lunes, 25 de noviembre de 2013

CAMINO NATURAL DE LA HOYA DE HUESCA (Agüero a Riglos)

Día 23 de Noviembre de 2013


En la iglesia de S. Salvador.
Segunda jornada, que la Sección de Montaña y esquí del Stadium Casablanca, organizó para la travesía, por etapas (esta es la primera), del Camino Natural de la Hoya de Huesca, apta para todos los públicos.
Comenzamos en el mismo punto que terminamos, aquel día de finales de Septiembre, en la misma puerta de la Iglesia de Agüero, la de S. Salvador.
Más de cuarenta almas, partimos de la plaza para en un fácil y bonito recorrido, empaparnos de la naturaleza y cultura (y frío) de estos parajes.

Saliendo de Agüero.
Bien guiados por el amigo Félix y tras un pequeño pero lógico despiste, abandonamos Agüero, kilómetro cero del Camino Natural de la Hoya de Huesca.
Vamos a traspasar el tajo que el río Gállego va horadando en el transcurrir de sus aguas, entre la Peñarrueba y los Mallos de Riglos.
Conviven entre las gentes de la zona algunas leyendas, entre las que sobresale la de la Giganta de Riglos. Cuenta una vieja historia que en una aldea de la zona, Foz de Escalete, habitaba una extraña anciana de un tamaño tan gigantesco que atemorizaba a todos los habitantes. 

Peñarrueba.
Era hilandera, hilaba en el mallo Puro (también llamado "huso", por su forma), y además, tenía fama de bruja. Cansada de ser rechazada por todos, hizo aparecer de la nada estas inmensas rocas, y con una fuerza sobrehumana las clavó junto al río Gállego para refugiarse tras ellas. Desde entonces se oculta allí, y casi nadie la ha vuelto a ver. Pero dicen que la giganta bruja se aparece una vez al año, en la Noche de San Juan. Surge desde las alturas, se sienta sobre uno de los mallos, el Pisón, y desde allí, peina sus cabellos blancos mojando su peine en las aguas del río. Otros aseguran que apoya un pie en Peñarrueba y el otro en Riglos, y se inclina sobre el río que queda en medio para remojar el lino con el que hila.
Enfilados
Nosotros, que en la leyenda seríamos los duendecillos, seguimos con buen humor, el camino que queda por andar. La mañana ha salido fría y ventosa, debe se la giganta que nos sopla de lo lindo.
Cruzamos el barranco Espadiero, que vierte las aguas en el Gállego, en la zona de su curso que los regantes monegrinos reivindican inundar, para cosechar más maíz, no vaya a ser que los pocos cines  que van quedando, se queden sin palomitas. Estoy convencido de  que el sentido común de unos y otros, es compatible con el desarrollo de ambas comarcas.

Bajo el roble.
El otro curso, el del camino, nos lleva por rincones atractivos, unos  por su vegetación y otros por el paisaje que desde algunos puntos podemos contemplar.
La suavidad de distancia y desnivel, nos facilita charrar y hacer uso de las cámaras fotográficas.
A nuestra izquierda, la Peñarrueba nos va vigilando durante todo el trayecto para que nos nos despistemos y seamos buenos. ¡Que no le quepa la menor duda!, somos buena gente y amamos la tierra que pisamos.



Murillo de Gállego.
Allá abajo, asoma Murillo de Gállego, centro de el turismo de aventura de la comarca.
Murillo de Gállego se apoya en el Pirineo, desde allí mira hacia el sur, hacia la depresión del Ebro. Sobre su espalda, como no, carga con su iglesia parroquial de La Virgen de La Liena. Conserva de su edificación original, una ventana con dos arcos en uno de sus muros, de mediados del siglo X. Junto a la iglesia se encuentran restos de una necrópolis medieval. Las tumbas antropomorfas, excavadas en la roca, están en muy buen estado de conservación.

