lunes, 14 de febrero de 2022

VÍA VERDE DEL ARANDA

 Día 13 de enero de 2022
El río Aranda
        Medio centenar de marchadores, bajo la bendita protección del Nordic Walking CAI, salimos en busca de un río, de puentes y fuentes, de esa vereda lavada por la hermosura del agua que nos va guiando por las orillas del Aranda. Sus primeras gotas nacen en la Sierra del Tablado, muy cerca de tierras de Soria; aquí, bajo la imponente Sierra de la Virgen, riega tierras fértiles y amables.
        Pero no corramos: antes del río es la carretera la que, a lomos de un moderno carro, nos acerca hasta Brea de Aragón; aquí tomamos café, aquí comenzaremos a caminar y aquí hay un pueblo que, como Illueca, presume de su historia unida al calzado; lo demuestra su museo del calzado y la estatua ubicada en el parque desde el que, ahora sí, ahora comenzamos a darle al calcetín.
Vista parcial de Brea de Aragón
Uno de los muchos puentes
        Brea va quedando atrás, sobre sus casas asoma la torre de la Iglesia de Santa Ana, templo de estilo barroco-mudéjar de finales del siglo XVII.
        El camino no será largo, una señal dice que nos quedan 10,5 Km. hasta el final, lo que posibilita charrar con unos y con otras, charrar de esto y de aquello; además, pese a la presencia de algunas nubes, la temperatura es agradable.
        Pasado un parque cruzamos el primero de los, "no sé cuantos," puentes que nos llevan a una y  otra orilla del río.
        No tardamos en avistar las primeras edificaciones de Illueca, en su proximidad pasamos ante un azud y un molino harinero al que llaman "Molino del Conde", nominado así porque, al igual que el castillo-palacio, perteneció al conde de Argillo.
Por el Molino del Conde
Palacio-castillo del Papa Lula
        Seguimos unos metros y nos detenemos en el "Puente Viejo de Illueca", al que suelen acudir los illuecanos en la noche de San Juan a pedir deseos. Nosotros no realizamos deseos, pero sí disparamos las cámaras, capturando, entre otras imágenes, al "ejército marchador" así como el Castillo-palacio del Papa Luna, donde nació Benedicto XIII, el más famoso antipapa (papa no reconocido en la sucesión oficial de la Iglesia) que un día decidió darse un baño en la playa de Peñíscola y el muy distraído de él perdió el anillo papal (esta es la versión turística, la otra la conoce el amigo Google).
El grueso de NWCAI en el Puente Viejo de Illueca
Otro puente, este es móvil de sube y baja
        Nosotros seguimos la ruta por un camino que se asemeja al juego de La Oca (de puente en puente), aunque no se nos lleva la corriente, pues vamos en contra de ella. A nuestra izquierda se ven, pero no se tocan, la ermita de Santa Bárbara y la vieja fábrica de paños de Gotor. 
        Una vez más hemos de cruzar el río, esta vez por un puente de sube y baja que, además, tiene un ligero movimiento no apto para quienes padecen de flojo equilibrio.
        Ya nos hemos comido más de siete kilómetros y, hablando de comer, es momento de realizar un descanso y sacar de las mochilas los tristes y escasos manjares que hemos cargado, pues, amigos, hoy tenemos lifara y hay que dejar hueco en el buche. 
Un descanso
Uno de los azudes del río
        Este parque de Gotor es un buen lugar para el reposo, pero hay que seguir caminando y cruzando puentes.                                             
        Alcanzamos otro azud, este como los otros desvían las aguas que servían para mover las piedras de los molinos y los batanes de la fábrica de paños.
        Y así, entre cañizares y choperas, con los cantos de algunos pájaros que, como el carbonero, comienzan a atisbar días primaverales, y con el vuelo de algunos buitres leonados sobre nosotros, vamos llegando al final de nuestra marcha, accediendo a la villa de Jarque de Moncayo. Se aprecia su pasado medieval en el trazado sinuoso de sus calles, extendido en las faldas de un cerro, bajo la presencia de su imponente castillo medieval. Esta fortaleza, vinculada, como otras de la comarca, a la familia de los Luna, destaca por lo esbelto de su imagen.
Jarque de Moncayo
En el albergue
        Pronto aparece el bus y, a toque de pito, ¡toos p´arriba!, que tenemos que parar en Illueca a echar una caña y vistar unos de los monumentos más concurridos de la villa: las tiendas de calzados. Certifico que algunos, entre los que me encuentro, pescamos zapatos.
        De nuevo en el bus, por la carretera que discurre entre campos de almendros con la flor en su momento cumbre, nos trasladamos a Morata de Jalón. No es la primera vez, ni será última, que arribamos en el albergue municipal, gestionado por la Federación Aragonesa de Montañismo, en el que Julia nos tiene preparado un menú sorpresa que, ¡uf, pero cómo puede estar todo tan rico!; no en vano, la cocina de este establecimiento se encuentra entre las más premiadas de esta tierra que, como cantaba el "abuelo laborista" es Aragón.
No son alforjas, ni...
...son mochilas, las que...
...cargan este...
...¿menú montañero?
        La de hoy no ha sido una ruta para batir récords de distancias ni, mucho menos, de desniveles, pero hemos disfrutado de la compañía de estas gentes, compañía que la Covid pretende hurtarnos, pero que con prudencia podemos disfrutar y si, además, el postre es como el de hoy... ¡m´apunto!.
        Hasta pronto
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Datos técnicos
Recorrido de la Vía Verde del Aranda
Perfil:
Distancia, 10,5 Km.
Desnivel positivo, 140 m.
Desnivel negativo, 50 m.

