lunes, 28 de abril de 2014

DE NOCITO A VADIELLO (Por el Camino Natural de la Hoya de Huesca)

Hoy todo parece ser diferente, las calles de Zaragoza, a estas horas (6:40 h.), se encuentra muy concurridas. Una impresora 3D virtual, parece haber escupido jóvenes muchachos fabricados con la misma pasta: traje negro, camisa blanca y corbata oscura ellos, y ellas, chaquetilla torera sobre blusa clara, falda corta y manoletinas (así me dicen Maite y Piedad que se llaman) en los pies (los tacones van en el bolso). Debe ser aquella vieja tradición de celebrar el "paso del ecuador" o "fin de curso" o ¡que leches sé!, yo la llamaría "trompa de fin de curso". Las mentadas entre paréntesis, Luis Casao y yo, hemos quedado para acudir al punto de salida del autobús que los chicos del Stadium han fletado.
En el lugar de salida, varios otros buses, vomitan cientos de estos personajes de la noche (día para nosotros) universitaria. Además unos cuantos, nos ofrecen un espectáculo del más puro estilo del spagueti-western, vamos, que se enzarzan a patadas y puñetazos. ¡Que horror!.., ¡vámonos p´al monte!.
Desconectados del panorama, nos dirigimos de nuevo, hacia la sierra de Guara, a seguir con una más de las etapas que conforman el Camino Natural de la Hoya de Huesca, y van...,(¿?) ya ni me acuerdo.
Mismo bus y conductor de la anterior, en que ambos nos recogieron en Nocito y que hoy nos depositan en el mismo lugar.
Río Guatizalema
Vamos a recorrer el tramo que desde aquí va a el embalse de Vadiello. Hoy, el protagonista va a ser el río Guatizalema del que ya adelanté no hace mucho que su nombre deriva del árabe guadix (río) y alam (tranquilo), aunque otras fuentes dicen que lo hace también del árabe wàdì salama (río de los Salama),  ya que a finales del siglo VIII Huesca pertenecía a la poderosa y conocida familia árabe de los Banū Salama, quienes bautizaron a este río con el nombre de su propio linaje. 
Nace en el Valle de Nocito, en una zona de la Sierra de Aineto conocida como El Paular, a 1.370 metros de altitud. Tras atravesar la Sierra de Guara y la Sierra de La Gabardiella entra en una zona de barrancos formados por el Monte de La Ronera al Este y la zona de los Mallos al Oeste.
Embalse de Vadiello.
El agua recogida en esta zona es aprovechada más adelante para llenar el Embalse de Vadiello. A partir de aquí todavía continúa encañonado hasta La Almunia del Romeral, haciéndose su topografía paulatinamente menos abrupta hasta llegar a las llanuras de la Hoya de Huesca y desembocar finalmente en el río Alcanadre. Antes de la construcción del embalse de Vadiello los pueblos beneficiarios de las aguas del Guatizalema lo llamaban "matapanizos" porque lo disfrutaban solamente a medias, ya que se quedaba sin agua cuando más falta hacía.

Primeros pasos.
Aun no son las 10 de la mañana y ya estamos cruzando el pueblo de oeste a este para comenzar la travesía. Unos habitantes nos saludan a nuestro paso, el sonido de cincuenta botas animan la calle principal y eso no se ve todos los días.
Vamos ligeros, las previsiones son de lluvia a partir del mediodía, además toca cambio de calzado en un par de ocasiones y eso ralentizará la marcha del pelotón. Como de costumbre, la cabeza va comandada por el "pionero Félix" que hoy se ha propuesto no desviarse ni un metro de la ruta, ¿lo conseguirá?.

Antiguo Mesón de Nocito.
En la última casa de Nocito, su esquina nos orienta hacia el sur, dirección por la que transitaremos durante toda la jornada.
Pasamos por el antiguo Mesón de Nocito, edificación construida con materiales propios del entorno, coronando su estructura con el tejado de lajas de piedra. El boj sirve de jardín natural al entorno del mesón. Seguimos, todavía muy frescos, por la margen derecha del Guatizalema. El barranco de La Pillera, lo dejamos a la izquierda y nos trae el recuerdo de que un día antes de su accidente, lo anduvo Lola en compañía de Luis. -Ya veis, el primer día y ya os echamos de menos-.
Vadeando el barranco.
Seguimos el curso fluvial, el murmullo de sus limpias aguas sirven de acompañamiento a los pájaros en su polifónica obra del canto a la naturaleza.
El decorado se compone de una vegetación a base de arces, bojes, tejos, avellanos, pinos silvestres robles y guillomos asomando sus primeras hojas y el camino flanqueado por floridos tomillos,  contrastando a pocos metros con las encinas que crecen en las solanas del valle.
El primer vadeo lo realizamos al cruzar el barranco Cagical en el que unas bien puestas piedras nos facilitan la maniobra.

