martes, 27 de mayo de 2014

POR LA FAJA CANARELLA AL BOSQUE DE LAS HAYAS (Valle de Ordesa)

Una año más, y van ocho, algunos de los que fuimos expertos nadadores (unidos por afecciones de espalda, hoy ya superadas por otros muchos males), nos vamos un fin de semana a disfrutar de la naturaleza y de paso, realizar alguna excursión por lugares aptos para piernas no muy habituadas a grandes gestas. Además, ¡que caray!, conservamos atado ese lazo de amistad que de momento, ¡ahí está!. 
Navata descontrolada.
Única contrariedad: "el tiempo". Lo mismo da la fecha en que decidamos quedar: hace unos años (2010) en el Valle de Hecho, fue tal la cantidad de agua caída, que las navatas preparadas para descender el río Aragón Subordan, se fueron aguas abajo sin control.
En otra ocasión, en la comarca del Matarraña, había que agarrarse fuerte para no ser víctimas del cierzo. El pasado año (2013), en Benasque hizo de todo, posteriormente se produjo la enorme riada de Junio.
Creo que nos pasa por no elevar nuestras plegarias a lo más alto de los cielos.

Día 23 de Mayo de 2014
En dos coches, salimos a primera hora de la tarde en dirección a Broto, vía Fiscal. El viaje es cómodo, Narciso conduce con la suavidad precisa para disfrutar del paisaje: el cereal de la Hoya comienza a adquirir el color rubio que precede a la cosecha, algo escasa de agua, aunque el cielo promete (aunque tarde), darle un húmedo repaso. Al conductor y a Encarna, Maite y yo les contamos aquella leyenda del Gigante Guara. Poco antes de Sabiñánigo, esperamos a que lleguen Conchita y Paco. Un café y continuamos por la carretera que pasa junto a la Peña Canciás, a la que subimos solo dos semanas antes. En el puerto, nos cae un buen chaparrón que nos acompaña hasta cerca de nuestro destino.
Broto.
Hemos reservado un confortable apartamento en la villa de Broto, a orillas del río Ara. Tomamos posesión, sorteamos habitaciones (la suite siempre les toca a los mismos y no digo quienes son) y salimos a pasear.
Para quien no lo conozca, Broto es un pequeño pueblo del Pirineo aragonés, se encuentra a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Desde su pequeño puente se puede divisar las cumbres de las Tres Sorores con Monte Perdido a la cabeza, cosa que hoy no es posible. 

En la Cascada del Sorrosal.
Nos acercamos a la Cascada de Sorrosal. A unos metros del pueblo se divisa una gran pared en la que se aprecia perfectamente el poder de las placas tectónicas pudiendo advertir grandes pliegues en la roca. Justo en la parte media de la pared sale un gran salto de agua que varía dependiendo de la época del año, en este caso, la cantidad es considerable y espectacular.
Un bonito paseo y unas cabras educadas para el entretenimiento de los turistas, nos llevan al espectacular salto cuya pared deja ver la vía ferrata del Sorrosal. Hay algo de personal, una concentración de motos anima el valle.
Hacia Oto.
Aprovechando que no llueve (todavía), nos damos un paseo a la cercana Oto, una maravilla para los que buscan tranquilidad.
Unos 80 habitantes pueblan este oasis de calma y sosiego que no entiende de tráfico ni de tumultos (bueno, hoy sí, por lo de las motos), y ni siquiera sabe de lejos que significa el término estrés. En esta aldea perviven antiguas tradiciones de montaña y se conserva la gastronomía más casera de Aragón. Disfrutar de platos recién elaborados, como el ternasco aragonés, en medio de la naturaleza del parque aviva los sentidos.

La Torre de Oto.
Destaca en la población, la Torre de Oto, un edificio defensivo construido a finales del siglo XV. Está situada en lo alto de una peña, dominando los valles de Broto y Yosa. Protegida por el casco urbano del pueblo, emerge recordando la historia que los antepasados vivieron en este lugar. Ya en 1512 detuvo un ataque de soldados franceses que retrocediendo, saquearon la cercana población de Torla. Desde entonces ha servido como abrigo para sus vecinos, como símbolo feudal, palomar, improvisado gallinero, almacén de aparejos y muebles olvidados y por último, establecimiento rural.
Oto.
Para mantener este patrimonio de todos ha sido necesaria una firme consolidación de su estructura y posteriormente una respetuosa rehabilitación realizada con técnicas tradicionales y llevada a cabo por artesanos de la zona. El uso de materiales tan nobles como el hierro, la piedra, la losa y la madera ha permitido recuperar la valía de lo antiguo.
Nos acercamos al camping en el que se concentran los moteros y que con Maite y mis hijos, siendo estos pequeños, inauguramos hace un porrón de años (ya nos han hecho abuelos), ¡éramos jóvenes!.
De vuelta, en Broto, tomamos unas cañas y nos recogemos en "Casa Juaneta".

