lunes, 30 de julio de 2018

MINAS DE LIAT

Día 18 de Julio de 2018
Minas de Liat.
      Hace cinco años, cuando realizamos el trekking de Setau Sageth no nos fue posible alcanzar las minas de Liat. Es momento para descubrir un lugar que, una vez en él, se siente cierto sobrecogimiento  al pensar lo que debió de ocurrir en aquellos tiempos de explotación minera.
       Con ciertas dudas de si podemos alcanzar con los coches el lugar de partida, la cabaña de Calhaus, salimos de Bagergue, frescos y lozanos, camino del norte.
            A la derecha queda la ermita de Santa Margalida, ya visitada por algunos de nosotros en varias ocasiones en esas idas y venidas con raquetas en invierno.
Dificultades colaterales (foto de Chema).
             La pista se va tornando algo difícil para que podamos alcanzar Calhaus. Así es, en uno de los barrancos que debemos cruzar, una reciente tormenta ha producido un desprendimiento que mi auto, con ayuda de varias manos, consigue salvar. El resto de vehículos quedan aquí, "mi buga" un poco más arriba. Habrá que andar más de lo previsto, cosa que no asusta a esta cuadrilla.
            Tras 3,5 kilómetros alcanzamos la cabaña de Calhaus (piedra en aranés), junto a ella el río del mismo nombre se deja caer formando una impresionante cascada.
Río Calhaus.
Cabaña de Calhaus.
               Seguimos ascendiendo por el camino de Liat (GR.211), siempre en dirección norte, a nuestra izquierda y abajo, el arriu Unhola (río rojo) describe un serpenteante trazado a su paso por el Plan de Tor. 
       En nuestro camino encontramos los restos de edificaciones y viejos artilugios de las minas que poblaron este lugar.
            Cuando el prado se ensancha debemos de dirigirnos hacia el Pas del Estret, salvarlo y… ¡descanso!. Unas chuches y un trago de vino nos dejan como nuevos.
             El día es de esos que invitan a tomarse las cosas con calma, disfrutar del entorno y respirar profunda, profundamente…, pero hay que continuar. Abandonamos la GR.211 por su derecha ––volveremos por ella–– para caminar por una de sus variantes.
                   La senda discurre por un fresco prado, salpicado de bellas flores.
Clavel del Pastor.
Siemprevivas.
Estanh Long de Liat.

Estanh de Pica Palomera.
           Pronto alcanzamos las orillas del Estanh Long de Liat, un hermoso lago de montaña que duerme bajo la sombra de la tuca de la Horqueta
           Ahora toca alcanzar las Minas de Liat, pero hemos de salvar una pendiente hasta alcanzar este lugar lleno de historia. A su lado, otro lago el de Pica Palomera.
       Aquí debo de contar la historia de este viejo complejo minero pues, ¡caray!, para eso he indagado en las más profundas entrañas de las redes:
          Las primeras minas de hierro, plomo y zinc en el área de Estany de Liat datan de 1740. La actividad realmente comienza solo con las necesidades nacidas al comienzo de la era industrial, alrededor de 1880.
Cabaña de mineros.
          En ese momento, la concesión fue adquirida por Societe des Mines y Fonderies de Zinc de la Vieille Montagne, cuya sede se encontraba en Lieja. El mineral extraído se bajaba a Pontaut por tanques arrastrados por dos vacas. Desde allí, después del lavado y la trituración, el mineral era transportado a Francia por vía.
           Recordemos que en esa época, el túnel de Vielha no existía y las posibilidades de comunicación con España eran muy difíciles. Durante el siglo XX, las minas serán explotadas por la "compañía minera francesa de Val d'Aran.
Pilona del cable a Pontaud.
       Entre 1906 y 1911 se construyó un ferrocarril y un solo cable de 4000 m de largo entre la mina y la concesión minera del Plan du Tor.
           En 1911 se construye un cable sujeto con pilonas para bajar el mineral al lavadero de Pontaud, a 14 km de las minas y 1600 m más bajo.
           En 1919 la concesión pasa a manos de la "Compañía de Investigación y Minería de Val d'Aran". La nueva estructura modernizará el cable para darle una capacidad de 10 toneladas de mineral por hora, la vía de servicio y modernizará la lavandería Pontaud.
Antiguas instalaciones de Pontaud.

