jueves, 24 de enero de 2019

NORDIC WALKING POR ZARAGOZA (De la Chimenea a Movera por el Ebro y el Gállego)

Día 20 de enero de 2019
              Antes de aporrear las teclas me veo en la necesidad de comentar que las fotografías que aquí se exponen, son propiedad del amigo Ignacio Herrero, mi cámara imposibilitada de competir con la sensibilidad de la suya, ha preferido quedarse al calor del hogar.
           ¿Qué es esto del nordic walking o marcha nórdica?: Allá por los años 30 del pasado siglo, los esquiadores finlandeses de fondo, en sus entrenamientos andaban algo aburridillos en esos veranos escasos de nieve; sí, se ponían a correr pero algo les faltaba. Pues bien, al más listo de los escandinavos se le ocurrió la idea de salir a entrenar también en el "estío nórdico" con los "palos". Cincuenta años después, un iluminado introdujo en EE.UU. el uso de los bastones.
              A finales de siglo, una marca deportiva ––cómo no–– presentó esta nueva disciplina de caminar con bastones demostrando sus cualidades deportivas y aportaciones al buen estado físico de sus practicantes. Y ¡hale!, para que se la conociera en todo el mundo bautizaron a esta actividad con el nombre de "Nordic Walking".
Marchadores por las orillas del Ebro.
            Tras el boom que se produjo en varios países europeos, allá sobre el año 2005, en L´Alfas del Pi (pronto iremos p´alla),  se organizaron los primeros cursos en España, principalmente por veraneantes alemanes, para llegar a la actual situación de esta disciplina.
          Incluso, a uno que le van más las cuestas que los llanos, le va entrando cierto gustillo a este asunto de la "marcha nórdica"; ¿será por que en su práctica utilizo el 90% de mis envejecidos músculos?; ¿será porque, en estos recorridos, descubro bellos rincones, entre otros, de Zaragoza?; ¿será porque las gentes con las que compartes la marcha, no solo están sanos de cuerpo sino también de espíritu?; ¿será porque...?, ¡qué sé yo!, pero allí que vamos. Los amigos del Club CAI Nordic Walking ponen el resto.
Bella estampa.

