lunes, 4 de abril de 2016

EL HUMO DE MURO- MURO DE RODA- RÍO DE LA NATA

Día 2 de Abril de 2016
        Parte el ejército sureño, sí, sureño porque tiene su sede en el sur de la inmortal Salduie, digo que parte este ejército de cuarenta y ocho soldados (¿y soldadas?) rumbo a tierras del Sobrarbe a conquistar alguna fortificación que se precie de inexpugnable y desconozca la capacidad combativa de las mozas y mozos de Stadium Casablanca.
La Fueva.
        Parada corta, pero suficiente, en El Grado para desayunar, desalojar materia sobrante y saludarnos quienes no hemos tenido la ocasión de hacerlo en el viaje.
       Camino del norte, el embalse del Grado nos enseña la edificación que a mí, lo confieso, más me recuerda a la imagen que tengo de "Alcatraz" que a un monumento religioso propio de órdenes "muy ordenadas".
       En Mesón de Ligüerre, el carro que nos transporta, gira en dirección a tierras de La Fueva, hemos de comenzar el ataque en El Humo de Muro.

Peña Montañesa.
       Parece ser que Fueva viene del latín "fovêa" (depresión, cubeta...) y viendo esta tierra desde lo alto, no me sorprende tal denominación. Rodeada de varias montañas prepirenaicas mantiene la frescura propia de las hoyas altoaragonesas. La rodean el macizo de Peña Montañesa y Sierra Ferrera y otras menores como las de Campanuel, Formigales, Trillo y Calmosa. La Fueva, vierte sus lágrimas hacia el río La Nata, lugar en el que aterrizaremos hoy tras descubrir los secretos de esta tierra que lucha entre las comarcas del Sobrarbe y la Ribagorza.
   Pero no hay aterrizaje sin despegue y, como decía, lo hacemos en El Humo de Muro.
El Humo de Muro.
      Recientemente observamos esta pequeña aldea desde lo alto de la GR-1 en su paso por la margen izquierda del barranco de La Usía y, efectivamente, en Humo, más que su historia, destaca alguna casa como la de Clavería, edificación fortificada del siglo XVI que alberga hoy un restaurante.
     Esta es una ruta que para algunos nos sirve de recordatorio, cinco años atrás tuvimos el placer de recorrerla con los amigos de Esbarre en una, también, estupenda, mañana de Marzo.

 
La Fueva y El Turbón.
  Comenzamos a caminar, tomando la senda que parte de la entrada a la aldea, en dirección norte.    
       Tenemos una buena mañana en esta primavera inviernal precedida del invierno primaveral.       Los combatientes avanzamos con buen humor, vamos ganando, poco a poco, altura y se nos van abriendo las lentes oculares. Bajo nuestros pies observamos la fértil tierra de La Fueva, que la mies tiñe de verde. Al fondo, al este, nos contempla, majestuoso, empequeñeciendo todo lo que lo rodea, la impresionante mole del Turbón, ese sí, ese muestra la blancura propia de la nieve que ha pintado sus faldas.
Con Lola & Luis en Fumanal.
         El calor se va apropiando de la mañana, hay que ponerse frescos y frescas (casi todos) y lo hacemos en Fumanal, encantador núcleo compuesto de dos viviendas de gran interés, sobre todo la de Casa Don Cosme, casona de origen infanzón por lo que gozaba de muchos privilegios desde la Edad Media hasta principios del siglo XIX que llegó la abolición de la infanzonía. Perteneciente a la familia Fumanal, ha conseguido mantener vivo el apellido hasta nuestros días. Casa Cosculluela la otra vivienda, pese a no tener el mismo realengo era también una casa importante.


