viernes, 16 de diciembre de 2016

ERMITA DE ORDÁS

Día 10 de Diciembre de 2016.
Niebla en la Hoya de Huesca
        Última salida del año con los zagales de Esbarre. Cerca de casa pero lejos de la boira que lleva muchos días abrazada al Ebro, así como para esconderlo y que nadie lo encuentre.
     No será hasta más allá de Huesca que veamos el cielo, la tardanza de asomar Lorenzo (sol) y la niebla nos lo han impedido hasta ahora.
       Con un autobús con tres cuartas partes de su aforo completas, nos detenemos a los pies del Puerto de Monrepós. Unos tomamos café, otros parece que no han comido en un año, pues sacan el primero de los bocadillos. En el mostrador, toda su superficie nos muestra "las Tomasinas", unas magdalenas tan cargadas de energía que serían capaces de acabar con un ejército. Vamos, todo un museo dedicado a "la lorza de cintura". Además tienen historia:
Tomasinas
   "A comienzos del siglo pasado, la familia Lacal, que vivía bajo las faldas moncaínas en su vertiente soriana, ofrecía a los viajeros sus alimentos.
           El bajo control de natalidad de la época, les premió con gran descendencia y cuentan, también, que el cierzo arrastró a estas tierras a Alicia.
        Los comienzos en estas nobles tierras aragonesas no fueron fáciles, aunque los ingredientes que formaban la pasta ya estaban mezclados, tan solo quedaba esperar; La mezcla era de calidad: Austeridad, trabajo incansable y tradición familiar soriana. Nobleza, testarudez y materia prima de calidad aragonesas. Todo esto reposado y horneado se ha convertido en la maravillosa gama de repostería artesana".
Iglesia de S. Mamés.
      A lo nuestro: Con las tareas matinales cumplidas, nos dirigimos hacia Santalorieta (Santa Eulalia de la Peña) por una serpenteante carretera que atraviesa Sabayés y que el conductor la acomete con gran destreza y el mejor de los humores.
         Una vez en Santalorieta, que se encuentra en la ladera sur del Monte Tiacuto (o Piacuto), nos disfrazamos de montañeros a los pies de la Iglesia dedicada a San Mamés, del siglo XVIII construida en sillería y de una sola nave que se cubre con bóveda de lunetos. 
       Partimos por una senda que sale desde el mismo templo en dirección Norte, frente a nosotros observamos una pared rocosa que alberga algunas buitreras. A estas horas los bichos andan recogidos, hace frío.
Gratal.
         Pronto desembocamos en una pista que, conforme va ganando altura, nos deja disfrutar del paisaje que se nos abre hacia el Sur, un mar de nubes del que, a lo lejos, asoma el Moncayo con su testa teñida de blanco.
        En un cruce ubicado en la Colladeta de Piacuto, bajo la atenta mirada del Gratal, giramos hacia el Oeste, pues vamos a rodear el Piacuto, en el sentido de las agujas del reloj.
       Dejamos la pista para caminar por una agradable senda en la que la vegetación predominante se compone de pequeños pinos, sabinas, enebros, carrasca, tomillo y el invasor erizón.
Ante la cabaña de piedra seca.
       Las "huestes esbarrianas", con paso firme, vamos tragando millas.       Pronto llegamos a la ermita de Ordás, pero ahora no toca quedarse, seguimos por un sendero que nos lleva hasta una cabaña abovedada construida de piedra seca. Aprovechando que la excursión de hoy es "pa chicos", nos quedamos un rato admirando la maestría conque, piedra tras piedra, iban cerrando esta joya constructiva tradicional.
          Regresamos por nuestros pasos hasta la ermita pero, de nuevo, no nos quedamos, seguimos por un sendero que "al Richi", pese a haberlo reconocido días antes, no le es familiar; pero el ojeador no se equivoca...nos lleva por el buen camino que nos acerca hasta el Castillo de Ordás.
Castillo de Ordás
          Esta fortaleza se encuentra situada en un impresionante y estratégico enclave, cerca de Huesca y controlando la entrada al puerto de Monrepós. Era un recinto de planta triangular con el vértice dando al río y dos de sus lados protegidos por las peñas, que formaban murallas naturales. El único lado accesible está protegido por un muro de mampostería. En la mitad del muro se encuentra la puerta de acceso, adintelada y protegida por tres saeteras. 
       Por esta puerta, uno a uno, vamos accediendo a este trozo de historia. Quienes no padecemos de vértigo, nos asomamos a la pared norte y, efectivamente, el castillo es infranqueable. Abajo, junto al castigado río Isuela, una procesión de modernos carros de hierro transitan por la autopista Mudéjar camino de las pistas de esquí.
Las mozas y mozos de Esbarre.
Ermita Virgen de Ordás
        Por fin volvemos a la ermita de la Virgen de Ordás, adosada a otras dependencias complementarias. 
         En el exterior observamos su construcción de sillares, de una nave en cuatro tramos y capilla mayor, cubiertos aquéllos con bóveda de cañón apuntada sobre arcos fajones.
    Afortunadamente, cosa de agradecer, se encuentra abierta y tenemos la suerte de contemplar su bóveda de cañón de medio punto que cubre las capillas que hacen de brazos del crucero y la capilla mayor. Esta, de cabecera plana, tiene la bóveda ornamentada con trabajos de yesería a base de figuras geométricas en las que hay unas salientes pirámides.
Detalle del techo de la capilla mayor.
        Algunos subimos al coro desde el que se divisa toda la nave. Bajo él se conserva la pila bautismal de piedra toscamente labrada. 
        En el exterior, aprovechando este espléndido día, nos tomamos un descanso y algunas "chuches" y, poco a poco, vamos dejando estas edificaciones que no están ubicadas aquí por casualidad, pues son la huella de lo que fue la población de Ordás, ya citada en el siglo XII, y es posible que su castillo estuviera en funcionamiento por aquellas fechas. La extinción de Ordás como pueblo, dada su complicada situación a mucha altitud, parece ser del siglo XII o XIII, fecha última en la que se documenta su templo como perteneciente a la prepositura oscense. 
Pinos.
          Volvemos por el sendero de ida hasta un cruce de caminos para tomar el que se dirige hacia el NO.           Sobre nosotros asoma el Pico del Águila, cada vez más poblado de antenas. Es el precio que tenemos que pagar para poder comunicarnos a través de las modernas tecnologías.
     Tras ascender por una agradecida senda salpicada de grandes ejemplares de pinos, alcanzamos un pequeño collado, punto en el que giramos fuertemente hacia el Sur.
       A esta parte del camino la llamaría "el largo mirador". Y es que su recorrido nos va mostrando lugares y grandes montañas. Hacia el Norte, como siempre que se mira desde esta Sierra de Guara, asoman los picos más admirados del Pirineo. 
Panorámica de los Pirineos.
Tozal de Guara.
        Bajo nosotros adivinamos el curso de las aguas del río Flumen que en su larga vida ha labrado un impresionante cañón en el que destacan las paredes de Cienfuens.        Al otro lado del profundo valle, tras el Matapaños asoma, como con vergüenza, el Tozal de Guara con su pared Norte nevada.
       Más adelante, se adivina el profundo corte del Salto del Roldán, emblemático lugar de Huesca que cuenta con su leyenda.
       "China chana", alcanzamos un cruce que ya hemos transitado a primera hora. Ahora nos dirigimos a visitar uno de esos pozos de hielo que se conservan en esta sierra. Se encuentra ubicado en un "paco" que como he dicho en otras ocasiones, se trata de uno de esos lugares umbríos en los que nunca penetra el sol.
Pozo Paco Lapinosa.
       El corto sendero que nos acerca hasta el pozo, se encuentra con el entorno más congelado que mi pensión y la temperatura es totalmente opuesta a la disfrutada hasta ahora,
    Se trata de Pozo Paco Lapinosa donde antiguamente se almacenaba la nieve invernal para transformarla en hielo. Desde el siglo XVI, el comercio del hielo fue de gran actividad, se usaba en tratamientos terapéuticos, como conservante de alimentos y para la producción de helados y bebidas. Llegó a ser uno de los arriendos más beneficiosos para los ayuntamientos.


