jueves, 28 de septiembre de 2023

CAMÍ DE CAVALLS



        Hace un año, cuando mi salud nos hizo abandonar Menorca, la “isla de la calma”, no tuvimos ninguna duda de que, ya repuesto, volveríamos con la sana intención de concluir esta aventura y recorrer el perímetro de esa hermosa isla, dueña de uno de los más bellos paisajes del Mediterráneo.
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MENORCA (un poco de historia)

Una de las calas de Menorca
            No sé qué tiene la bella Menorca cuando, a lo largo de su larga historia, han sido tantos los pretendientes que la han cortejado. Indudablemente, su situación geográfica hacen de la isla un caramelo para aquellas civilizaciones amantes de engrandecer sus imperios.    
        El interés histórico de la isla culmina en su prehistoria, los restos prehistóricos que se conservan la convierten en un vasto museo al aire libre: talayotes, navetas, taules, salas hipóstilas, murallas, galerías cubiertas...       
         Luego llegaron los fenicios y griegos, para dejarse conquistar por los cartagineses, quienes dieron nombre a algunas poblaciones, como Magón (actual Mahón) y Jamma (actual Ciutadella). Aún se conservan algunas ruinas como la “Torre d´en Galmés” en Alaior o “Torre Vella” en Ciudadela, entre otras.
Poblado talayótico
Torre de Santandria
        ¡Hale! Y luego llegan los romanos, unos años antes de nuestra era, y ¡zas!, implantan sus ansias imperialistas y le dan Menorcael origen de su denominación actual: "Minórica", en contraposición con Mallorca ("Majorica"). La capital romana de la isla fue Magon (Mahón)
Faltaría más, llegó también el cristianismo, allá por el siglo V, y dejaron en la isla algunas basílicas paleocristianas.
        Luego serían los vándalos, que fueron vencidos por el imperio Bizantino. Más tarde, la isla quedo sometida, como todas las Baleares, al califato de Córdoba.
        Más tarde, en los siglos XII y XIV, varios monarcas (Jaime I de Aragón, Pedro II y su hijo Alfonso III, entre otros), engaño tras engaño, arreglo tras arreglo, conquista tras conquista, incorporaron las Baleares al reino de Aragón en tiempos de Pedro VI.
Iglesia de Maó
        Tan querida era Menorca que hasta el pirata Barbarroja, en 1535, entró a saco en Mahón, para unos pocos años después, saquear también Ciutadella.
        Algunos otros tratados posteriores y guerras llevaron a Menorca a estar en manos británicas, francesas, otra vez británicas, tropas hispano-francesas, hasta que en virtud del tratado de Amiens, en 1902, volvió definitivamente a España.
       Dejando a un lado la actual invasión, la turística, que tras la pandemia ha crecido considerablemente, toda esa historia es la razón, en aquello que nombraba de los cortejos internacionales, para que unos y otros hubieran codiciado Menorca, la hermosa “isla de la calma”.

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COSTUMBRES Y TRADICIONES
Portillo
        Además del turismo, otra actividad importante de Menorca es la ganadería. Pues bien, como piedras, es lo que le sobra a la isla, con el objetivo de controlar a los rebaños, más de 11.000 km. de muros de piedra seca, mantiene a ovejas y vacas en el redil. No cuento la técnica de construcción de este tipo de barreras, para eso hay gentes más cualificadas que yo, como, por ejemplo Eugenio Monesma en este documental,
        Para pasar de un terreno a otro, se abre un pequeño portón (portillo) hecho de madera de acebuche. Como dato curioso, en nuestro recorrido del Camí de Cavalls, abrimos unas 200 de ellas, digo abrimos porque están fabricadas de tal manera que se cierran solas, eso sí, asegurándonos que, como la mayoría, funcionen bien.
Barraca
Caminos entre muros de piedra seca y acebuches
        También de piedra seca, otra curiosa construcción es la “barraca”hecha con muros sin desbastar en su parte exterior y desbastada en la interior, constituida por una superposición de cuerpos troncocónicos que reducen su diámetro a medida que se elevan, a modo de pirámide escalonada. La planta es circular, aunque también es frecuente la planta en forma de herradura.
        Se accede al interior por una pequeña apertura situada al nivel del suelo y encuadrada entre dos piedras o jambas, una a cada lado, hincadas verticalmente y con un dintel.
        Hay otras tradiciones en Menorca, pero la más popular es la que gira en torno a los caballos, ya que son uno de los símbolos de la historia y de la cultura de la isla. Para las fiestas, los caballos son vestidos con cintas en la cola y un espejo en forma de estrella en su brida, mientras que los jinetes portan los tradicionales trajes en blanco y negro con un sombrero (estos reciben el nombre de Caixers). Esta tradición, que se remonta al siglo XIV, recibe el nombre de “Los Jaleos”.