¡Como nos anda el chaval!
Comienza el segundo de los protagonistas de la jornada, "su perfil matagarras". Abajo, en los datos técnicos, se puede apreciar el diente irregular de sierra por el que transitamos.
Unas escaleras de madera nos bajan hasta el mismo cauce del río, recorremos su ribera. Pasamos por unos pilaretes metálicos que a falta de unas sirgas, compondrán una barandilla. En mi opinión me parece excesivo, el derroche de amueblamiento que se está colocando en el monte, supongo que es para justificar los 2.330.900,23 de euros invertidos en el Camino Natural de la Hoya (¿natural?).
Primer vadeo en el Guatizalema.
Eso sí, para cruzar el río, llevamos cangrejeras y toalla, pues, a pesar de no traer un gran caudal, su paso hay que hacerlo con los pinreles más mojados que el hígado de los chicos de la mañana y parece ser que en el presupuesto no hay una pequeña partida para dotar a la senda del famoso Camino, de una triste pasarela. Pero como se trata de pasarlo bien, lo hacemos con buen humor, el agua no está muy fría.
Una vez secas nuestras bajas extremidades, reanudamos la marcha dejando a nuestra derecha un curioso peñasco del que sobresalen varias encinas luchando contra la gravedad.
Pablo, ¿señala el camino a seguir?.
Poco a poco vamos ganando altura, el río queda a nuestra derecha cada vez más abajo (o nosotros más arriba, como se quiera), al oeste divisamos el pico de Gabardiella que hace ocho días ascendimos.
En el este, el cordal de Ronera que une el Corcurezo con el Fragineto, nos recuerda que está pendiente nuestra visita a un pico que por razones varias, se nos resiste.
Llegamos a un altero en el que algunos plantean detenernos a alimentar al hambriento ser humano, pero como sopla un poco de viento, lo hacemos unos metros más abajo.

Gabardiella.
Bajando.
Cada cual saca lo que ha portado, como siempre se comparten las cosas, especialmente el vino que en esta ocasión ha traído Julián y que su  gran calidad ha dejado la bota más vacía que los ordenadores de la tesorería de la calle Génova de Madrid.
Tiramos los cuerpos y las ingestas p´abajo por una bonita senda-pasillo con el suelo alfombrado de hojas secas y las paredes decoradas con boj. 
Poco a poco vamos cayendo hacia el río, y cuando digo cayendo es literal. Comienza a llover ligeramente y estamos ante el último vadeo. En esta ocasión no hago ninguna fotografía ya que, cámara en la mochila, botas colgadas, pantalones remangados (por debajo del nivel del agua), sandalias cangrejeras en los pies, uno a uno, vamos cruzando el río Guatizalema, cuyas aguas han sido enfriadas por alguna nevera en su curso y que dado el lento caminar acuático, quedan los pies más fríos que el semblante de la Cospe.
Ejemplo de como quedan las piernas tras el vadeo.
El Proyectil.
Poco a poco, el personal vamos cruzando y recomponiendo el grupo, retomamos el camino bajo la atenta mirada de El Proyectil por un lado y la escarpada pared oeste del Pico Montidinera por el otro. 
El río va deteniendo su velocidad, comienza a ser víctima de la presa de Vadiello.
Delante de nosotros, una pared de la que, entre su poca vegetación, se asoma una senda que por varias pedreras hemos de superar. En una longitud de 650 m, el desnivel es de 175 (27%) y solo mirar se te pegan las botas al suelo. ¡Pero aquí hay mucho nivel!

Juventud combatiente.
Unos más ligeros y otros al paso, vamos atacando las primeras cuestas que tras tantas subidas y bajadas, van comenzando a pesar en el cuerpo.
El embalse se va quedando mas abajo a cada metro que subimos y el sudor del personal acelera el vaciar de cantimploras. La amenaza de lluvia se ha quedado en eso, en amenaza, y las piedras y la cuesta nos calientan de lo lindo. Los más ligeros ya nos indican que queda poco y efectivamente, en un santiamén llegamos a lo más alto de esta cuesta y "hay que ver lo que cuesta".


