miércoles, 21 de febrero de 2024

RODANAS - CUEVAS COLLAO, SILLARES Y EL GATO - CERRO MONEGRÉ (circular)

 Día 17 de febrero de 2024
        Estos de Esbarre no dejan de sorprendernos: de un paraje cercano a casa, sacan de la chistera una ruta circular en la que no faltan los ingredientes indispensables para pasar un día verdaderamente agradable.
Compañeros
        Haciendo un ejercicio de memoria, tarea cada vez más dificultosa para mi edad, puedo evocar la última vez, y fue por motivos profesionales, que estuve en el Santuario de la Virgen de Rodanas, fue allá en los últimos años de los setenta. 
Santuario de la Virgen de Rodanas
        ¡Ah, cómo no maravillarse de la transformación!: aquel oscuro y desolado rincón epilense, donde hasta los conejos temían aventurarse por su abrumadora soledad, ahora se erige como una urbanización (¡por supuesto!) donde sus "afortunados habitantes" se regocijan los fines de semana deleitándose con las delicias de una barbacoa. ¡Qué ironía más exquisita!
        El santuario se levanta en el lugar en el que, según la tradición, se apareció la imagen de la Virgen a un pastorcillo, a unos 14 kilómetros del casco urbano (¡qué afortunados eran los pastores en sus encuentros con vírgenes!). Primero se edificó una pequeña ermita en su honor, en el lugar de su aparición, pero debido a la gran afluencia de gente, hubo que ampliarse, construyendo hospederías y casas para los labradores que cuidaban las tierras. 
        El nombre del templo viene dado por su ubicación, que deriva de la antigua palabra árabe Roda-Nadir que significa frente a Roda, antigua ciudad árabe, que hoy es Rueda de Jalón. 
Recinto del santuario
        Allá que vamos. ¡Qué divertido protocolo!: aunque el viaje sea un paseo de corta distancia, la jornada insiste en que el despertador suene a la hora acostumbrada para este menester, asegurándose así de que un variopinto grupo de madrugadores abordemos el autobús, que hoy tiene el honor de ser conducido por el siempre afable Miguel.
        La tradición demanda una parada en el trayecto, donde cada uno satisfará sus más urgentes necesidades (cafeína, chocolate, cruasanes, bocadillos, o asuntos más "corporales", por así decirlo). Con un toque de silbato, todos nos reagrupamos ordenadamente en el autobús. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos en nuestro destino final, el tan venerado Santuario. ¡Una experiencia verdaderamente sagrada, sin duda!
        Comenzamos a caminar ("bien tapadicos", pues el cierzo sopla con ganas), por una pista en dirección NE dejando a nuestra derecha un precioso olivar por el que finalizaremos la jornada.
¡Hale, a caminar!
        Se camina bien por pista, pero, ¡ay!,  pronto dejamos tan querido terreno para girar hacia el sur, campo a través, por un terreno en el que solo transitan la cabras y este curioso "batallón esbarriano".
Como cabras
            Imitando las habilidades del animal recién mencionado, nos dirigimos hacia un lugar donde se ubican las majestuosas cuevas de Collao y Sillares, junto con la más impresionante de todas, la Cueva del Gato.
         La del Gato, con su imponente tamaño y sus dos entradas, nos cautiva con el irresistible magnetismo que los rincones más ocultos ejercen sobre nuestra alma viajera. Iluminados por los frontales y las linternas de los móviles, la recorremos hasta lo más profundo de la gruta. Su nombre está relacionado con un gato aventurero que se adentró en ella en busca de alimento y cobijo. Según cuenta la leyenda, el animal consiguió atravesarla y apareció nada menos que en Ricla. ––¡Menuda sorpresa se llevaría su dueño al enterarse!––
Nos adentramos en un mundo interior
Luces y sombras
Avanzando hasta el fondo
Testimonio gráfico de que nadie quedo afuera
        Que nadie busque en estas cuevas resto alguno de seres prehistóricos, ni pinturas rupestres. Se trata de excavaciones para la extracción de piedra para, entre otros usos, ser utilizada para la construcción de la casa del conde de Morata (Audiencia Provincial de Zaragoza) por parte del cantero Juan de Vidaina. También hay información de que se cortó piedra de estas cuevas, durante el siglo XIX, incluso por penados, para el puente de Piedra de Zaragoza (Fuente: Gisber y Pastor. 2009: 390-394).
Piedras y más piedras
        Tras la acostumbrada foto de todo el grupo, abandonamos la "El Gato" de la misma manera que aquellas cabras, es decir: por campo a través, para alcanzar las ruinas de la mina La Esperanza, construida por una empresa catalana en 1947, para la transformación del mineral de cobre que llegaba de Purroy, Biel, Jarque y Rodanas. A comienzos de los años cincuenta pasó a manos de Explotaciones Mineras Aragonesas, que echó el cierre en 1955 (¡cómo somos en esta tierra!). 
