martes, 16 de junio de 2015

EL MONCAYO (Circular)

En la Fuen de Fornos el pasado 2 de Mayo.
   Difícil tarea la de ponerse a escribir esta página cuando un amigo con el que pasamos muchos momentos agradables en varios puntos de nuestra geografía, el último tan solo un mes y medio atrás, nos ha abandonado. 
    Con Narciso, tras volver de alguna excursión, charlábamos de mil temas con la serenidad de un hombre volcado en su esposa Encarna y, ambos, siempre pendientes de sus dos hijos. 
   En la última aventura, allá en la Basa de la Mora, escuchaba con atención la leyenda del milagro que se produce en cada noche de San Juan y que, seguro, este año, cuando la mora emerja del fondo del ibón, vestida con mil serpientes, verá a Narciso, y antes de volver a sumergirse, le dirá "hasta siempre".



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Día 13 de Junio de 2015
    De nuevo, y van..., nos vamos a tomarle el pulso a la cumbre de la sierra Ibérica, al Pico de San miguel o Moncayo de 2314 metros.
De camino al Moncayo (Foto de Domingo Urraza)
   Ya en una entrada anterior de "Vieja mochila" (que puedes ver aquí), relataba algunas leyendas becquerianas y otros cuentos, en los que hablan de como los gnomos y duendes campan por las faldas del Monte Cano (así lo llamaban los romanos) y como algunos otros espíritus bajan de la montaña por la noche para poblar el llano. Tampoco andaba muy lejos de aquí un viejo amigo de Hércules y Pierres, el ladronzuelo Caco, que por aquel monte cazaba, lo que llevó, en la edad media, a denominar a esta montaña: "Monte Caco".
   Pues eso, en un gran autobús con menos de media entrada en sus asientos, salimos de la inmortal city de Zaragoza en dirección a límites castellano-aragoneses. Los limpiaparabrisas del vehículo, como si bailaran un vals, van de un lado a otro al compas de 3/4, está lloviendo y las previsiones son de tormenta vespertina. Consecuencia: parada en Borja para desayunar, recoger a José Luis Martín (el hurón moncaíno) y nada más, lo otro habrá de esperar.
Acebo.
   Alguien guía al conductor y le encomienda atravesar la localidad de San Martín del Moncayo por la mismísima calle Mayor y... ¡prueba superada!.
   En la fuente de los Frailes no llueve, incluso algún rayo de sol nos invita a darnos una capa de crema protectora y despojarnos de cualquier prenda de abrigo que nos pueda hacer sudar.
   Los chicos (no tanto ya) de Esbarre, habían planeado realizar la vuelta completa por lo alto del macizo, cosa que con el "hurón" y sus amiguetes de Tarazona, ya completamos en el año 2012 y que tuve el honor de relatar en esta página. Pero el día aconseja cambiar el plan por eso de las previsiones meteorológicas y ascender al pico por la vía directa y descender por el cordal que va hasta el collado Bellido.
Por la sombra
    Los primeros trescientos metros de subida son agradables, en el bosque predomina el pino negro, algún ejemplar de haya y el acebo que la lluvia ha limpiado dejándole un brillo inmaculado. En los claros, el chordón se prepara para, en pocas semanas, dar ese sabroso fruto que es la frambuesa.
A nuestro paso, el carbonero garrapinos entona bellas canciones en este incomparable marco moncaíno.
    El grupo se va estirando, delante marchan verdaderas gacelas de montaña de inconfundibles y largas garras, detrás los diesel andan algo más despacio pero, como el resto, llegan al destino habiendo mamado de la ubre que rodea el entorno del sendero.
Pozo de hielo.
    Cruzamos por dos veces la pista que lleva al Santuario del Moncayo. En el camino perduran antiguas construcciones que en su día dieron cobijo a los pastores de los pueblos aledaños. Perviven también, restos de algunos pozos de hielo.
   Casi sin darnos cuenta, llegamos al Santuario, allí nos reagrupamos "gacelas y perkins" para continuar subiendo, llevamos 300 metros y quedan 700 más.
   Pero con las previsiones, no es cosa de dormirse. Seguimos la senda, a la izquierda, dejamos el desvío por el que regresaremos. En poco tiempo, abandonamos el bosque, ahora la piedra (caliza, cuarcita y pizarra), pasa a ser la protagonista del paisaje, bueno la piedra y la niebla. Nos llama la atención la presencia de algún ejemplar de flor "dedalera" (digitalis purpurea) y de la sabina rastrera o piorno.
Dedalera
...en la niebla.
  Vuelvo la vista hacia el somontano del Moncayo y nada, no se ve nada, la visibilidad está cada vez mas ausente. Aunque el "batallón esbarriano", anda algo disperso, no es problema, ya que los equipos de comunicación funcionan perfectamente.
    Arriba, delante de nosotros, entre la niebla,  se adivina algún que otro grupo de valientes montañeros a los que las previsiones no los ha dejado en casa.
    Conforme vamos ganado altura, la temperatura disminuye y el viento aumenta. El desnivel, también aumenta, yo miro hacia el Circo de San Miguel, intentando adivinar, entre la niebla, la presencia de algún gnomo de los que comentaba pero hoy no toca, Sí creo distinguir una silueta que me parece familiar pero no estoy seguro de acertar. 