Un descanso.
A la entrada del pueblo, un pequeño y verde parque nos acoge para reponer las escasas fuerzas que hemos gastado. La despensa mochilera, al más puro estilo de mercadillo, muestra toda su variedad de productos: plátanos, mandarinas, almendras, frutos secos variados, higos secos, chuches, etc., ¡vamos!, montón de calorías que hoy no se prevé quemar.
Enseguida, retomamos la marcha, vamos a visitar la iglesia, bueno el exterior ya que se encuentra cerrada.



Pequeños edificios.
A la entrada del pueblo, el exterior de una casa se encuentra decorado con multitud de pequeñas réplicas de edificios y monumentos, entre los que destaca, una torre mudéjar que podría ser la de S. Martín de Teruel.
Curiosas construcciones que  por su tamaño, son totalmente antagónicas con leyendas de gigantas. En este entorno, los gigantes parecemos nosotros.
Estrechas y empinadas calles, nos van acercando a la plaza, en la que se encuentran la iglesia y el ayuntamiento ("Casa de la Billa"). También es sitio privilegiado para disfrutar del paisaje de los alrededores.

Iglesia de la virgen de la Liena.

Tecnología digital. 
Por cuestas, ahora en descenso, vamos abandonando Murillo de Gállego, población mil veces pasada por carretera y es la primera vez que puedo decir que la he visto desde sus adentros. Vale la pena, lo recomiendo.
Con suma precaución, cruzamos la mencionada vía, para adentrarnos en lo mas bajo de nuestro recorrido: el Río Gállego.
Su curso, desde el Pirineo axial hasta las entrañas de Zaragoza, es toda una carrera de obstáculos que los humanos vamos colocando para nuestro provecho. Ya, a pocos metros de su nacimiento, donde el río debería mostrarnos toda su fuerza y esplendor, dos grandes embalses coartan esta posibilidad: los de Lanuza y Búbal, tristes ejemplos del abandono forzoso de tantos pueblos que luego nunca llegaron a inundarse. Al llegar a Sabiñánigo el río Gállego pierde ya toda esperanza. Entre 1975 y 1989 la empresa Inquinosa, fabricante de un pesticida peligroso y muy tóxico llamado lindano, vertió sus residuos al río hasta que fue cerrada por la presión social. Ningún Gobierno de España ni de Aragón, transferidas las competencias en medio ambiente, ha abordado seriamente el tratamiento de esos residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente.
Nueva pasarela.
Tras salvar otro embalse, el de La Peña, un bonito tramos discurre por la zona en que vamos a cruzar el río, eso sí, lo hacemos por una imitación de pasarela colgante, realizada con los "nobles materiales" de hormigón y acero (está sin inaugurar, la agenda de los políticos...). Poco más abajo, se pretende construir otro embalse, el de Biscarrues. Superados estos obstáculos, la presa de Ardisa, desvía parte importante de su caudal hacia el embalse de la Sotonera, que alimenta el canal de Monegros. Vamos, que si los cauces de los ríos fueran olímpicos, el Gállego, ¡medalla de oro!.
El Gállego y Peñarrueba.
A pesar de todo, también es centro de vida para sus pueblos y recuerdos de viejas tradiciones y oficios, como aquel del descenso de madera (hoy no se podría) por sus aguas hasta el Ebro. Cada año, se realiza la bajada de las navetas. Eugenio Monesma nos muestra en uno de sus documentales, "Navateros de la Galliguera", del que puedes ver una pequeña muestra aquí.
Es una de las zonas mas bonitas que espero no sea destruida a cambio de colocarse alguna medalla, uno de esos personajes que campan por el universo de las instituciones del país.


Camino de Riglos.
Pasada esta "atractiva" pasarela, un cuidado tramo de senda, nos sube hacia el mismo centro del Reino de los Mallos, uno de los mas grandiosos y bellos paisajes de toda la península ibérica. Grandes paredes de conglomerado de color anaranjado de hasta 300 metros de altura. Lugar especialmente bello para observar el atardecer. Paraíso de escaladores, montañeros y amantes de la naturaleza, escenario de épicas escaladas y grandes gestas a lo largo del siglo XX y XXI, morada de grandes aves como el quebrantahuesos y buitre leonado.


