sábado, 14 de mayo de 2022

PARKING DE CEBERS - CHEMIN DE LA MÂTURE (circular)

Día 14 de mayo de 2022
Chemin de la Mâture
        Érase un reino, allá en el siglo XVIII, en el que mandaba un tal Luis XIV, aquel país le llamaban Francia (Acterix ya se había marchado de las Galias). Bien, pues este rey, al que apodaban "Le Roi Soleil" (Rey Sol), se montó once guerras (casi nada) en cuarenta años. Como en aquella época no se habían inventado los aviones, batallaban, bien por tierra, bien por mar, por lo que había que disponer de una buena flota naval con barcos que exhibieran altos y erectos mástiles de madera, para lo que había de buscar árboles suficientemente largos para tal fin; cerca de Versalles eran algo cortos, pero sí los encontraron en el Pirineo; estos eran de gran porte y más rectos que los súbditos del Rey Luis, monarca que la gangrena llevó.
La armada d´aquí
        ¡Ah, amigos!, pero había que transportarlos hasta los astilleros reales, salvando paredes infranqueables y profundos cañones, por los que hubieron de tallar en la pared rocosa, un camino lo suficientemente amplio para vencer, sin peligro, los profundos barrancos y para que los bueyes utilizados para el trabajo pesado, pudieran tirar de los troncos de los árboles cortados y transportarlos hasta el lugar donde serían procesados (creo que algunos bueyes, no llegaron a viejos). 
        Cuatro siglos después, otro ejército, este de a pie, sin más armas que unos bastones y sin más disparos que los de sus cámaras de fotos, bajo la bandera (o banderín) de "Esbarre", nos disponemos a la conquista de esta pared y algún otro rincón que se precie.
Primeros pasos
        De Zaragoza a las Galias no vamos a caballo, un bus, magistralmente conducido por el bonachón de Pablo, cruza el seudo-moderno túnel de Somport para descargarnos cerca del pueblo de Etsaut, concretamente en el parking que se encuentra en el puente de Cebers, sobre la gave d´Aspe. (gave: nombre dado a los torrentes en el Pirineo)
        Haciendo referencia al refrán: mayo no marcea: ¡mayo agostea!, pues tenemos una temperatura más de verano que de primavera.
        Pero no importa: fotografía del grupo captada por la macro-cámara del Richi  y, ¡hale!, son las diez de la mañana y ya estamos dándole a la taba, caminando por una pista asfaltada que, tras alcanzar un parking, abandonamos para transitar por terreno, aunque siempre en pendiente, algo más agradable, no solo por el tipo de piso, sino también por las flores que engalanan el campo. 
Orquídea de montaña    
Fuerte del Portalet
        