Puesta de la Mantis Religiosa.
        Tenemos la suerte de contar con la compañía de Pedro Rovira, amante de bichos y plantas (y gentes). Nos enseña una puesta de Mantis Religiosa, cosa que no había visto en mi larga vida. Este insecto, cuyas hembras, en algunas ocasiones, se comen al macho, en otoño pone sus huevos en montoncitos espumosos. La espuma se endurece pronto y protege los huevos hasta que se abren. Cada saco puede albergar entre 200 y 300 huevos, pero sólo unos pocos sobreviven ya que entre ellos impera el canibalismo juvenil, perecen los que tardan en escapar de sus hermanos, disminuyendo la tasa de supervivencia.
Pintura rupestre.
          Abandonamos este frío lugar para acercarnos al Covacho de la Raja, abrigo que alberga algunas pinturas rupestres de origen levantino. La más reconocible es la figura de un bóvido que mira hacia la izquierda.
       Ya solo queda volver a Santalorieta, cosa que hacemos descendiendo por un sendero poco frecuentado, pues la vegetación lo hace muy estrecho e incluso algunas zarzas dejan huella en más de un lindo brazo.
         El Salto del Roldán, con sus gigantes peñas de S. Miguel y Amán testifican la habilidad del conductor en el descenso hasta el mismo establecimiento de la mañana. "Las Tomasinas" no tienen la exclusividad del exceso de lorzas del personal son, también, las variadas viandas que cada cual ha traído. "Tocan las trompetas los ángeles anunciadores de los excesos de las próximas fechas".
            Camino de Zaragoza, con "boira pachanguera", damos por terminado el calendario de Esbarre al que deseamos un próximo año cargado de buen rollo montañero y salud para todos sus socios y amigos.
        Los mismos deseos los hago extensivos a los que seguís los pasos de esta "Viejamochila". ¡Y una petición!:
        Entre comida y comida, brindis y brindis, cotillones, reuniones familiares, etc. no olvidemos que hay gentes, como las de Alepo, que no van a tener más celebraciones que las de poder escapar de la masacre de que están siendo víctimas. ¡Alguien tendrá que responder por esto!.
Para ellos...¿es Navidad?