Los Mallos de Riglos.
Apeadero del "Canfranero" en Riglos
Cruzamos las vías del, también castigado, tren que por estas latitudes, lucha por llegar a Canfranc. La leyenda de un cartel que dice "peligro atención al tren" me hace dudar de la interpretación correcta. Puede ser un advertencia o una aseveración: "el tren está en peligro, hay que poner más atención, por parte de las autoridades responsables del futuro del Canfranero".
Unos, muy centenarios, olivos nos indican que ya llegamos a Riglos.
Al amparo de las enormes masas pétreas, y a las orillas del Gállego, se encuentra Riglos, asentando su casco urbano en una adaptación a la pendiente ladera, y con una arquitectura muy alterada en alturas y niveles. Su templo parroquial es un edificio del s. XVII que alberga las tallas románicas de la Virgen del Mallo y de la Virgen de Carcavilla. 
Riglos
Escalando el Pisón.
En las paredes del mallo Pisón, unos escaladores, juegan una partida contra la ley de gravitación universal de Newton. Felizmente, por esta vez ganan la apuesta las arañas humanas.
Poco a poco vamos descubriendo más y más alpinistas practicando el noble deporte de la escalada.
Ya es mediodía, en nuestro interior se produce esa sinfonía desafinada que los jugos gástricos, interpretan para recordarnos que el depósito ya marca reserva. Entramos a comer en el Refugio de Riglos, en el que al amparo de unas jarras de zumo de cebada, damos buena cuenta del fondo de la mochila.
Quebrantahuesos.
Terminada la faena, nos dirigimos al Centro de Interpretación de Aves "Arcaz), destinado a la difusión y conocimiento de las aves del entorno del Reino de los Mallos. Desde un mirador acristalado y unas vídeo cámaras, observamos las aves.
.La guía Teresa nos da unas pequeñas nociones de las aves que habitan en las paredes de los mallos y su entorno: el quebrantahuesos, el buitre leonado, el alimoche, el águila real, el treparriscos...
Con prismáticos, catalejo y las pantallas que, a tiempo real, recogen a los buitres en su intimidad, el personal, principalmente los más jóvenes, disfrutan de un rato bastante agradable e instructivo. Teresa, nos cuenta una de las múltiples versiones de la leyenda de la Giganta de Riglos.
El ocaso en Riglos.
En el exterior, el panorama de los mallos al atardecer es impresionante, poco a poco la sombra va cerrando el telón de una sesión espectacular en que no solo hemos recorrido esos caminos, sino que también hemos aprendido muchas cosas con respecto a las aves y su entorno, que seguro que hay páginas y más páginas en la red que instruyen al lector con más rigor de lo que yo pudiera hacerlo desde  este humilde rincón.

lunes, 18 de noviembre de 2013

DE ARGUÍS AL PICO PEIRÓ Y FIESTA (de Esbarre)

Día  Noviembre de 2013
La llama de la vida.
Esta imagen, pone punto final a una jornada en la que el Grupo Esbarre brinda a sus asociados y amigos, un fin de temporada con una fiesta en la que la gastronomía es la principal protagonista. Abundantes y sabrosas judías, diversos productos de origen animal pasados por la brasa, postre, café y chupito incluido, han dado al traste con los controles de salud vital de más uno. Unas emocionantes palabras del "boss Julián", adelantando unas pequeñas pistas de lo que va a ser el calendario para el cercano 2014 y el sorteo de diversas prendas montañeras, ha culminado con un día en el que los primeros copos de nieve, han caído sobre nosotros.
Presa de Arguís.
Pero estos de Esbarre, no dan las cosas gratis. De aperitivo, nos preparan una travesía, suave ella, para no castigar mucho los cuerpos, que al final de la jornada, como he explicado, sí que serán castigados.
El autobús conducido por nuestro amigo Pablo, nos deja junto a la presa de Arguís, la temperatura es baja y las predicciones climatológicas anuncian borrasca al final de la mañana.
Culminaremos la andada en el Peiró (1560 m.), pico este que ya visitamos Maite y yo, acompañados con nuestra mascota, Atos, hace casi un año.
Preparados para la travesía.
Y van dos seguidas. Sí ya van dos veces seguidas que la convocatoria tiene gran éxito. La ligereza de la marcha y "las judías", han animado al personal. Pablo, el conductor, ha puesto el cartel de "completo".
Desde la vieja hospedería que las nuevas vías de comunicación y la incapacidad de la administración, han cerrado, salimos bordeando la presa por su cara sur.
El "boss Javier", guía la manada, perdón: el grupo, a un paso cómodo que anima a las huestes a charrar de diversos temas. Se escucha un agradable y humano murmullo.

Por el gasoducto.
Una ligera y gélida brisa, nos avisa que el invierno ya está llamando a la puerta. Vamos por una pista desde la que se adivina, a nuestra izquierda, el cauce del Isuela que desde aquí, a duras penas llega a  Huesca y que allí es vestido con fuertes dosis de hormigón.
Pasado el barranco de San Antón, la pista se divide en dos, tomamos la izquierda (no es una expresión ideológica, pero bueno...). En pocos metros la abandonamos y una senda que transita por encima del gasoducto de Sabiñanigo, nos va poniendo el suelo un poco más en cuesta. Por este punto subimos en una ocasión al Pico Gratal.

Maite lucha contra el boj.
Un sendero que gira a la derecha (algunos se despistan y pretenden seguir p´arriba), nos adentra en un bosque de pino, boj y gabarda. Es tan denso, que acompañado de lo nublado del cielo, parece echarnos la noche encima. A nuestra derecha se adivina el barranco de Facegabarda.
La cuesta y las setas han estirado el grupo considerablemente, pero la tecnología nos mantiene conectados a través de las ondas hercianas.
Este sendero. termina su existencia en un prado en el que nos reagrupamos.

Reunión tras el "tapaculos" o gabarda. 
El hielo refleja  las torres al pasar.
Tomamos una pista cuyos charcos, están más congelados que los salarios de los españoles. Caen algunos copos de nieve, son los primeros de la temporada que se nos avecina. Llega el tiempo en que las empresas energéticas, se forran y sus accionistas se reparten el pastel.
Bueno, ya me relajo y sigo con el relato:
A nuestra izquierda, abajo, vemos Bentué de Rasal, pequeña localidad que precede el resto del paisaje: la Hoya de Huesca presidida por el embalse de La Sotonera


La Hoya de Huesca.
Piedad y Maite en el collado de Sarramiana.

En la pista, una puerta se nos abre hacia un collado, el de Sarramiana.
donde nos reagrupamos. El sitio merece una parada.
Se nos abre el telón del norte, se nos abre el espectáculo, una y otra vez visto pero nunca agotado, de la cordillera de Los Pirineos.
Las nubes nos dejan un hueco para ver desde Collarada a las Sorores, con una capa de nieve, que esta noche ha teñido de blanco sus altas y espectaculares cumbres.
Hacia el este, unas nubes nos invitan a que nos movamos, queda un tramo y no hay que dormirse.


La nieve ya tiñe la montaña.


Bajando por el hayedo.
Iniciamos un bonito, aunque resbaladizo descenso, por el hayedo de Peiró. Tan solo las matas de boj, son las únicas plantas que se encuentran preparadas para soportar la caída de las hoja, el resto se encuentran en el suelo tapando algunas trampas que dan con el trasero de alguno en el bajo piso.
De nuevo, nos reagrupamos en el cruce de senderos, por donde de bajada pasaremos para tomar el de Arguís.
Una vez todos juntos, comenzamos la auténtica subida al Pico Peiró.


