Día 14 de julio de 2018
|
Cascada del río La Larri. |
Hay algunas montañas que, careciendo de gran altitud, nos muestran formas caprichosas como agujas, oquedades o castillos como el de Acher o este "Castillo Mayor" que pretendemos ascender.
Pero, por aquello de no madrugar para desplazarnos hasta el castillete, Maite y yo nos hemos ido un día antes para pernoctar en la zona y dar una vuelta por el Valle de Pineta. Valle cargado de recuerdos, recuerdos que el tiempo intenta borrar, recuerdos que el río quiso llevar, pero el tiempo y el río se abrazan, como nos abrazamos los dos a esos recuerdos. Los Llanos de La Larri lucen como nunca, debían saber de nuestra visita, pues luce de un color que jamás habíamos visto en este imaginario paraíso: miles de lirios nos muestran el camino a seguir hacia aquellos recuerdos.
|
Ese río... |
|
...esas flores... |
|
...ese camino. |
|
San Vicente de Labuerda. |
Por la tarde nos acercamos a San Vicente de Labuerda a visitar su iglesia de estilo románico (S XII), que aunque cerrada podemos contemplar exterior que presenta planta rectangular terminada en ábside semicircular, cubierto con bóveda de cuarto de esfera. La torre campanario es de base cuadrada y de paredes lisas rematada por una cúpula octogonal muy similar a las de Aínsa. Consta de tres pisos y tiene una sola campana que fue colocada recientemente.
Finalizamos la jornada por las calles de Ainsa, villa que aunque mil veces la veas, mil veces te encantará.
Día 15 de julio de 2019
|
Atras, Peña Montañesa. |
El Castillo Mayor tenía una deuda con nosotros y hoy le toca pagarla; es decir, dejarse querer por este par de entusiastas "jóvenes".
A esta montaña la eclipsan otras cercanas como por ejemplo las Sorores, La Munia, etc; sus 2014 metros de altura distan mucho de aquellas. Pero su esbelta figura, su soledad y sus verticales paredes nos invitan a ascenderla en un día de benigna climatología, eso sí, lo haremos por su cara más amable.
Pasada la localidad de Puértolas, aparcamos el coche en una loma desde donde contemplamos la belleza de esta montaña que mira, desvergonzadamente, a la Peña Montañesa, vigía de este pequeño reino.
|
Castillo Mayor. |
|
Primeras cuestas. |
Afortunados los que podemos subir a la montaña en lunes, no se ve ni se verá un alma, ¡el Castillo es nuestro!. Pero aún no hemos llegado.
Pronto estamos subiendo por una agradable senda que, entre algún pino y abundante boj, nos introduce en el primer zigzagueo. Pronto comenzamos a ver algunas cimas como los Sestrales.
Conforme ganamos altura, la vegetación se va tornando en prado y, entre rocas de caliza, cientos de flores hacen las delicias de esta sudorosa pareja.
Sí, sudamos porque, tras una zona más o menos llana, de nuevo un zigzag nos hace ganar bastantes metros y ya no queda árbol que cubra nuestras azoteas.
Nos sobrevuelan los buitres que anidan en las abruptas paredes de la cima.
|
Sstrales desde el Llano del Castillo Mayor. |
|
Hacia la antecima. |
Tras la parte más fuerte de ascenso (de momento) accedemos al enorme "Llano del Castillo Mayor". En el imaginario patio de armas realizamos un descanso, ¡ya toca!. En el silencio del lugar, tan solo se escuchan los graznidos de las bulliciosas chovas pitigualdas.
Aún queda tajo que cortar, como en otras montañas, para alcanzar la cumbre que desde aquí se adivina por su vértice geodésico. Hay varios itinerarios: podemos subir recto, por la izquierda o hacia la derecha, que parece el camino más suave y, lógicamente, es el que tomamos por ser el más adecuado para nuestra condición.
|
La vista se pierde al más allá. |
China chana, abriéndonos camino entre lirios, vamos acercándonos a la antecima sobre la vertical de su pared norte que cae sin misericordia sobre el valle labrado por el río Yaga. La visión desde aquí es privilegiada. Entre otros ya se avistan la Punta Suelza y el gigante Posets.
Hasta aquí el ascenso ha sido más o menos llevadero, ahora toca sufrir "una miaja" por un terreno kárstico plagado de enormes y profundos huecos que nos exigen avanzar con lentitud y mucha prudencia. No son cuerpos, los nuestros, para dar grandes saltos de roca en roca. Además cuando parece que hemos alcanzado la cima aparece una depresión y vemos que le vértice geodésico está más adelante. Así que toca bajar un poco y volver a subir. Eso sí, las vistas siempre inmejorables.
|
Maite pisando duro. |
|
El vacío, la Sorores y las Marías. |
|
Cima del castillo Mayor. |
Finalmente alcanzamos la cima del Castillo Mayor (2014 m.). Un buen lugar para sacar la fiambrera, aunque echo de menos la bota de vino de Toño. Pero esta improvisada cantina cimera nos compensa con unas vistas inmejorables hacia Sestrales, cañones de Ordesa y de Añisclo, Sorores con sus tres gigantes entorno al macizo de Monte Perdido... Y más destacable aún los verticales desplomes de la inexpugnable cara Norte del Castillo Mayor.
Mientras disfrutamos un rato de la soberbia panorámica, una de las mejores del Pirineo, bajo nuestros pies se escuchan los graznidos de los buitres.
|
Allá, el macizo del Monte Perdido, acá la esforzada Maite. |
|
En el vértice geodésico de la cima. |
|
El viaje del Cinca. |
|
Descendiendo hacia el Llano. |
Repuesta una buena dosis de energía y el orgullo a reventar emprendemos el descenso. Ahora optamos por bajar directo al llano, que aunque hay mayor inclinación nos hace bajar sin pisar tanto karst y de manera más directa.
De nuevo en el llano solo resta deshacer el camino recorrido, ahora con más calor pero refrescados por el orgullo de haber conseguido alcanzar una cima más, una cima de esas que siempre están en la agenda de los deseos montañeros.
Un par de días en los que las emociones se han cruzado con el esfuerzo, la plácida soledad, el graznido de sus habitantes, le belleza de las flores, los ruidos del silencio y, como no, el recuerdo de aquel valle, aquel río...
Hasta pronto
Datos técnicos
|
Recorrido |
|
Perfil: Distancia, 10 Km. Desnivel positivo, 932 m. Desnivel negativo, 932 m. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario