sábado, 13 de noviembre de 2021

CASTIELLO DE JACA-BERGOSA (semicircular)

 Día 13 de noviembre de 2021
Dispuestos
        Excepto el pasado año, en el que la pandemia de la Covid nos lo impidió, para estas fechas, el calendario de Esbarre nos premia con una suave salida en la que, aunque solo sea en esta ocasión, las distancias y desniveles pasan a un segundo plano. No son las grandes montañas, ni tampoco estrechos cañones; ni son los verdes prados, ni los  nevados caminos, los que protagonizan esta jornada. Celebrar que, a pesar de todo, un año más, sigamos compartiendo, como buenos amigos, estas y otras aventuras, es lo que verdaderamente, hoy pasa a primer plano.
        Pero, amigos, no hay celebración que estas gentes de Esbarre no la sudemos y para eso hemos de ponernos las botas y  darle al calcetín.
¡A recorrer el camino!
        Realmente nos habían preparado una bonita ruta de alta montaña por la frontera hispano-francesa en las cercanías de Candanchú, sin embargo, los "boss", que habían comprobado la existencia de hielo en algún punto complicado, deciden que un resbalón de alguno de los más de cuarenta mozas y mozos que componemos la juerga de hoy, podría dar al traste con celebración alguna. Tal motivo les ha llevado a cambiar la ruta por esta otra que, con menos pretensiones, cumple con las expectativas, al menos las mías, de recorrer algún que otro desconocido rincón de la Jacetania.
Río Aragón
        A lo que vamos: salimos de Zaragoza con la luna a medio camino de enseñarnos toda su faz. Me cuentan (he sobado casi todo el camino) que en Huesca recogemos a lo más ilustre (y cónyuge) de la historia esbarriana.                                 
       Abandonada la capital altoaragonesa, subimos y bajamos el puerto de Monrepós para detenernos en Hostal de Ipiés y proceder al acostumbrado ritual de tomar café y...
        Poco antes de llegar a Castiello de Jaca, se nos une "Lacadena", con lo que la expedición queda al completo.
        Los campos del fondo del Valle del Aragón se encuentran teñidos de blanco por la escarcha que la fría noche ha dejado, lo que, en principio, nos lleva a abrigarnos.
Camino de Santiago
        Comenzamos a caminar cruzando un puente sobre las aguas del río Aragón, para incorporarnos al Camino de Santiago Francés en su recorrido por las tierras que adoptan el nombre de dicho río.
        Pronto cruzamos otro puente, este salva el río Ijuez cuyo curso recorre el Valle de La Garcipollera. A este valle, cuentan, le viene el nombre de la época medieval, Valle de las Cebollas. En los años 50 del pasado siglo, cambiaron las hortalizas por una impresionante reforestación de pinos, con el objetivo de introducir ciervos (hoy son plaga) y crear un Coto Nacional de Caza, para alegría de los señoritos de la fauna hispana de la época.
Primeros pasos
        Durante los primeros 2,5 kilómetros nos guían las marcas como aquellas que en el mes de septiembre vimos a cientos en nuestro "paseico" por el Camino Primitivo: mojones con la concha amarilla sobre fondo azul, mucho más humildes que los gallegos, pero, por eso, no menos dignos.
        Llegados a un albergue construido en la Fuente de Torrijos, abandonamos el camino, que marcha hacia Compostela, para cruzar las vías del Canfranero, ese tren para el que los años, como su discurrir, pasan lentamente. Cruzamos también el Canal de Jaca, obra hidráulica de la que hablaré más adelante.
¡Frena gacela!
        Pero, amigos, nuestro futuro inmediato se pone cuesta arriba, cuando tomamos un sendero que se introduce por un pinar en el que algunos robles se resisten a robarnos los colores del otoño. 
        China chana, cada cual sube como puede; delante "la gacela Sacha", joven ella, tiene que ir echando el freno para no dejarnos en la estacada; atrás, en la retaguardia, para algunos miembros, esto de "la cuesta parece que cuesta" (subir).
        Alcanzamos el pueblo de Bergosa. Una mirada es suficiente para adivinar cómo va siendo roído por el largo desamparo; en los muros de sus casas, en las esquinas de sus calles, cipreses, hiedras y zarzas ejercen labor de centinelas.    
Bergosa
        Afortunadamente, algunos de sus antiguos vecinos están intentando recuperar algunas construcciones; ejemplo de ello son los fraginales (pajares) de Iguacel y de Serapio, el primero reconstruido en 1999 y el segundo en 2008. Desde ambos fraginales, los horizontes nos regalan vistas hacia Jaca y Peña Oroel, Castiello de Jaca, Collarada dominando toda la Jacetania, Aspe, Peña Retorta, Lecherines...
