martes, 29 de mayo de 2018

BESTUÉ-ESCUAÍN-ARINZUÉ (GR 15)

Día 26 de Mayo de 2018
Los del Stadium
          Larga pausa en estas páginas, varias razones nos han tenido en "reposo biológico": familia, algún viaje turístico como el realizado por tierras palentinas, climatología, poltrona, y, principalmente, intervención en el menisco de Maite que, tras larga espera, le han realizado con, esperemos, éxito.
        Pero hoy, la susodicha me dice – coge la mochila y vete al monte con los mozos y mozas del Stadium Casablanca y mueve esas tabas que se te están oxidando.
           ¡Hala pues!, obediente que es uno, a las cinco y media de la mañana abandona el hogar de camino a las cercanías de la gloriosa Puerta del Carmen, lugar de partida del autobús casablanquista.
           Hasta aquí el espectáculo es entretenido. El centro de Zaragoza está tomado por un buen número de muchachotes; ellos camisa blanca, traje negro y corbata o pajarita, también negra (¿jóvenes cobradores del frac?); ellas vestido de gala arrastrado por un suelo húmedo, deportivas en los pies, tacones en las manos... Se les nota que han pasado una buena noche y no tan buena madrugada pues han celebrado su graduación con alta ídem de alcohol.
Jánovas
       Hoy montamos en minibús (las estrechas carreteras a recorrer así lo exigen) veintiocho aguerridos montañeros, tan solo queda un asiento libre que ocupará Carmen en Labuerda donde nos espera ella y el desayuno que, amigablemente, tomaremos. 
        En Fiscal nos emparejamos con el río Ara que baja más alegre que otros años y que en Jánovas endurece su recorrido como enfadado por la agresión que sufrieron sus gentes, expulsadas de sus casa para la construcción de un pantano que "nunca fue".
        Pasando por Boltaña pregunto a los compañeros de viaje si conocen "el Coño del Mundo" -¡no nos tomes el pelo!– dicen. Pues sí que existe ese lugar, lo publiqué en esta página.
             La carretera hasta el punto de partida se encarga de que cafés, bocatas, croissants, etc. ocupen su lugar en el interior de nuestros cuerpos.
             Las curvas y contracurvas nos muestran a un lado y otro las dos montañas que, con sus cimas cubiertas por las nubes, se miran la una a la otra como en una competición de belleza. Son el Castillo Mayor (2014 m.) y Peña Montañesa (2295 m.). Si entre ambas cumbres había algo de amor, el río Cinca se encargó de separarlo para siempre.
Peña Montañesa escondida entre nubes.

Bestué (Al fondo la torre de la iglesia)
         Llegamos a Bestué (1230 m.), lugar de partida. Entre algunas de sus casa destaca Casa Mur, excelente ejemplo de arquitectura renacentista altoaragonesa. Se le conoce también con la denominación de Casa Antón Barrau, dado el guardapolvo de la ventana central donde se lee este nombre de la los Barrau, antiguos propietarios
          Como no hay pueblo sin iglesia, aquí la suya la dedican a San Pedro construida entre los siglos XVI y XVII. Sus fachadas se han levantado en sillarejo y mampostería, con cubierta a dos vertientes. Consta de una torre de planta cuadrada con varios cuerpos. En la parte superior se abren unos vanos de medio punto y uno de ellos alberga una campana. Culmina con un cuerpo poligonal cubierto con un tejado piramidal.
Arrancando.
          Acicalados con lo más "chic" de la moda montañera arrancamos por la GR.15 por un sendero que comienza en el mismo pueblo.
              El camino va ascendiendo con amabilidad; a nuestra izquierda vemos, mejor dicho adivinamos, los Sestrales; a la derecha, la nubes no consiguen cubrir las paredes de la cara W. del Castillo Mayor. El cielo anda algo amenazante pero, de momento, nos respeta.
        El pino, algo de boj y las aliagas, que dejan marca en las piernas desprotegidas, nos acompañan en un recorrido embellecido por un limpio paisaje agradecido a las abundantes precipitaciones que se están dando en este año. Unos caballos observan el lento caminar de estos bípedos con mochila.
Sestrales
Con Félix en el Cuello Ratón. Detrás Castillo Mayor
           Pronto alcanzamos una pista que, china chana, nos lleva hasta el Cuello Ratón (1690 m.) que bajo la pared N. del Castillo Mayor nos deja ver el paisaje que las nubes permiten. La sierra de Las Tucas y  Sorores tendrán que esperar a mejor tiempo, pero abajo se nos abre, al menos a mí me lo parece, uno de los valles más hermosos del Pirineo: el de Escuaín con sus gargantas que el río Yaga va labrado con paciencia. El pueblo (1200 m.) que da o toma nombre del valle, según se mire, se encarama sobre las paredes calizas que el agua va horadando como si se tratara de un queso gruyere.