Pico Borón.
Nos detenemos y giramos la cabeza hacia atrás para disfrutar de las vistas en las que destaca el Pico Borón y abajo, se nos ha quedado pequeño esta parte del embalse de Vadiello.
Conforme retomamos la marcha, el camino desciende casi con la misma verticalidad de la subida pero con mejor piso, pese a lo cual, algún trasero pasa a ser parte importante de la decoración del suelo. Algún pequeño escorchon y poca cosa más, habrá que practicar la "técnica de descenso por pedrera".
La senda recorre la ladera que sirve de vaso al embalse.

El Huevo. 
A nuestra izquierda, oeste geográfico, entre la ligera lluvia que lo acompaña, observamos la Peña de San Cosme y El Huevo, que no se quien lo bautizó con ese nombre. Lo miro una y otra vez y me pregunto que animal pone huevos de esas características (dejo la foto y admito opiniones).
Un fuerte giro, nos introduce sobre un puente que salva el Barranco del Diablo y tras varias subidas y bajadas más, adivinamos los túneles que indican la proximidad de la jornada.
Y así es, como dirían "nuestros inteligentes gobernantes", ¡ya se ve la luz al fondo del túnel!, la madre que los...
Embalse de Vadiello.
Y efectivamente, en la luz vemos al conductor que ante nuestra presencia se dispone a cargar los calderines de aire para abrir los maleteros.
Aquí queda el Guadix-alam, aquí quedan las sinfonías de lo naturalmente bello, aquí queda Vadiello, nosotros nos llevamos la mochila cargada de lo sorprendente que es, una vez más, la Sierra de Guara. El que quiera conocerla que se meta en sus entrañas, que nosotros, con los del Stadium, nos vamos a la Osca de Oregón a meternos un buen jarrón (de birra).
Hasta pronto
Para ver las fotos, haz click aquí.
Y más entretenidas, aquí.

Datos técnicos:
Mapa del recorrido.

Perfil.- Distancia: 13,9 Km. Ascenso acumulado: 660 m.  Descenso acumulado: 850 m.

