viernes, 2 de marzo de 2018

CONGOSTO DE OBARRA (Camino de la Croqueta)

Día 24 de Enero de 2018
Río Isábena.
        Los mozos del Stadium Casablanca nos han preparado una de esas salidas que combinan una marcha eminentemente senderista con una buena dosis de cultura e historia de esta tierra de Aragón.
         El autobús presenta una buena entrada, superamos los cuarenta participantes con una buena presencia de gente joven. El resto, simplemente, cargamos con una buena dosis de juventud acumulada.
          Como siempre que nos dirigimos camino de tierras ribagorzanas, nos detenemos en la "muy antigua y muy noble villa de Graus" para, en el garito de costumbre, unos y otras cargar las calorías "gastadas" en el "dulce velar" del trayecto. Algunos pedimos café con leche, nos sirven "cuenco de leche" con una miaja de tinte tropical.
Buena cuadrilla.
Paseando por "la fresca".
            Pero no importa, de nuevo en el autobús tiramos por la ribera del río Isábena hasta cerca del cruce de la carretera que sube hasta Espés. En la sombra la temperatura es fría, pero las primeras cuestas calientan al personal.
      Comenzamos caminando por la mencionada carretera, es estrecha y el bus no puede alcanzar el punto en el que se inicia el sendero llamado "Camino de la Croqueta". ¿Que por qué croqueta?, parece ser que nada tiene que ver con tan exquisito manjar que tan bien prepara el cantinero de mi barrio. Cuentan que, aprovechando un estrecho del camino, por el que luego pasaremos, los pastores de los rebaños contaban las cabezas – que no se habían despeñado – del ganado, y cada equis  unidades realizaban una muesca, llamada "croca" (muesca en la vieja Ribagorza),  en un palo y, dicen, que por eso le llaman el camino de la Croqueta.
El sol ciega tus...
       –A lo que vamos– La nieve, dura por el frío, cubre algunos tramos del sendero (GR 18.1) que tomamos con precaución. En un principio desciende hacia el Isábena, aunque nunca nos acercaremos a su orilla.
          Salvo en algún momento, la senda discurre con total amabilidad; tan solo alguna precaución pues, a nuestra izquierda, el congosto que ha esculpido la fuerza del agua en la roca nos abre un buen precipicio, cada vez más profundo, que conviene no medir. Son paredes casi verticales de algunos centenares de metros y que parecen cortadas a cuchillo, las cuales llegan a conformar una estrecha garganta por donde discurren las aguas bravas del río Isábena. 
"Palmojito"
         Caminamos entre quejigos, pinos, arbustos de boj, etc. En algunos rincones cuelgan algunos carámbanos – chupones les llamamos por aquí – que me recuerdan el hielo de los mojitos que nos tomamos en Santiago de Cuba hace pocos días. El bullicio de algunas chovas nos hacen echar la vista arriba y vemos el fastuoso vuelo de los buitres.
            Pronto llegamos a un desvío que indica "La Font dels Fustes", algunos nos acercamos hasta ella pero está más agotada que el cráneo del Trump.
          Seguimos por el camino, tras  una subida zigzagueante alcanzamos el Paso de la Croqueta, aquel del ganado por el que las ovejas pasaban una a una.
–Pastor marca una croca.
          No somos ganado ovino pero sí disciplinado: enfilados y sin pastor vamos pasando por tan curioso y bello lugar desde el que se divisa, blanca ella, la sierra de Sis y a nuestras espaldas las altas cumbres de los Pirineos.
             Seguro que este camino tuvo en otras épocas tremenda importancia, atraviesa zonas muy escarpadas que supondrían bastante peligro para los animales de carga y que, en alguna ocasión, se habrán producido  alguna caída al vacío de machos o burros con su apreciada carga. Si este camino pudiese hablar a buen seguro nos podría contar historias y vicisitudes de todo tipo que hayan podido acaecer durante su tránsito.
Conjunto del Monasterio de Obarra.
          Ya queda poco, comenzamos una pronunciada bajada hasta el pueblo de Ballabriga y nos deleitamos con una nueva visión del valle del Isábena y la mencionada sierra de Sis cercándolo por su margen izquierda.
         El último tramo lo descendemos por la carretera, seguido de un camino que atraviesa el río Isábena que salvamos cruzando un puente medieval (sustituye al que, unos metros más arriba, se llevó una riada en 1964) hasta alcanzar el Monasterio de Santa María de Obarra, un conjunto compuesto por la Iglesia de Santa María, la ermita de San  Pablo, las ruinas del palacio abacial y el citado puente.
Aquí dejo los datos del "Camino de la Croqueta" 
(El track se puede descargar haciendo clic sobre la palabra wikiloc de la derecha)



               Nos espera mosén Laureano, que nos cuenta la historia de tan insigne lugar para, posteriormente, introducirnos en  la iglesia y mostrarnos una de las joyas del románico lombardo.
Iglesia.
         Llama la atención la fachada sur. En ella vemos dos puertas, la de la derecha en doble arco de medio punto, el cual se apoya en dos capiteles con decoración vegetal y geométrica, son uno de los escasos restos de la primitiva construcción visigótica. 
          La puerta de la izquierda del siglo XVI, es de medio punto dovelada, y en la clave central se encuentra el escudo de los Mur. En la misma fachada se encuentra la base cuadrangular de una torre que se comenzó pero no llegaría a terminarse nunca. 
         Curiosa resulta la cubierta compuesta de tres tejados independientes; más alto el central cubierto a dos aguas; mientras las naves laterales sólo lo hacen en una. 
Detalle del muro de la fachada sur. Vanos de derrame interior, separados por lesenas; sobre los cuales encontramos la decoración de arquillos ciegos; y sobre ellos un friso de esquinillas.

