viernes, 4 de enero de 2019

POR EL IBÓN DE ACHERITO (circular)

Día 31 de diciembre de 2018
            Nada mejor para despedir este revuelto año que un garbeo por este bello rincón pirenaico. Su paisaje y la necesidad de rebajar algún gramo adquirido en estos días plenos de gula ejercen el necesario magnetismo para coger el buga, subir hacia la impresionante Selva de Oza, detenernos en el parking de La Mina (1225 m.), cargar las mochilas en la espalda y tirar "p´Arriba".
          Son fechas de poco personal por la montaña; Maite y yo, felizmente solos, vamos a recorrer el sendero denominado "S.5" de la Red Natural de Aragón ubicado en el Parque Natural de los Valles Occidentales, uno de los ecosistemas mejor conservados del territorio, en el que el desarrollo urbanístico ha sido bastante menos agresivo que en otros valles. Los hábitats pueblan la zona de influencia se componen de hayedos, bosques de pino negro, abetales, y pastizales. En cuanto a la fauna, destacan el oso pardo, sarrio, quebrantahuesos, buitre leonado, pico dorsiblanco, insectos protegidos y varias plantas endémicas.
Dulce mirada del Sarrio.
Salvando el Barranco de las Foyas.
            Hoy el cielo luce un espléndido color azul; las aguas del Aragón Subordán se van, sus puentes se quedan; los puentes dicen del río: ¡quién se pudiera marchar! y el río dice de los puentes: ¡quién se pudiera quedar!. 
         Nosotros que no somos puente ni río, calentamos las garras ascendiendo por el barranco de la Foyas en dirección hacia el Puerto del Palo, es la senda que discurre por la antigua calzada romana Cesaraugusta-Beneharnum, vía que unía la Hispania romana con las tierras de las Galias, a través del valle de Hecho ––no sé los romanos, leches, la cuestecita se las trae––.
Collarada.
            Pero nuestro destino es otro, las Galias habrán de esperar, ya que en la cota 1600, una indicación nos indica que hemos de girar a la izquierda, bajo la muralla que conforman los mallos Cristian y Las Foyas. Sus desvestidas paredes, carentes del manto blanco que en estas fechas las debería cubrir, nos impulsan a echar la vista atrás; allí, con la majestuosidad que le caracteriza, surge el Castillo d´Acher provocativamente enfrentado con la punta de Chipeta Alto. Más lejos, esta sí, Collarada luce su túnica blanca.
Castillo d´Acher.
¡Qué envidia!
             Antes de alcanzar la Solana del Buxe, bajo nuestros pies, observando el camino recorrido, adivinamos la figura de un montañero que sigue nuestros pasos ––¡no estamos solos!.
          Me reafirmo en lo de que "no estamos solos" pues la soledad de esta mañana, nos premia con el descubrimiento del ir y venir de algunos sarrios saltando de risco en risco. De vez en cuando se detienen a observarnos y, no sé, supongo que adivinando la envidia que nos produce el no ser tan ágiles como ellos.
           El sendero se va suavizando, a nuestro paso aparece algo de nieve; otros sarrios juguetean en la ladera que nos separa del barranco de Acherito; el sol aprieta más de lo que debería en este último día del año; las chovas emiten sus sonidos mientras vuelan en bandada, cuando nosotros, casi volando, nos presentamos en el Ibón de Acherito (1875 m.).
Llegando al...

...Ibón de Acherito.
Al fondo el Pic du Lac de Chourique.
         Ahora es cuando los sentidos, los recuerdos y la imaginación se centran en este bello y solitario rincón. En los espejos del agua se contemplan viejas historias de las gentes que, huyendo de los posos del dictador, huían hacia Francia; imaginamos, también, la presencia de las "fadas d´os ibons", que recorrían todos los ibones del Pirineo en las noches de luna llena; asimismo recordamos cuando, hace algunos años, el que fue nuestro perro Atos probó las frías aguas del ibón.
          Como espejos, en las aguas de Acherito se reflejan las laderas que lo rodean, manchadas por una nieve que se resiste a cubrir las paredes del Pic du Lac de Chourique (2116 m.).
Descenso.
            De tan relajante lugar no podemos marchar con prisas, nos sentamos junto al desagüe natural; aparece el "lobo solitario" que hemos visto en la subida; se trata de Ángel un montañero valenciano que huye de las celebraciones propias de estas fechas, subiendo picos y recorriendo este y aquellos otros lugares menos agresivos que las ––según cuenta–– opulentas cenas. Nos intercambiamos cámaras y algunas charradas, echamos una última mirada al ibón y ¡p´abajo!.
           El descenso, al estar más protegido del sol, presenta algo más de nieve en nuestro camino por lo que debemos caminar con algo de prudencia.
Desde el ibón.
Cabecera del Barranco Acherito.
            De vez en cuando nos detenemos a admirar el paisaje: abajo, en los pastos que rodean los primeros metros del barranco de Acherito, se adivina el sendero por el que deberemos pasar, así como el refugio del Barcal de Acherito. Por encima de todo esto, apuntando al cielo azul, el Mallo Acherito (2374 m.), Sobarcal (2257 m.), Petrechema (2371 m.), Petraficha (2186 m.)... En fin, todo un espectáculo que solo se puede contemplar desde este maravilloso palco.
        Llegados al mencionado refugio, nos reencontramos con Ángel y, sentados en su soleada puerta, sacamos de las mochilas el escaso condumio que hemos acarreado ––hay que dejar espacio para la cena de Nochevieja.
Mallo Acherito.
Barranco de Acherito.
             Se está bien en el garito pero aún queda camino, eso sí, ahora más sencillo de recorrer. Se trata de seguir las aguas del Barranco de Acherito, aguas que como la vida unas veces corren bravas y otras descansan en frescos remansos; aguas cristalinas unas veces y otras turbias; aguas que acabarán deslizándose suavemente por el fértil valle para dar de beber al ganado y a las gentes; aguas que nacen allá arriba, y que mueren para dar vida al río Aragón Subordán.
         Como el río, como la vida, hemos ido avanzando hasta alcanzar el punto de partida, atrás ha quedado una mañana, la última de este año. En el 2019, otras mañanas vendrán y luego se irán, saldrá el sol y luego se ocultará, vendrán amigos y luego se irán, pero ellas, las montañas, siempre estarán esperándonos con sus ibones, sus valles, sus barrancos, sus gentes...
        Ya en el pueblo, frente a San Pedro de Siresa, nos tomamos unas merecidas cervezas. Terminaremos la jornada cenando al calor de la lumbre y de la entrañable compañía de los hermanos y sobrinos de Maite. Con las uvas, cada cual haga lo que pueda.

           Hasta pronto

Datos técnicos
Recorrido
Perfil:
Distancia, 11 Km.
Ascenso total, 703 m.
Descenso total, 703 m.

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