¿Quién mueve el molino?
    No conocieron nunca la luz eléctrica en las casas pero si el agua corriente que canalizaron de una fuente que había por encima de las casas, aunque solo Casa Don Cosme gozó de ese bienestar pues en la otra casa, presintiendo su cercana marcha, no quisieron meterse en obras.
      Quedan, también, los restos del molino de aceite, adonde acudían de todas las aldeas de Muro y de La Fueva, de la que alguien del grupo intenta mover su muela...¡no lo consiguen!.
      En el año 1965 se cerró Casa Cosculluela marchándose sus propietarios a Monzón, y tres años más tarde en el año 1968, echaron la llave a la puerta de la otra casa, Ángel Fumanal y su mujer Elisa (originaria de la poderosa Casa Mur de Luján). Como bien relata Ángel Fumanal:
Escudo de Casa Fumanal.
"A pesar de haber incorporado maquinaria agrícola para las labores del campo, la vida se hacía muy dura en Fumanal, los de Cosculluela ya se habían marchado y solo quedábamos nosotros. Yo veía que mis hermanos se habían marchado años atrás a Zaragoza e iban prosperando y yo con tener todas las propiedades de la casa me tocaba trabajar muy duro para salir adelante, mi mujer estaba más remisa a marchar pero yo ya no lo pensé más y nos fuimos a Zaragoza donde trabajé un taxi hasta la jubilación".
      Un rústico cercado recoge algunos ejemplares de ganado cabrío, de cuyos ejemplares, tras fotografiarlos, nos despedimos, queda camino por recorrer y no es caso de entablar nuevas relaciones.
Ermita de San Bartolomé.
          La senda, se convierte en pista que gira serpenteando bruscamente hacia el oeste y hacia el cielo. Son doscientos metros de desnivel que, unidos al calor, hacen sudar a estas aguerridas (y aguerridos, faltaría más) gentes del sur.
       Ante de atacar el objetivo clave de hoy, algunos nos acercamps a visitar la ermita de San Bartolomé (otros lo harán posteriormente).
          La ermita de San Bartolomé, primero fue una iglesia románica, levantada a mediados del siglo XI y reformada en numerosas ocasiones en los siglos posteriores. Esta ermita es una de las más antiguas de toda la comarca y aquí celebraban los antiguos vecinos de todo el antiguo municipio de Muro de Roda la fiesta mayor, el 24 de agosto, día de San Bartolomé. Adosados a la ermita encontramos un claustro del siglo XVI y un edificio que fue sede del ayuntamiento, escuela y casa del maestro.
Nave de San Bartolomé.
Allí asoma Muro de Roda.
       Ya solo quedan doscientos metros de distancia para la hazaña del día: "la conquista de Muro de Roda por parte de las tropas sureñas". No hay resistencia, la puerta principal se encuentra abierta de par en par, por la que entramos, ya que se encuentra totalmente carente de defensa.
        Estamos a poco más de mil metros de altura, en la sierra de Gerbe, entre el valle del Cinca y La Fueva, cuando entramos en este conjunto religioso-militar fortificado, que destaca entre los despoblados aragoneses por su situación y su historia; un punto de especial interés cultural y paisajístico de los muchos que nos regala la comarca de Sobrarbe.
Exterior del recinto.
       Al tratarse de un punto estratégico en la defensa de sus territorios y en sus campañas de conquista de Sobrarbe y Ribagorza, Sancho III el Mayor estableció una fortaleza hacia 1017.
       Conocido en sus inicios como Muro Mayor debido a esa importancia, en el siglo XII dejó de ser una posesión real y fue cedido al obispado de Roda de Isábena, por lo que el topónimo que ha llegado hasta nuestros días es el de Muro de Roda. El lugar permite la comunicación visual con otros castillos de la zona como Aínsa, Samitier, Morillo de Moclús o Troncedo.


Iglesia de Sta. Mª de la Asunción.
           Al traspasar su puerta nos da la sensación de sumergirnos en otra época. El lugar estuvo habitado hasta mediados del siglo XX. Este acceso se sitúa bajo un arco de medio punto y está protegido por la elevada torre almenada que se levanta sobre el ábside sur de la iglesia de Santa María de la Asunción, en el extremo norte de la fortificación. Los propios límites del templo se continúan con el lienzo exterior del muro, donde destacan los tres ábsides y las criptas. El altar está característicamente elevado, y se sube a él con seis escalones que también sirven como acceso a dos ábsides laterales.
Interior de la Iglesia.
         El campanario, completado en el siglo XVIII, tenía funciones religiosas y defensivas. De la primitiva torre románica solo queda el arranque conservado por delante de los ábsides central y meridional. Las reformas posteriores hicieron desaparecer los vestigios de las naves originales, siendo sustituida en el XVI por la amplia “nave-salón” más acorde con los gustos renacentistas, con coro alto a los pies y decorada con pinturas de un peculiar estilo entre ingenuo y multicolor como los que se encuentran en muchos templos del Sobrarbe.


La humilde Sta. Bárbara.
        Antes de abandonar el recinto, algunos nos acercamos al extremo sur, en él, cerrando el recinto, encontramos la ermita de Santa Bárbara, que sufrió una importante reconstrucción en la reciente restauración porque se encontraba casi en ruina. Se trata de una construcción en mampostería, planta rectangular de una sola nave con doble cabecera recta orientada al SE, crucero y puerta a los pies en arco de medio punto. Por su situación, supuso un bastión importante en la defensa del conjunto.
      Me asomo al muro sur, a echar un último vistazo a La Fueva.

Con Maite, tras la conquista.
       Ha sido, la de Muro de Roda, un gran conquista pues no solo hemos descubierto este impresionante conjunto, no solo hemos repuesto fuerzas, sino que también, desde su reconstruida muralla hemos contemplado cómo el embalse de Mediano se encuentra en su mejor forma; cómo, a lo lejos, el Tozal de Guara mantiene su cara blanca; cómo el Turbón muestra su fuerte carácter en tierras del Sobrarbe; cómo, al norte, Las Tres Marías asoman bajo las nubes que esconden a sus hermanas mayores Las Tres Sorores.
Al fondo, el Tozal de Guara.
Frente a la Peña Montañesa, que la tenemos casi al alcance de la mano, Castillo Mayor (2014 m.) nos muestra toda su alta cuenca. Vamos, que abandonamos el lugar como si esta imaginaria gesta se hubiera producido en realidad. Además, en una Hispania sin gobierno soñar no cuesta nada.
          Durante un par de kilómetros volvemos sobre nuestros pasos para retomar la pista que habíamos dejado y seguir caminando por ella un rato hasta que nos desviamos por uno de los múltiples ramales de la GR-1.



