jueves, 21 de febrero de 2019

S. JUAN DE MOZARRIFAR Y VILLANUEVA DE GÁLLEGO (CAI Nordic Walking)

Día 17 de febrero de 2018
Ya calentará-
            Recién aterrizados del viaje por el Levante alicantino nos vamos a darle caña a las garras con las gentes del CAI Nordic Walking. En esta ocasión será por una ruta circular entre el barrio zaragozano de San Juan de Mozarrifar y la localidad de Villanueva de Gállego.
               En la convocatoria que nos mandó el "boss Juanmi", decía que a las 8:45 había que estar, como clavos, en la plaza de España de S. Juan; corroboro lo disciplinado de estas gentes que, con la máxima puntualidad, somos tres docenas de marchadores (incluidos el resto de bosses) quienes estamos en el lugar.
Ya asoma.
           Aunque la meteorología nos anuncia buen tiempo, a estas horas de la mañana la escarcha que cubre las plantas de la mies, delata que andamos con menos grados que un "recluta".
          Como esta disciplina exige colocarse las dragoneras de los bastones bien ajustadas, los guantes no pueden ser muy gruesos por lo que los dedos de mi mano (no sé si los del resto) ––¡cagüen, p´agarrar la cámara de fotos!.
             Menos mal que el "boss", saliendo del barrio,  nos guía por camino de solana; cruzada la acequia del Rabal, nos acerca a las orillas del río Gállego que, durante un buen tramo, recorremos por su margen derecha flanqueados por su bosque de ribera, ahora dormido pero que pronto despertará. No tardaremos en ver cómo el carrizo saca sus plumeros; chopos, álamos, sauces y demás árboles del soto explosionarán para dar cobijo a las aves que tan "a gustito" anidan entre sus ramas.
Ignacio (reportero gráfico) y Juanmi ("the boss").
No son las cataratas del Niagara, es...
          Pero eso será después, ahora es esta comitiva la que, entre cañas y huertas, entre alfalfa y almendros en flor, entre charradas y  ritmo marchador (y marchoso), recorre las orillas del río por el camino que nos acerca hasta el azud de Urdán, bonito rincón del Gállego del que se abastece la acequia del mismo nombre y, que según me informo, se remonta al siglo XII, posiblemente construida por los musulmanes.
          En la otra orilla sobresale la torre de la iglesia de la Cartuja de Aula Dei. Desde el punto de vista arquitectónico y por las magníficas obras de arte que acoge este monasterio en su interior, se trata de uno de los conjuntos monumentales más importantes de Aragón.
... el Azud de Urdán
Pasando junto a la torre de Baile.
            La temperatura y el ritmo de marcha van subiendo en grados, así que guantes y chaquetas, ¡"fuera"! y ¡a mover tabas y bastones!. 
       Ahora caminamos entre campos de cereal y torres (explotación agrícola tradicional con vivienda en el campo zaragozano) como la de Baile, Mezalar, Comercio (esta con entidad propia) Seminario, etc.
            Desde lo alto del puente que salva las vías del ferrocarril, en la lejanía, al norte, vemos como asoman las blancas cimas del Pirineo. Más cerca, se encuentra Villanueva de Gállego, al que llaman de las "tres mentiras", ¿por qué?: adivina.
