martes, 26 de marzo de 2019

ALREDEDOR DE LAS ROCAS DEL MASMUT

Día 23 de marzo de 2018

              ¡Sí, confirmado: Teruel existe!. Aquel que piense que las montañas, los valles, barrancos, paredes... se refugian en las grandes cadenas montañosas como Pirineos, Sierra Nevada, Gredos, etc., que se lo haga mirar, y si de mirar se trata, le eche un vistazo a las entradas de este blog que refieren a salidas por esta sorprendente provincia, coja la mochila y métase en lo más hondo de su ser los muchos rincones que Teruel esconde. Y allí, en Teruel, en un rinconcito del sudeste de la provincia, adosada a las provincias de Tarragona y Castellón, se esconde una comarca: "El Matarraña o Matarranya", pues conviven en ella dos lenguas, el castellano y el catalán, que se funden en lo que los aragoneses llamamos "chapurreau".
Paisaje.
                  Con más o menos acierto, algunos definen al Matarraña como "la Toscana española"; ––¡ay si uno fuera chauvinista!, vocearía a los cuatro vientos que en Italia hay un rincón que le dicen "el Matarraña italiano" ––pero no, esas actitudes las dejo para los nuevos iluminados que pululan por el ombligo de la "piel de toro".
              A sus encantadores pueblos se suma su patrimonio natural en el que el olivo, almendro, vid... añaden al paisaje ese mensaje de tranquilidad que nos transporta al otro lado de ese mar que por aquí ya se huele, el Mediterráneo.
           Hablando de transportes, en el bus somos 27 animados "esbarristas" los que, tras una breve parada en las Ventas de Valdealgorfa, inauguramos el nuevo tramo de carretera que, pasando por Monroyo, nos acerca hasta Peñarroya (o Pena Roja) de Tastavins.
Primeros pasos.
                La mañana, aunque seca en demasía, es auténticamente primaveral. Nos embadurnamos de crema protectora, los chefs ajustan las ondas herzianas de los talkies, otros configuramos los GPS en condiciones y todos y todas nos echamos la mochila a la espalda y... ¡hale, a caminar!.
                Desde el primer metro de la primera calle de Peñarroya, el camino pica "p´arriba" de lo lindo, las calles del pueblo están tranquilas; calles en las que se respira paz, se huele a mar, a tahona y a jamón; calles empinadas y estrechas, sus viviendas nos muestran los aleros de madera y sus balcones engalanados con flores.
Balcones.
Iglesia.
                Pasamos bajo la Iglesia se Santa María la Mayor, de estilo renacentista tardío, construida en el siglo XVII sustituyendo a otras anteriores; en su exterior contemplamos la fachada y la torre campanario barroca. Abandonamos Peñarroya de Tastavins por el cerro de la Mola, en donde quedan algunos restos del antiguo castillo que, lógicamente, se ubicaba en una zona alta, fácil de defender y con tan solo dos accesos; uno desde la actual población, a través del desaparecido portal de la Mola y, el otro, en el extremo opuesto, a través del puente conocido como Pont Xafat. 

¡Bravos!
              Ahora el sendero se nos muestra más amable, discurre en dirección S.E. paralelo al barranco del Sonc.
       Sin muchos sudores alcanzamos un "esbarre"* a la altura de la balsa de San Miguel, esbarre que casi confundimos pero no, esta cuadrilla sabe muy bien lo que quiere... ––¿qué? ––¡Allí están!, como emergiendo de la tierra, un impresionante monolito de rojas paredes verticales de más de cien metros de altura, de formas caprichosas que se nos mostrarán de diferentes formas, a lo largo de la jornada, pues las vamos a mamar en todas sus caras: "Las Rocas del Masmut".