Ruinas de aquella historia de minería.
            La actividad comienza a disminuir en los años 1920-1925. Las últimas minas fueron abandonadas en 1929 por falta de rentabilidad en lugar de agotamiento del sitio.
         Se intentará restaurar la actividad en los años 1941 y 1966, pero en vano. El sitio ha sido abandonado desde esa fecha.
            La cuadrilla abandonamos este cementerio de chatarra oxidada que fue bautizado por los habitantes del valle como "la preciosa pepita". Las numerosas galerías de minas que hacen que la montaña se vea agujereada atestiguan los numerosos y vanos intentos de encontrar vetas rentables.
Refugio de Liat.
Félix bajo la sombra veteada.
               A partir de aquí (de nuevo en la GR.211), el camino desciende. A las orillas de un barranco que aún conserva un nevero, paramos a comer los manjares que han portado nuestras mochilas y que, a estas alturas y regados con un buen vino de la bota colectiva nos saben a gloria.
              Seguimos el camino hasta encontrar el punto en que habíamos comenzado el círculo por la mañana. Solo queda descender por el camino de subida. Yo lo hago con la mente pensando en el coche que ha de regresar por el mismo punto de subida, pero ¡eureka!, una máquina ha arreglado la pista y el" buga" lo agradece.
Altar mayor.
           Bagergue nos recibe con la pena de haber despedido a uno de sus vecinos.
           Nos aseamos y tenemos la suerte de que Carmen nos haya conseguido las llaves de la iglesia del pueblos. Luis ejercerá de  erudito guía del románico aranés.
        Dedicada a San Félix (¿nuestro Félix?), se fecha en el siglo XIII, con reformas del siglo XVI; concretamente a partir del año 1524 se hicieron modificaciones al ábside, se añadieron dos capillas, una sacristía y el campanario.
           En la actualidad la iglesia está formada por una nave central, con un presbiterio cuadrado que sustituye el antiguo ábside semicircular. A cada lado se añadieron dos capillas que dan al edificio entero forma de cruz.
Iglesia de San Félix.
         Finalmente también se añadió el campanario en el año 1763. Es de base cuadrada aunque el cuerpo coge forma octogonal, el tejado es piramidal, por debajo del cual se abren ocho ventanales.
       Como muchas iglesias aranesas, en su interior encontramos una cruz, la Creu de Bagergue, colgada del techo.
           Ésta cruz no es la original, es una réplica, prácticamente igual; en la original se dibujaba con relieve unas cenefas en cada lado de los brazos de la cruz, sin letras.
                   Bajo el auspicio de San Félix volvemos al Seixes. Minas, lagos, sendas, ríos... y "San Félix" nos han abierto las ganas de cenar, pues dejamos los platos más limpios que las aguas del Garona.
                   Pronto estamos... zzzzzzzz
                   Buenas noches.


Datos técnicos

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domingo, 29 de julio de 2018

VALLES DE ARÁN Y BARRABÉS


Estanh de Mulleres

         Adelantaba en la anterior entrada el asunto de que nos íbamos a patear otras montañas y, ya de vuelta, echo la mirada atrás y veo buenos momentos. Veo un paisaje pirenaico más bello que nunca. Este 2018 ha sido y está siendo un año prolijo en los detalles que amamantan las más hondas raíces de las montañas.
               La nieve permanece oculta entre las paredes que alojan los cuencos de viejos glaciares, glaciares que en otros tiempos arrastraron los bloques de granito que tanto nos gustan ––u odiamos–– cuando caminamos entre ellos. 
              Y es la nieve la que alimenta, gota a gota, esos barrancos, ríos, cascadas, lagos, manantiales..., gotas que permanecen en nuestras retinas como dulces lágrimas de alegría.
Cascada del río Calhaus.

