Una sierra de tierra frágil con lugares en los que el pino carrasco, allí donde no ha podido cubrir el suelo, da paso a numerosos barrancos y colinas; sierra dominada por los yesos en sus zonas más bajas y por arcillas y margas en sus zonas más elevadas, lo que confiere un curioso contraste entre tonos rojizos y blancos.
Pero no corramos, acerquémonos a Calatayud y "camino de Soria" tomemos un camino asfaltado que nos deje junto al Barranco del Salto.
La senda se adentra en un barranco, el del Salto, que transitamos aguas arriba (lo de aguas es broma, aunque en épocas de tormentas, mejor no meterse).
Conforme vamos avanzando, descubrimos la fragilidad del terreno: abajo, en el cauce, las aguas de los aluviones estivales dejan al descubierto la desnudez de las calizas que se resisten a la erosión, esculpiendo viseras y formando oquedades en el fondo seco de la hendidura; para tapar las vergüenzas, el barranco se viste con abundantes pinos y algunos cipreses.
Entre grandes extensiones de pinos van apareciendo esos colosos que se resisten a caer, esos caprichos que adornan este paisaje lunar, paisaje que ya quisieran para sí algunos realizadores de western americanos, para decorar alguna de los films protagonizados por Gary Cooper o John Wayne. Me refiero a los Castillos de Armantes, formas imposibles, cortados creados por la evolución geológica sobre un espacio reservado para colocar rocas sobre afilados edificios de arcilla.
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Caprichos. |
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Un alto en el camino. |
Evidentemente, estos edificios naturales, poco a poco, terminarán cayendo, pero los tiempos geológicos son muy superiores a los nuestros, así que, mientras, disfrutemos de estos regalos que nos deja la naturaleza.
Hemos dejado atrás el Cerro de la Cruz y nos encaramamos a lo alto del collado de los Castillos para admirar de cerca las obras de arte que la erosión ha dibujado sobre estas frágiles rocas y de paso descansar unos minutos, tomar un tentempié y... ¡derramar accidentalmente el 87% del contenido de la bota de vino del de Jaulín!. No importa, más que vino, en este caluroso invierno de récords climatológicos, lo que nos pide el cuerpo es agua fresca y despojarnos de alguna prenda... ¡hace calor!.
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Castillo de Armantes (al fondo, el Moncayo) |
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Cabezo de Armantes. |
Un pequeño sendero nos acerca a asomarnos sobre el Castillo de Armantes, la figura más captada por las cámaras que recorren este "territorio apache".
Arriba, adivinamos el siguiente destino, y cumbre de la jornada, la Cruz de Armantes, que alcanzamos tras una suave y agradable subida que se deja llevar entre pinos primero y suelo de espartos después, peinados (los espartos) por el viento fagüeño que sopla con ganas sobre esta cruz.
Encaramados en el cabezo, los ojos se nos van más allá de las atrayentes figuras de los castillos: a lo lejos asoma el Moncayo (monte cano), con menos canas que de costumbre para estas fechas; asoman también, algunas sierras visitadas por varios de los presentes como las de Vicor y de la Virgen; más cerca, la vega del Ribota con sus pueblos cargados de historia mudéjar como Torralba de Ribota con su iglesia
construida entre los siglos XIV y XV, el más genuino ejemplar de las llamadas iglesias-fortaleza, o la de Nuestra Señora del Castillo de Añiñón del XVI, o el interior de la de Cervera de la Cañada.
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Añiñón. |
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En la Cruz de Armantes. |
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Sobre la vega del Manubles. |
Giramos la vista hacia el S.O. para echar un vistazo a la vega del Manubles regada por su río que nace en Borobia (Soria) y muere en el río Jalón, en Ateca, (Zaragoza). Desde este otero, entre el verde de la mies, adivinamos la existencia de algunos pueblos como Torrelapaja, Berdejo, Bijuesca, Torrijo de la Cañada, Villalengua y Moros.
Abandonamos el lugar por un sendero que se abre paso entre el viento y el esparto que cubre la coronación de esta pequeña meseta, sendero que nos acerca hasta una pista que pronto dejamos para descender por el Barranco de Valdezanco.
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Hacia al Barranco de Valdezanco. |
Aquí me voy a detener por un momento: los más eruditos estudiosos de los lenguajes locales saben que "val" es un apócope de valle y "zanco" se refiere a cada uno de los palos altos con apoyo para el pie que se emplean para andar a cierta altura del suelo. Pues bien, quien ose descender por la senda de esta val, no use zancos. Bicicletas y motos han desgarrado el suelo haciendo del senderismo por estos pagos, un deporte de riesgo, y créanme, alguien del grupo se ha lesionado. Aclaro que entiendo que se promocione las competiciones como el biatlón, triatlón y el deporte de las dos ruedas por estos tranquilos lugares, actividades que, seguro, aportarán (supongo) algún euro a estos rincones, pero eso nos es excusa para no reparar la agresión con que se está castigando los suelos de estos bellos bosques. De las motos trialeras (o trilladeras), mejor no opino.
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Marcando el paso. |
Afortunadamente, llegados al fondo del barranco, la pendiente es más suave por lo que el suelo es más estable.
Igual que el del Salto, este barranco presenta la formación de viseras y oquedades en su seco cauce del que nacen pinos y cipreses. Las ruinas de algunas edificaciones nos hablan de la historia de los antiguos pobladores de estas tierras.
No sé si el tres de marzo de hace doscientos años haría el calor de hoy, pero ¡le pega con ganas!.
Hablado de ganas, de entre los cánticos de los pájaros, entre los que destacan los carboneros, el eco de otra canción se escucha resonar en las paredes del barranco: no son las trompetas de Jericó, son cornetas gástricas que están tocando a fagina. ¡Qué bueno sabe todo cuando lo tomas entre pinos y amigos!. La pena es ese 13% de vino que tan solo ha quedado en la bota, pero "lo escaso bien repartido, no es poco".
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Un viaje al pasado. |
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Castillo de Ayud. |
Seguimos descendiendo, a la altura de los Corrales del Frontón. El bosque de pino carrasco, se ha tornado en campos de barbecho.
Hacia el E. adivinamos, el Castillo de Ayud lo delata, que Bilbilis no está lejos, que vaciada la bota y secas las cantimploras, algunos de sus garitos nos hidratará. Pero aún nos quedan unos metros para alcanzar el parking en el que nos espera el buga de Alfredo. Llegados al lugar observamos cómo algunos olvidan recoger los restos de sus ¿acampadas?.
Como decía, solo queda acercarnos a Calatayud para buscar el establecimiento apropiado, recorrer alguna de sus coquetas calles y adentrarnos en la Colegiata del Santo Sepulcro, templo protobarroco de tradición herreriana, que cuenta con uno de los pocos claustros mudéjares que se conservan; su visita la dejaremos para otra ocasión.
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Bien merecidas. |
Aquí concluimos esta sorprendente ruta circular por frágiles parajes que se dejan moldear por el viento por el agua y, porqué no decirlo, por la ruedas.
Nosotros seguiremos saliendo al monte a disfrutar de él, lo haremos con nuestros amigos, con respeto hacia el entorno, capturaremos con retinas y cámaras los paisajes, respiraremos el aire del bosque hasta llenar de él los pulmones, miraremos hasta más allá del horizonte y después, después "nos tomaremos una cerveza".
Hasta pronto.
Datos técnicos
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Recorrido |
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Perfil:
Distancia, 19 Km.
Desnivel de ascenso, 502 m.
Desnivel de descenso, 502 m. |
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