sábado, 30 de enero de 2021

DE ZARAGOZA AL AZUD DE URDÁN (Circular por la ribera del Gállego)

 Día 26 de enero de 2021
Buenos días

Amanece en el Gállego
        Seguimos confinados (no confiados) en el término municipal, son ya una decena de meses de proyectos truncados, de caminos cortados, de besos robados..., empero es una más de las armas que tenemos para combatir al virus. 
        No pasa nada, ancha es Zaragoza, hoy cambiamos los eriales y pinares de los Montes de Torrero por la ribera del Gállego (Gallicus en latín y Galligo en Aragonés), cuyo nombre algo tiene que ver con las proximidades de su nacimiento, allá en el Co d´Aneu. Hasta llegar aquí, antes de regalar sus aguas al Ebro, nos ofrece paisajes, sonidos e imágenes mágicas; supera varios obstáculos y el último, el de Urdán, es el que vamos a visitar.
Cruzando a la margen izquierda por la pasarela
       Con una temperatura inapropiadamente agradable para estas fechas, salimos desde las proximidades del puente de Santa Isabel, concretamente desde el "Parque Ríos de Aragón". 
        Los primeros metros los recorremos, aguas abajo, por la margen derecha del río, hasta cruzar una pasarela que nos deja en la orilla opuesta. Bajo el puente, el río muestra bravura, las recientes borrascas y el deshielo le han dado de beber y "no veas como bajan sus aguas".
        Caminando hacia el norte, hacemos camino; hoy martes no hay afluencia, en fin de semana estos caminos, cuentan, son recorridos con tal número de excursionistas, ciclistas, senderistas, corredores, paseantes de perros, paseantes de sí mismos y demás fauna humana, que un asno tendría verdadera dificultad para espantar las moscas con el rabo (disculpas por la hipérbole).
Guardando distancias
        Pronto nos adentramos en un bonito sendero que recorre el soto del río, sendero que nos lleva bajo varias vías férreas y automovilísticas (FF.CC., A-2 y A-23). Uno tras otro los conejos que abandonan sus huras, en busca de la fresca yerba mañanera,  se van cruzando ante nosotros.
        En el camino, desnudos de hojas como la estación invernal manda, vemos álamos, chopos, fresnos, juncos, carrizos y... "pinos de reforestación" (que alguien me explique a quién se le ocurrió la brillante idea de plantar pinos en el soto del río). Pero los cormoranes, que no son tontos, en los descansos de su tarea de la pesca, se posan en las ramas de los árboles d´aquí. En los remansos del río, los patos acarician las aguas; arriba, en el cielo, las gaviotas nos trasladan a mares que, de momento, quedan lejos.
Buena compañía

Por la senda
        Tras pasar bajo la A-23 y por las inmediaciones del Centro de Formación Río Gállego, alcanzamos el Parque de la Torre del Ajo en el que algunos trabajadores están llevando a cabo labores de tala de chopos (esperemos que no sea para plantar pinos). Es un buen momento para aligerar ropa, el frescor de la alborada nos abandona.
        Cada vez que echamos la vista al río quedamos prendados por la fuerza de sus aguas, aguas que de aquí al Ebro se muestran poderosas, fuertes y altivas; orgullosas; se muestran libres, ya sin ataduras, sin miedo ni más dueño que ese otro río al que brindarán pleitesía cuando ambos se encuentren.

Pasarela de San Juan
        Toca cruzar a la otra orilla del Gállego, lo hacemos por la Pasarela de San Juan.  Seguimos caminando en dirección norte, ahora es la margen derecha la que, poco a poco, nos va acercando, primero a un mirador y pronto al espectáculo de la jornada que se desarrolla en el "Azud de Urdán". No es la primera vez que alcanzamos este lugar, pero no lo habíamos contemplado con tal cantidad de agua. Aquí se produce el nacimiento de la acequia del mismo nombre, de gran importancia para el riego de las huertas del bajo Gállego. Parece ser que el origen de esta infraestructura data del siglo XII, posiblemente obra de los árabes.
        Una y otra vez recorremos el lugar para contemplar este espectáculo hidrológico, el agua se abre paso entre ramas y árboles que la corriente en algún momento se encaprichó con traerlos aquí, se precipita con tal fuerza que crea nubes que el sol ilumina. 
Aguas bravas, poderosas

Aguas libres, sin ataduras...