Abajo van quedando las aguas del Aspe; antes de abandonar su valle, echamos el ojo hacia esa gran fortaleza que es el Fort du Portalet (Fuerte del Portalet), otro de los "caprichos reales", mandado construir por el rey Luis Felipe I para defender Francia de las posibles invasiones españolas (¿?). Pero no acaba aquí la historia del fuerte, ya que en 1875 y 1876 los soldados del Portalet intervienen en la frontera para interceptar soldados carlistas españoles. 
           En 1914 se abandona provisionalmente su función militar alquilando algunas instalaciones a un grupo religioso de Burdeos. Tras la derrota de 1940, el fuerte se usa como prisión por el régimen de Vichy, encarcelando allí a los supuestos responsables de tal desastre. A partir de noviembre de 1942, el sur de Francia es invadido por tropas alemanas, formando parte entonces de la llamada 'área vedada'. En agosto de 1944 la Resistencia, junto a los guerrilleros españoles, liberan el valle, logrando la rendición de las tropas alemanas del Portalet el 24 de ese mismo mes. Una vez finalizada la guerra, el fuerte acoge como prisionero al propio Mariscal Pétain. ¡Cuánta historia recogen sus muros!: monarcas, religiosos, mariscales... ¡uf!
El fuerte desde el camino
En el chêmin
        Bueno, a lo que íbamos. Dejamos la fortaleza para, poco a poco, ir adentrándonos en el mencionado "Chemin de la Mâture", cavado en la roca caliza que se desploma sobre lo más profundo de la garganta de Sescouè, cuyas aguas discurren un centenar de metros más abajo.
               El desnivel, que en este sentido de la marcha es ascendente, me lleva a pensar de cuántas vidas humanas y reatas de bueyes acabarían en el fondo del abismo, arrastrados por la caída de los troncos que cargaban hacia el valle. Ciertamente, no es lugar para jugar a la "gallina ciega".
Hay que seguir
Una mirada
"Une fleur dans le jardin"
        La orientación sur del camino, totalmente expuesto al sol (este sí es real), calienta la roca por la que transitamos. El sudor va apareciendo, ayudado por la temperatura y el continuo ascenso del "chemin". En compensación, entre la poca vegetación de este tramo, algunas flores alegran la vista.
        No importa, como pequeñas hormigas vamos recorriendo esta cicatriz tallada en la roca, disfrutamos del paisaje dando rienda suelta a la adrenalina, echando la vista, unas veces al bosque de la otra orilla, y otras al abismo por el que, allá abajo, las aguas del Sescouè siguen esculpiendo el futuro de este espectacular desfiladero.
Puente de las Trungas
        Poco a poco la roca va dando paso a la vegetación, primero en pequeños prados cubiertos de flores, como a nuestro paso por las cabañas de Perry y, posteriormente, aparecen las hayas que, junto a los avellanos, protagonizarán el camino que nos queda.
        A la sombra de este bosque encantado nos desviamos unos metros para acercarnos a un espectacular rincón, el Puente de las Trungas. Y no es que el puente sea una maravilla, pero las aguas que discurren bajo él, son todo un espectáculo de bravura, que para sí quisieran algunos de esos parques acuáticos de las costas levanto-especulativas.
En buena compañía
Las aguas del Sescouè, bajan...
... ¡bravas!
Seguimos
        Retrocedemos unos metros para retomar el sendero y atacar una fuerte subida que nos acerca al cruce de senderos que viene de Ayous, aquí abandonamos la transpirenaica, GR.10, por la que hemos caminado hasta el momento, para girar en dirección oeste.
        La senda nos demuestra que la horizontalidad también existe, sobre todo cuando disfrutamos al recorrer este apacible hayedo, con algunos imponentes ejemplares de avanzada edad (me refiero a las hayas), Uno de estos ejemplares, con un amplio hueco en su tronco, parece haber estado poblado por algunos de esos seres mágicos que habitan los bosques: ¿serán duendes, serán gnomos, o serán elfos? No es mal de altura, es esa especie de magnetismo mágico que nos regala la montaña.
Allá abajo duermen esos seres...
¿Dónde está la bota?
        El sonido de unos cencerros nos indica que tenemos ganado cerca, que el puerto no anda lejos, que el bosque va dando paso al prado, que hemos alcanzado el Col d´Arras y que este es el mejor de los lugares, junto a un abrevadero, para que las cornetas dejen de tocar a fajina y sacar los variados bocadillos de las mochilas para regarlos con el vino de la bota "del Luño" que, de mano en mano, ha debido recorrer algún ciento de metros.
        Satisfechos a más no poder (hemos comido y ya no quedan cuestas que subir), nos retratamos en grupo y reanudamos la marcha
        Hacia el oeste se nos va abriendo el paisaje descubriéndonos el espectacular macizo del Aspe, con el pico del mismo nombre acompañado de los Llana de la Garganta y Llana del Bozo. Desde este otero, también se divisa la casi totalidad del valle D´Aspe en cuyo fondo se nos muestra la población de Urdos.
En el abrevadero
Macizo del Aspe
Vieja haya y...
        De nuevo nos introducimos en un espeso hayedo en el que la senda comienza a descender con algo más de ánimo que en el prado: se trata del Bosque de Bieus que, como en toda la jornada, el haya reina en estas verdes espesuras.
        Pasamos junto al chiringuito "Béloute Café" como rayos, afortunadamente está cerrado y aún nos queda un descenso de quinientos metros carentes de compasión con nosotros.
        A pesar de estar caminando por un denso bosque, se nota que hace un calor impropio de estas fechas; afortunadamente, el cruce del barranco (ruisseau le llaman por aquí) Bouscagne nos regala un poco de frescor.
Cruzando el Bouscagne
De nuevo en el asfalto
        Cruzamos una pista, ya se van oyendo los vehículos que circulan por el fondo. El otro sonido, este más agradable, de las aguas de la Gave D´Aspe nos indica que estamos llegando al final de la ruta. Así es, el camino alcanza un parking desde el que tomamos la pista asfaltada de la mañana que nos deja en el mismísimo autobús de Pablo.
        No voy a describir los siguientes momentos del acostumbrado "lavado del gato", ni voy a publicar fotografía de esa especie de desenfreno en el que algunos cuerpos harían un favor a la humanidad al no ser expuestos.
        Volviendo de las Galias a las Hispanias, echo un vistazo a los restos de esos viejos raíles del tren que, adentrándose en el túnel internacional, llegaba hasta Canfranc, vías deseosas de que alguna generación venidera vea pasar por ellas los ansiados trenes que unan más a las gentes de uno y otro lado del Pirineo.
La hidratación "c'est important"
        Pero, amigos, no volvemos a la Caesaraugusta de un tirón, antes hemos de parar en Castiello de Jaca, allí en "Casa Pío", hemos de dejar los barriles de cerveza más secos que la cabeza de Petain y cia.
        De vuelta a la capital, entre sueño y sueño, uno tiene la costumbre de reflexionar sobre la jornada y el resultado no puede ser mejor: una vertiginosa pared, unos saltos de agua espectaculares, un bosque encantado, hermosas flores asaltadas por no menos hermosas mariposas y... "bons amis".
        Hasta pronto
        