En la cima con Olga.
   Unos metros más arriba, la reconozco, no es un gnomo, es Olga, vieja compañera (no compañera vieja) de faena de cuando uno estaba en activo (relativo). Desde lejos la llamo -¡Olgaaa!- me contesta - ¡José Luiiiiis!.  en compañía de unos amigos, anda introduciendo a sus dos hijos, David y Víctor, en el cariño a la naturaleza y "sus desniveles". Ha sido una agradable sorpresa que durará hasta la cima del pico (bueno, algo más) de San Miguel de 2314 metros, al que llegamos tras recorrer el cordal que, tras pasar el cerro de San Juan de 2283 metros, conduce a la cima de la jornada. 
Arriba hace fresco, nos refugiamos en uno de los variados semicírculos pétreos protectores del viento. Es momento de sacar algún tentempié de la mochila y, entre bromas, reponer alguna fuerza. Aún queda trecho que recorrer, unas fotos y ¡en pie!, el cielo está oscureciendo su tono y hay que arrancar motores. Una vez en marcha observo que en cuesta abajo, diesel y gacelas andan por un igual.
Esbarre en la cima del Moncayo.
Tierras de Soria.
De vuelta.
   Con un pie en tierras sorianas y el otro en zaragozanas, iniciamos la vuelta y, como decía, lo hacemos por el cordal que nos lleva por el lomo del macizo moncaíno.
   Dejamos a nuestra izquierda la senda por la que hemos subido, ahora el camino baja y sube, poco más adelante tenemos el Cerro de Morca de 2273 metros, en el que comienza a llover ligeramente en forma de bolitas de hielo. Nada hay como sacar las prendas impermeables para que la lluvia cese, así sucede.
   En algún tramo el camino es incómodo, las lajas mojadas nos invitan a prestar mucha atención.
Javier y las nubes.
   Nueva bajada y nueva subida nos llevan al Pico Lobera de 2227 metros. Solo queda descender unos doscientos metros para llegar al collado de Bellido en el que tras reagruparnos, realizamos un giro de, casi, 180 grados en dirección al Santuario. Este tramo discurre por la falda norte de la sierra, desde aquí, cuando las nubes lo permiten, se  adivina parte del somontano del Moncayo y en días completamente claros, es balcón incomparable desde el que contemplar los Pirineos. Pero hoy no toca, hoy toca parar una y otra vez a quitar y poner las capas impermeables en consonancia con el capricho de las nubes.
Restaurante con vistas
   Deja de llover, en unas piedras, que, según dicen, es un gran mirador hacia ...¿?, nos paramos a vaciar los últimos suspiros de las mochilas, hoy no es un buen día, nadie ha traído vino, ¡Que sea la última vez!. Los postres nos los sirven a toda prisa, arriba los "angelicos" andan con incontinencia y ya está bien de tanto y tanto "alibombo, alibombo, alibombo, la capa, me la quito y me la pongo".


Añadir leyenda
   El sendero transita por un bosque de pino y abetos que crecen entre montañas de piedras en descomposición. Cruzamos el barranco de Morca, a nuestra derecha divisamos el cabezo de la Mata, lo que nos indica que el paso que llevamos es ligero, ahora los diesel encabezan la comitiva y es que no han parado en el box de cambio de ropa y como en la F1, "así se ganan las carreras".
    Llegando, de nuevo, al Santuario del Moncayo, cerramos el circulo que hemos realizado y, sin parar, seguimos el descenso, el cielo está amenazando y comienza a tronar.

De vuelta.
¿Te acuerdas en la entrada de la Sierra Caballera, en la que nombraba al de "Calamocha"?, pues el buen señor no ha contado por la mañana las veces que hemos cruzado la pista y se empeña que es solo una. ¡Pa qué!.
   En el tercer encuentro con la vía, giramos a la izquierda, a la Fuente de los Frailes, donde el autobús nos espera con la puertas abiertas.
Comenzamos a cambiarnos de ropa cuando "los angelicos" no han podido aguantarse más y el cielo se abre para dejar llover, como decía Pablo Guerrero, "a cantaros" 
El regreso lo hacemos por las mismas carreteras de la mañana, solo que ahora, San Martín lo cruzamos por su circunvalación. Volvemos a parar en Borja a dejar al moncaino y tomar una cañas que, pese al tiempo, bien nos las hemos ganado.
Hasta pronto.

Enlace al resto de fotos.
Enlace a las Fotos de José Mari Alejandre
Enlace al track para GPS
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil: Distancia, 17,4 Km. - Desnivel positivo acumulado, 1180 m, negativo 1180 m.

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