              Y es el agua la que riega la tierra en la que nacen la mil flores que adornan los prados de montaña, flores que han colmado nuestros sentidos de multitud de colores.
Clavel del pastor.
Por las calles de Bagergue.
           Empero las montañas no son las únicas macetas que alojan la flor, los pueblos araneses lucen en sus balcones y ventanas pequeños paraísos multicolores.
         En fin, amigos, que hemos vuelto (con salud) de pasar nueve días por los valles de Arán y Barrabés, una cuadrilla de "estalentaos" que esta vez lo hemos montado diferente a otras ocasiones: en vez de realizar un trekking, con sus picos y valles, y alojarnos en diferentes establecimientos (albergues, refugios, etc.), hemos elegido unos alojamientos que en otras ocasiones nos dejaron buen sabor de boca (literal) y, desde allí, desplazarnos a las diferentes salidas a la montaña.
Bagergue.
              Quienes leen estas líneas saben que no soy amigo de promocionar negocios, pero "la ocasión la pintan calva", pues estas gentes se han volcado siempre para que nos encontremos con el máximo confort y "bien alimentados". Me refiero al Hotel Seixes regentado por las hermanas Carmen y Montse que, además, se encuentra enclavado en Bagergue que, como dice el proyecto "Viles Florides" que ha galardonado a este pueblo con el máximo premio (cuatro flores):
      "Al son del acordeón diatónico, Bagergue se llena de flores que dan vida y color a las piedras de las características casas de construcción aranesa. El pueblo más elevado del Valle de Aran, situado a 1.419 metros de altura, se caracteriza por sus calles engalanadas con flores de todo tipo; Surfinia, petunias, geranios, gitanillas, caliopes, etc. Sus vecinos destacan por su entusiasmo y su implicación en las tareas de embellecimiento de este pueblo tan acogedor".
Con Mario y Pilar de "Casa Moliné"
          Del Seixes nos fuimos al "Hostal Rural Casa Moliné" de Aneto, regentado por la familia compuesta por Mario, Pilar madre y Pilar hija, bonachón él, simpática una y emprendedora la otra.
           Aneto es un pequeño pueblo aragonés que, a orillas del Noguera Ribagorzana, da nombre a la montaña más alta de los Pirineos.
        Finalmente pasamos una noche en el refugio de Cap de Llauset  de la Federación Aragonesa de Montaña, que con sus 2425 metros de altura, pudimos comprobar que las cosas se están haciendo bien.
              Y, entre hotel, hostal y refugio, alrededor de 100 kms pateados y cerca de 8000 m. ascendidos y otros tantos descendidos (pese a los datos de wikiloc) con unos alegres y duros compañeros de viaje que le llenan a uno de satisfacción. 
                    Los largos valles, las altas montañas, los duros senderos, las rocas de granito, el sudor en la piel, los cuerpos castigados... no han sido suficientes enemigos para arrancar ni un ápice de ánimo de estas gentes curtidas en "aquestas montañas".
Compañeros.

        Además, el fin de semana se nos sumaron tres amigos con lo que ya éramos "cuadrilla" (14 almas).
La cuadrilla.
               Ahora me toca contar algunas cosas que por su duración ––intentaré ser breve–– lo haré en pequeñas dosis.

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Viaje y Bosque de Carlac
"Punto de encuentro"
       
           Iniciamos aquí esos días en que, una vez más, nos juntamos unos cuantos elementos autoproclamados "Estalentaos" y echarle al mes de Julio una pizca de sal, unas gotas de esencia y un canto al alba para dar rienda suelta a una de nuestras pasiones: la montaña. Es esta, la montaña, la que va a poner el resto, además en este año, así lo intentaré describir, la naturaleza está en uno de los grados de esplendor mas impresionante de los últimos tiempos.


  
Día 17 de Julio de 2018
           Somos once almas los que nos juntamos en nuestro punto de encuentro particular, Puente de Montañana, a cumplir con la sagrada costumbre de meternos en el cuerpo esos sanos productos que nos regalan las gallinas y los cerdos. Toda una ceremonia gastronómica.
Bausén.
Con los "bugas", camino del norte, nos dirigimos al pueblo que, junto con Caneján, se encuentran enclavados a uno y otro lado del río Garona, justo antes de que sus aguas emigren a tierras galas: me refiero a Bausén, pequeño pueblo de construcciones típicamente aranesas con sus casas coronadas por tejados de pizarra, construidas alrededor de la iglesia de San Pere (s. XVIII).
              En la entrada del pueblo nos echamos las mochilas a la espalda y comenzamos a caminar con la intención de recorrer unos de los bosques de hayas mas sorprendentes: el de Carlac.
San Roc.
             Abandonamos Bausén por su calle Mayor en dirección Este, pasando ante una pequeña capilla, San Roc, de piedra enlucida de blanco y coronada por una espadaña.
Poco más adelante, en un promontorio, nos asomamos a un mirador que nos ofrece una gran panorámica  del valle del Garona.
El cementerio de Teresa
             Nos acercamos a un lugar en el que se aloja una historia encerrada tras un muro de piedra, se trata del cementerio más pequeño de España pues, bajo un tupido robledal, acoge tan solo una tumba, la de Teresa. Dicen que este bello rincón encierra una bella historia de amor, aunque yo le añadiría que esconde también la crudeza de los actos de la iglesia católica que un siglo después presenta pocos grados más de madurez.
           En los primeros años del siglo XX, una adolescente Teresa se enamoró de su primo Sisco ––en los pueblos tan pequeños esto era cosa habitual––. La pareja quiso hacer las cosas bien y casarse por la Iglesia, como mandaban los rigurosos cánones de la época. Pero su grado de parentesco exigía una dispensa canónica que costaba un dinero (25 pesetas) que los jóvenes, de origen humilde, no tenían. Cualquiera con posibles habría obtenido el permiso eclesial sin mayor problema. No era su caso. A duras penas sacaban para sobrevivir trabajando la tierra. Ello no impidió que los dos enamorados mantuvieran su relación contra viento y marea, y fundaran un hogar juntos. El cura de Bausén les dio la espalda por pecadores, no así los vecinos que les trataron como a cualquier otro matrimonio, sin miradas inquisidoras, ni chismorreos a sus espaldas.
Tumba de Teresa.
               Sisco y Teresa tuvieron dos hijos y, aunque con apreturas, vivieron felices hasta que ella murió prematuramente por culpa de una neumonía. Ocurrió el 10 de mayo de 1916. No llegó a cumplir los 34. Él quiso enterrar a su amada en el cementerio del pueblo, pero el párroco se negó a “profanar” tierra santa con el cuerpo de “una pecadora”, pues así se consideraba a las que habían sido madres sin estar casadas por la iglesia.
           Allí yace Teresa, en un pequeña cementerio, con su rocoso cercado, su puerta enrejada y su árbol dando sombra a una lápida en la que aún se puede leer la dedicatoria (con una pequeña errata) de su marido: "Rercuerdo a mi amada Teresa que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años", y otra de sus hijos "A nuestra querida madre".

