lunes, 23 de octubre de 2023

LUESIA - PUY MONÉ (circular)

 Día 21 de octubre de 2023
Mapa de las Cinco Villas
        No es la primera vez, tampoco la segunda, en que nos encaramamos, entre otros, a este alto de Puy Moné*, que se alza en lo más alto de la comarca zaragozana de las Cinco Villas, entrañables tierras de la que mi genealogía se alimenta de viejos recuerdos de infancia, de aquellos veranos en que los "mocés" nos divertíamos con la paja, el espliego y el trillo del abuelo. Tierra, también, con un gran legado en su techo de historia, bajo el que se asientan, desde los musulmanes hasta los reyes de Pamplona, desde el bronce al "tic-toc", desde los restos arqueológicos hasta los emoticonos...
        Fue Alfonso I el Batallador quien otorgó su nombre, recogiendo así a las villas de Tauste, Sádaba, Uncastillo, Ejea y Sos (en la actualidad son 31, los municipios de la comarca).
        Hoy, a lomos de un moderno autobús, conducido magistralmente por el bonachón Miguel, nos vamos a Luesia, a dar un garbeo por su sierra. En el camino hacemos una inmerecida, pero reglamentaria parada, para estirar las piernas que, a estas tempranas horas, conservan el calor de las sábanas de blanco satén.
Allá vamos
Luesia
        Llegados a la villa, nos consta que nos espera aquel que fuera "comandante de este ejército" y su abnegada compañera (Jesús y Elena), pero han confundido campo de fútbol (donde comenzaremos a caminar) por cementerio (los años no perdonan),
        Será al final de la jornada cuando tengamos una vista, casi aérea, de la Villa; pero ahora ya, la torre defensiva de su castillo, alzado sobre un espolón rocoso, corrobora una buena parte de esa historia a la que me refería. No menos gallardas, se dejan cortejar las iglesias de San Salvador, San Esteban y la ermita de la Virgen de Puyal, monumentos, todos ellos, construidos con la piedra arenisca, tan presente en estas tierras.
San Salvador y castillo
Remontando el barranco de Aragües
        Como decía, Miguel nos descabalga junto al campo de fútbol, ubicado en la pista que, paralela al barranco de Val (o Bal), lleva hacia la Fuente de l´Artica e, incluso, hasta la misma cima de Puy Moné.
        La mañana es fresca, un frío que, tras tantos meses de intenso calor, teníamos infinitas ganas de sentir en nuestros cuerpos; cuerpos que, en número de dos docenas más tres, comienzan a caminar por una agradable senda que no tarda en tomar camino hacia cotas más altas, siempre remontando el barranco de Aragües.
En la loma de Balsiruela
        Es lo que tienen las cuestas que tiran "p´arriba", que las carnes dejan de sentir el frío, tienen, asimismo, que el satén de las sábanas quedó atrás, tienen que bajo forros polares hay otras capas más fresquitas y tienen, también, que las pulsaciones llevan otro ritmo.
        El sol ya nos ilumina, cuando alcanzamos la loma de Balsiruela, cuyo cordal nos acerca a la collada del mismo nombre. 
        Allá arriba, por encima de un ganado de vacas, delatada por la caseta antiincendios, divisamos la cima del Puy Moné.
Por el cordal
        Por aquello de no caminar mucho por pista, tomamos un sendero que la lluvia de estos pasados días, se ha encargado de embarrar y dificultar el paso del personal (me consta que ningún trasero fue víctima de fango alguno).
        La senda, que hasta ahora discurría entre boj, carrasca, robles, pinos y algún arce, se abre mostrando un verde matorral con ejemplares de rusco y tomillo, así como abundancia de flores del género crocus, llamadas quitameriendas.