...sin miedo,  ni dueño

Aguas que bajan bravías...

... dejando surcos y huellas

 Video


La Cartuja de Aula Dei
        La vista se encuentra plenamente satisfecha, pero los cuerpos andan algo tristes por lo que es un buen momento para tomarnos los mini-bocadillos que hemos traído. Mientras tanto, miramos la otra orilla en la que una torre nos delata la existencia de la Cartuja de Aula Dei, que desde hace unos años alberga una Comunidad del Chemin Neuf. No hace mucho tiempo, Maite (en tiempos de los cartujos se prohibía la visita a las mujeres) y yo, la visitamos, pudiendo contemplar las pinturas murales al óleo pintadas por Francisco de Goya.
        Es tiempo de continuar la marcha, ahora lo hacemos en dirección sur, sobre nuestros pasos, hasta la Pasarela de San Juan, pero no, ahora no la cruzamos pues seguimos las aguas del Gállego por su margen derecha.
Agradable sendero
        El camino, como la mañana, sigue siendo muy agradable: De nuevo hemos de salvar las vías del tren, bajo ellas el paso, víctima de las recientes lluvias, se encuentra inundado; nada que un pequeño rodeo no pueda superar.
    Tras cruzar bajo la autopista, el sendero se abre paso entre cañizares, álamos, sauces, etc. y en algunos momentos parece querer sumergirse en las bravas aguas del río.
        El paso por las proximidades del Monasterio de Cogullada nos anuncia que ya no queda mucho. No es nuestro caso, pero cuentan las leyendas que por aquí, en tiempos de maricastaña, guiada por el canto de una cojugada (cogullada para las gentes del lugar), una mujer halló la imagen de una virgen, Se construyo una pequeña ermita en la que se veneraba a Nuestra Señora de Cogullada. De la mujer ya no se supo nada, pero, ladrillo tras ladrillo, siglo tras siglo, en 1657 se construyó el monasterio en el que, a finales del siglo XIX pasó a manos de unos monjes franceses y, ya en el XX se reformó profundamente. El actual aspecto neomudéjar, se debe a la última reforma, "obra de la Obra". El garito debe tener buenas habitaciones, pues en sus visitas a Zaragoza, Morfeo acogía al dictador Franco y al hoy emérito Rey de las Españas ––este seguro que disfruta de mejores estancias en palacio de oriente––.
Monasterio de Cogullada
  
Sendero hacia el futuro
    Va quedando poco para alcanzar el punto en el que hemos comenzado esta agradable excursión; atrás queda la mañana; mirando al cielo nos seduce su claridad, aquí abajo lo hace el curso de la naturaleza; delante, el sendero se pierde en un mar de esperanza, camino del futuro.
        Ese futuro, ese sendero en el que nos adentramos, lo recorremos con unos versos de Lope de Vega: 
 
"Sufre la tempestad el que navega
el enojoso mar, y el viento incierto
con la esperanza del alegre puerto,
mientras la vista a sus celajes llega".