El Bosque de Carlac
Las hadas Lola y Maite.
        Seguimos nuestro camino, el sendero se adentra en un espectacular hayedo con ejemplares centenarios y de caprichosas formas. Entre las hojas de su follaje se filtra la luz produciendo un entorno cuasi mágico. Las hadas, duendes y demás seres "encantados" los ponemos nosotros. 
      El agua del río de los Lavadores baja limpia y fresca, más adelante la maleza engulle las construcciones de las bordas de Carlac.
           Un fuerte giro nos sube hasta el Coret (corazón) del Pan, punto en el que descendemos hacia las bordas de Sacrotz, antesala de nuestra llegada a Bausén que, tras el recorrido circular, nos recibe con un pequeño bar en el que dejamos las reservas de cerveza bajo mínimos.
Haya del Bosque de Carlac.

El Aneto desde la ventana de la habitación.
A Bagergue
       Una parada en Vielha para realizar una consulta a los amigos de Camins, tomar unos cafés, y nos vamos a Bagergue para tomar posesión de nuestros nidos de ensueño.
       Tras pasar por la ducha nos reunimos para realizar un curiosos itinerario de orientación, similar a los de competición, que nos lleva a recorrer los más bellos rincones de este coqueto pueblo. Una idea exportable a otros muchos y bellos pueblos d´Aragón.
         La cena pondrá a prueba la resistencia gástrica de los "estalentaos" y la capacidad para dejarse mecer por los brazos de Morfeo.
Bona net, buenas noches.
Datos técnicos
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miércoles, 11 de julio de 2018

RIOSETA - BORREGUIL DE LA CUCA - CANFRANC (estación)

Día 7 de Julio de 2018
Pico del Águila y Borreguil de la Cuca.

