lunes, 19 de mayo de 2014

PICO FRAGINETO DESDE LA TEJERIA

Día 17 de Mayo de 2014


¡Que horror!, estamos en plena campaña euro-electoral, los medios de comunicación nos andan dando la tabarra con montones de espacios gastronómicos (lo digo por lo de los chorizos) y antes de que nos privaticen, también, el monte y las botas, montemos una salida a la Sierra de Guara (otra vez, ya lo sé) y a desconectar de la rutina ¡toca!.
A los habituales: "el chaval Luis", Piedad, Maite, Luis (the doctor) que ha dejado a Lola recuperándose de su accidente y bien acompañada por la peque Teresa, y un servidor, hoy se nos suma José Antonio "el de Jaulín" colega de Esbarre y animador, allí donde se encuentre.
Cima del Pico Fragineto.
Antes de Huesca, hemos quedado para desplazarnos juntos, hasta la Tejería (915 m.), lugar de partida para acceder al Tozal de Guara y al Pico Fragineto, y este último el que lo vamos a intentar por cuarta vez. Primero fue una batida de caza, seguidamente, a pocos metros de hacer cima, una nube nos echo para abajo, y finalmente, las movilizaciones laborales de la mayoría de los compañeros de Esbarre, aplazaron esta salida programada para otra ocasión.
Hoy no tenemos ni batida, ni nubes, ni manifestación, el día promete y allá que vamos.


Ruinas de La Tejería.
Le preguntaré al amigo Monesma el porque de La Tejería, solo se que a medio camino entre los embalses de Vadiello al este y Calcón (o Guara) al oeste, se encuentran unas ruinas y un pozo que en algún momento debieron ejercer las funciones de moldear la arcilla para la fabricación de las tejas. Quien vaya al lugar, hágalo por la localidad de Aguas, desde Vadiello, una cadena impide su acceso. Hoy en su entorno, un aparcamiento nos sirve para dejar los vehículos e iniciar el camino. Ya se sabe: botas, cremas, mochilas y a darle al calcetín.


Ermita de La Fabana.
Por una senda que ya conocemos pero que no deja de sorprendernos, en ligero descenso, disfrutamos del frescor mañanero que su vegetación propicia, principalmente el pino silvestre y la encina. 
Andando y charrando, nos encontramos con la ermita de La Fabana, construcción románica del s. XII, formada por una pequeña nave con ábside semicircular y torre que se halla en ruinas, libre de maleza a su alrededor pero sin tejado en varios puntos. Siglos atrás Fabana era una localidad que llegó a contar con 15 habitantes en el año 1900.

Falsa cuesta.
No nos detenemos, ya hemos estado en otras ocasiones y no hemos hecho más que empezar.
A nuestra derecha, entre las ramas de pino y boj, adivinamos la cola del embalse, y encima de este, el macizo del Tozal de Guara, que una vez más va a ser testigo de nuestras andanzas, y es que le estamos cogiendo cariño a esta cercana sierra. Una primera, pero ligera subida, precede a una bajada que poco a poco se va estrechando y que el sonido de sus aguas nos anuncia que estamos aproximándonos al barranco de Calcón que tras alimentar el embalse, ya convertido en río, vierte sus aguas en el río Formiga.
Por el barranco del Calcón.
La anterior vez que pasamos por el barranco, se encontraba totalmente helado. Íbamos Maite, Piedad y yo y tuvimos que ejercer de "Javier Fernández", realizando piruetas sobre el hielo. Hoy tiene un aspecto muy diferente, el agua baja en su forma más bella y su caudal adecuado para vadearlo una y otra vez con el único cuidado de no resbalar en sus húmedas piedras. El sexteto, lo hacemos con gran habilidad, ninguno de sus componentes nos mojamos más allá de la suela de las botas.
Las paredes que nos acogen, muestran la vegetación propia del roquedal: oreja de oso, corona de rey...
Corona de rey (no confundir con Borbón).
El Chaval entre paredes.
Es este, un paso impresionante. Grandes paredes de roca calcárea cincelada por las aguas, esconden en sus entrañas, bellos rincones, plantas que atrapan la poca luz que encuentran para alimentarse de ella, caudal culebreando para encontrar el nivel que necesita y discurrir hacia tierras más profundas, cuevas, lianas, boj... y además una senda que en alguno de sus tramos es devorada por la fuerza de la naturaleza.
Es uno más de los rincones con que la Sierra de Guara nos regala a los humanos practicantes de esta afición.