Nos vemos en 2017
El ratón de Viejamochila.










Datos técnicos
Recorrido
Perfil.
Distancia: 11,2 Km.
Desnivel acumulado +: 652 m.
Desnivel acumulado -: 652 m.

lunes, 12 de diciembre de 2016

BARRANCO DE VALDORIA, RINCÓN DEL GORGO Y CUEVAS (Huerto y Negra)

Día 8 de Diciembre de 2016
"Una brigada de plata 
forma en el anochecer: 
silenciosos sus olivos, 
y los tambores también. 
En cuanto rompan la hora,
¡ a galopar!....¡y a Teruel!...
La niebla de mi valle.
       Emulemos al pie de la letra esta estrofa de la Ronda de Boltaña. Es de "noche" todavía, la "boira" sigue cubriendo el Valle de mi río, en Belchite "el olivo" ya ha sido vareado y en Lécera, pueblo que en sus calles vio corretear a la niña Maite, hoy más crecidita, que junto con Piedad, Toño y un servidor paramos a tomar un café en un bar abarrotado de cazadores. Nos vamos a "galopar" por barrancos, cuevas, paredes y senderos del norte turolense.
Circunvalamos Albalate del Arzobispo, capital cultural del Bajo Martín.
Cogemos la carretera que va camino de Andorra durante cinco kilómetros y entramos en una pista muy bien señalizada que indica "Barranco de Valdoría y Cueva Negra".
Primeros pasos.
Toño sortea con gran habilidad algún que otro bache hasta que llegamos al final del camino y, aparcado su bólido, nos colocamos las botas para comenzar a caminar por uno de esos insólitos lugares que esta provincia nos suele sorprender
El sendero es cómodo, transita entre una espesa vegetación poblada de pinos, sabinas, cornicabras, aladiernos, lentiscos, regaliz, espantalobos, cucharilla de pastor, enebros, poleo, higueras, pinos, encinas y una especie forastera; se trata del Ciprés de Arizona originario del sur de Estados Unidos y norte de Méjico. Se caracteriza por sus hojas azuladas y piñas muy juntas.
Rincón del Gorgo.
Seguimos la senda hasta un desvío que indica dirección "Rincón del Gorgo", lugar al  que accedemos por un sendero que cambia por completo, ahora sube y nos facilita alcanzar un lugar espectacular. Las paredes de conglomerado han ido cayendo formando formas caprichosas. Nos da la sensación de que por los alrededores debe haber un gigante que mueve estas masa rocosas. -¡Qué pequeños somos! cuando atravesamos las cavidades que dejan estas moles, apoyadas unas contra otras. 
Descendemos por un pinar que nos devuelve, metros más arriba, a la senda del fondo del barranco que habíamos tomado al principio.
¡Somos pequeños!
Sujetando las paredes.
Hacia los depósitos.
Enseguida comenzamos a observar algunos tubos que nos indican la importancia que este silencioso rincón tuvo para el abastecimiento de agua de Albalate. Pero esto es solo el principio, más arriba accedemos mediante unas grapas a los depósitos de agua de Valdoria. El agua se almacenaba en los dos aljibes del abrigo que todavía permanecen, y de allí iban a parar a los depósitos del castillo para distribuirla por las dos fuentes del pueblo, el abrevadero y los lavaderos.
Su construcción data de 1913 y su ubicación, entre grandes paredes, sirvió en tiempos de la edad de bronce para cobijo de aquellos pobladores.
El agua mana...
Seguimos subiendo por el barranco y las paredes van cerrando el cañón, unas varillas y alguna otra ayuda, pese a que hay árboles que nos lo obstaculizan, nos facilitan el avance y alcance de un bello y sobrecogedor rincón. El agua mana por las paredes, peina el cabello de la roca, se deja caer en la cueva y, una vez en ella, refleja en su brillante lecho la luz que, tímidamente, penetra en este trozo de paraíso.
Al otro lado, una escalera metálica nos indica que hay que alcanzarla, pero habrá que agachar el lomo, pues el único paso transcurre por un pasaje de techo bajo.