Subiendo al pico.
Hemos cambiado el haya por el romero  y muchos, muchos erizones (o cojín de monja), que pulen nuestras botas y pantalones de la misma manera que el desnivel pule nuestros esfuerzos.
Entre esta tapizante planta, un sendero va coincidiendo con barranqueras que erosionadas, hacen levantar más de la cuenta las extremidades inferiores, principalmente a los que no lucimos largas piernas.
Afortunadamente, la cima está a la vista y en previsión del viento, nos abrigamos antes de llegar a ella.



En la cresta de la cima.
Efectivamente, hace frío en una cima incapaz, por su tamaño, de acoger a toda la expedición. El paisaje es espectacular, las nubes nos dejan algunos huecos para ver la zona de La Peña, las cordilleras más occidentales, de nuevo los Pirineos...
Pero lo dicho, todos no cabemos y hay que dejar sitio a todos en esta encrespada cima.
Comenzamos a bajar para esperar a todos en el collado a pie del pico.
Pero comienza a nevar y ventisquear con fuerza, por lo que abandonamos el lugar con la máxima celeridad posible.

Fernando encabeza el descenso
Nos reunimos en el hayedo, para todos juntos descender por un amueblado sendero que entre hayas y pinos nos deja en poco tiempo en el mismísimo carro de Pablo.
Unos se cambian hasta de gayumbas, otros se pasan la toallita por los alerones, incluso hay quien se peina hasta los cuatro pelos que por su cabeza asoman.
Claro,
¡vamos de fiesta!
Hasta pronto





DATOS TÉCNICOS:
Recorrido.
Perfil del recorrido:  Distancia= 11.6 Km.  Desnivel acumulado= Ascenso 836 m. / Descenso 724 m.


martes, 12 de noviembre de 2013

VALLE DE ORDESA

Esta vez nos hemos apuntado a la del Stadium Casablanca, un club que nos acoge en sus filas, para que podamos disfrutar de la compañía de sus gentes. Algunos otros, tienen las puertas más cerradas que las del centro penitenciario de Zuera. Y se me ha ocurrido lo de Zuera, porque es paso obligado de camino a los Pirineos para los "cheposos" (quienes no lo sepan, es uno de los motes que se nos da a los zaragozanos).
De noche, muy temprano, sale el autobús cargado hasta los topes con destino al Valle de Ordesa, con gentes de todas las edades y condición, con la ilusión puesta en las meteo-predicciones que nos anuncian una buena mañana y una, no tan buena tarde.
Primeros pasos.
Hasta los mismísimos pies del Monrepos, no abro el ojo izquierdo (el derecho se resiste), Luis Casao me dice que ha visto como, en sueño eterno, también dormía el señor Guara.
En el puerto se aprecia, como a ritmo caracolero, las obras de la autovía van comiendo terreno al monte.
Tomamos café en Sabiñánigo y por la nueva vía de Fiscal, nos plantamos en la pradera de Ordesa tras tres horas de viaje.
La mañana es fría, la noche ha dejado caer sobre el suelo, su manto de escarcha.


Puente de los Cazadores.
Han preparado tres rutas: una circular por la Faja Racón, otra, clásica ella, por la ribera del río Arazas y por último la de la Senda de Cazadores. A esta última, la más concurrida, nos apuntamos Maite, Luis Casao y yo, que con otros casi cuarenta pares de botas, cruzamos el puente de Cazadores, único perfil horizontal en los próximos tres kilómetros.
Pese a estar en fechas, típicamente secas, el río trae un bonito y transparente caudal en el que se reflejan las laderas que ya van perdiendo algunos de los colores que hasta hace poco, han decorado el paisaje pirenaico. 

Primeras cuestas.
Las huestes del Stadium, comienzan a subir las primeras cuestas de la senda de Cazadores con un ánimo que pronto se convierte en el clásico silencio que acompaña a esos ascensos que requieren de un controlado ritmo respiratorio.
Transitamos una senda alfombrada por la hoja que el otoño ha vertido en el piso. Bajo este capricho de la naturaleza, se esconden algunas raíces, que para quien decida ir en sentido contrario, recomiendo hacerlo con suma prudencia, el desnivel es fuerte y un resbalón en este lugar podría ser problemático.


El ciclo de la vida.
Luis y Maite.
El resto del paisaje está compuesto, principalmente de hayas más calvas que la cabeza de quien subscribe. También se observan abetos, más arriba el serbal de cazadores luce su fruto, la serba, cuyo color y forma nos anuncian la proximidad del invierno. Bajo las hojas del suelo, asoman algunas setas que en este lugar está prohibido recolectar.
Los, casi setecientos metros de desnivel de esta "cuestecica", los hacemos en menos de hora y media, que no es mal paso para un grupo tan numeroso. 



¡Vamos p´arriba!

Tozal del Mallo
Gracias a que el otoño se encuentra en pleno apogeo,  a nuestra espalda podemos ver entre las peladas ramas, el impresionante perfil del Tozal del Mallo (2254 m.) que queda apuntado en nuestra agenda para otra ocasión.
Delante de nuestras narices, una pared nos muestra en su parte superior, que ya estamos llegando a lo más alto de la jornada, al Mirador de Calcilarruego.






En el mirador de Calcilarruego.
Es lugar, este, parada obligada para un descanso, para reponer fuerzas con la ingestión de un plátano y para disfrutar de la panorámica que nos ofrece tan impresionante mirador.
Abajo, la pradera está plagada de unos bichitos de diversos colores, ¡ah! son coches que desde aquí arriba nos han parecido gusanos y en cierto modo, lo son. Frente a nosotros, observamos las paredes soleadas de la Faja de las Flores que bajo el pico del Gallinero (2753 m.), han sido labradas por el Arazas a lo largo de miles de años.


Barranco de Cotatuero.
Entre el Gallinero y el Arruebo  (de la misma altura), el barranco de Cotatuero, vierte sus aguas hacia el fondo del valle de Ordesa en el que apreciamos la senda por la que descenderemos y que pese a la fecha, se adivina bastante transitada.
En esta pequeña parada, entablo conversación con unos montañeros catalanes que muestran su admiración de esta parte de los Pirineos. Yo les comento que la parte catalana también tiene su encanto y lo digo con el conocimiento que me da el recorrer sus sendas de trekking, casi todos los años en compañía de mis amigos.
Brecha de Rolando.
Poco dura la parada, el camino es largo y el día va acortando. Así que nos cargamos las mochilas al hombro y comenzamos a recorrer el espectacular camino de la Faja de Pelay.
Conforme, vamos girando en dirección este, en el escenario van apareciendo sitios tan míticos como el Taillón (3144 m.), el Dedo, El Casco (3006) y como no la Brecha de Rolando.
Es una zona, que desde antes de visitarla, creo que en el 2011, nos atrae de manera considerable, es lo primero que intentamos captar cuando coronamos el puerto de Monrepos.

Impresionante paisaje.
Cuenta la leyenda que fue Rolando, paladín de Carlomagno, quién de un golpe con su espada, abrió la brecha mientras caía herido de muerte en la dura batalla que mantuvo contra los sarracenos que lo perseguían en la cara española del macizo, para así poder contemplar su país mientras moría.
Ni Rolando ni su espada “Durandal, pudieron hacer la más mínima mella en el macizo, ya que la batalla de 787 a la que se refiere la leyenda, se produjo en Roncesvalles y parece ser que no fue tan épica como cuenta la canción de Roland.
Las Tres Sorores.
La senda es cómoda, nos permite admirar el paisaje. Vamos a buen paso, tanto que el grupo ha quedado partido en varios pedazos.
Abajo, ya vemos la Gradas de Soaso, espectacular paraje que las aguas del Arazas recorren, escalón tras escalón.
Poco a poco, se va abriendo el telón del siguiente escenario. Incluso, las nubes que las cubrían se apartan para que podamos admirar el espectáculo de las "Tres Sorores": el Cilindro (3328 m.), el Perdido (3348 m.) y el Soum Ramond (3254). Estamos ante el macizo calcáreo mas alto e importante de Europa.
Sarrio
El camino se va abriendo, vemos dos sarrios que observan el paso de esos extraños animales que en varias manadas (humanos), caminan por estas alturas.
Bajo las Tres Sorores, el refugio de Góriz que a sus 2200 m., acoge a quienes ascienden a los picos de la zona.
Por debajo ya divisamos la Cola de Caballo, atractivo lugar visitado cada año por miles de turistas. Aquí comienza el valle, en un impresionante circo que bajo tales cimas, vierte sus cascadas para que bañen este espectacular valle.