lunes, 21 de abril de 2014

PICO GABARDIELLA

Día 18 de Abril de 2014
En Octubre del pasado año, ya contaba la leyenda de los amores imposibles de Gabardiella y Gratal, de como Gabardón, su padre, impidió con todas sus fuerzas la unión de ambos y, ayudado por el gigante Guara, los separó cortando la sierra en dos, dejándolos a uno y otro lado del Salto de Roldan.
Hoy, viernes santo, dejamos en la ciudad a procesiones, penitentes, cofrades golpeando tambores y bombos hasta altas horas de la madrugada, paseantes de vermut, etc., y nos vamos a consolar a la triste Gabardiella que ajena a estos fastos primaverales, goza de una inmensa tranquilidad.
Amanece cuando Maite y yo, recogemos a Piedad y Luis (el chaval) para emprender el corto viaje que nos dejará en el puente de Lúsera, no sin antes tomar un café en Arguís.
Embalse de Santa María de Belsué.
Aunque la mañana es fresca, el día promete ser cuasi veraniego y el chaval ya arranca de manga corta.
El resto, lo hacemos un poco más abrigados, los primeros tres kilómetros los hacemos por la sombra y no es cosa de pillar un catarro a esta alturas (3ªC).
No abriga, pero yo, muy chulo, luzco una bonita pulsera tricolor que mi sobrina Sara con ayuda de su madre, me hizo ayer con mucho entusiasmo y resignación.
Estamos en un entorno que en los últimos tiempos estamos frecuentando con asiduidad. Cruzamos el puente que salva el barranco de Cambón, para recorrer la orilla este del embalse de Santa María de Belsué, testigo de nuestros primeros pasos. A nuestra derecha quedan sus aguas y más allá, el refugio de Peña Guara, por el que pasamos en la citada travesía.
Primeros pasos con el refugio al fondo.
La soledad del entorno es el presagio de la cantidad de gente que vamos a encontrar durante la travesía, ¡nadie!. Con la tranquilidad que conlleva el no depender de transportes ajenos, llegamos a la presa del embalse. En esta ocasión no la cruzamos, seguimos la margen izquierda de río Flumen, que tras cargar sus aguas en la sierra de Bonés, salva estos obstáculos para desembocar en el Alcanadre.
Pronto estamos en el embalse de Cienfuens, construido para recoger las fugas del de Sta. Mª de Belsué y de los abundantes manantiales que la roca caliza, deja escapar por sus venas.
Primeras cuestas.
Maite nos da un pequeño susto, una piedra traicionera se ha cruzado en su camino, dando con su cuerpo al suelo, pero eso, solo es un susto ya que con gran coraje, se levanta y tras limpiar unas pequeñas heridas, "chino chana, vamos que nos vamos p´arriba".
Sí, comenzamos a ascender los primeros metros de millar que nos quedan. Lo hacemos por una cómoda senda cubierta de boj y algún pino. Los que aún no lo hemos hecho, nos despojamos de las mangas largas, el sol ya comienza a asomar entre las ramas, cada vez más escasas. Estamos subiendo por el barranco de Las Paules.
Narciso
Desaparecen los árboles y tres especies pasarán a ser las protagonistas de la flora a partir de ahora: el erizón, la violeta y el narciso. Este último, según la mitología, debe su nombre a aquel hermoso joven, Narciso, que se enamoró de su imagen reflejada en una fuente a la que se arrojó y en donde salió tan bella flor.
Una pradera totalmente florida, nos indica que hemos llegado al collado de Las Paules, camino de otros destinos como el realizado hace unos años, camino del Matapaños. Nos distraemos un momento para disfrutar del paisaje, ya asoman el Borón y el Tozal de Guara.
Collado de Las Paules.
Echamos los ojos hacia el sur y como siempre, el Moncayo nos sirve de perfecta brújula incluso adivinamos más hacia el norte de este último, los, por Piedad amados, Picos de Urbión, y es que el día está para disfrutar de buenas vistas.
Pero solo hemos superado 400 metros y hay que seguir. Ahora por una ladera en dirección norte, tenemos a nuestra derecha el impresionante valle que el río Guatizalema ha excavado en el territorio y que en pocas jornadas recorreremos. A la izquierda, el Monte Pueyo y el Pico de los Paules, son testigos de nuestras andanzas.
Pico se Luna.
Pronto, la senda desciende unos metros (¡cagüen!, luego habrá que subirlos de más) hasta el collado de la Luna del Pueyo, en donde comienza de nuevo la subida. Paso a paso, velocidad de crucero, vamos ganándole unos metros a esta cuestecica. A lo lejos se adivina la cumbre de nuestro objetivo, pero aún queda algo alejada. De momento alcanzamos el Pico de la Luna, principio del cordal que nos llevará hasta el Gabardiella.
En una pequeña antecima, nos detenemos para observar lo andado y lo que nos queda que afortunadamente es poco.

Cima del Pico Gabardiella.
Pero hay que llegar y entre una alfombra de erizones, una agradable senda, nos coloca en la cima del Pico de Gabardiella de 1640 m., que no es muy alto pero que hay que subirlo.
Miramos a nuestro alrededor y las vistas son impresionantes: hacia el oeste allá lejos, Gratal llora lejos de su amada sin poder alcanzar su mano por la brecha que el gigante Guara abrió en la montaña de sus amores. Giramos la vista en el sentido contrario a las agujas del reloj y otra vez vemos el Moncayo luciendo su cana cabellera. El Borón, Fragineto, Petreñales, Guara, Nocito y como no "los Pirineos" en su inmensa totalidad.
Los Pirineos.
En la cima del Pico Gabardiella.
No voy a enumerar los picos, pues se ven todos los más importantes con una buena capa de nieve todavía, pero hay que reconocer que bastante menos que hace tan solo diez días.
Una vez capturado el paisaje con nuestras retinas y la cámara, descargamos las mochilas del lastre alimentario que hasta el momento han soportado y con un día espléndido, pasamos a disfrutar de la comida a pesar de que la cantimplora con vino que debería de llevar un servidor, se ha quedado en la noble ciudad de Zaragoza, ¡que le vamos hacer!: "jamón con agua" ¡puaf!.

