lunes, 11 de septiembre de 2023

ESTRECHOS DEL RÍO EBRÓN (De Tormón a El Cuervo)

Día 9 de septiembre de 2023
Un río protagonista
        
Para algunos de nosotros, no es la primera vez que realizamos este recorrido, tampoco la segunda, pues rincones como este producen un efecto magnético que atrae al más pintado. Ya comentaba, en anteriores entradas, de las virtudes de los barrancos y hoces de los que presume la provincia de Teruel. 
        Esta vez, como la primera, caminamos bajo el animado paraguas del grupo Esbarre, eso sí, en el sentido contrario. Cerca de cuarenta mozas y mozos descendiendo (a veces), a la par de las aguas del río Ebrón por una ruta en la que los datos técnicos, como distancia y desniveles, pasan a un segundo plano, dejando el protagonismo al paisaje moldeado por la madre naturaleza, paisaje capturado por nuestras retinas y por las cámaras fotográficas, impotentes de recoger,  por muy de alta gama de que presuman, la belleza de estos rincones. Además de todo esto, allí donde había antes vados, de aquellos en los que era difícil no mojarse los pinreles,  hoy, los varios cruces del río están dotados de pasarelas.
Tormón
        Hasta allí viajamos en un bus, magistralmente conducido por el amigo Pablo, magisterio que nos demuestra cuando ataca la estrecha carretera que se adentra en los bosques de la Sierra de Albarracín y que desciende hasta el punto de inicio, atacando un par de curvas de 180 grados en las que hace falta ser como nuestro conductor para salvarlas.
        Descabalgamos en la entrada del pueblo de Tormón, lugar en el que, tras una buena untada de crema protectora, comenzamos la ruta. Algunos lugareños nos ven pasar por la calle principal; unos preguntan: ¡ande vais!, otros, sentados en la terraza del bar, siguen untando el pan en los huevos fritos que yacen sobre la mesa, produciendo algo de envidia entre el destacamento esbarrista. 
Fuente de Tormón
        El topónimo de su nombre, Tormón (también El Tormón), proviene seguramente de “tormo” (peñasco, tolmo), en clara alusión al farallón rocoso sobre el que asientan los restos de un castillejo o torreón, situado en un extremo del caserío.
        Pasamos bajo la iglesia de la Natividad y otras cuidadas edificaciones, en dirección sur, hasta las afueras en que nos adentramos en una senda que desciende hasta las orillas del Ebrón, en donde se encuentran las ruinas del Molino de Calicanto, engullido por la naturaleza y el paso de los tiempos.
        El primer contacto con el río, con sus aguas cristalinas, abrigado por el bosque que lo rodea y el sendero que, como su camino, nos llevará aguas abajo, nos adelanta el regalo que la suerte nos va a premiar.
Molino de Calicanto
En la cascada
        Antes de seguir el camino, nos desviamos unos metros, aguas arriba, para alcanzar la "Cascada de Calicanto", un salto de agua de unos 15 metros de altura por el que se precipita el río en varias chorreras, algunas de ellas por paredes forradas de musgo. Uno a uno (el sendero es estrecho) vamos accediendo a este espectacular rincón para fotografiarlo (y fotografiarnos) e inmortalizar el momento.
    Como otros saltos de agua, esta cascada evoca los encantos femeniles, pues la blanca espuma y los reflejos del sol sugieren velos y encajes de una novia. Además, como en las ceremonias, el salto es musical, suenan bellas melodías.
Cascada de Calicanto
Paredes pintadas de verde
El curso del Ebrón
        Pero hay que seguir, así que, ¡hale, todos p´abajo!. Los primeros metros los transitamos por la orilla del río que nos regala el espectáculo de su fluir, en busca del Turia, unas veces se muestra bravo, para salvar algún obstáculo, y en otras, se calma para tornar en bellos espejos en los que se reflejan, desde las rocas hasta la luz del sol que intenta penetrar, a través de los chopos, hasta el fondo del barranco.
        Resulta inevitable mirar una y otra vez el río, hecho de tiempo y agua; río que movía molinos, hoy muertos; río en el que los compañeros de viaje se reflejan en su caminar, paralelo al curso, hasta desembocar, allá donde acaba el camino.
Un remanso
Con Juan, en el mirador
        Dejamos la orilla fluvial, para salvar lo que será el máximo desnivel positivo de la ruta y ascender por la pared izquierda del barranco y, tras detenernos en el Mirador del río Ebrón, que se alza en lo más alto, descender hasta el "Puente Natural de La Fonseca", respetado por el propio río, que en el paso de los años, ha subsistido a la fuerza de la naturaleza.
        Con la esperanza de que dure, al menos un rato, cruzamos a la otra orilla, para proseguir el camino, muy transitado en el día de hoy.
        El sendero, algo alejado del río, poco a poco, va descendiendo hasta su orilla para penetrar en el tramo de los "Estrechos del río Ebrón", propiamente dicho; un tramo en el que el río ha modelado caprichosamente el cañón.
Puente natural de La Fonseca
Comienzan los estrechos
        A partir de aquí, pasarelas, gradas, sirgas, escaleras... se van sucediendo para facilitarnos el paso sobre las aguas, tan claras que dejan ver, sin dificultad alguna, el fondo del río en el que algunos cangrejos posan ante nuestras cámaras.
        El camino se estrecha de tal forma que, en algún tramo, solo podemos pasar de uno en uno, aunque no preocuparse, hay donde agarrarse. El goteo de pozas es continuo. Unos remansos de agua, de un intenso tono turquesa y completamente transparentes, nos invitan a sacar la cámara e inmortalizar, una tras otra, estos bellos rincones. El paisaje es impresionante. Qué afortunados somos de poder disfrutar de rincones naturales así.
En fila de a uno
No nos mojemos
Sujeta a la "línea de vida"
Por el sendero botánico
        Poco a poco, los estrechos se van ensanchando; el sendero va dando paso a un cómodo camino que se dirige a nuestro destino, pero ochocientos metros antes de llegar tomamos un desvío a nuestra izquierda, que, tras pasar junto a una vieja piscifactoría, nos lleva por el "Sendero botánico de El Cuervo". 
        No hace falta indagar mucho en los carteles explicativos, muy descoloridos, algunos, para observar la gran variedad de flora de un recorrido que transita paralelo a una acequia: sauco, chopo negro, avellano, nogal, cerezo, almez, higuera, granado y peral, son algunas de las variedades que se encuentran en estos últimos metros de nuestra ruta.

