jueves, 6 de febrero de 2020

MORRÓN DE TOLOCHA

Día 2 de febrero de 2019
Cerro de Tolocha
                Hoy nos vamos con las gentes de Montañeros de Aragón, ¿adónde?. La programación decía que debíamos de echar el cuerpo hacia el zaragozano Pico de San Bartolomé, partiendo de la ribera del Huerva, en las cercanías de Cerveruela, pero la reciente crecida del río, no solo ha desecho los senderos, sino que también ha dejado la carretera de acceso intransitable para autobuses. Es el resultado de este loco invierno: unos días, borrasca; otros, calor; otros vendaval; otros... Otra vez será.
             Abortada la ascensión al San Bartolomé, Enrique nos ha preparado un plan "B". Nos vamos al Bajo Aragón turolense, allí hay un pico de curioso nombre, el Morrón, uno de los tres que jalonan el Cerro Tolocha. La ruta, con trazado en forma de ocho, promete ser "espectacular".
Foz Calanda.
              Más de cuarenta almas ocupamos nuestros respectivos asientos del autobús que nos lleva camino de Calanda, aquí hacemos un alto para aliviar estómagos tempraneros y demás menesteres. Al descender del vehículo, a estas horas y en este día de primeros de febrero, me quito las legañas del duermevela viajero y... ¡no!, pese a la alta temperatura, todavía no es primavera.
          Cinco kilómetro más adelante, recalamos en Foz Calanda, pueblo que, a orillas del río Guadalopillo, mira hacia el Cerro Tolocha pues, cuentan, allí se esparcieron las cenizas de Luis Buñuel. Digo cuentan, pues repasando varias fuentes, la cosa no está nada clara; unos dicen que en un parroquia de México, otros que en Estados Unidos, otros... ¡qué sé yo!; lo que sí sé es que están donde Buñuel deseaba que fueran arrojadas: "en cualquier parte".
Ermita de Santa Bárbara.
             Nosotros, los que "aquí hemos venido", vestidos con el look de alta moda montañera, y con guía de lujo, Enrique, comenzamos a caminar recorriendo la calle Eleuterio Blasco Ferrer, escultor nacido en esta villa.
                 Abandonando la población, a nuestra derecha, sobre el monte del Calvario, observamos la ermita de Santa Bárbara. Más adelante, bajo el vuelo de algunos buitres, ya se adivina el cordal sobre el que se asienta nuestro objetivo, el Morrón de Tolocha, del que la tradición dice que era un lugar esotérico en el que en tiempos lejanos de producían encuentros de brujas.
Efectos de la borrasca sobre el olivo.
                 Caminamos por la Val de Foz con buen ritmo, el verdor de las vides alumbra nuestros ojos, el personal vamos charrando de esto y de aquello: que si el Brexit, que si el coronavirus, que ¡vaya día!, que si el s.m.i, que si estuve en Japón, que...
                Nos llama la atención la cantidad de ramas de los olivos que están en el suelo: se trata de los daños que la reciente "borrasca Gloria" causó en esta zona, eminentemente olivarera. Afortunadamente, el olivo es un árbol fuerte y se mantiene firme; como firmes avanzamos por el camino de Tolocha hasta que lo abandonamos para tomar una senda y comenzar a padecer, no aquel de la ermita, sino "otro calvario".
Avanzando por la Val de Foz.
El sendero.
                   El sendero, cuyo trazado, como decía, debería dibujar un ocho, comienza a ascender y zigzaguear hasta que desaparece bajo cientos y cientos de árboles caídos. Y es que, amigos, el pino no es el olivo; la nieve y el fuerte viento de la citada borrasca ha dejado huella en este bosque repoblado de pino carrasco, huella que desde ahora comienza a ponernos las cosas difíciles.
                      Como decía, el sendero se encuentra obstruido por lo que, como buenamente podemos, ascendemos fuertemente unos cien metros "bosque a través" con el fin de alcanzar una senda que discurre más arriba. Lo conseguimos y... ¡está missing! bajo la espesa masa forestal. Pues nada, todos "p´abajo", y ver qué hacemos ahora.
Avanzando como se puede.
Ascendiendo por el cortafuegos.
                 Caminamos entre campos, aliagas y carrascas hasta un cortafuegos dibujado bajo una línea de alta tensión que se extiende hasta la cresta de la sierra. Aquí, al menos, no hay pinos que la "Gloria" haya podido derribar, así que atacamos una fuerte subida, cada uno con las fuerzas que puede, que salva más de 100 metros de desnivel en unos 200 metros de distancia (saquen la cuenta).
           Poco a poco, vamos alcanzando la cresta en la que se abre el paisaje hacia tierras del sur aragonés. Pero aún "queda tajo que cortar", seguimos el sendero que discurre, de oeste a este, por la cresta y dientes calizos que emergen en las paredes del cerro.