Faja de Pelay.
Como el sitio se encuentra muy concurrido, Maite Luis y yo, decidimos que comeremos en la pradera. Así que bajamos hasta el cauce del Arazas e iniciamos el descenso por la senda (avenida, diría yo).
A nuestra izquierda, admiramos las paredes por las que la Faja de Pelay nos ha traído hasta aquí.
Bajamos al ritmo directamente proporcional al del sonido que producen los jugos gástricos en el interior de nuestros seres. Tenemos las tripas más vacías que los ordenadores de los ex-tesoreros del PP.


Ante los primeros saltos de agua
Pronto, reaparece el río que arriba se había escondido bajo las piedras de canto rodado. Y aparece con el cincel en la mano, para grabar en la roca, caprichosas  formas de un cauce, fotografiado, pintado e incluso plasmado en múltiples relatos.
Una primera cascada, nos anuncia de que pronto llegaremos a las Gradas de Soaso, que ya he nombrado, pero que ahora admiramos "a pie de tajo".
Nos vamos encontrando con algunos compañeros de viaje que han subido y bajado por esta ruta.



Gradas de Soaso.
Hayas pintadas de verde musgo.
Bajamos a buen ritmo, tanto que cada fotografía que disparo, me hace echar una carrera para alcanzar a mis dos compañeros de viaje. El descenso transcurre  una agradable pista por la que vamos "charrando" apaciblemente.
El Bosque de las Hayas, presenta un enternecedor aspecto, ya que debido a su claridad estacional, deja ver parajes que en verano, ni tan siquiera se adivinan.
Un grupo de mozos y mozas con mucho talento (será por no gastarlo). se comunican entre ellos a base de  fuertes silbidos, les apunto que "en el bosque no estamos solos", ¡caray!, la frase surge efecto.
Bosque de las Hayas.
Seguimos bajando, ahora somos cuatro, Carlos se nos ha unido y ha aportado más temas a la conversación.
Pasamos de largo por las cascadas de La Cueva y Arripas, vamos justos de tiempo y mi azotea ha sido mojada por una gota de agua, anuncio de que la borrasca está al caer.
Tras poco más de cinco horas, estamos sentados en una mesa del establecimiento hostelero, junto al fuego de la chimenea y ante unas rubias que desde hace rato, nos estaban esperando para que diéramos  buena cuenta de ellas.
Carlos, cronómetro en mano, queda alucinado de la velocidad con la que Maite rebaja el nivel de su jarra.
Poco a poco, van llegando los que han ido por las otras rutas. Luis Lasala, Lola y Piedad se no unen en la mesa para, todos juntos, terminar esta jornada con un traguito de pacharán.
El cielo se cierra y la lluvia arrecia cuando ya estamos montados en el autobús que nos devuelve a nuestros nidos.
En el viaje, Piedad me comenta que un primo suyo de Toledo (hermosa ciudad), viene por estas tierras en invierno a practicar el noble deporte del esquí y que es lector habitual de estas páginas. No me queda otro remedio que mandarle un abrazo, recordando el fin de semana que Maite y yo pasamos en esa histórica ciudad.
Hasta pronto.

MÁS FOTOGRAFÍAS

DATOS TÉCNICOS
Recorrido.
Perfil: Distancia recorrida, 19,2 Km.   Desnivel, acumulado, de subida 1097 m. De bajada, lógicamente, el mismo.