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UN POCO SOBRE FLORA
Socarrels mirando al mar
        Lógicamente, al hablar de las especies vegetales de Menorca, concluimos que se trata de plantas que han estado aisladas de otras especies similares durante miles de años, por el simple hecho de vivir en una isla. Cuentan que actualmente viven alrededor de 124 especies vegetales endémicas.
        En el norte, azotado por el viento seco de la tramontana, algunas plantas presentan pequeñas hojas, transformándose incluso en espinas. Diferentes son las zonas húmedas del interior en las que se desarrollan los bosques bajos, como por ejemplo los “socarrels”, un arbusto que forma una especie de almohadilla de espinas totalmente a prueba de viento y que soporta la alta salinidad de la zona, y además sirve de cobijo para otras plantas más frágiles.
        También se encuentran bosques de pinos, que se extienden desde el centro a la costa sur de la isla, encinares o acebuches principalmente, entre los que crecen abundantes arbustos, creando un denso paisaje.

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OTRO POCO DE FAUNA
Lagartija balear
        En la parte central de la isla habitan algunos pequeños mamíferos como la marta, la comadreja, el conejo o el erizo moruno. 
Entre los mamíferos de mayor tamaño, hay que hacer mención especial al caballo de raza menorquina, que con su porte esbelto y su color oscuro se convierte en el protagonista indiscutible en las fiestas populares del mencionado "Jaleo menorquín". 
        En cuanto a las aves, además de las de paso, existen cientos de especies como la abubilla, la curruca, el alimoche, el milano real, la garza real y las aves marinas como el cormorán y la pardela balear.
        De los reptiles, decir que en Menorca encontramos la lagartija balear, aislada en algunos islotes, que aun siendo de la misma especie, presentan diferentes colores. Por ejemplo, en la Illa de l´Aire, la lagartija balear es negra y azul, mientras que en la Illa d´en Colom es verde y gris.
        Caminando entre dunas y humedales, nos aparece la tortuga mediterránea, introducida, según dicen, por los barcos que la trasportaban como alimento.
Tortuga balear escondiéndose


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EL CAMÍ DE CAVALLS

Hito del Camí de Cavalls
        Isla pretendida, isla defendida. Consecuencia de toda esa reata de invasores, los unos y los otros debían defender Menorca, para lo que 
rey Jaume II de Mallorca, en el 1331, ordenó la construcción de un camino de circunvalación que permitiera la vigilancia del litoral de la isla. Además de un imprescindible sistema de defensa, venía utilizado también por la población menorquina como vía de comunicación pública, motivo por el cual representó un gran beneficio para la agricultura, la pesca y el comercio local.
        No hace falta ser muy listos, para deducir que en aquella época no se había inventado el automóvil, por lo que se supone que los vigilantes costeros andaban de aquí para allá a lomos de sus caballos.
Camí de Cavalls, senderos de paisajes
        Por aquella época, el Mediterráneo era un lugar inseguro y Menorca, con su enorme puerto natural en Mahón, representaba un punto estratégico de gran importancia militar.
        Sin embargo, con el pasar de los siglos y debido a emergencias militares, el camino no se conservó de manera adecuada y, principalmente en el siglo pasado, al final de la Guerra Civil Española, empezó a deteriorarse y a desaparecer.
        Finalmente, la voluntad popular menorquina, una ley regional, el acuerdo con más de cien propietarios de tierras para que concedieran permiso de paso y las ayudas ministeriales, nos llevaron al actual “Camí de Cavalls”, en la actualidad perfectamente marcado y que Maite y yo hemos cerrado en sus 360º.


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NUESTRO CAMÍ DE CAVALLS

Un alto en "nuestro camino"
        Los 185 km. del Camí de Cavalls, en sus 360º, se pueden recorrer a pie, en bicicleta e incluso a caballo, bien corriendo o bien, como nosotros, en modo senderismo, en más o menos etapas, con la sana intención de disfrutar de un paisaje verdaderamente hermoso.
        Nuestra decisión fue la de hacerlo en las 13 etapas, que iniciamos el año pasado y que, como ya he contado, hubimos de abortar al finalizar la tercera de ellas. 
    Pero no preocuparse, no es intención mía hacer una crónica detallada de cada una de las jornadas, no quiero castigar a nadie, ni castigarme a mí. Tan solo unos pequeños resúmenes.

