domingo, 14 de julio de 2024

LAGOS DE NÉOUVIELLE (circular)

Día 11 de julio de 2024
        Nos vamos a las Galias, pero no es para seguir los pasos de Asterix y Obelix en su eterna batalla contra las legiones romanas, ni para celebrar haber derrotado a la selección francesa en la Euroliga. No, nuestro propósito es mucho más sereno y contemplativo: vamos a dar un "paseo tranquilo" alrededor de unos lagos impresionantes. Sí, esos lagos que nos invitan a olvidarnos del estruendo de las batallas, de las derrotas y victorias deportivas, para sumergirnos en la paz de sus aguas y la belleza de sus paisajes.
Uno de los lagos
        Este recorrido por la Reserva Natural de Néouvielle nos lleva a explorar uno de los entornos naturales más impresionantes de los Pirineos. El agua es el elemento central en esta ruta circular por la Reserva de Néouvielle, conocida por albergar más de 70 lagos y lagunas, aunque nosotros recorreremos las orillas de los más conocidos.
Un par de lagos de la Reserva Natural de Néouvielle
        Tras atravesar el túnel internacional de Bielsa, nuestro agradecido buga, con la carga de un par de aventureros, se lanza con ímpetu por las sinuosas carreteras francesas, prometiendo, curva tras curva, llevarnos a un destino mágico: el lago Orédon (1850 m.), un modesto anticipo de lo que nos espera. Cuenta el lago, con un aparcamiento, eso sí de pago, en el que dejar el buga.
Lago Orédon
        Ataviados con el look montañero perfecto, empezamos nuestra travesía bordeando las orillas orientales del lago. No es precisamente un camino solitario, ¡pero tampoco nos codeamos con multitudes! Los primeros pasos son un paseo llano y relajado, hasta que el sendero decide ascender en zigzag.
Comenzamos a subir
        Enormes pinos nos brindan sombra del rey sol, mientras abajo, los rododendros estallan en colores deslumbrantes, exhibiendo lo mejor de su paleta. Para rematar la escena, los desagües de los lagos muestran la furia del agua chocando contra las rocas, como un recordatorio impresionante de la naturaleza en su estado más salvaje.
Rododendros
        El Orédon ha quedado atrás, y ahora emergen Les Laquettes (2080 m), una sucesión de lagos de agua cristalina que se entrelazan entre sí, en el corazón de un impresionante bosque de pinos. Aquí, vale la pena detenerse y dejarse cautivar por el reflejo de las montañas circundantes que se pintan sobre el espejo sereno de sus aguas.
En uno de los Laquettes
        Recorremos las orillas orientales de estos lagos por un sendero que invita al paseo, un sendero que, metros más arriba, nos deja sobre el lago represado de Aubert, a 2148 metros de altura. La presencia de un bus del parque que sube hasta aquí hace que este hermoso lago se encuentre con más visitantes. Sin embargo, esto no nos impide sentarnos a descansar sobre el verde césped que lo rodea y disfrutar de las vistas reflejadas en el agua, especialmente del imponente pico Néuvielle, que alcanza los 3091 metros, y su picudo hermano Ramoun, de 3011 metros.
En el lago Aubert
        El descanso es corto, pues aún queda mucho "paseo" por recorrer. ¡Mochilas a la espalda y, hale, vamos! 
        Dejamos el lago Aubert y su coqueto refugio, y en una ligera subida alcanzamos otro lago, el Aumar, a 2192 metros. Ahora nos toca recorrer algo más de 1,5 kilómetros por su orilla sur, un trayecto cómodo por un sendero, el GR.10 francés, abierto entre prados y turberas, camino que nos ha de devolver a nuestro final. Antes de seguir echamos un vistazo atrás, para volver a ver el pico Neouville reflejado en las aguas del lago.
Lago Aumar
         Atrás queda el lago Aumar con la tranquilidad de quien deja el vecino del piso de arriba. La senda al principio nos regala pastizales anchos y cómodos, como esos sofás reclinables que te abrazan. Además, el grueso de turistas ha quedado en el Aubert. Pero, agárrate bien, porque poco a poco nos vamos abriendo paso por la ladera del Pic D'Anglade, en un rompe piernas que parece más largo que un día sin pan.
        Afortunadamente, este sendero nos regala una gran variedad de flores, cuya presencia y belleza embriagan el alma al pasar, ofreciendo un festín de colores y aromas que capturan la esencia de la naturaleza. Una pequeña muestra:
Por la GR.10
            Finalmente, después de tres kilómetros que nos dejan en el Col D'Estoudou a 2260 metros, llega la hora de hacer un alto. Aquí no es momento de heroicidades. No, aquí es momento de sacar el bocadillo, aligerar la mochila y recuperar esas energías que vamos a necesitar para lo que viene: ¡bajada infernal!
Cerca del Col D'Estoudou
        Ahora no es tiempo de subir más, sino de descender, y no precisamente en plan suave y relajado. Descenderemos cerca de 400 metros en un !plis plas". Ahí abajo está el lago Orédon, esperándonos como si fuéramos estrellas de cine. Así que, hagamos cuentas rápidamente: ¿cuántas veces nos tropezaremos? ¿Cuántos resbalones nos llevará encontrar el equilibrio? ¡Esas son las preguntas que importan ahora!
De bajada
        En fin, amigo, prepárate para sentir cómo los músculos claman por un masaje, y cómo las rodillas empiezan a tener su propia opinión sobre la ley de la gravedad. Pero, ¿sabes qué? Al final de la ruta, cuando estemos junto al lago Orédon habremos conquistado no solo lagos, sino también nuestro propio sentido del humor. ¡Y eso, amigo mío, no tiene precio!
        Hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 9,4 Km.
Desnivel positivo, 507 m
Desnivel negativo, 507 m.
En Wikiloc, 462 m.
Track






