martes, 14 de abril de 2015

TERUEL - LOS PINARES DE RODENO

Día 11 de Abril de 2015
Mañana primaveral, la luna anda menguando a mitad de su recorrido, Lola y Luis nos recogen para acudir al autobús fletado por los amigos de Esbarre. Hoy nos lleva hacia el sur. Existe, ya lo creo, el vehículo viene del norte cargado con los que lo han abordado en Huesca.
Amanecer. (© Fernando Cebrián)
     Nos alegramos colectivamente de que hemos recuperado a un destacado y querido miembro: Pepe Navarro. Recuperado ya de su achaque, vuelve a ser compañero de viaje y espero que también sea aquel cronista envidiado por los que tenemos la osadía de publicar nuestras andanzas.
     Circulamos por la autovía mudejar, aun no hemos pasado Cariñena y ya ha amanecido, el sol asoma por levante, la mies. como toca en estas fechas, luce un verde intenso, a nuestra derecha por el contrario, el Moncayo anda con la boina colocada en su cresta. Los llanos de Mainar se asemejan a un campo de golf. Poco a poco vamos adentrándonos en el reino del jamón ibérico, Calamocha luce junto a la autopista, una enorme escultura de un pernil de la tierra. Al paso por el aeropuerto, de Teruel quedamos alucinados de la cantidad de aviones que se encuentran estacionados, ¡volar no vuelan pero estar, están!.
     Pues sí, que "Teruel existe" y para convencernos de ello, echamos pie a tierra para desayunar en un histórico establecimiento.
     Ya nos vamos acercando a nuestro lugar de inicio senderista, pasamos por Bezas, pueblo en el que se conservan algunos elementos importantes de la época de la última guerra civil española. El más importante es el llamado campamento maqui de AGLA, centro de formación de la agrupación guerrillera de Levante y uno de los más importantes del maqui en España. También existen restos de zanjas, nidos de ametralladoras, o laudas escritas en el rodeno por los milicianos destinados al frente.
Pino rodeno.
En sus inmediaciones, nos calzamos las botas y, ya todos acicalados y encremados, comenzamos a caminar subiendo por una pista que, por la GR.10, se adentra en un bosque de pino de rodeno (pinus pinaster -me indica el Rovira-  hoy tenemos la suerte de su compañía). Esta especie arbórea, dominante en la zona de areniscas, colonizó el medio aún siendo difícil su desarrollo en zonas de abundante roquedo. Sus fuertes raíces, penetraron en la tierra contribuyendo, en parte, a la fragmentación de estas masas compactas. A esta especie arbórea también se la conoce como pino resinero debido al aprovechamiento que se hizo tiempo atrás de la resina para su comercialización. 
Primeros pasos.
Todavía presentan las cicatrices de aquellos que explotaron el fruto de sus entrañas.
     El paisaje, prácticamente en todo el recorrido, se va a componer de esto: grandes y monumentales bloques de arenisca y formas diversas, de los que emanan los mencionados pinos. Romero, tomillo, lavanda... y más adelante veremos unas sabinas impresionantes. Pero es la roca la que domina el terreno y la primera que encontramos de tamaño considerable, la tomamos como si el asalto a una fortaleza se tratara. Más de cuarenta miembros de este ejército ¡ascienden por sus murallas!
¡Al asalto!
¿Serpiente?
     Observado el paisaje, bajamos del pedrusco, pasamos por unos cuantos más, cada uno de forma caprichosa, y cada cual le saca su parecido - ¡es un dragón!, ¡no, una serpiente!, ¡que va, se parece a la Gospe!, ¡ah sí, tiene lengua viperina!, vamos que cada cual tiene su propio argumento imaginativo.
     Otra piedra a ascender, es el Mirador de La Losilla, amueblado con barandillas de madera para protección de los incautos. Desde lo alto del pedrusco, el paisaje se abre con todo el esplendor de las tierras turolenses. El personal nos afanamos a coger el sitio más adecuado para poses fotográficas, dignos de esculturales cuerpos.
Mirada hacia el sur.
Desde este sitio, el paisaje es espectacular: Sierra de Albarracín, Sierra de Gudar, Gea de Albarracín, todo un espectáculo que solo se puede disfrutar cuando se camina, se sube, se baja, se suda, se sufre un poco, en fin que como decía el refrán "el que quiera coger peces, que se moje el tralaralará". Además, las piedras tienen formas y dibujos extraños que harían gozar al mismísimo Monesma y sus piedras secretas.
     Estas areniscas han sido sometidas a esfuerzos tectónicos que las han fracturado creando líneas de debilidad que se suman a las de origen sedimentario. 
Capricho.
Los agentes atmosféricos, sobre todo el conjunto viento, lluvia, cambios de temperatura, etc., han ejercido su acción a lo largo de la historia dando lugar a una multiplicidad de formas peculiares. Los cursos de agua encajonados entre las rocas han modelado espectaculares escarpes, hoces y callejones, con multitud de formas caprichosas como los taffoni (huecos en la pared rocosa de forma semiesférica), alveolos (huecos en la roca de mayor tamaño), gnammas (depresiones de la superficie de la roca de forma circular o elipsoidal que pueden llegar a tener un gran desarrollo) o anillos de Liessegan. 