Año 2022
Era el 14 de septiembre. 
Aterrizamos
        Pese a varios cambios de horario y a la cancelación unilateral del vuelo de regreso, por parte de la compañía aérea, en 50 minutos estábamos aterrizando en Mahón, (o Maó que así le llaman por aquí). 
        Esa misma tarde nos reuníamos con Joao para preparar la ruta que comenzaríamos la mañana siguiente.
        Habíamos realizado varios trekkings, en algunos de ellos superando cotas que nos parecían imposibles, con desniveles de esos que te sacan de vueltas. Pero en esta ocasión decidimos cambiar esas cotas y desniveles por la calma, recorrer los caminos, disfrutando de los paisajes y de las aguas que el Mediterráneo esconde en las calas menorquinas


El 15 de septiembre (Mahón a Favaritx).- 
Preparados para arrancar en Sa Mesquida
Azucena de mar
      A tempranas horas, con el fin de evitar una concurrida carretera, hicimos un transfer para iniciar el Camí en “Sa Mesquida” e iniciar la marcha por agradables sendas, unas veces cerca del agua y otras entre una conservada vegetación. Nos fijamos en la azucena de mar (pancratium maritimum) o la albarrana o almorrana (drimia marítima), bonitas y desconocidas flores para nosotros.
        Tras detenernos en Es Grau, nos adentrarmos en plena "S´Albufera des Grau", el parque natural más importante de Menorca. Cuenta con más de 5.000 hectáreas y es uno de los puntos claves de la Reserva de la Biosfera menorquina. Su espacio supone la representación, en buen estado de conservación, de los diversos hábitats naturales de la isla de Menorca: zonas húmedas, bosques de acebuches, estanques temporales, sistemas dunares, praderas de fanerógamas marinas e islotes costeros. Hábitats que albergan una gran biodiversidad con numerosos endemismos y especies tan destacables como el águila pescadora o la lagartija balear
S´Albufera des Grau
Preparando el chapuzón
        Más adelante, 
a nuestro paso por la cala d´es Tamarells, nos quitamos la mochila (y algo más) y, ¡hale!, al agua patos.
        Frente a nosotros, a 200 metros, se veía la isla de Colom, aquella de las lagartijas de color verde y azul
        Las calas se sucedían, separadas por un "sube y baja", que con el calor nos hacía sudar. 
        Había que seguir y, tras pasar ante la popular playa de Tortuga, más adelante, nos detuvimos en la cala Prensil para darnos un baño y descansar un rato.
       Solo quedaba ascender al faro de Favàrix para asomarnos a su cabo y esperar que nos recogieran a las 17 h.
En el faro de Favaritx


Distancia: 17,5 Km.
Desnivel acumulado: 495 m.

Día 16 de septiembre (De Favaritx a Arenal d´en Castell).- 
En el lacó de Ferradura
        Transfer desde Ma
ó hasta el comienzo de la etapa, cerca de Favàrix. El camino transitaba entre campos de cultivo. 
        Más adelante se nos abría una gran panorámica. A nuestros pies, la cala de Pou d´en Caldes, bajo grandes paredes de piedra. A lo lejos se divisaban algunas poblaciones que más tarde se pondrían en nuestro camino: Addaia y Na Macaret.
        Alcanzamos las salinas de Mongofra en la que se veían algunos flamencos blancos. Pasado Addaia dejamos la traza del Camí para tomar la variante de Na Macaret, cuyo mayor atractivo son los acantilados que rodean el “racó de la Ferradura”. Por un penoso sendero alcanzamos la playa de Arenal d´en Castell que recorrimos en toda su longitud por una pasarela de madera, para alcanzar, con un calor insoportable, nuestro alojamiento.
Salinas e Mongofra
Distancia, 15, 2 Km
Desnivel, 290 m.

Día 17 de septiembre (De Arenal d´en Castell a Fornells).-
La tramontana mueve el mar
        Los primeros metros los recorrimos por unos acantilados en lo que soplaba la tramontana con ganas, hasta alcanzar Son Parc.
Por un cómodo camino alcanzamos las ruinas de la basílica paleocristiana de Cap des Port, un yacimiento arqueológico, posiblemente monástico. Fue descubierto el 1958 y excavado a partir de 1975. Su datación es del siglo V.
        Poco más adelante transitamos varias carreteras hasta alcanzar Playas de Fornells, allí tenemos nuestro alojamiento, pero dejamos las mochilas y por un impresionante acantilado en los que se rompen las olas, nos acercamos hasta Fornells, pues había que comer algo típico del lugar, una caldereta de langosta.
        Tras varias noches sin dormir, producto de fuertes dolores abdominales que venía acusando, no solo no desaparecían, sino que iban a más, por lo que decidimos volver a Zaragoza.
Distancia, 13,9 Km
Desnivel, 240 m.