La cabecera dividida en tres ábsides, el central mayor. Los tres, asimismo, con decoración lombarda. Los muros de los ábsides, divididos por cuatro lesenas que los segmentan en tres paños cada uno. Están decorados en su parte superior con friso de arcos ciegos y esquinillas (los laterales).
Ábside principal.
           El interior presenta un templo basilical de tres naves. La nave de la epístola está totalmente cubierta por bóvedas de arista. En la central, sólo los tres primeros tramos tienen bóvedas de arista, mientras que los restantes son de medio cañón. En la del lado del evangelio hay cuatro tramos con bóveda de arista, siendo de cañón los tres más próximos a los pies. 
        La cabecera del ábside principal, está cubierta con bóveda de cuarto de esfera. En este ábside vemos la imagen de la Virgen de Obarra, escultura en piedra del siglo XIV (sustituye a la primitiva románica desaparecida).

Escultura de la Virgen de Obarra.
Ruinas del palacio prioral.
       A los pies de la iglesia se encuentra el palacio prioral, construido por el prior Pedro de Mur durante su mandato entre 1550 y 1580. En él, aún se puede ver algún muro con almenas, restos de ventanales, alguna estancia abovedada que pudiera corresponder a las bodegas, y una portada muy deteriorada, en arco apuntado.
        La ermita de San Pablo de Obarra está situada al lado de la iglesia de Santa María de Obarra. Es el edificio más antiguo del conjunto, pudiéndolo fechar en el siglo XI.

Ermita de San pablo.
Arco de Santa Ana.
         Interesante visita pero aquí no acaba la cosa, montados en el autobús nos trasladamos hasta Roda de Isábena, conjunto urbano, sumamente interesante por su pintoresquismo y especial distribución de las calles sobre la cima de la colina, a cuyos pies discurre el río Isábena.
         Subimos por una calle, pasamos bajo el arco de Santa Ana, desde el que se divisa el lomo nevado de la sierra de Sis. Más arriba nos encontramos un par de lugares muy interesantes. El primero es un bar al que dejamos con el barril de cerveza más seco que la "Font dels Fustes".
         El segundo es la joya de la corona: la catedral de San Vicente, sede de un obispado que fue centro religioso del condado de Ribagorza. 
           Con total puntualidad estamos en las puertas de la catedral y previo pago de la entrada, la guía del lugar nos enseña el interior que, tan solo verlo, nos deja con la boca abierta. 
Catedral de San Vicente.
Cabecera.
       Las naves se encuentran divididas en tres tramos mediante pilastras cruciformes que soportan las bóvedas de arista de las colaterales, y de cañón apuntado de la central. Debajo de las cabeceras hay tres criptas situadas a niveles diferentes. La más amplia es la central, construida en 1125 por San Ramón, a la que se accede por una triple arquería de medio punto. Las bóvedas, todas de arista, descansan sobre ocho columnas exentas y doce adosadas a los muros. En el centro del ábside se encuentra el sarcófago de San Ramón, una de las escasas piezas de escultura funeraria románica que ha llegado hasta nuestros días en Aragón; tras él, preservadas por sendas rejas, dos urnas con los restos del propio San Ramón y de San Valero, "el rosconero" patrón de Zaragoza.
Cripta
Sarcófago de San ramón
Sala del Tesoro.
        Pasamos a la cripta septentrional, conocida como Archivo y Sala del Tesoro, aquí el amigo Luis Lasala le arrebata a la guía el protagonismo y en una magistral explicación nos cuenta con todo detalle el conjunto de esta cripta que presenta una decoración en sus muros ejecutadas al temple. Bajo el Pantocrátor y los símbolos del Tetramorfos, doce figuras de campesinos simbolizan los meses del año y algunos signos del Zodiaco.
        Algo anteriores –datadas entre finales del siglo XI y principios del XII– son las pinturas existentes en la capilla de san Agustín.
Detalle del Pantocrátor.
Coro y órgano.
       Con la lección aprendida retornamos a la nave central en la que se encuentra el coro catedralicio, cuya pieza fundamental es su órgano, una pieza del año 1653 que se conserva tal y como fue construido originalmente. 
       Junto al coro se exponen algunas piezas como algunos fragmentos de la silla de San Ramón construida en madera de boj de Toulouse.
        Finalizamos la visita en el claustro románico del siglo XII que fue construido por Gaufrido, gracias a las limosnas de su predecesor, Ramiro II el Monje Rey de Aragón. En su interior se encuentran 191 epígrafes lapidarios repartidos en sus muros y en los arcos componiendo el conjunto de inscripciones lapidarias más rico de los que se conservan en Huesca.
Claustro.
              Completan el conjunto monumental de Roda de Isábena algunos restos de sus murallas desde las que vemos otra joya, pero esta no es obispo ni rey es un auténtico monumento de la naturaleza: el Turbón se yergue vestido de blanco para la ocasión.
El Turbón.
                  En fin, una jornada completa difícil de olvidar pues volvemos a casa habiendo caminado la Croqueta, visitado el monasterio de Obarra, deslumbrados por la catedral de San Vicente e hidratados por aquel barril de...
Hasta pronto.


1 comentario:

  1. Hola José Luis.

    Una jornada intensa y muy bien aprovechada, con el recorrido de la Croqueta, que solo he realizado el tramo final, que se utiliza para el descenso de la vía ferrata de la Croqueta, la visita al monasterio, para terminar en Roda de Isabena, que a nosotros nos encanto.

    Sin duda esta es una zona preciosa, y no tan masificada como otras zonas cercanas, sin duda tengo que volver a la zona, y que mejor que hacerlo recorriendo este sendero ancestral, que si no me equivoco, a la vuelta se puede hacer por la otra margen del río.

    Un saludo

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