        Allá en Pamplona, los balcones de la calle Estafeta se van llenando de público; miles de corredores se incorporan a las vías del encierro, solo los sobrios, los otros... ¡a dormir la mona!.
           Aquí en la "Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Siempre Heroica, Muy Benéfica e Inmortal" (¡uf, con los títulos!) Zaragoza, los d´Esbarre nos montamos en el autobús para, una vez recogidos en el camino algunos miembros, seamos docena y media los que vamos a participar, más que en un encierro, en una buena corrida.
               El destino es el Borreguil de la Cuca. Cuando digo "borreguil" no me refiero a esa especie de cementerio de elefantes (senado) en el que van a parar, bien pagados, algunos elementos del panorama pseudopolítico. Aclaro que "borreguil", en estas tierras altoaragonesas se aplica a aquellos pastos destinados a los borregos (de cuatro patas).
Por Rioseta.
              Como decía, en el camino, concretamente en Villanúa nos reunimos los dieciocho personajes que, cumplidas las acostumbradas ceremonias matutinas, nos desplazamos hasta las antiguas instalaciones militares de Rioseta para, una vez acicalados con lo último de la moda montañera, comenzar a caminar (p´arriba).
                Para Maite hoy es un día importante, tras su intervención de menisco y largo tiempo sin subir grandes desniveles, la montaña le va a examinar; esperemos que saque buena nota.
        La senda, siempre ascendente, transita por una verde y floreada ladera izquierda del barranco de Rioseta. En la otra margen caen las faldas del Borreguil y El Águila que, víctimas de Cupido, se dan la mano en un estrecho collado.
Pico Aspe.
            Nosotros, "china chano", seguimos ganado altura. Delante, unas paredes nos indican que hemos de superarlas por la derecha en un fuerte tramo que nos deja en la Plana Alta de Tortiellas.                         Estamos en el primer balcón de la jornada, frente a nosotros (W) se erige el Aspe (2640 m.) con algo de nieve; el deshielo alimenta las varias cascadas del barranco que baña el colmatado ibón de Tortiellas que, doscientos metros abajo, espera que lo alcancemos, cosa que hacemos por... ¡qué se yo!.
    Llegados a la Plana Baja de Tortiellas, uno se encuentra rodeado de grandes paredes y pequeñas flores, de grandes amigos y pequeños insectos, de grandes emociones y pequeños... ¡qué pequeños somos!.
Desde el Ibón de Tortiellas.
Hay que seguir.
             Como lo que se baja luego hay que subirlo, nuestras miradas se dirigen hacia la pared que, en dirección sur, hemos de salvar.
           Pero, amigos, no hay cuesta que los d´Esbarre no sean capaces de subir y, poco a poco, vamos ganando metros. Alguien dice: ––"ya hemos recuperado los metros perdidos"––
          Rodeados de mil y una flores hacemos una parada antes de atacar el último repecho que nos deja en el collado de Estiviellas (2080 m) antecima del pico Borreguil de la Cuca (2096 m.) al que vamos llegando todos.
            Un buen lugar para sacar los bocadillos y dar buena cuenta de ellos pues, creedme, nos los hemos ganado con creces (lástima que los boteros de turno hayan faltado a la cita).
En la cima del Borreguil de la Cuca.
Anayet y Vértice.
           Del restaurante, ¿qué decir?. Como exclamaría mi nieto Noah –– ¡vaya vistas!.  Cerca tenemos el Pico del Águila, Tuca Blanca, Aspe, Zapatilla, Lecherines... Echando la mirada un poco más lejos, el Middi d´Ossau,  La Raca, Los Monges, Anayet, Vértice (próximo objetivo d´Esbarre), Moleta... muchas, muchas montañas, algunas reconocibles, otras escondidas tras las nubes. Pero no todo son cimas, bajo nosotros duerme callada, en espera de los proyectos sean realidad, la estación internacional, que fue, de Canfranc. Las canales Roya e Izas se adentran en la montaña buscando altas cumbres y bellos ibones. Si alguien sabe de un restaurante (con vistas) mejor que este, hágamelo saber.
Panorama pirenaico.
Zigzagueando.
             El menú concluye con una fotografía de los comensales y "pa postre" una bajadita de más de mil metros por un sendero que no le queda más remedio que dibujarse en tropecientos zigzag.
         El fuerte desnivel obliga a descender (o ascender como ya lo hicimos en otra ocasión) culebreando, lo que hace del camino una amable bajada, con mil flores en principio y un magnífico bosque, el de Arañones, después.
              Arriba, en el cielo, las nubes amenazan con darnos un baño, pero afortunadamente los "angelicos" están con nosotros y nos acompañarán hasta el final de la jornada. Aquí abajo, las flores siguen adornando el paso de los esbarristas:
Cuando entren las mariposas...

... a visitar tus jardines...

...y sientas como violines...

...a las aves del lugar;

Cuando veas trabajar...

...a la abejita hacendosa...

...el pimpollo de la flor...

...sus labios quiere embozar.

Caminando encontrarás tu meta...

...¡el clavel del poeta!
Estación de Canfranc.
          Ya en Canfranc Estación, el bus nos espera. El personal se viste de gala para, pocos kilómetros más abajo, meterse en el cuerpo unas "buenas jarras", pues como dice el profesor Joan Ramón Barbany de la Universidad de Barcelona: "El agua, la cebada y el lúpulo, componentes principales de la cerveza y su bajo contenido en alcohol, contrarrestan el proceso oxidativo de la fibra muscular que origina las agujetas y la fatiga muscular y favorecen la rehidratación de una forma más eficaz" ––Si lo dice el profesor...––
           Además, amigos, Maite y su menisco han pasado el examen con nota alta, cosa que nos congratula a todos.
            Hasta aquí hemos llegado, ahora nos toca cargar los bártulos y liarnos a recorrer otras montañas, pero de eso ya hablaremos.
                 Hasta pronto


Datos técnicos
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