viernes, 4 de febrero de 2022

PARQUE RURAL DE ANAGA (El Bosque de los Enigmas)

 Día 24 de enero de 2022
        "Salvado el triste paréntesis al que aludía en la anterior entrada, dedicada al Alto de Guajara, retomo el acostumbrado aporreo a las teclas del ordenador, intentando volver a plasmar alguna de las jornadas que Maite y yo pasamos en tierra de Guanches, tierra de lava y selva, tierra bañada en sus cuatro costados por ese océano que ha visto navegar a mil y un marineros en busca de, unas veces aventuras, y las otras, tesoros escondidos al otro lado de este inmenso Atlántico".

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Un rincón de Anaga
        Dejamos el inhóspito Parque nacional del Teide para, por serpenteantes carreteras, desplazarnos al Parque Rural de Anaga. Este parque ocupa una gran extensión del macizo montañoso situado en el nordeste de la isla de Tenerife. Profundos valles y barrancos que descienden bruscamente consiguen llegar hasta el mar y formar numerosas playas. Esta zona alberga, además, una fauna y una flora rica en endemismos.      
La sombra sobre el paisaje
        Conforme nos vamos adentrando en este mundo, observamos las formaciones geológicas como los roques (viejas chimeneas volcánicas), los diques (fisuras rellenas de magma solidificado), acantilados, verdes y escarpados barrancos lavados por las gotas que los vientos alisios han depositado en este fértil bosque.
        Para ser testigos de esta dura belleza realizamos un corto, pero agradable recorrido, por el sendero denominado "El Bosque de los Enigmas" para, una vez finalizado, por retorcidas y estrechas carreteras de vértigo, pero de hermoso trazado que discurre bajo un túnel vegetal, descubrir los acantilados que se cuelgan sobre el Atlántico.
El Bosque de los Enigmas
Primeros pasos
        El camino comienza en el abarrotado Mirador De la Cruz del Carmen. Acabamos de arrancar y ya parece que caminamos por medio de una tupida selva.
        Los primeros 100 metros son de adaptación, cambiamos asfalto por tierra húmeda (y unas escaleras) que no nos abandonará hasta la vuelta. 
        El sendero se abre paso entre una gran variedad de especies con las hojas similares al laurel, de ahí el nombre de "laurisilva". Se trata, nada menos, que de un fósil viviente, una reliquia que ha sobrevivido desde hace 40 millones de años. La cuenca mediterránea estaba cubierta por este tipo de bosque hasta que las glaciaciones acabaron con él, tan solo se salvaron algunos bosques de la Macaronesia (Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira y las islas Salvajes). Gracias a la gran humedad que aportan los vientos alisios, una gran variedad de especies pueblan nuestro camino, entre las que destacan tilos, palo blancos, brezos, tejos, fayas, líquenes, musgos, helechos...
De troncos retorcidos
En el bosque de laurisilva
Musgos y líquenes
Desde el Mirador de Zapata. Las nubes esconden el Teide