Fuente de los Chorros
            Ya se ven algunas construcciones de "El Cuervo", sobre todas ellas destaca la torre de la iglesia de La Asunción (s. XVI). "Se cuenta que en otros tiempos, el municipio de El Cuervo se llamaba Fuentes Claras y pertenecía a una marquesa. Un día que la marquesa estaba con su hija en las proximidades del manantial, su hija cayó al agua y se ahogó; la marquesa llena de dolor exclamó: ¡Fuentes Claras, Fuentes Claras, negro cuervo para mí, porque la hija que tenía en el río la perdí!. De ahí viene el origen del nombre del municipio".
Solo nos queda cruzar a la otra orilla del río Ebrón, cosa que hacemos por un puente que nos deja en un animado parquecito. Cerca nos espera Pablo con su máquina transportadora.
         Lavado del gato y, ¡hale!, nos acercamos al garito que se encuentra junto a la impresionante Fuente de los Chorros. Aquí, otro chorro, el que llega de lo más profundo del barril, una a una, va llenando las jarras de cerveza, pues aunque la cosa no ha sido dura, hay que "rehidratarse". 
        Ya solo queda inmortalizar el final de  nuestra travesía por los impresionantes Estrechos del río Ebrón, cuyo nombre viene una leyenda que dice que cuando el Ebro se ha secado en alguna ocasión, este nunca lo ha hecho. Y hemos disfrutado del buen rollo que caracteriza a este grupo. Seguro que en la próxima, también lo haremos.
Destacamento Esbarre

––––––––––––––––––––––––––––––––––

Datos técnicos:
(El track, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)

2 comentarios:

  1. Bonito reportaje. No conocía el paraje aunque había oído hablar mucho y bien de este espacio. Afortunadamente este verano lo hice desde el Cuervo de ida y vuelta. Lástima que esté tan lejos para los "cheposos". Un abrazo. Luis

    ResponderEliminar
  2. Una excursión estupenda por esa zona en la que todavía hay caudales de agua libremente circulando en plena naturaleza. Y lo digo porque es que hay sitios que te los canalizan enseguida. Y no hay nada más bello que ver un río siguiendo su curso natural con abundante agua y vegetación de Ribera.

    ResponderEliminar