sábado, 20 de noviembre de 2021

BARDENAS REALES (Bardena Blanca)

Día 20 de noviembre de 2021 
Camino de la Blanca
        Hace tiempo que queríamos darnos un garbeo por estas tierras, pero por unas razones u otras (entre febrero y septiembre no se puede hacer esta ruta, es época de nidificación de las aves) no nos había sido posible acercarnos a tan real lugar.
        Lo verdaderamente cierto es que cambiar los bosques de las montañas por terrenos como estos, impacta fuertemente; es algo así como alunizar en nuestro satélite que, casualidad, en esta mañana, escondida entre unas pocas nubes, la Luna luce con todo su esplendor.
        
Relieves
        Pues nada, amigos, que nos vamos camino de Las Bardenas, cuya etimología más creíble parece que viene de la voz aragonesa "pardina" (zona de pastos, con corral, en zonas bajas).
        El buga, en el día de hoy, enfila hacia el SE de Navarra; en el camino por tierras de las Cinco Villas pasamos por Tauste y algunos pueblos de colonización como Sancho Abarca, El Sabinar y, antes de dejar Aragón, Valareña; comarca que me traslada a las raíces de mis antepasados.
        Tras unos kilómetros por pistas, comienza a aparecer esa especie de terreno, que si aconteciera leyenda alguna de su creación, narraría que un gigante la estrujó con sus fuertes manos, creando un desierto arrugado; un desierto que, además, es de posesión real.
Tras los cabezos, el polígono de tiro
        Sí, real porque Felipe V concedió, allá por el 1705, a 22 entidades navarras, los congozantes, el derecho de explotación, situación que sigue vigente, ya que este territorio sigue siendo patrimonio de la corona española (¿incluido en las posesiones del emérito?, ¡vaya usted a saber!).
        Con el polígono militar de tiro aéreo a nuestra izquierda, alcanzamos el desaparecido corral de Mendigacha (355 m.); digo desaparecido porque en todos los mapas aparece tal corral, pero nosotros no lo hemos encontrado, ¿estaremos ciegos?.
        La mañana está algo fresca, las nubes no dejan que el sol eleve el grado positivo de temperatura, así que no queda otra que comenzar a caminar bien tapaditos.
Maravilla de la naturaleza
        Iniciando a introducirnos en este mundo de clima estepario, asimilamos el porqué de denominar esta zona de las Bardenas Reales "La Bardena  Blanca": sus suelos se componen de arcillas, yesos y areniscas, que en su descomposición blanquean el terreno.
        Además, la erosión producida por el agua y el viento han esculpido sorprendentes formas; las más llamativas son sus cerros aislados llamados cabezos, mesetas de estructura tabular con múltiples viseras y terrazas, barrancos etc. Un paisaje que se asemeja a la piel curtida de aquellas gentes del campo en cuyos rostros se reflejaba la acción continua del sol, del aire y del frío.
Estructura con visera
Cabezo de Sanchicorrota
        A nuestra izquierda dejamos el cabezo de Sanchicorrota (419 m.), lugar en el que la leyenda cuenta, se escondía, allá en el siglo XV, el afamado delincuente, Sancho de Rota, al que llamaban "Sanchicorrota", el "Robin Hood bardenero", pues cuentan que robaba a los ricos para repartir entre pobres, asaltando a todo el que pasaba por el camino. Además Sanchicorrota, también debía ser un "figura" pues era moneda de dos caras, la otra le pintaba de personaje de aspecto justiciero, pues se cuenta una historia en la que se muestra un carácter frío y despiadado de malhechor. Se menciona que el "Robim Hood" mandó a construir la cueva donde se escondía, a unos vecinos y que, cuando estos concluyeron su trabajo, el amigo Sanchicorrota los asesinó para asegurarse de que nadie sabría  jamás el lugar de su guarida. 
Otro capricho     
        Pero eso es historia, los malhechores de hoy no andan por estos parajes, así que nosotros dos seguimos el sendero que va ascendiendo suavemente. 
        De vez en cuando, nos detenemos a admirar el paisaje, absortos desde los primeros instantes, que nos muestra los impresionantes relieves que la erosión, con la ayuda de la luz, a lo largo de los años, va esculpiendo en este frágil terreno.
    La vegetación que consigue desarrollarse en este terreno, allí donde la humedad lo permite,  está compuesta por ontinares y sisallares, espartales, romerales sobre yesos, algunas de las comunidades que integran los saladares, coscoja, escambrón, etc.
Despierta, estamos en la Tierra
Plana del Rallón
