martes, 17 de noviembre de 2015

YEBRA DE BASA A SATUÉ (Por Santa Orosia)

Día 14 de Noviembre de 2015

Iglesia de Yebra de Basa.
    Ya se va apagando el fuego de los colores del otoño, las hayas han dejado caer sus hojas sobre el suelo de los caminos, la flor del azafrán de la montaña, se ha despedido de su bulbo que yace bajo la tierra. En cambio, la luna presenta su cuarto creciente con firmeza, como queriendo anunciar que los de Esbarre celebramos, un año más, que cada una de sus salidas se han desarrollado con éxito. Pero de esto daremos cuenta más adelante, ahora toca contar lo que los sentidos de este humilde relatador han captado en este bonito recorrido.
       La boira protagoniza el paisaje desde Salduie (Zaragoza) hasta L´Osca (Huesca) en donde recogemos a Jesús y Elena. Es en Arguís donde los del valle volvemos a ver un sol que en nuestra tierra se resiste a asomar.
A Alfonso Villacampa.
    Una pequeña parada en Sabiñánigo para recoger a los residentes en el Alto Aragón y en pocos minutos estamos calzándonos las botas en Yebra de Basa.
     Sus calles y viviendas responden al estilo típico de la arquitectura de montaña, con paredes de piedra coronadas por inclinados tejados con espantabrujas en sus chimeneas. La iglesia, dedicada a San Lorenzo, es gótica y se construyó en el siglo XVI. 
         Pronto comenzamos a caminar por la "Ruta de las Ermitas", en un precioso día de otoño. A la salida de Yebra, una escultura de hierro, recuerda a su hijo Alfonso Villacampa (1889-1981) con el chiflo y el salterio, músico que fue artesano de la renovación del baile y música tradicional del valle. Una placa dice:
"Tu fués por muitas añadas
mosico do nuestro danze
y amés como güen montañés
toas ixas costumbres bellas
que fan pincha a nuestra tierra.
Asinas fan recordanza de tu,
y de toz os nuestros antesapasaus/
os fillos do tuo lugar
Yebra de Basa, 25 de junio de 1995"
Ermita As Rodillas.
      La devoción que en estas tierras se tiene a Santa Orosia, se palpa en cada uno de los rincones que atravesamos en nuestra ruta. Una a una van apareciendo varias ermitas. La primeras las encontramos en la dirección que nos conduce hacia el fondo del barranco cuyo nombre adquiere el de la santa: son las de L’Angusto, As Escoronillas y As Arrodillas. La última contiene una enorme roca, en la que se aprecian dos huecos y unos largos cortes. Según la tradición, son las marcas de las rodillas de la Santa cuando la decapitaron.
Entre margas.
       Entre unas y otras ermitas, el sendero discurre por terrenos de margas y conglomerados. La vegetación, se compone de sauces y artos en esta zona baja, más arriba van apareciendo los enebros, robles y abedules. Aunque todavía va quedando algo de follaje, hace un par de semanas, estaría este barranco de ensueño. Arriba, algunos buitres vuelan bajo el cielo azul.
      Pese a ser ejercito, mejor dicho cuadrilla jaranera, en el recorrido por estos caminos se respira tranquilidad y placidez.
          La senda va ganando metros poco a poco, y hasta los menos habituales se portan como aguerridos montañeros y montañeras, principalmente en las cuestas que preceden al fondo de "la bal" en la que giramos casi 180 grados.
Ermita de La Cueva.
    Pronto tenemos ante nosotros, así como agarradas a la roca, como si este ejército que tomamos estos santos lugares amenazáramos con tirarlas al vacío, la ermitas de San Cornelio, hermano que fue de Santa Orosia (la inferior a 1270 m.), y la de Las Cuevas (la superior a 1285 m.)). Aunque están comunicadas por medio de una escalinata, son dos habitáculos distintos y superpuestos. Subo a la superior y nada, la puerta se encuentra cerrada, dicen las leyendas que aquí se encontraron los restos de la santa.
     Y nada peor que colocar unas campanas en un campanario al que puedan acceder algunos mozos y mozas: ¡nos dan un concierto titulado "tocata del cognazo"!.
Maite ante la ermita de O´Zoque.
       En la subida, aún atravesamos las ermitas de San Blas (1310) y Santa Bárbara (1390 m.) que dicen que murió en circunstancias muy parecidas a las de Santa Orosia. Sobre éstas últimas caen las aguas de la Cascada del Chorro, que en estas fechas es más chorro que cascada.
