jueves, 30 de abril de 2015

CIRCO DE GURRUNDUÉ Y VALLE DE BARROSA

Día 24 de Abril de 2015 (Circo de Gurrundué)
Iglesia de San Félix, Revilla.
Por revirada carretera (o asfaltada pista), Maite y yo accedemos a Revilla. Desde lejos, una horrorosa construcción inacabada de viviendas (alguien tendría que derribarlas), delata un pequeño y encantador pueblecito que, colgado sobre la montaña, mira con gallardía la profunda garganta que el río Yaga va tallando en la tierra, escondido bajo la sombra del Castillo Mayor. Su iglesia parroquial está dedicada a San Félix, del siglo XVI y realizada en mampostería con planta de cruz latina y cabecera orientada al este, más baja y estrecha que el resto de la nave. 

Al fondo, el Castillo Mayor.
Unos miradores ofrecen al personal unas vistas impresionantes del trabajo incansable del agua. Pero hoy no toca, ya hemos estado en otra ocasión, hoy toca tirar "p´arriba".
Arrancamos a darle al calcetín desde la curva previa a Revilla, atravesamos sus solitarias calles. Unos perros, salen a saludarnos. Todo está tranquilo, la senda comienza bajo la iglesia y comienza con mala fe, o sea subiendo. Pronto se suaviza el camino, grandes lajas de piedra lo cubren en alguno de sus tramos. El Castillo Mayor, nos vigilará durante todo el recorrido.

Castillo Mayor. Al fondo, Peña Montañesa.
Tras pasar por el cruce que, por esta zona lleva a la ruta de los miradores, nos adentramos en los límites del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El boj adorna uno y otro lado de la senda. 
Un puente, salva el profundo barranco Angones, cuya cascada en estas fechas, escupe el agua con gran energía.
Una pequeña parada y los dos asistimos a un concierto que dan en "L´Scala de Revilla". "La orquesta sinfónica de pajarolandia" interpreta la sinfonía en sol menor de ornitolof, Dirige el maestro Parus Major (carbonero) con la participación del tenor Montifringilla Nivalis (gorrión alpino).
En el palco de L´Scala.
Todo un placer asistir a tan bella sinfonía en un entorno en los que tan solo nosotros somos los oyentes, además nos da la sensación de que a nuestro paso, todavía quieren lucirse más.
Pinos, abetos, robles, hayas, adornan más, si cabe, palcos y gradas.
Todo esto ayuda a que no nos enteremos de que vamos ganando altura. En la cota 1640, un cruce indica el desvío a Bocera y el Yaga, en su parte más alta.
Poco a poco, el bosque va dando paso al prado alpino, esperando la floración que no tardará en llegar.


Al fondo, Peña Montañesa y Cotiella.
Una miradita a retaguardia, deja contemplar la Peña Montañesa que junto a la nevada Cotiella, hacen un matrimonio de los que duran "hasta que la muerte los separe", un poco más cerca el Castillo Mayor, ya va pareciendo menos castillo. No es que haya menguado, es que nosotros hemos crecido y ya, poco a poco, vamos adivinando el objetivo que nos hemos marcado para el día de hoy: la contemplación del Circo de Gurrundué.
Entre unas rocas, a nuestra derecha, asoma el refugio de Foratarruego, seguimos hasta un vértice donde hasta el más republicano se siente rey (lo digo por experiencia).
Maite, observando el Circo de Gurrundué.
Desde este incomparable balcón, echamos un vistazo a los alrededores: al Este, seiscientos metros más abajo, el Cañón del Yaga, un poco más allá el castillo Mayor, Sestrales; Al Norte, sobre nosotros asoman alguna de las Tres Marías escupiendo sus aguas en espectaculares cascadas por el barranco de del circo glaciar de Gurrundué.
Desde aquí arriba, los sentidos captan lo que ninguna cámara fotográfica puede recoger: plasmar el color y el olor de la energía de la naturaleza.
Circo de Gurrundué.
Refugio de Foratarruego.
Maite me ayuda a descargar la mochila de mi castigado hombro (habría que cambiar el nombre de este blog, "Vieja mochila", por el de "mochilero viejo").
Nos sentamos en unas piedras a disfrutar del momento, descansar y echar una chuchería al cuerpo.
Somos los únicos humanos en todo este entorno, Arriba, sobre el refugio, un sarrio nos observa entre bocado y bocado de hierba, nosotros lo observamos entre almendra y gominola.
Ya cargados de energía y descansados, iniciamos el descenso por el mismo sendero de subida.

El pino y "el roble"
Y la verdad es que en este sentido te das cuenta de detalles que antes han pasado desapercibidos. Por ejemplo un enorme pino cuyas ramas superiores, algo secas, parecen querer echarse a volar y las más bajas, luchar por aferrase a la vida.
Algún pequeño tramo de lajas sueltas, ponen a prueba las recientemente estrenadas botas y las rodillas de Maite. Ambas aprueban con buena nota.
Volvemos a pasar por el concierto y asistimos a la segunda parte del programa ornitológico. Todo un placer del que podemos disfrutar algunos privilegiados.