        Aquí hacemos un descanso de avituallamiento. Me doy un garbeo por lo que queda de la mina y, la verdad, es sobrecogedor cuando la mente echa la vista atrás para adivinar aquellos tiempos. La mina de La Esperanza contaba con un buen número de instalaciones. Algunas tenían un uso meramente industrial, mientras que otras estaban ocupadas por los trabajadores, aunque había diferencias en función de su categoría profesional. Es lamentable que La Esperanza, con su nombre tan evocador, haya tenido una existencia tan efímera. Sin embargo, perdura como un testimonio del rico legado industrial de la comarca de Valdejalón.
Paredes que resisten
Testimonio del pasado
        Pero hay que continuar. Dejamos la mina pasando ante las modestas viviendas que compartían los obreros. 
Viviendas de los mineros
        Por suerte, abandonamos el "campo a través" y avanzamos unos metros por pista, en dirección oeste. Ahora giramos al sur, por una empinada cuesta que cada uno aborda según sus habilidades. A nuestra derecha, los restos de lo que fue una cabaña nos anuncia el siguiente camino a seguir que, por cierto, nos evoca al mamífero rumiante antes 
nombrado. Se trata de la senda Matacabras, que en su trayecto hacia el oeste, se muestra más amigable que aquel tramo del principio.
Siguiendo el sendero
        Finaliza la Matacabras en un collado desde el que es fácil contemplar nuestro objetivo, pero antes hemos de transitar un cómodo cordal, alcanzar el alto de Valdemanzano (916 m.) y con un último esfuerzo, tomar (literalmente) el vértice geodésico del Cerro Monegré (924 m.).
En la cima del Monegré (¿mal de altura?)
        Sin duda, este montículo no alcanza la magnificencia de las imponentes cimas del Pirineo o de otros sistemas montañosos. Sin embargo, quienes hemos ascendido hasta este espléndido mirador no podemos evitar dirigir la mirada hacia esas grandiosas montañas.
        Hacia el norte, tras la depresión que forma el Valle del Ebro y los cientos de aerogeneradores que lo adornan, se adivina la blanca estampa de las montañas pirenaicas: Más cerca se deja ver la Sierra de Guara, con las inconfundibles siluetas del Gratal y Fragineto. Y cómo no, un vistazo al oeste nos muestra esa montaña cantada y contada por poetas y juglares que es el Moncayo, pico muy bien escoltado por los Buitrera, Tablado, Bollón, Galiana... Giramos un poco el pescuezo hacia el sur y, en lo alto de la Vicora, se alzan el Pico del Rayo y el Cerro de Santa Brígida (inconfundible por los radares). Otras sierras fácilmente divisibles desde el Monegré, son las de Algairén y La Virgen.
La bruma impide ver más allá de los aerogeneradores
        Foto va, foto viene y "p´abajo", no hay tiempo que perder que hoy toca convite. Retrocedemos unos metros sobre nuestros pasos, hasta un poco más allá del alto de Valdemanzano, para tomar un sendero, en dirección sur, que baja con ganas hasta el cruce de una pista.
        Más adelante descendemos paralelos al barranco de la Virgen que dejamos, avanzando por un pinar, para volverlo a tomar a la altura de un aljibe colmatado.
        Las garras comienzan a sentir el lógico cansancio de la ruta, pero aun así, poco a poco,  avanzamos entre los árboles centenarios de un olivar, con ejemplares de gran belleza. 
Por el olivar
Olivo centenario
        El aroma de la carne asada, que se debe de andar cocinando en alguna barbacoa de la urbanización, nos sugiere que la conclusión de nuestra ruta está próxima. No obstante, antes de llegar, nos aguarda una encina, también antigua, que debemos alcanzar antes de alcanzar los muros del Santuario.
        Hemos alcanzado el punto de salida, aquí nos espera "Miguel y su guagua" para, sin dilación alguna, llevarnos hasta un garito cercano a La Almunia de Doña Godina y dar buena cuenta de todo aquel alimento que ose postrarse sobre las largas mesas.
        Una jornada más que las gentes de Esbarre hemos superado. Sin embargo, hay una realidad inalterable que persiste: la ausencia de aquellos amigos y amigas que parten de nuestro lado. En esta ocasión, nos deja una mujer cuya estatura era modesta, pero cuyo corazón era inmenso. Manoli, tu recuerdo se arraiga en nosotros de manera imborrable. Recordamos con nostalgia los momentos en los que tus risas y alegrías iluminaban a todos los que compartíamos camino contigo; tus suaves manos protegidas por guantes blancos, tu gracia al lucir aquel sombrero inseparable, y esa pequeña mochila que, aunque motivo de nuestras bromas, era tu compañera fiel en la espalda. Siempre al lado tuyo estaba Valentín, tu inseparable compañero. Desde estas líneas, envío un cálido abrazo a él; desde esta Vieja Mochila que guarda tantos recuerdos compartidos.
        Hasta siempre

