lunes, 29 de octubre de 2012

TREKKING C.B. EVEREST POR GOKIO

Everest y Lhotse (foto recuperada de mi cámara)

Ya estamos en casa tras 21 días inolvidables. Inolvidables, tanto por el esfuerzo físico que a algunos nos ha supuesto, como por lo espectacular  de su paisaje.
He intentado plasmar en este rincón, las impresiones que día a día me causaba este viaje, pero las conexiones de aquellos lugares no están a la altura de la red occidental, tienen otras prioridades. Incluso, mandar un correo ha sido toda una hazaña ya que en los teclados, no solo faltaba la eñe, sino que había que adivinar que letra se encontraba tras esos signos orientales. Así que ¡disculpas!.
Ahora el trabajo se ha amontonado y si sumamos que al tercer día, cayó la cámara fotográfica al suelo y se murió, voy a tener que esperar a que el resto de reporteros de "Os Estalentaos", vayan remitiendo el fruto de su trabajo.
Como aperitivo al relato que más adelante realizaré, tengo que decir que tanto yo, como el resto del grupo, quedamos impresionados tan solo nada más bajar del avión en Kadmandú. Ya, en anteriores entradas, comentaba de lo caótico de la ciudad, era de oídas o de lecturas. Pero ahora era en vivo y en directo.
En Kadmandú convive todo: La basura y la comida, el polvo y el aire, los coches y los coches, los niños y los viejos (pocos), otra vez los coches, las estupas y la red eléctrica, las tiendas y los turistas, el hinduismo y el budismo, pero la convivencia que más llama la atención es sin duda, la miseria y la sonrisa de sus gentes.
Rodeada de núcleos cargados de templos y palacios, estupas y gompas, esa ciudad con millón y medio de habitantes, te hace pensar en la suerte que tenemos algunos de haber nacido y vivido en estas otras latitudes.
En estos días, hemos cruzado varias veces puentes colgantes, hemos tenido que compartir con los yaks dos palmos de senda, hemos aterrizado y despegado del que dicen que es el aeropuerto más peligroso del mundo, pero lo que me ha parecido más peligroso,  ha sido cruzar una calle como peatón en Kadmandú.

Una vez iniciado el trekking, la cosa cambia. Allá arriba la vida corre mas despacio, todo o casi todo el 
mundo, vive para el turismo de altura.
 Los lodges, regentados por familias, los porteadores cargados con grandes bultos, los sherpas, los pastores de yaks, etc., han encontrado una fuente de ingresos, desde que hace 60 años, el ejército chino ocupó el Tibet y Nepal abrió sus fronteras.
Así, las expediciones al Everest, descubrieron las bellezas del valle del Khumbu y desde entonces los pobladores de la zona, reciben al turista con un alegre "namasté".
En cuanto a "Os Estalentaos", que ya presenté en su día, hay que decir que, con una media de 61 años, se han portado como jóvenes y si en algún momento la altura ha puesto freno al ímpetu que caracteriza a sus componentes. el objetivo de este viaje se ha visto altamente satisfecho.
Hemos contado con un guía español de lujo, Fernando Garrido. Dejando a un lado su historial, que no es poco, en todo momento nos hemos sentido arropados, instruidos, aconsejados, entretenidos y más que diez estalentaos, hemos sido once.
Una vez allí, se nos unieron el Shirdar Nuru (jefe de los sherpas), los sherpas Pasang y Kaji y cinco porteadores sin los cuales no se habría podido fraguar "la hazaña".

Por los núcleos de población por los que transitábamos, nos cruzamos con niños que iban a la escuela por los mismos caminos que nuestras botas pisaban. Todos, sin excepción, nos saludaban con su inocente sonrisa y su "namasté". Alguno de nosotros hacíamos demagógicas comparaciones con nuestros niños a los que de casa al cole del barrio, van en los carros de papá o de mamá.
Y es que los niños del Himalaya, me han seducido (creo que a los demás también).


       
Lola y Maite con un niño nepalí

Una vez, a más de 4000 metros, nuestros cuerpos ya iban notando la falta de oxígeno y los ritmos de marcha eran lentos, estuvimos mas de una semana por encima de los 4800 metros y dormimos dos noches a 5360 m., alcanzamos cotas de 5545, 5360, 5364 y 5420 metros en diferentes días y esto a los que habitamos el Valle del Ebro, nos hace pupa.
Empero la recompensa es impresionante. Abrir los ojos y tener allí mismo semejantes gigantes como el Everest, el Lhotse, el Cho Oyu, el Pumo Ri, el Ama Dablam. etc., consigue que desaparezcan esos males y lo grabado en la retina permanezca de por vida.
Bueno, solo quería hacer esta pequeña introducción, cuando me vaya llegando algo de material gráfico intentaré relatar el día a día, eso sí, sin mucho detalle ya que creo que lo importante son las sensaciones.




Cruzando el puente de Larja 





Detrás, El Lhotse y el Ama Dablam

lunes, 8 de octubre de 2012

DEL CORREO...




Ante la imposibilidad técnica (no encuentro la tilde) de abrir la pagina del blog, simplemente os envió este correo para que veáis que estamos bien.
Tras 28 horas de aviones y empalmes, llegamos el día 7 a Katmandú y la impresión es de ver un pueblo pobre de solemnidad, ya os contare detalles.
Hoy día 8, hemos estado en Bhaktapur, un pueblo cercano a la capital y lleno de monimentos. Por la tarde todos a comprar material de montaña que aquí es muy barato.
Todos se han ido, ya de noche a ver la Gran Estupa, cuando vuelvan, iremos a cenar y pronto a recogernos ya que mañana comenzamos el trekkig. Cogeremos la avioneta que nos subirá a Lukla y tras 14 días de andar por las tierras más altas del planeta, volveremos a este mismo hotel, para tras dos otros días, regresar a disfrutar de nuestra tierra.
De ahora en adelante las comunicaciones van a ser difíciles, ya que si en Katmandu es todo lento, imaginároslas en los sitios que vamos a recorrer y por satélite.
Yo intentare comunicarme con familia y el resto hará  lo mismo y pensar todos que si no tenéis noticias es que la cosa va bien ya que en caso contrario, sí que tenemos medios para un contacto rápido, eso sí, en caso de urgencia. Cuando volvamos daré cumplida información en el blog y colgaremos las fotos.
Llevo más de media hora intentando abrir el blog y no hay manera, así que un fuerte abrazo para todos, sobre todo a los míos.
Besos, abrazos y todo lo demás...ah! y felices fiestas

José Luis


sábado, 6 de octubre de 2012

TREKKING AL CAMPO BASE DEL EVEREST POR EL VALLE DE GOKYO


Octubre de 2012

Lhotse, al fondo el Everest

Si antes de comenzar a leer, quieres echar un vistazo a una selección de fotografías


Recordatorio
               Habíamos vuelto a casa tras 21 días inolvidables. Inolvidables, tanto por el esfuerzo físico que a algunos nos supuso, como por lo espectacular de su paisaje, También por la grandeza de sus montañas y sus gentes, por los momentos vividos y por la camaradería de, no solo la aportada por nosotros, sino también la de todo el equipo (guía, sirdar, sherpas y porteadores).
            Intenté plasmar en este rincón de la Vieja Mochila, las impresiones que día a día me causaba este viaje, pero las conexiones de aquellos lugares no estaban a la altura de la red occidental, tenían otras prioridades. Incluso, mandar un correo fue toda una hazaña, ya que en los teclados, no solo faltaba la eñe, sino que había que adivinar que letra se encontraba tras esos signos orientales. Así que, amigos, tuve que pedir ¡disculpas!
            A nuestro regreso se me amontonó el trabajo de plasmar el día a día y, si sumamos que en la tercera jornada de trekking, se me cayó la cámara fotográfica al suelo y feneció, tuve que esperar a que el resto de reporteros de "Os Estalentaos", me remitieran el fruto de su trabajo.
           Como aperitivo al relato que después realicé, tengo que decir que tanto yo, como el resto del grupo, quedamos impresionados tan solo nada más bajar del avión en Kadmandú. Ya, antes, en otra entrada, había comentado sobre lo caótico de la ciudad, era de oídas o de lecturas. Pero ahora era en vivo y en directo.
Tecnología punta.
        En Katmandú convive todo: La basura y la comida, el polvo y el aire, coches y más coches, los niños y los viejos (pocos), otra vez los coches, las estupas y la red eléctrica, las tiendas y los turistas, el hinduismo y el budismo, pero la convivencia que más llama la atención es sin duda, la miseria y la sonrisa de sus gentes.
         Rodeada de núcleos cargados de templos y palacios, estupas y gompas, esa ciudad, con millón y medio de habitantes, te hace pensar en la suerte que tenemos algunos de haber nacido y vivido en otras latitudes.
      En aquellos días cruzamos varias veces puentes colgantes, compartimos con los yaks dos palmos de senda, aterrizamos y despegamos del que dicen es el aeropuerto más peligroso del mundo, pero lo que me pareció más peligroso era cruzar una calle como peatón en Katmandú.
           Una vez iniciado el trekking, la cosa cambiaba. Allá arriba la vida corría más despacio, todo o casi todo el mundo, vive para el turismo de altura.
Sancho se cruza con un porteador
        Los lodges, regentados por familias, los porteadores cargados con grandes bultos, los sherpas, los pastores de yaks, etc., han encontrado una fuente de ingresos, desde que hace 60 años, el ejército chino ocupó el Tibet y Nepal abrió sus fronteras.
      Así, las expediciones al Everest descubrieron las bellezas del valle del Khumbu y desde entonces los pobladores de la zona, reciben al turista con un alegre "namasté".
       En cuanto a "Os Estalentaos", que ya presenté en su día, hay que decir que, con una media de 61 años, nos portamos como jóvenes y que si en algún momento la altura puso freno al ímpetu que caracterizaba a sus componentes, el objetivo de este viaje resultó todo un éxito.
        Hay que decir que contamos con un guía español de lujo, Fernando Garrido. Dejando a un lado su historial, que no es poco, en todo momento nos sentimos arropados, instruidos, aconsejados, entretenidos y más que nueve "estalentaos", con él fuimos diez. 
         Una vez allí, se nos unieron el Shirdar Nuru (jefe de los sherpas), los sherpas Pasang y Kaji y cinco porteadores, sin los cuales no se habría podido fraguar "la hazaña".

Lola y Maite con un niño nepalí
              Por los núcleos de población por los que transitábamos, nos cruzamos con niños que iban a la escuela por los mismos caminos que nuestras botas pisaban. Todos, sin excepción, nos saludaban con su inocente sonrisa y su "namasté". Alguno de nosotros hacíamos demagógicas comparaciones con nuestros niños, a los que de casa al "cole del barrio", van en carros de alta gama de papá o de mamá. Y es que los niños del Himalaya, me han seducido (creo que a los demás también). 
           A más de 4000 metros de altura, nuestros cuerpos ya iban notando la falta de oxígeno y los ritmos de marcha eran lentos, estuvimos más de una semana por encima de los 4800 metros y dormimos dos noches a 5360 m., alcanzamos cotas de 5545, 5360, 5364 y 5420 metros en diferentes días y esto a los que habitamos el Valle del Ebro, a 200 m. sobre el nivel de mar, nos hace pupa.
           Empero la recompensa era impresionante. Abrir los ojos y tener allí mismo semejantes gigantes como el Everest, el Lhotse, el Cho Oyu, el Pumo Ri, el Ama Dablam. etc., consiguió que desaparecieran todos males y lo grabado en la retina permaneciera de por vida.
              Bueno, solo quería hacer esta pequeña introducción, en su día lo conté en fascículos que ahora plasmo en una sola entrega. Desde entonces han pasado muchas cosas, entre otra el terremoto que en el 2015, no solo destruyó gran parte del patrimonio de Nepal, sino también la vida de cerca de 9000 personas.  También  visto tierras nepalís la pandemia de la Covid.  Allá va:


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 Día 6 de octubre de 2012
          Con unos minutos de retraso, partimos de Zaragoza en un autobús con el cartel de completo (¿querrán pasar con nosotros las fiestas del pueblo?).
        La mañana es clara y con una temperatura ideal para pasar un buen día en el Pirineo. Pero no, nosotros optamos por pasar tres semanas en el Himalaya.  
           No llevamos ni 15 minutos en dirección al aeropuerto de la capital del reino, cuando por la ventanilla veo a cientos de molinos en La Muela, tan quietos que parecen desearnos buena suerte. A la derecha, el Moncayo luce su siempre bella silueta adornada por los primeros rayos de sol que, desde la sierra de Algairén, el astro rey le envía. En las cepas del camino, la garnacha parece resistirse a ser cosechada y convertida en el, para mí, uno de los más sabrosos de los caldos.

Con Maite. Detrás, El Lhotse y el Ama Dablam
                 De momento, los desniveles acumulados en los puertos de La Perdiz, La Muela, El Frasno, Cavero, no nos han castigado las piernas, salvo por la clásica postura de "turista de autobús".
En Barajas
             En un santiamén y tras realizar una parada de avituallamiento, "Os Estalentaos" llegamos al aeropuerto de Barajas.  
            Todavía frescos y con los cuerpos bañados por los más variados perfumes de las prestigiosas firmas de alta cosmética internacional, posamos para la primera de las tropecientas mil fotografías que las cámaras dispararán posteriormente (excepto mi vieja Kodak).
            Las gentes vamos y venimos por los pasillos, cintas y trenes de la T4. Una mezcla multirracial y multicultural da colorido a la frialdad que caracteriza a la mayoría de los aeropuertos.
           Esto no es más que el principio de un viaje que va a durar 28 largas horas.
A volar.
       Con rostros de felicidad, nos vamos acoplando en el Boeing 777 de la compañía Qatar Airwais que nos trasladará hasta Doha.
       El viaje es largo y pese a las comodidades que nos ofrecen los "pobres catarís", el cansancio se va notando en las caras del personal.
       El que mejor se lo pasa es Javier. Le han asignado el más trasero de los asientos y cada vez que alguno de nosotros se traslada a la toilette, charramos y cambiamos impresiones de todo tipo. Él, incluso, con su perfecto inglés, entra en conversación con el personal femenino de cabina.