¿El paraíso?
¡Vaya techo más bajo!
Es momento de colocarnos los arneses, no vaya a ser que no encontremos mejor lugar que este para hacerlo. No es una ruta que entrañe ningún riesgo pero más adelante tendremos una ferrata que habrá que salvar y, aunque no ofrece dificultad, no está de más tener precaución.
Pues nada, agacharse toca y certifico que, pese a lo gastadas que están, las bisagras (articulaciones) responden a las expectativas y pronto alcanzamos la mencionada escalera. 
Pero antes de abandonar el lugar echamos un vistazo para que en nuestra memoria quede grabado este lugar.
A por la escalera.
La presa.
La escalera nos deja al pie de una presa  de unos 15 metros de altura que habrá que salvar. Unas grapas nos facilitan la maniobra, unos con más destreza que otros, nos plantamos en su coronación y...¡de nuevo agua!. El agua, verdadera protagonista del recorrido, que mana de la fuente de Valdoria se almacena aquí. De nuevo nos quedamos un rato para disfrutar de este entorno natural embellecido por la mano del hombre. 
"Agua sabia que te crees clara, agua en la que el cielo se mira, agua en la que los sueños se hacen grandes y nosotros empequeñecemos, agua que apaciguas nuestra sed,
¡que poco te cuidamos"

Por la vía ferrata.

Ya queda poco.
Habrá que continuar el recorrido, ¿por donde?. Aquí comenzamos la vía ferrata a la que hacía referencia, no es nada complicada pero tomamos nuestras precauciones, además las suela andan algo mojadas y no es cosa de... Así que asegurando los disipadores en el cable que acompaña las grapas vamos superando la pared y, una vez arriba, nos quitamos los equipos, hacemos un descanso y nos metemos un pequeño tentempié en el cuerpo.
Un cartel nos ofrece dos opciones, a la derecha hacia Cueva Negra y a la izquierda, Cueva del Huerto. Nos acercamos a la última por un sendero que, por primera vez, nos muestra que el sol, como Teruel ¡también existe!. La niebla ha desaparecido y estamos en campo abierto, caminamos por una senda que discurre por encima del barranco, el fondo no se ve, los árboles crecen y captan la luz aquí arriba abunda a raudales.
Cueva del Huerto.
De nuevo, una escalera metálica nos desciende hasta las mismas entrañas del barranco de Valdoria, concretamente a la Cueva del Huerto, una especie de oasis con el suelo alfombrado de hiedra.
Aquí mana el agua de la que hemos disfrutado en el recorrido que nos ha traído hasta este verde rincón. Latoneros e higueras, ambos abrazados por la enredadera, son los ejemplares más característicos.
Bajo la roca se encuentra la surgencia del agua que origino la construcción del embalse y depósitos de aguas abajo.


Surgencia de las aguas de la Val de Oria.

Esta cueva, de la que han fantaseado las gentes del lugar, fue excavada a principios del siglo pasado, dicen que tiene más de dos kilómetros de longitud. Ya el cura de Albalate del Arzobispo, Vicente Bardaviú, contaba en 1941:
“En el Barranco de Val de Oria se encuentra un huerto con árboles muy hermosos, una cueva inmensa, guarida de los ladrones, que tantos crímenes habían cometido impunemente en la Cuesta de la Calzada; un subterráneo labrado a pico, que comunicaba nada menos que con la Cueva Negra, por debajo del corazón de la Sierra de Arcos. Todas estas y otras maravillosas e inverosímiles cosas acumulaba la fantasía popular sobre la cueva misteriosa del Huerto.” 
En el mirador de la Silleta.
Pese al magnetismo que ofrece el lugar, debemos proseguir la ruta, cosa que hacemos desandando lo andado hasta  el cruce del que ya he comentado. No vamos en dirección a la Cueva Negra.
La senda va subiendo hasta alcanzar una pista que nos lleva hasta el mirador de la Silleta desde el que se contempla buena parte del barranco y en la otra margen, el Rincón del Gorgo por el que ya hemos pasado hace un buen rato. A lo lejos, de la niebla emergen dos columnas de vapor de la central de Andorra.
Por fin vemos que no estamos solos, un par de mozas albalatinas y su perra Negra, nos cuentan que han llegado hasta aquí por la otra vertiente de la Sierra de la Silleta, a la que se accede con vehículo por una pista.
¡Explosión!
Hacia la Cueva Negra.
Nos despedimos y continuamos por una larga senda que recorre la ladera de la montaña. En esta parte crecen el pino, enebro, sabina, tomillo, romero....
Un hito de buenas dimensiones nos indica que hemos de tomar la senda de la izquierda, la derecha la tomaremos al regreso.
Poco a poco nos vamos acercando a una inmensa pared de conglomerado. Un "árbol caído" obstaculiza el avance por la senda, todos "menos una" lo salvamos rodeándolo por el lado que sus raíces dejaron libre.
En las entrañas de esta cueva, bajo esta inmensa mole, recordamos lo pequeños que somos. ¿Sentirán lo mismo las hormigas?. Es una sensación, algo así, como de tener el mundo encima de nosotros.
En la Cueva Negra.
¿Quién se esconde...?
Estamos en un impresionante abrigo rocoso cargado de historia y leyenda, ya que sirvió de refugio a nuestros congéneres en las épocas y circunstancias de lo más diversas, desde el remoto Neolítico hasta los casi contemporáneos “maquis".
Desandamos de nuevo el camino para, una vez en el hito, tomar el sendero que, tras dejarnos caer como auténticas cabras por un barranco y recorrer algunas pistas, llegar al punto de inicio. 
Es buena hora para acercarnos a comer a algún garito de Albalate del Arzobispo pero... ¡alguien ha extraviado algo importante en el camino!. Tras un gran trabajo de investigación, estudiando las fotografías de la jornada, concluimos que "el árbol de la Cueva Negra" es el culpable de tal hurto.
Atrás queda...
Tras muchos intentos, conseguimos emular a las albalatinas y nos acercamos con el coche hasta un aparcamiento cercano.
Recuperada la prenda, en un establecimiento del pueblo, nos tomamos cuatro pares de "güenos güevos" con acompañamiento que, hoy sí, hoy nos lo hemos ganado con creces.
Hay que bajar esos huevos, así que damos una vuelta por las calles de Albalate del Arzobispo. Desembocamos en su plaza Mayor de la que emerge la iglesia de la Asunción construida sobre otra anterior de la que se conserva su esbelta torre mudéjar, cuyo eje queda en sesgo respecto al de la nave. Consta de cinco cuerpos y remate, siendo el primero de planta cuadrada y los restantes octogonales, respondiendo a diversas etapas constructivas.
Antes de abandonar la localidad, recomendados por Pili Giner (amiga de Piedad) visitamos una almazara de aceite, del que nos llevamos algunos litros a casa.
De vuelta a casa, entre una densa boira, de esas que se pueden cortar con cuchillo, Lecera nos atrapa con sus desiertas calles en las que emerge la torre de su iglesia e iluminada, la casa en la que habitó Maite y su familia, allá por los años cincuenta.
Y de nuevo nos introducimos en la niebla...


