domingo, 28 de marzo de 2021

POR EL SOBREMONTE DE BIESCAS

 Día 23 de marzo de 2021
Sierra Limes
        Érase una vez cuatro amigos muy distintos: un ratón, un cuervo, un ciervo, y una tortuga, que vivían en el medio del bosque... Bueno, el cuento seguiría si la partida de hoy fuéramos ratón, cuervo, ciervo y tortuga, pero no es el caso, pues, aun siendo cuatro, la evolución de nuestra especie nos ha dejado "tal cual".
        Las ansias por ir más allá de nuestra provincia zaragozana, nos llevan a la de Huesca, concretamente al llamado "Sobremonte de Biescas", allí entre barrancos y montes se encuentran los pequeños núcleos de Aso de Sobremonte, Yosa de Sobremonte y Betés, pueblos que presumen de su arquitectura tradicional, caracterizada por recias construcciones de piedra de dos o tres plantas, tejados de losa y hermosas chimeneas.
Entrando e Betés
        Comenzamos a caminar por la carretera que nos ha traído hasta aquí, eso sí, ahora "a patita", para avanzar durante unos 750 metros, aquí nos desviamos, también por carretera muy tranquila, en dirección a Betés.
        Un par de kilómetros más adelante, cruzamos un puente sobre el barranco Galen de Tena. 
        Como una postal, Betés se nos presenta bajo la Sierra Limes con Punta Facera (3036 m.) y Punta de Burrambalo (2146 m.), teñidas de blanco, montes que, en antaño ascendimos con las gentes de Esbarre (¿cuándo volverán esos tiempos?).
En Betés
         A la entrada del pueblo, en la fachada de una casa en ruinas, un cartel nos indica que ya hemos llegado a "Betés de Sobremonte" y que la altura en que se encuentra es de 1264 m. 
        Nos adentramos en las calles vacías, una de ellas nos deja ante la iglesia parroquial de Santa Bárbara. El edificio, al que se accede por el "camposanto", se ve que fue construido en sillarejo con un par de naves unidas entre sí por dos arcos. La iglesia, originalmente fue un templo románico del que tan solo se conserva el ábside, unido a la torre,que descubrimos rodeando la iglesia.
       