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Año 2023
El norte
        
        Justamente, hoy 16 de septiembre, un año después, estamos en Menorca y, de nuevo, es Joao quien nos atiende para preparar las siguientes diez etapas que nos quedan por recorrer, ¿lo conseguiremos?
        En las primeras jornadas vamos a recorrer el norte de la isla, la parte más salvaje y cautivadora de la isla, allí donde los pinos desconocen la verticalidad, caminos donde nos encontraremos abruptos acantilados, arena de un color rojizo como si fuera de otro planeta, formaciones rocosas de pizarra y un entorno virgen en el que si hay suerte, puede que tengamos algunas calas semi-desiertas.

Día 15/9/23 (viernes).- Cala Tirant-Benimel-là
Cala Tirana
        Arrancamos en Cala Tirant, una bonita playa que ya conocíamos del año pasado. Al final de la cala, nos detenemos en un remanso de agua (Torrent de Lluriac Nou), en el que vemos algunos ejemplares de tortuga mediterránea. Al abandonar el sitio, nos percatamos de que los mosquitos se lo han pasado en grande con nuestros cuerpos.
        Continuando el camino vamos descubriendo aquella planta endémica que nombraba arriba: “los socarrels”.
        Pasamos por algunas pequeñas y escondidas calas y como la de En Saler d´en Petet en la que algunas jóvenes se encuentran practicando yoga.
Un regalo para la vista
Entre tierra y mar
        Más adelante nos detenemos ante la antigua ciudad portuaria romana Sa Nitja, cuyo puerto se encontraba junto al “Far de Cavallería” ubicado en el cabo que cierra la península del mismo nombre.
        Continuamos hasta alcanzar una pequeña playita, menos concurrida que la anterior, la Cala Mica.
        Y nada, como está casi desierta, ¡al agua patos!  Sin más toalla que la brisa, nos secamos, vestimos y seguimos el camino. 
        Vamos coincidiendo con un nutrido grupo de italianos bastante bullangueros, hasta el final de nuestra ruta en la playa Benimel-là.
        Nos acercamos a un bar-restaurante en el que sacamos de las mochilas nuestro aporte vitamínico, para ayudar a que entre mejor la cerveza (¿o es al revés?).
         Como el norte carece de alojamientos (afortunadamente), nos recogerá Arantxa para llevarnos a descansar en Ses Salines, cerca de Fornells.
Distancia, 13,9 Km.
Desnivel 240 m.

Día 16/9/23 (sábado).- (Benimel-la - Camí de Es Aloc)
Playa de Benimel-la
        Como nos decían, esta es la etapa más dura, un "sube y baja", además nos ha salido un día bastante caluroso.
        Comenzamos donde terminamos ayer, es decir, en la playa de Benimel-la. Un kilómetro más adelante, llegamos a la popular playa de Pregonda a la que, por ser sábado y tener parking relativamente cerca, van acudiendo muchos bañistas.
        Poco a poco vamos ganando altura, con unas vistas impresionantes hacia los acantilados que van quedando atrás, para descender hasta la rocosa cala Barríl.
Descanso capturado por la sombra
Cala de Calderer
        El camino se hace más exigente, asciende y desciende continuamente, un rompe-piernas, que nos regala unas bellas vistas hacia las islas Bledes.
        Más subidas y bajadas, nos dejan en la paradisiaca cala de Calderer. Nos alojamos a la sombra de un cobertizo... y ¡hale, al agua! Esta es una de las más tranquilas y salvajes del camino, pues, como decía, acercarse hasta aquí no lo hace cualquiera.
        Dejamos la playa, el camino sube y sigue subiendo hasta alcanzar 135 m sobre el nivel del mar.
        Seguimos bajando y subiendo hasta descender a las cercanías de la cala Alocs.
        Como nos tienen que recoger 2,2 km más arriba, en el camino de Les Alocs, le añadimos un extra de calurosa subida
        Ciertamente ha sido una etapa algo durilla, no solo por el trazado, sino también por el calor que nos ha llevado a agotar toda el agua.
Distancia, 11 Km.
Desnivel +, 511 m.
Desnivel –, 450 m.