"Amiga, güei tornaba en o tuya casa.
Y a boira, como filorchos de fumo,
chugarriaba por os sembraus umedos,
se desfeba bailando
dimpués por os camins.
Amiga, güei ritorno
a os tuyos güellos y a o tuyo sol,
a o corazón d'o tuyo zielo puro".
Hasta pronto

MIS CLICS










DATOS TÉCNICOS

Recorrido

Perfil.
Distancia: 12,3 Km.
Desnivel positivo: 550 m
Desnivel negativo: 550 m.

martes, 6 de diciembre de 2016

DE TRONCEDO A PANILLO (GR-1)

Día 3 de Diciembre de 2016
¿Llegaremos?
     Con puntualidad y niebla británica, en un renqueante autobús partimos hacia el norte cuarenta (más uno) mozos y mozas con destino a tierras del Sobrarbe y la Ribagorza.
     Por el número de participantes me sería fácil alguna ocurrencia de comparaciones con aquel cuento (Alí Babá y los cuarenta ladrones), pero podría confundirse con ese otro, más actual, relacionado con la cantidad de ladrones que campan por los despachos de las Hispanias.
      Hasta tierras de la Hoya de Huesca, la niebla nos impide ver la luna que, desde su anterior y magnifica aparición, tímidamente comienza a asomar.
        Con termómetro bajo cero, en Graus nos detenemos a desayunar y aliviar penas internas. Lamentablemente no da tiempo de meterle al cuerpo un buen trozo del mejor de sus manjares: "la longaniza".
Troncedo
       De nuevo estamos montados en el bus que se niega a acometer las curvas y cuestas de La Fueva con la misma alegría que las tomaremos nosotros por los senderos.
      Nos disponemos a recorrer parte de la GR.1, una de esas travesías que nos preparan los del Stadium Casablanca en la que las sendas, no solo te llevan por montes y barrancos, sino que además, atravesando pueblos, aldeas, pardinas, corrales, molinos, etc., sientes más de cerca esas gentes que pueblan o poblaron estas tierras altoaragonesas.
        Nos apeamos en Troncedo, el autobús tiene que realizar algunas maniobras en una estrecha carretera para dejarnos en el lugar de partida de hoy. 
            Por su ubicación, sobre lo alto de una roca comunicada visualmente con los recintos fortificados de Muro de Rodas y Samitier, desde Troncedo los ojos se nos van sobre una de esas vistas que se repetirán a lo largo de la jornada con la estampa más hermosa del Pirineo.
Ni el fotógrafo es Alí Babá ni estos son los cuarenta ladrones.
Torre del Castillo de Troncedo.
          Tiene, Troncedo, un castillo del que solo queda la torre mayor de forma pentagonal y el inicio de un torreón rectangular. La torre tiene ventanas semicirculares en cada cara de la planta superior y es     obra de sillarejo, es posible que del siglo XI.
          La carretera divide el pueblo en dos sectores, un poco más alejada se encuentra la barriada de Santo Ángel, donde se encuentra una iglesia románica del siglo XI.
        Aquí, la iglesia románica del siglo XII, está dedicada a San Esteban. Tiene nave rectangular y ábside semicircular. Son posteriores las capillas en los laterales. A los pies encontramos la puerta, adovelada y con bisel, con su atrio. La torre tiene tres cuerpos, más el remate, y aspilleras. Parece ser una construcción del siglo XVI.
     Arrancamos, bien abrigados,  por una calle hormigonada y helada que, en descenso, tomamos con precaución para no resbalar.
         Poco a poco vamos dejando las calles de Troncedo para seguir bajando por una senda que discurre entre carrascas. Abajo ya se ve el siguiente de los pueblos que vamos a atravesar, pero aún tenemos que salir a una estrecha y solitaria carretera que nos va acercando hacia Salinas de Trillo, pequeño pueblo que se encuentra bajo las faldas del monte San Marcos coronado por la ermita del mismo nombre.
Iglesia de la Asunción.
Con Maite. Al fondo Casa Palacio.
      ¿De donde le viene la toponimia de Salinas?. Bajo sus casas se abisma un profundo barranco con manantiales salinos, que permitieron la explotación de sal en el pasado, éstas suministrarían sal a todo el valle de La Fueva y otros lugares.
      La iglesia parroquial está dedicada a la Asunción, de estilo románico del siglo XII. Consta de una nave cubierta de bóveda de medio cañón y ábside semicircular. Tiene capillas laterales gemelas. Entre la arquitectura civil destaca "Casa Palacio" mansión fortificada construida sobre pedestral calizo, en el siglo XVI.
-¿Ande van esoooos?
      Tras un breve descanso en los alrededores de la iglesia, reemprendemos el camino.                    Seguimos unos metros por la carretera, a nuestra derecha, encaramado sobre una roca, un buitre observa con atención el paso de los amigos de Alí Babá. El bicho, abrigado con bufanda de pelo natural, parece algo tímido pues gira el cuello y nos mira de reojo, no sé si por vergüenza o por provocación. Y de nuevo, mi cálida mente me sugiere recordar a esos otros buitres de guante blanco, carroñeros donde los haya, y amigos de lo prójimo.