Torre y Ábside
Ermita de Santa Orosia
        Bajo el cielo completamente azul, desandamos unos metros la carretera para tomar una pista que asciende suavemente hacia la ermita de Santa Orosia, más humilde que la homónima que duerme bajo el Oturia, pero, no por eso menos digna; como en aquella, las gentes de Betés suben en romería cada 25 de junio.
        Dejamos la ermita de la santa, pues hemos de continuar el camino. Pronto abandonamos la pista para tomar una, muy agradable, senda que se abre paso entre pinos y robles, árboles que, a nuestra izquierda,  nos protegen del abismo que se abre sobre el  Barranco de Aso; por la derecha somos flanqueados por muros de piedra seca, fabricados por aquellas gentes de la tierra para sustentar los bancales.
Casa tradicional
Iglesia de San JuanBautista
        No tardaremos en alcanzar Aso de Sobremonte, sus chimeneas ya se dejan ver de entre las ramas desnudas, ramas que pronto vestirán los más bellos vestidos primaverales.
        Una vez llegados al pueblo de Aso, observamos su arquitectura tradicional, propia de la montaña, que presenta un aceptable estado de conservación. El conjunto se agrupa en torno a la plaza de la iglesia y una calleja perpendicular. Sobre el tejado de algunas casas solariegas, emergen las tradicionales chimeneas cilíndricas. Antes de abandonar el pueblo, en el que no vemos más habitantes que un par de gatos, nos detenemos ante la portada de la iglesia de San Juan Bautista, construida en el siglo XVII.
––Buenos días
––miauuuuuuu
Barranco de Aso
        La temperatura y el cielo, en el que la única nube es la estela de un avión que vuela hacia alguna parte del mundo, nos invitan a tomar la mañana con 
tranquilidad, pero hoy marchamos con "hora de caducidad" y hay que seguir.
        Tomamos la GR-15, llamada también "Senda Prepirenaica", que discurre paralela a la GR-11. Un cartel indicativo nos introduce en un bonito sendero que, camino de Yosa, desciende hasta lo más profundo del barranco de Aso. Aquí, cada cual como puede o sabe, cruzamos a la orilla opuesta, pues el camino continuará por la margen derecha. 
        Estamos en un buen lugar para realizar un inmerecido descanso, cargar combustible alimentario y observar los restos del "Molino de Aso". Cuentan que fue un tal Santos Bara, quien de acuerdo con el ayuntamiento de Aso, realizaron la construcción de una acequia que alimentaría el edificio en el que se molía el trigo que se cosechaba en el pueblo, la harina era distribuida entre los vecinos, pues cada casa tenía su amasadería donde elaborar el pan para su consumo. En el interior del molino, queda la muela. Algo más abajo, un segundo edificio, alimentado por la propia acequia, a través de un tubo, albergaba una minicentral hidráulica  para abastecer de energía Casa Oliván.
Testimonio del pasado
Viejo roble (el árbol)
        Con la tarea cumplida, seguimos descendiendo por una agradable senda que discurre entre enormes y viejos robles, en cuyas ramas algunos pájaros entonan bellas melodías para indicarnos que acabamos de aterrizar en la más cromática de las estaciones del año: la primavera. En el suelo crecen una especie de flores violáceas que, en realidad se trata de la "anemone hepática", cuyo nombre, más que a probar sus beneficios terapéuticos, invita a disfrutar de su belleza.
        ¡Canta el gallo!; eso es, estamos entrando en el último de los pueblos del Sobremonte, Yosa. Nuestra llegada es celebrada por el canto de estas aves de corral.
Hepática
Iglesia de San Úrbez
        Como los otros dos pueblos que hemos atravesado, Yosa de Sobremonte se sitúa por encima de los mil metros (1247 concretamente), en este caso su emplazamiento permite asomarse hacia el Monte Erata y el valle tensino que baña el río Gállego. Se trata, posiblemente, de la población mejor conservada de estos pueblos, con buenos ejemplos de arquitectura tradicional alpina arropada por calles empedradas, fachadas de piedra y características chimeneas troncocónicas. La iglesia parroquial, dedicada a San Úrbez, bien conservada, fue en origen un templo románico, posiblemente del siglo XII, aunque en la actualidad se halla muy modificado. 
Casa Basajarau
                Frente a la iglesia se encuentra una muy cuidada "Casa Basajarau", antiguo horno del pueblo, hoy transformado en alojamiento rural, casa que toma el nombre del Señor de los Bosques, 
protector de los rebaños e inventor de la agricultura y la ganadería (el personaje es común en la mitología vasca y aragonesa). Entramos en el patio de la casa y llamamos ––¡Belén!––Pues sí, Belén regenta el bonito y rústico garito y, además, se trata de una sobrina de Maite, la una nieta y la otra hija de dos hermanas. Resulta inevitable "charrar" de la familia, de los recuerdos de sus madres, verdaderas artesanas del ganchillo, de crisis derivadas de la pandemia, de... Y todo esto en el hermoso enclave de la Selva de Yosa, que pronto se verá teñido por el verde follaje de las hayas.
Barranco de Arás
        Junto al muro que delimita el camposanto, retomamos la GR-15 que desciende irremediablemente al Barranco de Arás.
     Desde esta senda apreciamos la majestuosidad orográfica que conforman los barrancos de Galín de Tena o Puyuelo (aquel que hemos visto en Betés), el barranco de Sorasfachas o Selba  y el barranco de Aso; todos ellos desembocan en el Barranco de Arás, en el que pervive el recuerdo de la tragedia de 1996.
        Con la habilidad demostrada en el de Aso, cruzamos este de Arás. Los diques de contención de las aguas, generan agradables saltos, cauce en los que el barranco se muestra bravo por unos momentos y manso en otros.
Saltos
Las Señoritas de Arás
        Más mansos que bravos, seguimos el camino que ahora nos deja sobre el mirador de Las Señoritas de Arás o Chimeneas de las Hadas, un grupo de tres chimeneas, una de ellas de gran tamaño; los restos de la segunda que, tras perder la roca que forma el sombrero, está desapareciendo por la erosión; la tercera, más pequeña, se encuentra en periodo de formación.
        De las Señoritas de Arás, también conocidas como "el cura y la casera", cuentan que fue un hechizo el que transformó al párroco del pueblo y su criada en piedra tras mantener un encuentro amoroso. Este tipo de formaciones son llamadas Hoodoo en inglés y Demoiselle Coiffée en francés.
El Cura
Por la pista de BTT
        Dejamos al cura y la casera en paz con sus afectos, para tomar un atajo que recorre una pista de BTT, cuyo estado, más descompuesto que la "señorita casera", nos invita a regresar al coche por la carretera en la que hemos llegado por la mañana.
        El buga de Alfredo ataca las mismas curvas que en la ida, pero ahora al revés, las toma en dirección al restaurante del Camping Valle de Tena, pues allí, como decía al principio, tenemos "hora de caducidad" y un buen menú.
        No ha sido una gran travesía, no constará en los anales de los récords, pero hemos recorrido rincones escondidos en unos valles, en los que los pueblos y la naturaleza protagonizan un encuentro que, como el cura y la casera, viven un auténtico idilio.
        Hasta pronto