        La espléndida mañana que nos acompaña, invita a quedarnos un buen rato y dar una vuelta entre las ruinas del pueblo, cuyas piedras nos hablan del pasado de este y otros núcleos que, poco a poco, van cayendo sobre su historia. Este de Bergosa debió tener su importancia, pues desde su atalaya vigilaría la entrada al Valle de la Garcipollera, valle en el que tan solo queda en pie Villanovilla, pueblo honrosamente recuperado.
Fraginal de Iguacel
¿Caerán?
Centinelas
San Saturnino
        Difícil resulta no pensar en la vida de aquellas gentes, de cuando en el verano trillaban la mies en las eras de los fraginales; de cuando las casas de Palacín, Valentín, Isidoro o Esta, en cuyas puertas figuran sus nombres, permanecieran en pie; de cuando los domingos por la mañana, las gentes de Bergosa acudieran a la iglesia de San Saturnino, románica del siglo XII, que hoy presenta el mismo estado que el resto de casas (una preocupante grieta recorre uno de sus muros amenazando caer). Y arriba, Collarada observa en silencio el devenir de estos valles que ¡también existen!
Con Toño, recordando la ascensión a aquella del fondo: Collarada
El ejército de Esbarre en la era del fraginal de Iguacel
Perfecta formación
        Aquí nos hemos encontrado con la amiga Marisa Bergua y su mascota (Chucki creo que se llama), compañera  de lujo en algunas aventurillas, marchando con aquellas gentes de "Estalentaos" en el trekking de Rumanía y el Tour del Carlit, moza dotada de unas piernas que para mí quisiera yo, que me ayudaran a subir y bajar montañas como ella lo hace.
        Con algo más de humildad iniciamos el descenso, en dirección norte, por un pinar que nos deja en las orillas del río Izuez, junto al puente viejo por el que cruzan las aguas del que ahora, durante unos kilómetros va a guiarnos hacia el final de nuestro destino: me refiero al Canal de Jaca. 
Por la orilla del canal
        Desde finales del siglo XIX, este canal abastece a una ciudad que en aquella época tenía 3.500 habitantes, hoy sus, aproximadamente, 12.000 se triplican en los meses de turismo. Esta obra hidráulica todavía puede atender esta demanda, lo que da idea de que se proyectó con vistas de futuro.
        Como aquellas levadas de Madeira, el canal está dotado de un agradable sendero que, durante 2,5 kilómetros, recorremos plácidamente. Sus cristalinas aguas, puras como una virgen y bellas como el rocío de la mañana, reflejan esta especie de ejército que transita en busca de alguna recompensa.
Canal de Jaca
Queda poco
        Cerramos el círculo a la altura de la Fuente de Torrijos, ya solo nos queda cruzar el puente del mismo nombre, sobre el río Aragón, y alcanzar el bus que nos espera al otro lado de la carretera N-330. 
        Unos más que otros, nos acicalamos pues ¡hoy es la fiestorra d´Esbarre!, que tras dos años, promete ser especialmente sonada.
        El acontecimiento tiene lugar en un popular garito de Jaca; al sol de su terraza nos tomamos unas ¿merecidas? birras; ya dentro, manjares de diversa índole, unos a la brasa, otros con cuchara, no deben de estar nada mal, pues dejamos los platos más limpios que el bus madrileño en el que se han dado un paseo los reyes d´aquí.
Esperando que nos sirvan
Ricardo, Julián, Carmen, Fernando y Javier
        
Tras el café, chupito en mano, como de costumbre, el "boss" Juli nos dedica unas palabras, agradeciendo la participación que, tras lo peor de la pandemia, en el día de hoy es importante; asimismo brindamos porque este buen ambiente montañero siga sus pasos más allá de este brindis.
        Finalmente, se procede al acostumbrado sorteo de prendas montañeras que los agraciados, espero, luzcan en las próximas salidas al monte. También espero que estos y el resto de compañeros de Esbarre, así como el ascenso a alguna de las cumbres del Pirineo, ataquemos el futuro con la mochila cargada de esperanza e ilusiones.
        No quiero terminar estas líneas sin reconocer el esfuerzo que los amigos que comandan esta nave realizan, año tras año, para regalarnos bonitas excursiones con lo que supone la organización de ello: Fernando, Javier, Ricardo, Carmen, Julian y voluntarios anejos, ¡gracias!
        Hasta pronto, ser felices.

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Datos técnicos
(El track, pulsando sobre la palabra Wikiloc del mapa)

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