            A partir de ese momento Gabardiella y Gratal quedaron separados para siempre, hundiendo sus corazones en un mar de dolor.
              Gratal, que aunque no muy grande, si era decidido y tenía dignidad, decidió vengar su dolor y una noche cuando el gran gigantón de Guara descansaba, le dio un golpe mortal. Los terribles gritos de Guara no suscitaron ningún efecto, ya que murió y quedó tumbado para siempre".

              Nosotros, que no somos leyenda, a lo nuestro. Antes de llegar a Aguas, tomamos el camino que nos lleva a la Tejería, pues es la del barranco de Calcón, la ruta que queremos seguir. Antes de llegar, en la Casa del Estebañón, varios coches y un cartel, avisan de que hay una batida de caza. Les preguntamos la zona que van a batir y, afortunadamente, no coincide con nuestra ruta.
Primer intento.
          Una vez en la Tejería, nos calzamos las botas e, ilusos de nosotros, comenzamos el camino por el bonito bosque que lo acoge hasta que cerca de la ermita de Fabana, nos cruzamos con dos muchachos y nos dicen lo que ya sospechábamos: "el barranco de Calcón es un río infranqueable". Lógico, al buen día que hoy tenemos lo han precedido dos jornadas de intensa lluvia y los cauces bajan con brío.
        Le damos media vuelta a nuestros pasos y valoramos la situación. Varias veces, este camino lo hemos intentado subir con destino al Fragineto y por una u otra causa no ha sido posible llegar al objetivo (lluvia, batidas de caza, asuntos laborales, etc.).
Salimos desde Santa Cilia.
         Tomamos la decisión de ascenderlo desde Santa Cilia de Panzano, que aún que un poco más dura la ascensión, tiene una orografía más fiable.
        Sin perder tiempo, nos trasladamos al lugar de salida e iniciamos el camino, la luz del día va acortando y hay que regresar a tiempo.
        Santa Cilia alberga la Casa de los Buitres y algunos días (hoy toca) realizan visitas guiadas al muladar que se encuentra camino del Tozal. El guía alecciona a los visitantes de la vida y obra de los buitres que por cierto, nos sobrevuelan a centenares y es que, listos ellos, saben que hoy toca carne fresca.
 
Muladar de Santa Cilia de Panzano.

Tozal de Cubilars
          Saludamos al grupo y seguimos nuestra ruta, queda mucho y lejos está el gigante Guara. Arriba entre las nubes, a nuestra derecha (norte geográfico), vemos las antenas del Tozal de Cubilars (o Cubillas, o Cubilar o como leches se denomine). Anunciaban cielo raso pero las pocas nubes que se ven, andan por estas latitudes, aunque entre una y otra vemos bonitos paisajes.


Una de las charcas de Fondarrés.
         Pese a todo, hace calor, la temperatura y la humedad reinante, nos hace sudar al paso de las charcas de Fondarrés. Además ya llevamos cerca de 800 metros de desnivel subido y nuestros cuerpos, no ajenos a sus años de existencia, nos piden hidratarnos y echar a la boca un poco de fruta.
Pero como somos parte activa de "Os estalentaos", seguimos la ascensión con el buen humor que caracteriza a sus componentes.

Desvío hacia Cubillar y Used.
             Entre boj, romero y erizón, sigue el camino hacia el destino de hoy.
    Observamos unos espectaculares escarabajos, creo que son el Copris de los Pirineos, de colores metálicos. Llegamos al cruce que marca "Camino de Used" y que en otra ocasión tomamos para subir al Tozal de Cubillar.
         Ya hemos superado los 1000 metros de desnivel y agradecemos que aquí la cuesta se suaviza.
          Pronto nos presentamos en el Collado de Vallemona y poco más abajo llegamos al pozo de nieve del mismo nombre. Este ligero descenso, da un pequeño descanso a nuestras piernas y paramos a retratar el pozo y a los que hasta allí hemos llegado.
Pozo de Nieve de Vallemona.
Con Piedad y Maite. Atrás, las nubes tapan el Tozal de Guara.
Cambio de Fotógrafo, ahora sale Fernando.
Esto sería, en la imaginación, los brazos del gigante de la leyenda.
           Aún queda camino y no es cosa de enredarse mucho en poses y espectáculos, así que miramos arriba y a seguir toca.
        Maite, que andaba algo floja, ha recuperado fuerzas y a paso lento va que te va subiendo.             
      Fernando, que anda sobrado, se nos adelanta y lo encontramos en "la cima" telefoneando a la familia dando explicaciones de su hazaña que por cierto, celebra con una de sus típicas caladas a un pequeño puro que siempre le acompaña. Cuando llegamos nostros, le preguntamos -¿Que haces ahí?
––¡Que ya hemos llegado¡
––¿Andeee?- 
––¡Al Tozaaaaal!–– y Piedad que se conoce el terreno le apunta:
––¡Que no, que eso no es, que es aquello que se ve en la lejanía¡
––¡Cagüen!
Fernando, ¡ahora sí¡
      Y este pico que no se si tiene nombre, es bautizado por el de "Tozal de Fernando".
       Pues nada, seguimos la larga y dura ascensión por un bonito cordal que nos muestra al norte la cordillera pirenaica, cubierta de nubes y al sur la hoya de Huesca con la sierra de Alcubierre, al fondo, de la que destaca el pico de San Caprasio.
      Finalmente, tras el último y fuerte repecho, hacemos cima y ahora sí, Fernando merece ser retratado junto al mojón que señala el lugar. Todos hacemos lo propio, a la vez que observamos los alrededores.

Video llegada a la cima.
Muy, pero que muy bien acompañado.
            Nos asomamos hacia el collado de Petreñales y vemos el Fragineto, pendiente de subir cuando las condiciones sean favorables. Al norte, allá abajo se encuentra Nocito y Used, otros de los puntos de partida para atacar este pico. Queremos ver más paisaje hacia el sur, pero una nube nos tapa el espectáculo. Sacamos de nuestras alforjas el condumio y bien regado, lo comemos con voracidad. 
Esta, no venía en el grupo
         Y no hay tiempo para siestas ni entretenimientos, hay que bajar con tiempo suficiente por si algún incidente nos echa la noche encima.
        Descendemos por el camino andado. Unas cabras llaman nuestra atención, son cabras asilvestradas que el abandono de los pueblos y corrales, hace unos 40 años, dejó campando por estos montes. El problema de las cabras es que suelen adaptarse muy bien a la vida silvestre y multiplican su número constantemente, además ese problema se agrava porque hay una pequeño núcleo de cabra montés en la sierra con unos 50 ejemplares que parece que empieza a desarrollarse, por lo que podría peligrar la pureza de la especie montés, cruzada con estas cabras domésticas.
          Con gran rapidez, seguimos el descenso, los buitres ya han desaparecido. Abajo ya vemos Santa Cilia y en menos de tres horas estamos en el coche, cambiándonos de calzado y celebrando que una vez más, hemos logrado nuestro objetivo sin ningún contratiempo, celebración que repetimos en el camping de Panzano con unas jarras de cerveza (yo una caña que no termino por eso de ser conductor).
         Una dura pero gratificante jornada que sin ser tan espectacular como las altas montañas del Pirineo, no envidia en nada en cuanto a su exigencia física y, no nos engañemos, la sierra de Guara tiene un encanto especial que te hace volver una y otra vez por sus variados enclaves, Además, ahora que conocemos su leyenda,...
Hasta pronto
Mapa del recorrido.

Perfil: Desnivel acumulado, 1470 m. Distancia:23 Km.  Hay que añadir el regalito de la Tejería.