Antes de abandonar el espectáculo, que hoy es gratuito, el personal allí reunidos nos hacemos la clásica foto de grupo para testificar lo antes comentado en relación a los esbeltos cuerpos.
Foto de Grupo.
Sabina.
     Ya descendidos de la "big rock", del mirador de La Losilla, reemprendemos el viaje por una pista decorada con bonitos charcos que estos intrépidos senderistas esquivan con gran maestría.
     Poco a poco, las sabinas se van haciendo protagonistas, algunos ejemplares tienen gran porte.
  Algunas carrascas, pinos y campos de cereal, nos van acercando a la Masía de La Losilla.
     Un merecido descanso y cada cual sacamos de la mochila los más variados productos que algunos acompañamos del buen vino que escupe  la bota de Javier.
     Retomamos el camino y bien guiados por el de la bota, nos adentramos a través de un pinar en el mundo de las pinturas rupestres, estamos en el Parque Cultural de Albarracín, patrimonio mundial del arte rupestre. Uno tras otro, los diferentes "abrigos" van siendo visitados por el grupo.
     El primero de los abrigos que visitamos es el de Doña Clotilde, uno de los más importantes de la Sierra de Albarracín. Aparecen las pinturas en distintas tonalidades de rojos, principalmente de animales entre la que destaca una de ellas, el resto cuesta más verlos aunque se adivina una especie de arbusto.
Pintura en el abrigo de Doña Clotilde.
     Seguimos la senda entre grandes rocas y pinos aferrados a estas. Ahora nos encontramos con otro abrigo, el del Arquero de los Callejones Cerrados de unos 7000 años de antes de nuestra época, (ya casi ni lo recuerdo). Descubrimos la imagen de un arquero de un color morado, que ha sido empleada como logotipo del parque.
El arquero.
Como niños.
     Una senda bien definida por preciosa barandilla de madera y con el suelo en proceso de nivelación, nos lleva a una zona de recreo, parking, punto de información, etc, destinada al esparcimiento de los visitantes y como tales, algunos se les "esbarra" del bolo y hacen uso de los juegos infantiles, se trata del Prado de Navazo.
     Un móvil que nos habíamos encontrado en el camino, alguien lo deja en la caseta de información por si aparece el dueño.
     Seguimos el camino, ahora nos dirigimos por el barranco de Cabrerizo o Navazo hacia el abrigo Fuente Cabrerizo, en el que apenas se aprecian un ciervo y un caballo, dos figuras hechas con técnicas muy diferentes y que los investigadores no acaban de ponerse de acuerdo al ubicarlas cronológicamente.
Abrigo de la Fuente Cabrerizo.
Caprichos de la naturaleza.
     Muchos son los abrigos que se encuentran en esta zona con sus pinturas rupestres, "prehistórico museo picassiano". Siguiendo el camino, alguien comenta que en aquella época, esto sería como una zona residencial por la cantidad de cuevas, todas ellas decoradas. Es broma.
     La comitiva sigue su camino, ahora lo hacemos por el mencionado Barranco Cabrerizo en el que el pino rodeno constituye su espina dorsal. Varias fuentes alimentan sus agua y estas a su vez, con los siglos,  han creando un fenómeno de colonización del medio por parte de una especie arbórea, en el que el pinae pinaster, lejos de ser especialista de zonas rocosas, es capaz de penetrar con sus fuertes raíces incluso en los intersticios más pequeños, contribuyendo, junto a otros fenómenos, a la progresiva fragmentación de los grandes bloques de roca.
Blanco corcel.
Imposible perderse en este barranco, el sonido de sus aguas junto con la presencia de mases, algunos equinos y cultivos, nos anuncian que ya estamos cerca del final del trayecto. Albarracín.
     Llegamos por el arrabal, el autobús nos espera para, una vez desprovistos de los elementos que la naturaleza deja emanar de nuestras pieles y que no son agradables de sentir , llevarnos a comer a un establecimiento con el mismo nombre de uno de los lugares que hemos transitado.
     Antes de sentarnos a la mesa, hecho un vistazo hacia la muralla y aunque no vamos a tener tiempo de visitar Albarracín, bien merece la pena un pequeño comentario de uno de los pueblos más bonitos de España y que en otras ocasiones hemos admirado desde las entrañas de sus calles y callejones.
Muralla de Albarracín.
     La importancia del patrimonio artístico de la ciudad de Albarracín, supera el ámbito de lo puramente arquitectónico, aún cuando esto sea lo que la ha hecho conocida internacionalmente. La Catedral del Salvador, la Iglesia de Santa María o la de Santiago, alcanzan el mismo grado de interés artístico. En el museo Diocesano se presentan las piezas más importantes, entre las que destacan un incensario con forma de pez tallado en cristal de roca, un portapaz atribuido a Benvenuto Cellini, una cruz procesional del siglo XIII, o una numerosa colección de tapices.
Albarracín.

