sábado, 15 de mayo de 2021

SIPÁN - LA ALMUNIA DEL ROMERAL - LOS MOLINOS (circular)

Día 9 de mayo de 2021
Sipán
        Dejamos el mundo vertical del Mascún, para bajar a un lugar en el que Guara deja de ser protagonista para tornarse en bella estampa.
       Recuperados (casi) del tute de ayer, nos reencontramos con las gentes del "CAI Nordic Walking", por aquello de compartir una mañana que, seguro, será de buen rollo.
        Maite y yo, para evitar regresar en el día de ayer a Zaragoza y volver a estas tierras de la Hoya de Huesca, hemos hecho noche en un pueblo de la zona, por lo que a la hora de la cita estamos en el punto indicado.
        En la entrada de Sipán, nos reunimos cerca de cuarenta almas que hemos acudido con bugas particulares, convencidos de que durante toda la jornada debemos mantener las recomendaciones sanitarias anti-Covid.
        Sipán, que formó parte de la Abadía de Montearagón, se sitúa en lo alto de una vaguada que forma el río Guatizalema, protagonista de una buena parte de la ruta de hoy. Al llegar a la población, observamos que sobre sus casas, se eleva la torre de la iglesia dedicada a María Magdalena (María de Magdala), cuya construcción data del siglo XVI.
Iglesia de María Magdalena
Primeros pasos
        Abandonamos Sipán por el oeste de la villa, para tomar la "ruta 7 de los caminos de Barbastro", camino perfectamente señalizado, que discurre entre carrascas, almendros, olivos y campos  que el mes de mayo los ha vestido de un bello verde que la mies, con su paleta, ha pintado. No tardará llegar junio y será el oro, el tono que protagonizará esta estampa. Pero no crece el cereal en soledad, le acompaña, con su vestido de rojo carmesí, moviéndose con el viento, luciendo coqueto, silvestre y bello, el ababol (amapola en Aragón), rindiendo culto al cielo para ver llegar las nubes que, cada vez más cerca, amenazan con lavar el rostro de mies, flores y caminantes.
Ababoles
La Almunia del Romeral
        El nulo desnivel de la marcha anima a establecer charradas de unos y otras: ––"que si me voy a jubilar, que si yo ya estoy: que si te han vacunado, que si te han puesto la Janssen, o la Pfizer, que si la Astra o la Moderna, que si la Sputnik llegará..."–– ¡rediós!, lo que hemos aprendido en un año.
        A nuestra derecha, por estar más bajos, divisamos algunos pueblos de la Hoya de Huesca como Loscertales, Coscullano, Aguas, etc. Delante, al norte, bajo las moles del Tozal de Guara y el Fragineto, se asienta Santa Eulalia la Mayor y "La Almunia del Romeral", pequeño núcleo que espera nuestra llegada.
        Pero antes de tomar la plaza, hemos de visitar, mamar, fotografiar, adorar a uno de los ríos más atractivos de nuestra geografía: el Guatizalema, río que, junto con la lluvia, va a protagonizar el resto de la ruta. 
Fragineto, Mondinero y Tozal de Guara
Río Guatizalema
        Ya adelanté en otra ocasión, que el nombre del Guatizalema deriva del árabe guadix (río) y alam (tranquilo), aunque otras fuentes dicen que lo hace también del árabe wàdì salama (río de los Salama),  ya que a finales del siglo VIII, Huesca pertenecía a la poderosa y conocida familia árabe de los Banū Salama, quienes bautizaron a este río con el nombre de su propio linaje (cada cual se quede con la versión que más apetezca). El Guatizalema nace en la Sierra de Aineto, en la zona conocida como El Paular, a 1.370 metros de altitud. Tras atravesar la Sierra de Guara y la Sierra de La Gabardiella entra en tierra de barrancos formados por el Monte de La Ronera al Este y la zona de los Mallos al Oeste. El agua recogida en esta zona es aprovechada más adelante para llenar el Embalse de Vadiello. A partir de aquí, se encañona hasta La Almunia del Romeral, haciéndose su topografía paulatinamente menos abrupta hasta llegar a las llanuras de la Hoya de Huesca y desembocar finalmente en el río Alcanadre. 
Con Javier, en el salto.
Maite, en un remanso del río
El río embravecido
        Antes de la construcción del embalse de Vadiello los pueblos beneficiarios de las aguas del Guatizalema lo llamaban "matapanizos", porque lo disfrutaban solamente a medias, ya que se quedaba sin agua cuando más falta hacía.
        Lecciones aparte, admiramos su rostro embravecido en forma de cascada y toboganes recién salidos del embalse de Vadiello, así como el otro, el rostro manso en el que se reflejan las nubes que, aunque ligeramente, comienzan a soltar algunas gotas. 
        Uno a uno, cruzamos un túnel construido, creo, para dar paso a una canalización, y acceder a unas fotográficas pozas.
El túnel
Saludos desde "la pasarela"
Iglesia de Santo Domingo
        Definitivamente, tras cruzar una pasarela, como tropa de asalto, tomamos la plaza de La Almunia del Romeral. 
        Son varias las poblaciones que adoptan el nombre de almunia, no solo en Aragón sino también en el resto del país, cuyo término deriva del árabe hispano almúnya (huerto o granja). Esta Almunia, la del Romeral, emerge sobre el cauce del Guatizalema y se abraza con pasión a las faldas de Guara, mostrando la torre de su iglesia, de estilo barroco, dedicada a Santo Domingo.
        Es un buen momento para realizar un inmerecido descanso. Caen unas pequeñas gotas, pero no empañan el buen ambiente que reina entre estos buenos mozos y mozas. Incluso, el de Huesca nos obsequia con una pastas dulces que hacen las delicias del personal.
La tropa de asalto
Abandonamos La Almunia del Romeral
        Son las once, las campanas de Santo Domingo tocan a misa; algunos lugareños de los pocos habitantes de la población, van a cumplir con su devoción, no sin sorprenderse por lo animado de la plaza.
        Con un cielo que se va oscureciendo por momentos, abandonamos La Almunia del Romeral, recorriendo algunas sendas que se pierden entre el trigo y la cebada.
        Llueve, ahora sí, ahora es cuando el personal nos protegemos del agua con los diversos medios que cada cual luce (paraguas, capas, chubasqueros, piel...). No cae fuerte, incluso parece alegre la lluvia cuando baña la mies. A lo lejos, el cielo, ahora oscuro, parece clarear. 
Llueve
        Por un momento dudamos en acortar la ruta, pero los angelicos dejan de hacer pipí y descendemos hasta el pequeño núcleo de Los Molinos. Cuentan que ya solo vive una familia, aunque sigue funcionando una antigua almazara de aceite, actualizada con los cambios necesarios para continuar con el proceso tradicional de molienda en frío para la extracción del aceite de la oliva. Pero por pequeño, Los Molinos, en época pasada no fue menos productivo, pues se aprovechaba el caudal de Guatizalema para el suministro necesario de energía para el funcionamiento de varias actividades que aquí se desarrollaban (batanes, molinos harinero y aceitero, tintorería y una central eléctrica) dotando a Los Molinos de una actividad de carácter industrial y artesano, bastante avanzado para su época. Aún ahora, cuando pasamos ante casas, como la de Mairal, se siente el esplendor de su pasado. 
Puerta en una casa de Los Molinos
Puente de Sipán
        Tras una pequeña visita al pueblo, reanudamos la marcha sin alejarnos mucho del Guatizalema pues, en unos minutos, debemos de cruzar el Puente  de Sipán, construcción de origen medieval de arco apuntado y perfil de lomo de asno, del que dicen data del siglo XIII. Foto desde aquí, otra desde allá, una más sobre él, y una última de grupo, para terminar recorriendo el último tramo que nos devuelve a Sipán.
        Ni la lluvia, esta de mayo, de la que la mies echa un último trago; ni tan solo el Guatizalema, con sus tramos bravíos y  otros mansos; ni tampoco almazaras y puentes; ni carrasca ni olivo, ni ababol de rojo carmesí..., tras algún tiempo, el volver a compartir una mañana caminera con estas gentes marchadoras (y marchosas), ha completado un hermoso fin de semana. 
Escampará
     Tan solo queda que escampe, que vayamos comiendo terreno al virus y que esos descerebrados que gustan más de las juergas que de la vida, entren en razón y, aunque solo sea un poco, piensen que el mundo existe más allá de sus narices.
     Hasta pronto
Datos técnicos:
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miércoles, 12 de mayo de 2021