Todos pasamos.
       En fila de a uno, pasamos junto al pequeño y abandonado núcleo de La Corona (nada que ver con las dos que sustentan nuestra "admirada monarquía"). Los que repetimos, recordamos que fue este, el lugar elegido por Esbarre para comer, pero con los de Casablanca "tenemos reservas para rato en nuestro buche".
      Tan solo un paso en un cortado en el que la senda se encuentra algo descarnada, pone alguna dificultad en este cómodo trayecto.
    El calor, los kilómetros recorridos y alguna "cuestecica" van haciendo mella en algunas caras, no así en la hija del "mudo de Calamocha" que, junto con la madre,  se estrena en estas lides y que lleva todo el camino de heredar las actitudes parlantes de su padre.
Barrio Alto de Griébal.
         Tras curva y contracurva, por la ladera de la sierra de Gerbe se adivinan las primeras casas del Barrio Alto que dejamos a la izquierda para detenernos, por un momento, en el pueblo de Griébal, otro de los pueblos deshabitados situados dentro de los límites de Sobrarbe. Está situado en una terraza de la ladera suroeste de la sierra de Gerbe, sobre el río de La Nata.
        Fue un pueblo muy importante en la Edad Media, los primeros documentos en donde aparece citado corresponden al siglo X.
        Hay gente que cree que en Griébal pudo estar escondido el Santo Grial, si a Griébal le quitas las dos letras centrales EB, se queda en Grial. - ¡Lo que da de sí esta copa! -.
Griébal.
           A pesar de que lleva muchas décadas sin gente viviendo de manera fija, actualmente Griébal es utilizado como campamento juvenil por grupos de jóvenes scout, los cuales lo han recuperado estos últimos años casi en su totalidad. En el 2011, la Confederación Hidrográfica del Ebro los desalojó tras un incendio, ¿motivo?. ¡quien sabe!.
           Fue un lugar de seis casas, que estaban divididas, como he dicho, en dos pequeños barrios. De entre las viviendas destaca casa Custodio. Es una gran casona de tres plantas con un hermoso porche que recorre toda la fachada principal.
Al fondo, el torreón.
          Otro edificio de interés es la iglesia parroquial de San Vicente, del siglo XVIII, situada en el centro del núcleo. Es un edificio de una nave cubierta por bóveda de lunetos con cabecera recta orientada al este y dos capillas a cada lado. A día de hoy, cerrando los ojos ante el material de construcción que la rodea, tras su restauración presenta un aspecto magnífico.
         También merecen ser citados un torreón de planta circular con cinco aspilleras en su parte superior que encontramos cerca de la iglesia, y también el crucero, situado a la entrada del núcleo.
¡No comment!
        A partir de este momento, el camino continúa por un fuerte descenso en el que un par de motos de cross que transitan por esta estrecha senda, deben detenerse para que pasemos los de "a pie". Dejando al margen de si es o no legal que estas máquinas recorran estas sierras en las que, no solo recorremos y tratamos de respetar los senderistas, sino que también albergan una fauna y flora no muy receptiva al ruido y humos que provocan estas máquinas, debería ser el sentido común quien enseñara otros caminos a estos individuos. Creo que estos dos pájaros, tienen mucho sentido, a ver si, un día de estos, lo usan.
Vadeando el río La Nata.
      Con las tabas más doloridas que las espaldas de los costaleros procesionales y los pies más calientes que los traseros de los moteros, vadeamos el río de La Nata, cada cual como puede: algunos lo hacemos con las botas puestas, otros descalzos, los más disciplinados han traído el calzado recomendado por "la jefa"; hay quien corre tras una chancla que el agua arrastra consigo. ¡Vamos!, todo un espectáculo que me encargo de inmortalizar para la posteridad.
         En la otra margen, el autobús, con gran puntualidad, espera que lo abordemos para trasladarnos, de nuevo, a El Grado y, esta vez sí, recuperar fuerzas e hidratar nuestros cuerpos con esa maravilla de caldo de cebada que, hace muchos siglos, algún iluminado del antiguo Egipto tuvo la grandeza de descubrir.
           Con las torres del Pilar al fondo, "la jefa" Caco, toma el micrófono para agradecer a todas (y todos, ¡leches!) que nos hayamos portado bien, que somos buenos chicos (y chicas, ¡leches!) y que las próximas salidas están en el aire, lo tardío de las nevadas dificultan el cumplimiento estricto del calendario programado.
           Pero no importa, cualquier senda, cualquier barranco, cualquier cima..., con gente como esta...
...hasta pronto.


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DATOS TÉCNICOS:
Recorrido.

Perfil:
Distancia, 16,1 Km.
Desnivel acumulado de ascenso, 619 m.
Desnivel acumulado de descenso, 681 m.

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