lunes, 4 de junio de 2012

GRUTA LECHERINES

Ayer me, o pobre de mí, amanecí en un hotel, no se si de cuatro o cinco estrellas, de Marbella. No, yo no puedo permitirme esos lujos, en realidad iba subvencionado por no se que organismo representativo de alguno de nuestros poderes del estado. En Puerto Banús me invitaron a un zinzano a bordo de una patera de tropecientos metros, la verdad es que se me subió un poco a la cabeza pero al llevar conductor en un flamante marseratti que me esperaba a pie de la nombrada nave, no tuve que conducir aunque estoy seguro de que de haberlo hecho y haber sido parado por las fuerzas del orden establecido en los viales públicos, se me habría perdonado por mi cara de buena persona. El final de todo esto es que cuando me comunicaron que mi nieto se había pegado un tiro en el pie, voy y "me despierto" de tan horrible pesadilla.


Yo creo que esto es motivo de la primavera y es que el día anterior, con las buenas gentes de Esbarre salimos al monte y claro, con semejante alfombrado de flores de prado, lo normal es que borracho de tanta hermosura, por la noche, tengas semejantes alucinaciones.






El autobús que conducía Carlos, un gran profesional del volante y que se había pegado una semana por Galicia soportando a algunos compis que anduvieron por esos caminos a saludar al santo de Santiago, nos paró en Villanúa a desayunar, unos café y otros caldo de cebada.

Ya en Canfranc y guiados por el sherpa Javier comenzamos en una lenta pero constante ascensión cuando la temperatura todavía era soportable.






En el transcurso de este agradable comienzo, nos encontramos con otro grupo en el que iba algún que otro conocido de mi trabajo. Maite no dudó en aprovechar y preguntar a uno que había estado por Nepal, mil y un detalles.










Ya, al abandonar el bosque comenzamos a padecer de esa temperatura que en Zaragoza se había batido el récord de toda la península. 
Pero para Maite, eso no es motivo para con su chino-chano disfrutar de la montaña










 y de espectáculos como los que nos brindan sus prados cuando los narcisos parecen saludar a los que por allí pasamos.


Los pedos de lobo parecen renunciar a su nombre y recrearse con caminar esos seres de dos piernas y dos bastones que admirados, preguntan a unos y otros. ¿que es esto?, hasta que tras contestar el mas sabio micólogo del grupo, es inevitable la risa por el nombre que se le ha dado a este hongo.




 También la prímula a querido ha querido salir con todo su esplendor a los chicos y chicas de del monte y saludarnos con sus deslumbrantes pétalos amarillos.





Y con la genciana primaveral voy a dar por terminada la descripción de los mil colores, que si así seguimos, el blog puede durar una eternidad.











Pese a lo poco que ha nevado este invierno, todavía en algún paso sombrío hay que pisar nieve pero con la temperatura reinante no hubo ningún problema para pasar, si que la culera de mas de uno probó la temperatura del suelo.









El grupo de rezagados dirigidos por el mas "joven" del grupo y que en esta jornada cumplía........años, también pasó el paso con la tranquilidad que da llevar muchas botas gastadas en terrenos como estos.







Ya en la entrada de la espectacular "Gruta de Lecherines" nos echamos las chaquetas pues en un par de metros la temperatura bajaba un montón de grados. 
Y la he tratado de espectacular porque los agujas heladas que de sus techos cuelgan, mas que una amenaza, parecen dibujar formas de múltiples y bellos brillos buscando el descanso del frío suelo.
La cara de las chicas certifican lo dicho, pese a que ya habían salvado mas de mil metros de desnivel por un terreno bastante exigente.







Aunque para exigente lo que nos encontramos unos cuantos descerebrados que ascendimos hasta un collado que según me dijo Ricardo se llamaba el "Paso del Sarrio"










 y que una vez coronado por estos, mas que sarrios, cabras montañesas, nos asomamos al valle del Aragón desde donde se divisaban un montón de míticas cumbres (Anayet, Midi d´Ossau, etc).







Una vez disfrutado y fotografiado el momento, comenzamos el duro y pedregosos desneso hasta la Mallata de Lecherín bajo" donde nos esperaba el resto del grupo ya haciendo la digestión de la comida y con la paciencia de soportar los rayos que don lorenzo estaba descargando con los que lo hacíamos en el segundo turno.



El descenso hasta Canfranc, lo hicimos con bastante celeridad ya que teníamos muchas ganas de llegar a la zona boscosa y refrescarnos en fuentes como esta de "Los Abetazos" y llegar al autobús en el que Carlos nos regresaría a casa, no sin antes realizar la ritual parada y dar cuenta de una jarras de cerveza que todo hay que decirlo, ¡bien ganadas!




Y perdón por la introdución, hasta otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario