jueves, 21 de mayo de 2015

NERÍN - BARRANCO DE LA PARDINA - AÑÍSCLO

Día 17 de Mayo de 2015
Mañana ventolera en Zaragoza, sopla el cierzo en el valle, ni una nube en el cielo. la Facultad de Veterinaria está cerrada, a sus puertas unos cuantos esbarristas esperan que llegue el autobús que los traslade al Pirineo en busca de alguna de las sensaciones a que nos tienen acostumbrados. Hoy somos todos los que estamos, pero no estamos todos los que somos, algunos viajan en otra dirección camino de Compostela a darle al calcetín y saludar al santo, y no estaría de más que le rogaran un poco de perdón para este pobre pecador.
Camino del norte, ya con el sol despierto, vemos como el viento mece la mies, castigando su natural desarrollo. Al cereal le pasa lo que a nosotros, que tantos años sufriendo el cierzo, ya nos vamos acostumbrando a él.
Subido y bajado el Monrepós con sus interminables obras, recogemos en las puertas de Sabiñánigo al "boss" Lacadena y al Torrecilla. Microbús casi al completo, camino de Fiscal en donde, a la sombra de Peña Cancías, nos paramos a darle un par de la primeras alegrías al cuerpo, las seiguientes nos las proporciona la carretera que nos lleva hasta Nerín, pasando por Fanlo. Lola recuerda aquella noche que en una de sus tropecientas curvas, el autobús se averió y la aventura que pasaron hasta bien entrada la madrugada.
Arrancando por la pista.
Ya en tierra (no hace ni frío ni viento), nos despojamos de alguna prenda, aplicamos buena capa de crema protectora y guiados por el otro "boss", Julián, iniciamos la marcha.
Comenzamos por la pista que utiliza el autobús montañero para acercar a quienes quieren atacar el ascenso al Monte Perdido o alguna otra de las impresionantes cimas que lo rodean. Es buen terreno para charrar de los más variados temas (sin sobrealiento) y de echar un vistazo: abajo va quedando Nerín, mas allá asoman las casa de Fanlo y como no, una vez más la Peña Montañesa.
Pista senda y el "boss Richi"
Abandonamos la pista para atajar por senda, mas agradable de andar, que nos conduce en ligera subida por un terreno plagado de aliagas que en esta época se encuentra con la floración en todo su esplendor. 
No tardamos en alcanzar el cruce por el que se asciende al Mondoto (1940 m.). Lo dejamos a nuestra derecha, nosotros seguimos de frente hacia el Norte.
De nuevo encontramos la pista, algunos atajamos por sendero y otros prefieren morder el polvo de un camión que sube a buena marcha. ¿Adonde va? !qué sé yo!, nosotros a lo nuestro.

Entre erizón.

La senda que ahora discurre entre erizón, hace las delicias de quien va en pantalón corto.
Con más de seiscientos metros ascendidos, pronto adivinamos la zona de Cuello Arenas, no sin antes haber disfrutado de la panorámica que se nos abre ante nosotros: Las Tres Sorores (Cilindro de 3328m., Perdido de 3348m. y Soum de Ramond de 3254m.), Punta  Las Olas, collado  y pico de Añisclo, Las Tres Marías (Zuca Punchuda, Zuca Roncha y Zuca Plana), en fin todo un espectáculo previo a alcanzar el refugio de Cuello Arenas, en el que descansamos un rato y reconstituimos nuestras a células.
La expedición en Cuello Arenas.
Las Tres Sorores.
Esplendor en la yerba, genciana.
Hacia el barranco.
¿Que se le puede pedir más a la montaña?. Grandes cimas; bello entorno en el que a estas alturas, las flores cobran el protagonismo que merecen; un día de lo más espectacular que se puede elegir; y como no, la más agradable compañía que en estos momentos puedas disfrutar, "ya buscaremos otra para otros ratos".
Nos untamos una segunda capa de crema protectora, el sol amenaza con acabar con nuestra dermis y no se trata de eso, bastante tenemos con el castigo de la "campaña electoral" en la que nos encontramos inmersos. Ya en pie, iniciamos el descenso que promete ser entretenido.
Comienza el descenso.
Se trata del barranco de la Pardina que en poco tiempo nos dejará más de ochocientos metros por debajo y con las piernas temblando.
La primera parte es zona de roca, más propia de andar por los sarrios que vemos, que por nosotros No obstante, poco a poco, metro a metro y con mucha prudencia, vamos descendiendo entre paredes.
De vez en cuando, cruzamos el fondo del barranco con muy poco caudal, aunque sí alguna que otra charca. En una de ellas, encontramos un tritón, quieto, muy quieto, como queriendo colaborar a que las fotos que le tiramos no salgan movidas, ¡vaya bichos!.
Quien fuera sarrio.
Tritón.
Probando las tabas.
Se trata del tritón pirenaico (Euproctus asper), especie endémica de los Pirineos, donde vive en los arroyos y lagos de alta montaña. Cuando hace calor, como hoy, estiva dentro del agua, pues no soporta de forma continua temperaturas muy elevadas.
Una vez contemplado el animal, seguimos el descenso, la vegetación se torna cada vez más espesa, pinos, abetos, hayas, boj... Este último hace las veces de agarradero, el terreno de fina gravilla se ha puesto muy empinado y resbaladizo y no viene de nada mal agarrarse a sus firmes troncos, especialmente un servidor que anda con el "hombro congelado"
¡Vaya bajadica!
Penosa bajada, agravada, más si cabe, por el concierto que las "voces cantoras de Esbarre" nos ofrecen (¿será por aquello de que "quien canta su mal espanta"?). Una vez finalizada la actuación, ya interpretado el "allegro" (cuarto movimiento), se escucha otro tipo de música, esta vez interpretada por pájaros, árboles movidos por el viento y el agua del río Bellos al que ya nos aproximamos.
Así es, el barranco de La Pardina desemboca en uno de los cañones más impresionantes de los Pirineos: "el Valle de Añisclo".


Río Bellos a su paso por La Ripareta.
La fuerza del Bellos.
Estamos en la zona denominada "La Ripareta", bello rincón donde los haya en el que vale la pena quedarse a contemplar la fuerza que ejerce el río sobre la roca caliza dibujando sobre esta, variadas formas: gradas, toboganes, pozas, etc. Y si cierras los ojos, te sientes transportado hacia lugares paradisiacos solo vistos en algún que otro documental.
Pero no cabe cerrarlos mucho tiempo, porque es el sitio elegido para sacar de la mochila las últimas provisiones que alimenten nuestros interiores. Un par de botas de vino que alguien ha traído, acompañan a los bocadillos. Dicen que en altura, el vino gana graduación, el de Javier ha debido subir al Aneto, porque, ¡leches, como quema!.
Caprichos del agua.
Pero todo lo bueno se acaba, hay que moverse, nos queda un rato de camino y no es cosa de dormirse en los laureles.
Cargadas las mochilas sobre el dorso de nuestros seres, reincidamos la marcha por la margen derecha del Bellos, lo que nos permite asomarnos de vez en cuando a observar su discurrir, sus cascadas, las de los barrancos que en él desembocan, alimentados por los Sestrales.
Las paredes del Mondoto y la espesura del bosque, compuesto principalmente por hayas, abetos y boj,  nos protege del fuerte sol que en estas fechas, dispara sus rayos con mala fe.
Ejemplar de haya.
Agua en la sombra.
Pronto estamos a la altura del río, el ritmo que llevamos es casi tan rápido como el de sus aguas: Un puente nos coloca en la orilla contraria, se va viendo gente que pasea por este precioso camino, lo que nos indica que ya no estamos lejos del final. Así es, la ermita de San Úrbez lo confirma.
Todos los años durante el martes de Pentecostés, el 1 de mayo, el 14 de septiembre y el 15 de diciembre, los lugareños y visitantes salen en procesión en petición de lluvia.
Del santo, cuentan, que nació en Burdeos hacia el año 702. que fue capturado y esclavizado primero por los gallegos y luego por los moros (ya estamos). 
Interior se San Úrbez
Son varios los lugares donde se cree que vivió: en una cueva del Cañón de Añisclo, donde actualmente se ubica esta ermita en su honor, en Albella y la Guarguera donde trabajó como pastor y en el Monasterio de San Martín de Val d’Onsera donde se ordenó sacerdote. Sus últimos años los pasó retirado en otra cueva, la de Arial, en las cercanías de Nocito, hasta morir a la nada despreciable edad de 100 años (todo un chaval).
Ermita de San Úrbez.
La ermita se encuentra encastrada en una imponente pared rocosa y encuadrada dentro del selecto grupo de ermitas rupestres.