Datos técnicos:
Recorrido
Perfil
Track

domingo, 14 de marzo de 2021

HOCES DEL RÍO HUERVA (circular desde Herrera de los Navarros)

 Día 11 de marzo de 2019
Río Huerva a su paso por las hoces
       Hoy echamos el cuerpo hacia el sur de la provincia (seguimos con el confinamiento perimetral zaragozano), para descubrir otro de los rincones mágicos que nos regala el Huerva, ese río tan poco valorado en la capital y tan querido por quienes, aguas arriba, viven de sus aguas.            
        ¿Quién, en esta tierra de mañolandia no conoce de esos pueblos que han adoptado el apellido de La Huerva?: María de Huerva, Cuarte de Huerva, Villanueva de Huerva, Villareal de Huerva, Ferreruela de Huerva, Vistabella de Huerva...? 
        Pero, amigos, hoy no es ninguno de ellos, hoy el buga va camino de Herrera de los Navarros y, ¡leches!,  toma las curvas de la carretera con algo más entusiasmado que en las últimas ocasiones. Pues sí, en realidad el carro se hace cómplice de Maite y de mí, pues nos acompañan nuestros amigos Alfredo y María Ángeles.
Mañana soleada y florida
        A un kilómetro, entes de llegar a Herrera de los Navarros, el Peirón de Santa Bárbara nos anuncia que hay que ponerse en marcha, aunque debemos de aparcar un poco más adelante.
Con el más preciado "look senderista", arrancamos a caminar por una pista señalizada como PR-Z.54. Los aerogeneradores están produciendo a tope, pues, aunque templado, el viento del oeste sopla con ganas.
Pronto dejamos la pista par descender por un agradable sendero que se abre paso entre floridas aliagas y olorosos romeros. El hecho de perder altura y el sol, que muestra el mismo entusiasmo que el buga, nos lleva a ir liberando nuestros cuerpos de algo de materia textil.
Descendiendo
Ruinas de la ermita de San Miguel
        Cuando alcanzamos las ruinas del Molino Bajo, el camino vuelve a mostrarse horizontal. Aquí podríamos acortar la ruta cruzando el río, pasando por el Molino del Zorro, también en ruinas, pero esto resultaría fácil para estos cuatro entusiastas caminantes.
        Seguimos aguas abajo del Huerva, pronto alcanzamos otra ruina: la que fue ermita de San Miguel, ubicada en el viejo poblado (más bien despoblado) de Luquillo (o Luco de Huerva). Cuentan que una plaga de peste hizo que sus habitantes se fueran a Herrera de los Navarros, y en compensación, por la ayuda recibida, sus tierras pasaron a ser propiedad de los Herrerinos.

Luquillo
Gran porte (el de los chopos)
        Pero los herrerinos habrán de esperar a que lleguemos, de momento seguimos la senda del Huerva, que ahora se adentra entre chopos cabeceros, algunos de gran porte ––¿cuántos años lleváis aquí?––, hasta cruzar el río por una pasarela "colgante y bailona", una especie de puente tibetano y, créanme, uno que ya ha cruzado más de uno de esos, en Nepal eran más largos, más altos, más coloridos, pero "menos bailones". Uno a unos cruzamos a la otra orilla y, descendiendo la rústica escalera de la pasarela al suelo, voy y me da por besarlo efusivamente, eso sí, afortunadamente desde el peldaño más bajo.

