sábado, 6 de agosto de 2022

CAUTERETS Y ALREDEDORES

 Julio de 2022
        Algunas tareas ajenas al contenido que aquí se recoge, han sumido profundamente en "stand by" estas páginas, pero la memoria sigue intacta y, aunque sea en la distancia que marcan las hojas del calendario, voy a intentar contar alguna historieta y resumir unos días en los que, tradicionalmente, nos damos un garbeo allende nuestras fronteras.
        ¿Qué le vamos a hacer?, pasa el tiempo, mas no es nada malo, aunque algunas veces la arena de aquellos viejos relojes se alce en vuelo con la fuerza del cierzo, viento implacable cuya ausencia extrañamos en estos duros días de sofocante calor que se vive en nuestra "¿inmortal? Zaragoza".
Gave de Cauterets
        El año pasado nos dejamos caer por Chamonix, bajo las sombras del Mont Blanc. En esta ocasión, no sé si por pereza o por el precio del combustible, el buga no nos ha querido llevar más allá de los Pirineos, concretamente a la bella localidad gala de Cauterets, pueblo que, a sus 1000 metros altura, se aloja bajo las faldas de otra gran montaña, el macizo del Vignemale, cuya etimología parece ser que viene del latín "vallis caldarensis", por lo de sus aguas termales.
        Unos días en esta ciudad nos han venido bien para desconectar y refrescar cuerpo y mente (corporis et animi).
        Nada más llegar nos invade la duda de si estamos en una pequeña ciudad de montaña o en un pueblo con aspecto de ciudad. Como decía, nada más llegar, dejándonos perder por sus calles y plazas, se adivinan los restos de su mejor época del termalismo.
Hotel Inglaterra
        En sus aguas metieron sus dignos traseros personalidades históricas como Victor Hugo, George Sand, Chateaubriand e, incluso, el mismísimo Napoleón III, entre otros.
        Los ostentosos hoteles del siglo XIX de estilo neoclásico hablan de un pasado esplendoroso, de unos tiempos en los que todo era posible gracias a las devotas visitas de los aristócratas. Es el caso de la Princesa Galitzine, de origen ruso, que mandó construir en 1840 un maravilloso palacete, pero lo acabó vendiendo tras comprobar cómo crecía enfrente y le robaba las vistas el Hotel Inglaterra.
        Cauterets tiene dos termas; las de Cesar ubicadas en el centro del núcleo urbano, y las de Raillerè, localizadas a dos kilómetros. Otro edificio destacable es la "Gare", antigua estación, monumento histórico de 1898 en el que en cualquier de sus esquinas te puedes encontrar con "Billy el Niño".  Totalmente construida de madera, su arquitectura recuerda el estilo western. Es el pabellón noruego en la Exposición Universal de París de 1889, que fue trasladado y reconstruido aquí, en Cauterets.
Palacete de la Princesa Galitzine
La Gare de Cauteretts
Edificio del ayuntamiento
En Pont d´Espagne
        Y allá donde terminan esas calles, con sabor a la "Belle Epoque, aparecen los valles que se elevan hacia el sur como queriendo adentrarse en la mismísima España.
        ¿Será por eso que uno de sus rincones más espectaculares es el llamado Pont d´Espagne?, Ya hace un fajo de años, con los amigos de Esbarre, descendiendo en una larga travesía, arribamos en tal lugar.

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Desde Cauterets a Pont d´Espagne, un autobús sube y baja varias veces al día, pero cogerlo sería un error, así que, una mañana, nos cargamos las mochilas y madrugamos para quitarnos las horas de ese calor que está azotando a toda Europa.
La Raillere
        A lomos del buga nos acercamos a "La Raillerè", inicio desde el que comenzamos a remontar el barranco (gave le dicen allí) de Marcadau, por el sendero denominado "Camino de las Cascadas". 
        Así es, uno tras otro van apareciendo espectaculares y poderosos saltos como las "Cascade d´Scane-Ghat", "Mauhourat", "Cerisey", "Pouey Bacou", "Pas de l´Ours", Boussès", hasta alcanzar la última, ya en Pont d´Espagne. 
        Toda una verbena de sensaciones encerradas en rincones que tan solo el agua puede crear, rincones en los que el rumor de esa agua ejerce la misma influencia sobre uno que la del smartphone cuando lo pones a cargar.
Cascade de Mauhourat
Cascada de Cerisey
Cascada de Pouey Bacou
Cascada Pas d´lOurs