       El camino, que no deja de subir, aún nos enseña otra ermita más, la Cruz o de O´Zoque (1540 m.) en la que según cuentan, en los siglos XVI y XVII se reunían los pueblos de Basa y Sobrepuerto. Junto a esta, se encuentra un mirador desde el que se contempla un ancho paisaje. A nuestros pies, Sabiñánigo nos muestra la ciudad industrial que fue, más allá Peña Oroel vigila desde su cima las vergüenzas y desvergüenzas de la Jacetania. Giramos la cabeza hacia el Oeste y Peña Canciás mira hacia las montañas más espectaculares del Pirineo, a esta ascendimos hace año y medio los de Esbarre, de la que deje relato en esta página. Un poco más lejos, hacia el sur se observa perfectamente la Sierra de Guara con su Tozal y su hermano Fragineto. Y sobre nuestras cabezas, el Monte Oturia al que , no hace mucho, ascendimos Maite y yo en un día con peor climatología que la de hoy. Y al Norte, una vez más, el Pirineo: Collarada, Taillón, Brecha de Rolando, Casco, Sorores, Marías..., todos ellos cubiertos en sus cimas por la nieve que ya ha comenzado a teñirles de blanco. ¡Todo un placer!.
¿Quién da más por menos?
Ermita de Santa Orosia.
       Estamos en la explanada del Puerto, un paseo por llano a través del pastizal y enseguida llegamos a la ermita  o santuario de Santa Orosia (1550 m.). Junto a esta, se encuentra una fuente de la que salen tres frescos chorros de agua en la que, cuentan, la Orosia calmó su sed. Al otro lado, la "casa nueva de los romeros". ¿Por qué se llama así?. Cada 25 de Junio se celebra la romería a este lugar en la que participa un buen número de gentes de los pueblos del Alto Gállego.
      Tradición, deporte y naturaleza se dan cita en esta romería, que finaliza con una buena comida amenizada con la actuación del "palotiau", de los Danzantes de Yebra, acompañados por el chiflo  y el salterio de cuerdas, como en su día lo hiciera Alfonso Villacampa.
Chimenea.
       Nunca sabe uno donde acaban las historias y tradiciones y comienza la leyenda pero cuentan que:
"La joven Orosia de Bohemia fue la mujer elegida para casarse con Fortún Garcés, heredero del trono de Sobrarbe, en un tiempo en el que los primigenios reinos cristianos de los valles pirenaicos estaban siendo asediados por las tropas musulmanas. Una de aquellas partidas sarracenas dio con la comitiva extranjera en el monte Oturia, donde se habían refugiado de camino al encuentro con el futuro esposo. Entonces, asegura la tradición, el capitán de los musulmanes, Aben Lupo, prendado de la belleza de Orosia, conminó a ésta a marcharse con él. Y ante su repetida negativa, como mujer de profundas convicciones y dignidad cristiana que era, fue decapitada. Dos siglos después un pastor encontró los restos de Orosia. Y la cabeza quedó en el lugar donde pereció, en Yebra de Basa, y el cuerpo partió hacia Jaca, donde también existe una gran devoción".
Comienza la bajada.
     Los esbarristas, y esto es verídico, como hiciera la santa, tomamos del agua de la fuente, nos sentamos en un carasol de la ermita y nos tomamos un ligero tentempié, que ya es hora y además nos lo hemos ganado.
    Ahora toca dirigirnos hacia la cabecera del barranco de las Gargantas, encargado de devolvernos a tierras más bajas. Un cruce que indica a Javierre, es el punto en que debemos de tomar el nuestro, hacia Satué.
        Si de santas y santos ha sido la subida por el barranco de Santa Orosia, este, el de las Gargantas, nos penetra en un bello y profundo bosque de hadas y duendes.                  Descendemos por una estrecha y húmeda senda en la que las hayas protagonizan buen tramo de  la bajada. Varias veces debemos de vadear las escasas aguas del cauce, pese a lo cual hay quien les da un baño a las botas.
Caminando sobre alfombras.
       Poco a poco, casi sin  darnos cuenta, vamos divisando el valle del Tulivana más cerca y no tardamos en llegar a las afueras de Satué, núcleo presidido por la bella iglesia de San Andrés. Su construcción data del siglo XI. El edificio, sumamente meritorio, corresponde al modelo más tardío del estilo serrablés. En él destaca la decoración del ábside, con arcos ciegos  y el friso superior de baquetones. En el muro, al pie de la nave, se abren tres ventanas de arco de medio punto dispuestas en forma de triángulo que iluminan la nave de forma rectangular, como es habitual en todas las iglesias serrablesas.
San Andrés en Satué.
Buen provecho.
    Atravesamos la población, sus pocas casas se encuentran perfectamente rehabilitadas. El autobús no ha podido llegar aquí por lo que andamos algo más de lo previsto hasta el cruce con la carretera que va a Larrede. Nos acicalamos, pues la fiesta no ha hecho más que comenzar.
       Ya comentaba al principio lo de la fiesta de Esbarre, pues bien, el autobús nos traslada a Sabiñánigo en donde nos esperan la mesa y el mantel.