        La senda asciende un poco más vertical, para alcanzar la plana del Rallón (460 m.) que nos ofrece varios e inmejorables balcones. Un hito con forma de seta, delata que estamos en la cima (492 m.). Aquí nos detenemos a castigar las retinas con la vista puesta en el paisaje que tenemos a nuestros pies, esas arrugas en la tierra de tonos blancos y amarillos, coloreados por los rosados de las arcillas y los regueros profundos que ha surcado el agua y pulido el viento, dibujando este espacio único. Más abajo, donde se conservan los cultivos, el cereal comienza a pintar de verde los campos que rodean Las Blancas. Un poco más allá, en el polígono militar, exento de cultivo, la vegetación de monte bajo crece a sus anchas; incluso más lejos, entre nubes, por un momento el Moncayo permite que le rindamos pleitesía deseando que, sin tardar, la nieve cubra su rostro. Incluso llegamos a divisar el embalse de Malvecino que, en tierras de Aragón, alimenta el Canal de las Cinco Villas.
En la cima del Rallón
Barranco pulido por el agua y el viento
Embalse de Malvecino tras el cabezo y plana de La Raya
Por la Cañada Real de los Roncaleses
        Ahora atacamos un fuerte, pero cómodo, descenso hasta la Cañada Real de los Roncaleses (recorre una vieja ruta de transhumancia que descendía del Roncal para llevar los rebaños a orillas del río Ebro) que, dando la espalda al cabezo de la Raya (498 m.), recorremos en dirección a aquel otro cabezo, algo más solitario que los anteriores, pero reconocible por su perfil y por el hongo que le acompaña; me refiero al Pizquerra, o Piskerra, pues con ambos nombres se le conoce.
         Pues nada, Maite, vamos a por él. Dejamos la cañada por un sendero que parte a nuestra izquierda, camino que a uno y otro lado nos enseña rincones que mi cámara no deja de captar, incluido el que luego descenderemos, llamado Paso de los Ciervos en el que el sol, que ya ha salido, se refleja en pequeños cristales de sal, componiendo algo así como esas luces navideñas que para sí quisiera el alcalde de Vigo.
        Poco a poco vamos llegando a los pies del Pizquerra; echamos un vistazo a la senda de subida y ––¡uf!., ¿qué, subimos? ––ya q´estamos, ¡vamos pues!
Pizquerra
¡Hale, que ya queda poco!
        Ascendemos, con prudencia, por un terreno bastante descompuesto en el que hay que usar las manos en algún momento, pero, casi sin darnos cuenta, estamos en la cima del Pizquerra (472 m.). Nos asomamos al vacío, en el que el hongo queda por debajo de nosotros, Maite, como siempre, primera en asomarse ve partir un buitre.
        Ni que decir tiene la sensación que se siente al estar en esta cima, algo así debió de sentir Neil Armstrong, cuando puso pie en la Luna (si es que estuvo allá). Quien sí parece haber estado aquí para controlar el terreno, fue el amigo Sanchicorrota. 
Hay hongos más sabrosos, pero no tan enormes
¿Contrafuertes del Pizquerra?
Un descansillo a media subida
En la cima del Piskerra
Un vistazo al vacío
Adosado con vistas
A por el descenso del Paso de los Ciervos
        El astronauta no sé, pero nosotros aprovechamos para comer un plátano, tomar aire, cargarnos de energía y "p´abajo", asunto que si en la subida hemos sido prudentes, el descenso supera, con creces, el cuidado que merecen nuestros veteranos huesos.
        Volvemos sobre nuestros pasos, a lo lejos vemos a tres de las cinco personas que nos encontraremos durante toda la mañana. Es lo que tiene el introducirte en este mundo lunático.
     Ahora toca enfilar el descenso por el Paso de los Ciervos, una ancha garganta entre lomas que nos deja en el barranco de Cambrones.
Por el Paso de los Ciervos
Barranco de Cambrones
Ventana natural en el barranco de Cambrones
Lo que no se aprecia desde abajo
        Poco le ha costado al agua de las lluvias crear, sobre un frágil terreno, este barranco en el que asoman algunas oquedades y pequeños escarpes que difícilmente se mantienen en pie.
        Recorremos el barranco por su parte alta, la intención era regresar por el fondo, pero visto que hay barro en algunos tramos, decidimos remontarlo hasta su nacimiento y alcanzar la pista que delimita la Bardena Blanca y el polígono militar. Los 2,5 Km que no separan del coche los recorremos por este camino en el que observamos bastante movimiento de vehículos, cuyos pasajeros se acercan a capturar con sus cámaras esta bella estampa. Seguro que realizarán bellas fotografías, pero desde aquí les resultará imposible capturar las sensaciones que, en una solitaria mañana, hemos sentido nosotros dos.
        Hasta pronto