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Valle de Gaube
U
n par de días después: 
––Maite ¿ande vamos hoy?
––Donde quieras
––Dicen que hay un garito que tiene una buena birra artesanal
––Pues vamos
––Vale, dicen que se llama "Refugio des Oulettes" y que está un poco alto
Así que volvimos a cargar las mochilas y "tira p´arriba". Como no habíamos venido a sufrir, unos remontes nos subieron un buen tramo que, tras un agradable paseo, entre abetos, flores y vistas sobre el valle, nos acercó al "Lac de Gaube". En las aguas se reflejaban las cumbres que, sobre este impresionante paisaje, se elevan en busca de alturas imposibles.
En el Lac Gaube
Cascada de Esplomouse
        Seguimos remontando La Gave des Oultettes por una agradable senda en la que los pájaros nos regalaban un buen concierto de trinos. 
        Estos ríos, al contrario de los del sur, llevan suficiente agua como para mostrarnos el resultado de su bravura, de su poderío libre de ataduras, pues son aguas libres, sin dueño, sin ataduras, sin miedo, lo que les facilita dejar surcos y huellas profundas en su pasear por estos hermosos valles, surcando gargantas profundas
    Así es, pues remontando su cauce pudimos regalarnos los ojos con hermosas cascadas como la de Esplumouse.
Una mirada atrás, dirigimos la vista a lo caminado hasta aquí, el lago de Gaube iba quedando lejos.
El lac Gaube...
... va quedando lejos
Remontando
        Chino chano, la imagen del macizo que teníamos al sur se iba haciendo más grande; a la derecha, como queriendo alcanzar el cielo, el Gran Vignemale o Comachibosa (Aragón) (3298 m.). No menos espectaculares, le acompañan el Pitón Carré (3197 m.), el Pointe Chausenque (3204 m.) y, cómo no, el hermano menor Petit Vignemale (3032 m.). Bajo toda esa verbena de montañas, el glacial, poco a poco, va menguando, pero de todos los modos, el espectáculo es de postal, más si lo disfrutas, como hicimos nosotros, con una fresca cerveza servida en el refugio de Oulettes, al que ya habíamos llegado,
        Con los ojos cansados de tanto admirar el paisaje, el regreso lo realizamos por el mismo camino de subida, pero en esta ocasión con una parada sobre la cascada de Esplumouse, para cumplir con nuestros estómagos. El lago de Gaube, que recibe la luz desde otro punto, se había teñido de un bello turquesa. Más abajo, sobre el valle, las nubes se sumaban a estas magníficas postales.
Picos y glaciar
Aguas teñidas
Valle de Gaube
Cabaña en la Fruitière
        Dos
 días más tarde, como por aquí lagos no faltan, decidimos subir al "Lac d´Estom", así que cogimos el buga y por un estrecha, pero bella pista nos acercamos hasta "Lea Fruitière", una zona dotada de restaurante, parking, corral de animales y grandes prados.
        En esta ocasión se trataba de remontar las aguas de la "gave de Lutour", que como las de días atrás, nos obsequiaban con cascadas y rincones dignos de nuestra admiración. Además del agua, el resto del entorno era de una belleza desbordante.
        El principio de la ruta era sencilla, en alguno de sus prados pacían varios equinos, unos pocos metros más arriba, la misma acción era realizada por una manada de sarrios (isards en Francia).  Es aquí, precisamente cuando el bosque se hacía más espeso, cuando el río se deslizaba formando pequeñas cascadas y saltos de agua que engrandecen, si cabe, la hermosura de este enclave natural.
Ríos con puentes
Ríos que bajan
Sarrios, rebecos, isards, desayunando
Lago d´Estom
        Cruzamos un puente que nos permitía salvar la corriente para continuar ascendiendo hasta alcanzar el refugio y lago d´Estom (1804 m.), situados en el circo de Lutour. 
        Nos sentamos sobre unas rocas a disfrutar del entorno que se encuentra bien vigilado por un par de guardias, los picos de Estom Soubiran (2.829 m) y Labas (2.946 m) dominando el lago a ambos lados de sus orillas.
        Había que sacar el trasero de la piedra para sentarnos en la puerta del refugio y tomarnos... no, esta vez no era cerveza; un par de cafés y ¡p´abajo!, cosa que hicimos sobre nuestros pasos de subida.
        
¡Salud!
                                                                                   
        En las orillas del "gave", con el sonido de sus aguas, nos alojamos en una sombra y "ñam, ñam".  Allí, sentados, entre bocado y bocado, veíamos las aguas correr hacia su destino, hacia el nuestro, pues, como el río, fluimos en direcciones paralelas.
        Solo nos quedaba regresar al punto de inicio para, en la Fruitèrie, ahora sí, ahora tomarnos unas merecidas birras, servidas en fríos y magnos vasos para poco después, volver a casa e iniciar un nuevo "stand by", que es lo que toca ahora y, cuando las actividades vuelvan a lo cotidiano, darle tute a la Vieja Mochila.
        Hasta entonces


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