Descanso en Doha.
      Una vez en Doha, casi 10 horas de espera dan para todo.
      Fernando Garrido que se conoce el garito (aeropuerto) como su propia mano, nos hace un recorrido enseñándonos las diferentes estancias.
       Vamos por la zona comercial en las que las grandes marcas, lucen sus petroperfumes, petrorelojes, petrojoyas, petromóviles, petro... etc.
      Incluso, por la módica cantidad de 125 dólares, se puede adquirir un boleto para un sorteo de un par de "utilitarios". (no adquirimos ninguno, pues si salimos agraciados los autos no nos caben en la mochila). Nada que ver con las tómbolas de las fiestas en las que, por una pequeña cantidad, te puede tocar "la chochona"
          Nos acomodamos lo mejor que podemos en una zona de descanso en la que, dejando la tarjeta de embarque, te facilitan una manta y un incómodo sillón para que en un máximo tres horas, descanses. Como no nos echan, apuramos el cubículo a tope. Algunos, no pegamos ojo.
Alborea por el Golfo Pérsico
              Tras toda una noche en blanco, finálmente amanece. Nos pasamos por los aseos abarrotados, principalmente por islamistas, realizando sus abluciones antes de entrar a orar en las múltiples mezquitas que para tal uso se encuentran diseminadas por el aeropuerto.
            Uno que no es de oraciones, se hace el lavado del gato, luego tomamos un café (lavativa) y,  visitando joyerías, perfumerías y tómbola, pasamos la larga espera.
            En el aeropuerto de uno de los países más ricos del mundo, desde la puerta de embarque, un autobús nos traslada durante varios kilómetros a fin de salvar las pistas de aterrizaje y despegue, para alcanzar el siguiente avión. Paradojas de los petropaises.
De nuevo embarcamos, esta vez: Destino Katmandú.
          El avión no es tan cómodo, pero la duración, ligeramente más corta, hace que este último tramo del viaje sea más apacible.
          Los que tienen la suerte de viajar en ventanilla, observan las palmeras de Dubái y, al final del vuelo, la cordillera del Himalaya, destino de "Os Estalentaos".


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Día 7 de octubre de 2012
Namaste
        Por fin estamos en Kathmandú, es ya la tarde del día 7 y, tras tramitar el visado y otros documentos y recoger los equipajes, somos recibidos con unos collares de flores cuyo perfume, nada tiene que envidiar a los de las tiendas de Qatar.
        Ahora, por primera vez, practicamos el saludo con las manos juntas y pronunciando el primero de los muchos "namasté" que a lo largo del trekking saldrían de nuestros labios.
            Comenzamos a ser víctimas de la simpatía del pueblo nepalés.
Llegada a Katmandú
Hacia Bhaktapur
        Un microbús, nos traslada al hotel en el que pasaremos dos noches. El camino hasta el alojamiento muestra la verdadera Katmandú.
        Un aire irrespirable (del que todavía soy víctima) entra por nuestras fosas nasales tiñendo de hollín los pelillos que las protege. Montañas de basura reúnen a perros y humanos a su alrededor. En el río Bagmati por ser purificador, flotan todo tipo de restos (no los enumero). Como no existe el servicio de recogida de basuras, estas se queman en las calles y el humo...
       La ¿vía pública?, se encuentra en "obra inacabada permanente" y el tema de los coches es otro. Las calles son del vehículo, de mayor tamaño que el hombre y, claro, el peatón se las ha de arreglar como pueda para sobrevivir en esa jungla. Los cables de la electricidad, telefonía y tv son como un monumento nacional, de hecho en algunas calles, nos tenemos que agachar al pasar por debajo de ellos, a fin de "no despeinarnos".

 Un día de tráfico fluido en Katmandú

                  Bueno, estamos hablando de un país, de los más pobres del mundo, nosotros solo somos intrusos por unos días y, pese a todo, a las gentes siempre se les aprecia alegría en sus rostros. Nosotros, los de occidente, solemos lucir un semblante, algo así como más avinagrado.
              El centro más turístico, el Thamel, se encuentra abarrotado de tiendas, principalmente de material de montaña, eso sí, la única iluminación pública es la que dan los comercios; cuando cierran hemos de volver al hotel con los frontales.
              Nos acomodamos en las habitaciones, nos duchamos y otra vez guiados por Fernando Garrido nos vamos a cenar a un lugar que conoce y que le conocen. Kathmandú es como su segunda casa.

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Día 8 de octubre de 2012
        Hasta mañana no volamos a Lukla, así que aprovechamos para conocer Katmandú y sus alrededores. Decidimos visitar Bhaktapur, una ciudad fortificada cuyo centro histórico es de origen medieval y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
         Dicen que esta es la ciudad más limpia y menos contaminada del país. Es cierto, se respira aire puro y también se respira belleza. Se nos ofrece un guía que chapurrea un poco el castellano; tras una ardua negociación lo contratamos.
             Nos lleva, en primer lugar, a la plaza Durbar que es la joya monumental de Bhaktapur en la que se encuentran:
Templo Yaksheshwor: El templo más antiguo de la plaza (S. XV), que lleva el nombre de su constructor, Yaksha Malla, el primer gobernante de la dinastía Malla. Lingum, la representación fálica del dios Shiva, se encuentra en el santuario de esta pagoda de dos pisos. Elaboradamente talladas, imágenes eróticas en los puntales de madera que sustentan el techo del templo.
Estatua del Rey Malla Bhupatindra: La estatua dorada es el mejor de los retratos reales del valle de Kathmandú. Bhupatindra es el más famoso de los gobernantes Malla de Bhaktapur, y es él quien construyó la mayor parte de los monumentos en los alrededores de la Durbar.
Palacio de las 55 Ventanas: El palacio real (1699 AD) de los Reyes Malla de Bhaktapur. La estructura de tres pisos ha cautivado a los peregrinos y viajeros desde su construcción a finales del siglo XVII.
La Puerta de Oro: Una muestra inigualable de arte, la puerta se remonta a 1754. Fue construida por el rey Ranajit Malla, el último de los gobernantes Malla de Bhaktapur. La Puerta Dorada sirve como una entrada a muchos patios históricos, así como al templo Taleju.

Templo Taleju. Lo preside la diosa Taleju, la deidad linaje de los gobernantes Malla. Solía ​​tener 99 hermosos patios, pero a causa de los terremotos y de tiempo, el número se ha reducido ahora a solo siete

La Fuente Dorada. Fue baño real durante el reinado Malla. La fuente de agua tiene la forma de una cabeza de cabra y una serpiente dorada sobre de un pilar de madera se encuentra en medio de la laguna.
La Gran Campana (S.XVIII) se encuentra frente al palacio de las 55 ventanas. Suena dos veces al día durante la adoración a la diosa Taleju, y fue utilizado en el pasado para convocar asambleas de ciudadanos locales cuando se enfrentaban a alguna crisis en Bhaktapur.
Templo Siddhi Laxmi : Un santuario dedicado a la diosa femenina más poderosa, Siddhi Laxmi, también está el templo llamado 'Lohan-dega "(Stone Temple), ya que está construido de piedra. A diferencia de otros templos de la Plaza, este templo de estilo shikhara está custodiado por leones, criaturas artificiales, camellos y rinocerontes, todos los cuales son extremadamente raros en el valle.

Callejeando, descubrimos plazas y rincones en los que los artesanos trabajan con gran habilidad sus oficios. Cerámica, madera, mandalas, etc.
Mandala
         Con respecto a los mandalas, visitamos una escuela, la Lama Thanka Painting School, en la que nos enseñaron cómo los alumnos pintaban representaciones esquemáticas y simbólicas con detalles budistas.
          Mandala es una palabra que, en sánscrito, quiere decir círculo sagrado. Algunos lo llaman "el laberinto de los círculos". Se utiliza para meditar, concentrar energía, equilibrar los desórdenes producidos por diferentes factores, que alteran y desestabilizan.
        El mandala es un símbolo circular, que se encuentra desde el comienzo de la humanidad. Las diferentes culturas coinciden en que conduce hacia el camino, a la unidad del ser.
       Finálmente nos dirigimos a la Plaza Taumadhi, otra plaza abarrotada de templos.
           El Templo Nyatapola preside la Plaza. Se remonta a 1702. El colosal edificio, de cinco pisos, es el templo pagoda más alto del país. Los puntales, puertas, ventanas y tímpanos de cada uno, adornado con figuras perfectamente talladas, representan la tradición creativa de los artesanos Newar. El templo está dedicado a la Diosa Laxmi Siddhi, la manifestación de la fuerza femenina y la creatividad. La última actualización importante de este monumento se llevó a cabo en el pasado 1997 por el municipio de Bhaktapur con los ingresos que obtiene de los turistas.
Os Estalentaos en el Templo Nyatapola

Buen provecho
       Es mediodía y hemos quedado a comer con Fernando Garrido en la Durbar de Basantapur. Lo hacemos en una agradable terraza, con unas birras "Everest" de acompañamiento y una vista excelente, no solo de Basantapur, sino del resto de Kathmandú.
       La visita a Basantapur es corta. Visitamos la casa de Kumari que no siendo la única del valle de Kadmandú, si es la más importante e interesante.
          La Kumari es elegida cuando todavía es una niña, a la edad de 4-5 años. Primero tiene que poseer varias cualidades y virtudes. Aparte de que su horóscopo debe coincidir con el del rey, debe tener un cuerpo perfecto y ningún temor a ver sacrificar a los animales. 
            La razón es que  la Kumari real es una encarnación de Taleju, que a su vez es una forma de la diosa Durgha.
       Así que la prueba final para la niña es pasear alrededor de las muchas cabezas de búfalos sacrificados, colocados en el patio de Hanuman mientras un sacerdote con máscaras horribles intenta asustarla.
        Si no se asusta, ella es una encarnación de la diosa Dhurgha y en una ceremonia que se celebra por la noche, la niña se purifica de todos los pecados y es nombrada como la nueva Kumari.
        Cuando tiene la primera menstruación, tiene que dejar de ser una diosa, por lo que, aproximadamente, cada 10 años una nueva Kumari tiene que ser encontrada.

Con Luis Lasala en la casa de Kumari
             Como vemos, una jornada en la que un breve momento de la historia de Nepal, ha pasado por nuestros ojos, enriqueciendo, aunque solo sea un poquito, nuestros conocimientos. Veremos otras muestras como las anteriores, cuando bajemos del Himalaya, si nos da tiempo.
         Posteriormente, las "huestes estalentadas atacan ferozmente el Thamel (zona turístico-comercial)". Mañana saldremos a iniciar el trekking y habrá que comprar el material necesario para abordar tan importante tarea, bueno el necesario y algunos otros souvenirs que dejaremos en el hotel para la vuelta. Plumas, guantes, chaquetas, pantalones, más plumas (ni que tuviéramos actuación en "El Plata") y al terminar tan importante tarea, todos menos uno (yo) intentan visitar la Gran Estupa. ––Regresan, la noche se ha cerrado y habrá que vistar este monumento al final de nuestra aventura.
           Salimos a cenar unos momos (Los momos son una especie de empanadillas de harina, rellenas de verduras y/o carne tanto de cerdo, yak o cordero, hay variedades con queso y espinacas, y lo que la imaginación pueda dar de sí), unos fritos y otros cocidos, picaban como demonios.
Momo


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Día 9 de octubre de 2012.- Vuelo a Lukla (2850m.)-Phakding (2610m.)
Distancia: 8,1 Km.
Ascenso acumulado: 216 m.
Descenso acumulado: 429 m.

Aeropuerto de Katmandu (vuelos internos)
            
De camino, hacia el aeropuerto
        Pese a que es el primer día de trekking, un expectante ambiente aventurero se palpa en el escaso aire que respiramos en el interior del microbús que nos traslada al aeropuerto para embarcarnos en la avioneta que nos dejará en Lukla. Hace pocos días, ocurrió que uno de estos aparatos no llegó a su destino y eso nos hace pensar y... mirarnos los unos a los otros. Además, la compañía que nos traslada se llama "Tara"(sin comentarios). Nos consolamos con la frase -"ahora no toca"-.
 
           Llegamos a la terminal de vuelos internos del aeropuerto de Kathmandú. Me recuerda a los vetustos aeropuertos por los que en los años 50, siendo niño, nos servían de escala a mi familia y a mí en los viajes a Guinea Ecuatorial (entonces colonia del imperio).
             Con aspecto de taller de reparaciones, grandes pilares sustentan la nave alumbrada por clásicos fluorescentes colgados sobre largos cables.  El azul "cielo" de las paredes, parece anunciarnos que el viaje que vamos a realizar, será así de claro.
Fernando Morata y yo nos lo tomamos con filosofía y nos acomodamos en el sofá más grande que encontramos: el pavimentado suelo.
Como puede verse en la foto, ya estreno el "brachirulo" (mitad braga, mitad cachirulo), que para eso son las fiestas de la "siempre inmortal Zaragoza". Fernando, con ese saber vestir que le caracteriza, luce la camiseta del Nordic Walking (publicidad encubierta), deporte este del que es monitor o algo así y del que yo no soy, precisamente, muy aficionado.
   Con algo de retraso y algo acoj..., subimos a la avioneta que nos llevará a Lukla. Comienza la aventura de "Os Estalentaos".

Una bella y oriental tripulante de cabina, pasa una bandeja con algodones para proteger los oídos del ruido de los motores (si funcionan) y unos caramelos para endulzar el viaje.
La mirada de la azafata parece querer decir: "Con Tara o sin ella, usted viaja seguro".
¡Ya veremos!
Tecnología punta.
¡Hemos llegado!
    ¿Qué vemos? Unos esparadrapos sujetan una especie de reloj que, quizás, fuera adquirido en un bazar del Thamel.

         El cuadro de mandos se parece a los que vemos en las películas de la II Guerra Mundial.
Miro por la ventanilla y veo que un motor comienza a girar. Por el otro lado, el izquierdo no gira, ––¡oh, mira tú!, ya da "vueltecicas"––
        Aunque con vieja tecnología, el aparato chuta y vemos a los dos pilotos manejar las teclas con la misma soltura que lo haría Frédéric François Chopin en el piano.
       ¡Urra, ya volamos!, en el camino las cámaras fotográficas echan humo: profundos valles a nuestros pies, edificaciones de simple planta, bosques tropicales. A la izquierda de nuestra marcha, la cordillera más impresionante del mundo: El Himalaya.
        Ya han pasado 35 minutos de vuelo y sentimos que el temor a volar por esos parajes era infundado. Bueno, era infundado hasta que vemos a los pilotos manejar una serie de palancas y nosotros, alzando el cuello, divisamos la diminuta pista del aeropuerto de Lukla del que dicen ser el más peligroso del planeta.

Javier baja por la escalera como si nada, el pelo ya lo tenía blanco antes de embarcar.
            Con las piernas aún temblando y con la convicción de que el tema de estos aviones es, como con todo: riesgo lo hay, pero como ya dije, más lo hay en Kadmandú a la hora de intentar cruzar una calle.

Nuestro paso por Lukla

          Una vez en Lukla, nos recibe el sirdar (jefe de los sherpas) Nuru y a través de la comercial "calle mayor" en la que algunos, haciendo uso del regateo de Thamel adquirimos unos grandes y coloridos paraguas, nos conduce a un lodge en el que comeremos.
    Aunque la temperatura es agradable, unas pocas nubes nos anuncian posibilidad de lluvia.
     Lukla significa "lugar con muchas cabras", pero no es probable ver muchas en la actualidad. 


Equipo de apoyo
           El sirdar Nuru nos presenta a todo el equipo que nos apoyará en el camino. Son un shirdar, dos sherpas y cinco porteadores. Cada porteador lleva la carga de dos de nosotros más sus pertenencias, o sea, ¡unos cuantos kilos!.
        Difícil, por no decir imposible, podríamos realizar esta travesía sin el concurso de estos esforzados hombres para los que el porteo para turistas "es un lujo".
         Comemos, y sin perder tiempo emprendemos la marcha. Nos hemos quedado sin siesta, hoy no toca, mañana ya veremos.