Escuaín desde Cuello Ratón (zoom)
En el Cuello Ratón
Descenso.
         Pero no adelantemos acontecimientos pues, amigos, hasta allí hay que bajar por la senda que desciende bruscamente por  el pastizal por la cara  E. de esa especie de reloj al que, como saetas, le estamos dando la vuelta: el Castillo Mayor.
             Poco a poco va apareciendo el pino que va respetando algún espacio para que las hayas nos muestren sus recién nacidas hojas de un verde inmaculado.
              No tardamos en alcanzar la aldea de Escuaín, la iglesia de San Pedro (otra vez el santo) nos recibe con su puerta cerrada. Se trata de una pequeña construcción  de mampostería de planta rectangular. La torre se sitúa próxima a los pies. Tiene planta cuadrangular y está elevada en mampostería. Consta de un solo cuerpo, con un vano en arco rebajado en la parte superior del paramento noroeste.
Iglesia de Escuaín.
          Un breve paseo por las calles nos muestran algunas casas bien conservadas coronadas por las típicas "chimeneras" (chimeneas en aragonés) de montaña.
          Finalmente, algunos entramos en el punto de información que se encuentra en las antiguas escuelas del pueblo. Cuenta con una sala de dimensiones aceptables donde, además de un mostrador para atender las cuestiones de los visitantes, se muestra una colección de fotografías de quebrantahuesos que permite apreciar el diferente colorido del plumaje de esta ave según su edad.
Antes de abandonar Escuaín le damos gustazo a los intestinos, pues no son las trompetas de Jericó las que suenan, son los jugos gástricos que tocan a rebato.
"Chimenera".
¿Damas verdes?
            Aunque hay quien sueña con retirarse de por vida (¡si sabrán!) en este rincón del planeta hay que seguir el camino. En principio lo hacemos por la única carretera del lugar para, pronto, tomar una senda que se dirige a lo más profundo de las gargantas del Yaga.
             Nos estamos adentrando en un profundo bosque de hayas y boj de cuyas ramas cuelgan verdes musgos. Se escuchan algunas sinfonías que los pájaros interpretan en fechas de pasionales cortejos. Miro a un lado y otro y me parece ver, entre la espesura, alguno de los seres que en noches de luna llena (faltan dos días) corretean por estos sus territorios. No debo ser el único, pues duendes, delfos y damas verdes despistan a algunos y ¡zas! caída al suelo, afortunadamente sin más consecuencias que un poco de "betadine" no pueda curar.
Por los bosques del Yaga.
            Lo cierto es que el terreno se encuentra mojado, con mucha hojarasca cubriendo piedras y raíces, por lo que conviene cierto grado de concentración. Lo de los seres mágicos no son más que imaginación mía.
          Este espectacular sendero nos acerca hasta la pequeña población de Estaroniello, más conocida por sus barrancos que por la capilla de San Francisco, un edificio realizado en mampostería muy tosca, con muy escasa argamasa. Aquí esperamos a que el personal se reagrupe, algunos ya van sintiendo el cansancio acumulado.
         Todos juntos caminamos por una pista que discurre paralela al río Yaga, a nuestra derecha asoma el Castillo mayor que, desvergonzado, se ha descubierto en toda su totalidad de las nubes. Debajo asoman las pequeñas construcciones del caserío Miraval. 
Cara Este del Castillo Mayor.
La anciana, cinco años más joven.
             Dejamos la pista para, a la izquierda, tomar un sendero que asciende sin compasión, ¡vamos!, con muy mala leche. El personal no dice ni "mu", tan solo se escuchan las pisadas de unos y otras y los cánticos de los pájaros. El sudor comienza a teñir las camisetas y, ¡hay de quien no se hidrate bien!.
        Con la lengua afuera, atravesamos la pequeña aldea de Arinzué y ¡sorpresa!, veo a la anciana que, cinco años atrás, observaba, igual que hoy, el desfilar de las gentes de la capital por su puerta (dejo aquí el enlace a aquella ocasión).


Últimos metros.
              Menos salud que la anciana padece un miembro de la expedición, nos comunican a través del walkie, que anda indispuesto y que no podrá llegar a Tella. Como estamos a la altura de la carretera que va a Revilla, telefoneamos al conductor del bus para que acuda.
           Dada la dificultad de coordinar el vehículo, la hora legal del exceso de trabajo del chofer y el estado físico del afectado (quedan trescientos metros de desnivel que salvar) damos por concluida la marcha. Tella no se moverá de su sitio y la mayoría ya lo conocemos.
            Un último vistazo al Castillo Mayor, una mirada al amenazante cielo que nos ha respetado y "pá Zaragoza" de un tirón, no sin  antes sufrir un par de fuertes granizadas en el camino.
                Los "esmarfones" nos cuentan que en la capital del "reino d´Aragón" los coches navegan por algunas de sus calles. En Uncastillo, pueblo al que le debo mi existencia pues es tierra natal de mis antepasados maternos, el río Riguel ha mostrado toda su furia desbordando las calles y viviendas más próximas a su paso. Y nosotros "secos por fuera y por dentro"
             En esta jornada, el protagonismo lo ha acaparado la naturaleza: ríos y barrancos con grandes y limpios caudales de agua; la vegetación exuberante hasta la saciedad; los pájaros interpretando mil y un conciertos...; y los compañeros de viaje ¡p´a qué!
Hasta pronto

Datos técnicos
(Para descargar el track haz clic en la palabra wikiloc del mapa)

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