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Datos técnicos (track)
Recorrido
Perfil:
Distancia, 11,8 Km
Desnivel positivo, 345 m.
Desnivel negativo, 345 m.

sábado, 13 de noviembre de 2021

CASTIELLO DE JACA-BERGOSA (semicircular)

 Día 13 de noviembre de 2021
Dispuestos
        Excepto el pasado año, en el que la pandemia de la Covid nos lo impidió, para estas fechas, el calendario de Esbarre nos premia con una suave salida en la que, aunque solo sea en esta ocasión, las distancias y desniveles pasan a un segundo plano. No son las grandes montañas, ni tampoco estrechos cañones; ni son los verdes prados, ni los  nevados caminos, los que protagonizan esta jornada. Celebrar que, a pesar de todo, un año más, sigamos compartiendo, como buenos amigos, estas y otras aventuras, es lo que verdaderamente, hoy pasa a primer plano.
        Pero, amigos, no hay celebración que estas gentes de Esbarre no la sudemos y para eso hemos de ponernos las botas y  darle al calcetín.
¡A recorrer el camino!
        Realmente nos habían preparado una bonita ruta de alta montaña por la frontera hispano-francesa en las cercanías de Candanchú, sin embargo, los "boss", que habían comprobado la existencia de hielo en algún punto complicado, deciden que un resbalón de alguno de los más de cuarenta mozas y mozos que componemos la juerga de hoy, podría dar al traste con celebración alguna. Tal motivo les ha llevado a cambiar la ruta por esta otra que, con menos pretensiones, cumple con las expectativas, al menos las mías, de recorrer algún que otro desconocido rincón de la Jacetania.
Río Aragón
        A lo que vamos: salimos de Zaragoza con la luna a medio camino de enseñarnos toda su faz. Me cuentan (he sobado casi todo el camino) que en Huesca recogemos a lo más ilustre (y cónyuge) de la historia esbarriana.                                 
       Abandonada la capital altoaragonesa, subimos y bajamos el puerto de Monrepós para detenernos en Hostal de Ipiés y proceder al acostumbrado ritual de tomar café y...
        Poco antes de llegar a Castiello de Jaca, se nos une "Lacadena", con lo que la expedición queda al completo.
        Los campos del fondo del Valle del Aragón se encuentran teñidos de blanco por la escarcha que la fría noche ha dejado, lo que, en principio, nos lleva a abrigarnos.
Camino de Santiago
        Comenzamos a caminar cruzando un puente sobre las aguas del río Aragón, para incorporarnos al Camino de Santiago Francés en su recorrido por las tierras que adoptan el nombre de dicho río.
        Pronto cruzamos otro puente, este salva el río Ijuez cuyo curso recorre el Valle de La Garcipollera. A este valle, cuentan, le viene el nombre de la época medieval, Valle de las Cebollas. En los años 50 del pasado siglo, cambiaron las hortalizas por una impresionante reforestación de pinos, con el objetivo de introducir ciervos (hoy son plaga) y crear un Coto Nacional de Caza, para alegría de los señoritos de la fauna hispana de la época.
Primeros pasos
        Durante los primeros 2,5 kilómetros nos guían las marcas como aquellas que en el mes de septiembre vimos a cientos en nuestro "paseico" por el Camino Primitivo: mojones con la concha amarilla sobre fondo azul, mucho más humildes que los gallegos, pero, por eso, no menos dignos.
        Llegados a un albergue construido en la Fuente de Torrijos, abandonamos el camino, que marcha hacia Compostela, para cruzar las vías del Canfranero, ese tren para el que los años, como su discurrir, pasan lentamente. Cruzamos también el Canal de Jaca, obra hidráulica de la que hablaré más adelante.
¡Frena gacela!
        Pero, amigos, nuestro futuro inmediato se pone cuesta arriba, cuando tomamos un sendero que se introduce por un pinar en el que algunos robles se resisten a robarnos los colores del otoño. 
        China chana, cada cual sube como puede; delante "la gacela Sacha", joven ella, tiene que ir echando el freno para no dejarnos en la estacada; atrás, en la retaguardia, para algunos miembros, esto de "la cuesta parece que cuesta" (subir).