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domingo, 14 de enero de 2024

POR TIERRAS D´USIETO (Lúsera, Sta. Mª de Belsué, Flumen...)

 Día 13 de enero de 2024
        Estrenamos año bisiesto (uno ya lleva 18), en compañía de las mozas y mozos de Esbarre, echando el cuerpo a esa prepirenaica sierra de Guara en la que se esconden los más insólitos rincones, las más variadas historias, las más extraordinarias leyendas, como aquella que ya he descrito en otras ocasiones, como hice, por ejemplo en esta entrada:
        Camino del norte, ¡cuántas veces hemos echado la vista a ese perfil del Fragineto y Tozal de Guara, evocando al gigante Guara, de cuerpo yacente! Fue víctima de su empecinamiento de no respetar, junto con Gabardón, el amor que existía entre la hija del segundo, Gabardiella, y el bello Gratal.
        Pero hoy todo es más hermoso, el autobús que nos lleva hacia el norte va cargado de vida, de esperanzas puestas en un tiempo que viene pleno de proyectos montañeros, para gozo de estas gentes ávidas de compartir momentos como los de la jornada que, en el albor del día, vamos a acometer.
        Ha amanecido, en el viaje, mis auriculares me regalan la sempiterna voz de Luciano Pavarotti; cuando suena "La Bohème" el autobús se para. Estamos en Huesca, aquí recogemos al que fuere comandante de la tropa, Jesús, y su costilleta Elena. Como no vamos lejos, esta parada la aprovechamos para tomar café, los unos, y otros productos, los otros.
        A nuestro paso por Árguis observamos su embalse cubierto de hielo, anuncio de que la mañana es más bien fría. El "chofeur" de gran carro, dando muestras de su habilidad, toma las curvas de Belsué como algunos no seríamos capaces de hacerlo en la vida. Nos deja en Lúsera
Preparados, a los piés de Lúsera
 