De planta rectangular se abre con una puerta en arco de medio punto sobre jambas. 
El altar conserva la gran losa que, según la leyenda, es la misma que sirvió de lecho al santo, así como una hornacina presidida por la talla moderna de un joven San Úrbez con su rebaño. Considerado como “abogado del agua”, San Úrbez cuenta con una de las veneraciones más sólidas del Alto Aragón, extendiéndose por todo el Sobrarbe hasta el valle de Nocito, en la Sierra de Guara.
Entre nosotros, creo que no figura ningún anacoreta, por lo que continuamos el camino.
Puente de San Úrbez.

Pronto estamos cruzando el nuevo puente de San Úrbez, el medieval queda por debajo de este, me asomo a contemplarlo una vez más  y no es el santo quien lo cruza, son Lola y Luís, amantes de esos lugares en que se aprecian vivos ejemplos de la historia.
Una pequeña cuesta, nos deja en el abarrotado parking en el que nos espera nuestro acogedor microbús.
Una vez acicalados, nos montamos en el vehículo con la esperanza de parar en algún sitio a tomar la clásica cerveza, pero ¡hoy no toca!, el conductor va con el tiempo justo que le permite la normativa de circulación, ¡que le vamos a hacer!.
El regreso, lo realizamos por la misma carretera por la que hemos llegado por la mañana, o sea que de dormir "nada de nada", salvo que quieras dar con la cabeza en la ventanilla o en la testa de tu acompañante. Ya vendrán las rectas y cerrarás los ojos y soñarás. Soñarás con un día plagado de bellos y espectaculares rincones, con sarrios y tritones, con pozas y cascadas, con hayas. con el cantar de  los pájaros y..., "el coro" te despertará y volverás a la realidad: "Estamos en Zaragoza, sopla el cierzo, hay que sacar la chaqueta que no hemos usado en el alto del Pirineo porque hace un frío que j...
Hasta pronto.

Si quieres ver más fotos, haz clic aquí.
Y los datos y track para GPS, están aquí.

lunes, 11 de mayo de 2015

DÍAS DE INDEPENDENCIA POR EL MONTE (En buena compañía)

  Un año más y van...(ni me acuerdo), nos vamos al monte un grupo de viejos conocidos (que no, conocidos viejos). 
   Hace mucho tiempo, por eso de cuidar la espalda, nos unió movernos como peces en el agua en la piscina, bueno, también nos unieron algunas cañas. Al cabo de todos estos años, algunos hemos ido dejando tan saludable actividad, la de nadar que no "las cañas" y, mucho menos, la de pasar un fin de semana (+IVA) compartiendo paseos, charradas y, como no, "algunas cañas".
Peña Montañesa desde la puerta de la Iglesia de Santiago.
   Ceresa hace las veces de campo base de el sexteto.
   Esta pequeña aldea se eleva a 900 m. de altitud, mirando hacia arriba, con mucha gallardía, a las Peñas Solana y Montañesa. 
   El caserío se encuentra muy agrupado y renovado, no pudiendo distinguir apenas ejemplos sobresalientes de la arquitectura del lugar, por lo menos en lo que se refiere a sus ejemplos se carácter civil, aunque sí hallamos buenos monumentos religiosos, como la iglesia de Santiago, ejemplo del gótico aragonés de los siglos XVI al XVII.
Restos de San Pelay.
   Aunque sin lugar a dudas y aunque no lo visitamos, me informo de que el templo más relevante de Ceresa es la cercana ermita de San Pelay. "De estilo románico lombardo, fue construida en el siglo XII en sillarejo bien aparejado. Aún se aprecia su planta rectangular de una sola nave y ábside semicircular. Del ábside, orientado al este, se conservan restos de la decoración arquitectónica externa. Hay una lesena, y en su extremo, un arquillo ciego. Es probable que contenga una cripta cegada. Se mantiene en pie una parte del hastial de poniente. Parte de sus piedras se utilizaron para hacer la escuela de Ceresa hacia 1930".
   Es la tarde del 30 de Abril, tomamos posesión de la casa, damos un paseo, cenamos, charramos y a "ñoñón". Antes hemos estado negociando la hora de "diana", y aunque a alguna no le gusta madrugar, ante la previsión de lluvia, les convenzo de que ¡a las ocho, desayuno!.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