Día 17/9/23 (domingo) (Camí de es Alocs – Cala Morell)
Cala de es Alocs
        Hasta llegar al inicio oficial de la etapa hemos de desandar lo andado ayer, para descender a la cala de Es Alocs.
        Seguimos costeando hasta llegar a la concurrida Cala del Pilar (se nota que es festivo), que salvamos rodeándola. 
        A partir de aquí, una larga, pero llevadera subida, atravesamos el parking de la cala, por el que viene mucha gente.
        Delante de nosotros, vemos una montaña casi inaccesible, preguntándonos por dónde la atravesaremos, la llaman la Muntanya Mala, con un acantilado de más de 200 m. A sus pies, una cala, la de Macar, al contrario que la del Pilar, completamente vacía, pues el terreno es más escarpado..
Con los ojos puestos en la Muntanya Mala
Tras el baño
        A continuación nos introducimos, durante 4,5 km. en una zona boscosa en la que predomina la encina. Esta parte del recorrido, asciende suavemente hasta llegar a una plana en la que aparecen algunos cultivos y la Font de sa Teula.
        Poco a poco alcanzamos la zona de Algairens, La playa principal de la cala está abarrotada, así que buscamos otra de la misma bahía, la Cala Tancats y lo mismo, así que decidimos seguir.
        Un kilómetro más adelante, alcanzamos otra cala, la Fontanelles, mucho más tranquila, así que ¡baño!, y fajina.
Hacia allá vamos
Fin de etapa
        A partir de aquí, el terreno, asciende y se vuelve pedregoso, pero con una gran panorámica: Codolar de Beniatram, acantilados de Corniola, Puntas Roja, Cabo Gros y Cala de Carbó.
        De vez en cuando, que para eso hemos venido, nos detenemos a echar la vista al paisaje y disparar la cámara que parece estar en el interior del "esmarfone". Inevitablemente la retina posee una mayor sensibilidad, pues no hay cámara en el mundo que capture la magia de la naturaleza.
        Más adelante, con terreno cubierto con vegetación de monte bajo, pasamos por un aljibe. Un buen tramo, caluroso, discurre junto a un muro de piedra seca, que nos acerca hasta La Cala Morell.
        Cerveza, baño y siesta playera.
Distancia, 18,5 Km.
Ascenso +, 477 m.
Descenso -, 515 m.


Día 18/9/23 (lunes) Cala Morell-Ciutadella
Necrópolis
        Comenzamos la ruta visitando la Necrópolis de Cala Morell, u
n conjunto de catorce cuevas excavadas artificialmente en la roca de un pequeño barranco y que forman uno de los mayores y más espectaculares cementerios prehistóricos de la isla. Estuvo en uso como cementerio desde la época naviforme (1700 a. C.) hasta el siglo II d. C.
        Dejamos las cuevas y tomamos el camino que nos deja en lo alto de los acantilados del Cul de sa Ferrada; desde aquí la panorámica es espectacular: los acantilados compiten con la verticalidad hasta encontrarse con las aguas, cada vez más turquesas.
Vistas desde el Cual de sa Ferrada
Rocas azotadas por la tramontana
        El resto del camino transita un terreno árido, algo penoso de andar, entre las rocas de un terreno azotado por la fuerza de la tramontana y las sales del mar.
        Cerca de Punta Nati pasamos por el Llosar de Son Escudero, aquí la acción del viento ha modelado la roca hasta convertirla en una obra de arte.
        Cruzamos la carretera que lleva al faro de punta Nati, el paisaje sigue siendo árido. Aquí podríamos decir que dejamos la costa norte, para ir girando a la de oeste.
Ahora se observa el resultado feroz del viento de tramontana, por un lado, y el resultado de la labor humana, por otro. Impresiona ver tantos kilómetros de pared seca, que una y otra vez debemos cruzar, abriendo las sucesivas puertas, así como las cabañas de los pastores (barracas), así como la flora endémica. 
Cruz del vapor General Chanzy
            Cuando el camino se acerca al vértice del acantilado, se entiende el motivo de que esta zona se denomine "Calesmorts". No sé si la cruz que vemos a la derecha, al pie del acantilado, es de antes o después de la tragedia a la que está dedicado este memorial: se trata de la "Cruz del vapor General Chanzy" que recuerda a los 156 fallecidos, solo uno se salvó, cuando, en febrero de 1910, el buque naufragó en esta costa de Menorca.
        Algo cansados llegamos al Morro der sa Falconera, un acantilado en el que la vista se pierde en el mar.
Poco a poco, vamos llegando a las urbanizaciones que preceden al final de la ruta, hemos llegado a Ciutadella.
Distancia, 19, 3 Km.
Desnivel, 310 m.

Día 19/9/23 (martes).- Ciutadella-Cap d´Artrux
Torre Santandria
        Esta etapa, en su mayoría, transita entre urbanizaciones que nacieron en torno a tranquilas calas, como Sa Caleta, Santandria y Cala Blanca.
        Tras atravesar, con algún despiste, la última de las urbanizaciones, el camino se adentra en roquedales de litoral, lo que nos permite disfrutar de un paisaje marino espectacular. 
        Bajo el color azul turquesa del agua, destacan las rocas sumergidas en el fondo, principalmente en un entrante conocido como s´Aigua Dolça. En el horizonte se adivina el contorno que dibuja la isla de Mallorca.
Los colores del mar en s´Aigua Dolça
Trinchera
        En el camino, como en todo nuestro recorrido por la costa menorquina, descubrimos búnkers y trincheras, construidos, en su mayoría, durante la Guerra Cívil aunque nunca llegaron a utilizarse.
        Otro testimonio más de las épocas convulsas en la historia insular.
        Ya se ve el faro de Cap d´Artrux, nuestro alojamiento. Finalmente, y es de agradecer, llueve. La puesta de sol que veríamos, pues, ¡nada de nada!