Hacia... la primavera.
Iglesia y torre mudejar.
           Lo que no es ninguna mentira es el establecimiento que, llegados a la villa, nos acoge para meternos al cuerpo un tentempié y, ¡leches!, descansar una "miaja" que ya nos hemos cepillado la mitad del recorrido. Son veinte minutos que saben a gloria.
           Antes de iniciar la vuelta, la comitiva damos un paseo por la población pasando por su iglesia de San Salvador, construida en 1820 sobre las ruinas de un templo mudéjar del siglo XV. La torre que se encuentra separada, construida en el XVI, es lo único que ha llegado a nuestros días como testimonio de la primitiva iglesia.      En tan majestuoso lugar, con una luz que deslumbra, procedemos a realizar la captura fotográfica habitual de los asistentes a la "Gallaeca Usque Nordica".
CAI Nordic Walking.
Por esos caminos.
             Y, nada, que estas gentes no se cansan, así que, ¡ale!, vámonos de vuelta. Comenzamos paralelamente a la antigua carretera de Huesca, para en poco rato pasar por el exterior de la universidad S. Jorge y detenernos ante una vieja imprenta que se encuentra expuesta junto a nuestro camino.
           Ahora tomamos un tramo de la GR. 234, que une Zaragoza y Huesca. Junto al camino, supongo que con alevosía, premeditación y nocturnidad, algunos capullos (por llamarlos de alguna manera) vierten todo tipo de escombros y enseres que les sobran en sus casas (supongo que no serán los habitantes de los cientos de unifamiliares que el ¿desarrollo? trajo a Villanueva.
Muerto el perro se acabó la rabia.
¡Ahi van!
             El paso sobre la acequia del Cascajo es un ejemplo más de la red de riegos que dejaron aquellas gentes en el campo zaragozano.
            De nuevo pasamos sobre las vías del tren que, en un camino sin fin, nos cuentan el pasado y presente de un cariño ferroviario incomprendido, pues van, como la vida, en un viaje paralelo, sin encuentro: el del veloz AVE y el lento y viejo Canfranero.
             Va quedando menos camino que recorrer, ya se ven las casas de San Juan de Mozarrifar. Sobre los postes y viejas chimeneas de industrias que ya no lo son, las cigüeñas están al tajo con la construcción de los nidos. Vuela, ante nosotros, una de ellas; parece algo tímida, en su pico porta una brizna de hierba seca; va volando, desplegando sus alas mansamente hacia la torre de la iglesia; allí criará sus polluelos y les llevará de comer, hasta que, pasado el tiempo, solos se puedan valer.
Vidas paralelas.
En la torre.
               Como aquella cigüeña, nuestros vuelo nos ha dejado bajo la torre de la iglesia, pero nuestro nido lo tenemos un poco más allá: en la terraza de un bar con unas copas de cerveza, unas chips "marca Gan", unas almendras "marca Cebrián" y mucho y buen humor que, al fin y al cabo, es el mejor reconstituyente tras una buena caminata.
             Hasta pronto.