La Mora.
   Primero de Mayo. Vamos a pasarlo por todo lo alto, tiraremos hacia el Ibón de Plan o, mejor dicho, a la Basa de la Mora.
   “Si ye que i puyas bela maitinada de San Chuan ta ibón y no la bieses habrás de pensare en laba-te l´anima… solo es güellos limpios, pueden viere a la prinzesa mora de las cumbres”.
   Todavía, algunos abuelos, en chistabín, cuentan esta historia a sus nietos.


Paco, Encarna, Maite, Narciso, Conchita y un servidor en la "Basa de la Mora"
   Dicen las leyendas que una mujer musulmana, llego aquí huyendo de las luchas entre moros y cristianos, según parece se perdió y su alma quedó atrapada para siempre en el ibón.
En la noche de San Juan, aflora sobre sus aguas, la figura de la mora que inicia una danza mágica, armoniosa. Y los que la han visto dicen que va vestida con serpientes de todos los colores enroscadas por todo su cuerpo, adornado de brillantes joyas. Todo el mundo no la puede ver, sólo las personas buenas que tengan el espíritu honrado, sin pecados y la mirada limpia. Nosotros debemos ser gentes de pecado y tampoco es la noche de San Juan, solo vemos algún tronco que otro y, lo aseguro, no se parece a la mora.
¡Ya voyyyyyy!
   Como algunos miembros de la pandilla no están muy acostumbrados a darle a la bota cuesta arriba y el cielo esta amenazante, cogemos la pista en Saravillo y, con los coches, hacemos mitad de camino.
   No ha habido zona de calentamiento, en las primeras cuestas todo el oxígeno es poco para alguien. Aseguro que la tozudez no es patrimonio únicamente de los aragoneses, porque ese alguien no lo es y se recupera "por narices".
Conchi en cabeza.
   Paralela a la senda (GR-15), están abriendo, no sé si una pista, cortafuegos o qué. El tema es que da algo de pena ver tanto destrozo, pero supongo que habrá alguna razón en medio de tantas sinrazones.
   La senda es cómoda, tan solo en algún tramo hay que subir la garra un poco más de la cuenta.
   Se abre una pradera en la que algunos mojones nos indican el camino a seguir y bajo una pequeña llovizna llegamos al refugio de Lavasar, al que algunos han llegado en vehículos.
Maite, buscando...
   Un pequeño descanso con chuches incluidas e iniciamos el descenso hacia el ibón por un bonito bosque de abetos. Frente a nosotros van apareciendo las faldas de las Peñas Mediodía, Las Once, Las Diez, y digo faldas, porque sus cimas son abrazadas con mucho cariño por las nubes.
El deshielo, va formando pequeñas balsas, regueros, arroyos..., la tierra está preparándose para la explosión de la naturaleza, próxima a caer.