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Primeros pasos.
      Montados en el moderno tranvía, que tantas bilis causa a la derecha zaragozana, nos encontramos con algunos de nuestros compañeros de viaje. El vehículo cruza el puente de Santiago, pasarela que fue en otra época (15 céntimos de peseta había que pagar para cruzar el Ebro) y que nos deja en la chimenea (cheminera le llamamos por Aragón), último vestigio de lo que fue el barrio de La Ortilla.
           Pese a lo avanzado de la fecha, el invierno puro y duro zaragozano se resiste a visitarnos, por lo que la mañana promete regalarnos una soleada caminata.
           La comitiva ¿nórdica? comenzamos a caminar (y charrar), aguas abajo, por la margen izquierda del río Ebro; al otro lado, las torres del Pilar, inmóviles, apuntan hacia un cielo casi limpio de nubes.
Antiguo Puente de Piedra.
           Pronto estamos atravesando uno de los arcos del Puente de Piedra, el más antiguo que cruza el  Ebro, cuyos orígenes se remontan a la fundación de la ciudad, hace 2000 años (de piedra ahora, pues los amigos romanos, en principio, lo construyeron de madera). Coincidía con la prolongación de Cardo Maximus (hoy Jaime I), frente a una de las puertas principales de la ciudad y, como ahora, servía tanto de puente como de acueducto. Cuatro leones escoltan este histórico puente que recuerdan a los que lo adornaban hasta principios del siglo XX, que fueron retirados para ensanchar la calzada en 1917. Una copla popularizada por el jotero José Oto así lo recuerda: "El viejo puente de piedra, cuatro leones tenía; si reviviera el tío Jorge de pena se moriría".
Más puentes.
             Al de Piedra le siguen los de Hierro, Azud, Pasarela Bicentenario, Las fuentes y otros puentes de tren y autopistas.
     En el entorno del río, cormoranes, garzas, ánades, gaviotas y otras aves de las muchas que pueblan este entorno, compiten por ver cuales de ellas son más bellas.
         Alcanzamos la desembocadura de otro río, el Gállego (Gallicus en latín y Galligo en Aragonés), cuyo nombre algo tiene que ver con las proximidades de su nacimiento.                 Lo recorremos, aguas arriba, pero tranquilos, no vamos a llegar a Las Galias, sus aguas nos guían hasta las proximidades del barrio de Santa Isabel para, tras un merecido descanso, cruzar su cauce por un coqueto y resbaladizo (la lluvia de la noche lo ha mojado) puente de madera.
Garzas
Cormoranes
Río Gállego.
           Amigos ¡hay que volver al Ebro!, así que de nuevo estamos, ahora aguas abajo, recorriendo las orillas del Gállego por un sendero que se introduce en un soto en el que observamos el resultado de la riada del 2012 y la recuperación de esta bonita senda. 
              La luminosa mañana invita a algunos pájaros a entonar sus conciertos: pinzones, petirrojos, carboneros, mirlos, herrerillos, acentores... emiten su característicos cantos a nuestro paso.
           Casi sin darnos cuenta, hemos dejado el Gállego y, nuevamente, estamos calentando "garras y bastones" por las orillas del Ebro.
De nuevo, por el Ebro.
Se van las aguas.
         El sendero discurre, unas veces por el interior del soto, otras por la pista que compartimos con los ciclistas, eso sí, siempre acompañados por el Ebro. En la otra orilla observamos la densa vegetación del Soto de Cantalobos que cumple una importante labor como refugio y lugar de alimento para numerosas aves en la época de migración.
       Chino chano, "vamos tragando millas" y disfrutando de un día impropio de invierno; ahora hay que dejar el Ebro que sus aguas discurran tranquilas, algo estremecidas de miedo por los obstáculos que se encuentra y que al final del camino llorará y suspirará vertiendo sus lágrimas sobre la inmensidad del Mediterráneo, ese mar de dos caras la una de diversión y la otra de tragedia.
           Un giro de 180 grados nos introduce en la huerta zaragozana, ahora es la acelga la que mayormente crece en estas fértiles tierras.
Por huertas, ribazos y acequias.
En La Torrevirreina.
       Entre col y acelga, nos acercamos hasta la puerta de la Granja Escuela Torrevirreina, un centro de ocio educativo en plena naturaleza en el que se pretende que los niños de segundo ciclo de infantil y primer ciclo de primaria de los colegios de Zaragoza tengan posibilidad de entrar en contacto con la naturaleza, adquirir hábitos medioambientales de una forma divertida. El edificio principal de pretendido estilo neo-mudejar nos sirve de decorado para una buena fotografía del grupo.
            Unos pocos metros más y llegamos al punto final, el barrio rural de Movera; sus calles y algunos vecinos ejercen de testigos de las maniobras de estiramientos dirigidas magistralmente por Fernando Morata, maniobras que concluyen en la Plaza Mayor, sede de algunos bares que son abordados por esta legión de "marchadores marchosos".
             En esta mañana, la climatología ha puesto su bonanza al servicio de este grupo de practicantes de marcha nórdica, mozas y mozos que, según dicen los expertos, le han metido caña al 90% de los músculos; mozas y mozos que han compartido unas horas de profundas charradas aportando algo más de intensidad al ritmo cardiaco en función del tema de conversación.
                    Yo, la verdad, me lo he pasado pipa, he caminado, charrado, compartido, reído, disfrutado...; ahora a ver si los de Esbarre nos ponen alguna cuesta que subir (y bajar), que aunque no movamos tantos músculos, ¡leches!, habrá que meterles caña a las garras.
Hasta pronto


Datos técnicos
(El track pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)


Hora Inicio: 9:11 20 ene. 2019

Hora Fin: 13:13 20 ene. 2019
Distancia recorrida: 14,1 km (04:01)
Tiempo en movimiento: 02:56
Velocidad media: 3,49 km/h
Vel. en Mov.: 4,78 km/h
Velocidad Máxima: 7,86 km/h
Altura Mínima: 170 m
Altura Máxima: 212 m
Velocidad Ascenso: 167,2 m/h
Velocidad Descenso: -178,9 m/h
Ganancia Altitud: 342 m
Pérdida Altitud: -347 m
Tiempo Ascenso: 02:02
Tiempo Descenso: 01:56

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