Nada más arrancar, la primera puerta tibetana nos saluda y, en varias lenguas, nos da la bienvenida a un mundo que nos va a regalar unos días inolvidables.

Pasamos el primer chorten (por la izquierda). Se trata, junto con las estupas y los gompas, de uno de los monumentos arquitectónicos vinculados al budismo.
Son alineaciones con grabados de oraciones en piedras alineadas.
Este, cuando volvimos, supimos que lo había pintado nuestro sherpa Pasang. Es un artista.
Fernando Sancho y un porteador.
            Una calzada, casi perfectamente empedrada, nos lleva por el valle del Dudh Koshi.
             Pasamos por varios núcleos de lodges, nos cruzamos o adelantan montones de porteadores cargados de tal manera, que nos produce dolor de cuello solo de pensar en lo que con sus frentes acarrean.
         Comienza a llover ligeramente y el valle luce algunos árboles monumentales como los arces. A lo lejos observamos como la mano del hombre ha esculpido multitud de terrazas en la tierra para cultivar alguno de los frutos que esta nos regala.

Aqui te cojo y aquí te pillo

      También vemos que algunos aspectos de la madre naturaleza, son idénticos a los de nuestras tierras.
          Maite y yo, nos acordamos de Atos, nuestro perro que, con menos suerte que los de la foto, ha quedado en la guardería hasta nuestro regreso. 
           Corrijo, alguna suerte sí que tiene, ante su caracter poco amistoso con los de su mismo sexo, los cuidadores le sacan a pasear en compañía de las hembras y, creemé, sus compañeras están ¡guays"


Cruzamos el primero de los varios puentes colgantes que a lo largo del camino nos vamos a encontrar. Algunos, como ya veremos, son "altamente" espectaculares.













Maite hace girar una gran rueda de oración, cada una de sus vueltas acciona una campanilla. Su sonido imprime un ambiente espiritual al entorno, Maite también.
Paraguas en mano, para que no se me moje el pelo, hago girar ruedas más pequeñas. Como decía, siempre pasamos por la izquierda y si el impulso me lleva a las de menor tamaño, debe ser porque el abajo firmante necesita oraciones, también pequeñas.
Merecido descanso.

        Seguimos el camino y, alucinado por las cargas que trasladan algunos porteadores, vamos observando el paisaje subtropical en el que delante de nosotros ya van apareciendo montañas como los picos de Kongde y sus glaciares que nos indican que ya estamos hablando de alturas de más de seis mil metros. 
        El entorno nos hace pensar en alguna similitud con el Pirineo, pero las dimensiones de todo el paisaje, nos devuelve a la realidad, estamos en el Himalaya.




Kongde Ri (6187 m.)
En Phakding.
        Sin darnos cuenta y tras pasar por estupas, chortens, puentes y banderas de oración; las orillas del Dudh Koshi nos dejan en Phakding.
            Tras tomar el té con que los guías nos obsequian cada día, tomamos posesión de nuestras ¿habitaciones? y el grueso del pelotón sale a dar un paseo. 
          Maite y yo nos quedamos por la población, obsequiando a los niños con algún material escolar que nos hemos traído. Luego, ya con los frontales encendidos, salimos al encuentro del resto.
          En la cena, de nuestro petate una longaniza sale para deleite del personal. No es que haya sido un día como para ganarse semejante manjar, pero el entorno consigue que los corazones se ablanden y uno que no lo tiene de piedra y ante el ambiente de camaradería que el grupo emana, no puede resistirse ante las adversidades. ¡Estaba buenísima!. 


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Día 10 de octubre de 2012.- De Phakding (2610 m.) a Namche Bazar (3450 m.)
Distancia: 13 Km.
Ascenso: 1148 m.
Descenso: 288 m.
"P´a comérselo".
         Los niños con los que estuvimos anoche, ahora nos saludan ––"namasté"––. Conforme vamos caminando, nos cruzamos con muchos de ellos que, uniformados, se dirigen a la escuela, como ya dije, por los mismos caminos y con el mismo medio de transporte escolar que nosotros: ¡a pie!
        Salimos de Phakding, nos encontramos con un gran puente colgante que nos deja en la margen derecha del Dudh Koshi, el imponente caudal de sus aguas, luce el típico color turbio de los glaciares que lo alimentan.

Estupa

       Una de las múltiples estupas que a lo largo del camino nos encontraremos, llama nuestra atención por las banderas de oración que la adornan.
       A nuestra derecha, al otro lado del río, enclavado bajo el saliente de una roca, divisamos el gompa de Pema Choling.
       Los gompas, son pequeños monasterios tibetanos, fortificados, construidos en puntos elevados o estratégicos. Suelen tener un patio interior que da acceso al recinto principal de oración, intensamente decorado. (Ya los veremos)



Puerta del Parque Nacional.
         En un camino con subidas y bajadas por las orillas del río, llegamos a la aldea de Monjo (2850 m.), repleta de lodges.
         Al poco rato, nos presentamos en el punto que marca la entrada al Parque Nacional Sagarmatha. 
           Tras cumplir con unos trámites de permisos, pagos, etc., sacamos unas fotos de la puerta de acceso y reemprendemos el camino por una bajada estrecha y con grandes paredes de rocas de las que cuelga una gran vegetación y algún panal de abejas.
            Paramos a comer en Jorsale, seguimos a 2800 metros y todos nos preguntamos cuando subiremos de verdad. El sube y baja de lo andado, nos produce la sensación de estar más altos.
          Durante la comida, Fernando Garrido nos ha advertido de que hoy ya toca bajar el ritmo, vamos a superar los 3000 metros e iremos notando el "aire enrarecido" así como un mayor esfuerzo de en la marcha. Los fotógrafos dejaremos de ir d´arriba p´abajo disparando las cámaras para no pagar ningún esfuerzo extra.
Puente de Larja
Cruzando el puente de Larja.
         Efectivamente, la vista del impresionante puente de Larja, el más alto de todos los que cruzamos, nos anuncia que las cuestas de verdad van a comenzar. Se encuentra en la confluencia de los koshis (ríos) Bhote y Dudh.
          Benjamín, que esto de los puentes colgantes no es santo de su devoción, prefiere posar su mano derecha (que es la buena), sobre la sirga principal, atestada de banderas, que el viento agita (lo que produce más sensación de acoj...). Parece darle más seguridad.
        Además, tras de nosotros y casi empujándonos, viene una manada de yaks y esos animales no respetan a nadie. Toca acelerar el ritmo, son fiestas del Pilar, pero esta mañana no toca ir de vaquillas.
Yaks.

           Nada más cruzar el puente y tras bajar unas empinadas escaleras de acceso, nos retiramos a un lado para dejar pasar a los mencionados bóvidos.
        Es espectacular observar los accidentados terrenos que el yak, con su carga, es capaz de salvar.
También se observan otros animales, son los mulos, fuertes ellos, que  llevan cargas más pesadas de los yaks y, además, llegan a lugares más inaccesibles que los "toretes".



Everest.
           Efectivamente, el terreno se empina. El camino es amplio y muy transitado. El polvo que levantan las caravanas comienza a pasar factura a nuestras vías respiratorias, pero todavía no toca quejarse, pues el camino discurre por un denso pinar que hace que el ambiente se mantenga fresco.
       Poco a poco, vamos remontando metros a ritmo lento que en un momento nos deja en un mirador repleto de gente. Claro, es el lugar desde el que, por primera vez, vemos el Everest.
         Nuestros pensamientos se van hacia aquellos que conquistaron la montaña más alta del mundo.
          Bebemos agua, cambiamos impresiones con unas montañeras de Galapagar y reanudamos la marcha.
Gallina.

        Echo un vistazo al GPS, estamos a 3100 metros y a uno, que es propenso, ya le comienza a doler un poco la azotea. Esta noche empezaremos a darle a la pastilla.
        Es lo que tiene esto de caminar por las alturas, son molestias que como dice Fernando Garrido "están en el contrato".
          Preciosas aves de corral (y el precio del agua), nos van anunciando que nos acercamos al destino de esta dura etapa que "os Estalentaos" la vamos afrontando con relativa facilidad.




Las féminas de la expedición, Maite, Lola y Piedad, en Namche Bazar.
              Ante nosotros, en un espectacular circo, aparece Namche Bazar (3450 m). Su bella estupa nos da la bienvenida a la ciudad, lugar de encuentro de mercaderes tibetanos desde hace 500 años.
              Nuestras tres campeonas posan con cara de felicidad por lo conseguido en el día de hoy. ¡Sois las mejores!
              Tomamos té, algunos nos duchamos con agua fría, otros lo hacen luchando con un calentador que por 200 dinares les deja escaldados.
           Antes de la cena salimos a dar un paseo por el pueblo y ¡Oh!, es como Thamel. Tiendas y tiendas de montaña y regalos jalonan sus estrechas y empinadas calles. De algún garito sale música occidental que llama a menear el esqueleto. Algunos aprovechamos y desde uno de los múltiples locutorios que hay, llamamos a la familia. Están en la siesta, no nos acordábamos de la diferencia horaria.
           Hace frío. Maite y yo compramos agua para el día siguiente y nos volvemos al lodge. Una vez allí, les pido entrar en internet (150 dr) y tras luchar con un teclado totalmente desconocido en el que las letras parecen gusanitos (nepalí), consigo mandar un correo a familia, amigos, compañeros, etc.
Cenamos con entrantes de frutos del cerdo ibérico que sacamos de nuestra recámara y a dormir.


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Día 11 de octubre de 2012.- Namche Bazar - Khumjukg - Khunde (aclimatación)
Distancia: 10,2 Km.
Ascenso acumulado: 715 m.
Descenso  : 710 m.
              Día de aclimatación, llegamos a la cota de 3900 metros y ya empezamos a notar en nuestras carnes, que todo esfuerzo gratuito, luego se paga. Por tal motivo lo tomamos con tranquilidad, disfrutamos del paisaje, sobre todo de la vegetación.
           Cerca de los cuatro mil metros, crece el rododendro, pero no de forma tapizante como lo conocemos en el Pirineo, aquí son auténticos árboles de varios metros de altura.
            Desayunamos unos huevos fritos, tan de gallina como los que en muchas ocasiones me ha preparado Luis en el Mesón El Maño de Bujaraloz, pero ni las manos ni el aceite son los mismos.
Thamserku.
    La mañana aparece prácticamente despejada y lo primero que vemos al asomarnos al exterior del lodge es el Thamserku (6608 m.), cuya nevada estampa nos acompañará en más de un día.
         Por las calles de Namche, vamos ganando altura hasta alcanzar la aldea de Chhorkung, que será punto de partida mañana y en la que paramos a comprar agua, ese líquido imprescindible en estas alturas.
          Sabiamente, los guías nos llevan en esta ruta circular en el sentido contrario de las agujas del reloj, con la finalidad de que antes que lleguen las nubes que todos los días aparecen a partir de mediodía, acceder a uno de los mayores espectáculos a los que uno puede tener acceso. Más adelante lo veremos.
Namche Bazar
        Una empinada cuesta, en varias lazadas, nos va elevando por encima de Namche Bazar. El colorido de sus tejados le da un carácter como de casitas de juguete infantil.
       A 3800 metros nos encontramos cruzando una pista de tierra, es el aeródromo de Shyangboche cuyo origen se debe a la construcción del Hotel Everest Wiev, que unos japoneses construyeron 90 m. más arriba, dicen que es el hotel más alto del mundo. Esta altura a los que sus clientes suben en helicóptero, ha producido en alguna ocasión que alguno de ellos, haya tenido que ser evacuado antes de tomar posesión de sus carísimas habitaciones (las hay con oxígeno incluido).
          ¡Ah!, pero antes de ver semejante choza, en una vieja construcción, desde su muro, nos enseña el espectáculo a que hacía referencia.
En un mismo plano, el Ama Dablam (6812 m.), el Llotse (8516 m) y el Everest (8848 m.). Y como no, "Os Estalentaos" la mar de felices.
               En un mismo plano, el Ama Dablam (6812 m.), el Llotse (8516 m) y el Everest (8848 m.). Y como no, "Os Estalentaos" la mar de felices.
              Fernando Garrido nos explica que la cara que estamos viendo del Llotse es la de más caída del mundo (4000 m.). Decidimos, sobre la marcha, no medirla.
Ama Dablam.

             Si los dos gigantes, Llotse y Everest, imponen, el que fascina es el Ama Dablam 6812 m.). Alguien dijo que significa "madre dando a luz" por la forma que tiene. Otras fuentes consultadas, me dicen que es "la joya de la madre". Bueno, al fin y al cabo, es lo mismo: "La madre que da a luz una joya de crío"(esto es mío). Su imagen te atrae por su solitaria estampa en una cordillera plagada de siete y ochomiles, por sus nevadas paredes y porque, como ocurre en algunas montañas del Pirineo, su imagen nos va a acompañar en múltiples lugares.

Con Maite, el Ama Dablam y el Llotse.
Edelweis.

          Seguimos andando y dejamos de lado el hotelito japonés, a mí me parece que al entorno le sienta como dos pistolas al buenazo de San José.
          Disfrutamos mucho más observando la abundancia de las flores de edelweiss que crecen por estos mágicos lugares y las grandes montañas que hacen de nosotros pequeñas hormiguitas caminando en hilera.
        Al contrario que los rododendros, la genciana del Himalaya es una flor pequeña si la comparamos con las que ya conocíamos. 
Genciana.
Khumjung
         Andamos con tranquilidad, ya hemos superado la cota máxima del día y nuestro organismo nos pide descender. Además, aún nos quedan dos poblaciones que visitar y el día es corto.
         La primera es Khumjung (3780 m.), una población en la que sus residentes son en su totalidad de la etnia sherpa. A esa altitud, la agricultura se limita tan solo a la patata que, por cierto, ahora están recolectando. Lo hacen con sus propias manos, labran con la ayuda del yak si lo tienen, si no, lo hacen manualmente.
            Posteriormente, cavan un hoyo en el suelo y entierran el tubérculo para que no se congele y se conserve todo el invierno.
Enterrando patatas
Leña animal.

            Con el excremento del yak, forman unas tortas que pegan contra la pared más soleada y cuando se seca, lo emplean como carburante en las estufas. Desprende pocas calorías, pero no hay otra cosa. Nosotros somos testigos.
             Comemos en el exterior de un lodge, esta vez con reposo post-alimentario (siesta al sol) hasta que una nube nos avisa de que la temperatura va a descender hasta niveles no apropiados para siestas.

Buda.


              Por cierto, antes de comer, hemos visitado el gompa de Khumjung que, como todos los visitados, es un espectáculo de color en el que las diferentes formas en que Buda aparece representado, se quedan en un segundo lugar, "El cuero cabelludo de un supuesto Yeti" preside la entrada del templo.
            A mí, me da grima la visión de tal cabellera.
              El único monje del lugar, nos pide una contribución a cambio de sacar fotos.