Día 24 de Mayo de 2014
Las predicciones meteorológicas anuncian lluvia para hoy, tan solo puede ser que la mañana nos respete, por lo que a petición mía, el personal madruga, eso sí, con un copioso desayuno en la mesa que el menda ha preparado. Me doy perfecta cuenta de el esfuerzo que para alguien ha supuesto quitarse las legañas a las 8 am., pero el monte es así de caprichoso y como dirían los alpinistas ochomilistas: ¡hoy hay una ventana!.
Primeros pasos.
No tiramos tan alto, pero aprovechamos y a las nueve y cuarto, ya estamos abandonando la pradera del valle de Ordesa en dirección este. Estamos en jornada de euro-reflexión y paradójicamente, las nubes nos rodean y no nos dejan ver el futuro del camino que vamos a tomar.
Pero mira tú, que se nos aparece la virgen (la del pilar) y aunque uno no es mucho de milagros, tomamos el camino que ella nos indica (lógicamente el de la izquierda).
Nos adentramos en un profundo bosque de abetos y hayas, el Baliazán o Laña de Cotatuero.

Narciso, observa el barranco.
La senda se adentra en lo más profundo del barranco de Cotatuero de forma suave. Una pareja de jóvenes calzados con bonitas deportivas de marca, se nos pegan al sexteto. Me preguntan que a donde va ese camino, afirmando que no tienen ni idea. ¡será posible salir al monte así!.
Poco a poco vamos ganando altura, el barranco, a nuestra derecha, suena a primavera, a bravura, a energía, a..., eso, suena. Maite se ha puesto en cabeza y marca un ritmo que el resto agradecemos, es el llamado "ritmo motor Perkins".

Motor Perkins.

La humedad se puede incluso cortar, cruzamos un pequeño barranco, la joven se moja los pies y sus botitas no le evitan la mojadina de pinreles correspondiente.
Llevamos 450 m. ascendidos y llegamos al cruce de caminos: Norte a las clavijas de Cotatuero, Oeste a la faja Racón. Nosotros tomamos la del Este en dirección a la Faja Canarella, no sin antes tomar un trago de agua y sacar unas fotos de la impresionante cascada  que el Circo del Descargador, vierte en el barranco.


Cascadas de Cotatuero.
Puente sobre el barranco de Cotatuero.
Una vez despertados de esa especie de sueño o alucinación, proseguimos el camino por una senda en lazada que ahora sí, ahora sube un poco más caprichosa y convence a los jóvenes de que lo mejor es poner la marcha atrás y volver por donde han llegado hasta aquí. 
Aprovecho para comentar que así, justamente así, es como no se debe ir a la montaña. De no encontrarse con nosotros, hubieran subido solos sin saber por donde iban y sin el equipo adecuado.
Seguimos la ruta, por fin la cuesta deja de ser cuesta y nos asomamos a un espectacular balcón de unos dos mil metros de longitud...
Por la Faja Canarella.
...y más de quinientos de caída, ¡bieeen!.
Ordesa, es un clásico valle glaciar en forma de letra u alargada, encarrilado por fajas rocosas de increíble belleza: Las Flores, Pelay, Gallinero, Tozal del Mallo, Mondarruego, Racón y Canarella.
Es en esta última en la que nos encontramos, frente a nosotros la de Pelay se ve con nieve, por lo que ha sido prudente decidir el recorrido por la pared de la derecha del valle que el río Arazas baña con gran sutileza.
Los primeros pasos por la senda, son de vértigo, el resto ¡también!.


Grasilla o atrapamoscas (Pinguicula longifolia)  
¡Que pequeños somos!
Sobre nosotros, las grandes paredes calcáreas, rezuman agua por sus poros, alimentando bonitas flores como la grasilla o atrapamoscas, según me indica Chelo Gabas.  Abajo, se adivina el curso del río y sus cascadas que luego visitaremos.
Vamos avanzando, sorteando algunos obstáculos de reciente creación: hayas recién caídas, barrancos de verticalidad extrema, nevero y alguna que otra pedrera.
Con gran pericia por parte de los componentes del grupo, cruzamos el Barranco de las Olas, atrás va quedando nuestro vigilante el pico Gallinero (2740 m.) y más atrás todavía, el Tozal del Mallo (2220 m.)
La fuerza de la naturaleza.
Abajo, el río Arazas.
La mañana sigue amenazando, de momento los "angelicos  de allá arriba", parece que tienen contención y no se atreven a mojarnos. Las nubes ejercen de virtual techo en un valle, todo él, pintado de verde.
Poco a poco, vamos perdiendo altura y vuelven a aparecer los abetos de gran porte que ejercen de antesala al Bosque de las Hayas.
La última vez que estuvimos por este impresionante bosque, allá por octubre pasado, impresionaba la desnudez de sus troncos y ramas, las hojas cubrían el suelo como si de alfombra turca se tratara.
Bosque de las Hayas.
Hoy parece que estamos en otro planeta, diría yo que en el "planeta verde". Se ha producido el milagro de la naturaleza (¿Será la virgen del principio?), aquellas peladas ramas, lucen vestidas de gala en esta maravillosa ceremonia en la que somos invitados de lujo, por cierto: hasta ahora, únicos asistentes en un valle que en otras fechas soporta una fuerte presión humana.
La senda nos deja en el camino que sube a la Cola de Caballo, ahora sí que se van viendo algunos visitantes atraídos por este fascinante valle. Nos incorporamos al tráfico.