viernes, 12 de julio de 2024

PICO EL CUEZO (circular desde Espierba)

 Día 10 de julio de 2024
        Aprovechando que estamos alojados en Espierba, hacemos esta ruta circular con el objetivo de alcanzar aquella punta que divisamos desde nuestra "casa".
        Espierba es una aldea con sus construcciones dispersas, incluida la iglesia; algunas mantienen la arquitectura típica de montaña, pero gradualmente están surgiendo nuevas casas, no tanto para actividades agrícolas o ganaderas, sino como residencias de vacaciones. Lugareños del valle nos cuentan que, durante todo el año, tan solo es habitada una de las casas, madre e hijo, este último dedicado al pastoreo.
Iglesia de Espierba
        ¡Al lío! Aunque la ruta atraviesa nuestra ubicación (1350 m.), la PR-HU.92, subimos con el buga hasta lo más alto de la aldea (1410 m.).
        Como ya hemos llegado con las botas ajustadísimas, el ungüento antisolar untado milimétricamente y la cabecita cargada de sabiduría, nos lanzamos a la aventura avanzando por la mencionada senda, la cual, con un desnivel que más bien parece un desafío personal para nosotros, va dejando atrás las últimas casas de Espierba.
Dejamos Espierba
        El sendero, perfectamente señalizado, se abre paso por un umbrío bosque que en principio nos muestra una buena población de hayas y boj. En algún claro, el prado deja que las flores muestren su pleitesía al sol, como la blanca achilea. Conforme vayamos ganando altura aparecerá el pino negro.
Achilea
        Chino chano, no sin esfuerzo alcanzamos el collado de Espierba (1809 m.), a la izquierda arranca el camino que sube al pico Comodoto, pero nosotros cogemos el de la derecha, en dirección SE, que nos lleva por un cordal desde el que contemplamos, a nuestra derecha, las impresionantes montañas que cierran el Valle de Pineta
: Pala de Montinier Sierra d’as Zucas y sus Tres Marías, así como de las Puntas Verdes, de los rocosos mallos Gran (2475 metros) y Embasador (2550 metros), de la cresta de Monesma y de las Treserols.
En el collado de Espierba
        Estamos en una buena posición para admirar los dos valles, pues a la izquierda queda el Valle Del Real, desde donde ya se visualizan el el río que da nombre al valle, la montaña de Ruego y el pico de La Mota, por encima del pequeño pueblo de Chisagüés.
Valle del Real
Chisagües (zoom)
         Nosotros, en nuestra infinita sabiduría, nos lanzamos a "llanear" por la pista, como si fuéramos expertos en la materia, en dirección sureste, rodeando la Punta Taller. Después de unos extenuantes 15 minutos, salimos a una zona más despejada, donde podemos respirar aliviados y presumir de nuestra hazaña, para finalmente alcanzar el collado de Sarratillons (1790 m.).
Collado de Sarratillons
        En este punto, el camino gira hacia el noroeste y desciende hacia el valle de Chisagüés, también conocido como el valle del río Real. Abandonaremos la pista y nos dirigiremos hacia el este, atravesando prados por una senda poco marcada.
        Caminamos por un paraje conocido como "Ereta Tolosa", donde avanzamos cresteando durante unos metros. A lo lejos, en lo alto, se vislumbra el cordal que nos acercará a nuestro objetivo. Sin embargo, por el momento, disfrutamos de un bosque de pinos cubierto de abundante musgo.
Entre pinos
        Cada vez la panorámica se vuelve más espectacular. Al este, se pueden admirar las puntas Suelza, Fulsa y Urdiceto, junto con el imponente macizo de Cotiella, más al sur. El valle de Pineta también nos deleita con la vista de la Pala de Montinier, la Peña Altura y el hermoso Portillón de Tella.