          

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 9,7 km
Desnivel positivo 715 m
Desnivel negativo 715 m.

martes, 10 de mayo de 2022

BERATÓN, ALTO DE LOS ALMUDEJOS, CABEZO DEL CAHÍZ (circular) Y ALGUNA LEYENDA


 Día 8 de mayo de 2022
Los "Urales" cinematográficos
        Al parecer, el Moncayo, mejor dicho sus faldas, parecen influir magnéticamente en nosotros, pues repetimos deseosos de conocer otra imagen que no fuera la clásica que las gentes del valle divisamos desde cualquier altozano cercano a nuestra morada. Pocas son las postales de la cara sur del "monte cano"; aun así recuerdo la imagen de la película del Doctor Zhivago convirtiendo esta digna montaña en los lejanos Urales.
Hercules y Caco (Sebald Beham)
        A lo largo de la historia, además de fascinación, el Moncayo generó explicaciones mitológicas, como aquella leyenda apócrifa que cuenta cómo Caco robó a Hércules su carro de bueyes, que escondió en una cueva de la zona. Tras descubrir Hércules, el robo de su amigo Caco, los dos gigantes de la mitología greco-romana se enzarzaron en una violenta lucha. De la magnitud de la pelea, de las piedras que se tiraron, de los arañazos y golpes lanzados por ambos, surgió el agreste paisaje de la comarca, el nacimiento de ríos y arroyos, la aparición de roquedales y simas. Hasta que el vencedor Hércules colocó una descomunal piedra sobre el enterramiento de Caco. Esa piedra es el Moncayo.
    Como decía, esta montaña es fascinante.
San Pedro Apóstol
        Pues allá vamos, el buga parece conocerse esta carretera como la palma de su mano; bueno, solo hasta Ágreda, porque de las curvas que nos llevan hasta Beratón, de esas me encargo yo.
        Beratón, con sus 1395 m. de altura, es el pueblo más alto de la provincia de Soria. Entre su patrimonio histórico destaca la iglesia gótica de San Pedro Apóstol, construida entre los siglos XIV y XVIII y protagonista de la leyenda local sobre un asalto bandolero: "Romance del Bandolero", que narra que varios ladrones muy violentos entraron en la iglesia, aprovechando la hora de misa, y reclamaron a los vecinos más pudientes sus pertenencias para después saquear sus viviendas. Algunos pudieron escapar del templo lanzándose desde el campanario, y dieron aviso a quienes no estaban en misa y a los habitantes de pueblos cercanos, que acudieron en su ayuda con hoces y palos. Dieron caza a los cuatreros a los pies del robledal. Del enfrentamiento resultaron “tres bandoleros muertos, dos heridos y cinco presos”. En memoria de esos tres muertos se grabaron tres cruces en el roble mayor del bosque, que en su día se propuso declarar como Árboles Monumentales.
Beratón
Agujero del Viento
        Ya sé que no es habitual comenzar con tanta leyenda, pero me encantan estas tradiciones que van pasando oralmente de generación en generación; esas otras historias, las que se nos ofrecen diariamente a través de los medios informativos, esas me encienden.
        Arrancamos el camino por las solitarias calles de Beratón, en dirección a su cementerio. Frente al "campo santo" vemos un cerro al que llaman "Alto de San Mateo", donde se cree que existió un castro celtibérico.
        Unos metros más adelante, tomamos una senda que discurre por el "Camino antiguo de Aragón"; a nuestra derecha, en lo profundo del barranco del río Isuela, un jabalí, con su "oink, oink" parece avisarnos ––¡ojo, aquí estoy yo!––.
Muela de Beratón
        Un poco más allá, imponente, la Muela de Beratón vigila que no nos desviemos en ningún momento de nuestro camino. Más cerca, descolgadas del Alto de San Mateo, unas rocas nos muestran  el "Agujero del Viento", una oquedad que la naturaleza ha esculpido en la montaña.
        Paso a paso, vamos remontando el camino, florido en estas fechas, hasta alcanzar la fuente del Hoyuelo (1530 m.), lugar en el que se encuentra el nacimiento del citado Isuela, cuyas aguas, a través de otros ríos, irán a parar al Mediterráneo. Cerca nace el río Araviana, este discurrirá hacia el Atlántico.
Hacia el collado