Datos técnicos
(El track para GPS pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)


lunes, 18 de febrero de 2019

SERRA GELADA Y PEÑÓN DE IFACH

              Después de recorrer la senda que circunvala la sorprendente Sierra de Bernia no nos podíamos ir de estas tierras sin echar el cuerpo a alguno de los lugares más emblemáticos de las montañas alicantinas. Algunos ya los recorrimos, Maite y yo en enero de 2017, como la Sierra de Aitana, Serra Gelada, Punta Moraira con su Torre D´Or...
               Pues nada, repetiremos la Gelada con Alfredo y María Ángeles y, Maite y un servidor, nos encaramaremos  a esa roca que, buscando el cielo, se adentra en el mar y que, pese a algunos, no ha habido arquitecto, ingeniero ni especulador capaces de edificar sobre sus verticales paredes: el Peñón de Ifach.
             Otra montaña emblemática, Puig Campana, habrá de esperar a otra ocasión, hemos de volver a casa, pero seguro que la cima "sajada por la espada de Roldan" permanecerá en su sitio por los siglos de los siglos.
Desde el Peñón de Ifach.

Serra Gelada (Sierra helada)

Serra Gelada (desde Bernia)
Día 11 de febrero de 2019
Andando.
          Con legañas en los ojos, Maite, María Ángeles, Alfredo y yo, comenzamos a caminar, desde la misma puerta de nuestro alojamiento, en dirección al centro de interpretación del "Parque Natural de la Serra Gelada". Este parque se ubica entre las bahías de Benidorm y Alfàs-Altea; se trata de una de las elevaciones montañosas de las sierras litorales valencianas.
         Aquí nacen varias rutas, tomamos la más larga, la que discurre desde L'Albir hasta Benidorm, para recorrer esta montaña de cabo a rabo.
             Los primeros metros de la ruta han de salvar un buen desnivel, por lo que nos lo tomamos con tranquilidad, disfrutando del paisaje y observando algunas de las plantas entre las que destaca el enebro, muy abundante en este entorno.
Bahía de L'Albir-Altea y la Sierra de Bernia.
Antenas en el Alt del Governador.
       Superado este tramo alcanzamos el Alt del Gobernador (Alto del Gobernador), que, cargado de antenas, nos muestra un acantilado de 438 metros sobre las aguas de un Mediterráneo que se pierde entra la bruma. 
              Hacia el interior, la vista se nos va hacia la Sierra de Bernia ––esa que descubrimos hace un par de días–– y más cerca el Puig Campana, llamado así por su forma, que con sus 1406 m. es el segundo en altura, tras el de Aitana, de estas tierras. Nos muestra, esta montaña, una brecha bien marcada en una de sus crestas que la llaman "El Tajo de Roldán" y, como no, tiene también su leyenda que cuenta de cómo el caballero Roldán (sobrino de Carlomagno) estaba enzarzado en una dura batalla con un jefe moro.
Puig Campana.
En el Alt del Governador.
          Sin darse cuenta, ambos fueron subiendo la montaña y, en su cima, Roldán se dispuso a darle el golpe definitivo. Desafortunadamente, su espada chocó con la roca de la montaña. El golpe llevaba tal fuerza que un trozo de la montaña salió disparado y aterrizó en el mar donde se convirtió en la Isla de Benidorm. Este Roldán, según  algunas otras leyendas, andaba asestando golpes a diestro y siniestro por cualquier montaña que se le pusiera por en delante, ¡vaya con el Roldán!. Existe otra leyenda más  dulce pero esa la dejamos para otra ocasión.
Vista hacia el abismo.
          Bañados de paisaje, proseguimos nuestro camino por la senda que bordea los acantilados, un senda que se adapta a la orografía por lo que se torna en un cordal que sube y baja en multitud de ocasiones (comprobar el perfil).
              En algunos tramos el camino se torna bastante delicado, ya no voy a decir peligroso, porque teniendo precaución, minimizas riesgos, pero esas ganas de asomarte al acantilado, sacar una fotografía al borde... Abajo, las limpias aguas dejan ver parte del fondo marino en el que emerge una pequeña isla, la Illeta Penyes D´Arabí.
Emerge la Illeta Penyes D´Arabí.
Naturaleza sobre hormigón.
          Quién lo diría en estas fechas, pero buscamos una sombra para descansar y echar un ligero bocado, este "sube y baja" agota las baterías y es preciso su recarga.
             Poco a poco, allá abajo, van asomando las azoteas de los rascacielos de Benidorm, esas construcciones hijas de "san pelotazo", algunos de cuyos padres duermen entre rejas; sus amigos se juntan en la plaza de Colón de Madrid en defensa de la "unidad de la patria", eso sí, con las cuentas en otras patrias, en paraísos fiscales. "Rascacielos de brillantes fachadas y cimientos podridos".
Benidorm.
Reflejos del Mediterráneo.
             La enésima y última de las bajadas nos acerca a un punto conocido como la "Cruz de Benidorm", ya en la población, aunque observamos que todavía estamos por encima de la mayoría de los edificios, así que toca bajar por una carretera asfaltada hasta el centro de la ciudad a la que la llaman la que "nunca duerme".
                Algunas nubes y algo de viento fresco han desalojado a las gentes amantes de los rayos solares de la blanca arena, tan solo cuatro personajes algo "estalentaos", con botas por chancletas, sentados en cómoda posición, se sientan en un banco del paseo, mirando al mar y dando buena cuenta del "foiegras".
               No ha estado mal esta ruta, no recomendada para quienes padecen de acrofobia, pues su recorrido discurre en buena parte sobre la vertical de respetables acantilados, algo así como las fajas a las que estamos acostumbrados cuando pateamos las de Ordesa, solo que aquí no hay valle, aquí hay un inmenso ibón, -digo mar- el Mediterráneo, cantado y contado por juglares y poetas, y hoy con sus aguas manchadas de tragedia que no deberiámos olvidar cuando disfrutamos de ellas.
Datos técnicos
(El track puedes descargarlo desde la palabra wikiloc del mapa)


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Peñón de Ifach
Peñón de Ifach.