Una buena panorámica
        Solo nos queda enfrentar los últimos y desafiantes metros hasta alcanzar la cima, a través de un terreno abierto y rocoso, que nos llevará a la cumbre del imponente y poco conocido pico, o punta, del Cuezo (2034 m.). 
Ahí queda
En la cima del Cuezo
        Si lo comparamos con las cumbres que tenemos la suerte de contemplar, este pico exhibe una buena carga de humildad. Pero, ¡ay, amigos!, el paisaje que se divisa desde su cima es de sobresaliente:
        Al noroeste destaca el Comodoto, detrás de esta sierra de Espierba, que separa los valles de Pineta y Chisagüés. Detrás están los Montaspró y el Pic Blan. En el valle de Chisagüés, se ve la zona de Petramula. Encima, se encuentran el Chinipro, la Punta de las Puertas y el acceso a los ibones de La Munia, así como Peña Blanca, Robiñera y La Munia.
Desde la cumbre
             Dominando el circo de Pineta, se adivinan, tras las nubes, el Cilindro, Monte Perdido, su glaciar, el pico Añisclo, el Soum de Ramond, el collado de Añisclo, La Suca y las Tres Marías, así como parte de la zona visitada hace un par de días, como la impresionante cascada del Cinca. ¡Vamos, una explosión de belleza para los ojos! Abajo divisamos las edificaciones de Espierba, incluso vemos con claridad nuestro alojamiento, una vieja casa de la aldea.
¡A ver si se quitan las nubes que tapan las Treserols!
        ¡Uf! Por poco se me pasa mencionar que llevamos un suculento lastre en las mochilas: un tesoro compuesto de longaniza y chorizo de Sarrión (Teruel), cuidadosamente aromatizados con el hongo típico de aquellas tierras. ¡Cualquiera diría que hemos estado cargando con la charcutería más exclusiva de la comarca! 
Así que a "mover el bigote".
        Habiendo logrado nuestros grandiosos objetivos, es hora de bajar. Por supuesto, podríamos simplemente volver por el mismo camino, pero ¿quién haría algo tan predecible? No, nuestra misión es trazar una ruta circular, así que nos aventuramos hacia un florido sendero, apenas visible, que serpentea por la cara sur del Cuezo.
Comienzo del descenso, entre...
... flores
        ¡Vaya con el sendero! Nada más y nada menos que unos cuatrocientos metros de desnivel, en un tramo que, francamente, es de todo menos amigable para estos dos aguerridos y solitarios montañeros. Pero claro, "no problem". Tomamos todas las precauciones necesarias para no rompernos el "pesCUEZO" (quizás de ahí viene el nombre del piquito, ¿no?).
¡Uf!
        La cosa se 
suaviza cuando alcanzamos la senda que une Javierre con Espierba, un camino que transita por el Llano de Diera. Un pequeño despiste nos quiere enfilar por la senda del error (no horror),  pero nada que el gps no pueda corregir, así que, chino chano, seguimos "p´alante". 
        Poco a poco el camino va tornando en pista, esa pista que nos devuelve al punto de partida.
En el Llano de Diera
        En cinco minutos, el buga nos deja en casa. Ha sido una jornada en la montaña vivida en completa soledad, una soledad que rara vez se encuentra en otros lugares mucho más populares, donde las multitudes restan el encanto de visitarlos. Quizás por eso hemos elegido este pico. No ha sido una hazaña épica, pero el hecho de haber compartido la experiencia solo con los pájaros, los bosques, las flores, el paisaje y, claro, con Maite, sinceramente, ha hecho que valga la pena.
        Hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 9,5 Km.
Desnivel positivo, 700 m.
Desnivel negativo, 700 m.
(654 en Wikiloc)
(Track)





