viernes, 21 de junio de 2019

PUNTA DE BURRAMBALO (por las Tierras del Sobremonte)

Día 15 de junio de 2019
Mirando al Burrambalo.
           La primavera, arrullada por el tiempo, va cerrando los ojos, se duerme; nos acercamos al solsticio de verano. Hay que aprovechar los últimos frescores y disfrutar del bello rostro que este año lucen las montañas.
            Nos vamos a las Tierras del Sobremonte, tierras de extensos prados y bosques de pinos, tierras que albergan tres núcleos urbanos enmarcados en un paisaje pintoresco, aislado entre montañas, las unas de consumado poderío y las otras, algo más humildes como esta de Burrambalo en plena Sierra de Limes, ofreciéndose a esta veintena de mozos y mozas de Esbarre para ser encumbrada con el más grande de los ánimos.
Iglesia de Betés.
             Tras la consabida parada en el garito de Senegüé, con el santo fin de echarle combustible al cuerpo, un animado autobús encara la serpenteante carretera del Sobremonte, abriéndose paso entre la espesura del bosque. Abajo va quedando la Val de Biescas surcada por el río Gállego, río amado por unos y violado por otros, río que recoge las aguas del barranco de Aso, aquel que un día dijo: "mi camino es este".
           El vehículo nos descarga en Betés (1280 m.), pequeña aldea con algunas casas que conservan los tejados de losa de piedra; sobre ellas destaca la iglesia parroquial de Santa Bárbara. En origen fue un templo románico, del cual tan solo se conserva el ábside. Junto a este se eleva la pequeña torre del campanario, donde todavía podemos observar las aspilleras defensivas.
Primeros pasos entre la niebla.
            El cielo está nublado, lo que propicia que la temperatura sea ideal para encarar la subida que tenemos por delante.
          Desde el primer metro, el camino tira "p´arriba" cruelmente; una fuente, la del Oso, nos ve dejar las afueras de Betés y perdernos entre niebla, pinos y abetos. Perder, lo que se dice perder, no nos perdemos aunque un pequeño despiste nos lleva a retomar la "buena senda".
             Alcanzamos la Mallata de Betés (1820 m.) que, carente de ganado, nos acoge para el primer descanso. Aunque en alguna otra ocasión lo he explicado, aclaro que en aragonés mallata es un lugar en mitad del campo o de la montaña que sirve como refugio al ganado y los pastores en las noches que se dedican al pastoreo o la trashumancia, en zonas al aire libre (la traducción aproximada de mallata es “majada”). 
Mallata de Betés.

Entre flores.
Entre nubes.
             Echamos una mirada atrás. Con permiso de las nubes adivinamos la sierra de Icún; bajo nuestros pies, el camino recorrido hasta aquí se dibuja entre la verde vegetación.
             Pero toca mirar hacia arriba y abandonar los restos de la mallata, dejar esas piedras que nos podrían contar mil historias de los pastores que aquí se refugiaron, y seguir nuestro camino.
             La senda se esconde entre otras varias dibujadas por los rebaños, el desnivel que nos separa hasta alcanzar la Punta Facera (2036 m.), lo realizamos al más depurado estilo "sarrio". Un amplio cordal con valla eléctrica incorporada, nos sube (más todavía) a la cumbre de la jornada: la Punta Burrambalo (2146 m.). 
¡P´arriba!
Cordal hacia Punta Burrambalo.
           Aupados aquí arriba, toca respirar aire puro, echar al cuerpo algo sólido, apretar el cuero de alguna de las varias botas de vino y ¡abrir los ojos!. Las nubes van y vienen, tras ellas se esconde, como avergonzada, Peña Telera; pero el resto de la sierra de La Partacua nos muestra picos y hermosas paredes que emergen sobre barranco del Puerto. Como jugando a la "gallinita ciega", "ahora veo, ahora no veo, ahora...": Peña Oroel, Tozal de Guara, Oturia, Canciás, Tendeñera, Erata, Pelupín, Leta, Bacún, Punta Espata...

Sierra de La Partacua.
Peña Oroel.
A lo lejos, Guara.
En la cima del Burrambalo.
Descendiendo.
             Descendemos del atracón por el cordal que recorre las Peñas de Aso hasta las proximidades de  la Collada de Foyas Llacunas, ahora toca el "regalo del día"; es algo así como consumir esos puntos que te dan en tu tienda favorita para premiar tu fidelidad: como auténticas cabras perdemos altura por un prado cuya inclinación pone a prueba las tabas del personal "esbarrecabrío", el agarre del dibujo de las suelas de las botas y la resistencia de los bastones.
            Alcanzado el nacimiento del barranco de Aso, antesala del bosque de Sobradillo, la cosa se pone algo más amable al confluir en la GR.15.
Hacia el barranco de Aso.
         Finalmente el cielo se ha despejado, el sol comienza a calentar pero, afortunadamente, van apareciendo pinos que nos protegen de los rayos de nuestra amada estrella. 
        Algunas construcciones, muros y fajas agrícolas nos advierten de que ya estamos alcanzando nuestro punto final en el tranquilo pueblo de Aso que, junto con Betés y Yosa componen los tres núcleos del Sobremonte.
            Aunque Aso de Sobremonte ha crecido gracias a una urbanización, el pueblo posee  encanto. En el conjunto destaca la iglesia de San Juan Bautista edificada durante el siglo XVII construida de una sola nave sobre la que se eleva la torre del campanario, de tres cuerpos, rematada con un tejadillo a cuatro aguas.
Aso de Sobremonte.
              Pero, amigos, Aso tiene un Ayuntamiento que en una de sus estancias alberga un modesto bar cuyo regente posee la cantidad de treinta quintos de cervezas frías, a dividir entre una veintena de almas sedientas, lo que toca a...
      ––Todos al autobús, que arrancamos.
       El viaje de regreso al la Caesaraugusta es de lo más variopinto: diecinueve par de ojos mirando hacia los adentros de sus dueños y, hacia afuera, oídos amables atentos a la, siempre amena, conversación del más grande de los grandes.
        Hasta pronto


Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
11,5 Km.
Desnivel de ascenso, 930 m.
Desnivel de descenso, 936 m.

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