Barranco del Calcón.
Primeras cuestas.
Y como no es cosa de quedarse en el sitio (la humedad podría hacer estragos en nuestro físico), continuamos el camino. Llegamos a un cruce en el que un cartel indica, a la derecha Petreñales y a la izquierda el pico Fragineto. Comento al personal: que por el primero bajaremos y tomamos el que nos lleva al pico.
El bonito y ligero paseo que hasta ahora hemos ido llevando, ¡s´acabó!. Entre boj, la senda eleva su desnivel de manera considerable, pero "china chana", con la reductora metida, vamos ganado metros por un camino que, gracias a algunas marcas, vamos siguiendo.
Sierra de Gabardiella.
En poco tiempo, hemos superado el desnivel que nos separaba hasta alcanzar el collado de Fragineto (1300 m.) en el que hacemos un pequeño descanso y disfrutamos de la vista totalmente opuesta a la que tuvimos no hace mucho desde el pico Gabardiella. Observamos su sierra y a la izquierda destaca el Borón escoltando el embalse de Vadiello.
Y de nuevo, mochila cargada, reemprendemos la marcha. Siempre en dirección norte, lo que parece en principio una senda, se torna en una cresta que entre roca y boj, intentamos avanzar metro a metro, ayudándonos de las manos en alguna que otra ocasión.

Con Maite en el Cuello de Lizana.
No tardamos de alcanzar el Cuello de Lizana, estrecho lugar en el que, ahora sí, ahora la vista es de impresión, Abajo, al oeste se nos muestran las agua de color turquesa del embalse de Vadiello, el Proyectil, el Borón, el Elefante, el Montedinera, la senda que transitamos no hace mucho cuando realizamos la travesía desde Nocito... y la cresta que tenemos delante de nosotros y que debemos atacar. Además, como antes, el camino a seguir en algunas ocasiones se esconde entre el matorral y puede despistar a estas cabras humanas.


¿Es por aquí?
Cresteando hacia la cima.
Siempre en ascenso, vamos por terreno que va a ser nuestro camino por algún tiempo. Si bien las crestas en la montaña pueden ocasionar algo de vértigo a quien padezca de ello, las vistas a una y otra vertiente, compensan todo lo demás. 
Ya vemos el pico cerca de nosotros, pero a alguien del  grupo, el "hombre del mazo" que diría Perico Delgado, se ha cebado con su ser y toca recuperarse. No hay nada como un trago de glucosa y la cercanía de la cima, como para levantarse y reemprender el ataque al Pico Fragineto de tan solo 1734 m. pero ¡que caray!, es cuesta arriba.
En la cima del Pico Fragineto.
Tocamos cima y como hoy no hay autobús que nos espere, nos lo tomamos con tranquilidad. Este momento se lo dedicamos a Lola, para que su tibia y su peroné, la traten con el cariño que se merece y que, sin prisas, podamos disfrutar de su serena compañía.
Como siempre que subimos a un pico de esta sierra, el norte nos muestra la grandeza de los más altos picos del Pirineo y que no voy a enumerar para no ser pesado. Al este, el Tozal y el Cubillars, en medio de ambos, asoma un pico que en octubre lo bautizamos como el "Tozal de Fernando Morata" . El motivo lo explico en la entrada de la fecha. 
Mas allá de la Hoya, del Valle, del Moncayo...está Soria.
Al oeste, abajo, el serpentear del Guatizalema nos recuerda la travesía que ya he nombrado más arriba y que así, a vista de pájaro, resulta impresionante.
Piedad se aparta del grupo y echa su mirada hacia el sur, intentando ver la tierra que la vio nacer, la tierra que cantó Machado, la tierra que en próximas fecha intentaremos disfrutar...¡Tierra de Soria!.
Nos conformamos con observar la Hoya de Huesca, pintada de verde como toca en estas fechas de explosión agrícola. El color azul del embalse de la Sotonera se confunde, en el horizonte, con el del cielo.
Tozal de Guara desde el Fragineto.
Por la Cresta de la Ronera
Ayudados del mini-trípode nos auto-retratamos en la cima y, una vez recuperados, abandonamos este espectacular mirador.
No descendemos sobre nuestros pasos, sino que seguimos hacia el norte por la Cresta de la Ronera, en un "paseo con vistas". Volvemos a divisar un Guatizalema mas serpenteante si cabe, andamos con la precaución que exige un camino en el que un paso equivocado te dejaría 800 metros más abajo en pocos segundos. Pero como somos viejos (literal) caminantes, queremos seguir siendo eso:¡viejos!.