miércoles, 10 de julio de 2024

PINETA - CASCADA DEL CINCA - LLANOS DE LA LARRI - CASCADA DE LA GROTA

 Día 8 de julio de 2024
        Si hay un valle  en el Pirineo que produzca en nosotros una carga emotiva, diferente a la de otros rincones de esta gran y hermosa cordillera, ese es el Valle de Pineta. Aunque en alguna ocasión, con motivo de alguna ruta hemos pasado por el valle, ha pasado un cuarto de siglo hasta que nos hemos empapado de viejos y emotivos recuerdos. Además, sabidos de qué se encuentran acampados en el valle, pasamos a visitar a Pascual y María Jesús, supervivientes de aquel grupo de amigos que, año tras año, pasábamos unos días inolvidables.
Valle de Pineta
            Claro, no podíamos dejar de echar el cuerpo a algunos de los rincones más clásicos del Valle, esos en que el agua protagoniza buena parte de esta jornada.
        Al lío: Nos acercamos al parking que han habilitado en el fondo del Valle; desde aquí se divisa el hermoso paisaje en el que nos vamos a introducir. Nos echamos las mochilas a la espalda, cruzamos el puente provisional sobre el Cinca (aguas abajo están construyendo uno nuevo) y comenzamos a caminar por el sendero que se dirige hacia Marboré.
Pasarela sobre el Cinca (al fondo su cascada)
        Después de cruzar a la margen izquierda del río (el primer kilómetro lo recorremos por su orilla), comenzamos a ascender por un impresionante bosque de hayas y boj, bosque pintado de verde musgo. El sendero se caracteriza por un silencio que solo es interrumpido por el canto de los pájaros y el crujido de las hojas bajo nuestras botas.
Por el camino de Marboré
        Cruzamos aquella pista tan concurrida por ganaderos, personal forestal, senderistas y montañeros. Todo un desfile de personajes dignos de un "festival en la montaña". Pero, ¡ay!, el puente que cruza el río, ese pobre puente... Primero lo destruyó una riada. Y cuando por fin decidieron repararlo, ¡sorpresa! Una excavadora entra en escena y lo rompe de nuevo, como si quisiera tener la última palabra. Ahora, después de tanto drama, parece que está casi reparado. Eso sí, solo para vehículos autorizados. ¡Qué consideración!
Segunda rotura
        Maite y yo continuamos avanzando, ganando metros a cada paso. Poco a poco, el denso bosque cede su lugar a un paisaje más despejado, donde los helechos se convierten en los protagonistas. Las flores, en un vibrante homenaje al sol, despliegan sus colores para el deleite de quienes pasamos. Lilium pyrenaicum, lirios de San Bernardo y lirios azules, ranúnculos de montaña y campánulas de diversas especies forman un jardín abierto al mundo, brindándonos un espectáculo natural inigualable.
Lilium pyrenaicum
        Llegamos al cruce desde el cual, de frente, se asciende al ibón de Marboré, que, a 2590 metros de altura, es el más alto de la península. En numerosas ocasiones superamos los 1400 metros de desnivel, hasta alcanzar las gélidas aguas del lago, que ofrecen vistas espectaculares del glaciar del Monte Perdido. No obstante, en esta ocasión los años y un toque de cordura nos persuaden de evitar tales alturas. Pues tomamos el sendero de la izquierda, que nos conduce al pie de la imponente Cascada del Cinca (Es Churros de Marmorés).
