jueves, 15 de octubre de 2015

PICO POSETS O LLARDANA

     Ya decía la semana pasada que teníamos en el punto de mira cotas más altas y no hemos tardado mucho en cargar las mochilas y encaminarnos al segundo de los picos del Pirineo en altura, el Posets  o Llardana, el año pasado para estas fechas ascendimos al tercero, el Monte Perdido (3355 m.), el año que viene..., ya veremos, pues estaremos algo mas mayores y será el cuerpo quien disponga de nosotros. 
Macizo del Posets.
      Como he comentado, el macizo del Posets es el segundo en altura de la cordillera pirenaica. Su techo, el Posets o Llardana, alcanza los 3.375 metros de altura, sólo treinta metros menos que el Aneto, no muy lejos y enfrentados el uno al otro. Por este motivo, la majestuosa presencia del Virrey del Pirineo siempre ha permanecido a la sombra del "Rey". Para los que me conocen, ¡tranquilos!, no me he vuelto "muy de la realeza", pero eso cuentan.
       Día 9 de Octubre de 2015
      Salimos, sin mucho madrugar, desde la agitada Caesaraugusta, rumbo al Norte, con un programa de actividades más cerrado que el de las fiestas de la nombrada ciudad, que comienzan mañana.
     Dos horas más tarde nos encontramos los cuatro: Piedad, Maite, Toño y un servidor, en Graus, frente a una gran plato adornado con "un par de huevos", una buena pieza de longaniza local, un pimiento y abundantes patatas fritas. Lástima que el vino no está a la altura de "las circunstancias". Hemos aprovechado para comprar pan y una butifarra, también de la tierra.
¡Al ataque!
   El paso por el Congosto del Ventamillo, se encarga de agitar los ingredientes grausinos. Pronto llegamos a Eriste en el que, a la salida de la población, cogemos una pista a la izquierda. Toño conduce su bólido con extrema prudencia, salvando algunos baches y regueros.
     Casi sin darnos cuenta, estamos en el aparcamiento del Pla del Estallo, cambiándonos de calzado y preparando las mochilas y piernas para comenzar a caminar.
     Solo hemos dado cuatro pasos y allí, a la izquierda, con gran fuerza, caen las aguas por la cascada d´Espigantosa. El panorama responde a la estación más impresionante del año. 
Cascada d´Espigantosa.
¿Quien lo ha pintado?
Frescos
      Admirar los variados colores que van del verde al marrón intenso, pasando por toda la paleta de amarillos, la naturaleza inspira en uno, profundo respeto. Ves como las hojas van cayendo lentamente, para dejar el suelo con un colorido manto que para sí quisieran las alfombras de palacio.
      Alimentados de tan majestuosa belleza (no solo del huevo vive el hombre), cruzamos el puente sobre la Aigüeta (río, barranco) de Eriste para recorrer su margen derecha durante buen tiempo. De vez en cuando, nos acercamos a las orillas a contemplar las cristalinas aguas, los saltos y remansos del río.
L´Aigüeta d¨Eriste.
    No son menos impresionantes los barrancos que en él confluyen, algunos de ellos los hemos de cruzar y se nota que en jornadas anteriores la lluvia y nieve han humedecido el suelo.
      Abajo, en el río, se escucha el sonido de otra cascada, la del Presente, aquí, en la senda, un cruce indica el camino hacia el Collado de Comalaqueba y Clot de Chil ("Clot", deriva de la palabra Cros, que significa fondo, hace referencia a las tierras situadas en fondales).
      Dejamos la ribera del Eriste, ahora la senda sube en zigzag, sin ninguna compasión, por el barranco d´Espigantosa.
Abajo, L´Aigüeta d´Eriste. Al fondo la Cascada de los Ibones.
¡Sin compasión!
     Como preveíamos, el tiempo es excelente, el paisaje más y la compañía ¡pa qué!.
      En varios tramos, la senda hace las veces de barranco y el agua discurre por ella, no queda más remedio que probar la estanqueidad de las botas.
      Casi sin darnos cuenta, vamos ganando altura y en "un paseo" de unas dos horas, llegamos al refugio de Ángel Orús.
      Este refugio lleva el nombre del montañero Ángel Orús Ruiz, de veintitrés años y natural de Barbastro que resultó muerto  en 1981 como consecuencia de una avalancha que se produjo en el Macizo del Mont Blanc.
Nos la hemos ganado, ¿o no?.
    Por el momento, el refugio está tranquilo. Le comentamos al guarda la posibilidad de quedarnos a dormir al regreso del Posets en el caso de producirse alguna cancelación, por el momento está completo pero "quien sabe".