        Alcanzamos el pueblo de Bergosa. Una mirada es suficiente para adivinar cómo va siendo roído por el largo desamparo; en los muros de sus casas, en las esquinas de sus calles, cipreses, hiedras y zarzas ejercen labor de centinelas.    
Bergosa
        Afortunadamente, algunos de sus antiguos vecinos están intentando recuperar algunas construcciones; ejemplo de ello son los fraginales (pajares) de Iguacel y de Serapio, el primero reconstruido en 1999 y el segundo en 2008. Desde ambos fraginales, los horizontes nos regalan vistas hacia Jaca y Peña Oroel, Castiello de Jaca, Collarada dominando toda la Jacetania, Aspe, Peña Retorta, Lecherines...
        La espléndida mañana que nos acompaña, invita a quedarnos un buen rato y dar una vuelta entre las ruinas del pueblo, cuyas piedras nos hablan del pasado de este y otros núcleos que, poco a poco, van cayendo sobre su historia. Este de Bergosa debió tener su importancia, pues desde su atalaya vigilaría la entrada al Valle de la Garcipollera, valle en el que tan solo queda en pie Villanovilla, pueblo honrosamente recuperado.
Fraginal de Iguacel
¿Caerán?
Centinelas
San Saturnino
        Difícil resulta no pensar en la vida de aquellas gentes, de cuando en el verano trillaban la mies en las eras de los fraginales; de cuando las casas de Palacín, Valentín, Isidoro o Esta, en cuyas puertas figuran sus nombres, permanecieran en pie; de cuando los domingos por la mañana, las gentes de Bergosa acudieran a la iglesia de San Saturnino, románica del siglo XII, que hoy presenta el mismo estado que el resto de casas (una preocupante grieta recorre uno de sus muros amenazando caer). Y arriba, Collarada observa en silencio el devenir de estos valles que ¡también existen!
Con Toño, recordando la ascensión a aquella del fondo: Collarada
El ejército de Esbarre en la era del fraginal de Iguacel
Perfecta formación
        Aquí nos hemos encontrado con la amiga Marisa Bergua y su mascota (Chucki creo que se llama), compañera  de lujo en algunas aventurillas, marchando con aquellas gentes de "Estalentaos" en el trekking de Rumanía y el Tour del Carlit, moza dotada de unas piernas que para mí quisiera yo, que me ayudaran a subir y bajar montañas como ella lo hace.
        Con algo más de humildad iniciamos el descenso, en dirección norte, por un pinar que nos deja en las orillas del río Izuez, junto al puente viejo por el que cruzan las aguas del que ahora, durante unos kilómetros va a guiarnos hacia el final de nuestro destino: me refiero al Canal de Jaca. 
Por la orilla del canal
        Desde finales del siglo XIX, este canal abastece a una ciudad que en aquella época tenía 3.500 habitantes, hoy sus, aproximadamente, 12.000 se triplican en los meses de turismo. Esta obra hidráulica todavía puede atender esta demanda, lo que da idea de que se proyectó con vistas de futuro.
        Como aquellas levadas de Madeira, el canal está dotado de un agradable sendero que, durante 2,5 kilómetros, recorremos plácidamente. Sus cristalinas aguas, puras como una virgen y bellas como el rocío de la mañana, reflejan esta especie de ejército que transita en busca de alguna recompensa.
Canal de Jaca
Queda poco
        Cerramos el círculo a la altura de la Fuente de Torrijos, ya solo nos queda cruzar el puente del mismo nombre, sobre el río Aragón, y alcanzar el bus que nos espera al otro lado de la carretera N-330. 
        Unos más que otros, nos acicalamos pues ¡hoy es la fiestorra d´Esbarre!, que tras dos años, promete ser especialmente sonada.
        El acontecimiento tiene lugar en un popular garito de Jaca; al sol de su terraza nos tomamos unas ¿merecidas? birras; ya dentro, manjares de diversa índole, unos a la brasa, otros con cuchara, no deben de estar nada mal, pues dejamos los platos más limpios que el bus madrileño en el que se han dado un paseo los reyes d´aquí.
Esperando que nos sirvan
Ricardo, Julián, Carmen, Fernando y Javier
        