Treserols entre nubes
        No hay una sola cascada, sino varias, aunque la más grande eclipsa a todas las demás. Sin embargo, cada una de estas cascadas menores, si estuvieran en otro lugar, sería la protagonista de cualquier paisaje.
Cascada del Cinca
        Es momento de sentarse en una de las piedras del lugar, ver, sentir, escuchar el sonido de las aguas rompiéndose sobre las rocas, quedar h
ipnotizados por las vistas sobre el Valle de Pineta, La Estiva, La Larri...
En la cascada
        Pues, hablando de La Larri, "p'allá vamos". Bajamos unos metros por el mismo camino que subimos, para tomar, a la izquierda, el sendero de la Faja de Montaspro, tan bien señalizado que hasta un borrico lo encontraría. El recorrido, diseñado para mantenernos entretenidos, sube y baja entre un hayedo tan espectacular que te preguntarás si estás despierto. En ciertos tramos, unas cadenas aseguran el paso, porque claro, medir la altura del patio aquí no es el mejor de los pasatiempos.
Por la Faja de Montaspro
        Finalmente descendemos hasta cruzar un puente sobre el río La Larri, un lugar en el que descargar las emociones. Las lágrimas, compañeras fieles de nuestras penas y alegrías, encuentran su refugio en las aguas serenas del río. Caen con la delicadeza de un suspiro, mientras el fluir del río las acoge con dulzura, llevándolas consigo río abajo. Cada lágrima que se desliza por nuestras mejillas, lleva consigo un peso que se disuelve en la corriente, buscando ese algo perdido que aún se aferra a nosotros.
Tras cruzar la pasarela del Río La Larri
        Esta pasarela es también 
antesala de un gran llano en el que el ganado disfruta del mejor de los pastizales de la zona. Por aquí se ve más personal.
Llanos de La Larri
        Recorremos los 1,5 kilómetros que nos conducen hasta la Cascada de La Larri. Puede que no sea tan explosiva como la del Cinca, pero ¡qué espectáculo! Además, en un rincón donde el agua se pulveriza y refresca el ambiente (¡qué maravilla de rocío!), decidimos montar nuestra sofisticadísima taberna personal para degustar unos tristísimos minibocadillos, acompañados de unas, también tristes, piezas de fruta. ¡Buen banquete!
Un rincón en la Cascada de La Larri
        Finalizada la tarea, de nuevo recorremos, en dirección opuesta, los Llanos de La Larri hasta enlazar con la GR.11 e iniciar el descenso. Hemos elegido hacerlo por la senda de las Cascadas de La Larri o de La Grota, esta última caracterizada por el color rojizo de la roca. Es un bonito camino equipado con escalones y miradores desde donde admirar la fuerza del agua que en sus 200 metros de caída nos regala un auténtico espectáculo hídrico.
Cascada de La Grota
        Una vez salvado este bello tramo, cerramos esta especie de círculo regresando por la orilla de un río que pronto se une, en una especie de matrimonio, con el Cinca, un río cargado de belleza, bravura y, como no, de historia. Sí, historia en la que nosotros y nuestros recuerdos, también somos protagonistas.
        Hasta pronto

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