Dudamos entre subir a las Gradas de Soaso o volver hacia la pradera. El cielo nos aconseja la segunda opción, es decir: ¡tirar p´abajo!
Lógicamente, no podemos regresar sin pasar por las cascadas del Estrecho y La Cueva.
¡Que energía!. Enormes saltos de agua que han labrado toboganes zigzagueantes en la roca caliza. ¡Con que maestría cincela el río el valle!, la cueva es prueba fehaciente de tal afirmación.
Nos asomamos a los miradores mojándonos por las gotas que escupen las cascadas y las de los "angélicos" que ya comienzan a...

En la Cascada del estrecho.
Río Arazas.
Por un puente metálico, cruzamos a la margen izquierda del Arazas. Sus aguas alimentan esta impresionante vegetación en las que las hojas escuamiformes del abeto, muestran su verde más claro en las nacidas estos días.
La senda se convierte en paseo, un paseo que me recuerda al mundo de los gnomos, lo tupido del lugar resulta estremecedor, poca es la luz que en este oscuro día, se atreve a penetrar entre la densa vegetación de hayas. Delante de nosotros, entre las hojas se adivina el camino recorrido y asoma el Tozal del Mallo con toda su grandeza.

Piedra de las Siete Faus.
De una piedra, crecen unas hayas, es la Piedra de las Siete Faus. Un letrero dice:
Soy la "Piedra de las Siete Faus". Ya no me acuerdo desde cuando me llaman así, pero debía ser hacia 1918 cuando el Valle de Ordesa fue declarado Parque Nacional y los guardas me tomaron como referencia. ¡En cuantos de sus escritos, aparecía! Por entonces, sobre mí, crecían siete añosas hayas, no muy recias pero sí altaneras, en fin, ¡tenía una bella figura!
Me gustaría volver a ser de apariencia musgosa y cuidar de las hayas que solo quieren tocar el cielo.
En fin, qué, ¿resulta entrañable, o no?.
Además, la lluvia arrecia y no es cosa de quedarnos así, vamos, con cara de atontados y cuerpo mojado.
En un instante estamos en los coches para acudir a comer a Torla, cosa que hacemos y que terminamos a altas horas de la tarde. Nos recogemos en la casa y... llueve.
Día 25 de Mayo de 2014
Puente sobre el barranco del Sorrosal.
Proyectos tenemos, pero la noche ha sido húmeda y las predicciones son de lluvia, por lo que decidimos levantar el campamento y dedicarnos a visitas urbanas. Comenzamos en el propio Broto, capital del valle y cabecera del municipio; posee una completa infraestructura de servicios que justifica su importancia turística. Sus dos barrios, a ambos lados del río Ara, estaban unidos por un puente gótico del s. XVI, destruido durante la Guerra Civil, junto al cual se encuentra la Casa del Valle. 


Portada de San Pedro.
De estilo gótico aragonés, la iglesia de San Pedro Apóstol de Broto fue construida en el siglo XVI, en el año 1578 por los maestros Antón del Mas y Juan de Ixolxa según una inscripción en la portada. Es una iglesia que presenta un gran volumen al exterior destacando su torre defensiva almenada con numerosas aspilleras en su fachada para su defensa.
Está construida con mampostería con piedra sillar en las esquinas. 
Precedida por un pórtico rectangular con arco de medio punto y cubierto con bóveda de crucería estrellada, destaca su portada esculpida. De arco de medio punto, consta de cinco arquivoltas con baquetones decoradas, dos de ellas con sogueado, y un friso de cabezas aladas de angelotes a modo de friso corrido. 
Montados en los carros de hierro, nos acercamos a Jaca a dar una vuelta por el centro de la ciudad, visita a la catedral y Ciudadela y nos vamos a Yéqueda a despedirnos tras una sabrosa comida. 
No hemos podido disfrutar de un buen tiempo pero con solo un par de días con esta gente, compensa cualquier adversidad climática.
¡El año que viene, más!
Hasta pronto

Fotos, haz click aquí
Track de la ruta, aquí

Datos de la Faja Canarella:
Recorrido
Perfil: Distancia,  10,5 Km. - Desnivel de ascenso, 841 m., de descenso, el mismo.

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