Tras el café, chupito en mano, como de costumbre, el "boss" Juli nos dedica unas palabras, agradeciendo la participación que, tras lo peor de la pandemia, en el día de hoy es importante; asimismo brindamos porque este buen ambiente montañero siga sus pasos más allá de este brindis.
        Finalmente, se procede al acostumbrado sorteo de prendas montañeras que los agraciados, espero, luzcan en las próximas salidas al monte. También espero que estos y el resto de compañeros de Esbarre, así como el ascenso a alguna de las cumbres del Pirineo, ataquemos el futuro con la mochila cargada de esperanza e ilusiones.
        No quiero terminar estas líneas sin reconocer el esfuerzo que los amigos que comandan esta nave realizan, año tras año, para regalarnos bonitas excursiones con lo que supone la organización de ello: Fernando, Javier, Ricardo, Carmen, Julian y voluntarios anejos, ¡gracias!
        Hasta pronto, ser felices.

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Datos técnicos
(El track, pulsando sobre la palabra Wikiloc del mapa)

martes, 9 de noviembre de 2021

LA HOZ DE LA VIEJA - JOSA (Circular)

Día 7 de noviembre de 2021 
        Solo han pasado quince días y volvemos a las tierras de Las Cuencas Mineras de Teruel; en aquella ocasión fuimos los del ejército de Esbarre, ahora tan solo somos dos: "mi maña y yo". Hemos elegido un frío y duro día, de esos en los que el cierzo nos deja más limpios que el bolsillo de un parado de larga duración.
           Allá que vamos: Partimos temprano, llevamos idea de comer en la zona y la ruta nos llevará un buen rato. El "buga" enfila las rectas de Belchite con alegría, aunque tengo que sujetarlo fuerte pues el fuerte viento que sopla de costado lo quiere desenfilar. Inevitable pasar por Lécera y no recordar los años en que los padres de Maite vivieron en esta villa, ejerciendo su labor docente.
Torreón
            En poco más de una hora llegamos a La Hoz (o foz) de la Vieja. Lo de la Hoz es pura ubicación, viene de ser un pueblo colgado a ambos lados de la profunda garganta que el río Armillas, a lo largo de los tiempos, creó aquí y cuya visión, es puro espectáculo de arquitectura tradicional y geología, y un paisaje rural aragonés en peligro de extinción. La segunda parte del nombre de la localidad, nada tiene que ver con historias de viejas ni de brujas, sino con la castellanización de "rubiello", ese material rocoso rojizo que, como explique en la anterior entrada, tanto abunda por aquí.
Lavadero
        El estrecho paso del Arnillas es vigilado, desde lo alto, por el torreón medieval asentado sobre la roca en las que parecen querer encaramarse las estrechas calles llenas de vericuetos y escaleras. Sobre los rojos tejados de La Hoz de la Vieja, se eleva la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, de trazas góticas.
        Tapados hasta los ojos, comenzamos a caminar junto a un rehabilitado lavadero que, cuentan, en algunas ocasiones ejerce de sala de exposiciones.
        Como la ruta tiene forma circular la realizamos en el sentido de las saetas del reloj, siguiendo las marcas de la PR.TE 102.  En la salida, un panel informativo titulado "Amigos de lo Nuestro", cuenta de la fauna de estos pagos.
Maite: amiga de lo nuestro
Ribera del Arnillas
        Los primeros tres kilómetros los caminamos en dirección NE, con el río Arnillas a nuestra derecha, en cuya ribera el chopo cabecero se resiste a desnudarse, no así las cepas que tenemos a la izquierda a las que les quedan poco follaje. Chopos, viñas y almendros son los pocos ejemplares que acompañan a los barbechos, tierras que en otros momentos habrán dado buena cosecha. En este tramo no falta un peirón, en este caso dedicado a San Cristobal, "el rey de los peirones".
        Cuando el Arnillas se junta con los barrancos del Salobre y la Perdiz, se produce el "alumbramiento" del río de la Cantalera, que en Josa cambiara su nombre por el de Sus para discurrir hacia el Martín.
Unos metros más adelante encontramos una cascada, producida por un viejo azud que encauzaba las aguas al Molino de Mariano Chopo (también llamado Molino Viejo) en el que una inscripción dice haberse construido en 1912.
En la cascada
Molino de Mariano Chopo
¡Al lío!
        Efectivamente, unos metros más abajo encontramos el molino, justamente donde el barranco que forma el río comienza a estrecharse.