Por la pasarela
Un alto en el camino
        Una vez atendido por el equipo médico habitual que tengo a disposición las 24 horas del día, o sea Maite, reanudamos el camino que gira en dirección contracorriente del Huerva. Pasamos ante una vieja construcción a la que llaman la Casa del Abogado, no sé si por haber sido propiedad de algún letrado o de un lugareño de esos que saben de todo lo sabido.
        Por un momento vamos a dejar la compañía del Huerva, cosa que hacemos en un desvío en dirección NO. Unas piedras nos acogen para hacer un pequeño descanso, comer la fruta de la mañana y "echar un vistazo a la pupa del nene".
Doscientos metros adelante, tomamos una inmisericorde senda que asciende en dirección S., discurre entre una espesa vegetación de monte bajo, principalmente romero y otras plantas, en el que liban las mariposas, hasta alcanzar un collado desde el que, de nuevo, descendemos a las orillas del río a la altura del molino del Zorro, que ya había nombrado arriba.
Issoria lathonia
Entre romeros
En el azud
        A partir de aquí seguimos el curso del Huerva, río que se esconde entre maleza y árboles caídos; que serpentea   como queriendo dudar adonde va, de donde viene; que baja callado, escuchando el canto de los pájaros que no sé si rinden homenaje al río o a nuestro paso.
        Pero ahora el río suena, entre chopos y álamos nos adentramos en su orilla hasta alcanzar un azud que, en su día, se encargaba de desviar el agua para alimentar los molinos que pueblan las orillas. Las imágenes del río aquí se muestran espectaculares en su caída, además sus aguas generan sonidos y cantos que, junto a los de los pájaros inspiran mil melodías.
El río suena
El sendero sigue su curso
        Seguimos remontando el cauce del río; una cinta de balizamiento corta la senda, no sabemos el porqué, quizá haya algún problema en adelante. Pues nada, vamos a probar y si el camino está cortado nos daremos la vuelta.
        Nada de nada, el sendero sigue su curso. El río ahora fluye en silencio, no así los pájaros que, animados por la pronta llegada de la primavera, cantan bellas sinfonías acompañadas por el ulular del viento que sopla arriba en los collados. De vez en cuando, algunas viejas construcciones son invadidas por la vegetación, la naturaleza está reclamando lo que le pertenece por derecho propio, naturaleza que, alimentada por el agua del Huerva, comienza a extraer de algunos árboles hermosas flores. Las rocas que jalonan el río muestran algunas plantas como el ombligo de Venus. 
Ombligo de Venus
Tirando de cuerda
        En algún tramo, ayudados por unas cuerdas, extremamos la precaución, pues el terreno, algo descompuesto, facilita un posible resbalón.
        Es eso, solo un tramo, pues la senda discurre plácida, abriéndose paso en un bosque en el que, no muy tarde, las hojas cubrirán su bella desnudez; vendrán otros pájaros a construir sus nidos en las ramas. Arriba, en el cielo, son otras las aves que claman nuestra atención: son las grullas en perfecta formación que van de vacaciones al norte.
        Alcanzamos otra pasarela como la de antes, que por aquello de la seguridad han construido para evitar el paso por el tronco de antaño. Quien suscribe, que ya ha probado la anterior pasarela en toda su crueldad, se decide por el tronco.
¡Iluminado!