Monumento de Hillary.
          Nos echamos las mochilas a la espalda y antes de proseguir la marcha, pasamos por la Khumjung Hillary School, una emblemática escuela de primaria y secundaria para niños sherpas, primera de las muchas obras de carácter social y de conservación, impulsada por el primer hombre que pisó la cima del Everest: Edmund Hillary.
         Con una mezcla de rituales budistas y boato occidental, en el año 1962, Hillary inauguró la escuela, había encontrado la vocación de la ayuda internacional que ocuparía gran parte del resto de su vida.



Estupa en Khumjung. En su acceso, este espectacular centro educativo luce una bella estupa y con el chorten más largo del Himalaya Nepalí. Todo esto se puede ver en las "FOTOS DE NEPAL" (Haz clic aquí)"
Vista parcial del chorten deKhumjung
Nuestras sanitarias.

           Seguimos la marcha y en pocos minutos nos presentamos en la vecina aldea de Khunde (3840 m.) con construcciones similares a la anterior, los tejados son todos verdes. Nos dice F.Garrido que a esta zona la denominan "Valle Verde".
         Visitamos el hospital que la fundación Himalayan Trust financió en 1966, hospital que las tres sanitarias del grupo adornan con su sabiduría.
         No sé si por Europa las cosas siguen de estas maneras, ¿alguna de ellas pedirá traslado a Khunde?

Khumjung.
Mañana iremos hacia allí
               La temperatura comienza a descender por momentos, lo que nos invita a volver hacia Namche Bazar, no sin antes echar una mirada hacia atrás y despedirnos de un alto valle en el que el impacto de sus pobladores sherpas preparándose a recibir el invierno, nos ha dejado un fuerte recuerdo, difícil de plasmar en estas páginas.

          Pasamos por el lado contrario de la pista del aeródromo de Shyangboche y en un fuerte descenso, nos plantamos en un Namche Bazar medio cubierto por las nubes que todas las tardes nos visitarán.
        Aún damos una vuelta por las tiendas y tras comprar unas pilas y agua, Maite y yo decidimos refugiarnos en el lodge.
        Ha sido un día de aclimatación, hemos subido a una cota importante y dormir por debajo de ella, nos ayuda. No obstante, alguno comenzamos a sentir "cosícas", pero lo vivido en esta jornada, supera con creces cualquier molestia.
          Cenamos, todavía con buena gana, y en un momento somos presas de los sacos de dormir.
Buenas noches.

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Día 12 de octubre de 2012.- De Namche Bazar (3450 m.) a Phortse (3850 m.)
Distancia: 10,6 Km.
Ascenso acumulado:981m.
Descenso: 526 m.
             Hoy es el día de la fiesta mayor de Zaragoza, nuestra ciudad, "el Día del Pilar". Uno que no es mucho de aglomeraciones festivas, en esta ocasión no puede dejar de sentir nostalgia de su tierra y de los suyos, máxime cuando estás en el otro pompis del mundo. Y certifico que el resto del grupo comparte estos sentimientos, ya que en el desayuno rompemos a entonar unas jotas que nos ponen los pelos de los brazos como erizos. Un grupo de la Hispania que ha llegado la noche anterior, nos presentan a una tal Pilar a la que le entonamos aquella jota: "La nieve ardía..." Cantar, no cantamos bien, pero le ponemos mucho empeño.
              Con los ojos algo brillantes todavía y con una mañana radiante, nos ponemos en marcha por las calles de Namche, que a estas horas presenta el comercio cerrado. Compartimos las estrechas vías urbanas con alguna que otra caravana de yaks que, cargados, acarrean materiales diversos a otras poblaciones.

¿Piolet?

         Pasamos por el alto de Chorkung de nuevo, e iniciamos un trayecto que discurre por una fuerte ladera.
          En una pared, apoyado, veo el artilugio de la foto, le llamo "piolet de porteador". Cuando van andando con la carga colgada de la frente, lo usan como cualquiera de nosotros usamos el piolet, se ayudan cogiéndolo del mango.
        Para descansar, lo colocan en forma de puntal y apoyan la carga sobre él.
        Seguimos la marcha, mil metros abajo divisamos el puente de Larja que dos días antes hemos cruzado. El camino es precioso, debajo de la impresionante ladera por la que estamos avanzando, se adivina un hilo de agua, es el Dudh Koshi, estamos a la entrada del gran valle del Khumbu.
         Tras varios recodos, divisamos la estupa conmemorativa del cincuenta aniversario de la primera ascensión al Everest, que como se ve en la fotografía, hoy no está para visitas.
Estupa 50º Aniversario, detrás el Everest y Llotse
Cantando una jota.

      En la estupa, paramos a echar un trago.
       Como no, la coral del grupo, rompe a entonar unos "cánticos a la pilarica" ante un monumento budista. Este podría ser un motivo más por el que nos hemos autodenominado "Os Estalentaos".
       Alguien ha traído una de esas cintas, típicas de Zaragoza, con los colores de la bandera aragonesa, que dejamos atada a la barandilla que rodea a la estupa.
        Es lo que tiene esto de caminar por tierras lejanas, los sentimientos vuelan altos, muy altos. Con pintas de "baturros perdidos por el monte", reanudamos la marcha, pasamos por Kyangjuma, un enclave en el que, girando la cabeza, volvemos a ver el Thamserku y delante de nosotros, adivinamos el trazado que lleva al monasterio de Tengboche y que a la vuelta visitaremos. ¿Por qué?: el trekking lo hacemos en trazado circular, por lo que, aunque adivinamos el enclave del monasterio, no será hasta el descenso que haremos una noche en él.
La cinta.

       Alguien ha traído una de esas cintas, típicas de Zaragoza, con los colores de la bandera aragonesa, que dejamos atada a la barandilla que rodea a la estupa.
         Es lo que tiene esto de caminar por tierras lejanas, los sentimientos vuelan altos, muy altos. Con pintas de "baturros perdidos por el monte", reanudamos la marcha, pasamos por Kyangjuma, un enclave en el que, girando la cabeza, volvemos a ver el Thamserku y delante de nosotros, adivinamos el trazado que lleva al monasterio de Tengboche y que a la vuelta visitaremos. ¿Por qué?: el trakking lo hacemos en trazado circular por lo que, aunque adivinamos el enclave del monasterio, no será hasta el descenso que haremos una noche en él.
Porteador.

           En el camino, nos adelantan varios porteadores, en unos casos acarreando material de los turistas y en otros, como el de la foto, material para la construcción de edificaciones con destino al turismo de montaña. Este transporte puede durar varios días. Es un trabajo más que duro, pero es la fuente de ingresos que este incipiente e importante tránsito de montañeros, está aportando a la pobre economía del pueblo nepalí.
        Descendemos por un recodo bañado por una pequeña cascada que un barranco aporta al entorno, aguas que riegan un bosque de arces y que, en estas horas de calor (temperatura+esfuerzo), agradecemos.
          Pero como "la alegría dura poco en casa del pobre", subimos unas empinadas escaleras de piedra con unos peldaños tan altos que uno se pregunta si quien la proyectó, era sherpa o watusi. Una barandilla nos da seguridad en este tramo.
          A nuestra izquierda, hemos dejado un sendero que lleva a Khumjung (estuvimos ayer) y enseguida, a nuestra derecha, el que nos traerá, a la vuelta, de Tengboche. Nosotros cogemos el que lleva a Gokyo.

La última fotografía de mi cámara, el Ama Dablam.
           Ya hemos dejado el valle del Khumbu tras recorrer una ladera, ahora llegamos a Mong, una aldea a 3990 m., situada en un collado en el que las vistas son casi insuperables.
        Comemos en uno de los lodges del sitio. Yo disparo, una vez más la cámara apuntando hacia el Ama Dablam, se me cae al suelo y "s´acabó". Menos mal que entre todos, llevamos buena artillería fotográfica.
      En esta población existe un monumento dedicado al lama, nacido aquí, Sange Dorje, introductor del budismo en el valle del Khumbu en el siglo XVII.
          De postre, tenemos una fuerte bajada que afrontamos con la alegría que caracteriza a este grupo, máxime en el día de la fiesta de su tierra. Al final del descenso llegamos a Phortse Thenga, a orillas de nuestro compañero de varios días, el Dudh Koshi. Un par de montañeras que, valientes ellas, se están bañando en sus aguas, arrancan graciosos comentarios de diversa índole entre nuestro personal.
          Ascendemos, fuertemente, por un denso bosque que nos lleva al pueblo de Phortse (3850 m.). Un chorten con relieves de Buda, nos recibe. Es una población en la que se percibe la vida tradicional de sus habitantes.
         Transitamos por unas estrechas calles jalonadas por muros de piedra, cerrando recintos destinados al cultivo de patata y a los yaks. Vemos a una mujer ordeñando (alguien dice que la hembra se denomina "nak"), pasamos en silencio, ya que, parece ser, les gusta dar leche con tranquilidad.
Lodge en Phortse.
El sueño americano.

         Nos alojamos en un lodge. Su dueña nos cuenta que ha estado en Nueva York, que el viaje le costó dos días de aviones, que tiene dos hijos y dos hijas, ellas casadas con norteamericanos y residiendo en Utah.
         La decoración del local delata el impacto que Estados Unidos, causó en la señora. Comentamos acerca del paseo que se tuvo que dar para coger un vuelo en Kathmandú.
       La estufa de "caca de yak" calienta el comedor, nos tomamos el té y descansamos tras una jornada exigente.

Phortse.
        Antes de que anochezca, algunos sacamos lapiceros y cuadernos de los petates y nos damos un paseo por las calles. No hay muchos niños, pero, como siempre, ellos y sus madres nos saludan y agradecen ese minúsculo detalle que les va a dar entretenimiento durante un buen rato.
          La temperatura desciende a velocidades de vértigo, pero estas gentes... como si nada.
      Dejamos paso a unos impresionantes yaks que a duras penas caben en las calles, volvemos al lodge y...

El enano.



... nos encontramos a un enano que, con cachirulo en la testa, saca tales carcajadas de los que allí asistimos, que nos deja con escasos de pañuelos.
        Con los pies en la mesa y con las manos gesticulando de manera descontrolada, el liliputiense nos anuncia que esta noche va a ser proclamada la reina de las Fiestas del Pilar en el Himalaya.
        Lejos de casa, pensamos en cómo se lo estarán pasando en Zaragoza. Por la mañana, las gentes se vestirán con los más variados trajes regionales para desfilar hasta la plaza el Pilar y vestir a la patrona con un manto cubierto de millones de flores. Por la tarde, el paseo de la Independencia se llenará de gente protagonizando el mayor de los espectáculos de unas fiestas muy participativas que desde aquí, desde la lejanía, las sentimos muy adentro de nosotros.
          La comisión de festejos se ha reunido en pleno y tras un duro debate -"ha resuelto proclamar reina de las fiestas a...


La reina y sus damas. 
¡... Maite! Como damas de honor son nombradas, Lola y Piedad!.
        En calidad de rey consorte y parte interesada de la comisión, me toca ponerles las correspondientes bandas y hacer entrega de un ramo de flores a la que en las próximas jornadas será "nuestra reina". El resto del tiempo será "mi reina". Así somos "Os Estalentaos", ¿será mal de altura?
          Otra etapa que hemos superado, ha sido una grata jornada, jalonada con bellos paisajes y buen rollo del grupo.
         A algunos ya nos va afectando la altura, pero como ya dije en otra ocasión, son problemas que si los ponemos en ambos platos de la balanza, la experiencia vivida, claramente pesa más.
        A estas alturas, cerca de los 4000 metros, la temperatura nocturna es baja, por lo que meterse en el saco es todo un placer.

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Día 13 de octubre de 2012.- De Phortse (3850 m.) a Machhermo (4400 m.)
Distancia: 10,4 Km.
Ascenso acumulado: 1100 m.
Descenso: 479
              Alborea en Phortse, la temperatura es baja. Como todos los días, nuestros guías nos sirven un copioso desayuno que a algunos ya no nos entra. Comenzamos a perder el apetito, casi todos ¿quién lo iba a decir?. Nos lavamos las legañas con un poco de agua, descongelada al efecto, y tras recoger el petate, nos ponemos en marcha.
Gompa de Phortse.
           Antes de abandonar Phortse, subimos a lo más alto de la población a visitar el gompa. Este, como todos los visitados, luce en sus paredes decenas de escritos con oraciones, diferentes representaciones de Budas, montones de colgantes de un sinfín de colores y algún que otro instrumento de percusión.
            Desde el exterior, oigo sonar una especie de tambor, el monje que oraba en el interior accede a que alguien del grupo demuestre sus habilidades con la baqueta.
Estatua de Papá Tony.
       Adosada al gompa, veo una estatua que me llama la atención. Se trata de Tony Freake o Papá Tony que es como le llaman en la aldea.
       Haciendo trekking, como nosotros, se enamoró de Phortse y se dedicó a realizar varias obras en la zona.
         Como el más cercano de los monasterios se hallaba en Tengboche, el Dalai Lama autorizó a construir este gompa. Papá Tony ayudó a los vecinos a su ejecución dirigiendo la obra.
         Iniciamos el descenso por el bosque que el día anterior nos ha traído hasta Phorse, pero hoy tiene algo especial. Sus árboles, que no sé de qué especie son, toman formas extrañas, parecen tener vida humana. En cierto aspecto, me recuerdan a alguno de los cuadros que nuestra amiga Mª Jesús Escuer suele pintar. Abajo dejo una de sus obras para el que quiera comparar.
Naturaleza viva
Cuadro Naturaleza Viva (Mª Jesús Escuer)
Caminando.

          Seguimos descendiendo hasta volver a cruzar el puente de ayer, vamos a llamarle "el de las montañeras valientes", y giramos a nuestra derecha. Ahora iniciamos una lenta pero fuerte subida por un bosque de rododendros y coníferas.
         En el río, que ahora lo llevamos a nuestra derecha, vemos una minicentral hidroeléctrica que alimenta a Phorse.
         No es fácil encontrar por estos parajes algún que otro avance tecnológico.



Al fondo, el Cho Oyu.

          Seguimos por un profundo e interminable valle, poco antes de llegar a Dhole (4100 m.), nuestros GPS nos indican que ya superamos los 4000 metros de altura. Toca bajar el ritmo y hacer profundas respiraciones con el fin de compensar la falta de oxígeno con el número de las aspiraciones.
         Comemos (lo intentamos) en el enclave de Lhabarma (4330 m). Allí conocemos a una pareja de Argentinos que mochila en mano, recorren el mundo.
       En el horizonte ya divisamos otro de los gigantes, el Cho Oyu (8201 m.), la sexta montaña más alta del mundo. Pronto la veremos más de cerca.
       En el camino nos cruzamos con varias caravanas de yaks y no veas el polvo que levantan. ¡Y nosotros, respirando fuerte!
        Hay que reconocer lo imponente de estos animales, lo de apartarnos para dejarles pasar, aseguro, no es por galantería. Son lentos (menos que nosotros), no llevan mucho peso (más que nosotros), pero hay que verlos caminar por estos duros terrenos guiados por el pastor correspondiente.
Yaks.
¡Va refrescando en el collado!.
La tarde se nos echa encima y las nubes de todos los días esconden al astro rey. Hace frío y unos pequeños copos de nieve comienzan a caer. Tras pasar por Luza y un "collado con vistas" (foto de arriba), descendemos un poco hasta cruzar un torrente y en poco tiempo ya divisamos Machhermo.
Como muchas otras veces, la cara de estos niños nos ayudan a no pensar en el cansancio, el frío y el mal de altura.
Dormitorios en Machhermo.