   Pero, a lo que vamos. Ochocientos metros por la carretera y la abandonamos por un sendero que sale a nuestra izquierda en dirección a Trillo. El camino va salvando fajas aterrazadas del terreno y, de una a la otra, los ribazos ponen a prueba la destreza de los menos habituados a estos menesteres.
Trillo.
      El núcleo de Trillo, encaramado sobre una peña, lo dejamos a nuestra derecha. Destaca su iglesia dedicada a S. Andrés y las ruinas, cubiertas por hiedra, de lo que fue su abadía.
           El sendero presenta una traza reciente pues vemos que el primitivo, según me aclara Félix, tras atravesar la población en ruinas, descendía por un barranco, ahora cubierto por la vegetación.
          Seguimos descendiendo hasta cruzar el barranco de Trillo en el que la niebla asoma con aspecto de fumarola. Pese a que el "boss Armando" intenta colocar unas piedras para vadear las aguas, hay quien pone a prueba la impermeabilidad de las botas.
               A partir de aquí vamos de "subidón" por un bosque en el que encinas y pinos libran una dura batalla por hacerse con el poder de este sorprendente rincón de la geografía.
Estupa de Caneto.
         Arribamos a las afueras de Caneto, pueblo que, como otros, la Confederación Hidrográfica del Ebro se encargó de expropiar y, posteriormente, devolver a La Fueva. Algunos nos introducimos en su interior y observamos como en la actualidad, gracias a gentes que han llegado de las ciudades, se están rehabilitando casas del siglo XVII y XVIII y una ermita posiblemente del siglo XVI dedicada a Santo Domingo. También destaca por su exotismo una Estupa Budista construida por algunos de sus habitantes en los años 90.
       De nuevo, ya reagrupados, seguimos la marcha sin dejar el sendero GR.1. La senda es de un cómodo trazado que desciende suavemente hasta cruzar el Barranco Clamosa. El entorno está salpicado de robles, encinas, carrasca y alguna sabina.
Barranco de Pano.
       En el cielo observamos el vuelo de un buitre y aquí abajo, un carbonero entona esa repetitiva melodía que lo caracteriza. Por otro lado, el batallón del Stadium se va comiendo millas sin parar pues ya llevamos una docena de kilómetros y...hablando de comer, el vacío que siento en mi interior, tan solo es comparable con el cerebro de nuestros administradores.
     Pero -"paciencia amigo" que para la comida aún queda ¡ganársela!.
     Cierto, vamos a comer en Pano y ¡leches, vaya cuesta!. Cruzamos su barranco pintado de escarcha que vierte bravamente sus aguas y "p´arriba".
           No sé si será por el hambre o porque están fuertes, pero los que me preceden, Maite y Luis, se plantan en un santiamén en las calles de Pano.
        Al igual que Caneto, Pano fue víctima de los caprichos embalsistas de la época más oscura de nuestra reciente historia, pues quedó abandonado en los años 60 a consecuencia de la construcción del embalse del El Grado y de la despreocupación de las administraciones por dotar de infraestructuras adecuadas a determinadas zonas del medio rural.
Pero no sé si es porque este pueblo, a camino entre Torreciudad y el complejo budista de Dag Shang Kagyu, o por alguna otra razón, y a sabiendas  de que un servidor no es de milagros, os aseguro que aquí se produjo uno: 
Pano.
     "Una tarde de verano de 1988, un suizo llamado Kurt Fridez alcanzó en bici el alto de La Collada. Desde ese balcón divisó, sobre un risco, el pueblo deshabitado de Pano. La luz lánguida del atardecer coloreaba de mostaza los muros de las casas confundiéndolos con las paredes verticales de la peña. Este es mi lugar, pensó Kurt.
       El amigo, que tonto no es, hizo fortuna con los negocios de la familia. Le apeteció dar la vuelta al mundo... y la dio; le apeteció darse unos baños por las playas de Tahití... y se bañó...
       Pero claro, semejante vidorra le aburría y un día, sentado en un tren de regreso a Basilea, recapacitó y dijo ¡tengo que cambiar de vida!.
    Y ya está, respaldado económicamente por una fábrica que tiene en Suiza, se pasó por el Ayuntamiento de Graus, ya que Pano es una aldea que pertenece a este municipio, para preguntar por los propietarios de las ruinas. Le remitieron al Catastro de Huesca, donde le atendió un funcionario estirado de bigote fino. -Un burócrata franquista- aseguró Kurt. Les dijo que no disponían de esos datos, pero no era cierto. Tras días de intentos, consiguieron que el funcionario atendiera la petición y que les enseñara un plano. 
      Posteriormente volvió para reunirse con los doce propietarios que la gestoría había localizado y como estos no eran tontos, duplicaron el precio. Olieron el dinero. No consiguió alcanzar un acuerdo general, de hecho todavía hoy existen casas que no le pertenecen.
          Sin embargo en la actualidad está en proceso de recuperación gracias a la labor de la Fundación Pano y de Kurt Fridez, su fundador, que lleva desarrollando desde el año 2002 un proyecto de reconstrucción que pretende devolver la vida a Pano manteniendo su estructura original y respetando el medio ambiente". 