Distancia, 11,5 Km.
Desnivel, 125 m

Día 20/9/23 (miércoles).- Cap d´Artrux-Cala Galdana
Un mar azul oscuro azotando el Cap d´Artrux
        A las siete de la mañana ha llovido a cántaros, además con un viento que asustaba, lo que hacía peligrar la etapa.
        Hemos tomado un café con tranquilidad por aquello de hacer tiempo por ver si descampaba. Poco a poco, la cosa ha ido a menos, aunque las nubes siguen siendo más oscuras que el carbón.
        Aunque sigue lloviendo ligeramente, nos ponemos las capas impermeables y comenzamos a caminar. Los primeros kilómetros los hacemos entre urbanizaciones, incluyendo un despiste nuestro. Tengo que decir que, a partir de aquí, el camino gira para transitar por el sur de la isla.
Las aguas se vuelven cristal
    
    En esta jornada no van a ser las rocas, ni los acantilados, ni las calas, ni tampoco las plantas y las aves, quienes protagonicen la belleza del paisaje: e
l mar se ha movido y el reflejo de las nubes nos muestra unos espectaculares colores: desde un azul, casi negro, hasta un bello turquesa. 
        Pasamos por varias calas (En Bosc, Son Xoriguer Parejals, Son Vell, Son Saura, Banyul, Talaier, Turqueta, Macarelleta, Macarella), pero el día no acompaña para el baño. Aunque las nubes van alejándose, el viento se encarga de embravecer la mar. No obstante, disfrutamos enormemente del paisaje, de los acantilados, de los colores del agua, de los que hablaba y de la fuerza del mar rompiéndose contra las rocas.
En la cala Macarelleta, el mar se vuelve manso
La Macarella se ha pintado de turquesa
Fin de etapa
        Finalmente, llegamos a nuestro destino, Cala Galdana, la playa más edificada de todas las que hemos visto, y no han sido pocas, en Menorca; Nos da la impresión de estar en cualquiera de las poblaciones turísticas del levante peninsular.
Distancia, 17, 5 Km.
Desnivel, 325 m.

Día 21/9/23 (jueves).- De Cala Galdana a Sant Tomás
Cala Mitjana
        Hoy sale despejado, llevamos preparados los bañadores (si es necesario) y toallas, pero el mar ha cambiado sus colores por la fuerza de sus olas y sería poco prudente el baño. Esto no quiere decir que no nos mojaremos, pero eso lo contaré enseguida.
    Tras dejar Cala Galdana, ascendemos por un bonito bosque, hasta un mirador en el que se ve toda la playa con sus construcciones.
Pronto llegamos a las calas Mitjaneta y Mitjana, bellos rincones que nos traen el recuerdo de hace años, cuando estuvimos en estos bellos rincones de la costa con nuestros amigos Marian, Juancho y su “pequeño” Guillermo.
Calentando motores
        A partir de aquí, decidimos abandonar el Camí de Cavalls señalizado, para tomar la variante del “Sendero Litoral”. Todo un acierto, pues la senda se cuelga sobre los acantilados en los que el Mediterraneo da muestras de su bravura. 
        Un paisaje paradisiaco que se traduce en las calas secretas y vírgenes de Trebalúger, Fustam y Escorxada. Alcanzar la primera de ellas no es fácil en el día de hoy, pues hay que cruzar la confluencia del barranco de Trebalúger con la playa, cosa que hacemos descalzándonos, remangando las perneras y cruzar el agua que nos llegaba, casi hasta la cintura.
Por el Sendero Litoral
No es día para baños
La playa de Benigaús, semi-desierta
              Finalmente, tras recorrer la playa Benigaús, llegamos a nuestro destino en Sant Tomás.
Distancia, 11,3 Km.
Desnivel, 365 m.