Bajo la Peña Águila
        En la otra orilla alcanzamos el molino Las Saladas, vivo ejemplo de aquel refrán: "el agua no mueve molinos". 
        Pronto alcanzamos el corral Hoya del Buite, aquí nos despedimos del río Huerva: Una señal nos indica que debemos de tomar la senda PR-Z.54, aquella por la que habíamos comenzado el camino y abandonado por capricho propio.
        La vegetación de ribera va dando paso a un bosque repoblado de pinos y el sendero se va olvidando de la horizontalidad; no importa pues, no sé si por fortaleza o porque se va acercando la hora de cargar energía, el ritmo es animoso hasta alcanzar "mesa y mantel", bajo las paredes de la Peña Águila, inmejorable lugar desde el que se otea lo grandiosas que son las Hoces del Huerva. Arriba un buitre se deja llevar por el viento, ¿puede ser que su extraordinaria vista esté captando a estos cuatro sujetos? ––lo siento pájaro, no dejamos ni una miga, además el tinto de garnacha no te hará bien––.
Peña Aguila
Las Anroyas
        Para postre tenemos una cuestecica, de esas que mantienen en silencio a quienes las suben; unas cabras montés pasan fugaces ante nosotros, difícil fotografiarlas.
        Un vistazo arriba y ya se divisa el final de la subida, el sendero serpentea entre pinos, a nuestra izquierda divisamos Las Anroyas, una curiosa formación erosionada por las lluvias.
        Aterrizamos en una pista que nos devuelve al paisaje del comienzo de la ruta: campos teñidos de verde por la mies, salpicados por enormes aerogeneradores, artilugios que con el viento que corre aquí arriba "están que echan chispas".
        En un par de kilómetros cerramos esta agradable ruta que nos ha mostrado molinos que fueron, cabañas de adobe, corrales en ruina, árboles gigantes, paisajes imposibles y un río, el Huerva, que de aquí a casa, tendrá que salvar algunos obstáculos, soportar algunas agresiones y ser pasto del olvido.
Herrera de los Navarros
        Con la tarea cumplida nos acercamos a Herrera de los Navarros; el río del mismo nombre (Herrera) nos muestra el camino hacia una la plaza Mayor, en la que se erige la iglesia de San Juan Bautista. Contemplamos el exterior con su galería y portada, así como su interesante torre, datada en el siglo XIV, mudéjar de porte rectangular en sus tres primeros cuerpos, decorada con arcos mixtilíneos y esquinillas, típicos de este estilo.
        Antes de acometer la penúltima tarea de la jornada, entablamos conversación con un lugareño muy ilustrado de las cosas del pueblo (¿será aquel abogado?):
––Buenas tardes
––Buenas tardes, ¿qué, de caminar?
––Sí, contestamos–– le pregunto por lo de "los Navarros"
––Os cuento: el apelativo se debe a la repoblación, tras la reconquista, por gentes llegadas de Navarra en tiempos de Alfonso I que fue rey de Aragón y de Pamplona. (Consultadas otras fuentes, parece haber otra interpretación, algo más verosímil, relacionada con las cruces flordelisadas que aparecen en la portada de la iglesia, las cuales también se pueden ver en la iglesia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza y que parecen estar relacionadas con el obispo Pedro Aznar de Rada en cuyo blasón aparecía esta cruz).
Iglesia
Peirón de Santa Bárbara
        Nos cuenta también, el buen hombre, de algunos descubrimientos arqueológicos como los del cerro de Los Castellares en donde se hallaron restos de un poblado celtíbero de la II Edad del Hierro, fechados en los inicios del siglo II de antes de nuestra época.
        Bueno, interpretaciones aparte, lo importante es que estamos en un bonito pueblo, estamos en su plaza, estamos ante su iglesia, estamos en una esquina de la plaza, esquina dotada de un establecimiento en cuya terraza, sentados alrededor de una mesa, brindamos, cerveza en mano, deseando que el bicho que nos condiciona la vida, a los que la vivimos, vaya dando paso a un futuro más amable con la humanidad.

Datos técnicos
Recorrido
Perfil:
Distancia, 13,1 Km.
Desnivel positivo, 490 m.
Desnivel negativo, 490 m.
Track

viernes, 5 de marzo de 2021

BELCHITE Y ALMONACID DE LA CUBA (circular por Los Chorros)