La Basa de la Mora.
   Allí está, hemos llegado a la Basa de la Mora, uno de estos paisajes en los que reina el silencio y atrae nuestros sentidos, disfrutando a cámara lenta su magnitud. Si se pudiera confeccionar un mapa del paraíso con pequeños trozos de los lugares en que hemos estado, este sería, sin dudarlo, uno de ellos.
   A nuestra llegada, recuerdo y lo cuento una vez más, aquella vez que nuestro perro Atos, arrambló un buen paquete de lomo embuchado a unos zagales y...¡uhmm!.
   El agua cristalina,  el verde que apenas cubre la piel desnuda de la montaña y la nieve resistiendo a abandonarla, le dejan a uno sin aliento (hay quien ha subido ya sin él).
Buscando la otra orilla.
   Llueve ligeramente, damos un paseo hasta la otra orilla, el cielo nos da una tregua y sentados en un tronco, con la vista puesta en la Peña La Una, sacamos los bocadillos de las mochilas y comemos en tan impresionante restaurante, que no tiene ningún tenedor, tiene magia.
Ya descansados, damos media vuelta. La mora no ha emergido de la Basa para deleitarnos con sus danzas y su vestido de serpientes, pero todos la hemos imaginado, hemos echado la vista al centro del lago por ver si salía y, aunque solo sea con la imaginación, la hemos visto. De eso se trata.

Restaurante La Basa.
Ya van saliendo.
   Algunas flores comienza a asomar en el prado. El regreso es más llevadero y las garras ya se han acostumbrado a dar más de un paso por las cuestas, por lo que la bajada se hace con más alegría que la subida. A nuestro paso, de nuevo por el refugio, se ve más animación (y más coches), y es que esto de las pistas no va mal para quienes quieren disfrutar de tan bello paraje sin esfuerzos.
   Llegamos al punto de inicio y por descargar de peso al "haiga" de Narciso, yo sigo a pie hasta Saravillo en donde me esperan con unas cañas en la mano.
Dejo un pequeño detalle técnico  de la excursión aquí: haz clic.
Chistau.
  Ya rehabilitados de tan "tremendo esfuerzo", con los vehículos nos vamos aguas arriba del río Cinqueta, hacia uno de esos valles que también incluiría en aquel mapa del paraíso que arriba soñaba. Su pasado, sus montañas sus pueblos y sus gentes, te atraen con su bello magnetismo.
   Tras parar en el puente de Los Pecadores, subimos hasta Chistén (Gistaín), uno de los pueblos más altos del Pirineo, de majestuosas vistas, que da nombre a la Bal de Chistau (valle de Gistaín). Se sabe de su existencia en época visigoda, siendo en tiempos del Rey Recaredo (586-601) una de las cuatro Cecas de Aragón (asentamientos donde se fabricaba moneda).
Torre de la iglesia de S. Vicente Martir.
   Chistén ha sido tradicionalmente un pueblo de pastores pero ha tenido otras actividades económicas importantes como las minas de hierro (siglo XIV), la exportación de madera de sus bosques o el contrabando con Francia a través de los pasos de alta montaña (actividad que responde al concepto de un Pirineo sin fronteras y a la estrecha relación con los vecinos valles franceses). Una fuerte despoblación de todos los pueblos del valle se produjo a mediados del siglo pasado, hoy el turismo se ha sumado a los viejos oficios. Entramos en un taller dedicado a la artesanía de la madera, en el que adquirimos unos cuantos utensilios construidos con boj.
   Con ¡gran esfuerzo!, subimos por las calles del pueblo que se escalona armónicamente en la ladera. Desde sus miradores tenemos una espectacular panorámica del valle y, si no hubiera nubes, del macizo de Cotiella. Presenta las características de los núcleos pirenaicos: construcción con gruesos cantos rodados y mampostería, inclinados tejados con faldones bajo los cuales se establecen las balconadas y portalones con tejadillo que dan paso al patio o corral de la casa. Tres hermosas torres de planta cuadrada se levantan entre las viviendas; una pertenece a la iglesia de San Vicente Martir (S. XVI al XVIII) con su campana a punto de caer, las otras dos son civiles, torreones defensivos del siglo XVI símbolo de las casas fuertes (Tardán y Arrín).
   Vuelta a Ceresa y, como ayer, a cenar, a charrar y "a ñoñon". Zzzzzzzzzzzzz
En la favela de Ceresa.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hay quien lleva porteador.