Hasta pronto

Si quieres ver todas las fotos, pulsa aquí

Datos técnicos 

(el track, pulsando en la palabra wikiloc del mapa)



martes, 19 de enero de 2021

PASEO DE SAGASTA - CABEZO DE LAS ZORRAS (circular por Zaragoza)


 Día 17 de enero de 2021
        Teníamos verdaderas ganas de echar el cuerpo por tierras del Campo de Belchite y ¡zas!: de nuevo quedamos confinados en nuestro amado municipio Zaragozano. Pese a todo, en lugar de enfadarnos con los imprudentes que hacen caso omiso a las recomendaciones sanitarias, esparciendo el Covid a diestro y siniestro, nos vamos a mover las garras por los "caminos de los campos de Torrero". Además, no hay órgano microscópico que soporte el cierzo que sopla por estos dignos lugares; como decimos los de aquí: ¡vaya ciercera q´hace!
        Salimos de casa calzados y vestidos con el look senderista que marcan los cánones. 
Paseo de Sagasta
        Pronto estamos en el Paseo de Sagasta, que antes fue "Camino de Torrero", camino que salía desde la Puerta de Santa Engracia.
        El actual paseo comenzó a construirse a principios del XX y muy pronto se convirtió en el bulevar preferido por las familias burguesas y aristocráticas zaragozanas para edificar sus ricos edificios, conventos y colegios religiosos (corazonistas y jesuitas) y hermosas mansiones, construcciones de las que aun hoy, a pesar de las piquetas especulativas de los años sesenta y setenta del pasado siglo, quedan verdaderos testigos de una época floreciente de la ciudad. 

He aquí algunos ejemplos de los edificios que hoy se mantienen vivos:
Casa Corsini

Casa Palao

Sagasta, 37

Sagasta, 40

Colegio La Anunciata

Casa Juncosa

Antiguos depósitos de Zaragoza
        
Dejamos este histórico paseo, en dirección sur, para adentrarnos en el Parque de Pignatelli, hermano menor del cercano José Antonio Labordeta, pero por eso no menos digno. Además cuenta con los que fueron primeros depósitos de agua de la ciudad, construidos por Ricardo Magdalena, que constituyen un importante e interesante conjunto arquitectónico urbanístico del siglo XIX. Parte de aquellas instalaciones son utilizadas como sala de exposiciones. Para los que no conocen el parque, decir que se encuentra ubicado en lo que fueron los viveros del Canal Imperial de Aragón y que se unía a las llamadas Playas de Torrero. Aquí llegaban las embarcaciones con pasajeros hasta la mitad del siglo XIX  y las hortalizas y materias primas hasta la mitad del siglo XX. Desde ese punto, los tranvías, de mulas primero y electrificados más tarde, las bajaban al centro de la ciudad.
Parque Pignatelli
Antiguo Cine Torrero
        Crecí en este barrio y al pasar por las puertas del antiguo Cine Torrero, me vienen los recuerdos de aquellas sesiones del domingo por la tarde en los que, ya adolescentes, íbamos a ver cualquier película que nos pusieran; no había palomitas, sí un ambigú en el que tomar un refresco de "Mirinda" en el descanso o cuando se produjera uno de los muchos cortes de la cinta. Eran otros tiempos.
        Cruzar el puente de América, es siempre una experiencia, al pasar por él hay que detenerse,  apoyarse en las barandillas modernistas, bellamente decoradas, y asomarse a las aguas del Canal Imperial de Aragón para disfrutar de esa bella postal, postal que cada vez que la miro cambia de color.

Asomados al Puente de América

Tiro de Bola
        Maite, que tuvo este barrio como zona de trabajo en sus últimos años laborales,  y un servidor seguimos hacia la hoy denominada calle Fray Julián Garcés (primer obispo de la Nueva España a principios del XVI), que en mis años mozos llamábamos "Camino de las Canteras" ––había que darle calle al fraile––.
        Siempre en dirección sur alcanzamos las tapias del cementerio para seguir garreando, ahora los hacemos por el antiguo "Camino del Tiro de Bola": antaño aquí se jugaba mucha guita lanzando lo más lejos posible una bola de piedra. Hoy es un camino asfaltado en el que los primeros mountainbikers comienzan a transitar. Durante casi todo el trayecto vamos a caminar junto a ellos.
        A un lado y a otro se observa la fuerza de la borrasca Filomena: pinos caídos, ramas quebradas, cables rotos, etc. Pero no hay mal que no se pueda curar, hay otras borrascas más difíciles de combatir.
Víctima de la borrasca Filomena