    Tapadicos hasta los ojos, comenzamos a caminar, hasta alcanzar Lúsera, pequeña localidad en la que el humo de una chimenea delata que esta aldea comienza a despertar de su letargo. Pasamos ante la iglesia dedicada a San Miguel, seguramente del XVII.
Caminando ante la iglesia
        Continuamos por un sendero, el GR.1, que, en dirección oeste, nos acerca hasta las ruinas de Santa Maria de Belsué. En medio de la profusión de piedras desplomadas, emerge lo que perdura de la antigua iglesia románica de Santa María, erigida en el siglo XI. A pesar de su estado lamentable, ostenta con orgullo el título de Monumento Histórico Artístico.
Santa Maria de Belsué
        Seguimos camino. En la senda, poco a poco, va apareciendo la nieve, lo que nos lleva a tomar las precauciones debidas.
¡Cuidadín, cuidadín!
        Descendemos hasta el río Flumen, que cruzamos por una helada pasarela de madera. El topónimo de este río nos lleva al latín "fluvius" (río), por lo que en broma le llamamos el "río río". Desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Guatizalema, nos regala rincones como los que, durante un rato, vamos a poder admirar.
El Rovira en la pasarela
El Flumen
        Abandonamos las aguas del Flumen, que no el rumor de sus pequeños saltos, para ir ascendiendo hasta alcanzar la Pardina Ascaso, unas edificaciones que a uno le hace reflexionar en como ha cambiado todo: un edificio principal de tres plantas (incluyendo planta baja y falsa), con un tejado a cuatro aguas ya arruinado. Anexo al edificio un corral, un palomar, una era con pajar y un horno de pan. 
Pardina Ascaso
        Se adivina que los muros estuvieron encalados, algo que entonces era un signo de prosperidad. Para obtener la cal tuvieron además que construir un horno de cal, aunque según cuentan, la cal resultante no era de buena calidad. En la tiña observamos, que tiene incluso un primer piso, que se usaba como yerbero. En muchas zonas del Alto Aragón llaman tiña a los corrales. Si el corral tiene zona cubierta, dicha zona cubierta es la tiña y la zona descubierta es el corral (lo que en otras zonas llaman "sereno").
Restos de la tiña
Edificio principal
        El sendero abandona la GR.1, girando en dirección norte, siguiendo el curso del Flumen. Sobre sus aguas se reflejan los rayos del sol acariciando la piel del agua: pequeños saltos, como velos de cristal, se precipitan, uniendo lo terrenal con lo celestial. En los momentos que lo perdemos de vista, el rumor constante del río es como un poema que narra viejas historias.
Un remanso del río
        ––Disculpa, que estaba soñando––. Ahora toca vadear el Flumen y sustituirlo por el Barranco Barón, no menos bello que su amo.
Vadeando el Flumen
            El sendero va ganando altura, la nieve se va imponiendo. Atrás se escucha el rugido de algún animal, sonido desconocido en esta sierra ––¿serán osos?, ¿qué será?, no es la época de la berrea del ciervo, ni parece el guarrido del jabalí–– Por fin, cuando somos rebasados, descubrimos que son tres homínidos sobre sus moto-traileras con el cerebro poco desarrollado (se trata de una especie, cuya presencia resulta ser muy dañina para este entorno del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara).
        Seguimos caminando; más adelante encontramos a los individuos descritos, descansando (¿?), aunque más adelante volverán a darnos la tabarra.
La belleza del paisaje esconde el rugido de los animales
        El camino se adentra en un pinar; poco a poco, se va cubriendo de nieve, lo que embellece, más si cabe, la jornada. 
Con Javier, Maite y Toño
        Alcanzamos un cruce que más tarde cogeremos, ahora nos desviamos para acercarnos a visitar las ruinas de la Pardina d´Usieto, de la que dependían las ruinas de su capilla de la que tan solo queda parte del ábside, único resto de un templo de inicios del XII, olvidado en el rincón de la historia.
Restos del Ábside de la capilla d´Usieto
        Foto va, foto viene y nos acercamos hasta la zona de la pardina. En lo que queda de su muro, orientado a la solana, cada cual elegimos el lugar apropiado para aposentar las nalgas, abrir la mochila para extraer las más variadas viandas y proceder a recargar el gastro-depósito.
¿Restaurante d´Usieto?
        ¡Qué bien se está aquí!, sumergirse en el cálido abrazo del sol es verdaderamente placentero; sin embargo, queda camino que recorrer, las agujas del reloj son como delicados hilos que condicionan nuestra ruta, así que cargamos las mochilas al hombro, foto del grupo y ¡hale!
Batallón al completo (Foto de P. Rovira)
¡Hale!
        Retrocedemos  hasta el cruce que he mencionado, para ir descendiendo, en dirección este, hasta otro en el que un cartel señala el camino entre Ibirque y Lúsera. Lógicamente, tomamos el segundo de ellos, que discurre en dirección sur.
        El sendero va descendiendo, el piso es algo incómodo de transitar, pues la nieve y el barro nos obliga a tomar las máximas precauciones, para no "esbalizar" y manchar la culera de los "nortfeises". 
¡Prohibido "esbalizar"!
        Frente a nosotros, sin ningún rubor, van apareciendo, primero el Tozal de Guara  y después  Gabardiella, ambos vestidos con su velo blanco, como aquel que hubiera lucido el último en la boda imposible de la leyenda.
Tozal de Guara
Gabardiella
     
No sé si ha sido por mirar a la novia Gabardiella, no sé si por la nieve, no sé si por el barro o las piedras, pero alguien ha perdido la verticalidad y no han sido las nalgas las que han tomado contacto con el suelo, ha sido la nariz de Fernando. Afortunadamente, el equipo médico, dirigido por Maite, le ha atendido realizando una primera cura que al regreso, en Zaragoza, habrán de valorar en la clínica.
        Por debajo de Gabardiella, ya divisamos el humo de una chimenea de Lúsera. Estamos cerrando ese círculo, con eje en el Tozal de Usieto (o Lúsera), que nos ha regalado una travesía en la que hemos, no solo sufrido la amenaza de tres animales, sino que disfrutado del agua de ríos y barrancos con historia, de ruinas que nos cuentan de aquellos pobladores que hubieron de abandonar estas duras tierras, de senderos cubiertos de nieve y lo que es más importante: de la compañía de estos amigos que, un año más, en este 2024 esperamos seguir disfrutando.
Lúsera, desde los últimos metros de la travesía
        Solo nos queda asearnos "una miaja", subir al autobús y parar en Huesca para que se apee la pareja oscense y para que el camarero del bar de turno se asuste ante el pedido de birra, pedido que hace temblar al más repleto de los barriles.


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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 12,3 km.
Desnivel positivo, 555 m.
Desnivel negativo, 555 m.
Track

domingo, 17 de diciembre de 2023

CABEZO DEL SILLÓN, CASTILLO DE MARÍA DE HUERVA Y BARRANCO DE LA MORERA (circular)

Día 16 de diciembre de 2023
        Otro año más que se nos va; estamos a la puerta del solsticio de invierno, celebrado por muchas culturas de la antigüedad, como por ejemplo en Newgrande: allí, construyeron un monumento funerario (3200 a.c.), orientado hacia el amanecer del solsticio, por el que la luz lo atraviesa durante 17 minutos a través de una pequeña ventana. Así, en todo el mundo, de una u otra manera, se celebra la larga noche del solsticio. 
Solsticio en Newgrande
Solsticio en María de Huerva
        En el mundo cristiano se celebra la Navidad, creencia que recuerda el día del nacimiento de Jesús, de tal manera que aquí, en las Hispanias, los alcaldes compiten por ver "quién la tiene más larga" (me refiero a la iluminación navideña)
Derroche luminoso
        Si en las antiguas civilizaciones, eran fechas de matar los animales para guardar la carne y no tener que darles de comer en los crudos inviernos, en la actualidad son de consumo desenfrenado: Papá Noel, Santa Claus, Viejo Pascuero, Colacho o San Nicolás son un mismo personaje que tradicionalmente trae regalos a los niños por Navidad. 
El Viejo Pascuero
        ¡Ah, amigos!, pero cuando las cajas registradoras de los almacenes están llenas, una estrella (¿fugaz?) guía a Melchor, Gaspar y Baltasar, a lomos de sus camellos, que, en su largo camino, se han detenido a adquirir en los "Almacenes Pepe", gran cantidad, no solo de juguetes, sino también perfumes con los que bombardean a los pobres "Reyes Magos", en los medios de comunicación.
De camino
        Decía que se nos va otro año y con él, un calendario de salidas al monte, del que los "boss de Esbarre" pueden estar orgullosos. En esta ocasión, como despedida, nos han preparado un corto viaje hasta la localidad de María de Huerva.
            No sin dificultad, el bus nos deja a las orillas del río Huerva, o "La Uerba", como le decimos por aquí. 
        Más "abrigadicos que nada", pues la mañana es algo más que fresca,  comenzamos a caminar animosamente, primero por pista y, posteriormente, enfilados por una senda que apunta para arriba, en dirección hacia una edificación que, entre cables de alta tensión, nos muestra un perfil dibujado, sobre un cerro, de una fortaleza.
La Uerba a su paso por María
Hacia la fortaleza
        No tardamos en, a través de unos orificios, internarnos en el Castillo de "al-Marya", de origen árabe, desde el que se domina el valle del Huerva. La fortaleza albergó a las tropas de Abderramán III en el año 935 y sirvió en la defensa de Zaragoza contra Alfonso I el batallador en 1118. Tras la conquista cristiana el castillo pasó a manos de los reyes de Aragón, y conoció numerosos dueños. Jaime I lo cambió con Blasco de Alagón en el año 1233 por Morella (ya hacíamos esos negocios). En 1348 fue sucesivamente conquistado primero por los unionistas y después por el ejército real, mandado por Lope de Luna. Finalmente, la fortaleza fue a parar a manos de la familia de los Fernández de Heredia, más tarde condes de Fuentes. 
Castillo de al-Marya
Tomando el castillo
        Una vez conquistado el castillo, abandonamos el lugar, para dirigirnos hacia otras conquistas (con la pena de dejar aquí a Ana, indispuesta, y a Javier, de fiel escudero). 
        La senda avanza por un terreno modelado por la inclemente danza del viento y la persistente caricia de la lluvia, dejándolo marcado como un delicado papel arrugado. 
Caprichos de la naturaleza
        Desde las Planas de María, emergen numerosos barrancos que el agua ha esculpido en suelo de yesos y arcillas. Nosotros continuamos nuestro trayecto, enfrentándonos a ligeras subidas y descensos (de momento más ascendentes), entre exuberantes arbustos de romero, tomillo, aliaga y enebro, con la presencia destacada de imponentes pinos y sabinas.
Avanzando 
        Al dirigirnos hacia el sur, a nuestra derecha, se revela la profundidad del Barranco de la Dehesa, mientras que a la izquierda se despliega el Barranco del Cabezo del Sillón. 
        Para alcanzar el Cabezo del Sillón, ascendemos por una empinada cuesta, maltratada por los derrapajes de las ruedas de los caballos de hierro que se dejan caer por estos parajes, cuesta superada con alegría y destreza por la tropa de "a pie".
Hacia la cima
        Los modestos 602 metros de elevación de esta colina no constituyen ningún impedimento para deleitarse con la magnífica panorámica que nos permite ver, tras los aerogeneradores de La Muela, la silueta del Moncayo. Hacia el norte, la claridad de la mañana nos enseña las altas y blancas cumbres del Pirineo, así como los picos más cercanos: Gratal, Fragineto, Tozal de Guara y la sierra de Alcubierre.
Desde las alturas
        Foto de grupo y, ¡hale!, toca abandonar el "Sillón" por un sendero que, ¡leches, otra vez!,  baja por un frágil terreno castigado por los amigos de "descensos guay", y es que desde que las bicis se han motorizado, se ha multiplicado el número de quienes, con menor esfuerzo, suben a cualquier cima, para luego dejarse caer. Y conste que, soy defensor de las bicis, pues es mi modo de transporte en la ciudad  y las considero herramienta deportiva para los auténticos ciclistas. Alguien tendría que poner un poco de orden en el monte.
Descenso sobre las heridas del monte
        Sin ninguna caída, alcanzamos un collado muy apropiado para el reagrupamiento de la tropa. Dejamos pasar a un grupo de "iberdrolas" y, ¡hale!, tomamos una senda que, como una serpiente, culebrea entre las venas de esta vieja y arrugada piel del monte marihuervano. 
Por las venas
            Tras cruzar la cabecera del Barranco de En Medio,  alcanzamos las "Planas De María", enclave más alto de la ruta en el que los campos de labor agrícola y el viento son los protagonistas; este último, elemento fundamental para mover las aspas de la gran cantidad de aerogeneradores que pueblan esta muela; vamos, que "Don Quijote se lo pasaría pipa por este campo de gigantes".