        El bosque, con sus troncos retorcidos y tumbados al capricho de los alisios, nos engulle por un cómodo y serpenteante camino; en alguno de sus tramos, unas escaleras nos facilitan salvar algún que otro desnivel. A mitad del camino nos asomamos al Mirador de Zapata; entre algunas nubes adivinamos las ciudades de Santa Cruz y San Cristóbal de La Laguna. De estar despejado veríamos la cumbre del Teide. 
        El sendero, perfectamente señalizado, poco a poco nos va devolviendo al lugar de inicio. No es una ruta para presumir de grandes distancias ni de elevados desniveles, se trata de un paseo que nos ha introducido en un mundo, más que de enigmas, casi de cuento, casi mágico; en cada uno de sus rincones se respira el frescor que emana de sus árboles gigantes; entre la verde vegetación se escucha el canto de los pájaros y bajo nuestros pies, el crepitar de las hojas secas.
¿Enigma?
Capricho de los vientos alisios
Stairway to Heaven
Olor y sabor a mar
        Finalizado el recorrido, por carreteras de esas que me encantan (curva, precipicio, vistas, etc.), nos acercamos al sur de Anaga, concretamente a San Andrés. Nada más llegar se siente el olor a mar, aroma que unido a las cocinas de los restaurantes, magnéticamente nos coloca en la terraza de uno de ellos y, lo aseguro: "rico, rico".                                     
        Un paseo para rebajar el buche, nos acerca a la playa de las Teresitas dotada de arena blanca (de importación).
        Volvemos por la misma carretera para, más adelante, en el paraje de El Bailadero, dorsal de los valles de San Andres y Taganana, desviarnos hacia este último. Antes de llegar nos detenemos en el mirador del Risco Amogoge (¡uf, de vértigo!) desde donde se contemplan el blanco de las casitas en contraste con el verde de las montañas y el azul del mar. 
San Andrés
Playa de las Teresitas
Roque de las Bodegas
        Descendemos hasta la playa del Roque de las Bodegas, al que accedemos por un sendero labrado en la roca para respirar el aire del océano y captar el agreste paisaje del litoral, como los Roques de Anaga, el de Adentro, o de Tierra, y el de Fuera, dos islotes que emergen del mar. 
        Algunos rincones  encierran leyendas como en El Bailadero de las Brujas, pues cuentan que  "deambulaban, las noches de aquelarre, cuando acababan estas reuniones, un numeroso gentío: las brujas, compuestas con negros ropajes y abrigados sobretodos, sus amigas y esas otras personas que deseaban iniciarse en la práctica de la brujería, formaban una compacta muchedumbre que, por la enriscada cumbre, bajaban lentamente para ver si encontraban algún caminante al que maleficiar".
Al fondo, los Roques de Anaga
        En busca de estas y otras historias quedamos, unos días más, en las islas para descubrir algunos rincones más o menos turísticos, lugares que nos traen hermosos recuerdos de treinta años atrás. ¡Treinta años! ¿Quién me iba a decir que al cabo de ellos, carente de cabello, pleno de arrugas, aturdido por la memoria derramada en estos años vividos, estos "treinta años" iban a producirme tal emoción?.
        Hasta pronto