   Tras tomar posesión de las literas, tomamos otra cosa, unas cervezas "que algo habremos hecho para merecerlas, ¡digo yo!".
    Poco a poco, van llegando más montañeros, la mayoría de la Comunidad de Valencia, allí es fiesta, y uniéndola al fin de semana y el Pilar, han pillado un puente en condiciones (no como el que mostraré mañana).
Maite y el Valle de Eriste.
    Poco a poco, la noche se va echando sobre el valle de Eriste, la temperatura está bajando y no apetece quedarse mucho rato en la espectacular terraza del refugio.
    El comedor está abarrotado, compartimos mesa con valencianos por un lado y valencianos por el otro, charramos de lo de aquí y de lo de allá, les comento que tengo un hermano viviendo por aquellas fértiles tierras: Carlos, el benjamín de cuatro hermanos, ya creciditos.
      Piedad y Maite salen al exterior a "no sé qué", bueno sí que lo sé pero omito comentarlo. Nos comentan que han visto como, tras un resplandor sobre las montañas, ha ido saliendo la luna, menguante pero bien brillante. Están entusiasmadas.
Preparando la marcha.
      Día 10 de Octubre de 2015.
    Parece que lo elegimos, fiestas en nuestra ciudad, Zaragoza, y cada año tenemos que hacer alguna "burrada". En el 2012, se nos fue la bola y las pasamos por el Himalaya. En el 2013, nos dimos la soba subiendo al Tozal de Guara. En el 2014, pregón en el Monte Perdido y hoy, pregón de nuevo, en el Posets. ¡Viva las fiestas del Pilaaaar!.
    Pronto comienza a moverse el personal en el dormitorio, hacemos lo mismo y, tras quitarnos las legañas, recogemos todo y bajamos a desayunar.
   Preguntamos por lo de las cancelaciones y "negativo", ya veremos a la bajada.
Por la oscuridad de la noche.
   Y nada, a ponerse las botas, abrigarse y, a comenzar se ha dicho.
      Lo temprano del día nos obliga a salir con la noche todavía presente, los frontales alumbran nuestros pasos y los del resto de personal que vemos delante y detrás de nosotros como si fueran luciérnagas moviéndose por las laderas. Caminamos lentamente, nos adelantan algunos grupos, me llama la atención como refleja la luz de mi frontal en las lindas zapatillas deportivas (de marca) de una joven pareja que nos adelanta.
El suelo está duro, en algunos puntos, el hielo delata que la noche ha sido fría. Poco a poco va clareando. El sol asoma por encima de las montañas.
Amanece.
Tomando los primeros rayos de sol.
      Ver amanecer en la montaña es todo un espectáculo, el sol ha estado pasando la noche en su refugio y, como nosotros, tras el desayuno sale a alumbrar los caminos, a acompañarnos en el ascenso a las cumbres y esconderse cuando la jornada finalice. Y antes de continuar el camino, parece escucharse la voz del "abuelo" Labordeta entonando "L´Albada".
       Pronto llegamos al desvío que, a la derecha, lleva hacia el valle de Estós, nosotros seguimos por la izquierda remontando, roca tras roca, el torrente de Llardana y que hemos de cruzar por un puente metálico que, en alguna ocasión, no pudo soportar la fuerza de la naturaleza.
Puente doblado.
    Poco a poco,   el camino va ganando altura  ahora se abre un pastizal en el que se desvía a la izquierda, la senda que lleva a Biadós por el collado de La Forqueta o Eriste, nosotros debemos de coger el de la derecha pero, -¿donde va la gente?, ¡donde va Vicente!- Hecho un vistazo al GPS y compruebo que la mayoría del personal se ha equivocado, así que corregimos el rumbo y nos dirigimos hacia el Norte, o mejor dicho, hacia la boca del infierno. Es broma, comenzamos a atacar el ascenso por la Canal Fonda.
   Aquí comienza la parte más dura de la jornada, pero a estos chicos...
Entrada de la Canal Fonda.
Por la Canal Fonda.
    La primera parte es algo más suave, es en la segunda donde la cosa se empina. Arriba se observan diminutos cuerpos que se mueven entre montones de piedras. Un auténtico canchal.
  A mitad de subida, nos detenemos a meter algo de energía al cuerpo, lo que queda de subida va a necesitar de ella.
   Sin prisa, como de costumbre, vamos ganando altura, afortunadamente corre una ligera brisa por la canal, cosa que agradecen nuestros cuerpos.
     A nuestra derecha, se ve que la noche ha sido fría, algunos carámbanos cuelgan sobre las paredes del Diente de Llardana (3085 m.)