Descenso.
Iniciamos el descenso y aunque viejos, cometemos errores de principiantes: sin recordar la famosa frase de que "no hay atajo sin trabajo", tomamos un alcorce que nos mete en un laberinto de boj y erizones. No sin esfuerzo, volvemos a la senda que hemos recorrido de subida hasta que antes de llegar al Pico de la Luna, tomamos una senda para realizar el descenso por la cara norte.
En principio es una suave pradera en la que el camino se perdería si no fuera por los mojones que alguien ha colocado, posteriormente una interminable lazada, nos deja en el punto de partida en poco mas de una hora.
En el puente de Lúsera.
Durante la bajada, hemos ido observando territorios recientemente recorridos por nuestras piernas, como Santa Mª de Belsué, el propio Belsué, Pardina de los Ascaso, Lúsera...vamos, que poco a poco, esta sierra nos está enganchando.
En las limpias aguas del barranco, nos remojamos los pinreles y poco más.
En Arguís, paramos a tomar unas cervezas y celebramos que el día ha sido excepcional y no solo por lo visto y andado, sino porque hacerlo en compañía de estos buenos amigos, bien merece la pena.

Con Lola en el hospital.
Únicamente faltaban, entre otros, Luis y Lola, que estaban pasando estos días vacacionales por tierras más altas, exactamente por la Jacetania. Y mira tú que "el chaval", lee en un periódico digital la noticia de que una montañera ha sido rescatada en Aguas Tuertas y que las iniciales ¡como que le suenan!, Pues sí, que Lola va y le apetece darse un viaje en helicóptero, para lo que se rompe tibia y peroné.
Aunque tiene para unos días, digo semanas, de recuperación, el humor de su S. Luis, seguro que le va a ayudar a llevar el tema con mejor ánimo. Ánimo que desde aquí te damos todos los que aun siendo un poco "estalentaos", deseamos que pronto estés con nosotros en esos proyectos que tenemos.
Te queremos Lola.
Y al resto, hasta pronto.

Resto de fotos, haz click aquí

Datos técnicos.
Recorrido

Perfil:  Distancia, 17,3 Km. / Ascenso acumulado 1030 m / Descenso acumulado 1030 m.

lunes, 14 de abril de 2014

BECEITE A PEÑA GALERA (y vuelta)

Galera
Día 12 de Abril de 2014
Ya tenía yo ganas de mover las tabas en alguna que otra cuestecica que, aunque carente de romano-gótico-lombardas edificaciones, pasase a ser el paisaje, el mas bello de los monumentos. Y todo gracias a que los cabeza-pensantes de Esbarre, nos han preparado esta salida como aperitivo a las que en los próximos meses abordaremos.
Alguna nube tempranera (o trasnochadora, según se mire), ha mojado las calles de mi barrio. Atos (mi can), como cada día, me saca a pasear, son las cinco y cuarenta minutos y la "panadera de Sagasta" ya va regando el bulevar con toneladas de migas para que las palomas (aviones hércules, diría yo), lancen desde la altura, una especie de cócteles explosivos convirtiendo a bancos, farolas, coches y pavimento, víctimas de esta batalla primaveral.
Pocos días después, volvemos a la "Toscana aragonesa", lo hicimos cuando recorrimos la Vía Verde del Zafán
El autobús recorre hoy, en principio, la fértil tierra del Ebro que tras abandonar la noble Zaragoza, tiñe de verde pueblos como El Burgo, Fuentes, Quinto, Pina... Pasamos la "bienplantá" Azaila. A partir de aquí y en vísperas de la Santa Semana, el entorno huele a tambor y bombo, huele a tradición, huele a Buñuel.
Hoy estamos castigados, no hay parada para café ni para desalojo renal previo al "paseo". Nos vamos acercando a Beceite, lugar de arranque de la jornada esbarriana.
Un túnel y puente posterior, nos abren las cortinas de esta bella población, puerta de entrada al Parrizal, entorno en el que el río Matarraña invita a recorrer un atractivo rincón, preparado para todo tipo de visitantes (hoy no toca). 
Ermita de Santa Ana.
A la entrada de la villa, nos calzamos las botas y recorremos sus calles. Un perro desde lo alto de un tejado, contempla con estupor el paso de estos ejemplares con mochila. El conjunto urbano es hermoso y complejo, dado que se adapta a la orografía abrupta del terreno. Predominan, por tanto, las calles empinadas y de trazado irregular. Gran encanto le aportan sus numerosos callizos y los portales del antiguo recinto amurallado. En alguno de ellos se ha superpuesto una capilla superior (vemos una de la virgen del Pilar), dando como resultado la característica capilla-portal, tal como ocurre en el de San Gregorio y en el de San Roque. El interés de este conjunto se reconoció al declararse en 2007, Bien de Interés Cultural (BIC). Accedemos a la población por un esbelto puente de piedra situado junto a la ermita de Santa Ana. 
Antigua Fábrica Noguera.
Muy próxima a ella, en la otra orilla del río Matarraña, se encuentra la Antigua Fábrica Noguera: galería de arte y espacio cultural que utiliza una de las antiguas fábricas de papel que se instalaron, entre finales del siglo XVII y principios del XIX, junto al Matarraña para aprovechar sus molinos la energía hidráulica que proporcionaba el río. En el caso de la Font del Pas se ha rehabilitado y acondicionado como establecimiento hotelero.


San Bartolomé.
En el centro de la población, ya en una zona considerablemente alta, se localizan la iglesia parroquial de San Bartolomé y la casa consistorial con su bella lonja. Otro edificio interesante y singular es el Palau. Por su enclave también son destacables la ermita de Santa Bárbara y el calvario que la precede, situados en la zona de mayor altitud del conjunto, próxima a la vía de acceso al Parrizal.
Todo un lujo para comenzar la andada por estas bonitas calles, pero nuestra ruta es otra, dirigimos los pasos hacia el este, en dirección a la Peña Galera.

Peña Galera.
Recibe este curioso nombre por su parecido, dicen, a una de esas naves. La Peña Galera (negra naos, por el color de sus cascos) es un relieve, de fisonomía muy variable según la perspectiva desde la que se mire, que se levanta entre los ríos Algars y Ulldemó muy cerca de Beceite. No tiene la apariencia de los picos pirenaicos de forma mas o menos piramidal con collados que definen una cima principal, es mas bien un altiplano de perímetro sinuoso elevado sobre verticales murallas calizas, vamos, como si fueran las diferentes partes de una nave.


Primera cuesta.
Perfectamente dirigidos por Ricardo, al salir por la pista asfaltada que recorre la vega del río Ulldemó, tomamos una senda que en agradables lazadas nos van elevando por una zona salpicada de florecientes tomillos, brezos y aliagas.
Abajo va quedando Beceite y sus huertos, muy fértiles en estas fechas. Me viene a la mente  el "acontecimiento de la semana", el ministro del agro-hispano, se quiere ir a vegetar a Bruselas y abandona su ruinoso ministerio. Hombre este, Cañete, de tan  enorme corpulencia como patrimonio.
Aliagas y tomillos.
A la cola del pelotón, Pedro Rovira, nuestro biólogo particular y yo vamos hablando de temas relacionados con su pasión, el medio ambiente. Me enseña la planta del brezo, comentamos temas relacionados con su gran afición como es la fotografía  de la naturaleza. Y chino chano, anda que te anda, que la cabeza del pelotón y los que tras ella transitamos, no hemos visto una senda por la que debíamos desviarnos y en consecuencia, hacemos un recorrido "de propina", que bien vale la pena por su entorno. Hemos dado una pequeña vuelta, que en descenso, nos deja a orillas del río Ulldemó.
Río Ulldemó.
Bonito paraje este, para proceder a la reagrupación de los cerca de treinta caminantes. Este es el punto en el que comienza el ascenso a la Peña Galera. Algunas nubes, cubren el cielo y nos protegen de los rayos que el Sol, que a estas fechas comienzan ya a castigar nuestras delicadas epidermis.
Vadeamos, no sin mojarnos algo de nuestro ser, el río. Dejamos atrás la poza de Toll de Pablet y comenzamos a ganar metros por una senda con el piso cubierto de piedras sueltas de canto rodado, que a la bajada contaremos.
Volvemos la vista y observamos el paisaje, las nubes se mezclan con los montes, casas y mases.
Unos miran el paisaje, otros posan, otros...
De la misma manera que ganamos altura, también ganamos buenas vistas.
El camino, recorre una espectacular ladera, a nuestra derecha tenemos una buena caída cubierta de espesa vegetación mediterránea. Miramos arriba y nadie se atreve a afirmar cual de las cimas visibles es nuestra meta, claro, desde este punto no se ve.
Pasamos un fuerte barranco, es la Canal Pedregosa, que, en su caso, nos dejaría con muy mala leche en el Ulldemó. Una fuerte lazada, saca la lengua a unos, el sudor a otros y algo de ropa a quienes lucían bellos modelos de la más alta costura montañera.
Tira p´arriba.
Típica fotografía de grupo.
El camino se suaviza, Fernando apunta hacia el norte. Hacia el este, vemos ya la cima que destaca entre otras, es la de Peña Galera. Queda algo distante, pero el camino es fácil, pasamos por una vieja construcción, "el Maset de Blas", que a duras penas, aun mantiene en pie alguno de sus muros.
Con un día primaveral, las tripas más vacías que las arcas públicas, pero con gran humor, hacemos cima casi todos los que hemos iniciado esta espectacular ascensión.
Echamos los ojos hacia los espectaculares Puertos de Beceite (Ports de Beseit, en catalán), intentando ver el Mediterráneo al que Serrat le puso  música, la cuna de la historia bien merecía. Lógicamente la cosa se queda en eso, en intento. Nos lo impiden majestuosos barrancos y numerosas cuevas, algunas de ellas con restos paleolíticos y neolíticos, que taladran este imponente macizo calcáreo, convirtiéndolo en un jardín de las mil y una noches. Aunque en esta ocasión, no la hemos visto, la cabra montesa es uno de los animales más abundantes en los Puertos de Beceite, sus escarpadas crestas y la numerosa vegetación hacen de los puertos, el hábitat ideal para estos animales.
Ports de Beceite.