   En la mañana siguiente, día dos de Mayo, día de la independencia, las previsiones meteorológicas, nos aconsejan no realizar grandes aventuras, así que decidimos acercarnos al Chorro y Fuente de Los Fornos.
Tras meternos en el cuerpo un buen desayuno, nos vamos, aguas arriba del Cinca, hasta Lafortunada. Un desvío nos lleva hasta el cercano caserío de Badaín.


Caballo a las puertas de la iglesia.
Una única calle, casi sin querer, nos deja en su iglesia de origen románico. Probablemente edificada avanzado el S XII. En sus puertas, un par de caballos pacen tranquilamente de la hierba que rodea el templo. Como no la visitamos, cosa que hicimos en otra ocasión, me documento:
"El templo, orientado, contó en origen con un ábside principal y dos absidiolos laterales formando una cabecera trebolada, al modo de San Juan de Toledo de La Nata, o Monflorite.
Iglesia de Badaín.
   Las obras realizadas, eliminaron el ábside principal, sustituyéndolo por una cabecera plana cubierta por medio cañón apuntado. En el muro sur, abre el absidiolo correspondiente. Es cilíndrico y cubre con cuarto de esfera de piedra toba. Cuenta con pequeño ventanal central. No se manifiesta al exterior del templo. Poco por detrás de él, hay una hornacina, que no es sino el resto de la puerta de acceso al templo 
Frente a este absidiolo, en el muro norte, queda la señal en el mismo del arco de embocadura del absidiolo norte. La nave, desproporcionada en altura con respecto a lo que resta del templo original, cubre con bóveda de crucería y posee coro alto a los pies
Frente a la actual puerta de entrada y en una capilla asimismo cubierta con bóveda de crucería, se halla la pila bautismal. Es de tosca hechura, poco desbastada al exterior e irregular en su base. Todos estos datos apuntan a que fuera un baptisterio utilizado para ritos de inmersión, es decir, que se hallase todo él bajo el nivel del suelo, para poder entrar a pie llano en su interior y purificarse". 
   "¿Ha quedado bien?" En una de sus estancias se ha habilitado un albergue.
   Unas aldeanas nos preguntan, bueno, nos afirman -¡al chorro ¿no?- Contestamos- sí señora, ¡al chorro!-. Y nada, cogemos la senda que sale en dirección SE., no llueve.

Puente de madera.
   De momento caminamos por la margen derecha del río Irués, que se oye discurrir allá abajo y que en algún momento conseguimos divisar.
   Árboles com el haya y el roble nos muestran la nobleza de sus entrañas y el boj adorna sus troncos como no lo haría ningún florista.
   Se nota que el personal anda más suelto que ayer, el camino es agradable y las tabas andan más lubricadas. 
   No tardamos en salvar el Barranco Barana por un puente de madera en el que alguna de sus tablas está pidiendo a gritos su reemplazo. ¡Resiste, puente, resiste!
Yo, también lo crucé.
   Un par de barrancos más, el de Caragol y el de San Vicien, secos ellos y sin puentes, no son obstáculo para seguir nuestro camino.
   La senda se va cubriendo por la espesa vegetación, de un color verde propio de las fechas, el río va sonando cada vez más cerca y con más ritmo. Efectivamente allí está, un puente, esta vez metálico, nos lleva a su margen izquierda.      Las aguas del Irues bajan con fuerza, la temperatura es alta el deshielo alimenta los cauces de los ríos de la montaña para que alimenten la vida aquí y en el llano. Habrá que cuidarlos ¿no?.