Collado y Diente de Llardana.
    Un vistazo arriba y ya se ve el Collado del Diente al que accedemos tras un último esfuerzo.
    Nos detenemos a admirar el paisaje que se nos abre al Oeste, el espectacular cresterío de Las Espadas, que los más atrevidos recorren comenzando en el Collado de la Forqueta (2861 m) para desde allí acceder al Diente Royo (3010), Pavots (3121), Las Espadas (3332), Tuca Llardaneta (3311 m.), para terminar en el Posets, objetivo nuestro por esta otra ruta,  la denominada "Camino Real".
Montañeros sobre la Cresta de Las Espadas.
Punta Las Espadas.
Maite y Toño en pleno esfuerzo.
    Debajo de nosotros, adivinamos lo que fue el glaciar Llardana y que el cambio climático se ha encargado de dejarlo sin hielo. Sobre él, la Punta de las Espadas nos muestra sus cuerpo con la piel retorcida.
   Ya estamos a tres mil metros y nos queda el último arreón, así que no perdemos mucho tiempo y seguimos subiendo.
    Este tramo, que sigue al collado, no muestra ninguna compasión con estos "usados montañeros", aquí es donde la Ley de la Gravitación de Newton adquiere su máxima expresión. El esfuerzo es compensado con la vista de la cumbre, todavía muy arriba, y el sonido de una dulzaina.
El dulzainero "Toni de La Safor".
    Salvada la "cuestecica", ya no nos queda mas que hacerlo con la cresta final. Recogemos los bastones, ahora toca usar las manos y la cabeza. El trazado no está nada claro, sigo una especie de huella, pero tengo que retroceder, lleva a "ninguna parte", es una pared que "me los pone de corbata". Retomado el buen camino, seguimos todo el cresterío hasta una concurrida cumbre plagada de gentes levantinas y en la que  el dulzainero "Toni de La Safor", entona dulces melodías. Nos dice que en estas alturas, le falta aire para soplar. Nosotros, resoplando, hemos hecho cumbre en el Pico Posets de 3375 metros.
En la cima.
Las chicas, con el Aneto al fondo.
    Aquí arriba, con el cielo por tejado, celebramos haber llegado hasta esta magnífica cima, dejamos las mochilas en el suelo y nos restregamos los ojos para ver con claridad el paisaje que se nos muestra desde este inigualable mirador. -"Si desde todas las partes se ve el Posets, desde el Posets se ven todas las partes"-.
     La primera mirada la dirigimos hacia el Este. A lo lejos Las Madaletas y el Aneto, 29 m. por encima de nosotros pero por ser la cima de los Pirineos, debe de estar más concurrido que la plaza de La Reina de Valencia en plenas Fallas
Las Sorores, Vignemale...
Un trocito del Himalaya en el Pirineo.    
Más cerca, el Salvaguardia; bajo nosotros el glaciar del Posets, todavía mantiene algo de lo que fue. Un poco más al Norte, el Perdiguero (3222 m.), me recuerda la vez que lo ascendimos con los chicos de Esbarre, éramos ocho años más jóvenes. Hacia el sur, la mole de Turbón, Peña Montañesa, los pueblos del Valle de Benasque, etc. Al Oeste, asoman la Tres Sorores con los Picos de Monte Perdido (3.355 m.), Cilindro (3.328 m.) y Añisclo (3.263 m.). El Vignemale (3298 m.). Bueno, no sigo con este atracón de espectacularidad, son innumerables los picos, valles, pueblos; -¡el que quiera vivirlo...!-
La dulzaina de La Safor y el cava de Jaulín.
    Toño nos sorprende sacando una botella de cava de la mochila. Es tradición abrirla cuando se supera el primer pico de más de tresmil metros. Nosotros que ya hemos superados los tres, los cuatro e incluso los cincomil, le preguntamos qué es lo que se celebra con el cava, respuesta del de Jaulín: -"es nuestro primer tresmil (del mes)"-  No deja de sorprendernos con sus bromas. Decidimos que la descorcharemos cuando comamos, lo haremos en el refugio, queremos llegar pronto por si no tenemos alojamiento, llamar a alguno del valle, no es cosa de volver a la city tras la paliza del ascenso al Posets con el correspondiente descenso. Son tres horas de carretera que ha de sufrir el conductor.