        Delante tenemos un repecho que, una vez superado, nos deja en el collado del Hoyuelo (1595 m.), frontera natural entre las provincias de la castellana Soria y la aragonesa Zaragoza y, a su vez, de la divisoria sur y norte de la sierra. De lo último no cabe duda: en nuestro ascenso hemos observado el robledal ansioso de echar sus primeros brotes, no así el norte en el que el pino tiñe de verde aquellos rincones en los que no lo hacen las hayas.
        Bajo nuestros pies, los prados de la Hoya de Horcajuelo dan la última pincelada a una bella estampa que ya hemos recorrido en otras ocasiones (dejo enlaces abajo). Así de caprichosa es esta montaña, te asomas a sus ventanas y admiras unos de los jardines más hermosos de por aquí.
Hacia Los Almudejos
        Por no perder la vista al paisaje, seguimos la divisoria de ambas provincias, lo que nos lleva a ascender por un terreno, ausente de senda, hasta alcanzar el Alto de los Almudejos (1697 m.). La forma piramidal de este cerro nos permite disfrutar de unas inmejorables vistas con el Morrón (1730 m.) en primer plano; a su izquierda asoman las Peñas de Herrera. El Cabezo Cuartal y La Atalaya, entre otros, completan el paisaje del este. Al norte, bien cerca, vemos la amplia Muela de Horcajuelo (1708 m.); el Moncayo, tan solo nos enseña el pico Lobera (2226 m) al que unas manchas de nieve se resisten a desaparecer. Al oeste, nuestro próximo objetivo, pero para eso aún queda un rato. Aquí no acaba esto, pues a lo lejos, entre la bruma, adivinamos algunas sierras del Sistema Ibérico como la de la Virgen y la Vicora.
Vistas 
Cara sur
Sierras de la Ibérica y...
...autorretrato
Camino del Collado del Muerto
        Como todo lo que se sube, hay que bajarlo, ¡hale!, descendemos por la vertiente opuesta, dotada de otra inexistente senda, hasta alcanzar una pista, la Vereda de Castilla, coincidente con la GR 90.1.
        Remontamos la pista en dirección NO, para dejarla y ascender por un sendero, en el que el pasado temporal sembró de pinos caídos, hasta el Collado del Muerto (1721 m.) del que no consigo averiguar su toponimia; lo cierto es que con el viento que suele soplar en este punto, te podrías "morir de frío" (no es el caso de hoy).
            De nuevo nos toca subir con la única señal de la intuición y los pocos espacios que deja la abundancia de sabina rastrera y erizón. 
            Marcando continuos zigzags, vamos ganando altura hasta alcanzar la cumbre de hoy, el Cabezo Cahíz (1935 m.). La amplitud del cabezo, no nos enseña más paisaje que el que hemos visto desde los Almudejos, lo que sí vemos es unas cuantas mariquitas sobre las piedras de la muga fronteriza, ¿serán castellanas, serán aragonesas?, ¡quién sabe!
En el Cabezo del Cahíz
Mariquitas en la muga
Plaza Mayor de Beratón
        Aunque teníamos previsto alargar la ruta, nuestra avanzada edad (je, je) nos aconseja descender del cabezo, asunto que atacamos salvando ––algunas veces–– la densa vegetación rastrera hasta alcanzar una pista que tras tres kilómetros nos deja en Beratón.
        Nos aseamos "una miaja" y nos acercamos al "bar municipal" que nos ofrece una amplia gama de productos acalla-borborigmos, entre los que destacan los torreznos, que acompañados de unas birras, dan por concluida esta mañana auténticamente primaveral.
    ––¿No ves Leonor, los álamos del río  con sus ramajes yertos?  Mira el Moncayo azul y blanco;  dame tu mano. Y paseemos––. (A. Machado)
        Hasta pronto