Primeras palabras.
        Unos ricos entremeses, carne a la brasa con unas pataticas, postre, buen vino, mejor café, y aún mejor aguardiente, dan paso a las palabras de "los patrones".
      Aunque es el Morata, primero en intervenir, ejerce de maestro de ceremonias "el Juli", que con gracejo habitual, agradece a unos y otras el esfuerzo y la colaboración durante este año.
        Finalmente, Julián recuerda a los que no han podido estar hoy con nosotros, a los que se han quedado en el camino y a las víctimas de los brutales atentados de ayer en París.
        Como de costumbre, el sorteo de artículos montañeros, alegra a quienes son agraciados y a los demás... ¡otra vez será!.
Sin palabras.
          Un buen año de montaña, un buen día de celebración, ensombrecido por unos hechos que confieso, habíamos oído algo entre los compañeros, habíamos escuchado la mención de Julián, pero ha sido al llegar a casa y escuchar los noticiarios, cuando nos hemos dado cuenta del alcance de la tragedia.
            Desde esta página, no puedo más que condenar semejante barbarie y mostrar el más profundo pesar por las víctimas y sus seres queridos.
        Algunas palabras que de vez en cuando dejo caer en este blog, no es por puro capricho. Cada vez estoy más convencido que la defensa fanática de ideas, religión, etc., chocan con esa otra idea llamada "justicia y libertad". Y, añado, no seré yo quien aproveche estos hechos para justificar las actitudes xenófobas de algunos elementos que campan por las altas esferas de este planeta (y por las tabernas).
          Como homenaje, dejo los últimos versos del poema "Libertad" del poeta francés Paul Eluard.

Y por el poder de una palabra 
vuelvo a vivir 
nací para conocerte 
para cantarte 
¡Libertad!
Hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido.

Perfil.
Distancia recorrida: 12,8 Km.
Desnivel de ascenso: 803 m.
Desnivel de descenso: 812 m.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

RUTA DE LAS PASARELAS DE ALQUÉZAR (Y alrededores)

Día 8 de Noviembre de 2015
     No era esto lo previsto, ya había preparado el itinerario para pasar una buena jornada y conocer un rincón del Somontano, concretamente "El Portal de la Cunarda". El Track alojado en el GPS, estudiado el mapa, horarios, distancias, etc., pero una vez más, las escopetas nos han impedido cumplir con el objetivo.
Colungo.
    En el monte, al igual que en la jungla urbana, impera la ley del más fuerte y, lógicamente, el cazador lo es más que el montañero o senderista, ¡erant 'iens ut facere!. Los bastones no disparan balas.
    Compañía de lujo, Piedad y Maite. Salimos de Zaragoza con una espesa niebla (¿augurio de lo que iba a suceder?) que no levanta hasta las mismas puertas de Huesca.
  Tras la boira, asoma el inconfundible perfil de la sierra de Guara con sus puntas más representativas mirando hacia los cielos oscenses.
    Tiramos hacia el Somontano, vamos a dejar el coche en Colungo para volver a comer en A´Olla, regentado por el amigo Dionisio Albas, hombre bonachón donde los haya. Entramos a echar un café y comentarle que comeremos a la vuelta del Portal de la Cunarda, pero...
           -¿Ande vais?
           -Al Portal de la Cunarda
           -Pues va a ser que no
           -¿Y eso?
           -Pues que hay batida de jabalí
           -Pues ¡mecagüen...!
Alquezar
    No es la primera, ni será la última vez, que debamos cambiar los planes por tal evento y para postre no tenemos plan B, o sea que decidimos ir hacia Alquezar y, ¡ya veremos!.
       En diez minutos estamos en esta villa medieval, llena de historia y de arte. Aunque ya la hemos visitado en varias ocasiones, nos sigue sorprendiendo cuando recorremos sus calles y rincones. Nos transporta a otra época donde a día de hoy, todavía quedan callizos y pasos elevados cubiertos sobre sus calles. Dicen que antiguamente se podía atravesar Alquezar sin pisar las calles.
Colegiata.
      Su edificio insignia para contemplar es la Colegiata del siglo XI donde se encuentra un Cristo románico del siglo XIII, considerado una pieza única y donde no hace mucho tiempo se rescató una pila bautismal que se encontraba emparedada. 
      Cuenta una leyenda, que en la Colegiata hay una campana encantada que todavía suena cuando la toca el espíritu del Abad de Alquezar.
     Según dicen, “su sonido puede anunciar algún mal suceso o la muerte de algún pecador” . Con todo, es una campana misteriosa.