De vuelta.
     Y como sabemos que cuando se hace cumbre solo se ha realizado la mitad del camino, y tras empacharnos de belleza, de aire, de paz, diría también de silencio si no fuera por el de la Safor, pues eso, nos preparamos para emprender el descenso.
    Les comento que he recibido un mensaje, era de mi amiga la "señora Prudencia", que nos recuerda que en las bajadas suele estar el peligro.
       De nuevo por la cresta un rato y al final de esta, sacamos los bastones para ayudarnos en este mar de lajas graníticas y descender hasta el collado, en el que no nos detenemos, delante tenemos la Canal Fonda.

Canal Fonda.
    Un vistazo al Diente de Llardana y "p´abajo".
  En   estos terrenos, con desnivel considerable, suelen hacer mella en las piernas, las tabas comienzan a quejarse. Y es que ya llevan muchos años alojadas en las rodillas.
    Vamos viendo gente parada, echando un bocado, es la hora de comer y se les ve buena cara.
   Nosotros no paramos, pronto abandonamos la canal, esta vez no erramos en el camino y tras dejar la Pleta de Llardana, cruzamos el puente averiado y, sin pausa, nos dirigimos hacia el refugio que descansa bajo la Aguja del Forcau.

Refugio Ángel Orús.
     Nos quitamos las botas y sacamos el condumio. Cuando vamos a pedir la bebida, le pregunto a la guardesa si tenemos cama y, ¡aleluya!, dormiremos aquí. Mientras comemos, se producen dos acontecimientos, el primero es que nos encontramos con unos montañeros de Madrid, con los que coincidimos el último día del trekking Carros de Foc en el refugio de Colomina (Mundo pequeño, este). El segundo de los acontecimientos es que oímos llegar el helicóptero de rescate a recoger una chica que se ha lastimado el tobillo en la bajada. La reconozco, ¡es la moza de las zapatillas reflectantes!...