Día 13 de febrero de 2019
Allá vamos.
            Día tras día, en nuestros paseos y excursiones, casi sin querer, la vista se nos va hacia ese enorme pedrusco que, desde la ciudad de Calpe (otro monumento al pelotazo) se adentra en el mar, ya en la Marina Alta, alcanzando una altitud de 332 metros.
          En esta ocasión, somos Maite y un servidor los que nos acercamos a concluir nuestras "andanzas" por estas latitudes levantinas.
           La ruta comienza en un aparcamiento del que arranca un camino con pendiente bastante asequible, que va zigzagueando entre pinos y carrascas, para regalarnos preciosas e increíbles vistas y estampas de las dos playas de Calpe separadas por el Peñón.
En la cueva.
           Pasado el Centro de Interpretación del Parque, el camino se encuentra empedrado y asequible a cualquier tipo de visitante, hasta que alcanza un túnel, una oscura boca cavada en la montaña que nos ofrece un suelo irregular con rocas resbaladizas, habilitado con gruesas cuerdas unidas a las paredes del túnel para facilitar el paso del personal.
             A partir de aquí, la senda se torna en algo más delicada, pues discurre por terreno compuesto de rocas calcáreas muy pulidas y resbaladizas, que salvamos ayudándonos de grandes cuerdas y cadenas sujetas a la piedra de las paredes. Aquí, nos encontramos con nuestra vieja amiga "Doña Prudencia" que nos aconseja que vayamos con cuidado de no resbalar para no "hacernos pupa", en caso de "esbalizar".
¡P´arriba!.
En la húmeda sombra.
               Tras estos pasos y alguna sencilla trepada, alcanzamos la cresta que nos coloca en la cima en la que, si no fuera por las amenazantes y numerosas gaviotas patiamarillas, reinas del lugar,, seríamos los "reyes del pedrusco". Cuentan que en época de nidificación y cría, durante los meses de abril, mayo y junio, es posible ver los nidos de estas gaviotas, incluso a los polluelos y sus madres, defendiéndolos de la presencia de extraños junto a la senda (algún que otro curioso ha caído por ser eso).
                La compañía de un gato, completa una bella postal en esta sorprendente cima.
          En el descenso nos acercamos hasta la Punta de los Carabineros, un mirador natural situado en el extremo más oriental del Peñón, que nos adentra sobre el Mediterráneo, en un paisaje que nos muestra un acusado contraste: el del mar y la montaña a un mismo tiempo; la horizontalidad de la superficie marina y las empinadas escarpaduras del Peñón.
Gaviota patiamarilla.
En la cima del Peñón de Ifach.
En la Punta de los Carabineros.
                Solo nos queda descender con cuidado de no resbalar por este sendero que, en poca distancia, nos ha llevado a un impresionante y vertiginoso balcón para disfrutar de una gran panorámica de la tierra que, durante unos días, nos ha acogido: el Parc Natural de la Serra Gelada flanqueado por Benidorm y l’Alfàs del Pi, con la pequeña Illeta Mitjana a su izquierda y el extremo este de la Illa de Benidorm asomando por detrás. La Serra d’Aitana y el impresionante Puig Campana de 1.406 m de altitud sirven de telón de fondo a la Serra de Bèrnia, que penetra en el mar con el Morro de Toix cerrando la bahía de Calpe. Delante de Bèrnia,  la Serra d’Oltà, con Calpe y las salinas a sus pies. Al norte, tras unas lomas, el Montgó, otra sierra situada entre Dénia y Jávea; la playa de la Fossa y al final de la línea de costa la punta de Moraira con su Torre D´Or.
Admirando el paisaje.
           Este balcón, también es un buen lugar para apreciar los dos tipos de vegetación dominante en el parque, la maquia litoral por la que asciende la senda y la vegetación rupícola en el paredón rocoso.
             Ahora toca volver a casa, nos vamos de esta tierra levantina en la que la montaña y el mar luchan por hacerse un hueco en las orillas de este paraíso perdido entre las estaciones de la memoria.
         Ya andan floreciendo los árboles, el almendro incuba la primavera; las montañas pobladas de aridez, de pinos, de matojos; mar de reflejos y tragedias, de pasado y futuro; y amigos, nuestros amigos.

                   Hasta pronto
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia, 4,8 Km.
Desnivel de ascenso, 325 m.
Desnivel de descenso, 325 m.

martes, 12 de febrero de 2019

SIERRA DE BERNIA /Circular)