Improvisado comedor.
    Me he extendido en esto, puede que demasiado, pero... ¡para una vez que me creo un milagro...!
    No obstante, la información la he sacado de una web en la que "sus mujeres" cuentan esto y más (Está aquí). 
          El resultado es que Pano ya tiene Albergue, se están reconstruyendo varias de sus casas, se trabaja en alguna vía ferrata; las grúas, andamios, cuerdas, sacos de cemento, etc., delatan el resurgir de este "milagro".
         A la salida de Pano, bajo la atenta mirada del "suizo", por fin conseguimos acallar esa especie de "grupo heavy" que rasca con fuerza las cuerdas de la guitarra estomacal.
Antigua construcción
       Y para hacer la digestión, nada como una subidita a una ermita, así que, mochilas en la espalda, recorremos un tramo de la pista asfaltada que llega hasta aquí y tomamos una senda que sale a la izquierda y con un desnivel suficiente para que el bocata ingerido se baje a los pies.
         La cuesta nos lleva a la ermita de San Antón, precedida por varias edificaciones de mampostería, todas ellas en estado de ruina, que debieron se corrales.
Esta ermita, construida con piedra de arenisca, alternando la mampostería y el sillarejo fue, en el siglo XI, la iglesia del monasterio de San Juan bautista.
Ábsides de la ermita.
      Aunque rodeada de bastante vegetación, desde el exterior de aprecia la existencia de tres naves, de las que la central es ligeramente más elevada, y triple cabecera semicircular alineada irregularmente. Los ábsides se cubren con bóveda de cuarto de esfera y las naves con medios cañones sobre arcos fajones, que dividen el espacio en cuatro tramos en la nave central y en tres en los laterales. 
        Existen tres puertas en el edificio, dos de ellas cegadas (en los muros oeste y sur). La puerta original se abre en el muro sur, en arco de medio punto doblado, rematado por una estrecha losa horizontal.  En cada uno de los ábsides hay una ventana en arco de medio punto de doble derrame. 
Puerta principal.
        En los ábsides se conserva una decoración que imita los esquemas lombardos, como la disposición de una banda de arquillos sobre ménsulas, coronados por un friso de dientes de sierra que queda parcialmente oculto por el tejaroz de losas.
      En el interior, observamos la impresión de rusticidad que ofrece, tanto por los desviaciones en el ensamblado de arcos y soportes como en el trazado de bóvedas, así como la falta de cuidado general y la torpeza con que se ha ejecutado la decoración de los ábsides parecen indicar que se trata de una obra de imitación, en planes y decoración, de la tradición lombarda interpretada por canteros autóctonas con resultados de escasa calidad. 
Un par de "santos" en el interior.
            Un sendero que parece poco frecuentado, nos lleva de nuevo a la carretera desde la que sale un camino que sube a la "santa encina", un ejemplar que corona el Monte de la Encina. Se trata de un gran ejemplar rodeado por banderas de oración tibetanas, así como varios hitos de piedra. Alguien comenta que subiendo allí, quedas purificado (¿?).
El Monte de la Encina.
       Aunque "fuera de programa", algunos tiramos "p´arriba", con la esperanza de que nuestros pecados, nuestros defectos, la mala leche, peor café y la acumulación de años, desaparezcan "in perpetuum".
        Llegados al "arbolico", algunos lo abrazamos, le mostramos nuestros respetos, pero el resultado es desesperanzador: los años siguen ahí, el café y la leche ya los hemos tomado por la mañana en Graus, los defectos se pueden comprobar en este servidor y los pecados...¡yo ya subía sin ellos!.
         ¡Ah!, pero lo que sí nos transmite este paraje es la sensación de encontrarnos en el centro de un gran espectáculo, rodeados del mejor de los decorados que uno pueda imaginarse. Son 360º de Pirineo, Prepirineo, Guara... Desde Collarada hasta los Malditos, con la pirámide de Cotiella ante nosotros y el Turbón llamándonos (habrá que ir). Los embalse de Mediano y El Grado, La Fueva y, bajo nosotros, ese mundo, mitad espectáculo mitad recogimiento, que es el centro budista Dag Shang Kagyu al que, tras descender del monte, nos dirigimos.
Cotiella.
Turbón