¡Allá van sus aguas!.
Bajo las hayas.
   Nada más cruzar el puente, la senda gira lentamente hacia el Este y fuertemente "p´arriba", pero como decía, se nota que el personal viene más rodado (y bien desayunado).
   Entre hayas, el camino vuelve a retomar cierta horizontalidad, el suelo todavía mantiene la alfombra del pasado otoño, las hojas lo cubren en su totalidad.
   No tardamos en escuchar un fuerte ruido, ¿son los tambores del Bajo Aragón?, ¿es una tormenta?, ¡no!, estamos llegando a la Fuen de Fornos. Así es, de entre las rocas salen grandes cantidades de agua que suelta el macizo de Cotiella a través de varias simas, generando este maravilloso espectáculo.
Fuen de Fornos.
Añadir leyenda
   Sacamos las cámaras fotográficas y las disparamos como si se tratara de colt de Jonh Wayne (por aquí también andan indios). Pero no hay fotografía que pueda captar las sensaciones que se sienten en sitios tan espectaculares como en esta surgencia. 
   Pero aquí no se acaban las emociones. Seguimos la senda, aguas arriba, en un sube y baja continuo.
   La cercanía del río, provoca que pequeños barrancos hayan descarnado el sendero en algunos puntos, lo que dificulta su paso que realizamos con extrema precaución. 
Equipo médico y marido asustado.
Todo esto no es óbice para que Encarna se empeñe en tirar por la calle d´en medio, cuesta abajo, en dirección al río y como debe ser: ¡con la cara de frente!. ¡Vaya susto!. Nada, unos pequeños roces en su faz y alguna extremidad, que los servicios médicos de la expedición rápidamente tratan. ¡Que gente tan dura!, se nota que han hecho natación terapéutica.
   Ya con las pulsaciones a ralentí, reanudamos la marcha en la que pasamos algún barranco más.
   El valle se va encañonando, de nuevo se oye aquel ruido estruendoso de antes: "el sonido del agua".
Hemos llegado a "O Churro Fornos" (Chorro de Fornos).
O Churro Fornos
Añadir leyenda
   En otra ocasión, hace años, cuando visitamos este atractivo o atrayente lugar, cruzamos el río para ver las diferentes cascadas que se precipitan desde las rocas superiores, pero hoy es imposible, el caudal es importante. De nuevo recorremos los poco accesibles rincones del lugar por divisar un poco más de belleza si cabe.
    Cargados de energía y asombro, iniciamos el regreso, comienza a llover ligeramente, lo suficiente como para humedecer el suelo y andar con precaución, además noto en alguna de las caras, principalmente en quien, a la ida ha medido el suelo, cierto grado de acoj...
   Una cerveza en Laspuña, da por concluida esta mañana, nada exigente en sus desniveles, pero sí en sentir grandes sensaciones y disfrutar de la visión (y audición) de tanta agua manando de la tierra.
   Dejo (haciendo clic aquí), unos pocos detalles técnicos del paseo.
   Es buena hora, gotea y decidimos comer en el "campo base", en Ceresa, parece que alguien necesita una siesta.
   La dormida ha sido respetable, pero como la luz del día, mejor dicho la tarde, alarga, nos vamos a los miradores de Revilla. Hasta llegar, la carretera pone a prueba la pericia de los conductores-as.
   No hace ni una semana que Maite y yo estuvimos por aquí, cuando subimos a Gurrundué, pero dejamos este bello tramo por si decidíamos hacerlo hoy.
Ermita de San Lorién.
   El sendero esta concurrido y mojado, durante la siesta ha caído un buen chaparrón y se nota por aquí. Paramos a ver lo que debió ser la ermita de San Lorién (Lorenzo). No sabemos como sería el techo de la nave ya que no queda el más mínimo testigo de este. Se encuentra adosada a la pared del acantilado lo que origina que ésta forme parte del edificio. En ella, cerca de lo que debió haber sido el muro de los pies, se encuentran numerosas inscripciones epigráficas e iconográficas de carácter muy variado. Mayoritariamente, se trata de incisiones lineales entrecruzadas formando cruces, fechas, etc.
Asoma Escuaín.
   Pronto llegamos a la zona de los miradores, muy concurridos estos de gente con sus cámaras y trípodes a la busca de quebrantahuesos y otras aves.
   Enfrente divisamos las casas de Escuaín, que da nombre a las impresionantes gargantas que tenemos debajo y que da vértigo mirarlas.
   Estamos en las confluencias del barranco Angones y río Yaga, asombrados de como el trabajo del agua en la roca, crea rincones de tan  sorprendente belleza.
Gargantas de Escuaín.
El río Yaga.

   Regresamos a los coches, el parking esta repleto de gente, el gato de la semana pasada, sigue morando este lugar. Unos madrileños que celebran la fiesta de su comunidad, nos cuentan que han subido a Gurrundué y les ha costado mucho sufrimiento por la lluvia y además, arriba, estaba todo cubierto.
   Bajamos a Escalona a "recuperar los electrolitos" no gastados con unas frescas birras.
   Ya en Ceresa, lo de todos los días: cena, charrada y...zzzzzzzzz

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Interior de San Beturián, antes de la restauración.
   El día siguiente, tres de mayo, recogemos el campamento y nos vamos a visitar el Monasterio de San Beturián (Victorián). Hay quien ha amanecido con unos enanitos cargados de flechas en los cuádriceps y se encuentra como para bajar los bordillos de espaldas (a eso le llaman agujetas).
   A los pies de la Peña Montañesa, en su cara sur dominando el Sobrarbe, se encuentra este Monasterio que, según nos cuenta el guía, puede que sea el más antiguo del país.
   Nos explica (el guía) un poco de la historia del santo a que está dedicado y nos sitúa en el tiempo: siglo VI. 
Interior, hoy.
   En Italia, hay un personaje extraordinario: San Benito de Nursia, el padre del monacato en Occidente, razón por la cual se le considera hoy el patrón de Europa. Parece (aunque aquí nos moveremos, como tantas veces, en ese territorio que hay entre la historia y la leyenda) que Victorián fue un monje compañero y discípulo suyo, que de Italia pasó a Francia y de allí a España, donde se cuenta que fundó un monasterio en el barranco de Vadiello. 
Escudo
   Cuentan que su fama fue tal que fue elegido abad del monasterio de San Martín de Asán, donde. Allí moriría en el año 561, y allí se veneraron sus reliquias.
   En fin, que en esto estaban cuando se produjo la invasión musulmana, a partir del 711. Algunos cristianos huyeron hacia el Pirineo, pero los musulmanes permitieron quedarse a los que quisieron. 
   Mientras, en el norte del actual Aragón fueron naciendo tres pequeños condados que poco a poco se fueron organizando: Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Y fue precisamente allí donde, según cuenta la tradición, se fueron los monjes con las reliquias de San Victorián a fundar un nuevo monasterio que se convertiría en el más importante del condado y panteón de los míticos reyes de Sobrarbe.
   Los primeros documentos que hablan del monasterio son del siglo XI. 
Sillería del monasterio en Boltaña.
   Las construcciones que se pueden ver actualmente son de los siglos XVI al XVIII, cuando el abad consigue el apoyo de Felipe V para unas obras en las que destaca la iglesia barroca:
   A aquella iglesia, que fue desmantelada por la diócesis de Barbastro a mediados del siglo XX, pertenecía un magnífico retablo con pinturas de fines del siglo XV y principios del XVI pero con mazonería (la arquitectura del retablo, por decirlo de alguna manera) barroca, que actualmente está en la catedral de Barbastro, adonde fue llevado en 1952 (menos mal que no fue a Lleida).
   En cuanto a la magnífica sillería del coro, está ahora en la iglesia de Boltaña. Esperemos que todo esto, regrese alguna vez al monasterio, que es su lugar.
   En 1835, después de la Desamortización, el monasterio paso a manos privadas. El edificio se fue arruinando pero lo ha comprado el Gobierno de Aragón y desde los años noventa se han llevado a cabo diversas campañas de restauración (que continúan en este momento).
La cesta y "viejos comensales"
   Y nada, como tenemos reservada mesa en Labuerda, regresamos a todo tren en dirección al mantel, que pronto lo tenemos tan lleno como, después, nuestro aparato digestivo.
   Y con la tristeza de que se termina este fin de semana en el que no se han batido records de ascensos ni descensos, ni ha caído ninguna marca alpina. Eso sí, lo hemos pasado fenomenal con estos compañeros, cuya amistad la piscina unió y la naturaleza los mantiene vivos.
   El año que viene ¡la décima!, a ver si podemos reenganchar a los desenganchados.
   Hasta pronto.

Todas las fotos, las puedes ver y descargar, haciendo clic aquí.