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Las otras:






miércoles, 4 de mayo de 2022

A LA SOMBRA DEL MONCAYO CASTELLANO (Vozmediano, Aldehuela de Ágreda, Hayedo de Peñarrajada...)


Día 1 de Mayo de 2022
Vista de Vozmediano
        Desde antes de la pandemia no había podido reunir a este cuarteto compuesto por Piedad, Toño, Maite y... ¡ah!, yo. Y no es que el motivo de tal encuentro fuera contentar a la nominada en primer lugar, acercándola a la tierra que la vio nacer. No, mis deseos era conocer uno más de los cientos de rincones que se esconden en las faldas de esa montaña que se asoma por un lado, al Valle del Ebro y por el otro, a la  Meseta Castellana: el Moncayo.
        No madrugamos mucho (el día es largo y la distancia corta) para orientar el morro del buga hacia el pequeño, pero encantador, pueblo de Vozmediano. En el camino, la claridad de la mañana, nos enseña la inconfundible silueta que se dibuja en toda la sierra moncaina; Peñas de Herrera, Morrón, Lobera, Cerro de Morca, San Miguel, Negrilla... todos ellos con manchas, cual seta "coprino blanco" pintadas con el pincel de la nieve.
Castillo de Vozmediano
        Aparcamos en el centro del pueblo. Antes de emprender el camino tomamos un café en uno de los bares, recordando aquella ocasión que estuvimos aquí mismo con las gentes del Nordic Walking CAI, hace ya nueve años. La señora que nos atiende lo hace con simpatía, veremos si a nuestro regreso le dura tal estado.
        Comenzamos a caminar por las calles de Vozmediano, a nuestra izquierda, en lo alto de una peña, destaca la presencia del castillo, testigo que fue de las disputas de los reinos de Aragón y Castilla, aunque su estructura va más allá pues, según los investigadores, delata distintas etapas constructivas: recinto exterior romano, torre árabe y la muralla almenada medieval
Agradable mañana
        Salimos de la población por la margen derecha del río Queiles, cuyas aguas comienzan a enseñarnos su cauce, aquí algo embravecido por las gradas construidas para alimentar una piscifactoría.
        Unos metros más adelante nos desviamos a la izquierda para acercarnos a echar un vistazo al "Nacedero del Río Queiles". Ya lo decía el historiador romano Plinio cuando glosaba las excepcionales propiedades de unas aguas que nacían, allá en las Hispanias, al pie del Moncayo. Y es que los 1500 litros por segundo (hoy se superan ampliamente por el deshielo) que la tierra escupe en este acogedor rincón, colocan este manantial como el segundo de más flujo de Europa. Ciertamente, aunque ya lo conocíamos, es un nacedero verdaderamente espectacular.
El Queiles en Vozmediano
Nacedero del Queiles
Camino Antonino
        Dejamos el rincón para regresar al camino que antes habíamos abandonado y que en un par de kilómetros coincide con el llamado Camino Antonino, o del Agua, una ruta que une las llanuras de Soria con la huerta de la ribera del Ebro.
        Con permiso del "Nacedero" (las aguas del Queiles vienen de más arriba), a nuestra derecha, el rumor del agua delata la presencia de sus primeros pasos, engalanados con chopos, sauces, álamos, etc. Hermosos rincones que me llevan a entender como Gustavo Adolfo Becquer se inspirara en estas tierras para hacer del Moncayo eternamente poético.
        El camino se encuentra protegido para el caminante por una valla de madera hasta el cruce de un pequeño y necesario vadeo para pasar al la otra margen del, ahora ya, riachuelo.
Iglesia de San Lorenzo
        La presencia de algunos huertos nos indican que pronto estaremos entrando en las calles Aldehuela de Ágreda. Atravesando el casco Urbano, ya en la calle Mayor,  vemos las típicas construcciones del Moncayo y una de sus joyas: la Iglesia de San Lorenzo, del siglo XVII, de una sola nave central y de construcción de mampostería.
        Seguimos el camino siguiendo las indicaciones hacia el Hayedo, en cuyos carteles observo la falta de denominación completa, pues unos le dicen de Vozmediano, otros de Aldehuela y los más de "Peñarrajada". Sea como sea, allá que vamos caminando en  dirección hacia el este.