RODELLAR-SALTADOR DE LAS LAÑAS (Circular por las fajas del Mascún)

Día 8 de Mayo de 2021
Rodellar
        Cuando marzo mayea... "mayo agostea". Hoy madrugamos más que de costumbre, se predice una jornada calentita por dos razones: la climatológica y la ruta en sí.  
        Viajamos de un tirón hasta Rodellar, pequeño, pero coqueto pueblo, que se alza sobre las paredes del río Mascún, río que protagonizará la ruta circular que en esta ocasión realizamos Maite y un servidor, sin más compañía que la ilusión y gratitud de que, a nuestras edades, podamos seguir dándole al calcetín por estas y otras tierras.
        Tras el intento fallido de tomar un café y aliviar vejigas viajeras, comenzamos a caminar por el sendero que, desde el mismo parking, conduce hacia Cheto y Letosa. Tradicionalmente llaman a este tramo  "Camino de la Montaña", artesanalmente flanqueado por muros de piedra seca, Los agricultores, levantaban estos muros con el fin de evitar que los rebaños accedieran a sus campos.
Por el "Camino de la Montaña"
Ermita de la Virgen del Castillo
        Este camino, cargado de historia, asciende, poco a poco, entre encinas, hasta Cheto, pequeña aldea con tan solo dos viviendas, en la que, cuenta la historia que en su camino de Lleida a Zaragoza, realizaba una parada el duque Lluques Cheto XII, par dar reposo a sus caballos y como la posada estaba cerrada, como nosotros,  ni tomaba café ni... (esto es de mi cosecha).
        Seguimos caminando, siempre en ascenso, por lo alto de la margen izquierda del Barranco de la Virgen. Un vistazo hacia atrás, nos descubre, colgada de una roca, la ermita de la Virgen del Castillo, pero nuestro camino apunta hacia delante. 
        Por un instante descendemos hasta cruzar el barranco para, volver a subir. Poco a poco, las encinas van dando paso a una vegetación más baja en la que abundan el enebro, sabina, espliego, tomillo, boj, etc. y una variada alfombra de flores que nos animan a seguir tirando "p´arriba".
Barranco de la Virgen
El Mascún
        Un par de miradores nos invitan a asomarnos sobre el barranco del Mascún, nombre que en árabe significa "lugar habitado por los espíritus". Al norte, las nubes no consiguen esconder las blancas cimas del Pirineo central, desde el Taillón hasta la Tres Marías, pasando por las Tres Sorores, e incluso la Peña Montañesa.
        Atravesamos varios barrancos (Fabar, Fornazos, D´os Cochas, Corrada...), con las correspondientes subidas y bajadas, 
        No tardaremos en volver a cruzar otro barranco ahora seco e incluso más pedregoso: el Barranco Chiral. Este y su paralelo Barranco d'os Cochas confluyen más abajo y caen al Mascún de forma espectacular en medio de los imponentes desfiladeros de os Escuros, lo saben muy bien los barranquistas que gustan de introducirse en ellos.
        Proseguimos y en pocos minutos alcanzamos los Corrales de Letosa, en lo que se encuentra el desvío hacia el Saltador de las Lañas.
Vista del Pirineo (en el centro, el Collado de Añisclo, separando Las Marías y Las Sorores)