         La temperatura nos invita a repartir rápidamente los dormitorios y refugiarnos en el comedor en torno a la estufa.
          Cambiamos impresiones, cenamos, estornudamos, tosemos, cantamos en voz baja el "Somos" de Labordeta y nos refugiamos en unos helados camastros embutidos en los sacos hasta los ojos.
          Antes, intento lavar el cepillo de los dientes, pero el agua está helada. Lo hago con agua mineral.
           Algo que no me ha aportado el llamado mal de altura, es la dificultad para conciliar el sueño, así que...zzzzzzzzzzzzzzz.

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Día 14 de octubre de 2012.- De Machhermo (4400 m.) a Gokyo (4800 m.)

Distancia: 7,5 Km.
Ascenso acumulado: 558 m.
Descenso acumulado: 97 m.
Lodge en Machhermo

          Despertamos, salgo del saco, voy a beber agua de la cantimplora y no sale, estaba congelada. El cristal de la ventana del dormitorio se encuentra, también, helado.
           Salimos al patio del lodge y aparece como se ve en la foto derecha. Sabemos que cuando sale el sol, los rayos calientan, al menos, la parte del cuerpo que los recibe, el resto lo hace el esfuerzo.
      Hay que decir que los Fernandos y Javier, no llegaron a perder el apetito, el resto hacemos como que desayunamos, solo nos entra un poco el líquido.
Al fondo, el Cho Oyu.
         Y para no tener frío, nos ponemos en marcha. Con el fondo del Cho Oyu (8201 m.) nos fotografiamos y comenzamos la remontada del Dhud Koshi, el río que no hemos abandonado, prácticamente, desde que dimos el primer paso. Por cierto, el primer ascenso en invierno y en solitario al Cho Oyu, lo realizó nuestro guía y amigo Fernando Garrido en 1988.
       Cierto que a esta altura, el caudal es menor. Poco a poco nos vamos acercando al glaciar que lo alimenta.
           La etapa de hoy es corta y con un desnivel más pequeño que otras, pero no por ello menos exigente. Hay que recordar que a 4800 metros, el esfuerzo es mayor.
Pico Cho Oyu
En el lago Taboche.

          El principio del camino es de suave pendiente, vamos en lento caminar, hoy comeremos en el destino.
         Pasamos por la aldea de Phang y remontando el valle, encontramos ya la morrena formada por el glaciar Ngozumba, el más grande del Himalaya nepalí, y más adelante los "Tres lagos de Gokyo". El más pequeño es el Longpongo, el mediano el Taboche y el más grande en cuyas orillas se encuentra el complejo de lodges, el Dudh Pokhari.

En uno de estos lagos, nos esperan algunos de los porteadores que, termo en mano, nos ofrecen un caliente té que nos sabe a gloria. 
Vamos llegando y vemos al fondo, a la derecha del lago, el Gokyo Ri que mañana, si las fuerzas nos acompañan, intentaremos coronar.
Gokyo

             Por fin llegamos a Gokyo, enclave de Lodges en donde en invierno no queda nadie.
         Cuando lo divisamos, todavía no humean sus chimeneas, el combustible es costoso y hay que estirarlo; amigos, el yak tiene sus límites.
            Afortunadamente, nuestro lodge tiene unos grandes ventanales orientados al sur por los que entran los rayos de sol, siempre y cuando las señoras nubes tienen a bien permitir.
          Comemos (algunos) y damos una cabezada.

Lodge en Gokio
Tendedor de Gokio.
        Tras una dura negociación, por una módica cantidad de rupias, la señora del lodge lava la ropa de los más pulcros. Una vez lavada, mientras escurre el agua, esta se va congelando. Mañana, cuando, ya de día, bajemos del Gokyo Ri, estará seca.
        Por la tarde llevamos intención de rodear el lago, pero la niebla desciende hacia nosotros y la noche llega pronto. Lo cambiamos por un paseo por la morrena.
           Tras la cena, un servidor y la cantimplora se adentran en el saco; uno y otra, como dos amantes, dormimos la noche bien calentitos.
            Por la mañana, ni que decir tiene que para poder disponer agua para el aseo, calientan agua y la echan en un bidón con un grifo para poder quitarnos las legañas. El resto lo hacen las socorridas toallitas de los bebés.
           Buenas noches.


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Día 15 de octubre de 2012.- De Gokyo(4800 m.) a Dragnag (4700 m.)
y ascenso al Gokyo Ri (5357 m.)
Distancia: 7,9 Km
Ascenso acumulado: 846 m.
Descenso acumulado 838 m.
Perdigallo.
          Buenos días, el agua de la botella está en estado líquido, ha dormido en caliente, ¡podemos beber!.
          Nos despierta el canto del perdigallo tibetano, un ave con forma de perdiz y tamaño de gallo que, desde lo alto de las rocas, se lanza en picado emitiendo un fuerte cantar. Yo le llamaría el "avemisil".
            Son las 4:30 a.m. y hoy toca ascender el Gokyo Ri de 5357 m.
         Desayunamos, el petate lo recogeremos a la bajada. No perdemos tiempo y en breves momentos, nos ponemos a andar.
         Benjamín, que dice estar algo tocado, nos esperará en el lodge a que bajemos.
Ascenso al Gokyo Ri.

                En el comienzo, salvamos la cola del lago por unas piedras cubiertas de hielo, por lo que debemos prestar atención, a estas horas, un baño, como que no apetece mucho.
       Poco a poco, vamos ascendiendo por una lazada bastante descarnada y empinada.
       El esfuerzo es alto. Un desnivel de 570 m. en cotas más bajas, diríamos que es una pequeña subida, pero a más de 5000 metros, el tema es más peliagudo.
Subiendo al Gokio Ri. Abajo, Gokyo.


           Si digo que es peliagudo, es porque una ascensión que en otras condiciones sería de una duración aproximada de hora y media, aquí son tres horas. Cuesta respirar, de vez en cuando hay que hacer una parada para recuperar aliento. Nos miramos las caras los unos a los otros y se ve que estamos curtidos en años, todos y todas vamos bien.
           Hay que repartir las fuerzas, hoy la cosa no termina en el ascenso y descenso del Gokio Ri.
       Además, te vas parando a fotografiar y disfrutar del espectáculo que se va mostrando en cada metro que subes. ¡Una pasada!

Último esfuerzo

         Todos, poco a poco, vamos accediendo a la cumbre del Gokio Ri (5357 m.) desde este magnífico balcón disfrutamos de la vista de cuatro de los picos más altos del mundo: Everest, Cho Oyu, Lhotse y Makalu
       De la misma manera, bajo nuestros pies, vemos los lagos de Gokyo, sus aguas tienen color esmeralda y nosotros, "color de asfixiados".
         Abajo, el Glaciar Ngozumba muestra sus morrenas y parece decir: ––luego cuando bajéis, tendréis que cruzarme si es que queréis dormir calientes ––pues vale, luego nos vemos.

Cho Oyu desde el Gokyo Ri
Tocando el Everest
Maite y yo dejando un recuerdo de nuestro pasado.

           La coronación del pico, es acompañada por grandes dosis de emoción, somos humanos, también somos un grupo compuesto por personas entradas en años y para la mayoría de nosotros, llegar a estas cotas ha sido casi una hazaña.
           Bueno, eso decíamos el año pasado en el Alto Atlas y aquí nos tienes.
      Algunos dejamos recuerdos de seres queridos, otros de su tierra, pero a cambio, nos llevamos el recuerdo de una cima entrañable.
          Cantamos un par de canciones, un francés nos pregunta ¿sont d'une certaine corail? (¿sois de alguna coral?), todos nos damos cuenta de los conocimientos musicales del amigo: nulos.
           Los ojos, algo nublados, se nos van hacia los cuatro puntos cardinales. Aquí arriba se pierde el sentido del tiempo y de la distancia, los recuerdos de los seres queridos afloran con más fuerza que nunca, sobre todo los de aquellos que nos abandonaron


Cima del Gokyo Ri
"Os Estalentaos" con el serpha Kaji, en la cima del Gokio Ri
Valle de Gokyo y Glaciar Ngozumba (Al fondo el Makalu)

Maite y Luis Casao
        Tras un pequeño cresteo que realizamos por la cima, iniciamos el descenso. Con menos exigencia de oxígeno, bajamos rápidamente.
        Nos encontramos con un grupo francés con el que coincidimos varios días, uno de ellos había sufrido un esguince. Nos dicen que no necesitan ayuda, están casi abajo. Por la tarde se da un viaje en helicóptero.
        Comemos en el lodge en el que hemos dormido, tomamos el té, recogemos el equipaje y seguimos la ruta.
         En pocos minutos, estamos en el Glaciar Ngozumba, el más largo del Himalaya nepalí, subiendo y bajando entre morrenas, lagos helados, hielo y más hielo. De vez en cuando, vemos como el movimiento del glaciar expulsa toneladas del material que arrastra, todo un espectáculo.
En el Glaciar Ngozumba
                  Para hacernos una idea de las medidas del glaciar, solo cruzarlo nos lleva más de dos horas. Una vez que llegamos a la orilla contraria, seguimos por él hasta una fuerte subida por la morrena izquierda, un poste nos indica el punto donde termina el ascenso.
Llegamos a Dragnag
           Finalmente, con frío y una espesa niebla, llegamos a Dragnag (4700 m.).
        Un rebaño de yaks, es recogido por el pastor. Es impresionante, las alturas en que te encuentras a estos animales.
       No usan plumíferos, desconocen el gore-tex, duermen con las estrellas por techo, en los collados no se ponen el cortavientos...
          Y es que la tecnología de las prendas de montaña, no ha descubierto el pelo de yak. La moda sí, las caras pasminas que venden en Katmandú dicen estar compuestas por tal preciado cabello.
               Cenamos pronto, y pronto, también, estamos metidos en el saco, los dormitorios son heladores y mañana tenemos la "etapa reina".
                   Buenas noches, cantimplora.


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Día 16 de octubre de 2012.- De Dragnag (4700 m.) a Dzonglha (4850 m.) salvando el Cho La Pass (5420 m.)
Distancia: 8,8 Km.
Ascenso acumulado: 884 m.
Descenso acumulado. 673 m.
                   La etapa de hoy no es la más larga del trekking, pero al discurrir por alta montaña la convierte en bastante dura. Esta jornada la consideramos importante, no solo porque técnica y físicamente es muy exigente, sino también, por ser fundamental para la cohesión del grupo. Si alguno de sus miembros no lográsemos llegar al Cho La Pass, el traslado hacia un punto más bajo, sería algo complicado.
                    Por todo esto y para no tener dificultades con las condiciones meteorológicas (ya he dicho, que al mediodía, el tiempo empeora), nos levantamos a las 3:45 a.m., los perdigallos todavía no cantan por lo que es el despertador, quién nos invita a abandonar el lecho.
                      Las toallitas limpiabebés suplen al agua que a estas horas se encuentra en estado sólido. Nos sirven el desayuno y nada, a la mayoría no nos entra. Ya nos hemos tomado las "pastillas anti-dolor de cabeza". El despertar, a estas alturas, es duro: dolor intenso de cabeza, necesidad de hiperventilación para salir del saco o ponerse las botas, algunos no pegan ojo en la noche, narices taponadas, garganta reseca, etc.
                Pero en cuanto nos ponemos a caminar, desaparecen casi todos esos síntomas, ¡solo quedan los mocos!

Preparados para el asalto al Cho La Pass.

     Salimos de noche, con los frontales encendidos.
       Nos abrigamos, la temperatura debe de ser de tropecientos grados bajo cero. El cielo viste la más hermosa de sus galas, pero como si nos quedamos a ver las estrellas, nos vamos a quedar pajaritos, echamos la cabeza abajo y emprendemos la marcha.
        Y como el llano aquí no existe, inmediatamente comienzan las primeras rampas. En la respiración de los colegas y en la mía propia, se nota que la concentración de oxígeno va bajando. De vez en cuando, Fernando Garrido nos recuerda la necesidad de hacer profundas respiraciones para coger más cantidad de lo que escasea.
Amanece.

         Por un momento el camino suaviza el desnivel, coincide con el amanecer.
          Cuando nos da el primer rayo de sol, paramos a beber, yo he depositado a mi compañera de saco, la botella, protegida dentro de la mochila, el resto del preciado líquido, el tubo que va de ella a mi boca está congelado.
           Nos quitamos capa y media de ropa y seguimos en dirección a un collado que divisamos a lo lejos, ¿será el Cho La? No, para eso aún queda tajo, así que ¡a caminar!. De allí la frase montañera: "detrás de un collado hay otro".

Volvemos a parar un par de minutos para echar un vistazo a lo que tenemos por delante y, como lagartos al sol, recuperar algo de temperatura.
Descendiendo por "suave ladera"
               Descendemos por una suave ladera, que en poco rato nos coloca al pie de la ascensión al Cho La.     Miro para arriba y me parece un muro.
           Acompañados de varios perdigallos tibetanos, nos metemos al cuerpo alguna galleta que Fernando Garrido saca de su mochila mágica.
Entre bloques.

         Ante la posibilidad de que alguien flojee, hoy llevamos refuerzo con uno de los porteadores que nos acompañan.
        Efectivamente, la fuerte subida entre grandes bloques de granito y gravilla suelta, a los 5100 metros, va pasando factura a algunos, pero como lo importante es llegar arriba, los sherpas descargan de mochila a los que van más apurados, incluso echan una mano para poder superar este fuerte obstáculo.
          Además, el sol calienta y hay que beber mucho líquido,

Ya queda poco.

       Pero repito, como lo importante es llegar, la visión del collado nos anima y tras un importante esfuerzo coronamos el Cho La (5420 m.).
            Las caras van cambiando de estado, la satisfacción de haber superado este duro paso ha obrado de manera milagrosa.
         Como ejemplo veamos las fotos que siguen, nada que ver con los rostros de la subida. Aun así, a Maite se la ve con la cara algo inflamada, por eso de la altura.
       Benjamín, que ayer flojeaba, hoy ha subido como una moto. Este hombre no dejará de sorprenderme.

Maite y Piedad con el banderín de Esbarre, grupo de montaña al que pertenecemos algunos.
"Os Estalentaos" y los guías
Un merecido descanso

           Atrás dejamos el valle de Gokyo, nos ha gustado por la experiencia vivida, que he intentado plasmar en estas páginas. Nuestras piernas nos han llevado por un valle muy tranquilo. Ahora, el paisaje es otro, desde arriba volvemos a ver el Ama Dablam, Everst, etc., nos dirigimos hacia el gran valle que hace unas jornadas dejamos, el Khumbu.
           También nos vemos a nosotros mismos, nos preguntamos aquello de: ¿cómo estos "estalentaos" hemos llegado hasta aquí?
          Con tan espectaculares vistas, comemos unas chucherías, otra cosa no entra.