        El sendero, poco a poco, se va encaramando sobre las rocas que el río ha esculpido. Afortunadamente, este tramo está equipado con varios pasos con siglas y grapas que nos ayudan a salvarlos. No son muy difíciles de pasar, además lo hacemos con la compañía de la "señora Prudencia". No cabe duda de que en caso de lluvia o hielo, sería mejor darnos la vuelta, pero hoy el único accidente metereológico que tenemos es el cierzo. Paso delante; Maite, atrás, va avanzando con soltura. Abajo, el río, como avergonzado,  se esconde en la sombra, lo que no nos impide disfrutar de la hermosura de este estrecho cauce. 
Al lío
Agárrate fuerte
A por la segunda
Cañón Del Río de la Cantalera
Nos ven pasar
        La senda sube y baja por la ladera que discurre sobre la margen izquierda del cañón. 
        El barranco se va abriendo y descendemos bruscamente hacia el río, en el que crecen grandes ejemplares de chopos cabeceros, cuyo cauce no debemos dejar hasta Josa, aunque hasta allí aún queda trecho que recorrer.
        Nos sorprende ver ganado por estos prados que, a pesar de la cercanía del río, se ven más bien secos. Algunas vacas que andan pastando por la zona, nos miran como extrañadas, observando caminar humanos por aquí; otras, junto a sus novillos,  nos acompañan unos metros. 
Tenemos compañía
Azud del Molino Viejo
        La senda, como el Guadiana, aparece y desaparece, unas veces engullida por el río que debemos atravesar en varias ocasiones (sin problema, poca agua); otras por la maleza que crece, producto de un camino poco transitado; otras por el ganado vacuno que marca su propia ruta, generando falsos senderos; y otras por nuestro propio despiste, producto de un marcaje que convendría revisar para adaptarlo a la cambiante orografía fluvial.
        Alcanzamos otro azud, este llevaba las aguas al Molino Alto de Josa. Un poco más adelante atracamos un "palosanto" abandonado y, ¡leches, qué buenos estaban los caquis!.
Vista parcial de Josa
        Estamos llegando a Josa, ya vemos la torre de su iglesia barroca de la Asunción, pero antes de llegar, siguiendo las marcas blancas y amarillas de la PR.TE 102, nos desviamos a la derecha para iniciar el regreso.
        Tras un pequeño despiste, retomamos el sendero que va ganando altura sobre el profundo barranco de Las Cañadas. Avanzamos de loma en loma por un terreno en el que el viento sopla con tal fuerza que en algún momento nos exige atención para no ser arrastrados. No es de extrañar que las únicas plantas que crecen en este tramo sean las aliagas, alguna sabina valiente y multitud de plantas aromáticas como romeros, tomillos, lavandas, etc.
De vuelta
Barranco de Las Cañadas
Monotonía en el camino
        Unas veces por sendas y otras por pistas, seguimos el antiguo trazado del camino que unía Josa y la Hoz de la Vieja. Desde lo alto vemos las paredes del cañón que hemos atravesado en la ida; más cerca, el poco terreno que es cultivable, dibuja sabias figuras en el paisaje que se ve salpicado por algunos corrales.
        Desde Josa, este tramo es algo monótono, tema que, añadido al cansancio que se va acumulando, se nos hace algo largo.
        Mirando mapa y GPS, le digo a Maite aquello de que: ¡alguna vez habrá que descender!. Así es, el estrecho sendero desciende bruscamente entre las malditas aliagas que en esta ocasión no lograrán dejar marca en mis "bella" extremidades inferiores (calzo pantalón largo).
Paisaje de duras tierras
Llegando a La Hoz de la Vieja
        Finalmente aparece la silueta de la torre de La Hoz de la Vieja. El sendero desciende por una barranquera para enlazar con una pista que atraviesa un pequeño pinar de repoblación. Solo nos queda descender por un amplio camino que nos devuelve al punto de partida.
        De vuelta a casa, nos detenemos en Muniesa para comer y tomarnos una birra que, ¡caray!, nos la hemos ganado.
        Una vez más, la provincia de Teruel nos regala un rincón más, de tantos y tantos, conque está dotada esta tierra que, poco a poco, va despertando de su largo letargo, tierra que se dirige a ese horizonte de esperanza.
        Hasta pronto

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Datos técnicos
Recorrido
Perfil
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