Día 8 de febrero de 2019
En la mina de ocre con Maite y Mª Angeles
(esta última con sus bastones de Nordic)
         Cambiamos de aires, dejamos las blancas montañas pirenaicas y nos acercamos a una de las sierras más emblemáticas del Levante hispano, con el Mediterráneo de telón, ante un escenario protagonizado por los montes alicantinos. ¿Será que con los años vamos buscando climas menos fríos? ¡No sé, no sé!.
                El asunto es que nos hemos venido, como dije hace un par de publicaciones, a la tierra en que se inició el Nordic Walking como disciplina deportiva: L´Alfas del Pi. Incluso hay quien se ha traído los "bastones dragoneros" para lucir su depurado estilo en un paseo que realizamos ayer hasta el faro de L'Albir, aunque le pusimos un poco de picante descendiendo hasta la cala de La Mina y los restos de una actividad ligada a la extracción del ocre. Se la conocía como la Mina de la Virgen del Carmen y estuvo en marcha desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Aún se conserva la vivienda del capataz y una línea de pilares que bajan por el barranco que servían de soporte para los raíles de las vagonetas que llevaban el mineral hasta la orilla, para ser embarcado y transportado por mar.
Instalaciones de La MinaVirgen del Carmen (arriba, el faro de L'Albir).
Faro de L'Albir.
                     Una vez en el faro pudimos disfrutar de un paisaje se nos abre hacia el mar y a una tierra que parece querer penetrar en su fondo como, por ejemplo, el Peñón de Ifach. Desde aquí las vistas son impresionantes, la bahía de Altea, la piscifactoría, los cortados de Serra Gelada con la antena en su punto más alto, la Punta del Gobernador, y el mar Mediterráneo.
Bahía de Altea, bajo la Sierra de Bernia.
Alto del Gobernador
              Pero esto fue ayer; hoy, cuatro de los integrantes de la media docena de entusiastas jubilados que nos hemos venido a pasar unos días por climas menos fríos que los de nuestra tierra, nos vamos a descubrir las entrañas y rincones de la Sierra de Bernia que, con sus 1.129 metros de altura, es un macizo rocoso formado principalmente por roca caliza de época oligocénica y cretácica, complicada por sus numerosas fallas entrecruzadas. Formando parte del borde sur oriental del extremo Norte de la Cordillera Bética desemboca con dirección sudeste en el Mediterráneo por el Morro de Toix, separando las comarcas de la Marina Alta y de la Marina Baja. En este caso, la denominación de "sierra" le va como anillo al dedo, pues su perfil quisiera pillar el más artesano de los carpinteros.
           Por serpenteante, estrecha y, en algunos momentos, vertiginosa carretera nos acercamos hasta el parking que se encuentra junto a Casas de Bernia.
             Con las botas bien prietas, los bastones adaptados a la medida de cada cual, el cielo despejado y escoltados por los almendros en flor comenzamos a caminar.
           El primer tramo trascurre por una pista, primero asfaltada y después de tierra, que discurre por el paraje denominado Bancal Llarg. Es un buen terreno para calentar tabas y disfrutar con los colores que la flor del almendro pinta en estas templadas latitudes.
Vistas sobre la Marina Alta.
"Invierno levantino".
Esto se pone rocoso.
                 ¡Ay, amigos! pero esto se acaba. Alcanzada la Fuente de Bernia tomamos una estrecha senda que, sin mucha dificultad en principio, nos lleva por un terreno que, a nuestra izquierda nos muestra las extensiones de la Marina Alta salpicadas de casitas solitarias hasta llegar al azul infinito donde el mar se mezcla con el cielo, eso sí, algo tapado con algo de bruma y nubes. A nuestra derecha, montañas escarpadas; parecen inaccesibles, sin embargo en algún momento y de algún modo tendremos que cruzarlas para llegar al otro lado y continuar nuestra ruta; ya veremos.
Habrá que salvar esta dura pared, pero ¿por dónde?...
                 Con una pareja de belgas que se nos han unido, pasamos junto a algunos abrigos que en el pasado utilizaban los pastores y su ganado y que quizás sigan utilizando, pues en su cercanía se siente cierto olor a cabra. Pero en ausencia de estas, nos toca a nosotros recoger los bastones y usar las cuatro extremidades para salvar algunos pasos de sólida roca.
             La senda se va encaramando a la montaña por la cara norte de las paredes verticales del macizo, hemos de alcanzar la sur pero, ¡leches! ¿por dónde?. Miro p´arriba y pienso ––ya veremos–– pues, además, no muy señalizado, en algunas ocasiones dudamos del camino a seguir.
...¡por aquí!.
                 Cuando parece que no hay salida posible, ¡zas, un boquete en la mismísima roca nos abre las puertas del cielo.