Un alto en el descenso.
Un tentenpié, unas fotos y p´abajo.
Las torres del grupo inician un rápido descenso (abajo sirven un buen zumo de cebada), la mayoría siguen sus pasos, atrás quedamos no más de media docena. La ceguera cervecera, les ha desviado del camino y toman un camino equivocado, tanto que han arrastrado al fuerte del grupo a realizar unos metros de propina.
Nosotros, el resto, iniciamos la bajada con la tranquilidad que da el llevar detrás a los que siempre van delante.
Disfrutamos con la observación de narcisos, orquídeas mustias y otras flores.

Piedra ¿Perro o Cañete?
Incluso, nos da tiempo para imaginarnos múltiples figuras en las piedras que adornan el camino.
Piedad, nos señala una, dice que se parece a un perro de alguna serie de dibujos animados, a mí me recuerda de alguna manera al personaje que más arriba he mencionado: ¡ancho y duro como una roca!.
Y como decía, gracias a los cantos rodados que cubren el suelo, más de uno medimos la distancia que hay entre las nalgas y las suelas de las botas.
Encontramos un papel pinchado en un palo que dice "esperamos en el vado del río,  Fernando y Cristina", !viejos métodos de comunicación!.
Bella estampa montañera de Maite.
Maite se detiene creyendo divisar una cabra, Pedro saca su herramienta de campo, los prismáticos, y parece ser que ha sido una visión.
Arriba, muy arriba, tras de nosotros se adivinan las figuras de los que han errado el camino, -ya nos pillarán.-
Nosotros vamos tranquilos y relajados, exceptuando a Ricardo que ha reservado mesa a las 15 h. y, ¡ni de coña! vamos a cumplir con el horario.
Volvemos a vadear el  Ulldemó, para por una interminable pista asfaltada, llegar a Beceite donde nos espera el autobús.
Aprovechamos que vamos delante, para atravesar la población por su centro y disfrutar de tan bonitos rincones.
Poco a poco, van llegando los rezagados, eso sí, la cerveza la han pillado en el camino, pero de lata que se la han tomado sin detenerse.
Con una hora de retraso, hacemos puerto en la Fonda de Angeleta de Valderrobres que Lola, su regente, y una legión de competentes camareras nos atienden con gran celeridad, sirviéndonos variadas y ricas viandas que "a la carta" hemos pedido.
La vuelta a "la inmortal", se realiza con la alegría propia de los deberes cumplidos y de los licores ingeridos.
Hasta pronto.

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Para ver y descargar fotos, haz click aquí.
Y las de Fernando Cebrían, aquí están.


Datos técnicos:
Recorrido.

Perfil: Distancia recorrida, 17, 9 Km. Desnivel acumulado de ascenso,  889m. De descenso, el mismo.
Estos datos son de los que hemos transitado por "el buen camino".