     En el museo de Albarracín se expone la colección de cerámicas procedentes de los trabajos arqueológicos realizados en el castillo. Pero, repito, son sus calles, sus casas, las puertas con sus aldabas, sus cuestas, su muralla, su color, etc., lo que a mí siempre me ha encantado.
Comiendo.
     Cuando ya nos encontramos con la tripa llena de buen condumio, la cabeza caliente y las calles mojadas, "el boss" Julián nos dirige unas palabras con motivo de haber superado las doscientas salidas de Esbarre y deseando que sean muchas más, al menos mientras el cuerpo aguante, ¡faltaría más!.
     Ya en el autobús, se nota, principalmente en las filas traseras, el resultado de la sobremesa y algunos se sienten componentes de aquel viejo grupo musical de "Mocedades", ¡pa qué!. Tras descargar una pasajera en Calamocha, viajamos rumbo a Zaragoza que se encuentra muy animada y en la que, en nuestra llegada, vaciamos el maletero de mochilas y demás útiles montañeros, sin pensar que tres esbarristas siguen camino de Huesca, ¡no problem!, vuelven a por su equipaje y les despedimos con la alegría que nos caracteriza.
Hasta pronto

El resto de mis fotos las puedes ver haciendo clic aquí.
Las del amigo Fernando Cebrián, aquí.
Track para GPS, aquí.
Datos técnicos:
Recorrido
Perfil: Distancia 14,1 Km.  Desniveles acumulados, ascenso 410 m.; descenso, 512 m. (un paseo)

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