¡Uf! qué cuestas.
Ester en la cresta.
Cima del Morrón de Tolocha.
               Unos antes y otros después, vamos alcanzando la cima del Morrón de Tolocha. Estamos sobre el embalse de Calanda que, allá abajo, recoge las aguas del río Guadalope
               Hace un día espléndido, lo que facilita disfrutar del paisaje que dibuja el río Guadalope y muchos pueblos de la comarca como  Foz Calanda, Calanda, Alcañiz y su Estanca, Castelserás, La Codoñera, Torrecilla de Alcañiz, Mas de las Matas y Aguaviva. A lo lejos, recortados en el horizonte, los Puertos de Beceite, el Maestrazgo, Sierra Palomera, Ginebrosa; incluso, al norte, los Pirineos nos ofrecen la vista de su vestido nevado. En el oeste asoman las chimeneas de la central térmica de Andorra echando al cielo sus últimos humos.
Con Maite en la cima. Abajo, la Val de Foz.
Embalse de Calanda.
Río Guadalope.
               El Morrón, es un auténtico balcón engalanado con banderas, belén, espumillón... Es esa costumbre que se ha implantado en las cimas de montes y montañas, costumbre de "decorar" estos bellos y limpios parajes dotándoles de  símbolos de los unos y de los otros, que finalmente terminan de convertirse en restos ajenos a estos limpios entornos.
                 La ruta debe continuar, el descenso lo vamos a realizar siguiendo la dirección hacia el este. Esperamos unos minutos, alguien se ha adelantado a explorar, y comenzamos a bajar.                  Más de lo mismo, la senda desparece bajo la espesa masa vegetal que debemos salvar una y otra vez hasta descender los aproximadamente 300 metros de desnivel que nos dejan en la ermita de las Nieves, construida en 1979 para sustituir a la que quedó sumergida bajo las aguas del pantano.
Ermita de las Nieves.
                   Finalmente, como si de un oasis se tratara, alcanzamos un merendero equipado con mesas y bancos que se encuentra en las orillas del pantano de Calanda.                 Pese a encontrarnos en pleno invierno, buscamos una sombra que nos proteja del sol, ¿para qué?: La tensión acumulada para avanzar por la ¿senda?, y la hora (son las 15 h.), ha producido en el estómago una concierto de sonidos gástricos que urge acallar. Bocadillos, fiambreras, chocolates, frutos secos y la bota de vino del de Jaulín. Para concierto el que nos ofrecen unos "turistas de domingo con altavoces de alta gama", a base de obras del más puro estilo "reguetón" (sin comentarios).
De nuevo se pierde la senda.
Iglesia de Foz Calanda.
                Como es lógico, el regreso lo realizamos por senderos y caminos que discurren fuera del castigado (y castigador) pinar del Cerro de Tolocha, para volver al punto de inicio en Foz Calanda.
            Al acercarnos a la villa vemos como, de entre sus construcciones, sobresale la iglesia parroquial de San Juan Bautista, elegante templo barroco con su torre octogonal.
                   Ya en el pueblo, pasamos junto a un antiguo y recuperado horno alfarero, cuyo origen se relaciona con la producción de grandes piezas de barro  conocidas tradicionalmente como "tipo Calanda" que tuvieron un gran desarrollo en este territorio entre los siglos XVIII y XX. Estuvo en funcionamiento hasta los inicios de la última guerra civil: 1937.
Horno alfarero.
Las calles de Foz.
El Garito.
                Finalizamos la jornada el "El Garito" de Foz, aquí la merecida cerveza  es acompañada por las charradas y su tema principal: ––¡cagüenla, cómo estaba el monte!––
            No cierro esta página sin reconocer el trabajo de quienes se han esforzado en que las cosas salieran bien, me consta que Enrique y José Antonio estuvieron la víspera reconociendo la ruta prevista y, ante la imposibilidad de realizarla, optaron por sustituirla por esta de Tolocha, pero contra las adversidades de la naturaleza no se puede luchar, naturaleza que, por otro lado, cada vez se rebela contra quienes, día a día, la alteran. No sé, no sé, igual estoy equivocado pero me da la sensación de que algo estamos haciendo mal.
                            Hasta pronto



Datos técnicos 
(Lógicamente, en esta ocasión no cuelgo el track en wikiloc)
Recorrido.
Perfil:
Distancia, 13,1 Km.
Desnivel de ascenso, 596 m.
Desnivel de descenso, 596 m.

1 comentario:

  1. Una crónica estupenda, de un buen día que pasamos junto a gente divertida y amiga. ¡Qué fotos! Gracias.

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