¿Abad?
"El fantasma en cuestión es el de un anacoreta que habitaba el santuario de la Virgen de Lecina, un hombre prudente y sobrio en sus costumbres. Pero sucedió que en su larga vida cometió un desliz. Sólo uno. Fue cuando se le apareció una mora de gran belleza. Cuando la vio quedó anonadado y no pudo resistir la tentación, de manera que sucumbió a sus encantos.
Se ignora el tiempo que duró aquel romance pecaminoso, aunque se afirma que el monje, al fin, se arrepintió de su pecado y se impuso una dura penitencia durante el resto de su vida. Pero ni siquiera se liberó de ella con su muerte, ya que su alma continuó vagando en pena por la colegiata, y allí permanece hasta que sea redimida por completo".
Cañón del río Vero.
     Pero Alquezar es mucho más: paisajes únicos, un mundo de agua y roca, abismos que son refugio de una variada fauna y flora, pinturas rupestres, torres y murallas almenadas, ermitas, arquitectura tradicional, pozos de nieve, leyendas de doncellas y reyes moros, senderismo, aventura, sus pasarelas… Todo se encuentra en Alquézar.
     Tras una breve visita a la oficina de turismo, decidimos realizar un singular recorrido, bajar hasta el puente de Villacantal, volver para realizar el recorrido de las pasarelas, visitar la zona de Fuentebaños y volver al coche.
Por las calles de Alquezar.
     Así que iniciamos el paseo por las estrechas y animadas calles de la villa. Pese a las fechas, el día presenta un aspecto y clima de verano.
    A la salida de la población, un cartel indica la dirección hacia las pasarelas, no la tomamos, nosotros seguimos hacia el norte por una senda en la que predominan los bolos de piedra, pero su ligero desnivel la hace cómoda.
    No tardamos en alcanzar el collado de San Lucas, cruce de caminos hacia los abrigos de Quizans y Chimiachas, este último ya lo visitamos Maite y yo, acompañados por Atos, en otra ocasión, cuyo relato puedes ver haciendo clic aquí.
Descendiendo al Vero.
    Desde lo alto del collado, se contempla la impresionante fuerza de las aguas del Vero, de cómo ha esculpido la roca, creando el cañón que muchos barranquistas lo recorren de cabo a rabo.
   Ahora toca descender, lo hacemos contemplando los fuertes contrastes de los colores tostados de los árboles, el azul de las aguas y cielo, el gris de la piedra. Tanta y tanta contemplación, dan con mi trasero en el suelo, el desnivel de algún tramo, unido a la humedad reinante, me han facilitado tal maniobra.
En el puente de Villacantal.
    Tras varios zigzags, llegamos a la orilla del Vero, cuyas aguas se remansan bajo el puente de Villacantal. Este puente se construyó a finales de la edad media y, través del mismo, se cruzaba el Vero por el camino que desde Sobrarbe bajaba a Barbastro. Presenta peculiaridades que lo diferencian de todos los puentes del Somontano: planta acodada en ángulo, dos ojos, uno en arco ligeramente apuntado y otro de medio punto, un tramo del tablero recto y otro levemente inclinado.
       Desde aquí, podríamos seguir el río para no tener que volver sobre nuestros pasos, pero "hay que mojarse" y ¡hoy no toca!.
Mis compañeras.
Colegiata de Sta. María.
    Después de disfrutar del entorno y sacar alguna foto, volvemos hacia Alquezar por el mismo camino, solo que, ¡leches!, ahora el sendero "pica p´arriba". Pero, no obstante, este tranquilo camino tiene otras cosas que no solo son cuestas: a la izquierda vamos admirando la impresionante pared que cae sobre el Vero, delante de nosotros, una postal de las murallas que rodean la villa y sobre estas, encaramada sobre una gran mole rocosa, se encuentra la majestuosa Colegiata de Santa María la Mayor, la cual atesora múltiples tesoros. El origen del conjunto se encuentra en una fortificación árabe construida en el siglo IX y encargada por Jalaf ibn Rasid, con motivo de las luchas contra los carolingios que ocuparon el condado de Sobrarbe.
Chorro de la fuente de Monchirigüel.
    Pasamos por la Fuente de Monchirigüel, obra del siglo XVI (1578), en la que se incorporaron diversos elementos decorativos y una composición que refleja el gusto renacentista de la época. Responde a una tipología constructiva desarrollada en toda la Comarca del Somontano a lo largo del siglo. Consta de un cuerpo rectangular donde se abre un arco de medio punto y bajo el que se cobijan los caños y la pileta. Ostenta el escudo de la villa de Alquézar y la fecha de ejecución.
Fuente de Monchirigüel.
Ruta de las Pasarelas.
   Dejamos la fuente y nos adentramos en el comienzo de la  "Ruta de las Pasarelas". El primer tramo discurre en descenso por el impresionante barranco de la Fuente en el que hay que salvar algunos obstáculos bien acondicionados. Por aquí transitamos "montón de gente", algunas personas que han acudido a la llamada de esta ruta turística, no acostumbradas a más cuestas que las de Enero,  parecen necesitar "primeros auxilios". Este tramo es espectacular por la sensación de encajonamiento que se experimenta, el descenso se realiza entre enormes paredes verticales de piedra caliza repletas de ”nichos” naturales, dejando a la izquierda la Peña de Castibián y a la derecha, la inmensa peña sobre la que descansan los muros de la Colegiata.
     Mientras descendemos por las pasarelas de madera que salvan el desnivel existente entre el comienzo de la ruta y la parte más baja del recorrido, por donde discurre el río Vero, nos vamos adentrando en una espesa vegetación que se funde perfectamente con el terreno calizo y embellece, aún más si cabe, el paisaje de la garganta.
Río Vero.
    Tras salvar, los mencionados obstáculos (incluyo la aglomeración humana), nos reunimos de nuevo con el Vero para acercarnos a la cueva de Picamartillo, en la orilla opuesta, separada de nosotros por el azul turquesa del río.
      Continuamos "la ruta" a través de las llamativas pasarelas de hierro que cuelgan de las paredes verticales del cañón y que dan nombre a la senda, por ellas, durante un tiempo, seguimos el cauce del río suspendidos unos metros sobre él.
Maite y Piedad por la pasarela.
Salto de la Central.
     Pese a la dificultad de conseguir salvar las pasarelas (por la aglomeración) conseguimos realizar la hazaña. Ahora se encuentra la pequeña presa de la antigua central hidroeléctrica de la villa. Desde aquí contemplamos la pequeña cascada que se forma, conocida como Salto de la Central de Alquézar, y  que, de alguna manera, sirve para relajarnos con el sonido del agua al caer.
     Ya de vuelta a Alquezar, decidimos bajar, de nuevo, al río. Lo hacemos por una pista en la que no quisiera perder los frenos en caso de hacerlo en vehículo. El desnivel es considerable hasta llegar al puente de Fuentebaños, de origen medieval y reconstruido recientemente.
Puente de Fuentebaños.
     Junto al puente, una señal indica la fuente y vamos a ver si la descubrimos...  Por unos minutos me sumo en la más absoluta de las soledades, mis admiradas acompañantes han desaparecido aguas abajo. Espero, las llamo, no aparecen, comienza la preocupación... Por fin ¡aparecen!. Un ejemplo de coordinación: juntas, la una buscaba la fuente, la otra un molino y cada cual "a lo suyo".
La fuente está a mis pies y el molino (se deja ver), junto al puente.