Bajo un serac del glaciar del Cho La, Maite muestra mejor semblante que en la ascensión.
Descendiendo por la morrena del glaciar
          ¡Ánimo que ahora vamos a ir cuesta abajo!
         Pero como en el Himalaya, todavía no han puesto escaleras mecánicas, el descenso no es un regalo.
     Entre bloques de piedra que cubren el hielo del glaciar, la marcha hay que hacerla con cuidado.
     A veces piensas que estás pisando tierra y un centímetro debajo, es hielo.
    Pero el entorno es espectacular. Paredes de varias decenas de metros (no las medimos), sentimos bajo nuestros pies. En el Himalaya todo es de gran tamaño, solo nosotros nos quedamos diminutos.
Descenso del glaciar de Cho La.
Con Maite
         Tras una bajada, larga y algo peligrosilla por el hielo, vamos llegando al destino de hoy y ya queda olvidado el esfuerzo que ha supuesto concluir la "etapa reina".
      Llegamos a Dzonglha (4850 m.) y como siempre, nos reciben con té.
        El lodge está repleto de gente. Estamos cansados, a las 18:30 h. nos sirven la cena y como hemos madrugado, nos vamos a dormir.
         Observo que cada noche hace más frío, así como que el cuerpo comienza a ser víctima de los varios días en altura. Lo más confortable de las noches son el saco y mi compañera "la botella".
        Buenas noches


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Día 17 de octubre de 2012.- De Dzonglha (4850 m.) a Gorak Shep (5150 m.)

Distancia: 11,2 Km.
Ascenso acumulado: 665 m.
Descenso: 230 m.
           
Arakam Tse (5904 m.)
El despertar de hoy es una fotocopia del anterior: Hielo en el cristal del ventanuco del dormitorio, esfuerzo para calzarse, alguna cara inflamada, dolores de cabeza, poco apetito madrugón y ganas de ponerse a andar, eso sí, mi amada cantimplora ha dormido en caliente. Caminando, desaparecerán la mayoría de los síntomas del mal de altura, bueno: andando y con analgésicos.

              Hoy, la etapa va a ser larga y volveremos a superar los 5000 metros. Retomaremos el valle del Khumbu para pasar dos noches a los pies del Everest, Pumo Ri, Nuptse, etc.
            El recorrido, al menos en su inicio, es con pendientes muy tumbadas, por lo que, pese a lo lento de la marcha, vamos avanzando con buen ritmo.
              De frente, adivinamos el camino por el que dentro de tres días descenderemos, es el del Valle del Khumbu que dejamos cuando hace unas jornadas, lo abandonamos para girar hacia el Valle de Gokyo.

Javier y el Arakam Tse.
        A nuestra derecha, doscientos metros más abajo, tenemos una bella panorámica del lago Chola Tshe, cuyas aguas, verde esmeralda, contrastan con las nevadas paredes del pico Arakam Tse (5904 m).
               Echamos un nuevo vistazo atrás, a la zona donde ayer hicimos el paso más alpino que se puede realizar en estas latitudes. Bajo las paredes del Chola Tse divisamos el glaciar del Chola Pas.
             Más adelante, giramos en dirección norte y se abre el gran valle a nuestros ojos.
Al otro lado del valle, adivinamos caravanas de yaks y gente que suben al mismo lugar que nosotros, aunque por una ruta más directa y transitada. 
En este nuevo entorno nos hacemos una foto de grupo y como decorado, ponemos una bella imagen con el Pumo Ri destacando en lo más alto del Valle del Khumbu.
Allá vamos.
          Siempre por la ladera izquierda del valle del Khumbu vamos progresando lentamente hacia el punto más septentrional de nuestra marcha; al otro lado queda el Tibet.
          Paramos a comer en Lobuche (4940 m), en un lodge de nueva construcción. ¡Sorpresa!, en el aseo tienen lavabos con grifos por los que sale agua, fría, pero agua al fin y al cabo, ¡hay jabón!, ¡hay espejo! (hace días que no nos mirábamos) aunque yo hubiera preferido no verme reflejado en un cristal de esos ––¡qué barba!, ¡qué delgadez!––. Bueno, en la capital he dejado la "guillete" y ya engordaremos cuando regresen las ganas de meternos al cuerpo un buen filete.
Con Fernando José que para eso es suya la cámara.
Con Luis Casao y Maite.
El Pumori.

        Seguimos avanzando, pasamos por el desvío que lleva a la pirámide que montaron los italianos y que alberga un centro científico.
          Unos metros más arriba, miro el GPS e indica que ya hemos superado los 5000 metros, lo hago saber al resto del grupo. Eso nos indica que solo nos quedan 150 m. de subida. Como siempre, no es así, pues lo acumulado es algo más.
           De nuevo, el camino se mete en morrena, esta vez corresponde al glaciar del Khumbu y sube, baja, gira, vuelve a subir, vuelve a girar... ¡uf!


Luis Lasala con video y Fernado Sancho, con fotografía, capturan un bello rincón del glaciar
Llegando a Gorak Shep, bajo el Kala Patthar.
         Superamos el collado de Dhugla, y por fin aparece nuestro destino: Gorak Shep (5150 m.), un núcleo de lodges sobre un lago helado cubierto de arena.
         También divisamos el pico del Kala Patthar (roca negra en nepalí) de 5545 metros que ascenderemos en un par de días.
        El Kala Patthar, pese a su altura, es un auténtico balcón, ya que se halla rodeado de varias de las montañas más altas del mundo.
          Pero como ya veremos, es el mejor mirador del que uno puede disfrutar.
       Hace fresquete (frío) y tan solo se siente algo de confort en el comedor, alrededor de la estufa; las habitaciones parecen cámaras frigoríficas.
          El equipo médico habitual, que por fortuna llevamos en el grupo, nos hace a todos una revisión de saturación de oxígeno, tensión arterial, pulso, etc. y todavía estamos en condiciones de permanecer en esta altura. Se nota que somos "gente joven" y dura.
        Intentamos cenar. En las primeras etapas, tras la cena, unos tomábamos té; los otros, café; algunos hemos pasado a tomar leche (en polvo) por eso de que nada nos quite el sueño, ya se encarga la montaña de hacerlo.
          Nos metemos en el catre y afortunadamente, el saco hace el resto.
          Buenas noches.


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Día 18 de octubre de 2012.- De Gorak Shep (5150 m.) al campo base del Everest (5350 m.) y vuelta a Gorak Shep.

Distancia: 9,2 Km.
Ascenso acumulado: 385 m.
Descenso acumulado: 385 m.    
              Maite se encuentra algo agotada y un pelín afectada, la noche anterior comentó la decisión de quedarse en Gorak Shep, yo me quedo también a hacerle compañía, son esos gratos sacrificios de la pareja.
             Aguantamos un rato más en la cama, por lo que cuando nos levantamos, el grupo ya ha partido hacia el campo base del Everest.
              A Maite se le nota el haber pasado una noche a estas alturas, la cara delata que retiene algo de líquido, pero la cosa no reviste ninguna gravedad, por el momento es un síntoma normal.
            Como en la jornada de mañana no lleva idea de ascender el Kala Patthar nos ponemos las botas y subimos parte de su ladera hasta la cota de 5300 m. Aquí la vista alcanza buena parte de las gigantes montañas.
              A mí, tampoco me ha venido mal descansar (si se le puede decir descansar a 5160 m.), soy uno más de los afectados por congestión de las vías respiratorias y hoy lo noto más que otros días. Aquí, al igual que el agua, los pañuelos de celulosa son carísimos; es normal, el transporte hasta Gorak Shep es de varios días de porteo.
         A las dos de la tarde, comienzan a llegar los compañeros de viaje. Salimos a recibirlos, la mayoría llegan algo tocados.
          Nos cuentan que el trayecto transcurre por la morrena del Khumbu y como ya dije, andar por morrenas es agotador y máxime si estamos por encima de los 5000 m. Comemos (algunos) y presos del cansancio los expedicionarios se acuestan.
Camino del campo base por la morrena del glaciar del Khumbu.

        Por la tarde nos cuentan la experiencia de su visita al campo base:
     "La ida y vuelta por el glaciar de Khumbu, que si bien es espectacular, sus subidas y bajadas nos han castigado estos "jóvenes cuerpos". Eso sí, como los porteadores hoy no han porteado, nos han llevado unos termos de té.
        El campo base estaba semidesierto, las expediciones ya están de vuelta para casa y es en el mes de mayo cuando esto se convierte en un hervidero de gente".
           Nos hablan de la cascada del Khumbu, un escalonamiento maravilloso de grandes grietas y seracs que supone uno de los principales escollos de la escalada al techo del mundo.
            Han visto grandes losas de piedra apoyadas sobre un tronco de hielo, protegido. También, una mano humana que han fotografiado y que para no herir ninguna sensibilidad, no público. En definitiva, si exceptuamos el esfuerzo físico, se les nota que han estado en un lugar en el que el silencio, tan solo roto por algún desprendimiento del hielo o del movimiento del glaciar, emana una magia especial.
         No obstante, pese a la sofisticación de las actuales expediciones, la mayoría de ellas comerciales, el momento no impide que en un paraje solitario y desgarrador, mis compañeros de viaje sientan una carga emotiva pensando en aquellos pioneros del himalayismo que en 1953 iniciaron desde ese mismo lugar, la primera ascensión al Everest.
           Como no estoy capacitado para explicar mis sensaciones de un lugar que no he visitado y como más valen unas imágenes que cien mil palabras, dejo unas fotos del campo base del Everest.
Benjamín, Lola, Piedad, Luis Casao y Fernando Morata.
Caminando por el glaciar del Khumbu
Equilibrio de setas
Cascada de hielo del Khumbu
Tiendas solitarias
Silencio roto
En el campo base, el suelo se mueve
              Hoy la cena es rápida y pese a que "los aclimatados" se comen casi toda su ración, el resto dejamos que los guías y porteadores disfruten de abundante comida.
               Pronto estamos en la cama, mañana es también un duro día, así que a dormir.
              Buenas noches


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Día 19 de octubre de 2012.- De Gorak Shep (5150 m.) a Periche (4250 m.) con ascensión al Kala Patthar (5545 m.)
Distancia: 16,3 Km.
Ascenso acumulado: 679 m.
Descenso acumulado: 1490 m.
             Tocan diana, vestirse dentro del saco, salir de él, incorporarse y ponerse las botas, son todo un suplicio. La cabeza se queja, las vías respiratorias también, pero no hay mal que un analgésico y el ejercicio no puedan curar.
             Hoy, como casi todos los días, toca desayuno tempranero. La etapa es larga y previamente ascendemos nuestra mayor cumbre.
             Maite y Luis Casao se quedan a conservar fuerzas (y salud) en el Lodge, cuando bajemos se nos unirán.
          Salimos temprano con un intenso frío, el sol tan solo alumbra la cumbre del Everest. Las manos y los pies, pese a llevar la máxima protección disponible, se quejan de lo lindo. 
            Al Pumo Ri, o Pumori (7161 m.), le comienza a dar el sol, yo miro p´arriba con grandes deseos de que, en su avance, el astro rey descargue alguno de sus rayos sobre este frágil ser humano.

Añadir leyenda
           El Kala Patthar, con sus 5545 metros, supone una altitud considerable para gente como nosotros, pero comparándolo con los gigantes que lo rodean, le da una apariencia de una pequeña colina ubicada a la sombra del Pumo Ri. No obstante, desde su cima se contempla uno de los mayores espectáculos que uno puede divisar a lo largo de su vida.
         Lentamente y parando a tomar aire, vamos subiendo. Como un rayo, una joven y su porteador nos pasan ¿envidia?, ¡no! Más adelante la vemos apoyada en una roca resoplando más que la burra de mi abuelo con la carga de trigo en el lomo. En estas cotas hay que tomar las cosas con tranquilidad, la altura pasa recibo sin seleccionar a quienes subimos a este maravilloso y mágico lugar.
            En una de las paradas levanto la cabeza para ver a Javier que va delante y observo la impresionante estampa del Pumori tras la cima de nuestro destino, ya queda poco.
            Poco a poco vamos llegando haciendo cumbre todos los que hemos salido. Una vez arriba, uno se queda extasiado, tienes ante ti, casi tocándolos con las manos, entre otros, el Everest (8848 m.), el Nupse (7861 m.), el mencionado Pumo Ri (7161 m.), la cima del Lhotse (8516 m.), cascada y glaciar del Khumbu, campos base del Everest y... ¡Una gozada!.
Campo base (abajo) del Everest y cascada del Khumbu

Al fondo, el Everest, más cerca el Nuptse y más cerca... yo.
Everest
"Os Estalentaos" y detrás," los gigantes".
Colocando un cachirulo en la cima del Kala Patthar.
           El descenso hasta Gorak Shep lo hacemos rápido, queda mucho camino que andar.
          Llegados al lodge tomamos el té, se nos unen Luis y Maite, y comenzamos lo que a partir de ahora será descenso. La verdad es que nuestros cuerpos están pidiendo a gritos perder altura,
          Lo hacemos por donde dos días antes, en sentido contrario, habíamos caminado, el glaciar nos recuerda que andar por morrenas, ¡leches!, cansa.
Memorial Ston
        Comemos en el mismo lodge que cuando subimos, en Lobuche. En los "aseos" me vuelvo a mirar en el espejo y, ¡caray!, compruebo lo que se pierde en tres días.
        Descansamos poco, aún queda un buen trecho, pasamos por el Memorial Stone, una zona llena de monumentos de piedra en recuerdo de alpinistas fallecidos en el Everest.
          Atravesamos Dugla (4620 m.), una aldea de lodges enclavada en un profundo barranco bañado por las aguas que descienden del glaciar del Khumbu.
           Bajamos hasta cruzar el agua por un puente metálico y tras una buena caminata por su margen izquierda y con ya poca luz, llegamos a Periche (4371 m.), destino de la jornada de hoy.
           El Lodge es acogedor, las habitaciones, como todas: heladas.
           Coincidimos con un grupo de Valladolid que seguiremos viendo en otras ocasiones.
        Antes de cenar, nos asomamos al exterior y la vista del cielo es impresionante, con unas estrellas mucho más brillantes que otras noches.
          Cenamos y alguien pide papel y bolígrafo, ¿para qué será?. Nada, que nos va preguntando a cada uno la edad y dividiéndolo por los miembros del grupo, o sea diez, le sale la media de edad (61 años).¡Ya lo sabíamos!.
            Nos metemos en los sacos y a dormir.
            Buenas noches
 

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Día 20 de octubre de 2012.- De Periche (4250 m.) a Tengboche (3850 m.)