Destrepando.
                ¡Ah, amigos!, pero los de Esbarre no nos conformamos con mirar, queremos sentir, descubrir que se esconde en lo más alto de estos gigantes... Pues ¡ale, p´arriba!; más de la mitad nos animamos a salvar unos primeros metros de senda "confuso-resbalosa" y una ligera trepada para alcanzar la cima de las Rocas del Masmut (1035 m.) y girar 360 grados para empacharnos de las magníficas vistas que se contemplan desde este mirador hacia buena parte de la Comarca del Matarraña y los Puertos de Beceite. Abajo, como hormigas, vemos cómo los que no han osado subir, que desde un mirador, contemplan a estas otras hormiguillas de aquí arriba.
En la cima.
Desde el mirador.
           Pero, compañeros, hay que descender, cosa que hacemos en compañía de aquella amiga de la que en algunas ocasiones suelo hablar en estas páginas, "Doña Prudencia", pues hay que destrepar e intentar no "esbalizar"**.
            Camino del mirador, nos cruzamos con la otra fracción que ya vuelve. Alcanzado el lugar, volvemos a disfrutar de la vista de las rocas que, desde aquí, nos muestra la cara sur con sus volúmenes acentuados por los rayos del sol de esta espléndida mañana.
           Hay quien compara a estas rocas con los Mallos de Riglos, bueno, la imaginación es libre.
Cara sur.
Oasis en el río de los Prados.
           Volvemos a los pies del Masmut para tomar un sendero que, entre pinos, mases*** y siempre vigilados por "las rocas", descendemos hasta cruzar el seco Riu del Prats (Río de los Prados) en cuyas orillas hacemos una parada de descanso que, ¡leches!, ya toca. Plátanos, frutos secos, dulces, bota de vino y ¡a seguir!.                            Alcanzamos una pista que discurre paralela por la margen derecha del río, desde donde contemplamos la cara Este del Masmut con sus caprichosas y altas paredes.
                 Tras algo más de dos kilómetros, volvemos a vadear (aquí se ve algo de agua) el río Prats para iniciar un largo ascenso que nos mostrará la faz que nos quedaba por ver de Las Rocas del Masmut, cara de menos altura pero no por eso, menos espectacular.

Mas de Amargos.
               El calor y las cuestas nos ponen al rojo vivo, esto no cesa de subir, pasamos junto a algunos mases como el de Amargos y Toto.  Se escucha el característico picoteo de un pájaro carpintero en plena  faena, acompañado por la segunda voz de un carbonero.
        Pronto alcanzamos el "esbarre" del principio, y ¡zas!, allá abajo aparecen las primeras casas, unas sobre otras, de Peñarroya de Tastavins, para acceder por los restos del Pont Xafat.
             Algo aseados, tomamos las mesas de un garito, en la parte baja del pueblo, con el santo y sano fin de acompañar los bocadillos, que a duras penas hemos guardado en las mochilas, con unas frescas birras.
Vista de Peñarroya de Tastavins. Al fondo, Monroyo.

Misión cumplida.
                No nos vamos de Peñarroya de Tastavins sin visitar el Santuario de la Virgen de la Fuente que acoge una hospedería y dos ermitas, la del Dalt (arriba) y la del Baix (abajo). El nombre del santuario, dicen, le viene de una leyenda que cuenta de la aparición de la Virgen junto a la fuente del lugar lo que dio origen al monumento (no se rompieron los cascos para nominar el templo).
                  Como ya hemos subido demasiado, las piernas nos llevan a la ermita del Baix. Este monumento de estilo barroco data de 1658, según se aprecia en una de las puertas de acceso al templo, y posee tres naves, cúpula-lucernario con Camarín-Sacristía, montado sobre arcos que dejan libre y al exterior la fuente de ricas aguas que salen canalizadas por debajo del altar de la Virgen. En 1783 finaliza la construcción de esta ermita que hoy en día se usa de culto.
Ermita del baix.

Detalle exterior ermita del Baix.
Ermita del Dalt.
           Vista la de abajo, accedemos a la del Dalt a la que se accedería, si estuviera abierta, por el claustro, pero que como ya tuve la suerte de visitar hace unos años, de ella recuerdo su cubierta de madera policromada sostenida por cuatro arcos ojivales sostenidos sobre capiteles de motivos florales así como figuras humanas y animales fantásticos. Sí que podemos observar la fachada en la que hay un trabajado rosetón y coronada por un campanario de espadaña de tres oberturas.
               El portal de acceso al monumento está formado por cuatro arquivoltas ojivales con dos frisos corridos en los que se esculpen figuras y escenas del testamento como el Nacimiento, la Anunciación, la Presentación o la Huída a Egipto. Encima de la magnífica puerta de acceso al templo hay una virgen sentada y las figuras situadas a los lados de la Virgen representan muy probablemente a personajes de la Orden de Calatrava, la cual gobernaba la villa. 
Portal de la ermita del Dalt.
Cubierta.
               Tras haber descubierto un rincón más de Teruel, una comarca que vista desde lo más alto de las Rocas del Masmut aún me parece más bella, tan solo queda regresar a la inmortal Zaragoza, será un viaje placentero en el que los sueños, el paisaje y las animadas charradas de la trasera del bus, se fundirán en un final de jornada en la que uno, o sea yo, echa de menos la compañía de Maite que anda de reposo recuperándose de la "broma de Armantes".
            La Toscana queda en Italia, esto es "El Matarraña".

             Hasta pronto

*En aragonés, "desvío"
** En aragonés," resbalar"
*** Masías en Aragón

Datos técnicos
(Track para GPS, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)

jueves, 21 de marzo de 2019

1ª MARCHA SENDERISTA DE BELCHITE

Día 17 de marzo de 2019
El viejo Belchite.
             Me resulta imposible echar el cuerpo por Belchite sin darle rienda suelta a la memoria, memoria que a algunos les duele, memoria que encubren bajo la manida e hipócrita frase de: "hay que borrar el pasado". 
         Ahí quedan las ruinas del pueblo viejo, ruinas que se convirtieron en símbolo de la sinrazón bélica tras ordenar la dictadura conservarlas intactas a mayor gloria del “prestigio intacto de su dolor”.
         Algunos "voceros populistas" (se permite jugar con las letras) tratan de ocultar la pomposa falsedad que el dictador en persona soltó ante sus vecinos: “yo os juro que acabada la guerra (…) sobre estas ruinas de Belchite se edificará una ciudad hermosa y amplia como homenaje a su heroísmo sin par”.
¿Olvidar?
            Ocurrió lo contrario: el anuncio de reconstrucción mutó en apenas unos meses en una prohibición de reconstruir de la que solo se salvaron entonces el cementerio, la puerta de la villa y un santuario: "solo habían muerto 5000 personas en dos semanas" ––¿olvidar?.
           Aquello quedó resuelto con un millar de presos políticos que malvivían hacinados en los barracones de un campo de concentración conocido como “la pequeña Rusia”, en el que también fueron confinados los miembros de familias locales señaladas como izquierdistas que sobrevivieron a la represión, levantando un nuevo núcleo que sería inaugurado en 1954, el nuevol Belchite. Diez años después, los últimos vecinos dejaban el pueblo viejo.
Los del CAI. N.W.
          Ya he dicho que me resultaba imposible andar por Belchite sin esa carga de la memoria, pero hoy estamos en el pueblo nuevo, hoy toca caminar, junto a más de trescientos senderistas, mochila ligera a la espalda, por estas históricas tierras en una marcha magistralmente  organizada por los amigos de la "Asociación Deportiva Senderista Comarca Campo de Belchite": credenciales, desayuno, marcaje, voluntarios, asistencia médica, avituallamientos, etc. ¡Sobresaliente!.
                Los de Esbarre y CAI Nordic Walking, como buenos hermanos, hacemos piña para la foto pero eso, solo para la foto, porque cuando suene el pito: ¡allá cada cual!.
Río Aguasvivas.
            A las ocho en punto de la mañana, con los bigotes manchados del rico chocolate que nos han servido,  arrancamos desde la plaza del ayuntamiento. Antes de abandonar el casco antiguo, pasamos junto a un estanque en el que los rayos del sol, reflejados en el agua, no impiden ver las bellas estelas que los patos dejan tras de sí.
        Los animados senderistas levantamos polvo por la pista que nos lleva a cruzar el río Aguasvivas, modesto afluente del Ebro que recorre el Campo de Belchite de sur a este. Su nombre sugiere un río abundante en agua pero la realidad es bien distinta, encontrándonos con una presencia testimonial de la misma en gran parte de su recorrido. No obstante, algunas obras hidráulicas como la presa romana de Almonacid de la Cuba, que luego veremos, atestiguan un pasado más espléndido que el actual.
Estanque.
Lecho del río.
Trinchera en el Cabezo del Lobo.
        Pronto, en un avituallamiento, nos ofrecen caldo caliente, pero yo prefiero no borrar de mi boca el gusto del rico chocolate matutino, o sea que seguimos mordiendo polvo hasta comenzar a subir, sin muchas prisas, hacia el enclave artillero "Cabezo (o mojón) del Lobo" a 630 m. de altura,  al que accedemos atravesando un túnel excavado en la sólida que une las caras sur y norte del cabezo. Desde este enclave, el que el ejército republicano controlaba a los fascistas. Para la perforación del túnel contaron con la participación de antiguos mineros de Utrillas, que hicieron uso de su experiencia a la hora de ejecutar la complicada obra de forma rápida y eficiente. Quedan también los restos de algunas trincheras.
Túnel.
Avituallamiento en el Lobo.
          ¡Ah, amigos!, llevamos cerca de ocho kilómetros y los organizadores han preparado un avituallamiento a base de bocatas de jamón con tomate, acompañados de los famosos productos y ricos productos belchitanos como son las olivas, su aceite y ¡vaya vino!. 