¿Camino del Moncayo?
        A partir de ahora no hay más paisaje que el campo baldío, paisaje que contemplándolo tiene su encanto.                    
        Cruzamos sobre la autovía Z-40 y las vías del AVE; mirando la primera de ellas parece llevar a aquella montaña que asoma a lo lejos, montaña calva no hace mucho, hoy blanca desde los pies hasta la cumbre: es el Moncayo.
        El camino está animado, somos 700.000 almas en busca de la libertad, pocos caminamos a pie, los más montan en bicicleta, las unas de energía humana y las otras ayudadas por la electricidad ––las llamo "bicis iberdrola"––
        Con el cierzo por montera pasamos junto a Las Canteras de Torrero, aquellas que daban nombre a la calle del fraile, se ve que dan buena cosecha de áridos, pues siguen extrayendo de ellas hasta la última gota de sangre.
Avanzando

Llegando a la cumbre
        Llevamos siete kilómetros recorridos y ya vemos la cumbre, discreta ella, del la jornada. Su aspecto sería algo más grato de no ser por la erosión a que se ve sometida por los trialeros y derrapadores  de turno ––una pena––. Una suave subida nos deja en lo más alto del Cabezo de las Zorras (402 m.).
        Otero pequeño de tamaño, pero generoso en las perspectivas: no solo el Moncayo, que ya lo habíamos visto antes; al norte divisamos desde la Sierra de Alcubierre, pasando por la de Guara; Cotiella se ve como avergonzada, bajo las nubes que la cubren. Más cerca, ya despierta, "la ciudad": se ve toda su riqueza y su pobreza, todas sus luces y sus sombras, todas sus tristezas y sus alegrías... Son cosas que el cierzo no es capaz de cambiar y la ausencia de mi cámara poder captar (no obstante dejaré las fotos del móvil, de peor calidad pero muy dignas).
        Pero, amigos, hay que seguir el camino que ahora, lógicamente, descendemos intentando no resbalar por un suelo descarnado por las máquinas propiedad de los amigos de practicar el deporte de ¡esto mola mucho!.
Ambos dos
Los montes de Torrero, al fondo la ciudad
Tras la ermita de Santa Bárbara asoma el Moncayo (zoom)
Bajo la autovía
        La pista, en algunos tramos, se torna en senda que sube, baja, gira y vuelve a subir, bajar, girar... Es lo que tiene el monte.
        Con velocidad de crucero, volvemos a salvar la Z-40 y el AVE, esta vez bajo ellas por túnel. 
        Salimos a las inmediaciones del centro comercial Puerto Venecia (no se me pregunte el porqué del nombre). Se va viendo más personal, unos paseando al perro, otros a ellos mismos, otros dándole al pedal, otros corre que te corre, otros... Se ve que tenemos ganas de movernos, aunque solo sea en los límites del municipio.
        Alcanzados los Pinares de Torrero volvemos al camino del Tiro de Bola, cerrando así el círculo, tan solo nos queda volver al punto de inicio.
        No ha sido una gran expedición, ni tan siquiera una marcha por alguna de las altas montañas de Aragón (que las hay a capazos) pero una mañana como esta no la dan gratis, así que el que quiera conocerla, se calce las botas y ¡hale!, como decimos los aragoneses "vaya de propio, pero hágalo con rasmia".
        Los alrededores de Zaragoza dan para mucho y la ciudad esconde rincones, calles, plazas, fuentes, ríos, avenidas y pasión, mucha pasión. Como escribió José Antonio Labordeta: 
               Cuando el cierzo desciende y se alza la niebla,

toda la ciudad –mi Zaragoza amada- se cubre de palabras

que surgen del silencio hacia la nada.

        Hasta pronto


Datos técnicos
Recorrido (track)

Perfil:
Distancia, 16,5 Km.
Desniveles positivo y negativo, 310 m.