         Tomamos una senda que baja hacia el fondo del valle, alguien dice que lo debemos hacer en silencio y así procedemos. ¡Ya quisiera la fauna de los montes que recorremos, gozar de tal silencio!. Pero, como en todo, ya se sabe: ¡caña al mono que es de goma!.
Monasterio.
         Este centro de culto budista es un sorprendente multicolor refugio espiritual, presidido por la Estupa, característica arquitectura budista, en la que se han pintado las 35 imágenes de Buda; separado está el templo. El colorido y los remates de aleros y linterna, previenen de su contraste interior: alfombras, lámparas, muros y representaciones, donde el color gana en fuerza a la materia. El monasterio se encuentra separado, lo hemos visto en la bajada.
       A quienes estuvimos por tierras de Nepal, nos invade el recuerdo, eso sí, guardando las distancias pues en poco o nada, por mucho que lo intentan, se parecen los monasterios tibetanos a este curioso lugar. Y no me refiero tan solo a la construcción, ni al "mercedes" aparcado frente al monasterio, ni a las "Nike" que se quitan para entrar al interior; es el ambiente, el lugar, las reglas y advertencias... Bueno, no es más que mi impresión, no se me tenga en cuenta pues soy persona algo difícil.
Estupa.
     Los monjes de Panillo, muy esotéricos y misteriosos, llamados Karmapa o bonetes amarillos, proceden del Monasterio de Sonada en la India. El entorno quiere imitar al Tibet (¿?): mástiles con banderas y gallardetes escritos con oraciones que el viento mueve y se convierten en oración permanente. Campanitas entre los pinos, que al sonar dan gloria a los de arriba y alegría a los de abajo. Vida austera, sencilla, muy radical, siempre tras la perfección mental y la espiritualidad.
   Recorremos el Monasterio, la estupa principal (tiene 107 más), los molinillos de oración, el parking y... allí está el autobús esperándonos para sacarnos de este "santo lugar", eso sí, lo hace igual que en la ida. ¡renqueando!.
     Y nada, hemos desentumecido las tabas que, tras dos semanas a dique seco, ya pedían guerra y había que sacarlas a pasear y, ¿qué mejor que hacerlo en compañía de estas mozas y estos mozos del Stadium Casablanca?.
          Entrando en London, perdón en Zaragoza, echamos en falta las palabras que nos suele ofrecer Caco y que bajo esta espesa niebla, quedarían grabadas en el halo de la "Inmortal Caesaraugusta". Pero la moza se encuentra con cuerpo caribeño y mojito en mano.
     Hasta pronto.

MI RATÓN









DATOS TÉCNICOS

Recorrido

Perfil.
Distancia: 17 Km.
Desnivel acumulado +: 765 m.
Desnivel acumulado -: 912 m.