         Lógicamente, el cabezo ofrece buenas vistas hacia el Campo de Belchite: siguiendo el trazado del río Aguasvivas, vemos los pueblos de Letux, Lagata y Samper del Salz; al sur, si la bruma nos lo permitiera, veríamos Lécera; y al norte la sierra de Alcubierre, en la que quizás se esconda algún bandido como lo hacía "El Cucaracha".
En el Vértice del Lobo.
       ¡Uf!, parece que el boss del CAI N.W. ha tropezado; ¡no problem! los servicios médicos del club (Maite), le remiendan algún que otro escorchón. Nada importante.
           Dice el dicho que "todo lo que se sube, luego se baja", así que toca bajar por un barranco  rocoso, su desnivel atestigua que estos terrenos, faltos de "llanuras escandinavas", no son muy aptos para algunos de los amigos del "nordic walking". 
        La organización ha modificado el trazado, creo que muy acertadamente, para adentrarnos en "La Cuba".
         Nos asomamos a un mirador que, sobre el Aguasvivas, nos sumerge en un entorno sobrecogedor en el que el agua y la roca componen una auténtica acuarela.
En el mirador, con los Senderistas del Campo de Belchite.
           Recordemos cuando hablaba del río Aguasvivas y su pasado; pues bien, testimonio de ello es la Presa Romana de Almonacid de la Cuba, que con sus 34 metros de altura y 100 de longitud es uno de los monumentos más importantes del agua en la Hispania romana. Asentada directamente sobre la roca, esta fabricada, en el siglo I, a base de piedras, arena, cal y agua para ser revestida con sillares de piedra.
              En la actualidad la presa funciona como puente de acceso a la villa y azud de desviación de las aguas del río Aguasvivas que se dedican a regar varios miles de hectáreas en la zona. Sirve también para crear un entorno único, ser disfrutado desde su mirador, descender hasta las aguas del río y cruzarlo sobre una, recientemente inaugurada, pasarela seudo-tibetana y contemplar desde ella la majestuosidad de la presa.
Presa Romana de Almonacid de la Cuba.
El río se deja caer.
Demostrando mis dotes con la trompa.
              Como la cosa va de "imperius romanun", cruzada la pasarela, nos recibe un grupo de músicos de las milicias romanas: cuernos, trompas, dulzainas, panderos... sueltan sus notas al viento, volando hacia tiempos del emperador Tiberio.  Están preparando la próxima Feria Romana que ya cumple su XI edición.
          Y "china chana" atravesamos las calles de Almonacid de la Cuba; los lugareños nos saludan con mucha simpatía, no todos los días ven pasar por sus puertas a más de "cuatro centurias" de esta legión de senderistas.
             La toponimia de esta bonita localidad nos da una pista de su origen musulmán. Almonacid viene de Al-Monastir y aunque no se observa ningún resto, posiblemente existiera algún edificio monacal en el entorno de sus estrechas calles.
Al fondo, Santa María.
             La marcha no se adentra en el centro de la población, pero sí nos da para observar la torre de la iglesia de Santa María, que junto a sus dos ermitas (Las Nieves y Dolores), son tan solo la sombra de su monumento más importante: la Presa Romana.
        Abandonamos Almonacid de la Cuba cruzando las aguas de la acequia de Belchite, algo más caudalosa que el río al que amamanta.
          Una subida "matagarras" nos aupa hasta un punto en el que la ruta se divide en dos y desde el que adivinamos el camino que nos queda. Al fondo vemos Belchite y algo más al norte su Santuario de la Virgen del Pueyo construido sobre un yacimiento arqueológico romano.
Santuario de la Virgen del Pueyo.
Belchite Nuevo.
          Con más ganas que otra cosa nos lanzamos, a tumba abierta, a por los últimos cuatro kilómetros que quedan hasta el punto de arranque en la mismísima y animada plaza del Ayuntamiento de Belchite.
          Cambiados de "calcero", aseados y  "birrahidratados", pasamos al pabellón en el que nos han preparado un buen rancho, ensalada, postre, café y...
             Algunos se quedan a visitar el pueblo de la "memoria", otros nos volvemos para casa con los deberes cumplidos. La jornada, pese a que no soy muy amigo de andadas masivas, me ha dejado un buen sabor de boca, y no me refiero a los avituallamientos.
                Reitero la buena organización de las gentes que, voluntariamente, han dedicado sus esfuerzos para que todo haya salido a la perfección.
                       Hasta pronto.
(Se incluye un reportaje de Belchite Viejo)