 Día 2 de marzo de 2021
Río Aguasvivas a su paso por Malpasillo
        De Belchite y la historia del pueblo viejo, no tengo nada nuevo que contar que no lo hiciera ya en nuestra participación en la "I Marcha Senderista de Belchite", lástima que la pandemia haya impedido que los organizadores hubieran seguido con esa actividad, pero seguro que cuando acabemos con el bicho retomarán, con el entusiasmo que les caracteriza, esa popular marcha.
        No importa, tras dos años volvemos a dar un garbeo por esa tierra de buen vino y mejor aceite, tierra que se muestra con orgullo en un paisaje estepario, paisaje roto por el río Aguasvivas; río que pinta de verde su recorrido; río, unas veces remanso y otras bravo; río vivo, como su nombre indica, que nos muestra en rincones como en el Pozo de Los Chorros.
Pilastras de antiguo viaducto del FF.CC. de Utrillas
        En alguna ocasión, recuerdo, hacía referencia a una de las frases de El Perich: "Aunque la mayoría de los ríos españoles no son navegables, en compensación casi todos son andadables". Pues allá que vamos a darnos un garbeo por la ribera del Aguasvivas.
    Cuando transito la carretera de Belchite me viene a la memoria su antiguo trazado de recta interminable y un sube y baja que las obras posteriores amortiguaron. Aun así se trata de un trazado en el que algunos (casi todos) nos adelantan, y eso que uno lleva el regulador de velocidad a la permitida (con un poco de propina).

