Día 11 de mayo de 2024
Nueve meses después regresamos a Calomarde, esta vez en compañía de las gentes de Esbarre, para recorrer una ruta que nos han preparado y que promete no defraudar.
Para comenzar, viaje por la autopista mudéjar, paradica en Santa Eulalia para dar descanso y gusto al cuerpo y, ¡hale!, el bus enfoca el morro hacia la sierra de Albarracín para apearnos en el lugar de inicio de la ruta.
Como el día promete una "miaja de calor" nos ponemos gorra, gafas de sol y protector de ídem, todo ello acompañado por las prendas montañeras dignas de mostrar en la "pasarela Gaudí", asunto que la supercámara de Ricardo recoge para goce de todos.
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Todos preparados |
¡Ah, la aventura nos llama con sus brazos abiertos y sus promesas de emoción! Nos lanzamos con valentía por el sendero que serpentea junto a las tranquilas aguas del río Blanco.
Al principio, el trayecto nos regala un agradable paseo, como un aperitivo antes del banquete de adrenalina que está por venir.
Pero antes, ¡ahí está, majestuoso y desafiante, el Moricacho! Una roca que desafía las leyes de la gravedad y parece estar al borde de separarse de la pared. Su grieta, una especie de portal a otro mundo, ha servido de refugio para los rebaños en tiempos inmemoriales, protegiéndolos del calor, del frío, de la lluvia y de cualquier otro capricho meteorológico. ¡Pero hoy, este venerable santuario pastoril se convierte en nuestro escenario! Una cueva que, en lugar de albergar ovejas, ahora acoge a intrépidos exploradores que desafían los límites de lo convencional, con la única misión de capturar la esencia de la aventura en unas cuantas instantáneas. ¡Y así, con un clic de cámara, la historia sigue su curso!
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En la cueva |
Después de despedirnos del Moricacho, continuamos nuestro periplo. A nuestra derecha, las imponentes paredes parecen albergar todo un vecindario de buitres, que con una mezcla de majestuosidad y pereza van desplegando sus alas para alcanzar nuevas alturas. Mientras tanto, a nuestra izquierda, una cabra nos dedica una mirada de complicidad, posando con toda la actitud sobre una roca, como si estuviera lista para su sesión fotográfica.
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La cabra |
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Presa de los Ahogados |
¡Nos encontramos ante el clímax del "Barranco de la Hoz"! Aquí, nos topamos con escaleras majestuosas, puentes metálicos que desafían la gravedad y vistas panorámicas del río que te dejan sin aliento. Y no olvidemos el "puente natural de la Toba", un monumento de la naturaleza bajo el cual cruzamos con la elegancia de un explorador intrépido. No podemos negarlo, esta es la parte más alucinante de toda la ruta. Imagínate tratando de abrirte paso entre estas paredes sin estos artilugios ingeniosos; acabarías más empapado que una esponja en el río Blanco. ¡Pero gracias a estos equipos de "última generación", nuestra travesía adquiere un aura de aventura que roza lo mítico!
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Puente de la Toba |
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Escaleras por aquí |
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Escaleras por allá |
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Algún puente |
Unos mozos tan enormes que podrían hacer sombra a un edificio de tres plantas, preguntándome con una inocencia, casi conmovedora, si esa nube ominosa que nos acecha planea empaparnos. ––"No preocuparse"–– les digo con la seguridad de un profeta del clima, "la AEMET juró y perjuró que no lloverá hasta la tarde". Y en ese preciso momento, como si la nube misma estuviera esperando mis palabras para desafiar a la meteorología, ¡comienza a llover!
Poco a poco, las paredes se van alejando la una de la otra y el paisaje (y el cielo) se va abriendo para dar cobijo a las ruinas de viejos molinos como el de "Enmedio" y el de las "Pisadas". En este último, en ruina total, escasamente se pueden adivinar los elementos, como las muelas, etc. Dicen que el nombre le viene por las pisadas que se recogen en una leyenda en las que los protagonistas son un pastor, sus cabras y el diablo (si quieres conocer la leyenda, clica aquí).
Hacemos una breve pausa en este punto estratégico del recorrido, aunque "breve" es un término relativo cuando las vistas son tan increíbles y la compañía tan amena.
Con el río como nuestro fiel guía y el buen humor en nuestras mochilas, atravesamos prados que parecen sacados de un cuento de hadas, hasta llegar a una balsa y estación de bombeo que nos recuerda que, incluso en medio de la naturaleza, la ingeniería humana puede hacer su aparición estelar.
Posteriormente, tomamos una pista que nos conduce directamente a la Fuente del Berro, y una zona de esparcimiento.
Dejamos caer los traseros en los bancos de madera y de nuestras mochilas emerge una selección de tentempiés que haría ruborizar a cualquier gourmet. Entre todas las opciones, el plátano se erige como el rey indiscutible del descanso, dispuesto a revitalizarnos con su energía natural. Es el momento de reponer fuerzas, y qué mejor manera de hacerlo que rindiendo homenaje al humilde pero poderoso fruto canario.
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Reponiendo fuerzas |
Pero no somos los únicos que andamos por aquí: cerca, a nuestra derecha, entre los pinos, caminan los andadores que hoy celebran la Marcha Senderista de Frías de Albarracín.
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Escuchando a las ranas en la Fuente de la Toba |
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Por la Ruta de las Banderas |
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Ellos |
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Ellas |
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Sabinas rastreras |
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En el Alto López |
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Vista sobre Calomarde |
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Graelsia |
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Hacia el final |
Solo queda acicalarnos lo justo para no asustar a la clientela de "La Posada de Calomarde"! Ahora toca hacer una pequeña inversión en nuestra apariencia, que aunque no llegue al nivel de la realeza, al menos nos libere de parecer un náufrago recién rescatado. Así que con algo de dignidad (o lo que quede de ella después de llevar un plátano como único sustento toda la mañana), nos dirigimos al "santuario de las birras frías y de bocatas escondidos en la mochila". ¡Que se prepare el mundo, que aquí llegamos nosotros con nuestras excentricidades y nuestra hambre de justicia (y bocatas)!
Camino de Zaragoza, a pocos kilómetros de salir, nos detenemos unos minutos en la "Cascada de Calomarde" (Batida o del Molino Viejo), que aunque muchos ya la conocemos, vale la pena visitarla para disfrutar de su salto de agua de unos 20 metros de alto, en el transcurso del río de la Fuente del Berro (o Blanco), afluente del río Guadalaviar.
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Cascada |
Hasta pronto
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