Día 22/9/23 (viernes).- De Sant Tomás a Cala en Porter
Humedal
        Dejamos Sant Tomàs bordeando los campos fértiles de esta zona. Una vez atravesado el puente para salvar la desembocadura canalizada del torrente de Sa Vall, el camino entra tierra adentro bordeando la zona húmeda de las marismas del Prat Son Bou
, una de las principales zonas húmedas de Menorca y la más importante de la costa sur. Se trata de una marisma litoral de unas 80 hectáreas dispuesta casi en paralelo a la costa, separada del mar por un brazo de arena que forma la playa de Son Bou y Talis. La vegetación se va transformando a medida que vamos entrando en el barranco. Gracias a la ayuda de unos bloques de piedra a modo de pasarela (un tramo, bajo el agua), cruzamos el barranco propiamente dicho. ¡Aleluya!, en el humedal tan solo me han picado tres mosquitos.
Seguimos bordeando el humedal de Son Bou por un camino poblado de pinos y acebuches hasta Son Benet. Después de caminar entre campos y pastos y pasar el puente que salva el torrente del barranco des Bec, llegamos a la urbanización de Son Bou.
Ya amaina
        Un buen lugar para adquirir pan y para, refugiados bajo una mampara de parada de bus, refugiarnos del chaparrón que ha comenzado a caer. Aquí dudamos si seguir o esperar a algún medio de transporte y, como no tenemos prisa, esperamos, no a que pare, sino a que afloje, cosa que ocurre y ¡hale!, nos protegemos del agua y ¡p alante!.
        Abandonamos enseguida el asfalto y el ladrillo, para tomar un pequeño sendero que, salvando un desnivel bastante pronunciado, seguido de un descenso, nos lleva hasta la cala Llucalari, formada por un barranco y esculpida por la fuerza del agua entre un peñascal, dando lugar a un paisaje muy espectacular entre dos formaciones rocosas. Ha dejado de llover
Cala Llucalari
Fértil barranco
        Seguimos el camino, que de nuevo asciende y discurre por tierras m
ás de interior, para ir descendiendo por el fértil barranco de Cala d´en Porter, que toma el nombre de nuestro destino, en dónde tenemos previsto alojarnos, pero, ¡ay!, los últimos 50 metros de desnivel que nos separan de la cala hasta el centro de la población, los subimos por una agotadora escalera que... ¡uf!
        En esta etapa, el mar, que también, ha cedido el protagonismo a otro tipo de paisaje; a esas otras aguas que, en la marisma, pugnan por no ser absorbidas por ese mar, a la naturaleza de fértiles tierras transformadas por el hombre para extraer de ellas, las  ricas hortalizas que cuando son depositadas en el plato... ¡ricas, ricas!
Distancia, 14,6 km.
Desnivel 340 m.

Día 23/9/23 (sábado).- De Cala d´en Porter a Binissafuller
En Cales Coves
        Desayunados y aseados, como dos flores, dejamos Cala d´en Porter por un sendero que transita entre muros y acebuches. Llegados a un cruce, dejamos el “Camí” para desviarnos a “Cales Coves”, un conjunto de calas, sin apenas presencia humana en estas horas.
        En las paredes de roca que abrazan el entorno, unas cuevas encierran la historia de lo que, entre los siglos 1400-123 de antes de nuestra, fue una necrópolis. Algunas son artificiales y excavadas en la roca, con los rudimentarios útiles empleados por los habitantes de la Edad del Bronce y del Hierro, otras son naturales.
Las huellas de la historia
Cala en reposo
        Retornamos al punto en que nos hemos desviado, ahora nos acercamos a otra cala (y van…), la de Canutells, que dejamos entre las típicas calles de la urbanización, en la que un supermercado, previo pago, nos provee de pan (el resto de condumio lo llevamos en la mochila).
        El camino se va alejando de la costa, poco a poco se va haciendo algo monótono, pero esa monotonía la rompe alguna de las construcciones, caseríos fortificados como el de Santa Caterina.
    Chino chano, vamos acercándonos a la costa, en uno de sus tramos más turísticos. Arriba, en el cielo, el vuelo bajo de los aviones, delata que el aeropuerto de Menorca está cerca. 
De nuevo, la mar
        La tierra torna en asfalto; los muros de piedra, en hormigón; las barracas tornan en chalets… pero una acogedora cala nos marca el final de la etapa, la de Binissafuller.
        Como hoy nos alojaremos en el interior, a unos pocos kilómetros de aquí, mientras vienen a recogernos, nos buscamos una sombra de la calita, bastante concurrida por ser sábado, nos damos un baño y nos preparamos un par de bocadillos, para, posteriormente, hacer tiempo en un garito en el que nos sirven unas frescas “pintas”.
Cala de Binissafuller
Restos arqueológicos de viejas culturas
        Finalmente nos recogen para llevarnos al Agroturisme Binissafullet Vell en el que tenemos contratado el alojamiento y la media pensi
ón. Un garito pretendidamente unido a la tierra y sus costumbres. Bueno, en realidad es un negociete en el que hay que pagar hasta el agua (y bien pagada) y del agro, hasta la mantequilla es en pastillas de una conocida marca. Lo más natural de la finca, los gatos. La habitación, muy "guay", aunque nos metemos en ella con calzador.
        Afortunadamente, junto a la finca se encuentra el poblado talayónico de Binissafullet, al que nos acercamos. Este recinto conserva llos elementos característicos de un poblado talayótico: un talayot, una zona de taula, una sala hipóstila, viviendas, restos de silos ... Estuvo en uso entre los siglos X de antes de nuestra era y la época romana, aunque también hay restos de época islámica que indican que podría haber sido habitado hasta la época medieval.
Distancia, 12,4 Km.
Desnivel, 280 m.


