viernes, 4 de febrero de 2022

PARQUE RURAL DE ANAGA (El Bosque de los Enigmas)

 Día 24 de enero de 2022
        "Salvado el triste paréntesis al que aludía en la anterior entrada, dedicada al Alto de Guajara, retomo el acostumbrado aporreo a las teclas del ordenador, intentando volver a plasmar alguna de las jornadas que Maite y yo pasamos en tierra de Guanches, tierra de lava y selva, tierra bañada en sus cuatro costados por ese océano que ha visto navegar a mil y un marineros en busca de, unas veces aventuras, y las otras, tesoros escondidos al otro lado de este inmenso Atlántico".

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Un rincón de Anaga
        Dejamos el inhóspito Parque nacional del Teide para, por serpenteantes carreteras, desplazarnos al Parque Rural de Anaga. Este parque ocupa una gran extensión del macizo montañoso situado en el nordeste de la isla de Tenerife. Profundos valles y barrancos que descienden bruscamente consiguen llegar hasta el mar y formar numerosas playas. Esta zona alberga, además, una fauna y una flora rica en endemismos.      
La sombra sobre el paisaje
        Conforme nos vamos adentrando en este mundo, observamos las formaciones geológicas como los roques (viejas chimeneas volcánicas), los diques (fisuras rellenas de magma solidificado), acantilados, verdes y escarpados barrancos lavados por las gotas que los vientos alisios han depositado en este fértil bosque.
        Para ser testigos de esta dura belleza realizamos un corto, pero agradable recorrido, por el sendero denominado "El Bosque de los Enigmas" para, una vez finalizado, por retorcidas y estrechas carreteras de vértigo, pero de hermoso trazado que discurre bajo un túnel vegetal, descubrir los acantilados que se cuelgan sobre el Atlántico.
El Bosque de los Enigmas
Primeros pasos
        El camino comienza en el abarrotado Mirador De la Cruz del Carmen. Acabamos de arrancar y ya parece que caminamos por medio de una tupida selva.
        Los primeros 100 metros son de adaptación, cambiamos asfalto por tierra húmeda (y unas escaleras) que no nos abandonará hasta la vuelta. 
        El sendero se abre paso entre una gran variedad de especies con las hojas similares al laurel, de ahí el nombre de "laurisilva". Se trata, nada menos, que de un fósil viviente, una reliquia que ha sobrevivido desde hace 40 millones de años. La cuenca mediterránea estaba cubierta por este tipo de bosque hasta que las glaciaciones acabaron con él, tan solo se salvaron algunos bosques de la Macaronesia (Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira y las islas Salvajes). Gracias a la gran humedad que aportan los vientos alisios, una gran variedad de especies pueblan nuestro camino, entre las que destacan tilos, palo blancos, brezos, tejos, fayas, líquenes, musgos, helechos...
De troncos retorcidos
En el bosque de laurisilva
Musgos y líquenes
Desde el Mirador de Zapata. Las nubes esconden el Teide
        El bosque, con sus troncos retorcidos y tumbados al capricho de los alisios, nos engulle por un cómodo y serpenteante camino; en alguno de sus tramos, unas escaleras nos facilitan salvar algún que otro desnivel. A mitad del camino nos asomamos al Mirador de Zapata; entre algunas nubes adivinamos las ciudades de Santa Cruz y San Cristóbal de La Laguna. De estar despejado veríamos la cumbre del Teide. 
        El sendero, perfectamente señalizado, poco a poco nos va devolviendo al lugar de inicio. No es una ruta para presumir de grandes distancias ni de elevados desniveles, se trata de un paseo que nos ha introducido en un mundo, más que de enigmas, casi de cuento, casi mágico; en cada uno de sus rincones se respira el frescor que emana de sus árboles gigantes; entre la verde vegetación se escucha el canto de los pájaros y bajo nuestros pies, el crepitar de las hojas secas.
¿Enigma?
Capricho de los vientos alisios
Stairway to Heaven
Olor y sabor a mar
        Finalizado el recorrido, por carreteras de esas que me encantan (curva, precipicio, vistas, etc.), nos acercamos al sur de Anaga, concretamente a San Andrés. Nada más llegar se siente el olor a mar, aroma que unido a las cocinas de los restaurantes, magnéticamente nos coloca en la terraza de uno de ellos y, lo aseguro: "rico, rico".                                     
        Un paseo para rebajar el buche, nos acerca a la playa de las Teresitas dotada de arena blanca (de importación).
        Volvemos por la misma carretera para, más adelante, en el paraje de El Bailadero, dorsal de los valles de San Andres y Taganana, desviarnos hacia este último. Antes de llegar nos detenemos en el mirador del Risco Amogoge (¡uf, de vértigo!) desde donde se contemplan el blanco de las casitas en contraste con el verde de las montañas y el azul del mar. 
San Andrés
Playa de las Teresitas
Roque de las Bodegas
        Descendemos hasta la playa del Roque de las Bodegas, al que accedemos por un sendero labrado en la roca para respirar el aire del océano y captar el agreste paisaje del litoral, como los Roques de Anaga, el de Adentro, o de Tierra, y el de Fuera, dos islotes que emergen del mar. 
        Algunos rincones  encierran leyendas como en El Bailadero de las Brujas, pues cuentan que  "deambulaban, las noches de aquelarre, cuando acababan estas reuniones, un numeroso gentío: las brujas, compuestas con negros ropajes y abrigados sobretodos, sus amigas y esas otras personas que deseaban iniciarse en la práctica de la brujería, formaban una compacta muchedumbre que, por la enriscada cumbre, bajaban lentamente para ver si encontraban algún caminante al que maleficiar".
Al fondo, los Roques de Anaga
        En busca de estas y otras historias quedamos, unos días más, en las islas para descubrir algunos rincones más o menos turísticos, lugares que nos traen hermosos recuerdos de treinta años atrás. ¡Treinta años! ¿Quién me iba a decir que al cabo de ellos, carente de cabello, pleno de arrugas, aturdido por la memoria derramada en estos años vividos, estos "treinta años" iban a producirme tal emoción?.
        Hasta pronto

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Recorrido del sendero "El Bosque de los Enigmas"


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