Curiosidades en el molino.
    Atendiendo una recomendación de la "moza de información", vamos a ver las curiosidades del molino. Alguien ha realizado diversas obras con los materiales naturales del entorno: madera, piedra... Una curiosidad en el entorno propio de lo que fue un día la arquitectura en los ríos.
    Ya solo queda volver a Alquezar y aquella cuesta, la de los frenos, ahora pica p´arriba con más mala leche que el sol que castiga la testa.
    Y, horror, la villa está "a tope", mesas, sombrillas, sillas, restaurantes, bares, chiringuitos..., todo bajo sus cuidadas casas medievales que más recuerda a un paseo de playa que a tan extraordinaria población. "Es el precio que tenemos que pagar por el turismo".
      Nosotros nos vamos a comer a un lugar más tranquilo, a Colungo. Dionisio y familia nos tienen mesa reservada y nos van a dar de comer como nos merecemos.
Con Dionisio en la destilería.
   Para terminar la jornada, Dionisio nos acompaña a la destilería "Aguardientes y Licores Colungo". Ha sido aquí donde más y mejor se ha conservado y transmitido la tradición destiladora del aguardiente ancestralmente elaborado en el Alto Aragón. Lógicamente, no salimos de vacío.
    De vuelta a casa, como de costumbre, uno se encuentra satisfecho de la jornada, que en esta ocasión ha sido gratamente inesperada gracias a la caza.
    Pese a todo, me haré cazador cuando las escopetas escupan flores en vez de balas.
      Hasta pronto.

Reportaje fotográfico, haz clic aquí.
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia, 8,3 Km.
Ascenso, 497 m.
Descenso, 497 m.