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Recorrido del sendero "El Bosque de los Enigmas"


martes, 1 de febrero de 2022

ALTO DE GUAJARA (Tenerife) (circular)

Día 20 de enero de 2022 
Un pedacito de Tenerife
        Huyendo del frío invernal nos vamos a las "Islas Afortunadas o Bienaventuradas",  apelativo originado en la mitología de la antigua Grecia que relaciona a las Islas Canarias con su paraíso.
        Como de costumbre, en un rincón de las maletas queda un espacio para las botas de trekking (por si las moscas) y, hale!, nos vamos al sur de Tenerife, isla de contrastes (y de recuerdos para nosotros dos), islas en las que las estaciones del año son cuatro: primavera, primavera, primavera y primavera. Aunque, realmente, el entorno en el que vamos a desarrollar la ruta de hoy, la vegetación delata que un poquito sí, que enero pinta al Teide de fuego y carbón.
El Teide intentando despertar
        Instalados en el norte, en la verde y turística ciudad de Puerto de la Cruz, tomamos una "guagua" (sí, es así como denominan en las islas a los autobuses) y en menos de dos horas estamos bajo la mirada de la montaña más alta de las Hispanias, una especia de Moncayo, pero a lo bestia, con su cierzo particular y, como aquel, con la "cabecica" cubierta de canas.
        Sí, el Teide con sus 3715 metros, impresiona cuando echas la mirada hacia él; en estos días es prácticamente inaccesible pues el refugio de Altavista está cerrado, dicen que por la pandemia (¿?), y el teleférico, el 90% de los días no funciona por el fuerte viento que azota esta zona de las Cañadas del Teide.
Buenos días, padre Teide
Alto de Guajara
        Nosotros hemos decidido subir, o al menos intentarlo, a esa otra montaña que mira con humildad al gigante de Canarias: el alto de Guajara, que con sus 2715 metros es el tercero en altura de la isla, el más alto de los que constituyen el anfiteatro natural de Las Cañadas del Teide.
        Son pocas las montañas que carecen de leyenda;  de esta, se cuenta que una antigua princesa guanche se despeñó por esta montaña tras conocer la muerte de su amado en la batalla de Aguere. La princesa se llamaba Guajara.
        Bajo la atenta mirada de los Roques de García (el del centro, el Roque Cinchado, se hizo famoso como imagen de una de las caras del billete de mil pesetas), arrancamos a caminar desde el Parador Nacional de las Cañadas (2152 m.). La temperatura y el viento nos obligan a protegernos; "no problem", los de Zaragoza estamos más que acostumbrados a ambos fenómenos meteorológicos.
Roques de García. En el centro, el Roque Cinchado
Tajinastre rojo
        Tomamos el sendero S-4 que se abre paso entre las plantas que consiguen desarrollarse en este indómito territorio, como la retama del Teide, la hierba pajonera, el codeso, la violeta del Teide, el alhelí, el rosalillo de cumbre y la planta más espectacular: el tajinaste rojo. Lástima que en estas fechas, todas ellas carezcan de la flor, cuentan que en primavera todo el parque es una verbena de color.
        Pronto nos adentramos en una pista, la que llaman de Las Siete Cañadas. Por ahora el camino es cómodo lo que nos permite ir echando la vista al paisaje: la cumbre del Teide se esconde bajo las nubes (ya escampará); las cañadas muestran los colores que el volcán, a lo largo de sus múltiples erupciones, pintó de gala; pasamos junto a los roques del Capricho y del Muchacho, grandes bloques de lava esculpidos por los vientos. Mires a donde mires, la gravedad es la única sensación que nos convence de hallarnos en el planeta Tierra.
Roques del Muchacho. Detrá, el Alto de Guajara
En la degollada de Guajara
        Dejamos el camino de las Siete Cañadas para atacar el S-5, este ya nos calienta algo más que las tabas.
        Maite me precede, se nota que ha desayunado lo suficiente pues lleva un buen ritmo, además tenemos que hacer la ruta en menos de cuatro horas si no queremos perder la guagua de regreso y dormir al raso.
        Alcanzada la degollada (collado) de Guajara (2380 m.), el paisaje se abre hacia el sur de la isla, la bruma nos impide ver todo lo que quisiéramos; hacia el norte, el Teide anda desnudándose aunque, como acostumbra el Moncayo, sigue con "la cabecica tapada".