––Mire vuestra merced —dijo Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. 

         Circunvalamos la plana por un sendero que discurre entre pinos hasta, tras pasar por la balsa (ahora seca) de Corralé, alcanzar el punto en el que hemos de iniciar el descenso.
––Amigo Sancho...
        Estamos en la cabecera del Barranco de la Morera, cuyos más de 6 kilómetros vamos a descender en todo su recorrido. Sorprende como a un tiro de piedra de casa, en medio de un agreste paisaje coronado por un montón de molinos y rodeado por pueblos, polígonos industriales y urbanizaciones, se encuentra un paraje como este en el que, una vez en sus entrañas, la imaginación te traslada a algunos otros que, en sierras como Guara, hemos visitado.
Comienzo del Barranco de la Morera
        El sinuoso barranco, en su danza incesante, esculpe la roca con la destreza de un hábil artista. Su flujo acaricia la superficie rugosa, como un pincel suave que acaricia un lienzo, y gradualmente transforma la aspereza en una suavidad sedosa. El resultado es un alabastro pulido, resplandeciente en su lisura, como si la naturaleza misma hubiera labrado una obra maestra de elegancia en cada recodo del sendero. Donde falta alabastro, el cincel del agua esculpe figuras que recuerdan los volúmenes de Botero.
Enfilados por el barranco
Seguimos el curso del barranco
Caprichos de la naturaleza (alabastro)
No son esculturas de Fernando Botero
        Poco a poco, el barranco se abre suavemente, sin exagerar, y su sinuoso curso me evoca más la complejidad de una red arterial en la que convergen afluentes notables, tales como los barrancos de Los Pozos y La Salina. Estos, a su vez, han capturado otras corrientes, generando una secuencia interconectada que se despliega de manera incesante.
Ya entra el sol
        Alcanzamos aquella piedra sobre la que había dibujado un bisonte, "el Bisonte"; ya en la última ocasión que pasamos por aquí, el animal se encontraba con mala salud; hoy ha fenecido, la piedra cayó sobre el lecho del barranco que le había dado la vida. Lo cierto es que no estaba asociada a ninguna antigüedad, era obra de algún espontáneo.
El Bisonte en el 2015
El Bisonte hoy
        También son obra de algún artista moderno, quizás del mismo del bisonte, los varios petroglifos que vamos viendo a un lado del camino
Uno de los petroglifos
        A nuestra izquierda, el Barranco del Cabezo Sillón se entrelaza de manera armoniosa con el de la Morera, fusionándose en un afectuoso abrazo. En este encuentro sereno, ambos cursos convergen en una danza natural que culmina en su entrega conjunta en el Huerva.
El curso se ensancha
   Así, como el río, la tropa convergemos en este mismo lugar. La cercanía de Zaragoza impide concluir la jornada, como de costumbre, en algún garito en el que poner a prueba la capacidad del barril de cerveza. No pasa nada, ya en la city, nos despedimos los unos y las otras, deseándonos unas felices fiestas y un próximo y cercano año nuevo, cargado de prosperidad, de montes y barrancos, y si la salud nos lo permite, ¡ahí estaremos!
        También, esta Vieja Mochila, te desea, allá donde estés, un montón de felicidad y que, entre brindis y brindis, no nos olvidemos de que allá, entre otros lugares de esta bella Tierra, cerca de Belén, en la "nochebuena" no es precisamente el champán lo que corre por sus casas, son las bombas asesinas que matan, sin discriminación alguna, a niños, viejos, hombres, mujeres... matan la vida.


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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 16 Km.
Desnivel positivo, 550 m.
Desnivel negativo, 550 m.
Track