Distancia: 10 Km.
Ascenso acumulado: 349 m.
Descenso acumulado: 660 m.
           Las habitaciones amanecen frías y húmedas, se nota particularmente en los sacos y en la capa de hielo que impide ver el exterior a través de los cristales de los ventanucos. Yo, como las últimas noches, he dormido acompañado de mi amada botella de agua para que no se hiele y así poder beber por la mañana.
       Pese a que ya estamos de bajada, todavía nos despertamos a más de 4000 metros y nuestros esbeltos cuerpos siguen estando afectados por la altura. Hoy, la etapa no es larga y nos la tomamos con tranquilidad, sobre todo pensando en el último tramo, se trata de una buena pechugada de subida.
       Salimos por la ribera del río que ayer recorrimos, enseguida cruzamos un puente y en la orilla derecha, nos saluda el astro que más nos agrada en las frías mañanas del Himalaya: el sol. Nos aligeramos de ropa, echamos un trago, estornudamos, tosemos, algunos hacemos... y a seguir.

Lola observa.
          A nuestra espalda queda el Pumori, al que le echamos un último vistazo.
        Atrás va quedando el techo del mundo. Quedan también las huellas que cada uno hemos sentido en nuestros cuerpos y en nuestras mentes.
       El paisaje está cambiando, Lola se detiene a observar una vegetación que hace ya unos días que habíamos olvidado.
        Comienzan a aparecer pinos, matorral y el gigante rododendro, que ya dije en la subida que es un verdadero árbol.
Con Maite que va presentando mejor aspecto.

          Esta vez, el Ama Dablam lo tenemos tras de nosotros, pero es lo mismo, lo mires desde donde lo mires, lo tengas de frente o de costado, se encuentre lejos o cerca, es una de las más bellas montañas que se pueden ver. Otra cosa es quien pose en cada uno de los retratos que ante la "Madre de las perlas" se le realizan.
          Seguimos en un suave sube y baja (más de lo último) por un camino repleto de grupos y caravanas de yaks. Estamos en la estación seca y el terreno lo certifica: los unos y los otros, en nuestro caminar, y sobre todo los animales, levantamos una nube de polvo que va penetrando en nuestras vías respiratorias, ya de por sí bastante castigadas.

Sobre el Imka Khola.
        En las aldeas que cruzamos, se va notando el ambiente turístico.
      Tsuro Og: a nuestra izquierda aparece un camino por donde bajan los que han ascendido el Island Peak (6189 m.), el seis mil más popular del trekking.
        En Pangboche (4000 m.), varios tenderetes de souvenirs del Himalaya nos hacen detener la marcha e incluso hay quien compra algún que otro recuerdo. A la salida de esta última aldea nos llama la atención como una mujer baña a su hija en el exterior, aprovechando un rayo de sol.
             Finalmente, llegamos a un puente que ya veíamos hace un buen rato, cruzamos por él las caudalosas aguas del Imka Khola. En realidad son dos puentes, el viejo por el que no conviene pasar y sobre él, otro de más reciente construcción que da sensación de más seguridad es el elgido por nosotros.
          Vamos transitando por un bosque al que varias aldeas le dan un ambiente de "casa de la pradera": Mililggo, Deboche, etc., hasta que unos escalones puestos por el hombre nos indican que aquello de la "pechugada" va a comenzar. Y es que para alcanzar el monasterio de Tengboche, nuestro destino, hay que hacer un último esfuerzo para salvar en un momento unos 140 metros de desnivel.
Monasterio de Tengboche
           El enclave en el que se halla Tengboche (3850 m.) es único, un gran prado bajo grandes glaciares que parecen estar colgados entre el pico Thamserku y el Kangtega. El sitio rebosa un ambiente de paz y tranquilidad que llevó a los budistas a elegirlo para construir en 1916 el monasterio más importante del valle del Khumbu. Posteriormente, dos tragedias lo destruyeron, la primera en 1934 un terremoto y la segunda en 1989 un incendio.
          Una vez reconstruido por última vez, abrió sus puertas en 1993.
              Por estas fechas, suele acoger una colorida fiesta: el Mani Rimdu que dura tres días en los que el baile y las máscaras son los protagonistas de la celebración de la victoria del budismo sobre la religión bön tibetana. Nos hemos perdido la fiestorra por poco.

Ceremonia budista.

      Lo que no nos perdemos es la ceremonia de oración que por la tarde se celebra en el monasterio.
        Un sonido largo y ronco llama a los monjes que se encuentran por los alrededores (algunos jugando un partido de fútbol) a oración.
       Nosotros no somos monjes budistas, pero la curiosidad nos llama y, tras descalzarnos, nos adentramos a ¿participar?, de la oración.
       En un recinto abarrotado de turistas, los monjes susurran en una especie de triste cántico sus oraciones rotas con el sonido de varios instrumentos budistas.
       No nos quedamos en toda la ceremonia, pues debe durar como mínimo unas tres horas y los pinreles se quedan fríos.

Pese a no permanecer mucho tiempo en la ceremonia, parece que a algún estalentao le ha afectado profundamente el ambiente de paz, sosiego y meditación. Solo hay que ver a Fernando Garrido, lo "colocao que se ha quedao". Bueno, no es el único.
Instrumentos de oración budista.
Un paseo por la fresca tarde.
       Antes de recluirnos en el lodge, en un atardecer cubierto por la niebla, nos damos un garbeo por una colina de las que rodean el monasterio, plagada, como las demás, de banderas de oración. Es un espectáculo.
        A la vuelta, aprovechando que hemos comprado agua, miramos hacia la zona por la que hemos transitado por el día y vemos un espectáculo impresionante: La niebla va bajando hacia los valles y, por encima de ella, asoman el Lhotse y el Ama Dablam, ambos iluminados por un sol que nosotros no vemos. El personal saca su artillería fotográfica y disparan una y otra vez sus cámaras, captando una de las maravillas que la naturaleza nos puede enseñar.
Lhotse y Ama Dablam, al atardecer, desde Tengboche.
                En la cena, nos llama la atención un grupo muy numeroso de rusos cargados de material audiovisual y con aspecto curioso (sin comentarios). Pero, lo aseguro, este no es el motivo de que se haya producido un milagro: ¡me ha regresado el apetito!, bueno, a mí y a casi todo el grupo.
                  Mañana cerramos el bucle y retornamos a Namche Bazar, ¡el consumismo nos espera!.
                 Buenas noches.


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Día 21 de octubre de 2012.- De Tengboche (3850 m.) a Namche Bazar (3450 m.).
Distancia: 10 Km.
Ascenso acumulado: 513 m.
Descenso acumulado: 854 m.
           Hoy, un servidor se levanta un año más viejo, cumple años. Cumple los de la media del grupo, o sea "muchos" y me reciben en el desayuno con la típica canción de felicitación de los payasos (de la tele) a ritmo de rumba (creo que si siguen cantando así, habrá que pensarse en eso de celebrar más cumpleaños)
         Lógicamente, ni la canción, ni el ritmo, ni "los niños cantores" arrancan una lágrima de mis legañosos ocelos. Son otros los motivos, los recuerdos, las emociones, las que logran sacar de mis ojos un ligero brillo.
         Tras desayunar, comenzamos a caminar bajando por una fuerte pendiente desde la que, a través de algún que otro claro del espeso bosque, observamos parajes que nos son conocidos. A lo lejos, el hotel japonés, Khumjung, Khunde, el camino de ida, y otros parajes nos recuerdan que ya va quedando poco para terminar el trekking.
          El descenso concluye en el puente de Phunki Tenga (nada que ver con que usted tenga un "punki en casa").
––¿Esto, cómo funciona?
          Estamos muy bajos, por lo que tenemos que volver a subir por un bosque cargado de tráfico bovino y humano.
          Pasamos por varias aldeas en las que, una vez más, los niños nos saludan. Sacamos las últimas provisiones de material de papelería. Son tan modernas las pinturas que ha aportado Maite, que los peques alucinan con el sistema de cambio de los colores.
         Pero como los occidentales, todo lo aprenden, pasamos por Lowisyasa y ya vemos a niños, papel en mano, haciendo sus deberes en una "gran mesa": el suelo.  Hoy no hay escuela, no sé si es porque estamos a domingo o por otra razón.
           Nosotros, los turistas, no estamos capacitados para hacer los deberes como las niñas arriba mencionadas.
––Tenemos deberes
Porteador.
        Tras tantos días de ver porteadores cargando con el más variado de los artículos, pesos, volúmenes, etc., todavía me asombro al pasar delante de nosotros a uno cargado, no con una ni con dos, acarrea con tres mesas, seguro que para un lodge.
           Seguimos nuestro camino hasta el punto en el que días antes habíamos cogido el que nos desviaba hacia el valle de Gokio.
         Hemos cerrado el círculo, lo celebramos con mucha emoción. Ha sido duro, pero ampliamente compensado, no hemos sufrido ningún accidente y esto es para celebrarlo.
          El camino que ahora llevamos ya lo he descrito a la subida, pasamos de nuevo por la estupa conmemorativa del 50º aniversario de la primera ascensión al Everest y comprobamos que la cinta que dejamos el día del Pilar, sigue ahí.
           Seguimos y en poco rato ya estamos por encima de Namche Bazar, destino de la etapa de hoy.
         Tras la comida, algunos nos duchamos, esta vez con agua caliente. Lo confieso, ya nos iba haciendo falta pasar por tal menester y a pesar de que el habitáculo a tal fin no es de la modernidad de los "spa" de nuestras tierras, nos parece todo un lujo.
           Nos abrigamos, hace frío, y sin perder un minuto nos vamos de tiendas y de locutorios, hay que comprar los últimos regalos y realizar llamadas telefónicas a la familia, ya que hace días que no tienen noticias nuestras.
Happy birthday

         Nos han vuelto las ganas de comer y sacamos el arsenal de embutidos y quesos que todavía quedan en los petates, como aperitivo.
       Al finalizar la cena, me sorprenden con una felicitación, esta vez bien cantada y es que hasta los sherpas entonan mejor el "happy birthday to you" que la coral (bueno, coral le pareció al francés del Gokyo Ri).
      Los jefes Garrido y Nuru colocan sendos khartas sobre mi cuello.
      

"JANMA DINKO SHUBHA - KAMANA. NEPAL 21.10.2012"

  
     Uno, que ha celebrado decenas de cumpleaños con padres, hermanos, abuelos, esposa, hijos, nietos, amigos, etc.; en esta ocasión ha sentido una emoción diferente, ni mejor, ni peor, ni mayor ni menor, simplemente eso "diferente", y es que todos los días no se cumplen sesenta y un años, a 10000 Km de casa, tras haber superado fuertes desniveles, a gran altitud y disfrutado de tan buenos compañeros. Y encima, la amiga Piedad, recogiendo una indirecta que le arrojé hace meses, va y me regala un precioso pañuelo que pienso lucir sobre mis "largos cabellos".
    También me regalan un papel con la siguiente leyenda: "JANMA DINKO SHUBHA - KAMANA. NEPAL 21.10.2012" Simplemente quiere decir "feliz cumpleaños", pero ¿a quién le felicitan alguna vez en nepalí?.
         Bien cenados y ¡sin dolores de cabeza!, nos retiramos a los dormitorios, mañana es la última etapa.
          Como curiosidad diré que se nota el paso de las fechas, fechas que caminan hacia el invierno. Hace 12 días, en este mismo lugar, dormía sin camiseta y con el saco medio abierto, hoy lo hago con mallas y jersey y cerrado hasta las pestañas.
           Buenas noches.


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Día 22 de octubre de 2012.- De Namche Bazar (3450 m.) a Lukla (2850 m.)
Distancia: 19 Km.
Ascenso acumulado: 826 m.
Descenso acumulado: 1315 m
              Retornamos al punto de origen, a Lukla. Este camino lo hicimos en dos etapas a la subida, por lo que en esta ocasión, tan solo en una, es más largo.
              No voy a repetir el paisaje, las emociones, etc., de cuando, en dirección opuesta, nuestros ojos miraban asombrados a uno y otro lado en un medio totalmente desconocido para nosotros.
              Hoy, la única diferencia es que para ver el Everest, el Lhotse, el Thamseku, el Kangtega, hay que girar el cuello.
            Volvemos a cruzar el puente de Larja (Benja se sigue agarrando a la sirga como una lapa) y algunos otros, todos ellos sobre el Dudh Koshi.
             Como novedad, en el camino "me tomo la primera cerveza tras muchos días". No soy el único que disfruta de ese preciado caldo que la cebada nos regala.
               El último repecho se hace duro, son muchos pasos andados y el cansancio se nota.
          Ya se escucha el sonido del ir y venir de las avionetas y divisamos la puerta por la que dos semanas antes habíamos cruzado.
Welcome.
            En este punto es donde le damos rienda suelta a nuestras emociones. Y es que "Os Estalentaos" también tenemos nuestra fibra blanda allí adentro. Nuestras lógicas diferencias (escasas), en estas ocasiones  las ponemos en el petate y, como cuando lo abrimos cada noche ya estamos cansados, ahí se quedan.

Los componentes de la expedición.

      Antes de la cena, en un emotivo acto, dirigido por Fernando Garrido, hacemos entrega a los porteadores de una pequeña contribución que reciben con una muestra de profunda gratitud.
        Hay que ver como se lo ganan, los unos cargando con nuestros enseres cotidianos, los otros guiándonos en este inolvidable trekking y todos ellos pendientes de que no nos falte nada. Gracias, amigos.
          Nos hacemos una foto todos los componentes que de una u otra manera hemos participado en el trekking.



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Día 23 de octubre de 2012.- Vuelta a Katmandú
Celebración al alba

       Hoy cumple años Maite (menos que yo) y en el desayuno es homenajeada de la misma manera que lo fui yo, en Namche Bazar, aunque por la noche en Katmandú tendrá más agasajos.
          También repetimos el acto de la noche anterior, pero esta vez con los sherpas Kaji y Pasang y su jefe (Shirdar) Nuru.
          La noche pasada el comedor estaba repleto de expedicionarios, la alegría campó por cada uno de sus rincones. Algunos sherpas cantaban y bailaban la canción más popular por aqui: "Resham Firi"
          Con algo de retraso subimos a la avioneta (la última, ya que a continuación cerraron, por viento, el aeropuerto) y p´abajo.
          Aunque nos quedan unos días para volver a casa, días que disfrutaremos en Katmandú, este es el punto final del "Terkking por la Alta Ruta del Everest a traves del Valle de Gokyo".
          La experiencia de los próximos días, la contaré a continuación, esta otra que acabamos de vivir, me da la impresión de que va a costar mucho tiempo olvidarla, dormirá allá en el cajón ese de los recuerdos, en esos cajones que todos tenemos en algún rincón de nuestros corazones, de los corazones de
"OS ESTALENTAOS".

De vuelta a Katmandú.

           El vuelo de regreso a Katmandú ha sido placentero, acaso un poco triste por lo que dejamos atrás. Por otro lado, sentir que nuestro estado físico vuelve a la normalidad también se agradece.
               Esta vez, la avioneta tiene un aspecto como de "más nueva, más segura" (que yo tomara asiento junto a la puerta de emergencia, es pura casualidad).
            Tras varios días de ausencia, la vuelta a Katmandú presenta un aspecto algo diferente.
               Coches, motos, casas, se encuentran adornadas por flores naranjas. Los hindúes, sobre todo ellas, lucen coloridos vestidos. Es la fiesta del Dashain que termina mañana.
La diosa Durga.