Desvío hacia la cumbre
        Seguimos el camino, nuestras botas se tiñen de negro; nos da la impresión de caminar por otro planeta en el que el viento del sur empapa el paisaje de aromas imposibles,
        Poco a poco vamos ganando altura, una señal nos indica el desvío hacia la cumbre de Alto de Guajara (2715 m), un espléndido mirador sobre el anfiteatro de forma la Caldera del Teide con el gran pico, así como las llanuras de las cañadas, el volcán Pico Viejo y los Roques de García coronando el espectáculo.
        Este lugar albergó la primera estación astronómica de montaña del mundo. Hasta allí subió el astrónomo escocés Charles Piazzi Smyth con su telescopio en 1856 para demostrar, por primera vez, que los sitios de gran altitud permitían la mejor observación astronómica. Más tarde, en 1910, otro astrónomo, Jean Mascart, instaló otro observatorio para estudiar el comportamiento del cometa Halley en su acercamiento a la Tierra. Aún quedan en pie los restos de los muros que se levantaron, restos que también a nosotros nos sirven para disfrutar de este singular paraje.
Desde el viejo observatorio de Jean Mascart
En la cima del Alto de Guajara
Un zoom de la cima de Teide
Por el acantilado de la Bocaina
        Pero como no podemos perder la guagua de vuelta, pronto estamos descendiendo unos metros para tomar el S-31, un sendero que se la trae, principalmente cuando se deja caer vertiginosamente por el acantilado de la Bocaina, un tramo en el que, entre otras cosas, hay que extremar los sentidos porque transita junto a una pared que, en algunas ocasiones, cuando sopla el viento, caen piedras sobre la senda.
        Salvada esta tachuela, el paisaje se va abriendo hasta alcanzar la degollada de Ucanca (2420 m.). Antes de seguir, echamos un vistazo hacia el noroeste, llamándonos la atención los colores de las rocas pintadas de azul turquesa: se trata del paraje denominado "Los Azulejos", Son tonalidades del mundo volcánico asociadas a alteraciones hidrotermales, cercanas a fracturas que al estar en contacto con intrusiones de magma o rocas calientes provocarían una coloración azul verdosa en algunas partes del entorno.
Los Azulejos
Bajo el Teide, sus cañadas y aquí: un servidor
        De nuevo, un fuerte, pero cómodo descenso, nos deja en el Camino de las Siete Cañadas, cerrando así el círculo que nos devuelve al parador; aquí en la terraza con vistas al padre Teide y a los Roques de García, la "Dorada" nos recompensa del esfuerzo realizado.
        Para gentes de la península, como nosotros, este entorno nos sorprende. Nos sorprende por la majestuosidad del circuito, por la avidez de la caldera, por la música que captura ese infinito paisaje. Cada rincón muestra un universo exquisito, aquí los bosques son de esmeralda y fuego y el aire de las faldas del Teide nos regala un dulce sonido de flauta.
        En un par de días volveremos a disfrutar de este paisaje en el ocaso de la tarde y, ya de noche, miraremos arriba para contemplar un techo de estrellas que solo se puede disfrutar en estas montañas de Canarias.
        En esta ocasión no me despido con el habitual "hasta pronto". Entre las primeras y últimas líneas, un paréntesis: el de una madre que se va, una madre que veintidós años atrás nos dejó huérfanos de su energía y ahora de su vida.
        Ahora sí, hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 10, 6 Km.
Desnivel positivo, 683 m
Desnivel negativo, 683 m.