            Estamos en el "Forat de Bernia", un agujero pequeño en una inmensa montaña, que hemos de atravesar, por lo bajo del techo, totalmente agachados, poniendo a prueba la elasticidad de estos "expertos cuerpos", ¡todo un poema!.
           Mientras lo cruzamos pienso en aquellos tiempos prehistóricos y las vistas que desde la salida del "agujero" contemplaban nuestros antepasados, claro está, la monstruosa ciudad de Benidorm no estaba en el escenario ni, tampoco, el resto de urbanizaciones que ocupan las laderas de estas preciosas montañas.
El Forat de Bernia.
Agacha el lomo.
¡Libres!
Nubes sobre la Marina Baja.
           El final del "forat" (forau en aragonés) es algo más alto de miras y permite estirar las articulaciones y ¡oh!, como diría mi nieto Noah: ¡qué vistas!. Pues nada, una paradita de descanso (que ya toca), un tentempié y a disfrutar del momento; ya estamos en la cara sur de la sierra.
          Más tiesos que la una nos echamos las mochilas a la espalda y proseguimos la marcha, ahora las paredes verticales quedan a nuestra derecha, a la izquierda, entre las nubes adivinamos buena parte de la Marina Baja con multitud de invernaderos y urbanizaciones a "tutiplén". Por encima asoman las cumbres del Pui Campana, Serra Gelada y la Sierra de Aitana.
Serra Gelada
Hacia la Penya de l'Ermita del Vicari.
               Pronto tomamos un desvío a la derecha que nos acerca a las pinturas rupestres de la "Penya de l'Ermita del Vicari", protegidas por una reja metálica y, como muchas otras, apenas perceptibles y muy difíciles de observar. No obstante conseguimos ver algunas de ellas gracias a los paneles informativos que, entre otras cosas definen a estas pinturas dentro del arte esquemático caracterizado por representaciones humanas y animales simples, reducidas a sus líneas básicas, y por la presencia de motivos geométricos a modo de ídolos. Pertenecen al periodo Neolítico, hace más de 5.000 años, cuando sus pobladores se dedicaban a la agricultura y a la ganadería.
Detalle de una de las pinturas.
Siguiendo la senda,
               No tan lejanos en la historia, retomado el sendero, van apareciendo varios "sesters i ramadeira" (sesteaderos y ganado), abrigos, cuevas o majadas en zonas altas que los pastores empleaban en verano para proteger a las cabras y ovejas durante las horas centrales del día (sestear) o dejar a los animales más jóvenes, todavía no aptos para pastar.
             La estrecha senda serpentea adaptándose perfectamente a las caprichosas formas de la cordillera; unas veces sube, otras baja, atraviesa canchales, pero nunca deja de mostrarnos una buena parte del paisaje alicantino: el mar, montañas, barrancos, plantaciones de nísperos, el pinar de Calces...
"Sesters i ramadeira".
Restos del Fuerte de Bernia.
           Con una temperatura que en nuestra tierra quisiéramos pillar, alcanzamos las ruinas del Fuerte de Bernia construido en 1562 por orden de Felipe II con la finalidad de prevenir las revueltas de moriscos y defender la costa de los ataques de los piratas berberiscos. Entre 1612 y 1613 se procedió a desmantelar el fuerte, ya que su aprovisionamiento era complicado, debido a su remota ubicación.
¡Ah!, pero nosotros sí hemos traído provisiones y, como auténticos piratas, atacamos tan bélico lugar sentándonos en la solana y descargando algo de peso mochilero. No debe ser malo el lastre, pues un rebaño de cabras nos miran con "esos ojitos de querer..."
Fuertes en el fuerte.
Bóvedas del fuerte.
Hay que seguir el camino.
           No se está nada mal en el fuerte, pero hay que seguir la ruta que nos va a devolver a la cara norte de la sierra, cosa que hacemos salvando dos collados en poco tramo: el L´Orenga y Xalo.
          Primero senda y después pista, nos devuelven a nuestro punto de inicio, Casas de Bernia, en donde nos despedimos de nuestros compañeros de viaje belgas.
          Hemos descubierto una sierra de sendas sorprendentes, de rincones con historias; una sierra que separa dos mundos comunicados por un "forat", mundos que la sinrazón especulativa del Levante hispano, ha convertido en una amalgama de urbanizaciones que dañan los ojos de quienes las divisamos.
Fuentes del Algar.
                 Mañana nos iremos a conocer las Fonts D´Algar, un rincón en el que el agua se deja querer, escondido entre tropecientos puestos de comidas, bebidas, atracciones... Iremos, también, al Castell de Guadalest, veremos como la piedra de esa sorprendente y bella construcción, erigida sobre una roca, se esconde tras multitud de restaurantes, tiendas de souvenirs y muchos, muchos "museos" (miniaturas, microminiaturas, micro de microminiaturas, belenes, microbelenes, saleros y pimenteros, etnológico, micro...). En fin, el turismo llevado a los más insospechados extremos.
Hasta pronto

Datos técnicos
(El track para GPS, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)