Barranco Angones
Otro concierto, este más desagradable, se interpreta en lo más profundo de mi ser, es hora de meter al cuerpo algo sólido y ningún sitio mejor que el barranco Angones para descargar la mochila del lastre alimentario. El lugar es fresco y se agradece, el día ha salido calentito y aquí, la naturaleza nos ofrece de manera gratuita, aire acondicionado.
Lo que queda es poco y lo tomamos con tranquilidad, pronto estamos atravesando las calles de Revilla coincidiendo con un rebaño de ovejas que lo hace en dirección contraria a la nuestra.
En Lamiana, paramos a refrescarnos e hidratarnos con la bebida recomendada para el post-ejercicio.

Más fotos de esta jornada, haz clic aquí.
Track para GPS, aquí
Datos Técnicos:
Recorrido

Perfil: 12,8 Km. - Desnivel positivo: 816 m., negativo 816

Día 25 de Abril de 2015 (Valle de Barrosa)
Cable aéreo.
Desayunamos en Labuerda, las calles están mojadas, lloviznea algo y los meteorólogos anuncian agua para el mediodía, así que sin perder el tiempo nos vamos en dirección al Norte, concretamente al Valle de Barrosa para realizar una excursión que cuadre con la ventana que la climatología nos brinda.
Nada mejor para que deje de llover que yo me coloque alguna prenda impermeable y así es, "escampa".
Comenzamos a caminar por la pista que nace desde la carretera que conduce a las Galias (y a Finlandia).
Restos de instalación minera.
En sus primeros metros, entre las hayas, se adivina el pasado minero de la zona. Pasamos bajo un cable aéreo que en su época, desde Hospital de Parzán, traía el mineral desde la mina Luisa para pasarlo por la zona de lavado y posteriormente, con el mismo sistema de transporte, hasta otro cable aéreo en dirección a Francia.
¡Cuanta historia, cuanto trabajo, cuanta tragedia tiñeron de negro y rojo estos valles y puertos!.


Por el valle.
Entre la sierra Pelada, al Norte, y la de Liena, al Sur, el río Barrosa recorre entre grandes murallas de tres mil metros (Robiñera, La Munia, Sierra Morena y Troumouse) y otras a los que les faltan tan solo unos palmos para adquirir ese standing.
Arriba hay nieve, la temperatura de estas fechas la va licuando poco a poco, gota a gota, para formar los barrancos que desaguan en el Barrosa y que a nosotros nos cuestan salvar.
Como ayer, somos los únicos habitantes humanos en el valle, recordamos cuando hicimos el mismo trayecto en invierno con raquetas con los chicos de Esbarre.
Río Barrosa.
Neveros en la ruta.
Conforme vamos ganando altura, la nieve se hace presente, pero no hay ninguna dificultad para salvar el paso por ella.
Hoy el protagonista sonoro es el agua, tan solo roto por el chillido de alguna marmota que se está desperezando de su largo letargo invernal.
Las nubes se abrazan a las cimas dejando los claros sobre nosotros, lo que es de agradecer.
Pronto vemos el refugio del fondo del valle.

Circo de Barrosa.
En el refugio de Barrosa.
El placer de la tranquilidad en tan espectacular valle, nos lleva a relajarnos en un banco-tronco que el Refugio de Barrosa tiene a bien ofrecernos.
En las faldas de Sierra Pelada un Corzo nos observa por un momento, hasta que desciende al valle con  facilidad (¡que envidia!), otro baja desde la sierra de Liena, se cruzan en el río y cada una por el lado del otro, vuelven a las alturas. No sabemos que se dijeron en el encuentro fluvial.
Una marmota nos observa desde la puerta de su madriguera.
Nuestra amiga la marmota.
De vuelta.
A nosotros, estos valles nos dicen muchas cosas, nos traen buenos recuerdos de aquellos años, de esos momentos irrepetibles.
Nos tomamos un tentempié y "para abajo",  hemos reservado mesa en Labuerda y ¿lloverá?.
¿Pues sí!, al poco rato de montar en el coche, ¡se abre el cielo! pero ya estamos hidratándonos en Saravillo y tan solo nos mojamos el espíritu.
Un bonito y fácil paseo por el Valle de Barrosa en un día negro, muy negro en Nepal. Por la noche me entero del Terremoto que ha asolado el país, enterrando miles de vidas bajo sus escombros. La montaña también se ha cobrado el precio de la fuerza con que la tierra, de vez en cuando, nos recuerda quienes somos.
Cuanta felicidad rota.

Hasta pronto

Fotografías del Valle de Barrosa, haz clic aquí.
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil: Distancia, 10,7 Km.  Desnivel positivo: 630 m. Desnivel negativo, 630 m.

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