Río Guatizalema.
En la Punta del Corcurezo.
Seguimos por la cresta hasta que la senda gira hacia el este, pero no, no lo hacemos, un poco más adelante tenemos otro mirador, concretamente el de Punta  del Corcurezo (1645 m.). Estamos en el punto más septentrional de la jornada, en el que bajo nuestros pies, asoma el valle de Nocito con sus pueblos más característicos: Bentué, Used, el propio Nocito, el santuario de San Úrbez...
Más al norte, apreciamos el monte que hace tan solo subimos: Peña Canciás.
Volvemos sobre nuestros pasos unos metros y retomamos la senda que antes hemos dejado.

Fragineto y Cresta de la Ronera, desde Petreñales.
Aunque ya hace rato que las tripas andan tocando a fajina, decidimos bajar hasta la pradera del puerto o collado de Petreñales (1560 m.), cosa que hacemos a través de un agradable bosque.
Bocatas, tomates cherrys, quesos, vino de Longares y ¿que se yo?, salen de las mochilas como si fueran chisteras de magos. ¡Solo faltaba que apareciera un conejo vivo!.
Comemos con tranquilidad e incluso aún hay quien en posición horizontal, entona cánticos al cielo en clave de sol. ¡Que facilidad para desconectar del mundo  tienen algunos!

Descendiendo.
A toque de pito, despierta el susodicho personaje (no es cosa de dejarlo allí) y retomamos el descenso, ahora en dirección sur, por el fondo del Barranco de los Valles. El sol esta en lo más alto y aunque en un principio andamos entre pinos y carrascas, el astro deja caer sobre nuestras testas todo su peso. Por un momento vamos en silencio (cosa rara) y el sonido de las aguas, se mezcla con el cántico de algún pájaro que a nuestro paso entona una melodía bastante más agradable que la del pajarraco del collado de Petreñales.


Como nos baja el Chaval.
Poco a poco, el bosque se va haciendo más espeso, estamos descendiendo fuertemente por una senda muy cómoda que nos deja en el punto por el que en la mañana nos hemos desviado hacia el Fragineto. Hemos cerrado el círculo y ahora volvemos a retomar las aguas del barranco de Calcón y vadear una y otra vez el cauce, cosa que hacemos con prudencia ya que en descenso, el resbalón es más posible.
Algo cansados, pero alegres, volvemos a La Tejería para, una vez acicalados, acercarnos al camping de Panzano a dar rienda suelta de nuestras ansias hidratantes (¡cagüen, algunos conducimos!).
Por fin, hemos conseguido subir al Pico Fragineto, que aún siendo el hermano menor del Tozal, no desmerece mucho de este y bien merece celebrar el haberlo ascendido y descendido, sin incidencia alguna, con un brindis. ¡Salud! y hasta pronto.

Las fotos están aquí si haces click.
Track del recorrido, aquí.
Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:   Distancia,  17 Km. Desnivel acumulado de ascenso,  1065 m. De descenso, los mismos.

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