Datos técnicos
Recorrido

Perfil:
Distancia, 16,1 Km.
Desnivel de ascenso, 520 m.
Desnivel de descenso, 520 m

Video del CAI Nordic Walking



lunes, 11 de marzo de 2019

PEÑA MODORRA DE CUCALÓN (circular desde Bea)

Día 5 de marzo de 2109
Cima de Peña Modorra.
             Los amigos de Montañeros de Aragón andan inmersos en la celebración de su 90º aniversario: Entre varias actividades tratan de ascender 90 cimas, que han comenzado con la ascensión Peña Canciás (1929 metros) para finalizar, en el mes de octubre, con la ascensión al pico Javalambre (2019 metros). Una y otra altura coincide con las fechas conmemorativas del club. 
                 Pues bien, una de ellas es este humilde pero grato pico de curioso nombre y bella estampa. Desde la planicie del Jiloca, su forma recuerda el lomo de una oveja, sin embargo, en la vertiente contraria, la que baña el río Cámaras, ofrece unos agrestes farallones.
                Conocedor de estas sierras dirige la comitiva de 22 aguerridos montañeros, el mozo Enrique Gisbert, mozo oriundo de estas tierras, mozo de grandes garras y regio carácter.
San Bartolomé.
            De entre las varias posibilidades de echar los pasos a la Modorra, se ha elegido realizar una ruta circular con salida y llegada en el pueblo de Bea, regado por el río Huerva; sus construcciones se reparten a lo largo de dos empinadas calles, en lo alto del pueblo se encuentra la iglesia de San Bartolomé y el antiguo cementerio adosado a ella.                              Son estas calles las que nos ven arrancar, y que pronto abandonamos en dirección N.O. hasta cruzar un barranco. Cerca observamos la existencia de unas colmenas que dejamos en paz, los pasos los dirigimos a nuestro camino que ahora asciende bastante recto por un canchal de esos que se empinan poniendo a prueba la fortaleza del personal. Una mirada atrás para ver la sierra de Fonfría en la que se puede recorrer su ruta botánica (la apunto en la agenda), así como la ermita de San Jorge. Quedan también, “Las Rochas”, laderas orientadas al suroeste de la Sierra de Oriche. Su mayor cota se sitúa en el pico Rocha  a 1383 m.                                                                                                                                                                            
La Rocha.
Alfombra canchalera.
             Poco a poco, la carrasca va dando paso a los matorrales de tomillo, lavanda y santolina. Aunque hoy es escaso, el viento que castiga esta sierra no deja crecer plantas de más de medio metro (así lo atestigua una antena de comunicaciones que fue más alta que Enrique pero hoy duerme recostada sobre el suelo).
          Seguimos nuestro camino que ahora transita por la ventilada lomera de la sierra, lo seguimos hasta alcanzar la cima de la Peña Modorra (1481 m.).
           Algunas nubes impiden divisar las grandes cadenas montañosas, pero nos conformamos con la cercanía, que no es poco, pues entre las nubes, sí podemos adivinar las laderas del Moncayo y otras sierras de menor entidad como la Pelarda, de Herrera, del Peco, de Algairén o de la Santa Cruz.
En la cima de Peña Morrera.
Desde la cumbre.
Bádenas.
            Hacia el este, el valle abierto por el río Cámaras acoge poblaciones como Bádenas, Santa Cruz de Nogueras y Nogueras. 
             El paisaje escupe severidad y dureza en cada piedra. Un descarnado quejigar se aferra fuertemente al lomo oeste de la montaña. Las canchaleras lo cercenan en algunos tramos.