Estación de Belchite, ayer
        Hablando de historia, comenzamos a caminar por el viejo trazado del tren minero que unía Utrillas con Zaragoza. Este ferrocarril, de ancho de vía de un metro, comenzaba en los lavaderos de las minas donde el carbón era lavado y cargado en los vagones del ferrocarril. La traza hasta Zaragoza era muy accidentada, con un gran número de obras de fábrica; viaductos, túneles, puentes, trincheras, pasos a nivel. La línea llegaba a Zaragoza a la estación de Cappa, más conocida como Utrillas. Su nombre se debía al ingeniero melillense León Cappa y Béjar quien la mandó construir al fundar en 1865 la "Compañía del Ferrocarril de Zaragoza a Escatrón". Queda en pie, aunque algo afectado, el edificio de la estación de Belchite y las pilastras del viaducto que salvaba el Aguasvivas.
Estación de Belchite, hoy
Cormoranes
        Vamos camino de Almonacid de la Cuba, por la PR-Z.80; de ida lo hacemos, prácticamente en su totalidad, siguiendo la acequia de Belchite. Al poco de comenzar alcanzamos el Depósito de Los Escaramachales, una balsa alimentada por dicha acequia en la que un nutrido grupo de cormoranes nos ven pasar, los unos desde las ramas de los chopos, otros desde las orillas e, incluso, nos sobrevuelan ––¿pensarán "ande va" esta pareja de mochileros?––
        Tras pasar una barrera, a la altura de una vieja construcción, casa de don Joaquín la llaman, abandonamos la PR, para continuar el trazado de la acequia; a nuestra derecha algunas paredes de conglomerado nos muestran unas cuevas que nos recuerdan a las de la semana pasada, allá en las espaldas del Moncayo
Cuevas
En el Pozo Los Chorros
        El río Aguasvivas se abre camino entre las rocas en el tramo del Malpasillo para dejarse caer y, quizá, soltar unas lágrimas de pena al ver el rastro que las gentes dejan en sus orillas. Pero esto no le quita ni un ápice de belleza al lugar, en el que nos entretenemos un rato.
        ––¡Leches! ¿y ahora por dónde se sigue?––. Volvemos hacia "el ruedo" y vemos una senda que asciende inmisericordemente  hasta la acequia que ahora discurre aérea, colgada sobre las rocosas paredes del Malpasillo. Entiendo lo del nombre, un paso en falso y... Son unos 250 metros en el que caminamos teniendo a un lado la acequia que baja con "ganicas" y en el otro un patio que mejor no medir.  No importa, nos transformamos en equilibristas y... seguimos aquí (no sé si exagero, pero si te apetece hacer el recorrido "cuidadín", sobre todo si el terreno está mojado). Este tramo me recuerda a las "levadas de Madeira".
Maite pasando por el muro de la acequia.
El río Aguasvivas desde la acequia
Cruzando el barranco del Pinar
        Salvado el obstáculo, seguimos por la, ya más misericorde, orilla de la acequia de Belchite; Almonacid de la Cuba ya está cerca.
        Unos metros más adelante dejamos la acequia para descender, por un denso bosque en el que los pájaros celebran nuestra llegada, hacia un barranco que cruzamos para, posteriormente, ascender a la población. Accedemos por el sendero que pasa junto a una fuente dotada de cinco caños.
        Aunque nuestro objetivo se encuentra en las afueras, nos damos un garbeo por las calles de la villa en las que los lugareños hacen muestras de su amabilidad. Nos detenemos ante la Iglesia de Santa María la Mayor, de estilo renacentista, levantada en la segunda mitad del siglo XVI. 
Vista de Almonacid de la Cuba
Santa María la Mayor y Ayuntamiento
Vieja puerta
        Seguimos paseando por las serpenteantes calles de la villa, testimonio de un pasado musulmán, para encontrar un edificio curioso, la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, esta de estilo barroco. Volviendo por la calle Mayor, Maite visita otro lugar de interés, "la carnicería", en la que adquirimos algún producto de origen porcino (a pesar de no portar escopetas, también los senderistas dejamos "alguna pela" allá por donde vamos).
        Con la compra en la mochila y el ánimo por montera vamos saliendo del pueblo, doblando esquinas, cruzando plazas, caminando bajo los faroles apagados que, aun así, alumbran el rostro de mi compañera de largo viaje.
Pasarela sobre el río
        Un poco más adelante, al sur de Almonacid de la Cuba, el río Aguasvivas nos cuenta de su pasado, de aquella obra que se realizó para encubar el agua (de allí viene lo de "cuba"). Fue, más o menos, anteayer, en el siglo I, cuando los romanos edificaron la "Presa Romana de Almonacid de la Cuba" que con sus 34 metros de altura y 100 de longitud es uno de los monumentos más importantes del agua en la Hispania romana. Asentada directamente sobre la roca, está fabricada a base de piedras, arena, cal y agua para ser revestida con sillares de piedra.
              En la actualidad la presa funciona como puente de acceso a la villa y azud de desviación de las aguas del río Aguasvivas que se dedican, a través de la acequia de Belchite y sus ramales, a regar varios miles de hectáreas en la zona. Sirve también para crear un entorno único, ser disfrutado desde su mirador, descender hasta las aguas del río y cruzarlo sobre una pasarela seudo-tibetana para contemplar desde ella la majestuosidad de la presa.
Presa Romana de Almonacid de la Cuba
Antiguo molino, hoy alojamiento rural
        Volvemos sobre nuestros pasos para atravesar el pueblo y abandonarlo en una intersección que cruza el río y que se encuentra en obras. La maquinaria ha dejado el camino como unos zorros lo que nos lleva a ponernos de barro hasta la rodilla (es lo que tiene esto de caminar por el campo).
        Ahora sí, ahora regresamos por sendero en condiciones, de aquí a Belchite será la PR-Z.80, con sus marcas blanquiamarillas, las que nos orienten los pasos a seguir.
        A nuestra izquierda el río discurre mansamente hasta que alcanza el Malpasillo y cae sobre el Pozo Los Chorros, también accesible desde esta margen, pero nos conformamos con divisarlo desde aquí, 30 metros arriba.
La explotación taurina vista desde la senda de regreso
        Poco a poco, vamos descendiendo para volver a cruzar el Aguasvivas y regresar al camino de ida, cerrando así el círculo que caracteriza a la ruta de la jornada. Solo nos resta regresar camino de Belchite, observando las paredes de la margen derecha del río, en las que se aprecian algunas buitreras. Pero aquí abajo, a nuestro paso por la Balsa de Escaramachales, son otros pájaros, los cormoranes, los que vuelven a observarnos, igual que nosotros a ellos.
        Un paradita en Belchite para adquirir productos, esta vez de origen ovino, y vuelta para casa. 
        Ya en la city, echando un vistazo a la prensa, parece que lo de la vacuna "está chupao", no hace falta más que ser hija de un rey emérito, ir a visitar a papá, que este se encuentre en algún país de esos "pobres del petrodolar" y decirle al sanitario de turno que "te la clave", ¡p´a qué!. Pero nosotros que no somos de esa noble estirpe, nos ponemos en la cola y ya nos tocará, mientras tanto daremos buena cuenta de esos productos adquiridos en  Almonacid de la Cuba y en Belchite, regados con un buen tinto de Miedes.
        Hasta pronto
Datos técnicos
Recorrido

Perfil:
Distancia, 12,9 Km.
Desnivel positivo, 276 m
Desnivel negativo, 276 m.
(Track)