Celebrando...
...el helicóptero despega y nos deja atónitos cuando vemos como se deja caer por el valle, estas gentes se la juegan, aunque sea por un esguince.
    Nosotros a lo nuestro, comemos con pan y butifarra de Graus, queso de Gabás, cerveza de cebada, tomate de Liliput, y para postre, unas galletas y cava del de Jaulín.
    Fuera, todavía luce el sol y vale la pena asomarse a la terraza y disfrutar por un momento del paisaje, hasta que se pone el astro y el termómetro baja rápidamente.
Ocaso en el Ángel Orús.
Hay que bajar.
     Pasamos la tarde refugiados en el interior, echando un vistazo a revistas montañeras en las que más de uno de los lugares que describen nos suenan.
     En la cena compartimos mesa con un par de mozos que no han podido llegar a Estós y que, uno frente al otro, se cuentan una y otra vez su batalla como si se comunicaran a cincuenta metros, ¡horror!, aún me suenan sus voces en lo más profundo de mi sesera.
     En el exterior hace frío, la luna no ha salido con la majestuosidad que lo hizo  la pasada noche.
  Pronto estamos en el más recóndito de los sueños, el cansancio ejerce de somnífero.
     En Zaragoza ya han comenzado las fiestas, Carmen París habrá ejercido de pregonera mayor y las calles se habrán llenado de gentes de la tierra y de "foranos" de otras, que son acogidos como a hermanos ¡FELICES FIESTAS!.
     Día 11 de Octubre de 2015.
    Antes de proseguir, desearía opinar sobre un tema. Es la segunda vez que, al menos Piedad y yo, nos alojamos en el Ángel Orús. He escuchado y sigo escuchando, una y otra vez, comentarios censurando la actitud y la forma de gestionar el refugio por parte de los guardas. De la primera vez, hace bastantes años, no tengo ningún recuerdo negativo, y eso que nos hacíamos notar. De esta, decir que desde que hemos llegado y pese a la masificación, por ser puente festivo, todo han sido atenciones, constantemente han estado preocupados por conseguir que pasáramos otra noche en el alojamiento, y no solo a nosotros. Todo esto lo han hecho con la sonrisa en la boca. Las cenas y desayunos han sido suficientes, claro que si todos fuéramos como un caballero que, delante de mí, se quejaba de que no hay pan para tostar (ni tostadora). Le digo que esto es un refugio de alta montaña en el que antes se acarreaba el pan con mulas o a la espalda, ahora lo suben por medios aéreos que cuestan un pastón y que la tostadora consume energía que aquí arriba cuesta trabajo generar. No estamos en un hotel de Benidorm, pero eso sí, tenemos wifi, cobertura telefónica y una terraza !que te cagas!.
Aigüeta de Eriste
      Salimos abrigados, la mañana es fresca, aunque no tardaremos en despojarnos de algunas prendas.
     Descendemos por el bosque tranquilamente, disfrutando en cada paso que damos, del paisaje otoñal, de esos colores que nos parecen más intensos que en la subida, del l´Aigüeta de Eriste que baja con más fuerza, de las setas y plantas, del aire, hoy más limpio, y disfrutando, también, del dolor de piernas que nos ha dejado esta espectacular ascensión al virrey Posets.
     Pronto estamos en el coche, rumbo a "las fiestas", no sin detenernos antes a tomar un café en Graus y adquirir alguno de los productos típicos de esta bella población, productos que contribuirán en mucho a que los niveles de colesterol estén a la altura del Llardana y a que las básculas que tenemos al pié de la bañera, no reconozcan el esfuerzo realizado, tan solo reconocerán los "productos de Graus".
      Como dirían nuestros nietos, ¡ha sido un finde guay!, de esos que dejan huella en uno (principalmente en las garras), que nos enorgullece haber logrado otra de las metas que teníamos pendientes; de haber subido y, lo que es más importante, haber bajado cargados de aire puro, de ese aire que me gustaría compartir con esas gentes a los que se les está robando la vida; y todo con una compañía difícil de igualar, tan solo se echan en falta otros amigos que no han podido venir.
    Van pasando los años, pero como decía Ingmar Bergman, "envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena".
Hasta pronto

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Si haces clic aquí, las fotos, una a una, de la ascensión al Posets.
El track para GPS, lo encontrarás haciendo clic aquí.
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia: 15,75 Km.
Desnivel de ascenso: 1853 m.
Desnivel de descenso: 1853 m.

8 comentarios:

  1. Lo hice este verano y leer tu recorrido es como volver a vivirlo. Muchas gracias por estos recuerdos magníficos.

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    1. Danielle merci beaucoup, je ne sais pas si vous serez d'accord, vient de se passer sur le Mont Blac.

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    1. Gracias Chema, si nosotros somos campeones, tú eres estratosférico. Un abrazo

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  3. José Ramón García López16 de octubre de 2015, 20:40

    Muy buena ascensión que me trae bonitos recuerdos de cuando la hicimos con Esbarre. Excelente crónica.

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    1. Es que con Esbarre, se llega a cualquier sitio, incluso uno se puede meter, con ellos, un buen plato de migas como el de ayer en el que te echamos en falta. Un abrazo

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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