Ermita San Salvador De Bagüeste, detrás Peña Montañesa
Descuelgue de Maite
        El sendero desciende bruscamente, entre grandes paredes y también gran, abismo. La cosa se suaviza cuando, salvando un paso dotado con una cuerda, accedemos a una impresionante cornisa desde la que, diminuto, se ve el cauce del Mascún, cien metros abajo. Ni decir tiene que, de padecer de acrofobia (hubo un tiempo en que me acompañaba), las pulsaciones se pasarían de vueltas. Y es que mirando abajo se siente "la fragilidad del hombre ante el abismo, pero también la resistencia de este para evitar la caída".
        El descenso nos deja en " El Saltador de las Lañas", un impresionante y umbrío circo en el que un conjunto de cuatro cascadas, semivoladas de unos 30 metros, dejan caer el agua sobre una gran poza de color verde turquesa. 
Allá vamos
En la cornisa
Ya estamos aquí, en
El Saltador de Las Lañas
Cambio de margen
        El sonido del agua, el reflejo de esta en la poza, las paredes que nos rodean, el esfuerzo de haber llegado hasta aquí y, sobre todas las cosas, el ataque agudo de gazuza, nos invitan a sentarnos sobre la roca y, con la vista puesta en el milagro de la naturaleza, dar buena cuenta del bocata con el pan que Maite ha elaborado en el hogar.
        Hay que abandonar este rincón, este trocito de paraíso que nos brinda el Mascún, cosa que hacemos cruzando a la otra orilla del río y atacando las fajas de esta margen, desde las que, al otro lado, vemos la que hemos pasado y desde aquí, ¡leches!, casi que da más vértigo. Esta parte del recorrido es conocido como el "Sendero d´as Zinglas". Aquí, la vertical también se las trae floja, afortunadamente el paisaje que se divisa, echando la vista abajo, compensa el posible canguelo. De lo más profundo del desfiladero, como dientes de ballena, emergen las puntiagudas rocas que el Mascún, a lo largo de los siglos, ha esculpido.
Sendero d´as Zinglas
Dientes
Barranco de Raisén
        El camino deja, por un instante, las fajas del Mascún para adentrarse en las del barranco Raisen. 
        Si las primeras eran de vértigo, estas son de "esfínter prieto". Llegados al fondo del barranco, en la Chopera de Raisén, cruzamos a la otra margen; aquí cabe la posibilidad de tomar una pista hacia Otín, pero hemos venido a lo que hemos venido y ¡hale!, vuelta a las fauces del Mascún.
        Ahora vamos a seguir el Sendero d´as Peñas Altas. La faja por la que transitamos, algo menos expuesta por estar dotada de vegetación, es un sube y baja interminable que, poco a poco, va apoderándose de nosotros en forma de cansancio. Además, hace calor y estamos transitando por unas paredes rocosas calentadas por el sol a lo largo del día.
Por el Sendero d´as Peñas Altas
Vista de Otín
        El Sendero d'as Peñas Altas muere en unos rellanos justo al sur del Puyal d'Otín, aquí el panorama se extiende muy lejos. Es un altozano en el que sopla algo de brisa, idóneo para hacer un breve descanso. 
        Descendemos hasta el núcleo de Otín, despoblado desde los años 60-70. No nos adentramos en ninguno de sus dos barrios, el alto y el bajo, pero sí pasamos ante la ermita de Nuestra Señora del Barranco, modesto y sencillo templo de una nave. Arriba asoma la que fue iglesia de San Juan Bautista, de origen románico.
        Un vistazo a Otín y seguimos nuestro camino que, tras salvar el barranco de Losamora, nos introduce en el magnífico "Caxigar de Otín", en el que destacan un par de enormes caxigos (carrascos en aragonés), cuyo tamaño nos llama la atención.
Por el Caxigar de Otín
La Costera de Otín
        Ahora toca bajar la "Costera de Otín", un descenso de unos 350 metros que, además de castigar las tabas, nos ofrece un paisaje único. 
        Zigzaguemos por una ladera cubierta de bojes y carracas, con suelo pedregoso, perdiendo altura, a la vez que admiramos las esculturas talladas por el Mascún en la roca: impresionantes agujas emergen de lo más profundo, como queriendo disparar al cielo. Destacan: La Cuca de Bellostas; otras han formado figuras caprichosas, como La Ciudadela o La Torre de Santiago. A estas, le siguen multitud de monolitos imposibles de ser descritos aquí. Un milagroso espectáculo de la naturaleza, en su versión más espectacular.
La Torre de Santiago, La Ciudadela y La Cuca de Bellostas
El Delfín
        Un alivio, alcanzar lo más profundo de las gargantas y descubrir que la horizontalidad, como Teruel, también existe. Arriba, divisamos "El Delfín", una oquedad en la roca que recuerda al mamífero acuático.
        Recorremos el río, cruzándolo varias veces, incluso probamos las aguas de la misteriosa "Surgencia del Mascún", manantial que aporta un constante y fresco caudal al río, a su paso por Rodellar.
        Este lugar es el paraíso de los escaladores, no hay pared en la que, como lapas, veamos a estos valientes deportistas practicar esta, cada vez más seguida, afición.

El río Mascún, bajo Rodellar
Escaladores
Ermita de San Lorenzo
        Tan solo nos queda algo más de un kilómetro para llegar a Rodellar, pero ¡ostras!, el cansancio acumulado y los más de 60 metros de desnivel que tiene el "Camino d´as Graderas" hacen mella en estos cuerpos. A mitad de subida, un ligero descanso nos permite ver la ermita de San Lorenzo, patrón cuyas fiestas se celebran con la ronda clásica "Torta en la Carrasca", que conmemora una epidemia que sufrió la población del Valle de Rodellar en tiempos antiguos y que dejó mermada la población. La conmemoración se completa con  sesiones de baile hasta altas horas de la madrugada, en un ambiente amistoso y familiar.
    Como colofón a la jornada atravesamos los dos barrios de Rodellar, el de la iglesia y de la Honguera, en los que es posible apreciar bellos ejemplos de arquitectura tradicional, la iglesia de San Juan Bautista y un viejo molino de aceite típico de esta parte del Somontano.
Iglesia de San Juan Bautista
        Finalmente, nos la hemos ganado, la birra pasa a protagonizar este momento en el cansancio pasa a segundo plano, para dar paso al recuerdo del impresionante paisaje que nos ofrece la Sierra de Guara, en la que se esconden rincones como este que nos ha llevado por fajas y barrancos, disfrutando de un paisaje extraordinario que antaño fue recorrido con esfuerzo y no poca dificultad. 
        Hoy ha sido nuestra afición y, quizá, una buena dosis de admiración las que nos han llevado por estos parajes que tales diferencias han visto con el paso del tiempo.
        Hasta pronto

Datos técnicos
Recorrido
Perfil
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