            Durante el mes de Kartik en el calendario Bikram Sambat (finales de septiembre y principios de octubre), el pueblo nepalés disfruta de la fiesta más grande del año, el Dashain. Los quince días de celebración se produce durante la brillante quincena lunar que termina el día de la luna llena.
           La diosa Durga en todas sus manifestaciones, es adorada con ofrendas abundantes y miles de sacrificios de animales para el baño ritual sagrado, por lo tanto, empapando a la diosa durante días en la sangre.
        El color lo inunda todo, las gentes lucen los más vistosos colores.
El color lo inunda todo

          En el Dashain se conmemora la gran victoria de los dioses sobre los demonios malvados. Una de las historias de victoria es la Ramayan, donde el señor Ram después de una gran lucha, mata a Ravana, el rey de los demonios diabólico. Se dice que el señor Ram tuvo éxito en la batalla, tan solo cuando la diosa Durga fue evocada. La celebración principal glorifica el triunfo del bien sobre el mal y está simbolizada por la diosa Durga y el terrible Mahisasur, demonio que aterrorizó a la tierra en forma de un búfalo brutal.
         Las primeras nueve jornadas significan los nueve días de batalla entre la diosa Durga y el demonio Mahisasur. El décimo día es el día en que fue asesinado Mahisasur y los últimos cinco días simbolizan la celebración de la victoria con la bendición de la diosa. El Dashain se celebra con gran regocijo, y la diosa Durga es venerada en todo el reino como la diosa madre divina.
           En el Dashain cada casa se limpia y decora, como invitación a la diosa madre, para que ella pueda visitar y bendecir la casa. Durante este tiempo el reencuentro de familiares lejanos y cercanos se producen en todos los hogares. El mercado está lleno de compradores en busca de ropa nueva, regalos, lujos y suministros para las ofrendas a los dioses, así como productos para la fiesta de la familia. Se sacrifican miles de ovejas, cabras, patos, pollos y búfalos.
Sacrificio
           Los primeros nueve días de Dashain se llaman "nawa ratri", se realizan ritos tántricos. En Nepal, la fuerza de la vida se manifiesta en la energía divina y el poder de la mujer, representada como la diosa Durga en sus muchas formas. En la mayoría de los templos de la diosa madre, la deidad está representada simplemente como un Kalash sagrado, una jarra de agua o una diosa esculpida con múltiples manos sosteniendo las armas asesinas. Durante estos nueve días la gente paga su tributo a la diosa. Si ella está contenta, da buena suerte en el camino y si por negligencia enfureció, las desgracias están alrededor de la esquina. La Diosa Madre es la fuente de la vida y la muerte.
        Después de Dashain, en Nepal, se instala de nuevo la normalidad. Tras recibir la bendición de la diosa Durga, la gente está dispuesta a trabajar y adquirir la virtud, el poder y la riqueza. El Dashain es la más esperada de todas las fiestas de Nepal.
Rehidratación nepalí
           Nosotros no somos hindúes, así que a lo nuestro: Bajamos de la avioneta y en "modernos medios de transporte" nos vamos al hotel, un establecimiento sencillo que, tras los lodges que nos han albergado en estos últimos días, nos parece de lujo.
           Ducha de agua caliente, afeitado (ya toca) y a la calle, que hay que aprovechar estos días que nos quedan.
          Fernando Garrido nos conduce a una pizzería que ya teníamos en la agenda. Acompañadas con cerveza, nos entran de primera. Las condenadas pizzas estaban buenas.
             Con el postre todavía sin digerir, cogemos unos taxis y por polvorientas calles, callejuelas y avenidas, nos vamos a Swayambhunath, o más fácil: "templo de los monos".
           En lo alto de una colina presidida por una gran estupa, se encuentra este complejo en el que vemos a unos monjes budistas jugando a lo que parece ser su deporte favorito: el fútbol.
       Y es que también hay un monasterio y diferentes establecimientos en los que los artesanos manejan delicadamente sus herramientas. Un museo y una biblioteca completan este curioso emplazamiento.

Desde este punto tenemos una vista espectacular de Katmandú, aunque para espectacularidad, la pose de nuestras chicas, delante de la estupa.
          Y lo de "templo de los monos", es porque en este sitio, la concentración de macacos sagrados es impresionante.
          Entre banderas de oración, árboles, tejados, cables y algún que otro turista, estos simios van ofreciendo al visitante espectaculares saltos y de vez en cuando un buen susto, ya que las peleas entre machos son de agresividad bastante pronunciada.
         Damos un paseo por el sitio, montamos, de nuevo, en unos taxis y volvemos al hotel en el que nos espera un microbús.
       Al grupo de Valladolid y a nosotros, la empresa que nos ha proporcionado el tema de porteadores y guías, nos invita a cenar a un restaurante de su grupo de empresas y que su lujo contrasta con la miseria de Katmandú. Supongo que la invitación es por promocionar el sitio, pero visto lo visto, el mensaje no ha calado en mí.

Feliz cumpleaños, Maite.

          Pero como "a caballo regalado no le mires los dientes", cenamos las viandas que el chef nos ha preparado y de paso celebramos el cumpleaños de Maite. Le cantamos el "cumpleaños feliz" y Piedad que está en todo, le regala una lágrima (de joyería). 
        Terminamos la velada entonando canciones tradicionales de la variada geografía hispana.
            Vuelta al hotel y a dormir.
            Buenas noches.





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Día 24 de octubre de 2012
            Hasta mañana no cogemos el vuelo de vuelta, así que hay que aprovechar la jornada para conocer algunos temas relacionados con la cultura nepalí, así como algunas de las joyas históricas del país.
          Tras el desayuno (europeo), de nuevo cogemos tres taxis y nos vamos a Pashupatinath, en las afueras de Katmandú.

Columpio

       Cuando llegamos, pasamos por una serie de tenderetes que nos llevan a una plaza en la que un gran columpio fabricado con cañas de bambú, llama nuestra atención. La altura a que ascienden los niños, asusta. Estos columpios están relacionados con el festival del Dashain, del que ya he comentado anteriormente.
          Pashupatinah es sin duda uno de los sitios que más me ha impactado de Kathmandu. La ciudad funeraria se encuentra a orillas del Bagmati, un río tan sagrado para los nepalíes como el Ganges, del que es afluente, para los indios.
Saddhu.

        La gran ciudad ceremonial hindú consiste en varias edificaciones y templos. El principal, destinado a Shiva, tiene la entrada vedada a los no hindúes, por lo que tenemos que contemplarlo mirando desde su gran puerta.
       Sin embargo, esto significa poco comparado con la aventura de caminar sin rumbo por la mística ciudad, salpicada de templos menores y esculturas, atiborrada de santones (saddhus), a los que por una pequeña propina se les puede fotografiar.

Crematorios a las orillas del río Bagmati

        Las orillas del Bagmati ofrecen una única y fuerte experiencia: la de presenciar las cremaciones muy de cerca. La vida y la muerte, la fortuna y la extrema pobreza forman parte de un ritual emotivo, íntimo y escalofriante.
         La mayoría de los nepaleses van a parar al fuego al término de sus días, pero no los “saddhus”, que al ser hombres sagrados no necesitan purificación: simplemente son depositados en el agua para que se los lleve la corriente directamente al “cielo”.
         A mí, sinceramente, me causa un impacto muy fuerte, no ya las cremaciones en sí, ni algunas personas metidas en el río buscando dientes de oro, anillos..., sino lo poco íntimo de la despedida del ser que se va. Veo como un turista se mete, literalmente, entre una triste familia para sacar fotos lo más cerca posible. Para mis adentros pienso: ––cuando yo...––
           Hace calor y buscamos un sitio donde refrescar nuestras polvorientas gargantas, el polvo y el humo con olor a ..., han hecho mella en nuestras ya castigadas vías respiratorias. Vemos un local en el que, por el equivalente a 0,25 €, nos tomamos lo que cada cual le apetece.
          Posteriormente, nos trasladamos hacia el sur, concretamente a Patan. Ya hace algún tiempo, en vísperas de iniciar este viaje, hablaba de Patan y de su plaza Durbar, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco.
Ante el Hiranya Varna Mahavihar.

    Unos jóvenes tañen sin parar una campana.
     Lo primero que vemos es el Templo de Oro (Hiranya Varna Mahavihar), construido en el siglo XII por el rey Bhaskar Verma. Este monasterio budista de tres alturas está adornado con una fachada dorada, cuatro puertas grandes, una torre con reloj y dos esculturas de leones. En el interior hay imágenes doradas de Buda, esculturas de pared, y una rueda de oración.
       Un detalle curioso es que en el templo viven niños, que estudian budismo por tres meses, y durante los cuales, no se pueden bañar.
Durante la dinastía Malla, los más famosos talladores y canteros recibieron la orden de engalanar el lugar. Patan fue consolidándose como centro básicamente budista. La gran cantidad de templos y monasterios hace difícil detallarlos, además son famosas sus fuentes públicas y los patios ornamentados.

            En Patan conjugan varios tipos de templos, entre ellos el que está dedicado a la Diosa Real Taleju Bhavani. El estilo artístico importado desde la India resulta notable en la shikara (forma de barco) dedicada a Krishna Mandir, esculpido en piedra. Por su parte, el templo dedicado a Ganesh; el dios con cabeza de elefante que brinda fortuna, luce una excelente muestra de esculturas eróticas.
            Entre las pagodas que se pueden apreciar, se encuentra el Templo Dorado del Monasterio Nagi, con puertas y ventanas talladas y tejados recubiertos de dorado.
            El Templo de los Mil Budas resulta muy curioso, con una imagen de buda en cada uno de los ladrillos que integra el edificio. Así pues, Patan resulta una ciudad llena de cultura y arte arquitectónico.
      En Patan es sumamente difícil mirar a un lado y a otro y no admirar la cantidad de monumentos que se alojan en su plaza de Durbar que en estos días festivos se encuentra muy transitada.

Plaza Durbar de Patan
En el templo de los Mil Budas
Esperando que sirvan el ¡chuletón!
      Con nuestras cabezas inundadas de monumentos y de bolsas con té y sal del Himalaya, adquiridos en un establecimiento al uso, nos vamos al Thamel, los estómagos andan tocando a fajina y Fernando nos recomienda para hoy el "Everest Steak House"
            Los taxis nos conducen por estrechas calles haciendo sonar constantemente el claxon, hasta el establecimiento. En una planta superior, nos colocamos en una larga mesa en las que los unos piden cerveza y los otros, agua.
       Javier y el menda, nos levantamos a inspeccionar la bodega en la que una buena colección de vinos internacionales nos invitan a decidirnos. A falta de Cariñena nos decidimos por uno argentino que no debe de estar mal, pues algunos, los más puros, cambian agua por el sagrado producto de la vid.
Bistec de búfalo
           Como la carne ha escaseado en los días de trekking, la pedimos en abundancia.
       Nos sirven unos enormes bistecs de búfalo importado de Calcuta con unas patatas fritas (están buenísimas) y variadas verduras.
         La carne, que en principio nos parece que va a sobrar, nos entra como si no hubiéramos comido en mucho tiempo, esta rica, rica.
         Y como es nuestra última tarde en Katmandú, nos vamos de compras. Pronto vamos a ver a nuestras familias y amistades, así que toca adquirir diversos regalos: pashminas, abalorios, patucos, etc.
          Tras tan agotadora jornada, algunos parecen no tener fondo y se van a cenar (no a todos les entra la cena en condiciones). Maite y yo, que nos consideramos suficientemente alimentados por hoy, nos recluimos en el hotel a preparar el equipaje para mañana.
          Buenas noches.


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Día 25 de octubre de 2012.- Bodhanath y vuelta a casa
                     Nos despertamos con la grata noticia de que el vuelo de Doha a Madrid lo adelantan de horario, lo que supone menos tiempo de espera en el aeropuerto catarí y llegada a casa antes de lo esperado.
                      Desayunamos y recogemos todos los equipajes en dos habitaciones que nos han dejado para tal fin, ya que hasta las cinco y media de la tarde, no nos recogen.
En Bodhnath
           Nos trasladamos a Bodhanath, allí se encuentra la mayor estupa de Nepal, emblema de la comunidad tibetana.
            Esta estupa se halla situada en el centro de una plaza redonda, rodeada de multitud de tiendas de recuerdos tibetanos, restaurantes y variados locales de artesanos.
        Ciertamente, aunque no seas religioso ni realices ninguna compra, el pasear por la plaza mezclándose con multitud de gentes (hindúes engalanadas por el Diwali, monjes budistas, turistas, etc.), resulta agradable.
          Nosotros, bueno, Maite aún hace alguna compra y tras retratarnos ante la estupa, volvemos a Katmandú.
La Gran Estupa de Bodhnath
Última cena en Katmandú

     Fernando nos lleva al restaurante en el que cenamos la primera vez, antes de comenzar el trekking, y que nos resultó muy agradable.
          Comemos abundantemente (hay que recuperar peso), unos y otros tomamos la palabra, brindamos por lo bien que ha salido todo y volvemos a recoger el equipaje.
        El resto de este humilde relato lo voy a resumir en: aeropuertos, aviones, autobús y ya el siguiente día, 26 de octubre, a las quince horas, estamos en Zaragoza.
          Algún familiar ha ido a recibir a "Os Estalentaos".
             Aunque parece que cuesta un poco, nos despedimos, pronto nos veremos por el Pirineo.
            Han sido tres semanas que en nuestros adentros (por afuera, se nos nota), no vamos a olvidar fácilmente. Ya en su día, cuando decidimos el destino para el 2012, intuimos que la cosa iba a ser completamente diferente a otras posibilidades que teníamos en la cartera.
           Hemos disfrutado de grandes paisajes, conocido un pueblo completamente diferente al nuestro, visitados grandes templos y monasterios, sufrido el mal de altura. Hemos dado rienda suelta a un montón de emociones, alguna lágrima, muchas risas... Hemos subido y bajado cuestas, cruzado puentes, tragado polvo. Pero lo más importante, todo esto y más, lo hemos compartido día tras día, un grupo de personas a las que nos une la afición por la montaña y que hemos sido muy bien guiadas por Fernando Garrido. También hay que hacer mención especial al shirdar Nuru, a los sherpas Pasang y Kaji y a los cinco porteadores cuyos nombres no sé, pero si sé de lo duro con que se las ganan. No me olvido de las familias que regentan los lodges, del esfuerzo que tienen que hacer para, en cotas tan elevadas y con los medios más rudimentarios, proveer a los que allí nos alojamos del mejor de los servicios. Gracias a todos
            Y finalmente, a todos "Os Estalentaos", es un placer compartir todo esto con vosotros y digo yo: ––si ser estalentao conlleva lo arriba mencionado, "yo m´apunto"
            Hasta otra.

"Os Estalentaos, camino de casa, en Barajas"