Crocus
En el Puy Moné
    
    Chino, chano, con permiso de las escopetas que andan por los aledaños, alcanzamos la cima del Puy Moné (1303 m.), una fresca loma en la que dar cuenta de algún tentempié y disfrutar del paisaje que nos regala este inmejorable mirador, con unas vistas presididas por las paredes de las Peñas de Santo Domingo; más allá está el Pirineo, pero hoy no toca, las nubes del norte esconden las altas cimas que ya han comenzado a teñirse de blanco. Entre "val y val", se adivinan algunos lugares conocidos para los unos y las otras, como son las torres de Sibirana, que se elevan desde hace mil años, presenciando la historia de la frontera entre Aragón y Navarra. También, entre nubes, se aprecia el Moncayo, presidiendo toda la Sierra Ibérica; la sierra de Guara duerme entre los algodones de su vergüenza.
El grupo (foto de P. Rovira)
Peñas de Santo Domingo
Puy Fonguera
        Foto de grupo, con el fondo de las peñas de Santo Domingo, y, ¡hale!, dejamos el lugar para bajar y luego subir el cordal que nos acerca a la Punta el Cabo Bal (1312 m.), volver a bajar y, posteriormente, subir al Puy Fongera (1307 m.).
        El "paseo" por la trocha finaliza en el collado Palomeros, desde el que vemos la villa de Biel, de la que ya di cuenta en otra de las ocasiones en las que hemos pateado estas tierras.
        Poco a poco vamos descendiendo; a la izquierda veo el llamado "Mal Paso", un cordal que se sube, si se sale de Biel, pero nosotros seguimos hasta alcanzar las impresionantes "Ripas Altas", unas obras maestras que el cincel, formón y gubia de la naturaleza han esculpido, a lo largo de los años, en el frágil conglomerado que la vegetación no ha podido proteger.
Las Ripas Altas
Por el bosque
        Aunque suavemente, es patente que seguimos descendiendo. La senda se introduce en el maravilloso hayedo de la Val del Avellanar, presto a cambiar los colores de su vestido: del verde al amarillo. 
        Los hongos, producto de la humedad reinante, han asomado para vernos pasar, principalmente cuando lo hacemos ante una cavera, o carbonera, signo de otras formas de vida que me niego a olvidar.
        No tardamos en alcanzar el fondo del barranco de Val, por el que discurre la pista que hemos dejado al comienzo de la mañana, pero evitamos ir por ella tomando un sendero que transita paralelo, hasta alcanzar el popular espacio de recreo "Fuente de l´Artica".
Fayar de Gozopaño
        Por la pista iríamos al final de la ruta en un plisplás, pero no disfrutaríamos del sendero que tomamos, introduciéndonos en el "Fayar (hayedo) de Gozopaño", camino obligado para quien fuera a Biel por el collado del Correo.
        Denso bosque en el que, no solo se esconden las criaturas del bosque, también alberga una leyenda:
  "Cuentan que un sastre de Luesia fue requerido para  ir presto, no se sabe porqué, a Biel en plena noche. Habiendo alcanzado el collado del Correo notó la presencia de un bandolero en su retaguardia, ya que sentía que algo  tocaba su espalda continuamente, entonces le grito varias veces sin volver la cara, ¡déjame en paz que voy a Biel! ¡Ay, amigos!, pero el bandolero no le hacía caso, así, que, harto de que le diera la tabarra, decidió girarse con sus tijeras abiertas dispuesto a herir al bandolero. Fue entonces cuando se dio cuenta de que en realidad no había tal bandolero, se había enganchado con una zarza y entonces le dijo muy serio a la zarza, pero a la vez todavía atemorizado: ––lo mismo me hubiera dado que hubieras sido un hombre” 
        (Releyendo esta leyenda, no sé si es mi imaginación, pero me ha trasladado a horribles acontecimientos que se están produciendo aquí y ahora, a la vuelta de la esquina de la calle del espanto)
Coqueteando
            Leyendas aparte, la senda que se adentra en el fayar, al paco del monte Bal es, no solo agradable, sino que, de entre las ramas de la "fayas", se siente la presencia de la magia. El camino sube y baja, se retuerce entre impresionantes ejemplares acompañados por los acebos machos y sus coquetas hembras que hoy lucen sus rojos adornos.
        Poco a poco, el haya va dando paso al pino hasta que el bosque se abre ante la Fuent´Iscar (Fuentisicar).
        Tras una ligera parada, salvamos una alambrada por una puerta y ¡p´abajo!, que la meta ya está cerca, que Miguel ya nos tiene el bus abierto, que el bar de Luesia ya nos espera para que demos cuenta de su barril, contenedor de ese bendito líquido reconstituyente, cuyo color ámbar me recuerda al del oro con que pronto se pintará la Sierra de Luesia.
Acercándonos al final
        Como decía en la introducción, no ha sido la primera, tampoco la segunda vez que nuestros pasos han caminado por esta sierra, pero por cien veces que la recorra no dejará de sorprenderme, así como aquella mañana en la que quedé boquiabierto al descubrir que bosques como estos, no solo se encuentran en las grandes cordilleras, aquí en pleno Paisaje Protegido de la Sierra de Santo Domingo, vayas en compañía de  unos u otros, aquí, amigos, también existe la magia.


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Enlaces a otras entradas de la zona:


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*Puy procede del galicismo colina