Acebo
        La senda va ganando altura por esta cara norte del Moncayo soriano, lo que nos permite disfrutar de amplias vistas hacia la dehesa moncaína  con el castillo de Vozmediano presidiendo el paisaje.
        Antes de alcanzar las primeras hayas, el camino nos ofrece una buena dosis de acebos, lástima que las hembras no se encuentren vestidas de gala con sus rojos frutos; no importa, el brillo de su follaje compensa lujos de otras fechas.
        Los abetos, poco a poco, van dando paso a las hayas, con sus hojas recién nacidas, de un intenso verdor: estamos entrando en el Hayedo de Peñarrajada.
        Alcanzamos la pista que lleva hacia Agramonte, por la que llega el "séptimo de caballería" en dirección contraria a la nuestra, incluso un corcel pretende venirse con nosotros, pero Toño le susurra en la oreja, agarra las riendas y el animal se va con el regimiento de "Custer".
Vista hacia el norte (Vozmediano)
Por el hayedo de Peñarrajada
En el barranco de Agramonte
        Giro a la derecha y, poco más adelante, a la izquierda, para seguir el camino y embriagarnos con el verdor del entorno. Habrá que volver en otoño, seguro que este rincón estará precioso.
        Hemos cambiado la pista por un agradable sendero tapizado de hojas, con la cumbre del Moncayo frente a nosotros, sendero cuya traza deja de ascender para llevarnos al barranco de Agramonte, o de Castilla, que en este tramo ejerce de frontera natural entre Soria y Zaragoza.
        ¡Vaya frontera, vaya barranco! Las recientes nieves y la alta temperatura de estos días, convierten estos arroyuelos en auténticos ríos que, como este, van al encuentro de tierras sedientas de agua, remansados unas veces y de bravo poderío en otras. Junto a este barranco, el de Agramonte, nos detenemos un instante para capturar una porción de esa belleza que en rincones como este podemos admirar.
Aguas bravas
También estuve

        Retomamos la marcha por un descendente camino en el que mana el agua por doquier, lo que nos lleva a estar atentos pues no es cuestión de "esbarizar y manchar la culera".
        La senda desemboca en aquel camino que habíamos recorrido por unos metros, el de Agramonte, que discurre por un bosque de pino negro y que pronto dejamos para ir perdiendo altura por alguno de los muchos caminos que alberga este macizo. 
        Son estos caminos los que podemos recorrer para observar las distintas variedades de vegetación que aquí, en el Moncayo, se muestran como en un libro abierto debido a claro escalonamiento de las formaciones vegetales: encinar, rebollar, pinar, robledal, hayedo y hacia la cumbre el prado con matorrales de genistas, sabinas rastreras y enebros.
Castillo e iglesia de Vozmediano
        Así, entre camino y camino, vamos acercándonos al final de la ruta. De nuevo se nos presenta a figura el castillo de Vozmediano, esta vez es su cara opuesta la que atrae nuestra mirada. Bajo su muralla, adosada a las casas del pueblo, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Puerto.
        Entre muralla y templo, van estos cuatro caminantes en busca de otro monumento, uno que se encuentra en la plaza cuya terraza nos acoge para, sentados a la sombra, calmar el apetito e hidratar cada uno de nuestros poros con esa especie de agua bendita de color dorado. De la simpatía mostrada, hace cuatro horas, de los meseros, me abstengo comentario alguno.
        Hoy han sido caminos desconocidos, caminos cargados de historia, caminos en busca de una cumbre que mira, no sé si con chulería, no sé si con gallardía, a la ancha Castilla, amada por Machado, por un lado, y por el otro, a esa tierra que cantara Labordeta, que es Aragón.
        Hasta pronto

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Datos técnicos

Recorrido
Perfil:
Distancia, 14,9 km
Desnivel positivo, 495 m.
Desnivel negativo, 495 m.