            Antes de iniciar el descenso nos acercamos al punto más septentrional de la Modorra, aquí se pueden ver algunos restos de trincheras de la Guerra Civil desde las que el golpismo franquista controlaba esta línea del frente en la sangrienta batalla de Teruel.
Castillo de Lagueruela.
            Desde las trincheras, la vista sobre carreteras, caminos y poblaciones es envidiable:  Calamocha, Villahermosa del Campo; Lanzuela; Lagueruela con los restos del castillo que se localizan sobre un antiguo asentamiento ibérico, un castillo de gran importancia estratégica situado en el lugar donde el río Huerva penetra en el Campo de Romanos; Cucalón, que da nombre a la sierra, con su ermita de Santa Ana y su leyenda del "Pajar de los Lobos" que, ubicado en el camino a Lagueruela, de él se narra de cómo los cánidos llegaban hasta la zona de Cañuelo, procedentes de la sierra, persiguiendo a las ovejas cuando descendían a los corrales del pueblo; Bádenas, con fuente, trinquete e iglesia, alumbra la Modorra de mañana y se esconde tras la sombra de la sierra por la tarde; Mezquita de Loscos con su iglesia parroquial de San Juan Bautista, una construcción barroca del s. XVIII, además de las ermitas de Santo Domingo y San Jorge. En fin, un balcón envidiable desde el que, si no fuera por las nubes, veríamos hasta el Pirineo.
Trincheras.
¿Mal de altura?
Descenso.
            Pero lamentablemente tenemos que bajar, cosa que hacemos, por la vertiente norte, salvando los impresionantes farallones que alguien los compara con los Mallos de Riglos, supongo que afectado por el mal de altura turolense (¡será modorro!). La ausencia de marcas e hitos, dificulta reconocer el camino a seguir, pero para estos "montañeros" no hay dificultad que pueda con ellos, y pronto alcanzamos la pista que viene desde Cucalón en la que se encuentra la ermita de San Lorenzo  que obviamos visitar.
           Ahora transitamos por la cara oeste  de La Modorra, el Barranco de la Cañada y los restos de algunas parideras delatan la actividad pastoril de la zona.
Farallones.
En el camino, paridera del Monje.
Ya queda poco.
             La pista pica "p´arriba" y las fuerzas caminan "p´abajo", se nota en el garbo del personal aunque, afortunadamente, adivinamos un collado que, intentando encontrar una senda, algunos obviamos atajando campo a través para alcanzar la senda por la que hemos subido.
             En este tramo, si el ascenso medía las fuerzas del personal ahora mide la técnica de descenso por canchal y, créanme, ¡hay para todos los gustos!,
                Ya se divisa la torre de la iglesia de Bea, allá nos espera Maite,  "la Sierra de Armantes" le gastó una broma y debe de recuperarse para otras aventurillas. También nos esperan los bugas para que, montados en ellos, nos acerquen hasta la Venta del Cuerno con la sana intención de meternos al cuerpo unos huevos fritos, acompañados con alguna de las maravillas del producto estrella turolense: "el cerdo".
Bea.

            Volviendo a casa, conduzco, miro al espejo retrovisor y a algún pasajero, los huevos con lo que fuere y la Peña Modorra le han dejado "modorro".
           Los mozos y mozas de Montañeros de Aragón ya tienen en las alforjas otra de esas noventa cimas que, seguro, ascenderán de la misma manera que, a lo largo de estas nueve décadas, lo han hecho conquistando grandes montañas del mundo y grandes reconocimientos a los que me sumo.
                 Hasta pronto.


Datos técnicos
Recorrido 
Perfil:
Distancia, 12,5 Km.
Desnivel de ascenso, 614 m.
Desnivel de descenso, 614 m.