Día 24/9/23 (domingo).- De Binissafuller a Maó
¡A por la última!
        Bueno, amigos, última etapa que tomamos con la alegría de pensar en que nuestro objetivo está al alcance de unos pocos kilómetros.
        Un transfer nos devuelve a la costa, concretamente a Benibequer Vell, un complejo turístico que imita a los antiguos pueblos de pescadores.
        Afortunadamente, el siguiente núcleo por el que pasamos, la Cala Biniancolla, aun conserva algunas construcciones y rincones con encanto.
        Dejamos el asfalto, ahora el sendero se abre paso por la costa, lo que hace más agradable el camino.
        No tardamos en alcanzar la playa de Punta Prima, es domingo y está muy concurrida de bañistas. La recorremos hasta dejar la zona más saturada, ahora el sendero se abre paso entre una tupida vegetación costera, de mata baja.
Illa de l´Aire
        Más allá, observamos el faro más alto de Menorca, el de la Illa de l´Airel. En esta isla, de entorno salvaje, se encuentra la mayor población de lagartija balear de toda la isla (una especie de lagartija negra que, fuera de su hábitat, se torna verde) y una abundante vegetación que se caracteriza por su resistencia al viento y la sal. Se trata de un lugar de alto valor biológico, que debe su nombre a los vientos que azotan sin piedad sus costas.
           
A partir de aquí, el Camí de Cavalls discurre por el levante de la isla, el sendero se hace costero. Allá delante, vemos la torre defensiva de Alcaufar, todo un símbolo de este núcleo urbano. Fue construida, entre 1786 y 1787, con marés, uno de los tipos de roca más comunes del sur de Menorca y que es muy resistente a los ataques. 
          Dejamos la torre a nuestra derecha, para alcanzar la cala del mismo nombre, en torno a la que se encuentra un agradable núcleo de viviendas y algún garito, como en el que nos sentamos para “hidratarnos”, pues hace calor.
Torre de Alcaufar
Cala de Alcaufar
Cala de San Esteve
        Entre campos, muros, puertas, urbanizaciones… alcanzamos la cala de San Esteve, cuya formación se introduce hasta el barranco del Rei.
        El resto del camino, hasta Maó, discurre por un cálido asfalto. 
        Pero, amigos, nos vamos a desviar hacia Cales Fontes, ya en la bahía mahonesa, pues hoy no toca bocata, hoy hemos reservado mesa y mantel, hoy, a pocos kilómetros, habremos concluido algo que se nos truncó hace un año y estas cosas se celebran.
    La digestión la hacemos recorriendo los cinco últimos kilómetros que nos restan, hasta llegar a nuestro destino en Maó (o Mahón, como se quiera).
Cales Fontes

Distancia, 21 Km.
Desnivel, 350 m.

        Ya estamos en casa, los recuerdos de esta aventurilla que ambos, Maite y yo, hemos recorrido por caminos y senderos, siempre a orillas del Mediterráneo, ese mar tan cantado y contado, tan avergonzado por las gentes que yacen en sus aguas, pero también, un mar que nos ha obsequiado con cerca de doscientos kilómetros de paisaje, con sus cerca de ochenta calas y playas, con sus vertiginosos acantilados, con las costumbres de sus gentes, con la piedra perfectamente esculpida por el viento de la tramontana, con su vegetación lavada por la lluvia, y con la magia de sus atardeceres y sus alboradas. 
        Sí, Menorca es una isla mágica, una isla de leyendas. Yo me quedo con la más relacionada con la mar, con la leyenda de Parella:
Dicen que si el día de Sant Joan, en Ciutadella, miras hacia el oeste en el momento justo, podrás ver la ciudad más bonita que jamás verán tus ojos, "Parella". La ciudad emergerá lentamente del mar azul de Menorca, envuelta en una fina niebla; incluso vas a poder escuchar sonar sus campanas. Pero no durará.
        Parella fue encantada por una ciudad que envidiaba su belleza, y aunque esa ciudad ya ha desaparecido y se ha olvidado su nombre, el encantamiento persiste mientras Parella emerge de vez en cuando con la esperanza de ser desencantada.
        Y es que por más poderoso que sea el encantamiento, si siete Joans y siete Joanes desconocidos se encuentran el día de Sant Joan frente al mar, la ciudad volverá a emerger en toda su plenitud.”

        Siento no llamarme Joan, ni saber de otros seis Joanes, ¿será por eso que nuestros ojos no vieron la ciudad de "Parella"?
        Hasta otra